¿¡Celos sabor a chocolate!? (crossover) - 1.0
Parte 1.
En una fresca y común mañana; Lyna, la sirvienta de la Mansión Ernst, le estaba preparando el desayuno al chico que tanto quería.
La maid tomó un vaso de leche caliente y lo colocó, junto con unos cubiertos y panes, en una mesa. Al dejar el desayuno listo, ella se puso a un costado de la silla donde se sentaría “esa persona”.
Lyna se encontraba en un comedor que estaba a puerta de la cocina.
Entonces, al sentir que alguien estaba por abrir la puerta, ella observó allí y notó entrar al chico en cuestión, quien desprendía una sonrisa contagiosa.
“Quisiera recompensarte por toda la amabilidad que me ofreces, Alessio”, pensó Lyna, mientras saludaba al chico que apreciaba y le devolvía una suave sonrisa.
Alessio iba a ese comedor todas las mañanas, pues se maravilló por el exquisito trabajo de la sirvienta y era ella quien siempre lo recibía con un platillo digno de reyes.
—¡Que rico! —Pasado un buen rato, exclamó Alessio al terminarse el desayuno.
—M-me alegra que te haya gustado, lo hice con mucho cariño —respondió ella con un poco de nerviosismo, a la vez, tomaba los platos sucios de la mesa.
—Y se nota, muchas gracias, Lyna… Oye, déjame ayudarte a llevar los trastes.
—E-espera… no te preocupes por eso, yo puedo llevarlos por mi cuenta. No debes hacer esperar al señor Emilio, recuerda.
Cada día, el joven Alessio debía entrenar con un sujeto muy fuerte, Emilio se llamaba; era fácil asumir que hacer esperar mucho tiempo a un tipo tan poderoso no era buena idea, no obstante:
—Lo sé, pero me parece injusto que mi querida amiga lo haga todo… ¡No te preocupes, yo me encargo! —El joven le mostró el dedo pulgar, efectuó una sonrisa traviesa y le giñó el ojo.
Estos gestos tan amables causaban que Lyna apreciara todo momento que pasaba con él; por esto y más cosas, ella se aferró demasiado a ese chico.
—Está bien, pero déjame llevar algunas cosas, es mejor trabajar juntos a que uno solo lo haga.
—Cierto, no por algo eres mi favorita. —Él se acercó y frotó suavemente el cabello de la sirvienta, el cual era tan delicado como lana.
Alessio tomó la delantera con los platos sucios en manos, Lyna le siguió el paso.
De pronto, por una extraña razón, ella comenzó a sentir un extraño cansancio y una pérdida de conciencia se estaba originando en su interior, entonces empezó a tambalearse un poco.
Al notarlo, Alessio se dirigió a Lyna y le preguntó:
—¿Sucede algo, Lyna?
—¿Eh…? No, nada… sólo pensaba en algo… —fingió ella.
—Si necesitas reposar, mejor siéntate y espérame.
Negando con la cabeza y ocultando perfectamente su abrupto malestar, Lyna le respondió con una falsa alegría:
—Aprecio eso, pero como sirvienta es mi deber hacer mi trabajo, p-por favor, no te preocupes.
El chico suspiró derrotado y mostró una expresión que podía entenderse como “qué caso tiene”.
Pasado varios minutos y tras terminar de lavar los platos juntos, esa misma sensación la acuchilló otra vez, como punzadas que subyugaban el interior de su cabeza; no obstante, ella nuevamente pudo ocultar su dolor, pues no quería preocupar al chico.
—¡Listo! creo que va siendo hora que me vaya. Muchas gracias por el desayuno, Lyna… Como siempre, ¡estuvo delicioso!
—Me alegra que te haya gustado, todo sea para su comodidad —Ella realizó una elegante reverencia, digna de las maids de más alto nivel.
Antes de irse, Alessio volvió a frotar suavemente el cabello de Lyna, ella solo expulsó una risilla tímida y se enrojeció.
Tras despedirse, Alessio salió del comedor. Ahora, estando sola, ella se centró en la horrible sensación que había estado aguantando. Por fin sus gestos corporales evidenciaban que estaba sufriendo.
—Auch, Auch, Auch… duele… —decía ella, mientras sobaba su frente para calmar el dolor, luego retrocedió y se sentó en las sillas del comedor—. ¿Qué está pasando? ¿qué es esta sensación…?
No parecía ser un simple dolor de cabeza, era algo más oscuro que eso. De un momento a otro; su respiración aumentó al punto de parecer agotada, como si hubiera corrido un maratón.
“Quizás tomando algo de agua se me pase”, pensó ingenuamente, así que se levantó de la silla y procuró ir a la cocina en búsqueda del agua.
Mientras caminaba, su visión cada vez se volvía más borrosa, como si le hubieran puesto un filtro de desenfoque. También le costaba andar aunque quisiera seguir y se fatigaba exponencialmente.
Llegó un momento que sintió su cuerpo tan pesado, que cayó de lado y sus hombros impactaron con la pared.
“¿Por qué me siento así…? ¿qué es lo que está pasando…? ¿me estoy… muriendo…?”, pensaba con desespero.
Su miedo a lo desconocido causó que su presión mental aumentara.
Ella intentó alzar su mano derecha, tratando de que alguien la tomara y le ayudara, pero incluso le costaba hacer algo como eso.
—A-Alessio… A-Alessio… ayúdame… ayúdame…—agonizaba con llamados apenas audibles.
Apenas dijo eso, sobrenaturalmente, todo quedó en oscuridad y su conciencia se “apagó”.
Ocurrió algo extraño, sintió como su ser —el alma tal vez— fue despegado de su cuerpo, aun así, ella podía pensar. Por ello sus pensamientos revoloteaban como eco en el oscuro mundo en el que ahora estaba, era como si estuviera flotando en la nada…
En vez de preocuparse por lo que estaba sintiendo, más le inquietaba pensar en que quizás no volvería a estar con Alessio.
De repente, todo se volvió muy calmado y el dolor desapareció. Ella podía sentir una tranquilidad casi similar a cuando estaba junto con él.
“¿Morí…?, ¿realmente morí…?”, revoloteaban como eco sus pensamientos.
¿Quién podría juzgarla? En esa situación cualquiera hubiera pensado que murió.
Todo esto solo podía tener una explicación: la mente de Lyna se convirtió en un cuerpo Astral y estaba viajando entre dimensiones.
“No…, no puede ser verdad… no… Alessio… Alessio…”.
La emoción, la situación, todo era tan fuerte, que dicho cuerpo fantasmal con la forma de Lyna empezó a llorar… Una de esas lagrimas se deslizó con delicadeza por su azulada mejilla fantasma y finalmente cayó a lo que parecía ser un incalculable vacío, sin embargo, la gota hizo un sonido como si se hubiera fusionado con las aguas tranquilas de un manglar. Luego, como si fuera magia, allí se estaba creando una pequeña luz blanca que iluminaba el oscuro vacío.
Y entonces, una voz macabra resonó en su mente, era una voz sombría y terrorífica; sin embargo, no se pudo entender su dialecto.
De repente, la luz lejana se volvió tan intensa que se tragó la oscuridad.
“¿Q-ué ocurre?”, pensaba el cuerpo astral que trataba de protegerse de la fuerte luz, igual, se cegó por el brillo.
Tan rápido como esa luz devoró el mundo, asimismo desapareció.
***
Volviendo a sentir la calidez del mundo, percibiendo el sonido nuevamente, oliendo un césped y la tierra húmeda, Lyna se dio cuenta de que ahora se encontraba acostada sobre la hierba, esta vez, con un cuerpo de carne y hueso.
Estaba temerosa por todo lo que había ocurrido, cerró los ojos con mucha fuerza, como si no quiera abrirlos nunca más, era por el miedo de observar lo que le pasó.
—Así que mi sirviente literalmente es una sirvienta… —De repente se escuchó una nueva voz femenina con un tono amargado—… Y es más bonita que yo… habilidad de porquería.
Parte 2.
Hace minutos atrás, en otro universo.
En el mundo de Astergard existe una misteriosa e imponente Roca que concede extraordinarios poderes a una raza especial: los Elegidos. Ahora bien, una suave y delicada mano femenina entraba en contacto con la áspera y arrugada textura de la majestuosa Roca Sagrada, era la hermosa chica de pelo rosado; Amaltea Vertengeir. Ella estaba siguiendo los procedimientos necesarios para recibir su segunda Habilidad Sagrada —poderes sobrenaturales—. En compañía de un sacerdote; la elegida pasó por un largo puente que estaba sobre la superficie de una laguna y llegó a un cayo donde permanecía el gigantesco monumento.
Para recibir su segunda habilidad, ella simplemente debía tocar la Roca con la palma de su mano derecha, justo como lo estaba haciendo en ese momento. Repentinamente, en sus ojos color esmeralda se reflejaron unas extrañas letras que se juntaban para formar una oración que solo ella podía entender.
“ ‘Corazón Roto’, eso es lo que dice. Supongo que se tratará de otro poder relacionado con el control de las emociones… que aburrido, no me has dado nada especial, Roca de porquería”, pensó Amaltea, mientras observaba las brillantes letras azules que se grababan en la Roca justo donde estaba posando su mano. Luego sintió un cambio en su cuerpo, una extraña sensación que le daba a entender que todo ocurrió como debería; era la sensación de recibir más poder…
—Ouj, ouj, que chica tan bienaventurada, has recibido exitosamente tu segunda Habilidad Sagrada. Wiii ¡Aplausos! —Le dijo el curioso sacerdote que estaba a su lado con un tono de voz animoso—. ¡¿De qué es tu nueva habilidad, jovencita?!
—¿Eh? ¿Qué te incumbe, viejo curioso? —respondió Amaltea con una mirada soberbia y arrugando su cara, arruinando así la belleza de su bien proporcionado rostro.
—Ouj, ouj. ¡Qué rabanera! ¡soy un Sacerdote Sagrado y debes respetarme ¿oíste?! —Con toda razón, este sacerdote levantó el tono de su voz e hizo ademanes de enojo—. Si vuelves a chacharearme así, haré que te metas en problemas, jovencita. ¡Respeta!
—Ja, ja, ja. ¡Ja! Vaya que eres gracioso. O sea, ¿es sensato pensar que un “águila” como yo respetaría a un “gusano” como tú? No, espera… —Amaltea hizo una pausa y reflexionó un momento, como si se arrepintiese de lo que dijo—. Acabo de insultar a los gusanos al compararlos contigo, ¡que torpe de un noble de mi calibre!
—¡¿Noble?! pero ¡qué has…!
El sacerdote estaba intentando exclamar algo; sin embargo, su envejecida garganta vaciló, haciéndole voltear la miraba mientras tosía descontroladamente durante un buen rato.
—Que lamentable… —Amaltea lo observó con la cabeza bien alta, a sus pies estaba aquel gusan… perdón, un Sacerdote Sagrado retorciéndose de dolor por algún motivo. Ignorando al gusa… sacerdote, sí, sí eso; Amaltea se fijó en que aún tenía su mano derecha puesta en la Roca, y menuda sorpresa se llevó al notar que se formaban nuevas letras justo donde estaba su mano. —¿Eh?, qué raro, se supone que recibimos una nueva habilidad una vez por década, entonces ¿por qué…?
Sin esperárselo, sintió una poderosa sensación viajar por todo su cuerpo, como si fuese un rayo. Su ADN se modificaba, su cuerpo aceptaba la nueva habilidad que recibía. A diferencia de la vez anterior, ésta realmente la “sintió”, es decir, le dolió. Era comparable al dolor causado por quedarse pegado a una corriente de 20 Volteos.
—¡Auch! —exclamó, mientras separaba su mano de la Roca—. ¡¿Pero que acaba de pasar…?! —Detuvo lo que decía al notar la nueva oración que se había dibujado en la Roca.
“ ‘Invocar ser de otro mundo’, ¿po-por qué dice eso?”. Pensó, estaba sorprendida. Claramente acababa de ocurrir un fenómeno, se suponía que la Roca jamás concedía más de dos habilidades a la vez. Aun así, su expresión de sorpresa solo duró unos segundos, Amaltea ladeó su cabeza y arqueó sus parpados mostrando una mirada maquinadora.
—Que interesante… —dijo, la malvada sonrisa en su rostro era la prueba de su satisfacción.
Por suerte, el sacerdote —quien aún tosía con dolor en el suelo— no se dio cuenta de esto. Naturalmente, Amaltea debería informarle a dicho sacerdote lo que le acababa de pasar.
—De eso ni hablar. ¿Eres idiota o qué, narrador?
En efecto… espera ¿qué?
—¡Amaltea! —De pronto, la voz de la profesora Sabik Vertengeir se oyó, ella era la tía de Amaltea. Sabik se acercó por el puente y rodeó la Roca hasta llegar a donde estaba su sobrina.
—¡¿Tía?! —La expresión soberbia de Amaltea desapareció de su rostro al observar a su familiar, su actitud y postura cambió considerablemente a una más respetuosa.
—Mi niña… —Hizo una pausa, miró al sacerdote y lo señaló—. Oye, ¿por qué está el sacerdote tosiendo en el suelo? parece un gusano retorciéndose, ¿sabes? —Eso parecía verdaderamente.
—Oh, eso… pues, tía. Lo siento, creo que dije algo indebido y le dio un infarto. —Se llevó el dedo a la boca y mostró una expresión indiferente. Al parecer, al dirigirse a otra persona que no fuese su tía su actitud cambiaba. Amaltea ocultó las letras que estaban en la Roca con su cuerpo.
Un segundo… ¡¿un infarto?!
***
Estando en la ciudad de Astrea, tras volver de la Isla Sagrada junto con sus compañeros de clase y de recibir poderes nuevos; Amaltea hacía lo mismo de siempre: observar a escondidas a su infiel prometido “Rigel De Astrea”. Su expresión era similar a la de una “yandere” al ver a su “amado” paseando con Selene, su rival en el amor.
—Maldita campesina —dijo.
La relación de Amaltea con Rigel era complicada, sobre todo porque se trataba de un matrimonio político. A él no le gustaba estar con Amaltea y esto se debía a que Rigel mantenía un noviazgo secreto con Selene. Los sentimientos de Amaltea en base a esto eran complicados. La personalidad de Amaltea siempre se vio influenciada por esos sentimientos y le era inevitable expresar lo que pensaba, el problema radicaba en que dichos pensamientos eran tan tóxicos y destructivos como el uranio. Pero, por más contradictorio que suene, aunque usualmente trataba mal a Rigel; ella siempre andaba tras de él ¿por qué? Era como si lo amara y a la vez no…
Algo sí era seguro: Amaltea quería que Rigel sucumbiera ante ella, ¡que se postrara ante su voluntad! ¡que se convirtiese en su esclavo! En…
—En mi perrito faldero, sí, eso mismo, narrador idiota.
Eso, espera ¡¿qué?!
Sea como sea, en medio de la ciudad, Amaltea observaba a Rigel con Selene, ambos se veían muy felices mientras conversaban.
Ella continuó siguiendo a Rigel y notó que este entró a una plaza, compró un par de frutas extrañas y se las dio a Selene de una manera tierna. Ver ese gesto fue el colmo para la elegida, ella estalló de la rabieta y celos tomaron el control.
Por un momento pensó en usar su nueva habilidad —Corazón Roto— para hacer trizas las emociones de Selene. Pero rápidamente desechó esta idea y con un dolor en el pecho, Amaltea huyó. Originalmente quería interrumpirlos y “robarse” a Rigel, pero en esta ocasión no pudo aguantarlo.
“Él debería estar conmigo… entonces… ¿por qué…? ¿por qué anda con esa campesina?”, pensaba mientras huía.
“¿Por qué siempre me evitas? Maldito, ojalá te mueras en las fauces de un gusano torbellino y tus tripas decoren el suelo… ¡No, mejor no mueras!”. ¿Qué demonios? ¿qué clase de sentimientos eran aquellos?
Por algún motivo, Amaltea se encontraba más sensible de lo normal en ese día.
Finalmente, llegó a una colina que estaba fuera de la ciudad, se detuvo bajo un árbol y cayó en sus sentimientos negativos, como sí hubiese ejecutado su segunda habilidad sobre sí misma. Como siempre, Amaltea se encontraba sola… sola… muy sola… ella era una chica incomprendida y caprichosa; esto sin duda era a consecuencia de su arrogante personalidad.
Con odio en su corazón hacia Selene, la enojada Amaltea tomó un puñado de tierra y la arrojó hacia un árbol, era una acción que normalmente la haría una niña malcriada.
—Algún día te picaré en trocitos como ese porrón de tierra. —dijo, mantenía el ceño fruncido—. No, no… nada de eso, mejor te derroto ganándome el corazón de ese baboso. —Tras decir esto, la expresión iracunda de Amaltea se iluminó—. Oh, sí, ¡eso es! ¡solo debo usar mis encantos como mujer para derrotarle y convertir a Rigel en mi perro faldero! ¡¿Cómo no se me ocurrió antes?! Y para eso… —recordó el nombre de la última habilidad que recibió—. “Invocar ser de otro mundo”, claro… quizás se trate de la invocación de algún sirviente… eso, eso. Quizás fue él destino quien me concedió esta habilidad y así… ¡Puedo usar a un insignificante peón para cumplir mis objetivos!
Y sin pensárselo dos veces Amaltea usó su habilidad. Teniendo un retorcido plan en mente, la expresión de villana en su rostro era la prueba de su malicia:
—¡Invocar ser de otro mundo (HS)! —Usó su habilidad, alargando ambos brazos y apuntado al suelo.
Al ejecutarla sintió una fuerte punzada en la cabeza y se tambaleó un poco, sin embargo, consiguió mantenerse en pie. Su determinación le permitía soportar los efectos de dicha poderosa habilidad que ejecutaba.
Frente a ella, una especie de remolino espectral color violeta se formó en el suelo, era una especie de portal. Un montón de rayos salieron del mismo creando un electrizante espectáculo y una fuerte ráfaga de viento agitó su sedoso cabello.
—¡¿Qué podría ser?! ¡¿Qué podría ser?! —exclamó animosa, mientras observaba fijamente el portal que se había creado.
La Elegida esperaba que de allí saliese una criatura imponente o un guerrero supremo o una bestia mítica o una deidad; debía tratarse de un ente épico, algo espectacular y amenazador.
El portal desapareció y justo donde antes estaba, contrario a lo que esperaba, ahora había una figura femenina en el césped, su vestimenta dejaba claro que era una maid. Esta tenía un precioso cuerpo como él de una muñeca de porcelana y una notable hermosura, su aspecto era todo lo contrario a algo que alertase “peligro”.
—Así que mi sirviente literalmente es una sirvienta —dijo Amaltea con voz amarga y observándola con una mueca decepcionantemente graciosa—. Y es más bonita que yo. —Se llenó aún más de celos—. Habilidad de porquería…
***
Una suave brisilla impactó contra su bello rostro, el oscilante movimiento de la grama a su alrededor cosquilleaba su cuerpo. Belleza y hermosura no eran palabras suficientes para describir a esta tímida sirvienta que estaba temerosa de abrir sus ojos y el radiante…
—¡Oye, tú!
¿Acaso acaba de interrum…?
—¡Que te estoy llamando! Cielos, ¿por qué no responde?
La sirvienta sintió una incómoda sensación en el hombro, esto hizo que abriera sus ojos abruptamente y lo primero que observó fue a una chica pelo rosa ¿o peligrosa?, que le pisaba el hombro con su pie derecho. Estando atemorizada, Lyna volvió a cerrar sus parpados con fuerzas.
—Alessio… —susurró Lyna.
—No será qué… —dijo Amaltea, seguido, hizo un extraño ademán de hipnosis—. Yooo te ordeeeno: ¡Levantateee! —Su voz sonaba como si le diese una orden a un robot.
—Es-esto… n-no sé de qué hablas, pero… por favor. —Encogió un poco su cuerpo—. ¿Po-podrías quitarme tu pie de encima? —dijo con dificultad y con un tono de voz bajo—. Du-duele…
Amaltea se quedó observándola con cara de sorpresa. ¿Acaso le acaba de ordenar algo su “sirviente”?
—¡¿Ja?! Ya veo… así que esta habilidad no funciona así, parece que sí tienes voluntad.
¿Exactamente que tenía en mente esta Elegida? Sea como sea, ella terminó retirando su pierna.
—Gra-gracias… —Lyna se levantó poco a poco hasta quedar sentada sobre la grama—. ¿Q-Qué es este lugar?
—Parece que de verdad vienes de otro mundo. Bueno, me llamo Amaltea Vertengeir, soy de la gloriosa raza de los Elegidos y soy yo quien te invocó a este mundo, ¿sabes lo que eso significa, insecto? —Como siempre, esta Elegida mantenía una mirada autoritaria y tenía la barbilla bien alta. Finalmente mostró una expresión malvada, digna de una villana de película—. Ahora harás todo lo que te digo. ¡Serás mi sirvienta por toda la eternidad!
—¿O-tro mundo? —Abrió completamente el ojo que no estaba tapado por su largo mechón de pelo y sus pupilas color celeste percibieron en el cielo que, pese a que era de día, habían tres lunas decorando el firmamento; cosa que no existía en su mundo—. A-Así que sí es verdad… nooo por favor… —Se llenó de valor—. ¡D-Devuélveme a mi mundo!
—De eso ni hablar. —Amaltea curveó las comisuras de su boca haciendo una sonrisa cruel—. Déjate de sollozos, sé que debajo de ese lindo cuerpo se oculta un gran poder; ¡muéstramelo!
“Me pregunto qué clase de poder tiene ella, al ser de otro mundo debe de tener algo especial ¡¿qué podría ser? ¿Quizás su habilidad conste en hacer picadillos rivales en el amor? Eso sería estupendo”, pensó Amaltea, a la vez, se sonrojaba y se imaginaba una cuestionable escena.
Una suave expresión honesta se manifestó en el rostro de Lyna, y con las manos temblorosas respondió:
—Y-yo… no tengo poder alguno. —Se encogió de hombros—. Por lo que, por favor… Alessio me espera en mi mundo, debo volver…
—¡Absurdo! —Amaltea suspiró decepcionada—. Ahora que te veo bien, no aparentas ser nada fuerte; pareces más como de esas chicas tontas y débiles que necesitan de alguien más para poder ser feliz y tener un propósito, eres patética —insultó cruelmente y con gestos altaneros.
—Q-quizás… Aunque no sé por qué siento que esas palabras también te aplican a ti, invocadora. Creo que, tras esa dura expresión en tu rostro, s-si se me permite decirlo… algo duele dentro de ti y lo ocultas tras ese firme carácter… —Lyna respondió esto sin una pizca de mala intención.
Amaltea contuvo el aliento y su rostro se ensombreció, como si aquellas palabras le afectaron en su corazón y…
—¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja! Que estupidez…—Amaltea empezó a burlarse desenfrenadamente.
Después, tras dejar de reírse, se acercó mucho a Lyna.
—L-lo siento no de-debí…
—¡Tranquila, niña bonita! Está bien, ya que me has hecho reír, intentaré regresarte a tu insignificante mundo, hasta una cuchara estorbaría menos que tú
Tras oír eso, la expresión de Lyna se iluminó y mostró una cálida sonrisa, era como si aquellas crueles palabras no tuviesen efecto en ella, ¿o quizás le habían dicho cosas peores?
—¡Gracias! aunque por favor, trata que no sea tan doloroso, señorita A-Amaltea…
Amaltea cruzó sus brazos y volteó la mirada.
—Me molesta que seas tan formal y que hables de esa manera, supongo que es normal en insignificantes criadas como tú.
—Esto…
—Como sea, intentaré reemplazarte volviendo a usar mi habilidad y con suerte volverás a tu mundo. Espero que el siguiente no sea tan inútil como tú.
“En realidad, no tengo muy claro cómo funciona esta basura de habilidad, a ver qué pasa”, pensó Amaltea.
—Yo… perdón por las molestias causadas, señorita Amaltea. —Lyna bajó la cabeza.
—¡Invocar ser de otro mundo (HS)! —exclamó Amaltea en son de poder.
Esta vez salió un glorioso portal en el aire: una luz perfectamente mezclada entre dorado y blanco relució en todo el lugar y una poderosa corriente de aire giró alrededor del mismo, era como si un ser majestuoso estuviese saliendo de allí. Luego, una indistinguible silueta humana, como si estuviese bañada en oro, empezó a surgir del portal extendiendo un par de gloriosas alas y un coro celestial resonó en el lugar terminando así de complementar la magnificencia de la escena.
—¡Es bellísimo! —dijo Amaltea, mientras retrocedía y observaba atónita el espectáculo frente a sus ojos—. ¡¿Será el ser que tanto esperaba…!?
—Ojalá Alessio estuviera aquí para que viera esto. —La expresión de Lyna era similar a la de su invocadora ante el espectacular portal.
Al cabo de unos segundos, la luz fue tan fuerte que causó que ambas chicas volteasen la mirada, pues se cegaron. Después, el ser “supremo” surgi…
—¡Ahhhhhhghghghghghghghghhghghghghghhg! —Un grito chillón se escuchó, era una chica ángel de cabello rubio que descendía como un proyectil y pronto colisionaría con Amaltea—. ¡Pepeeeeeee, agárrate biennn, ahhhhhhhgg! —Una caricaturista y divertida expresión de “oh, tenemos un problema” se mostraba en su rostro.
¡Ella era el supuesto ser supremo que salía del portal!
—¡Cuidado! —dijo Lyna, extendiendo su mano a la dirección de su invocadora, ella observaba que pronto la chica alada impactaría contra la distraída Amaltea.
—¡Cállate, criada estup…! ¡¿eh?! —Cuando odiosamente Amaltea decía esto y dirigía nuevamente su mirada a la dirección del portal, como si el tiempo avanzase en cámara lenta, aquel “¿¡eh?!” sorpresivo fue porque frente a sus narices un individuo estaba a punto de colisionar contra ella, a solo un segundo de impactar, esta nueva chica regaló una sonrisa entendible como “oh, lo siento” y expulsó un descuidado “Ji, ji, ji”.
Un fuerte impacto, la tierra vibró y un montón de polvo salió dispersándose…
—¡Auchi, auchi! —decía la chica alada, quien cayó sobre Amaltea. Ella se sobaba la frente torpemente—. ¡Pepe! ¿estás bien?
Un extraño roedor alado se bajó de su hombro saltando al suelo y este se tambaleaba como si estuviese mareado ¿o borracho? Sus pupilas giraban a los lados de una manera graciosa, podría imaginarse como si tuviera un montón de estrellitas virando sobre su cabeza a consecuencia del golpe que se dio.
“Cuy, cuy”. Chilló la criatura…
—¡Pepeeee! ¡Pepe, noooo mueraaaas, Pepeeeeee! ¡¿Estás bien?! —exclamó la chica rubia.
“Toy bien”. El cuy sacó un cartel de quien sabe dónde que decía esto… Espera, ¡¿qué?!
—Es-esto… chica… —En medio del polvo, Lyna apareció y se dirigió respetuosamente a la chica ángel—. Está pisando a la señorita Amaltea. —Señaló hacia abajo—. Por lo que, por favor, ¿podría apartarse?
—¿Uh? —Miró hacia abajo y observó que verdaderamente estaba pisando a alguien o, mejor dicho, estaba sentada sobre alguien. Así que, realizando rápidos movimientos dignos de una caricatura, pegó un brinco y…—. ¡Lo siento, lo siento… perdí el control mientras volaba y…! —Se le aguaron los ojos al notar que le causó daño a alguien.
Los ojos de Amaltea giraban como lo hacían los del Cuy hace momentos atrás. La Elegida estaba arrojada en el suelo como si la hubiesen noqueado…
—¡Ya va! Recuerda la clase de sanación de la Academia Celestial, según el profe, en momentos como estos se debe mantener la calma y atender al herido —analizó la chica ángel con una seriedad infantil, sí, así de raro—. ¡Cierto, primero debo reanimarla!
Seguido, unió ambas palmas de sus manos y empezó frotarlas de arriba hacia abajo velozmente, cargándose así de una poderosa electricidad estática.
—¿Qué está haciendo, señorita? —dijo Lyna confundida. También se apartaba del extraño individuo.
—¡Voy a salvarla!
—Emm…
—¡Fricción estática!
Posteriormente, la chica ángel puso ambas manos sobre el pecho de Amaltea, ella pensaba inocentemente que sus manos cumplirían la función de un desfibrilador.
—¡Revive! —exclamó.
Y de repente, Amaltea sintió un fuerte eletroshock que le hizo levantar el torso abruptamente. ¿En serio funcionó?
—¡Ahhhhhggg! —gritó Amaltea reaccionando al poderoso tratamiento.
—¡Viva! ¡Estás viva, que alivio! —celebró animosamente la chica ángel alzando ambas extremidades y dándole un poderoso abrazo a Amaltea, literalmente fue poderoso…
Los huesos de Amaltea crujieron y volvió a perder la conciencia…
—Oiga, creo que la lastima… —dijo Lyna con preocupación, mientras tocaba el hombro del ángel, en ese momento, Lyna detalló las alas y el halo de y se quedó sorprendida…
—¿Uh? —Se dio cuenta de lo que le pasó a Amaltea—. ¡Nooooooo! Lo hice otra vez. —Se llevó ambas manos al rostro, se apartó deprimida y pegó su frente contra un árbol—. Sí Paty estuviera acá, estaría muy decepcionada… ¡Pero es mi labor como ángel guardián no rendirme y ayudar a los demás!
“Cuy, cuy”. ¿Y esto qué?
—Yo… me encargo —dijo Lyna, quien se acercó a Amaltea y simplemente la llamó. Sorprendente, Amaltea reaccionó y, recuperando su conciencia, se levantó lentamente a la par que clavaba una mirada asesina sobre la chica ángel—. Señorita Amaltea, p-por favor, cálmese…
—¡Oyee, tú! —llamó Amaltea, de ella emanaba un aura terrorífica.
La chica ángel volteó su mirada y pronunció con una enorme sonrisa:
—¡Pero sí estás bien! ¡Fiesta! —No se percató de las crueles intenciones de Amaltea; de hecho, la expresión de la Elegida era digna para ser de la mismísima reina de los demonios.
“¡Peligro!”. El cuy mostró un cartel con esto escrito e intentaba detener a la Elegida.
—¡Estúpida semihumana paloma, por tú atrevimiento te mataré y arrojaré tu cuerpo a las fauces de un gusano torbellino y…! ¡Te rebanaré! ¡Te destriparé! ¡Te reventaré! ¡Te lincharé! yyyyy ¡Te picaré! ¡YYYYYY! —Continuó mencionando otras cien maneras de matar a alguien…
—¿Oh? ¿una paloma? ¿donde? —Sin entender, miró a los lados tratando de ver a dicho animal—. Espera, ¿¡te refieres a mí!? —Se señaló a sí misma. Pese al aura completamente asesina de Amaltea, esta chica seguía mostrándose calmada y con una ingenuidad adorable.
—… … … … —un silencio incomodo permaneció, luego, estallando en ira, Amaltea gritó—:¡¡¡Muereeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!
Amaltea se abalanzó violentamente hacia su objetivo realizando una patada voladora.
—Amaltea, por… favor, ¡No…! —dijo Lyna inútilmente—. ¿Qué haría Alessio si estuviera aquí? —susurró.
Por otro lado, la chica ángel ladeó su cabeza extrañada.
—¿Qué pasa?
La patada dio justo en el abdomen de la chica ángel, pero contrario a lo esperado, fue Amaltea quien sufrió daño. La Elegida sintió todo su cuerpo entumecerse como si hubiese pateado una roca gigantesca.
—¡CIELOS, QUE MACIZA! —dijo, mientras caía al suelo para luego sobarse la pierna.
La chica rubia se acercó a Amaltea y le extendió la mano amistosamente:
—Je, je, je… No sé qué acaba de pasar, pero me alegra que estés bien… Mi nombre es Celeste, ¿y el tuyo? ¡Seamos amigas! —Mientras se rascaba la cabeza, regaló una honesta sonrisa.
“Cuy, cuy”. El cuy se puso al lado de Celeste y le hizo un gesto que daba a entender que Amaltea era peligrosa.
—¿Pepe?
—¡Absurdo! —Amaltea chasqueó su lengua y rechazó la mano del ángel. Se levantó a duras penas y, cojeando un poco, se separó de ellas con mala cara.
—Me pregunto si se encontrará bien —susurró Celeste, se llevó el dedo índice al labio, levantó la mirada y al igual que Lyna se quedó asombrada al ver las tres lunas—. ¡Geniaaaaal! Un segundo, ¿este lugar es la tierra?
—S-señorita Celeste… —Una tierna voz llegó en forma de ondas a los oídos de Celeste, era Lyna que se le acercaba—. ¿Es usted un ángel?
—¡Holaaa! ¡y sí, soy un ángel guardián! —Hizo una pose graciosa.
Lyna abrió completamente sus parpados, en sus ojos se vio iluminada gran felicidad y su radiante y preciosa sonrisa reflejaba lo admiraba que estaba.
—Un ángel… como los que se mencionan en algunos cuentos que leía en la biblioteca, eres preciosa. —Por algún motivo, observar a un ángel le creó un sentimiento nostálgico.
—Awwww, gracias. —Se sonrojó—. ¿Cómo te llamas? ¡Seamos amigas!
—Oh… Me llamo Lyna, s-soy la fiel sirvienta de Alessio… —Se avergonzó mucho—. ¡P-perdón, soy la sirvienta de la mansión Ernst, quise decir!
“Cuy, cuy”.
—Él también es adorable. —Señaló al cuy.
—¡Grachias otra vez! Ji, ji, ji.
—¿D-de nada…? por cierto, señorita, ¿ustedes también vienen de otro mundo?
—Otro mundo… Ahora que lo pienso, hay algo raro… recuerdo que me enseñaran en la Academia Celestial que en el planeta tierra había una luna, no tres ¿Entonces por qué acá hay tres y no una? ¿Se habrá equivocado el profe? —Nuevamente volvió a mirar al cielo y sus ojos se iluminaron—. ¡Se ve genial!
Parece que la chica ángel era tan despistada que no se daba cuenta de lo que significaban tales hechos y lo que le daba a entender Lyna, pobrecita, así no durará mucho tiempo en ese mundo, es decir… es decir: la Academia Celestial era un lugar donde se entrenaban a los ángeles guardianes, quienes tenían la labor de proteger a determinado humano de la tierra, Celeste era uno de esos ángeles.
—¿Academia Celestial? ¿Pla-planeta Tierra? —Lyna ladeó la cabeza extrañada—. Lo si-siento, jamás escuché de tales lugares. Señorita ángel, lo que quiero decir es que también vienen de otro mundo, al parecer de uno diferente al mío.
—¡¿Entonces esta no es la Tierra?!
—M-me temo que no… —Lyna torció sus labios y se mostró preocupada—. Al igual que ustedes, también fui invocada. Por cierto, señorita Celeste, ¿a usted también le dolió la venida a este mundo? ¿se encuentra bien?
Aquello lo dijo porque recordó lo dolorosa que fue su invocación, así que preguntó eso último con una genuina preocupación, aunque con lo energética que estaba Celeste, no aparentaba haberla pasado mal, para nada.
—Estoy bien y, bueno, ahora lo entiendo… así que la lucecita que vi cuando bajaba del cielo fue la que nos trajo para acá… ¡Ves, Pepe! ¡te dije que era mala idea ir a la lucecita!
“¡Cuy! ¡Cuy!”. Esta curiosa criatura se mostró avergonzada. ¿Realmente es un animal? Es mejor ni saberlo.
—¿Lucecita? —Lyna se mostró aún más confundida.
—Uhm, ji, ji, ji. Bueno, cuando íbamos de camino a la tierra, Pepe y yo vimos una extraña lucecita, nos dio curiosidad y nos acercamos a la luz, pero esta nos chupó y para cuando me di cuenta estaba estrellándome contra la chica de pelo rosa. —Entrecerró sus ojos y susurró para sí misma—. Que lucecita tan mala. —Sacó su lengua en reproche a una lucecita imaginaria.
—Esto…
Lyna mostró una sonrisa forzada y su rostro se ensombreció de una manera graciosa, una pequeña gota de sudor se resbalaba por su mejilla dando a entender lo confundida que estaba. Esto se debía a que su invocación a ese mundo había sido completamente diferente a la de Celeste; Lyna sufrió, le dolió, sintió su mente separarse de su cuerpo y más, en cambio, el motivo de la invocación de Pepe y Celeste se rebajó a una mera curiosidad por parte de ambos donde claramente ni dolor sintieron.
Sin embargo, la expresión de Lyna simplemente daba a entender lo anteriormente mencionado. Un alma tan “pura” como la de ella jamás sentiría celos ni molestia por aquella injusta diferencia en su invocación, sino más bien…
—La verdad es que me alegro… —cambió su expresión a una más aliviada— …que no hayan sufrido. —Les sonrió amigablemente.
—No sé a qué te refieres, pero que linda sonrisa, Uriel quedaría cautivado contigo. Je, je, je…
Lyna se sonrojó, mencionar un nombre masculino le hizo recordar a Alessio.
—Bu-bue-bueno yo…
—En fin. Pepe y yo debemos irnos, amiga Lyna, ¿cómo volvemos a nuestro mundo? Debemos regresar cuanto antes. Hoy era el día en que me presentaba a mi protegido.
—Ah, e-eso… en realidad esa señorita de allí… —Señaló a Amaltea, quien estaba de espaldas y que al notar que se dirigían a ella expulsó un odioso “¡Ju!”—. Amaltea, es quien nos invocó a este mundo; solo ella puede hacernos regresar o eso creo… y al igual que usted yo también debo volver, Alessio me espera…
Lyna mostró una cara de tristeza y se llevó la mano al pecho, pensar en la posibilidad de que jamás volvería a ver a Alessio era una tortura para ella.
—¿Alessio…? —Celeste se emocionó aún más—. ¡Debe ser tu protegido…! ¡Así que también eres un ángel guardián!
Aunque era innegable que Lyna tenía un aspecto digno de un ángel como Celeste, que ella fuese uno estaba completamente lejos de la realidad. Lyna era una simple sirvienta que llevaba una vida complicada, quizás demasiado triste, aunque aquello había cambiado gracias a la aparición de cierta persona.
—P-para nada, señorita Celeste, solo soy una sirvienta… —Hizo una larga pausa—. Aunque sí que me gustaría ser su guardiana. —Le llegó una imagen de Alessio a su mente, sus mejillas se enrojecieron por esto y sacudiendo la cabeza apenada continuó—. Vo-volviendo al tema, debemos decirle a la señorita Amaltea que nos devuelva a nuestros mundos, ella con gusto va acceder… o eso creo.
—Sale y vale ji, ji, ji…
Comments for chapter "1.0"
QUE TE PARECIÓ?
No olviden comentar. ¿Quien de las tres es su favorita?
PepeGod cuenta?
La waifu alada y su ratón sin cola :v
Que tal episodio de Lyna, esa experiencia se parece al acto de prender y apagar un interruptor. Como si sintiera calma y placer, felicidad, presencia de una luz brillante, o de ver una figura mística o simplemente separarse del cuerpo. ¿De verdad? ¿Qué pasó?
Que tal villana?? 📽️Esos sentimientos que emergen de Almatea, definitivamente da una sensación de poder y dominio, lo disfruta, lo goza y esa sed de venganza, llegará a cumplir todos sus deseos, por separar Selene de Rigel?
Asi las clasifico jaja
1. Lyna representa la : Empatía 😍
2. Celeste representa el : Entusiasmo 😃
3. Y Amaltea representa : Exasperación 😣
OMG estuvo extenso el capitulo pero me encantó! 👍🏻 👌🏻 ✌🏻
Me alegra que te haya gustado :). Buen ejemplo el del interruptor. Ja, ja, ja. Interesante forma de calificar a las chicas. Y sí, Amaltea es la chica complicada 😉
Holaaa!! La historia está muy bonita y de las tres me esta gustando Lyna.
Hola, pues es genial que ya tengas una favorita.
Por qué se llama la historia «Celos sabor a chocolate»??.
Me gustaría aprender a dibujar como los dibujos que muestran en la novela 😄
Eso nos alegra, nuestro gran ilustrador es Juan Abel. Referente a lo primero, cuando termines este cap. 1 entenderás el titulo 😉
Me gustó el capítulo, 👍
En la primera parte me gustó el personaje Lyna
Almatea es muy cruel tiene una expresión malvada.
Lyna está en otro mundo y aún así sigue pensando en Alessio y las posibilidades de volver a verlo son menores
Me encantaron los dibujos😍
Por cierto, me di cuenta que en una parte donde Almatea gritá: ¡Mueeeeeeee!
Sería ¡Muereteeeeeeeee!
Si estoy mal responden mi comentario porfa
No, no estás mal, ya fue corregido, ¡muchas gracias por tu observación :D!