Blasphemy (2024) - 01
Corre el año 1902…
El mundo se encuentra sumido bajo un orden brutal y fanático por la religión cristiana. La Santa Iglesia Católica gobierna con puño de hierro y hace su voluntad en todo el mundo, ninguna nación o reino puede contra su poder que va más allá de lo que la ciencia podría siquiera cuestionar. Incluso aquel concepto de ciencia se encuentra prohibido con penas mínimas de mutilación y la muerte como la máxima.
Pero esto no es algo reciente sino más bien cuando los romanos fueron testigos de su ruina y ya no había imperio sino barbarie por doquier, sangre, muerte y toda clase de horribles crímenes que la iglesia aborrecía.
Entonces cuando el fuego, acero y blasfemia se concentró frente a la primera iglesia, ubicada específicamente en el centro del imperio romano, los hombres de fe que vivían allí y eran respetados por las personas que habitaban en la zona, se vieron superados por la desesperación.
Ante este sentimiento surgió lo que ahora se conoce como “la santa noche”, un hecho que iniciaría el dominio del Vaticano en todo el mundo conocido, desde la santa sede hasta los rincones menos cristianos como Japón, Madagascar, medio oriente y América.
La santa noche no hizo más que otorgarle las herramientas a la iglesia para destruir a los enemigos de lo que ellos consideran el reino de dios en la tierra y así, bajo la promesa de cometer asesinato en nombre de la fe, el papa y los arzobispos, así como curas y toda la jerarquía obtuvo poderes otorgados por los mismos ángeles, dios y los apóstoles.
Sin embargo y con la brutalidad de la institución religiosa vinieron las guerras que por cientos de años sumió al mundo en un caos y donde las naciones que se odiaban entre sí no tuvieron otra opción más que aliarse y luego compartir la desgracia de su destrucción.
Ya con la llegada del siglo XIX y sus avances tecnológicos como globos dirigibles, así como teléfonos de pared y la evolución más grande de todas, los vehículos, y todo gracias al empuje otorgado por estos poderes que la misma iglesia católica decidió prestar generosamente…al menos en lo que en público dice porque el precio a pagar es muy alto para cualquier mortal. Y en un mundo sumido en el caos de la religión, la muerte y violencia rondando sin parar desde hace muchos cientos de años, también la naturaleza de lo desconocido y los temores del hombre salen a la superficie…
***PARTE 2***
Entre las callejuelas oscuras de la noche de Birmingham, importante ciudad inglesa, corre un hombre en harapos, pantalón marrón gastado, zapatos sin agujetas, camiseta y chaqueta con parches y con la misma condición de su pantalón y lleno de manchas de carbón por su trabajo entre las minas de la misma. Su cabeza está cubierta por la capucha de su chaqueta para no ser reconocido.
El laberinto de estas calles angostas y hechas de ladrillos de baja calidad, el olor a humo por las chimeneas humeantes que no paran de expulsar y la presencia de hombres cuya dudosa procedencia los hace sospechosos y prostitutas invitando a cuanto caballero opulento u obrero pasen por donde están ellas hacen difícil perseguirlo a pie por lo que sus perseguidos no acechan en tierra sino por aire y eso hace que de un vistazo cada tanto hacia arriba. Cuando levanta su mirada ve que a exactamente 30 metros de altura se encuentra alguien de túnica tan blanca que la oscuridad no puede opacar su iluminación. Además, esta persona también está encapuchada y tiene la característica de tener cuatro alas en su espalda lo cual hace enloquecer de temor al pobre hombre y no le queda más alternativa que intentar meterse dentro de una casa o locales.
Después de correr sin parar y esconderse durante más de treinta minutos, se topa con el final del camino y una pared imposible de sortear corta su camino. La batida de las alas de aquel encapuchado de túnica blanca se escucha detrás del fugitivo:
—Ya no tienes escapatoria críptido. —habla con voz aguda
—¿Escapatoria? —pregunta el hombre y se da media vuelta para mirar fijamente a aquella persona quien pensaba era un hombre, pero la complexión es de una fina mujer de cabello largo. La confianza perdida se revitaliza al creer que su ventaja es por ser un hombre contra una mujer. —Que irónico, una mujer dando órdenes creyendo que puede hacerlo. ¿Tanto te crees por ser de la iglesia?
—Blasfemas en mi presencia e insultar a la santa iglesia con esas palabras salidas de tu asquerosa boca. —a su lado se forma una estela de luz que en un instante convierta en una espada brillante— Te incineraré con las llamas santas de mi fe.
—¡Ja! Que mal para ti toparte con un goblin. —su piel cambia a un color verde claro, la nariz se alarga y sus orejas se vuelven puntiagudas. Su complexión se torna delgada y acompañada por un aura hostil que ni inmuta a la mujer de fe— No parece que se intimide con mi apariencia real, maldita perra. No puedo enfrentarla con la creencia que sea vencida fácilmente además puedo ver que no es una mujer común. Que fastidio. —piensa y maldice a la situación en la que se enfrenta.
La mujer saca de su túnica un papel cuyo título es de “orden de captura de críptido 285900” y se lo muestra al goblin. En un principio no entiende que pasa, entonces toma un pedazo de ladrillo y con su mano desnuda lo avienta contra ella en dirección al rostro para poder aprovechar y escapar de ese lugar que podría convertirse en su tumba.
En cuanto alcanza el rango cercano a su cara, el ladrillo se desintegra como si nada:
—¡¿Qué?! ¡¿Qué mierda acaba de pasar?! —retrocede el goblin y una gota de sudor cae de su rostro.
—Eres igual de estúpido y salvaje como los tantos goblins que hemos cazado. Verás esta es una orden de captura de críptidos emitida para los de tu clase. Quizás no lo comprendas, pero estos números pueden cambiar a medida que vayamos matando a goblins.
—¿Qué? E-Entonces…esos números…285900 ¿significa que…?
—Es el número de goblins ajusticiados. El único pecado es su propia existencia. Acepta tu fin y muere como lo que eres…un ser antinatural.
—N-No…no…no…no… ¡no, no, no, no! ¡Me niego a morir por tu mano maldita perra! —da un salto largo hacia la mujer y de entre sus harapos saca un cuchillo con sangre seca y hoja oxidada.
—Hooo, actitud hostil, resistencia a la autoridad, además de poseer arma homicida, violación de más de setenta mujeres y asesinato de quince hombres. —levanta su mano y de un chasquido el goblin acaba cortado en miles de pedazos y bañando de sangre el suelo de aquel pasillo.
El numero reflejado en tono brillante se convierta en 285901, simbolizando un genocidio completo de una especie como lo es la de los goblins, que con la muerte de ese hombre sin nombre por fin se ha dado fin con ellos.
Detrás de ella se acerca alguien más, pero con ocho alas y un aura mucho más poderosa y magnánima, por lo que al notar su presencia se da media vuelta e inclina como si se tratase de una entidad superior casi divina o un superior al rango. Pues es lo segundo, y es el arzobispo Sebastian Monocleux, después del papa, el miembro más poderoso del Vaticano:
—Señor Sebastian, ya fue ejecutado el criminal.
—Haaaa, si, lo noté Rose. —dice el arzobispo al ver tremendo charco de sangre y los pedazos del goblin desparramados por todo el lugar. A pesar de reconocer la fuerza y poder de su compañera arzobispo, es indudable que también los deseos de erradicar a los críptidos son mayores que lo que creía— Pero tienes que dejar de matarlos y empezar a usar las habilidades de nuestra división de interrogatorio al mando de curas veteranos. Mas importante aún los goblins son los que hacen circular mayor cantidad de información.
—Acabo de eliminar al último de su especie, quizás no debía hacerlo.
—Eres nueva en esto, hace apenas un mes que iniciaste tu camino como arzobispo debido a tus grandes notas en los exámenes y afinidad con el arcángel Sealtiel con apenas 24 años de edad, pero eres demasiado impetuosa y te dejas llevar fácilmente por la ira. Solo has lo que diga y escucha a tus superiores. Te irá muy bien. Por cierto…
Sebastian agita sus alas y llama con sus manos a Rose para que lo siga hasta el techo de un gran edificio con el que pueden observar a varios hombres alados miembros del cuerpo especial moviéndose por todo el lugar. Rose se mantiene detrás del arzobispo cuyo poder proviene del arcángel Raziel a modo de respeto por su rango, experiencia y que es la única mujer en la élite de la iglesia.
Uno de los tantos hombres alados, apenas dos detrás de su espalda, se acerca a Sebastian y Rosa, los saluda hincándose de rodilla para saludarlos a ambos y mostrar sus respetos a los de mayor rango en todo el lugar:
—Señor Sebastian.
—¿Los encontraron? —pregunta Sebastian.
—Si, pero tenemos un grave problema.
—¿Cuál?
—Los números confirmados eran de 26 pero En la fábrica había 25.
—¿Escapó?
—Eso parece. Las que se encontraban allí nos atacaron y seguramente escapó aprovechando la situación.
—No lo creo. —interrumpe Rose.
—¿Señorita?
Rose mira a Sebastian y este aprueba que explique qué piensa del enfrentamiento:
—Los críptidos y humanos pecadores nunca se traicionarían entre sí. Mas bien se cubren entre si e ignoran toda ley de bien.
—Buscamos a 26 brujas no a 25. Amplíen el rango de búsqueda y recuerda, brujas, chamanes, druidas, vudúes o jujutsus da igual, son una aberración peor a los críptidos. Necesitamos cazarlas.
—¡Si señor! —grita Norman con entusiasmo y regresa con el grupo para transmitirle la información.
A lo lejos, llamaradas salen despedidas para atacar a los hombres alados y alcanzando a uno de ellos ocasiona que se dispersen, pero sin despegar la atención en las brujas.
Sebastian señala con su dedo índice y en silencio mueve sus labios para lanzar una poderosa ráfaga de luz desde el cielo.
Las brujas son apuñaladas por estos filosos ataques y aquellas que sobreviven son atacadas por los hombres alados y sus espadas santificadas:
—Como eres alguien nueva en la cacería te explicaré una pequeña cosa. —dice mientras levanta su mano abierta hacia arriba— Cuando se trata de esto, existen también los daños colaterales.
—¿Daños colaterales?
—Así es…algo como esto… —baja abruptamente su mano en dirección a donde se encuentran las brujas y en un instante una explosión recta de luz incinera toda forma de vida sea humano o no en 2 kilómetros— es necesario para que la fe persista sobre el mal.
—Cuanto poder. —piensa Rose.
—Rose, volvamos a la catedral de Londres.
—Si.
***PARTE 3***
Por la mañana del día siguiente, la unidad de tropas aladas comandadas por Sebastian y Rose llegan hasta la catedral de Londres, construida en 1767 cuando la familia real fue aniquilada por no obedecer los “designios de dios” y todos consumidos por una lluvia de luz. Dicha unidad es recibida por alabardas que se dividen en columnas y se abren para luego levantar sus armas y sobre una escalinata espera el obispo Troy Rock, ex soldado imperial y actual hombre más importante en Inglaterra. Su función es de administrar no solo la fe, sino que también de reemplazo de la corona británica. Se podría decir que es el nuevo jefe de estado en el país británico:
—Unos 20 soldados solo para recibirnos. Que insulto para con nosotros, deberían traer a más de 100. —murmura Rose al ver el poco recibimiento.
—Ya, ya. Es lo justo y necesario. Recuerda que los santos no son ambiciosos y mantienen su nivel de altruismo para con sus fieles. ¿Cuál es nuestra función en este mundo además de proteger? —pregunta mientras avanzan por entre las alabardas.
—Ser los ejemplos de buen cristiano. Lo sé, lo se.
—Señor Sebastian, señorita Rose, es un verdadero honor tenerlos aquí. ¿En qué puedo servirlos? —dice Troy en tono servicial y temeroso.
—Necesitamos Solo pasamos a saludar antes de volver al Vaticano. Serán casi 10 horas de vuelo por lo que necesitamos descansar. Si es posible.
—Claro que sí, claro que sí. —llama a uno de sus sirvientes y ordena que prepare las mejores habitaciones— Señor ¿no vino con usted una unidad?
—No se preocupe obispo, ellos están cumpliendo con su papel y…espere un momento. —tapa su oído y escucha la voz de uno de sus subordinados— Dime ¿Qué pasa?
—¡La encontramos señor!
—¿Qué dices? —sus ojos se abren de la sorpresa.
—¡Hemos encontrado a la chica! ¡se encontraba con las brujas en ese almacén!
Ambos arzobispos agitan sus alas ni bien da la orden Sebastian. El obispo Troy intenta alcanzarlos con su mano extendida y una corrida lenta solo para decirles algo que estuvo ocurriendo por días y no lo sabían. Por la velocidad de su vuelo se hace imposible poder decírselo ni gritando siquiera. Solo le queda murmura maldiciendo las circunstancias:
—Supongo que ellos se enterarán cuando lo vean…—ve como se alejan en dirección a Birmingham— hay un grupo de críptidos sueltos, atacando a alabardas y liberando prisioneros.
—¡Señor Troy, tenga! —un chico de la servidumbre le entrega una pequeña caja— Ya está listo el dirigible para ir a Birmingham.
—Muy bien. Gracias. —toma la caja y la abre, encontrándose allí una estaca de madera y una pistola cold con balas de plata— Si encuentro a esos dos que tantos problemas nos están causando sin que los arzobispos lo descubran entonces mejor para mí.
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