Blasphemy (2024) - 03
En la década de 1820 en Bélgica, un niño recorre los bosques de Soignes buscando algunos frutos para poder llevarle a su familia y demás miembros de la comunidad gitana a la que pertenecía. La madre de la familia lo llama para poder comer un conejo recién despellejado:
—¡Oliver, la cena ya está lista!
—Si, ya voy. —responde el niño que sostiene una enorme cantidad de frutos entre sus ropajes viejos y algo rotos.
En el camino hacia el campamento, el chico escucha pasos salvajes y los sigue curioso seguramente lo lleve a un sitio donde haya más frutos, eso es lo que pensaba el inocente pequeño de apenas ocho años. Pero al llegar allí y llegada la luna llena, un imponente, oscuro y salvaje lobo de ojos rojos y pela negro lo espera. Su mirada penetrante hace que el chico caiga al suelo y no deje de verlo.
El chico no puede decir una sola palabra, puesto que según los consejos de los mayores en la comunidad gitana el solo hecho de decir algo frente a un animal salvaje es sinónimo de buscar problemas por lo que lo mejor es pasar desapercibido sin importar que. Lógicamente en tal situación bajo el acecho animal lo hace difícil.
Lentamente el lobo se acerca, mostrando los dientes y el pelo en su lomo levantado, señal de que va enserio y está queriendo demostrar su intensa violencia contra la presa. El niño se arrastra en el suelo con intenciones de escapar sin alterar al animal, pero este se apresura y obliga a que escape corriendo por entre los arbustos, ramas que sobresalen del suelo y una de ellas hace que tropiece.
El chico rueda por el suelo hasta que se detiene en una zona pantanosa del bosque. Asustado por el animal, se esconde entre arbustos y cubre su rostro con barro, así como sus manos y toda zona expuesta. A su lado encuentra unos frutos llamados “esencia del diablo” cuyo jugo interno es tan fuerte como la orina de un zorrino, aprovecha y se la unta en el cuerpo.
Por largos y angustiosos minutos, Oliver espera paciente, pero también con mucho miedo incluso llega a orinarse encima.
El lobo aparece recorriendo la estéril vegetación y el agua estancada, oliendo y alzando su hocico para buscar ese aroma que lo atraiga hacia Oliver. Entonces mira en dirección a ese hedor y se acerca furiosamente con la luna llena impactando contra el cuerpo de la bestia.
Oliver retrocede torpemente pero el tronco de un árbol lo detiene y eso le permite al lobo saltar sobre él y con sus fauces le muerde el brazo izquierdo.
La mandíbula de la bestia despedaza la carne y asfixia con fuerza al niño hasta formar con su sangre un charco tan visible como perturbador. Mientras tanto, Oliver grita con agonizante dolor la embestida del lobo. Siente miedo como nunca antes en su vida, piensa en su madre y todos los miembros de la comunidad, así como sus sueños y esperanzas se desvanecen con cada centímetro de carne que se desprende de su cuerpo.
La cantidad de sangre que cae del cuerpo del niño es impactante y apenas lleva menos de un minuto siendo atacado por la peligrosa bestia que no para de desgarrarle la carne del brazo y luego se aproxima al hombro, incrustándole las mandíbulas. Cuando sus fauces impactan contra la piel desnuda de Oliver, unas venas oscuras se meten en su cuerpo, así como pequeños vapores de igual oscuridad.
Lentamente la intensidad con la que quiere devorar al pequeño se desvanece al punto de que suelta por completo y de entre los arbustos se acercan los adultos de la comunidad, arrojándole cuchillos, piedras y grandes troncos. Cuando ven la condición del chico, no hacen más que horrorizarse, pero el tiempo es vital y se lo llevan en brazos para que sea tratado por la matriarca, la más antigua de los miembros y especialista en ritos chamánicos.
Su madre, Kasaia, lo ve y lanza un grito de angustia y luego llanto. Su pequeño está en estado crítico y siente la impotencia de una madre al verlo tan destrozado.
La matriarca abre su tienda de piel, grasa y huesos:
—Entren rápido, si no nos apuramos puede que sea muy tarde. —les dice con expresión seria.
La señora aparta las cosas que hay sobre un altar de madera y corre hacia un cráneo de lobo donde prepara un tónico para que el dolor se calme. Le abre el estómago a un conejo recién capturado y unta dentro del cráneo y luego arroja pequeñas flores estimulante que solo crecen en los bosques de Lyon mientras que colocan cuidadosamente al chico sobre el altar. La matriarca pide que prendan velas y rodeen al chico, que se queja por los fuertes dolores de hombro y brazo:
—Quítenle la ropa. Estamos contra el tiempo. —dice la matriarca.
Al desvestirlo por completo ven que las zonas afectadas por las mordidas se están cubriendo por una capa de piel negra, diferente claro está al efecto de piel y carne podrida. Inmediatamente la matriarca observa con cuidado y se da cuenta de que es diferente a cualquier cosa que haya visto, entonces recuerda acerca de una leyenda entre los gitanos.
La anciana busca entre sus pertenencias y de una bolsa saca un libro viejo con tapa hecha de piel de animal y hojas secas. El título del libro es casi impronunciable, pero encuentra el motivo de eso extraño que sale del cuerpo del chico:
—Reacción oscura. Con que de eso se trata. Tendremos que hacerlo bajo la luna llena.
—Por favor matriarca, dígame que le sucede a mi Oliver. —se acerca tímidamente su madre y con lágrimas en los ojos.
—Tu hijo fue atacado y mordido por un lobo o, mejor dicho, el espectro del licántropo. Es una bestia legendaria que cuando ataca puede ser mortal. Por eso tenemos que tratarlo bajo la luna llena.
—¿Es posible poder salvarlo? —pregunta la mujer mientras se tapa la boca y las lágrimas no dejan de caer.
—Haremos todo lo posible. Ahora, muévanlo.
El chico es llevado a las afueras de la tienda mientras toda la comunidad observa preocupada como transcurre la situación. La matriarca forma patronas con sangre en el cuerpo del chico y lo hace beber sangre de conejo del cráneo de lobo. Según las creencias gitanas, el conejo es símbolo de pureza mientras que el lobo es de la oscuridad y es necesario beber la sangre del animal bajo la luna llena, el estandarte del lobo espectral.
Otra de las creencias en las comunidades gitanas es que los lobos son guardianes de la noche y no suelen atacar solos, salvo cuando surge la necesidad de elegir a su sucesor. La anciana no escapa a la posibilidad de que ese lobo espectral haya atacado con tal violencia a Oliver sea también motivo de que sea elegido para convertirse en una bestia que deambule por cientos de años, protegiendo a niños perdidos o a la naturaleza misma del bosque. De igual manera empieza el ritual, pronunciado las palabras que hay en el libro y también llama a los ancestros para que protejan al chico.
Finalmente, la oscuridad abandona al cuerpo del chico, pero dentro de él surge algo. Algo salvaje y tan fuerte como legendario. El ritual se llevó a cabo en el altar de piedra que fue transportado por varios hombres y mujeres fuertes. Entonces, el altar se parte y explota en polvo y tierra.
El ritual liberó al chico de esa carga negativa y así evito que se convirtiera en una bestia peligrosa, pero a cambio, Oliver obtuvo ojos de bestia, una fuerza, agilidad, resistencia y sentidos muy desarrollados y dos formas que lo hacen peligroso, la bestia y la licántropa.
***PARTE 2***
Después de recorrer las cloacas llegan a una enorme plataforma, con pequeños ríos formados por agua que cae de otros túneles y rodean el lugar, y a lo largo y ancho de esta ven tiendas de campaña con rasgos distintos que caracterizan a diferentes criptidos. Aquella mujer encapuchada ayuda a Theressa a caminar hacia una tienda vacía pero que por el corto tiempo que estarán allí le servirá.
Mientras caminan, se asoma una pequeña serpiente desde la capucha y esta le sostiene la mirada, eso asusta un poco a Theressa y retrocede:
—Esa suele ser la reacción más esperada cuando ven a una de mis muchachas. Diría que es la más curiosa. —dice la mujer.
—¿Quién eres? —pregunta Theressa.
—Hay muchos nombres para mi gente, pero comúnmente conocidas como gorgonas. Un placer. —se quita la capucha y mira de frente a Theressa. Le muestra su musculatura desarrollada, así como la larga cabellera que la componen no cabello humano sino serpientes vivientes, cada una con su propia personalidad. La curiosa serpiente es la más cercana a esa mujer. —Mi nombre es Luminara Adventulopulos.
—E-Es un placer. —responde Theressa, muy intimidada por la fuerte presencia, pero también erótica de Luminara.
—Luminara es la guardiana del refugio. Por el momento nos quedaremos aquí. —dice Zanya.
—¿Quedarnos aquí? Es que no entiendo que sucede. —Theressa está confundida por todo lo que está pasando.
—Puedo imaginarlo. —exclama Oliver— Lo mejor que puedes hacer es esperar. Descansar en la tienda y olvidar lo que pasó hoy.
—Odio decirlo, pero Oliver tiene razón. Mañana tenemos un largo viaje y es necesario apurarnos así que a primera hora estate lista. —dice Zanya.
— Si, pero…necesito respuestas por favor. —pide Theressa.
—Creo que no es el momento adecuado. Tendrás tus respuestas después de que lleguemos a nuestro destino. —responde Oliver.
Oliver regresa a su tienda con el sabor amargo que supuso ver a esa cantidad de gente ignorando todo lo que la iglesia hace contra todo derecho humano que se intentó establecer a fines del siglo XIX y de la que él formó parte.
De cualquiera manera hay algo más que lo tiene malhumorado y es que su conexión espiritual con la luna se ha intensificado y con ello cada vez se hace más débil. Esto es debido a que la luna empieza a absorber su energía y lo hace incapaz de pelear como le gustaría. Teme ser débil y volverse una carga.
Se recuesta en la entrada al refugio y apoya su cabeza contra la pared mirando hacia el túnel que contacta con el único camino disponible de entre toda la red cloacal. En ello recuerda su infancia, lo difícil que fue al ser considerado por sus amigos como una criatura trascendental digna de ser tratada como una deidad natural. La matriarca, su madre y cada miembro de la comunidad lo había convertido en su deidad protectora. Los lazos forjados por años se habían quebrado por ese hecho lamentable con el lobo.
Sus recuerdos se cortan cuando Theressa le golpe el hombro de manera muy leve y esto lo despierta del trance:
—Eres tú ¿sucede algo? —pregunta Oliver.
—Yo…no puedo dormir…—responde la chica.
—¿Por qué no fuiste con Luminara o Zanya?
—Es que ellas no están. Zanya me pidió que la esperara.
—Entonces has lo que te pidió. Seguramente estén haciendo guardia más allá de este camino.
—Hay cosas que necesito preguntar y eres el único que está por aquí. Además…necesito si o si respuestas.
—¿No podrías esperar a mañana?
—No.
Oliver la quiere ignorar, pero al ver como la chica lo mira fijamente no le queda otra opción:
—Haaaa…—suspira, dándose por vencido— ¿Qué es lo que quieres saber?
—¡Si, eso! —festeja Theressa—¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo es que conocían a…?
—¿Tu familia? Esa es una larga historia.
—Quiero escucharla.
—No lo dudo, pero eso es algo…
—Quiero escucharla. —se acerca lentamente.
—Si, pero…
—Quiero escucharla…—lo presiona con la mirada fija.
—Haaaa…bien. —se rasca la parte trasera de la cabeza.
—Verás, nosotros…
Oliver se detiene, pues su nariz super desarrollada siente un aroma nauseabundo para él y al mismo tiempo, Theressa se pone seria al sentir una fuerte energía de índole espiritual por lo que ambos se ponen de pie y ven que a lo lejos Zanya y Luminara corren hacia ellos:
—¡Zanya! ¡¿Qué está pasando?!
—¡Están aquí! —responde a gritos.
—¿Arzobispos? —pregunta Theressa.
—No a tal nivel. Son obispos y ya de por si enfrentar a un pequeño grupo de cinco no es difícil. —dice Oliver.
—Pero estos son más de treinta y avanzan hacia aquí. —responde Luminara.
—Hay que usar el otro camino. No hay de otra. —dice Zanya mientras lleva de la mano casi a rastras a Theressa.
—¿Cuál camino? —pregunta Theressa.
—Es algo asqueroso, pero es nuestra única opción. —responde la vampiresa.
En la oscuridad del túnel se empiezan a encender varias luces con forma de armas. Los obispos portan poderosas armas y artefactos que, al ser bendecidos por el papa, poseen capacidades como repeler la oscuridad y claro está ser el arma definitiva contra los criptidos que residen en ella. Oliver los espera en la entrada y cuenta hasta veinte, luego treinta y finalmente unos cuarenta obispos acercándose.
El primero en llegar y líder se detiene. Es un muchacho de al menos veinticinco años de cabello corto, marcas azules en el rostro y manos con forma de cruz y en su mano derecha porta una gladius, arma predilecta de los legionarios romanos.
Detrás de este obispo se detienen los demás con sus armas en alza y un silencio que los acompaña, muestra clara de que no son una broma y su concentración es digna de elogiar. Sin embargo, cuando el líder de ese enorme grupo levanta la mano, todos y cada uno de ellos empieza a entonar el ave maría un total de diez veces, y el padre nuestro un total de cinco. Mientras rezan con sus rosarios son envueltos en aura amarilla transparente, el color de lo sagrado:
—Esto es un gran problema. —piensa Oliver, dándose cuenta de lo que se viene.
—Tú y tu gente deberían sentirse aliviados por que la gracia de dios los aplaque y borre de la existencia misma. Ustedes, quienes han matado a cinco de mis hermanos de la manera más atroz posible deseo con cada fibra de mi ser que sientan lo que ellos. —dice el joven obispo.
—No es como si no pudiéramos escapar de esa situación. Dejemos las palabras enmascaradas y vengan…todos…
—Te sientes afortunado pero la realidad…la cruel realidad es que llevaremos tu cabeza a la catedral de Londres y la colgaremos en la entrada. Licántropo, es el final de tu camino.
Oliver lanza una pequeña carcajada:
—Tengo ochenta años de vida y francamente ya he escuchado eso más de una docena de veces. No serán los primeros ni los últimos.
Al decir esto, Oliver decide transformarse. Las uñas le crecen en punta filosa para apuñalar con ferocidad. Los colmillos sobresalen para desgarrar la carne del hueso y sus ojos se afinan para ver mejor en la oscuridad y desprender una intensa sed de sangre al mismo tiempo que de su cuerpo expulsa un aura tan asesina que muchos obispos sienten la necesidad de querer escapar. Ese es su verdadero nivel frente al poder de la iglesia. Supera al poder de los obispos mas no el de los arzobispos.
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