¿¡Celos sabor a chocolate!? (crossover) - 3.0
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- 3.0 - Crueldad injustificable (Partes 1 y 2)
Parte 1.
Desde que tiene conciencia, ella creyó en que todos eran buenos y que los malos no eran más que niños traviesos que merecían disciplina, algo de bondad debía existir en su interior. Esos revoltosos hacían lo que hacían por una razón concreta, solo que lo realizaban de una manera equivocada, entonces ella debía corregirlos y evitar que sus travesuras dañasen a otros. Es por eso que entrenó mucho y se esforzó por ganarse el título de Ángel Guardián. En esos tiempos ella estuvo muy feliz, por fin le dieron el permiso de defender a los indefensos con su gran fuerza y a esos malos —usando el poder del amor— ella lograría sacarlos de su mal camino. Ese era su ideal…
No obstante. ¿Qué era aquello que en esos momentos se reflejaban en sus iris color celeste? ¿Por qué aquel buen hombre, el jefe, hacía una cara tan extraña y de su cuerpo brotaba un raro liquido carmesí? ¿Por qué se veía tan infeliz? Definitivamente no eran nada bueno lo que le estaba pasando a su amigo ¿Será qué… estaba muerto?
Además. ¿Por qué todos los aldeanos que conoció ayer, esa gente hospitalaria, buena y bondadosa; huían a todas direcciones? ¿Podría ser eso… el pánico y la desesperación?
¿Por qué los niños que tanto sonreían y jugueteaban, ahora estaban llorando, gritando y huyendo con dolorosas expresiones en sus caras? ¿Era eso… el miedo?
Las bellas casas actualmente ardían y el paisaje se consumía por las llamas, el horrendo olor a madera quemada le causaba piquiña ¿Por qué alguien las destruiría? ¿Podría ser eso… la perversidad?
Se sentía extraña, hace segundos atrás estuvo determinada a ponerse manos a las obras, pero cuando Lyna señaló al jefe y lo observó en ese horrible estado; lleno de huecos por todo su cuerpo y empalado por muchas lanzas de algún raro material; Celeste se detuvo, trataba de comprender que era lo que ocurría…
Es decir: ¿Qué habían hecho esas pobres personas para merecer eso? ¿Por qué esos sujetos poderosos los atacaban, atrapaban y sometían a esos indefensos pueblerinos? No era justo… Era parcial. ¿Será alguna clase de juego?
No, todo debía ser un error. Quizás estaba en una pesadilla. No podría existir una maldad tan grande, eso era impensable, ridículo, sin sentido… Quizás era un malentendido. Sí, eso debía ser.
—¡¡¡Señorita Celeste, cuidado!!! —Volteó su mirada y observó a Lyna gritarle eso.
—¿Eh?
Reaccionando, volviendo a la realidad, dándose cuenta de que todo era real… Celeste percibió que algo estaba a punto de impactar contra su pecho, fue un enorme carámbano que la mandó a volar violentamente varios metros atrás hasta que colisionó contra un árbol, derribándolo en el acto. De no haberse protegido a tiempo con sus duros guanteletes, ella hubiera sido partida desde el torso para arriba. Su colisión contra el árbol también hubiese matado a un humano estándar.
—Auch, me atacaron bastante feo. ¿Po-por qué? —Se dijo a sí misma. Miró el enorme pedazo de hielo que aplastaba su pierna, lo destruyó de un poderoso golpe y se levantó.
“¡¡¡Cuy!!!”, de inmediato Pepe voló a donde Celeste a comprobar su estado.
—¡Señorita Celeste, ¿está bien…?! —Exclamó Lyna. Anteriormente Celeste estaba al lado de ella, pero tras recibir el impacto, quedaron a varios metros separadas y Lyna estaba vulnerable a un ataque. Por lo tanto…
—¡Corre, escóndete!
—Muy interesante… Lograste sobrevivir a mi esquirla de hielo. Parece que nos divertirás un poco. ¡Reagrúpense! —A lo lejos dijo un sujeto con la mano alzada, al parecer, fue el Elegido que atacó a Celeste.
Esta era la situación actual del pueblo. Por razones desconocidas, un grupo de diez Elegidos que vestían el mismo atuendo —gabardinas elegantes—, mataron al jefe de la aldea, quemaron algunas casas y el fuego se extendió. Además, empezaron a capturar a los aldeanos que huían.
Los Elegidos, la raza superior del mundo de Astergard. Gracias a los convenientes poderes que otorga la majestuosa Roca Sagrada, estos individuos están en la sima de la sima. Originalmente fueron escogidos para proteger a las razas más débiles, pero algo ocurrió y ahora solo les importa someter y dominar el mundo. Establecieron una tiranía.
Aunque solo eran diez y los aldeanos los superaban muchísimo más en número, se podía contemplar con facilidad la diferencia de poder entre las razas. Sería razonable pensar que solo diez individuos no podrían capturarlos a todos, sobre todo sí los humanos y Eldries —o semihumanos— huían de ellos con pánico. Esta era la única ventaja de los aldeanos. No obstante, ese mismo Elegido que podía controlar el hielo dijo:
—Muro de Hielo (HS).
Violando muchísimas leyes de la física, del ambiente se empezó a formar una pared de hielo que se alzaba hasta los cinco metros de alto. Esta cerró todo el perímetro del pueblo, era necesario ver desde una gran altura para entender el diámetro tan colosal que abarcó esa habilidad en tan poco tiempo. Fue un poder monstruoso y absurdo que negó el escape de los aldeanos. A primera vista era algo impresionante, sin embargo, este poder era insignificante comparado con el que otros Elegidos podían ejercer. Así de temible era esta raza.
Esto fue lo que tanto le impactó a Celeste. ¿Por qué esa gente tan fuerte hacía aquello? ¿Por qué la atacaron? ¿Qué justificaba toda esta maldad? ¿No se supone que los fuertes deben proteger a los débiles?
Por parte de Lyna, aunque estaba temblorosa y le dolía mucho ver esa situación tan terrible, a diferencia de Celeste, no era la primera vez que ella observaba la crueldad. De hecho, la había experimentado tantas veces que perdió la esperanza, aunque tras la llegada de cierta persona a su vida, eso cambió.
Por lo tanto, centrándose y escuchando las palabras de Celeste, Lyna corrió hasta esconderse tras una pequeña tienda. Allí había algunos heridos con quemaduras, por lo que, empleando sus conocimientos en primeros auxilios; empezó a atenderlos.
Cuando corrió, pensó que algún Elegido la detendría. No obstante, ellos estaban centrados en colocarle grilletes a algunos aldeanos y tras observar la fuerza de Celeste empezaron a mirarla y a desafiarla. Al final de cuentas, esa chica sí podría divertirles un rato y nadie podría escapar gracias al muro.
—¿P-por qué? ¿Por qué hacen esto? —Celeste caminó con un poco de dificultad y le preguntó esto a aquel Elegido que estaba en medio de la plaza. Al parecer, este fue quien mató al jefe. La voz de Celeste en ese momento era frágil y vacilante.
—Eso es lo que preguntas, semihumana —respondió el Elegido. Él también empezó a aproximarse a Celeste. En sus manos tenía unas cadenas que ataban a un par de humanos aporreados. A la vez, los otros nueve se acercaban a la “interesante ángel guardián”.
Celeste tenía que defender sí o sí a esos humanos, al principio tenía la intención de detenerlos por la fuerza, pero esta vez tenía una oportunidad de arreglar las cosas con dialogo. Quizás con las palabras adecuadas podrían entenderse y solucionar todo ese “malentendido”. Sí, eso era… Solo debían hablar, podría arreglarlo todo de esa manera y sin aporrear a nadie más.
Finalmente, los diez Elegidos, soltando las cadenas y terminando de agruparse alrededor de Celeste, empezaron a burlarse cruelmente.
—Escúchenme, podemos conversarlo. ¿Por qué hacen esto? —Bajó la cara, apretó su puño y su mirada se ensombreció. Ella estaba en medio de los diez Elegidos.
—¡Eso no te incumbe! —añadió una Elegida. Ella se posicionó tras Celeste y la pateó salvajemente por la espalda. Sin embargo, fue el pie de aquella Elegida el que sufrió daño—. Pero qué… ¡ahhggg!
Aun así, Celeste cayó de rodillas y no se defendió, sino que totalmente anonadada preguntó:
—Las sonrisas de los niños se perdieron. Los simpáticos chicos parecen sufrir. Las señoras trabajadoras lloran. Las hermosas casas arden… ¡¿Por qué?! ¿Qué les hicieron? ¡Respondan! —Sus palabras estaban llenas de peso, ella aún no podía entenderlo.
—Ja, que estúpida, ja, ja, ja, ja… —Ignorando a Celeste, el Elegido que dominaba el hielo empezó a burlarse de su compañera—. Esta cerda es más dura de lo que parece ¿eh?
—¿Acaso no piensas en defenderte, “fortachona”? —dijo otro, ya que Celeste estaba de rodillas, este Elegido la pateó con “cuidado”—. Así es como se mete una patada.
Si comparamos a Celeste con una dura roca y alguien la patea a lo tonto y con mucha fuerza, pues terminaría aporreado. Pero si se patease con más suavidad y teniendo conciencia de la dureza de dicho elemento, pues no dolería. Justo eso hizo este Elegido, consiguiendo así desequilibrar a Celeste.
—El jefe ama a su esposa tanto como el alcohol, cuida al pueblo tanto como su hijo. Es un buen hombre, es mi amigo. Es amable. Entonces… ¿Por qué lo hicieron? Díganme que el jefe volverá a despertar —dijo Celeste sin contraatacar—. ¡Respondan! ¡¿Por qué?!
—¡Qué graciosa! Ja, ja, ja, cree que los muertos regresan de la muerte… ja, ja, ja definitivamente eres patética. ¿Tan dura y no harás nada? Mira, lo hicimos porque nos dio la gana. Matamos a tu insignificante amiguito porque podemos hacer lo que nos… —Era un intento de provocarla, pero fue interrumpida.
—Cállate, si lo dices de esa forma nos dejarás mal. —interrumpió otro Elegido—. Oye, Eldrie… todos ustedes cometieron un grave pecado y este es el castigo.
Celeste se levantó lentamente, con el ceño fruncido y sin aún aceptar la realidad…
—Pecado… —dijo, pese a los golpes no parecía nada aporreada—. ¿Cuál pecado?
—Si quieres saber entonces pelea. —Respondió otro, a la vez sacó su Arma Sagrada de un portal, era un látigo tan reluciente como el oro—. ¡Llamas malditas (HS)!
En ese instante el látigo se imbuyó de un fuego verde y justo cuando el Elegido estaba a punto de azotarlo contra Celeste… Cortando el aire, un cartel giraba y giraba hasta pegarle a este sujeto en todo el cráneo.
—¡¡¡Ahhg!!! ¿Qué fue eso? —Prosiguió el Elegido a la par que se sobaba la cabeza, se volteaba y miraba con ira al lugar desde donde vino el golpe.
“¡Cuy, cuy!”. Fue Pepe, quien volaba y desde lo alto arrojó uno de sus carteles y fue más que suficiente para distraer al Elegido. Tras ello, le hizo un gesto a Celeste que deba a entender que debía pelear. Pepe también estaba enojado.
—Que roedor tan curioso —analizó el Elegido que controlaba el hielo y se le dibujó una sonrisa malvada en su rostro.
—¡Señorita Celeste, ello…ellos no escucharán! —Clamó Lyna.
Ella aún estaba escondida atendiendo a los heridos, al escuchar el alboroto, se asomó y gritó aquello. Ella quería hacer algo, necesitaba ayudar a Celeste. Pero sabía que si intervenía solo estorbaría, esto la hizo sentirse bastante mal.
—Ahora que lo pienso, esa sirvienta —señaló a Lyna— y esa cosa voladora —apuntó a Pepe— venían con ella. Tal vez si los matamos esta tonta actúe. Ja, ja, ja.
Por alguna razón estos individuos estaban obsesionados por luchar contra Celeste. Por lo que todos los Elegidos asintieron a las últimas palabras. Así que dirigieron sus ataques contra Pepe y Lyna, pero…
—¡Alto! —Antes de que pudieran hacer algo, Celeste se paró con firmeza—. Esta es mi última adver…—fue interrumpida.
Una roca salió disparada como proyectil desde la mano de un Elegido e impactó violentamente contra la cabeza de Celeste. Ella reaccionó llevándose ambas manos a la frente y gritando un “auch”. Un ataque como este hubiera matado a cualquiera.
—Decepcionante. —Juzgó el sujeto que disparó la piedra—. Parece que solo eres dura y únicamente parloteas…
Inmediatamente todos empezaron a golpear y a lanzarle habilidades a Celeste sin piedad alguna.
—¡¿Por qué?! —decía ella mientras resistía los incesantes golpes—. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué? ¡Por quépor quépor quépor quépor quépor quépor quépor quépor quépor qué?
Al observar como atacaban a su dueña incesantemente, Pepe empezó a lanzar muchos carteles, pero sus ataques eran totalmente inútiles. Un Elegido sacó una ballesta —su Arma Sagrada— y apuntó al cuy.
—¡¡¡Señorita Celeste!!! —Lyna salió corriendo para ayudar a su amiga, parecía que la iban a matar. Pero, ¿qué podría hacer ella contra enemigos tan formidables? Pues no importaba, debía hacer algo urgente.
Al observar a Lyna, el Elegido que dominaba el hielo empezó a crear un carámbano que pronto saldría disparado y partiría en dos a la sirvienta… Mientras eso ocurría.
—¿Por qué? Porque ustedes son basura… —Por fin respondió un Elegido. Él podía robustecerse, así que endureció su brazo hasta convertirse en una superficie hecha de pierda. Luego, estaba a punto de golpear a la chica ángel y seguramente partiría su cráneo.
Y entonces… el carámbano salió disparado. La ballesta disparó un proyectil cristalizado y el puñetazo de piedra estaba a solo centímetros de golpear a Celeste…
…
…
…
—Entiendo… —Con una afilada mirada ensombrecida. Cubriendo su rostro con sus guanteletes. Deteniendo el puñetazo en seco. Celeste mostró su determinación. Al fin escuchó una respuesta, una razón… Eso fue más que suficiente. Su expresión cambió de ser una chica que intentaba dialogar a una luchadora sedienta de justicia.
El proyectil que fue disparado ni siquiera pasó cerca de Pepe, resulta que antes de ser disparado, el cuy arrojó un cartel contra la ballesta en el momento exacto desviando la salida del proyectil.
El carámbano fue esquivado por una Lyna que se deslizó por el suelo y que gritó:
—Tú puedes, Celeste… —No era mucho, pero fue más que suficiente.
El halo de Celeste empezó a brillar muchísimo. Todos los presentes notaron la poderosa determinación que emanaba Celeste, ahora era distinta. Iba a luchar para protegerlos a todos. Si así era la maldad, si esta era la crueldad… entonces ella pelearía e impartiría la justicia.
Por lo que, realizando un golpe diagonal contra la barbilla del Elegido que endurecía su piel y mandándolo a volar por los aires; Celeste saltó paralelamente a él y lo volvió a golpear en su abdomen hasta lanzarlo abruptamente contra el suelo. Fue impecable, realmente impresiónate. Ante su gran muestra de poder y voluntad, los demás Elegidos se pusieron en guardia.
—Ja, ahora sí te inmu… —Intentaba decir un Elegido que lanzaba bolas de fuego, pero Celeste dio un súper salto y lo golpeó en la cara con tanta fuerza que le partió varios dientes y lo noqueó inmediatamente. Luego agarró con firmeza el tobillo izquierdo de él, lo levantó dejándolo de cabeza y agitó el cuerpo del Elegido como si blandiese una espada. Siendo él su arma, Celeste lo arrojó y él dio varias vueltas en el aire como un boomerang e impactó fuertemente contra otros tres Elegidos.
—Ellos maceren vivir en paz, esta gente humilde no debía sufrir. Así que ustedes, villanos, reciban la lección, su castigo. ¡A ver si cambian de parecer! —dijo Celeste.
E inició un frenético combate. Los Elegidos contra Celeste…
Mientras tanto, Lyna volvió y continuó atendiendo a los heridos. El mayor problema eran las casas en llamas y si el fuego se extendía todo el pueblo estaría perdido. Así que algunos aldeanos valientes y que aún le quedaban fuerzas aprovecharon que los villanos estaban distraídos y empezaron a buscar materiales ininflamables para evitar que el fuego se propagase, cosa que en realidad era bastante inútil y poco realista; el fuego igual se extendía.
Volviendo al combate, un látigo imbuido con llamas verdes se amarró en el guantelete de Celeste…
—Estás pérdida, basura —dijo quien sostenía el látigo. Este intentó desequilibrar a Celeste, pero contrario a lo esperado; fue ella quien lo jaló con su antebrazo, gracias a su súper fuerza tiró de él y arrastró al Elegido por el suelo—. DueleAhgagajfnjsnfj…
—¡Fatiga forzosa (HS)! —Otro Elegido, él usó una habilidad debilitante sobre Celeste, causó que sus movimientos se volvieran lentos e inestables—. Ja, ja, ja… Ya basta de ti.
—¿Eh? Que molesto… ¿De verdad crees que esto detendrá la gran fuerza que otorga mi esencia? —dijo Celeste.
Si aquella habilidad reducía su velocidad de movimiento actual y la fatigaba, entonces ella simple debía aumentar considerablemente su rapidez hasta igualar la debilitación. Así de fuerte era ella. Así que voló rápidamente y abofeteó al sujeto con sus guanteletes.
—¡Es en seri… puafffggg!!! —El impacto fue tan fuerte que le hinchó la mejilla de inmediato y lo noqueó con facilidad.
Y así continuó el combate hasta que la poderosa Celeste, estando muy determinada a acabar con aquella maldad injustificable, contrarrestó todas las habilidades y noqueó a nueve de diez Elegidos. Solo faltaba el que podía controlar el hielo.
—Maldita zorra, no te creas muy lis… —Él se preparaba para congelar a la Ángel Guardián, pero ella se movió tan rápido que no le permitió ni reaccionar. Hasta que lo alcanzó, lo tomó por el cuello y, volando, lo alzó a una gran altura.
—¡¡¡Congela todas las llamas!!! Ahora… —Ordenó Celeste.
La animosa chica de antes, aquella que siempre sonreía, esa misma persona que parecía salida de una caricatura. Ahora estaba totalmente seria y atacaba sin piedad.
—Púdrete, maldi… ahhggg…
Observando que el Elegido no obedecía, ella lo soltó y este empezó a caer.
…
Justo antes de llegar al suelo y de convertirse en un saco de carne aplastada, Celeste lo tomó por el cuello de su atuendo y frenó su caída…
—Ultima oportunidad. ¡Apaga todas las llamas!
—E-está bien… So-solo no me hagas daño… —Este sujeto se acobardó tanto que incluso se orinó encima—. ¡Muro de Hielo (HS)!
Apenas ejecutó su habilidad, todas las casas y árboles en llamas se convirtieron en un bloque de hielo de inmediato y así se apagó todo el incendio.
—Bien. Ahora prométeme que te llevaras a tus amigos, dejarás atrás tus actos viles y no volverán jamás. —Sabiendo que su enemigo se dio por vencido, Celeste le dio una oportunidad para que ellos se redimieran.
—Yo… no soy el jefe. No… lo…
—¡Esa respuesta no la quería oír! —Celeste lo arrojó al suelo y justo cuando volvió a intentar a hablar con él, este Elegido se desmayó del susto—. ¿Se durmió? —Parece que no sabía que era un desmayo.
Pasaron los segundos, estando en medio de sus rivales derrotados, Celeste empezó a suspirar agotada y miró a lo lejos —justo en la plaza— y lágrimas bajaron por su mejilla al ver al jefe en ese estado. ¿El despertaría o ese era su final? Ella no lo sabía. Así que intentó acercarse al jefe con la esperanza de auxiliarlo y que volviera a despertar, de hecho, estaba por llamar a Lyna para que le ayudara. Pero…
Ella creía que no había nadie más, pero una nueva figura salió del bosque y se acercaba por detrás del jefe…
Parte 2.
Apenas observó a este nuevo sujeto, ella se puso en guardia. Del bosque salió caminando como si nada este tipo, él arrastraba a una mujer por el suelo y la sostenía agresivamente por su cabello. Esa mujer no era otra que la esposa del jefe.
—¡¡¡Jefa!!! —Al observarla, Celeste se preparó para para correr y detener a este nuevo Elegido, no obstante…
Este Elegido era diferente. Su fina forma de caminar, su porte, su aura, su mirada tan afilada. Todo indicaba que era un luchador diestro, su expresión y su cuerpo era tan intimidante que con solo observarlo cualquiera sabría que sobrepasaba a los otros diez Elegidos de a por mucho.
El vestía una gabardina muchísimo más Elegante que la de sus compañeros, su ropa azul y amarilla tenía un emblema característico. Su corto cabello rojo con azul decoraba su cabeza. Sus ojos color ámbar eran tan filosos que daba la impresión de que penetrarían el acero. Lo más resaltante era que cubría sus orejas con unos tapones auditivos de un raro material, eran similares a unos auriculares.
Pese a su postura tan intimidante y a la vez elegante, Celeste igual estaba determinada a luchar contra él, pero lo que verdaderamente la detuvo fue que este hombre soltó a la esposa del jefe justo al lado del cadáver de su marido e hizo un gesto que dejaba claro que no buscaba pelea.
—¡¡¡Mike, Mike, Mike… Mi esposo…. Nooooo!!! —Ella al ver a su marido muerto empezó a gritar y a llorar llena de dolor.
—Deleitante, deleitante —dijo este nuevo Elegido que estaba al lado de la señora, parecía que los gritos eran música para sus oídos. Luego dirigió su mirada a Celeste—. Producir a alguien un intenso dolor físico, como castigo o como método para que grite en tormento; es una bella melodía, un sonido gratificante. De seguro una luchadora como tú entenderá mi punto.
—¿Tú eres…? —intentó decir Celeste, pero fue interrumpida por el villano.
—Un segundo, perdona, soy un tonto, me perdí en mis cosas, disculpa, lo siento, mira, por favor, bella semihumana, te lo agradezco. En serio, escúchame un momento… Sé que querías hablar, pero mis barbaros compañeros no son más que unos brutos. Tranquila, yo no soy así. Tú y yo pelearemos, pero antes debemos conversar. Establecer normas y leyes para que nuestro combate sea justo y disfrutable. Además, ¿quién sabe? Tal vez lleguemos a un acuerdo. Espera, espera, por favor, te lo suplico, no me interrumpas aún, te lo agradezco, gracias… Observa, escúchame, préstame oído. Espera un segundo… Mi comportamiento y ademanes externos demuestran una gran falta de modales. Discúlpame, soy un maleducado… Antes debí darme a conocer ante ti, ofreciéndote datos necesarios de mí. Esa es una regla de oro para todos los enfrentamientos… Escúchame, por favor, gracias, eres muy amable. Soy Centurión Miracle Sermón Birdwhistle Vordania e hijo del Lord de Vordania: Subaru Miracle Sermón Birdwhistle De Vordania. Cargo con el título de Caballero Real del Rey Supremo de Astergard: Arturo De Luke. Soy poseedor del título otorgado por el Rey “La Muerte Estridente” y nombrado por la Reina Suprema de Astergard, cuyo nombre está prohibido mencionar, como “El Caballero Sónico”. Ese soy yo. Por la barba de Alhell, semihumana, eres maravillosa, me encantas. Te quiero, has escuchado todo lo que he dicho con atención y sin interrumpirme en ningún momento, pero perdóname, por favor, lo siento. Siguiendo el conjunto de los estilos, normas, usos y costumbres que se debe guardar en los actos públicos o solemnes, la etiqueta, y la ley del gran oyente y del buen hablante, por favor, te lo suplico, dime tu nombre. Adelante, gracias, eres la mejor, te amo…
—¿…? Yo… —Celeste ladeó la cabeza ante el total rodeo que acaba de oír. Antes de dar una respuesta fue interrumpida otra vez.
—No… No pongas esa cara tan rara. Mira, perdón por todo esto, sé que te tocaba hablar a ti, pero olvidé algo importante en mi presentación. De hecho, cuando te toque hablar, te prestaré oídos justo como lo has hecho conmigo. En serio, necesito a alguien como tú. Perdón, lo siento, otra vez me perdí en mis cosas. A lo que iba, sí, un detalle que olvidé decirte de mí es que odio muchos sonidos, tranquila he organizado una lista bastante resumida de todos los ruidos que detesto. Quizás tú te preguntes: “¿para qué debo saber?”. Por la madre de Arismendi, buena pregunta, belleza sin igual. Verás: la lista la creé porque quiero que mi rival tome conciencia de esos ruidos que odio y no los produzca en la batalla, eso sería desagradable, muy molesto y una gran falta de respeto a una persona tan humilde como yo. Estoy seguro que tú me respetaras y yo te respetaré a ti, eso es amor ¿no? Pero mira, escucha, presta oído, por favor, gracias, eso tendrá retribuciones justas; fíjate, durante la batalla yo también respetaré cualquier condición que tú impongas. Eso sí, que no sea tan conveniente para ti. Pero estoy tranquilo, sé que eres justa, o sea, hace un momento estuviste hablando y parloteando estupideces de la justicia ¿no? Oh, bendito lamento, discúlpame, por favor, gracias, otra vez me alargué mucho y hablé de más. Voy al grano, mira: odio el canto de las aves, las personas habladoras y ruidosas son una cacofonía, detesto el sonido del agua, me enloquecen las risas, me repugna la música clásica, el oleaje del mar me causa cáncer auditivo, el tintineo de las gotas de lluvia me hace perder la razón, los aplausos me sacan de quicio, las campanitas me perturban, los gritos de alegría me trastornan… Bueno, hay muchos más, pero ya que soy un Elegido considerado y que respeta el medio que permite que las personas se entiendan, es decir, la comunicación; pues no me alargaré más y pido, te lo suplico, ruego que cumplas con estas condiciones y te abstengas de realizar los sonidos anteriormente mencionados mientras combatimos… Nooooooo, disculpa, solo tres cositas más, es simplemente para aclarar algo, soy un tonto, casi lo olvido, no me malinterpretes, hay sonidos que sí me gustan; voy al grano: Los gritos de horror deleitan mis tímpanos, el alarido de los que están a punto de morir es un grato calor para mis orejas y la tortura de…
—¡¡¡Ya basta!!! —tuvo que interrumpirlo Celeste, ella aguantó todo ese horrendo y molesto discurso por una razón especifica.
Aprovechándose de que este Elegido era un hablador y, a diferencia de los demás, era un Elegido con el que se “podía conversar”; durante su discurso todos los aldeanos aprovecharon y se escondieron en un lugar donde Lyna y otros sanadores pudieran ayudarles y así evitar un futuro y posible daño colateral. Pepe también se retiró y ayudó a buscar plantas curativas.
—Está bien, acepto tus condiciones. No haré esos ruidos. Ahora me toca a mí establecer mis exigencias. —Prosiguió Celeste. Ella estaba alejada a varios metros del sujeto—. Los dejaré ir a todos, ustedes váyanse y no vuelvan a causar más da…
—No lo puedo creer. ¿De verdad escuchaste lo que dije? ¡¡¡¿Realmente prestaste atención?!!! ¿Acaso no te enseñaron las normas de comunicación? Oye, olvídalo. Perdón, discúlpame, lo siento, por favor, gracias… No debí alterarme. Pero te lo suplico, presta atención a mis palabras… Mira, escucha bien, amor mío, por favor y gracias. Veras, dije claramente que no podías establecer una condición tan conveniente. No eres justa, quizás debo explicarte que es la justi…
—¡Está bien! ¡Está bien! Ya entiendo, pondré otra condición.
La fastidiada Celeste empezó a darse cuenta que el sujeto era bastante molesto. Definitivamente se necesitaba de una paciencia sin igual para hablar con él. Lo más indignante era que parecía disfrutar el llanto de su rehén —la esposa del jefe— y se deleitaba observando el cadáver de Mike. Aun así, Celeste tenía una oportunidad para solucionar las cosas sin lastimar a nadie, así que la aprovecharía.
—Libérala a ella. —Continuó Celeste y señaló a la esposa del jefe—. ¿En serio no te da dolor verla llorar así?
—¡¡¡Maldita Arismendi, estoy empezando a enojarme, me parece haber oído el canto de un ave!!! Oh, perdón, no te presté mucha atención y me metí en mis cosas. Olvídalo. Mira, escucha, atiende, presta oído. Tú luchas para proteger a esta mujer, si te la doy sin más sería darte una ventaja enorme. Por favor, establece algo menos conveniente, por favor y gracias, púdrete. Creo que estas siendo muy grosera con alguien tan bueno y educado como yo, es decir, soy alguien que no presume de sus increíbles y magnificentes logros, que reconoce sus inexistentes fracasos y debilidades y actúa sin orgullo. No obstante, confundes mi infinita humidad con idiotez e intentas estafarme con condiciones tan injustas. No lo hagas, por favor, te lo suplico, gracias. Me estas decepcionando y eso duele a mi corazón, preciosa cosa hermosa. Es decir…
—¡¡¡Está bien!!! ¡Basta!
Cada vez dialogar con ese sujeto se volvía más y más imposible, era como intentar hacer razonar a alguien irrazonable, una paradoja; eso sin mencionar que la mayoría de sus argumentos carecían de sentido. Celeste llegó a la conclusión de que el combate sería definitivo, la actitud del sujeto resultaba ser demasiado… Ni siquiera existe palabra para describirlo. Por lo que se le ocurrió una condición que seguramente este loco aceptaría:
—Entonces dime y respóndeme con pocas palabras. ¿Por qué atacaron la aldea? Esta gente inocente llora, los pobres niños gritan, destruyeron casi todo su hogar. No lo comprendo ¿por qué lo disfrutan? ¿no les da pena?
Si el combate ocurriría, entonces al menos aprovecharía para responder a esas preguntas. Necesitaba entender las razones de algo tan horrible y cruel. Quizás así podría superar el trauma… solo quizás…
—Cuanto te quiero, cuanto te amo. Por fin una condición que no resulta ser desagradable. Pero, dices: “respóndeme con pocas palabras”, eres demasiado arrogante ¿sabías? Es como si darás a entender que no soy considerado contigo y que no modero mis palabras a la hora de dirigirme a su persona, en serio me duele hasta el alma que piensas tan mal de mí. Así que, por favor, te lo suplico, imploro, ruego; no lo vuelvas a hacer. Gracias, te amo.
—¡Al grano…!
—Como sea, te demostraré mi consideración al dar respuesta a tus preguntas, pero lamento decirte que es mucha información y decirlo con “pocas palabras” resulta ser demasiado difícil, aun así, guiándome por mis bien establecidas normas y leyes de ética, seré considerado contigo y trataré de explicarte las cosas lo más resumidas posible. Iré al grano, todas estas personas, incluyéndote a ti, han violado dos leyes, dos pecados. Fíjate, las leyes o normas existen para algo, cuando se establece una, es porque en tiempos pasados alguien ha sufrido a consecuencia de la mala decisión de un individuo o de él mismo. Basado en esa experiencia, se toman medidas para evitar que dichos acontecimientos se repitan y de esta manera preservar la seguridad de cada ciudadano. Por lo tanto, cada una de las normas o preceptos deben ser de obligado cumplimiento sobre todo si es impuesta por una autoridad, como el Rey. Cuando se regula, obliga o prohíbe hacer una cosa, es por pura justicia y ética, nosotros somos particularmente considerados con este asunto, pero ustedes nos pisotean. Por favor y gracias, entiende, te lo suplico. Mi amor. Primer pecado: establecer una aldea oculta en un territorio bajo mando de Elegidos e independizarse de los dominios del Lord Elegido de dicho estado. Es un acto de rebeldía que a su vez inspira a la guerra, este hombre —señaló el cadáver de Mike—. Es un alborotador que fundó esta aldea con la vaga esperanza de ser independiente a nosotros, por lo tanto, su castigo es la muerte. Segundo pecado: convivir Eldries y humanos juntos en un lugar aislado y sin la supervisión de ninguna autoridad Elegida, violar esta ley es realmente molesto y poco ético. ¿Quieres saber por qué? Pues, cuando muchos individuos están juntos con los del otro sexo, empiezan a generarse emociones, partiendo desde la asquerosa amistad, siguiéndole el absurdo amor y terminan con las dichosas relaciones sexuales. En el caso de una pareja de razas distintas, no existe una excepción. De seguro muchas semihumanas y humanos de esta aldea se enamoraron y terminaron teniendo sexo. El problema son los hijos, nacen con hibridaciones raras que comprometen y destruyen el equilibrio natural. La norma se estableció porque hace mucho sufrimos por ello. ¿Ahora si me entiendes? ¿Comprendes que en realidad eres tú la villana? Defiendes el patético pecado que todos cometieron y no reconocen su error. Fuimos benevolentes, por suerte, ayer Pléyades descubrió esta aldea y nos avisó de inmediato, así que vinimos a impartir justicia. Así que por favor y gracias quédate quieta y permíteme ponerte los grilletes para que te pudras y te mueras, de nada.
Este dialogo era verdad, esas leyes sí existían en el mundo de Astergard y las consecuencias de desobedecerlas llevaban a graves castigos. No obstante, cada una de ellas estaban establecidas por pura conveniencia de los Elegidos y solo estaban disfrazadas con el pretexto de “seguridad para todos los habitantes del mundo”. El peso de esas palabras era demasiado grandes y complicadas para que Celeste lo pudiera comprender, ella era muy inocente como para entender todo el trasfondo de ese argumento. Por lo que respondió:
—Si es cierto que deben cumplirse las leyes, pero nada de eso justifica esta villanía. Eso es todo lo que necesitaba saber. Será mejor que se larguen de aquí. —Chocó sus puños amenazantemente.
Quizás Celeste no lo entendía, pero una indignada sirvienta que escuchó el ruidoso argumento se empezó a acercar hasta llegar al lado de Celeste.
—¡¡¡Lyna!!! ¿Qué haces acá? Es demasiado peligroso ¿No estabas atendiendo a los heridos?
—Per…perdóneme, se…señorita Celeste. P-pero n-no puedo soportar lo que él dice. —Respondió Lyna, quizás no podía aportar mucho en batalla, pero sí tenía la inteligencia y la experiencia necesaria como para entender ese complejo argumento. Ella podría refutar algo tan miserable.
El mayor problema era su inseguridad, casi nunca hablaba con firmeza y, aunque tuviera la idea clara en mente, debido a los nervios su voz vacilaba y terminaba diciendo algo sinsentido. Pero, recordar las frases llenas de confianza que Celeste le dijo el día anterior, las palabras de su amado Alessio, quien era su mayor inspiración sobre todo por su valor; le daban fuerzas para que se diera cuenta que era valiosa y que podía lograr lo que sea si se lo proponía.
No obstante, la cara actual de Celeste, los ojos que ahora ella ponía sobre Lyna no trasmitían la misma confianza del día de ayer. Era como si le dijera “vete, tú no puedes hacer nada aquí”. ¿Será que ya no confiaban en ella? ¿De verdad era tan débil y patética que solo estorbaba? ¿Incluso Celeste perdió esa confianza? Una amistad duradera debía forjarse con plena confianza mutua y creyendo en la fuerza del otro, Celeste decía ser su amiga ¿era verdad o solo una mentira?
—Señor Ele… —Lyna dirigió sus palabras a Centurión, aunque Celeste no parecía creer en su fuerza, Lyna igual intentaría lograr algo con sus palabras.
—Lyna… vet…
—Eres una humana muy bella e interesante… —habló Centurión e hizo movimientos sugestivos con sus dedos—… me encantaría tocarte los pechos ahora mismo, pero soy totalmente devoto a las leyes y normas de mi querido Rey y me abstengo rotundamente a tener cualquier contacto con un individuo de una raza ajena a la mía, es decir, con escoria como tú. Efectúa, préstame oído, por favor y gracias púdrete y lárgate. Nada más esa desconfianza que emana de ti es más que suficiente para dejar claro que no puedes contrarrestar un hecho absoluto como la ley anteriormente explicada.
Para colmo, Centurión lanzó ese comentario tan abusivo y malvado. Ahora mismo la lucha de Lyna era interna, una cruel batalla de emociones mezclándose en su interior…
“¿Qué haría Alessio en esta situación? ¿Qué respondería?”. Pensó ella, estaba encogida de hombros y tenía la mirada baja.
—¡¡¡Lyna, vete, amiga… escúchame, es demasiado peligro… —Intentó decir Celeste, pero fue interrumpida.
—¡¡¡¿Qué hay de un juicio?!!! —Al fin, brotando una fuerza de su corazón, recordando el rostro de él. Su compañía, sus buenas palabras. Ella le respondió a Centurión—. S-si de ver-verdad ellos violaron una ley, esta no es la f-forma de resolver las cosas. Ustedes simplemente atacaron sin considerar pasar por algún proceso judicial. No sé cómo funcionan las autoridades en este mundo… pero, pero actuaron por su cuenta, esto que hacen no es justicia, se divierten torturando y lastimando a estas personas, les restan su libertad, los esclavizan y creen que de verdad pueden defender sus actos tan viles con una excusa tan barata como la que mencionaste. El verdadero pecado es lo que ustedes han hecho; “restarles a ellos la única posibilidad de defenderse, siendo ustedes más fuertes”.
—Lyna…
“Restarles a ellos la única posibilidad de defenderse, siendo ustedes más fuertes” en este contexto, Lyna se refería que la única manera de que estos aldeanos se defendieran era pasando por un juicio y se tomara una decisión justa tras basarse en pruebas legítimas y discutiendo muchos factores. Ella hace poco vivió una experiencia en la que Alessio fue acusado de cometer un delito, si en aquella situación la justicia hubiera sido tomada por las manos de su hermana, él estaría muerto y nunca se hubiera descubierto la verdad. Pero gracias a la ayuda de un juicio, eso no ocurrió. El argumento de Lyna era válido, era potente y convincente, pero… hay algo que no tomó en cuenta…
—¿Un juicio…? ¿de qué hablas? —respondió Centurión—. Si un Elegido de alto nivel, como mi humilde persona, detecta un pecado como el que cometieron actualmente, pues tengo absoluto derecho de ejercer la justicia que me plazca. Los juicios solo se efectúan cuando el problema es entre Elegidos, no con razas tan asquerosas e inferiores como las suyas… Oh, perdón, disculpa, gracias, me alteré un poco. De hecho, mi humilde y benevolente persona solo castigó con la muerte a uno de ustedes. Miren, observen, contemplen. Nuestra intención es llevarlos como esclavos, perdonarles la vida. Mi padre, el lord de estas tierras, les garantiza hoteles de lujo, los calabozos. Una comida al día, avena de inorip con sal…
Este mundo era demasiado injusto. El argumento de Lyna se destruyó. Centurión continuó hablando, pero justo en ese momento se escuchó un grito que venía tras su espalda…
—¡¡¡Ahhggggggg!!! ¡Mardito, mataste a mi padreee!
Era Caín que sin advertencia alguna salió del bosque, sostenía una espada y se dirigía por la espalda de Centurión con intenciones de matarlo.
—¡Caín! Noooo —Celeste se percató y en ese mismo instante se abalanzó contra Centurión, pues…
Ella notó la sed de sangre de su enemigo. Sabía que este no se dejaría apuñalar tan fácilmente.
***
Hace varios minutos atrás…
Como era habitual en todas sus mañanas, Caín estaba explorando y paseando por las montañas a las afueras del pueblo. Él siempre andaba con su flauta y confiable espada que lo protegía de los peligros. No obstante, en ese día notó algo inusual.
Observando desde lo alto, él vio un sospechoso humo que salía de su aldea. Al verlo, se echó a correr… Notó que algo malo pasó y no se equivocó…
Cuando llegó a la entrada del pueblo, notó que un enorme muro de hielo evitaba el paso. Pero esto no lo detendría, gracias a su gran agilidad escaló un árbol, tomó una liana y se balanceó sobre el muro hasta llegar a otro árbol que estaba dentro del perímetro del pueblo. Lograrlo le tomó mucho tiempo y varios intentos.
Él llegó al pueblo por el sur y menuda sorpresa se llevó al observar a un Elegido de espalda que hablaba y hablaba y delante de él estaba Celeste y Lyna. Pero, lo que indudablemente lo marcó… lo que aceleró su corazón y le causó una tristeza e ira sin igual. En efecto, observar a su padre muerto y a su madre aporreada. Perdiendo sus sentidos. Aislándose de la realidad. Llenándose de ira. Tocó la empuñadura de su espada. Y su único pensamiento era:
“Venganza, venganza, venganza, venganza, venganza”.
Una lagrima bajó por su mejilla. Era la lagrima de un niño que perdió a su padre. Un niño que buscaba venganza. Lo que él no sabía… lo que el destino —si es que tal cosa existe— jamás le dijo; fue que sus acciones le harían perder a su madre…
***
Siguiente capítulo: 21 de Marzo.
Comments for chapter "3.0"
QUE TE PARECIÓ?
Pobres aldeanos punzadas de angustias se apoderó de ellos la presencia de estos rebeldes y crueles que les cayó de sorpresa.
UYYYY YA SE ENOJO Celeste. No la había imaginado en una escena como esta.
Se enfrentó a ese elenco de enemigos dando rienda suelta a toda su expresividad y pasión de guerrera.
Y Este último villano poseedor de tal flamante nombre y apellido, jaja me pareció extenso y poco habitual. Además de jactancioso y se cree un experto en querer hablar y no tiene interés en escuchar la opinión de Celeste. ¿No?
Saludos!! Un trabajo muy bueno. (◠﹏◠)
Como ángel guardián no está en su naturaleza enojarse. No obstante, en este capítulo su visión del mundo cambió, descubrió que no todo es color de rosa y que aplicar la justicia podría ser tan calamitoso como caminar por brazas ardientes.
Pobres aldeanos, ya que estas al día con mi historia -El Cazador de Elegidos- quizás notaste que esa clase de ataques son de lo más común.
Centurión, un personaje cuyo único propósito es irritarlos a todos, ni el lector se salva de eso jajajaja… Gracias por leer y comentar siempre, Marita :).