Blasphemy (2024) - 08
Tres días después en el pueblo de Alcester, el grupo se refugia en una vieja taberna que durante décadas funcionaba como también un lugar para dormir. Oliver y Edwards se quedan en un cuarto mientras que Zanya, Luminara y Theressa permanecen en otro que se encuentra frente a la de los otros dos.
La habitación, como la de cualquier pueblo rural, es de madera con muestras de antigüedad y descuidadas por la humedad, pero lo suficientemente acogedora como para que sigan llegando visitantes de las ciudades que están de paso.
Después de mucho tiempo escapando de los obispos y con la atenta mirada desde lejos y las alturas por parte de los arzobispos, pudieron avanzar lo suficientemente lejos como para perderlos en el bosque.
La gorgona se queda en la puerta y Zanya vigila la ventana, la cual se encuentra abierta para que los murciélagos se desprendan de sus brazos y deambulen por el perímetro para escuchar a su alrededor y ver que no haya enemigos. Theressa se queda sentada a un costado de la cama, sintiéndose culpable porque los estén buscando, aunque Luminara le lleva diciendo desde que partieron de Birmingham que no es así:
—¿Todo tranquilo? —Luminara pregunta a Zanya.
—Por el momento estén tranquilas.
—Turnémonos para vigilar puerta y ventana.
—Por favor…—dice Theressa, haciendo que las otras dos desvían la mirada hacia ella— por favor dejen que también vigile.
—Se que quieres ayudar Theressa pero nuestro intención es protegerte y eso haremos. —se niega Luminara.
—P-Pero…
—Ya, ya, es joven. Lo mejor es dejarle. —acepta Zanya.
—Zanya, no seas tan indulgente. —la regaña Luminara.
—No es eso. Ya hay familiares patrullando, si ocurre algo me avisarán a toda velocidad. —exclama la vampiresa.
—Entonces ¿puedo?
—Pero en cuanto veas algo que mis familiares no, vienes a nosotras y nos dices. ¿Está claro?
—Gracias, prometo ser útil. Enserio. —dice agradecida la joven bruja.
La noche avanza y es el turno de Theressa, quien se sienta sobre la ventana abierta aun cuando es invierno, mientras que Zanya se recuesta con ambos ojos abiertos mirando a las telas de araña y Luminara espera a que termine su turno para poder descansar y le toque a la vampiresa.
Entre la oscuridad del bosque que está a casi cincuenta metros de distancia, Theressa ve múltiples ojos rojos acechando entre la espesura de los arbustos y árboles.
De los arbustos sale una especie de criatura con cuernos, cuerpo delgado y cabeza cubierta por un cráneo de un siervo. Lo que llega a ver además de eso es que puede caminar con dos patas por lo que le llama poderosamente la atención y se queda en silencio observando.
De repente, la criatura levanta su mano y con el dedo índice señala a la joven mientras asienta con la cabeza. Theressa está estufectada y no sabe cómo reaccionar.
Entre tanto, Oliver y Edwards se sienten extraños al no haberse encontrado con algún enemigo desde que llegaron a esa taberna. El licántropo se siente irritado con la situación a lo que el dullaham, con una jarra de bebida alcohólica en su mano le explica:
—La mejor manera de poder disfrutar de una noche como esta es en compañía de compañeros y una jarra llena de alcohol. Aun así, mírate, estás demasiado tenso. Si estás así no serás útil en el combate para protegerla. Ten paciencia y no te persigas. Sabes a que me refiero.
—Aunque digas eso siento como si nos estuvieran observando. ¿Acaso no sientes lo mismo?
—Exactamente desde que escapamos de la ciudad que nos vigilan, pero no son los obispos, tampoco los arzobispos.
—¿Los inquisidores no están atrás de nosotros?
—Por el momento no.
—¿Crees que sea él?
—Seguramente. Quizás quiera poner a prueba a la chica.
—¿De qué forma?
—Primero, él deberá ver si ella es digna. Porque, aunque no lo parezca, ella es el nexo entre los humanos y los criptidos. Por eso es necesario que ella defina su lealtad.
—Está asustada, ponerla en esa situación es terrible.
—Es por eso que él actúa ahora y no antes.
—¿Cuándo vea que ella es digna que pasará?
—Oliver ¿conoces la búsqueda rúnica?
—¿Búsqueda rúnica? Creo que escuché hablar de eso. Se trata de la búsqueda de una llave que según se dice, sirve para abrir la puerta para el reino de Gaia. ¿Es real?
—Tanto como tu o yo.
—Vaya, es increíble.
—Si, pero el primer paso es importante. Si lo logra, significa que las cosas se pondrán más difíciles porque no solo la iglesia querrá eliminarla, también seres del abismo. Por eso hay que protegerla a toda costa.
Theressa no desprenda la vista de la criatura y como si fuera un acto inocente, levanta su mano y saluda a esa criatura, quien responde con el mismo gesto y luego abandona el lugar para adentrarse hacia dentro del bosque.
Detrás de ella se encuentran Zanya y Luminara, listas para retomar el viaje casi como si supieran de quien se trata esa bestia tan misteriosa pero amigable:
—Veo que fuiste reconocida por él. —dice Zanya.
—Eso me da orgullo Theressa. Tenemos que avanzar hacia Salisbury. —exclama Luminara.
—¿Salisbury? ¿Qué hay allí? —pregunta Theressa.
—Allí te esperará la siguiente prueba. —responde Zanya.
Mientras preparan sus cosas, Zanya y Luminara le explican con lujo de detalles de que se trata la búsqueda rúnica.
Tal y como es, la búsqueda rúnica es un conjunto de pruebas otorgadas a un humano con la particularidad de que sea el nexo entre ambos mundos. Generalmente son brujas o hechiceros con la conexión necesaria en la naturaleza. La primera prueba consiste en que la persona sea reconocida por una entidad única y guardiana del bosque, quien en un acto altruista y amistosa se aparece y reconoce a ese humano. Luego de eso, deberá viajar hasta Salisbury, territorio donde se encuentra un templo tan antiguo como la humanidad moderna misma y la cual fue el sello para las buenas relaciones entre ambos mundos, Stonehenge.
En ese sitio, deberá encontrar una marca rúnica que en un momento del día se aparece y para ello tendrá que permanecer expectante. Solo ella podrá ver esas marcas.
Entonces, cuando ella obtenga esa marca rúnica es cuando por fin pueda viajar a ese reino y conocer al ser más poderoso de entre todos los criptidos del mundo. Sin embargo, cada prueba tiene su dificultad y muy pocos han podido conseguir la proeza de lograrlo. Se dice que el ultimo logró ese objetivo fue Jeanne D’Arc, la que es para la iglesia católica la mayor hereje de la su era por lo que se la ha mantenido de la historia fuera de todo conocimiento. Incluso sus más allegados solo fueron degollados por recordarla.
Suena el golpeteo de la puerta y Luminara abre, Oliver y Edwards ya están listos para salir lo antes posible aprovechando la oscuridad de la fría noche. Luminara y Zanya abrigan todo lo que pueden a Theressa con una piel de lobo con capucha incluida mientras los demás deciden priorizar la seguridad de ella.
Edwards es el primero en bajar del segundo piso y en el camino levanta la mano y los llama. Oliver le acaricia la cabeza a Theressa y pregunta sonriente:
—¿Nerviosa?
—Un poco.
—Descuida, nosotros te protegeremos.
—Si, gracias. —baja la cabeza, sonrojada.
***PARTE 2***
El frio deja de sentirse con la crudeza de días previos y los solemnes y cálidos rayos del sol permite relajar el rostro estresado de caminatas largas y vigilancia constante.
Tras varios días desde que partieron de Alcester, finalmente llegan al próximo pueblo muy cerca de su destino final llamado Swindon y cuyo camino permiten incluso acercarse a otras ciudades importantes como la mismísima Londres. Obviamente a paso de carruaje o caballo.
El grupo se detiene a las afueras del pueblo para descansar y poder comer en el borde del bosque y donde pueden observar la zona que está bastante animada a pesar de ser casi el mediodía. Zanya y Luminara caminan rumbo al pueblo para reunir suministros y llevarlo a los demás. Mientras, Oliver recoge madera seca y algunos frutos secos, además de cazar algún conejo o zorro para cocinar un estofado delicioso con papas y verduras.
Edwards se queda con Theressa y aunque tuvieron un breve intercambio de palabras, la incomodidad de ambos se siente en la atmosfera. Él es muy tosco y en cierta manera le cuesta comprenden los sentimientos humanos y ella se siente realmente intimidada por lo gran que es y el poder destructivo que posee.
Theressa intenta sacar algún tema, el que sea para que se derrita el hielo que se había formado entre ellos desde Birmingham:
—Y…hummm… ¿Dónde vives?
—No tengo un lugar preciso, pero me gusta dormir en los bosques. Es de lo más relajante.
—Oh, ya veo. ¿No tienes frio cuando duermes en invierno?
—¿En el bosque? No, aunque es molesto cuando vienen los osos o lobos y me confunden con humano, jajaja. Pobrecillos cuando descubren que no soy carne fácil, jajajaj.
—Jajaja, es cierto. Dudo mucho que alguien se quiera meter contigo.
—¿Verdad? ¿Te cuento una anécdota que me ocurrió?
—Si, claro.
—En una ocasión, unos campesinos me encontraron en su granero tocando a las gallinas. Lo primero que grita el hombre es un “oye, tu, deja de violar a mis niñas”. De alguna manera me sentí confundido y avergonzado, hasta que en mi bolsillo trasero encontré una botella de whisky casi vacía, entonces vuelvo a mirar al hombre y le respondo “disculpa por tener curiosidad por las plumas y créeme que se oye peor si las dices tus niñas maldito loco”. Después de eso amanecí a varios kilómetros lejos, jajajaja. —ríe a carcajadas.
—¡Jajajajaja! —ríe Theressa, acompañándolo en el momento.
A lo lejos, Zanya y Luminara ven como la relación de ellos cambió a comparación con días anteriores y ahora la cercana de la joven con el grupo confirma que tiene un algo especial que los vuelve mejores en todo sentido. Sin embargo, el verdadero viaje no ha comenzado aún.
Oliver, que se encuentra detrás de ellas, frunce el ceño y levanta levemente la punta de su labio mostrando una expresión de desagrado. Zanya y Luminara se voltean y ven al licántropo pálido:
—¿Estás bien? Parece como si hubieras visto un fantasma. —dice Zanya.
—Algo así. —responde Oliver.
—¿Cómo que algo así? —pregunta Luminara.
—Digamos que este bosque tiene una intensa actividad de espíritus.
—¿Hadas? —pregunta Zanya.
—¿Guardianes? —pregunta Luminara.
—¿Dríades? —pregunta Zanya.
—¿Familiares mágicos? —pregunta Luminara.
—Creo que un poco de todo eso. —responde Oliver.
El dullaham y la bruja llegan a donde están ellos tres. Al parecer también sintieron que el bosque rebosa de vida de Gaia y curiosamente por la noche:
—Tal parece que Theressa atrae la atención de los criptidos en la zona. —exclama Edwards.
—Suena lógico. ¿Serán inofensivos? —pregunta Zanya.
—Habrá que ver. —responde Edwards.
—Esa criatura ¿estará por aquí? —pregunta Theressa, recordando a la bestia guardiana de los bosques que la saludó días antes.
—A saber. —dice Oliver.
—Él puede viajar a cualquier sitio donde Gaia estuviera presente. Bosque, desierto, tundra, junglas, montañas, mientras exista la naturaleza su influencia nunca mermará. —responde Edwards, conociendo muy bien la naturaleza del guardia del bosque. Por lo pronto hay que descansar hasta el amanecer.
Tal y como dijo el dullaham, descansan sin problemas gracias a la protección y amigable presencia de diferentes criaturas que buscan cuidar de Theressa y los demás criptidos. La zona en la que duermen, a excepción de Edwards, es rodeado por raíces de árboles susurradores para protegerlos. Edwards asienta con su cabeza mientras observa la situación y sonríe.
Por la mañana, recogen sus cosas y desarman el pequeño campamento que habían construido para retomar el camino rumbo a Salisbury.
Después de recorrer varios kilómetros por un camino oficial donde muchos carros transitan, ven a lo lejos una serie de rocas colocadas por lo alto y bajo un formato de circulo.
Existen leyendas que giran en torno a ese lugar, muchos afirman que es un templo que permite acceder a un plano distinto cosa que no es para nada errado y otros que es una especie de arma que requiere de un artefacto para hacerla funcionar. Si se lo piensa también es cierto ya que la entrada a ese reino también es hogar de razas de criptidos cuyo nivel puede ser similar al de los arzobispos, pero a diferencia de eso que se cree, ese templo de piedras solo guía hasta la verdadera puerta:
—Con que esto es Stonehenge. —dice Theressa en voz baja.
—¿No lo conocías? —pregunta Luminara.
—No, para nada. Es realmente fascinante.
—¿Verdad? La primera vez que vino quedé asombrada. —dice Luminara.
—Luminara ¿Por qué no ayudas a Theressa a buscar la runa? Hay que reconocerla y usar los datos que tenemos para poder abrir la puerta. —le pide Zanya.
—Está bien. Ven Theressa, te ayudará.
—Si, muchas gracias.
Luminara ayuda a Theressa a recorrer cada una de las rocas.
Mientras Theressa y Luminara buscan piedra por piedra el símbolo tallado, Oliver, Zanya y Edwards vigilan el sitio. Un fuerte aroma hace temblar de asco a Oliver:
—¿Estás bien? ¿Qué oliste? —pregunta Zanya.
—Espero no sea lo que pienso que es. —dice en voz baja.
—¿Qué podría ser? —pregunta Edwards.
Del suelo se abre una pequeña plataforma de la cual sale una persona, un joven con rostro agresivo, dientes en punta y ojeras. Vestido con chaqueta y capucha, pantalón color verdad y lleva sus pies descalzos. A su alrededor la vegetación se pudre y un vapor verdoso y nauseabundo se desprende de su cuerpo. El joven mira fijamente a Oliver y enseguida exclama para que todos lo oigan:
—¡Bien, bien, bien, con que el chico prodigio de los gitanos ya está aquí!
—¿Lo conoces? —pregunta Zanya.
—Él es Old Stinker. Un hombre lobo de segunda clase. —responde Oliver con gran desagrado.
—¿Por qué no añades una cosa más? —responde Old Stinker.
—¿Otra cosa más? —pregunta Theressa acercándose con Luminara.
—Cierra la boca. —dice Oliver con mirada feroz.
—Tu querido primo.
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