¿¡Celos sabor a chocolate!? (crossover) - 4.0
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- 4.0 - La persecución de los valientes (Partes 1 y 2)
Parte 1.
Érase una vez, una chica sola en un húmedo bosque…
Había caído el atardecer y las frondosas ramas de los arboles hacían que la luz amarilla a duras penas pudiera iluminar…
La chica ignoraba eso, pues, de igual manera, su visión estaba teñida con la sangre que emergía de su frente cortada…
A la joven le costaba dar cada paso, cojeaba, su rodilla derecha estaba aporreada…
La desagradable sensación del barro y sangre en todo su vestido irritaba su piel blanca…
Los moretones en todo su cuerpo le causaban un ardiente dolor…
Su cabeza le atormentaba tanto, que le daba la impresión de que su cráneo fue taladrado…
Su respiración acelerada demostraba que antes estuvo en un apuro, sin embargo, parecía que cada jadeo le robaba una parte de su vida…
Su corazón acelerado lo sentía palpitando en su garganta…
Érase una vez, una chica sola y en un estado lamentable…
Así es, era una joven que tenía unas pintas moribundas…
Culpable, hereje y pecador, estas no eran palabras suficientes para titular al que esta desgracia causó…
No obstante, pese a su estado, ella tenía una expresión victoriosa, como si hubiese logrado algo que compensaba todo ese dolor…
Ella se detuvo, miró a las copas de los arboles e intentó tranquilizarse…
Pero…
No percibió que tras sus espaldas…
Pisadas silenciosas…
Aquella mirada sin alma…
Una presencia camuflada…
Una sombra malvada…
Se le aproximaba…
Sosteniendo un cuchillo que reflejaba la luz opaca…
Que el aire apuñalaba…
Con intenciones asesinas…
La joven, Lyna, sería liquidada…
¿Era este el lúgubre final de su historia?
Parte 2.
El viento se agitaba produciendo un silbido, un borde filoso lo cortaba. Era la hoja de una enorme hacha la que realizaba una curva a gran velocidad y cuya trayectoria pronto se encontraría con dos individuos que estaban en el medio: una Elegida de pelo rosa conocida como Amaltea Vertengeir que protegía una chica vaca a sus espaldas.
No obstante, este obstáculo formado de carne y hueso no sería suficiente para detener el poder triturador y penetrante de aquella arma. Por lo tanto, el hacha alcanzó a las chicas y cortó sus cuerpos en dos diagonalmente. Los brazos de Amaltea fueron separados desde el codo para abajo, su hígado e intestinos fueron tajos con violencia y salieron volando por los aires, y su columna vertebral y la carne de por medio se fraccionó por un corte limpio y perfecto. La semihumana detrás de Amaltea también fue cortada desde torso. Un montón de sangre salió de los cuerpos, chorreándose por toda la madera de la cabaña. Fue una muerte inmediata… Bueno, o eso es lo que hubiera pasado de no ser por…
—¡Piedad (HS)! —Ignorando la sensación a muerte inminente, exclamó la Elegida que protegía a la chica Eldrie con valentía, justo antes de que el hacha las alcanzara.
A solo centímetros de ser asesinadas, de manera anormal, el filo del hacha cambio su trayectoria diagonal y, reduciendo su velocidad y fuerza, cayó verticalmente al suelo de manera abrupta. Era como si un escudo invisible hubiese aparecido repentinamente y protegió a las chicas.
Entonces se escuchó el colisionar de un hacha, sí, fue el sonido que se produjo cuando se clavó en el suelo de madera.
—¡¡¡Ahhhggg!!! —A la vez, resonó un grito de muerte, sí, ese fue el exagerado chillido de pavor de la temblorosa Eldrie que era protegida y que en realidad no le pasó nada en absoluto.
—¡Cállate, maldita ruidosa!
Sobrevivir a esto solo fue posible gracias a la increíble Habilidad Sagrada de Amaltea: Piedad (HS).
—Interesantemente interesante… —Se escuchó una horrenda cacofonía, provenía del hombre que blandía el hacha y que atentó contra la vida de ambas.
Él estaba delante de Amaltea. Aprovechándose de que estaba vulnerable, Amaltea le dio una patada en el pecho que lo mando atrás con violencia.
—¡¡Puaffffg!!
—¡¡¡Pléyades!!! —Exclamó Amaltea con un odio asesino hacia ese sujeto.
—Tú… tú m-me protegiste… —Dijo la chica vaca que estaba detrás de ella. En su cara se denotaba asombro. Había sido protegida por una Elegida, cosa que nunca se imaginó que pasaría.
—Por supuesto que te protegí, retardada. Si te mataban, derramarías sangre por doquier y mancharías mi ropa… Eso sería muy desagradable.
—Ahh… Mu, mu… Fue por eso… —La chica vaca hizo una mueca boba tras escuchar el terrorífico comentario de Amaltea y se desmayó.
—Absurdo… Eso sí que fue inesperado —Miró con indiferencia a la tonta chica desmayada en el suelo.
Luego Amaltea giró su cabeza a donde Pléyades estaba. Notó que este sujeto tenía la mano en el pecho a causa de la patada y, tras toser, él dijo:
—¿Qué excusa fue esa? Arriesgar arriesgando tu vida solo para preservar limpia tu ropa, no es algo normalmente normal. A mí no me convences…
—¡¿Qué te pasa, basura?! ¿Crees que yo permitiré que andes por allí correteando y haciendo lo que te plazca?
El hombre de la máscara se paró derecho y empezó carcajear de una forma despreciable.
—Ah, la protegiste por orgullo… muy mucho curioso. También hablas parloteando como si me conocieras desde hace mucho… Refréscame la memoria, cosa suculenta.
Amaltea estaba más confiada, pues, el Arma Sagrada de ese sujeto aún se encontraba a su lado clavada en el suelo. De repente el olor a madera quemada molestó su olfato, ella supo de inmediato que el pueblo estaba incendiándose…
—Jamás te había visto y hubiera deseado nunca verte, es natural, a nadie le gustaría ver a un sujeto que es la personificación de la pudrición. Ese eres tú, la mayor escoria que existe en este mundo. Esa mascara asquerosa fue más que suficiente para identificarte, Pléyades… ¡¿Tú estás detrás de ese ataque al pueblo?!
—No es como si esté obligado a responderte respondiéndote. Solo te llevaré llevando a la Capital, mis instintos dictan que el Rey la gozará mucho contigo.
—Justo como hiciste con esa niña, tu hija. No importa, que no quepa en ti el arrepentimiento, es algo propio en un hombre miserable. Pero… —Amaltea afiló su expresión, levantó la babilla con autoridad y acercándose amenazantemente al sujeto, prosiguió—. ¡¡¡Que me consideres igual a ti y que pienses que puedes tomarme a mí, Amaltea Vertengeir, como si fuera un objeto, eso ya rebasa la idiotez!!!
Ella finalmente se acercó a un metro delante de él. Su corta capa se meció con una breve ventisca, y sentía como el aire enfriaba su sangre ardiente.
Con los brazos cruzados, la cadera inclinada, con el ceño fruncido y sin sentir ni una pizca de temor por su adversario, Amaltea mantuvo una postura que dejaba clara su firme denuedo. Aunque Pléyades era más alto y corpulento que ella, él parecía un insecto en comparación. Esto debía a la firmeza de la mirada y postura de Amaltea.
—Das espasmos, cosa suculenta. —Pléyades relajó los hombros y suspiró con fastidio—. Prefiero prefiriendo a las chicas más delicadas tiernas, que tenga más pecho busto y que sean más bajas pequeñas, lástima que el Rey no tiene teniendo mis mismos fetiches.
—¡¡¡¿De qué hablas, enfermo?!!!
—Tú andas como si quisieras pelear. —Él se llevó las manos a la máscara y la acarició por alguna razón—. Yo no quiero queriendo llevarte contra tu voluntad. Ven conmigo, te dejaré con el Rey. Estoy más, más y más que seguro de que el Rey te verá diferente a las otras… Eres exactamente como sus fantasiosas fantasías. Si lo satisfaces, tendrás teniendo una vida lujosamente lujosa y serás feliz.
Amaltea arrugó mucho su rostro y chasqueó los dientes.
—Quieres que vaya contigo… Que abandone todos los motivos por lo que vine aquí… Que me convierta en un juguete del Rey a cambio de vivir cómodamente…
—Apuesto a que coincidirás conmigo en que vale valiendo la pena.
—Realmente… realmente eres estúpido. Hacer eso sería traicionar a las tontas compañeras que arrastré hasta aquí, a cambio de… ¿lujos? ¿qué te hace pensar que yo quiero esa clase de vida? Deberían acusarte por blasfemia. Además, en mi corazón está más que claro quién es ese alguien que deseo convertir en mi perrito faldero, y no es ese Rey. Ahora, cualquiera que se oponga a que cumpla ese objetivo, sufrirá las consecuencias.
—Me consideras un obstáculo… ¿Qué harás si intento llevarte a la fuerza?
Amaltea estaba a punto de responder, pero se detuvo, pensó un poco, sacudió la cabeza y engruesando su voz con autoridad, dijo:
—Sé que tú causaste ese ataque al pueblo, eso molestará mis planes. Entonces, con el derecho de mi familia de sangre noble, te ordeno: retira a tus hombres y lárgate de aquí. Da un paso al frente y lo consideraré una violación a mi autoridad. Si lo haces, te mataré a ti y a esos insolentes que vinieron contigo.
Amaltea proclamó con vigor, en sus palabras no había ni una pizca de duda y su forma de hablar estaba llena de confianza.
No obstante, Pléyades se llevó las manos al estómago y empezó reírse de una manera bastante infantil.
—¿Qué es tan gracioso? —Reprochó Amaltea.
—Ja… Ja, ja, jajajajajajaja… —El sujeto respiraba desesperadamente, probablemente porque la máscara impedía que le entrara el oxígeno necesario para mantener una risa tan eufórica.
—…
—Escúchame escuchando… —Por fin dejó de reírse, en su blanca mascara de marfil se reflejó la cara llena de rabia de la Elegida—. Verás: a quien llamé llamando y atacó atacando el pueblo, no es otro que Centurión Miracle Sermón Birdwhistle Vordania el hijo del Lord de este estado… —Pléyades alzó su pierna y la echó un poco adelante, pero antes de dar “ese paso al frente”, detuvo su pierna—… Su sangre noble es de mayor nivel que la tuya, la única que se opone a una autoridad mayor eres tú.
Amaltea miró fijamente la pierna que solo fue alzada para retarla, ella levantó usa ceja dando a entender un mensaje como: “Atrévete a hacerlo y verás…”. Luego observó la repúgnate mascara.
—¿Qué haría alguien de la familia Vordania aquí?
—¿No es axiomático obvio? Esas mujeres que vinieron contigo y esos campesinos, todos serán tomados como cautivos esclavos.
—¿Qué serán tomadas? Con lo tontas que son, es probable, pero la estúpida criada y la tonta chica paloma, me han demostrado que jamás se detienen cuando se trata de cumplir lo que se proponen. La sentimental haría lo que fuera por su novio, y la paloma está decidida a impartir su inmaduro concepto de justicia por el mundo. No creo que se dejen someter fácilmente.
Asombrosamente, el desagrado instintivo característico de los Elegidos no lo sentía ni en Lyna ni Celeste.
—¡Lo dices como si esas existencias insignificantes pudieran hacerle frente a un grupo de Elegidos!
—¡No lo sé y no es que me importe! Pero ¿quién sabe?
Amaltea sabía que Lyna y Celeste querían volver a sus mundos y que la única manera de lograrlo era mediante ella —supuestamente—, así que estaba totalmente segura de que harían lo que fuera por volver.
—Eres demasiado testaruda, tú… —Fue interrumpido.
—Cállate, ya te he dicho lo que debía. Basta de cháchara. Te lo repetiré una última vez, lárgate de aquí o se aplastado como un insecto.
Un silencio incomodo permaneció por unos segundos, ambos enemigos se cruzaban miradas retadoras. Tras aplaudir una vez, Pléyades bajó su pierna dando así “ese paso al frente”.
—No quería queriendo llegar a la violenc… —Dijo Pléyades apenas dio el paso, pero antes de que terminara de hablar, una inesperada patada frontal perfectamente ejecutada impactó contra la boca su estómago con fuerza. Él expulsó un insignificante grito de dolor.
¡El combate inició!
—Te mataré. —Afirmó sin tantos preámbulos la agresora, Amaltea.
Antes de que Pléyades pudiera contratacar, Amaltea se desplazó hacia adelante y ejecutó una patada circular, su talón giró 180 grados e impactó por la zona media del enemigo. Pléyades fue echado atrás por el impuso. Aprovechándose por la distancia que ganó, Amaltea efectuó otra patada con una destreza que envidiaría hasta el taekwondista más experto, se trataba de una patada descendente; con su gran flexibilidad, alzó la misma pierna con la que antes atacó hasta su punto máximo y luego la bajó ganado una fuerza mortal, su talón impactó contra la clavícula del enemigo.
Amaltea pudo aprovechar este último ataque y golpear por la parte superior de la cabeza de su adversario, pero la máscara podría reducir el daño. Así que dirigió todos sus ataques al cuerpo de Pléyades.
Después, ella realizó otra patada frontal, pero esta vez fue detenida por Pléyades. Por alguna razón, salía sangre por los orificios situados en la nariz de la máscara de Pléyades.
Pléyades pudo intentar partirle la pierna, pero si lo conseguía reduciría el “valor” de aquella Elegida.
Por lo tanto, Pléyades se abalanzó al frente y con impulso intentó someterla, pero…
—¡Piedad (HS)! —La Elegida usó su Habilidad Sagrada y, a consecuencia, el cuerpo de Pléyades se desvió a un lado de una forma extraña y cayó al suelo de rodillas.
Esta era la manera de combatir de Amaltea, ya que su primera habilidad le otorgaba una defensa alta pero su poder de ataque era nulo, ella se unió durante tres años a la afiliación de Taekwondo de la Academia Sagrada del estado Astrea. Obtuvo el título de avanzada en este arte marcial. Por lo tanto, ella podía combatir cuerpo a cuerpo como quisiera, y sin preocuparse por los contrataques, siempre y cuando mantuviera activa “Piedad (HS)”.
Había algo extraño y Amaltea lo notó; Pléyades ni siquiera se esforzaba por esquivar sus ataques, y sus contrataques eran muy pobres.
“Qué raro… ¿Tan débil es esta basura?”, pensó ella.
Dando una voltereta hacia atrás y guardando suficiente distancia en relación a su enemigo, una cansada Amaltea preguntó:
—¡¡¡¿Qué pasa contigo?!!! ¿Por qué te dejas golpear y no usas habilidades?
Pese a todos los golpes, Pléyades apenas parecía aporreado… y era más misteriosa aún esa sangre que salía de su nariz.
—Quiero gozar gozando de esa vista tan espectacular —respondió él, estando relajado.
—¿Vista espectacular? —frunció el ceño.
—He estado viendo tus bragas ropa interior en todo momento. —Pléyades cambió su voz a una pervertida e hizo movimientos sugestivos con sus dedos—. Son de color rosa y tienen dibujado corazoncitos, que tierna… —Empezó a gemir y, pese a que su rostro estaba cubierto, se percibía que estaba “encendido”.
—…
—No me juzgues juzgándome… Es tu culpa: ¿Cómo se te ocurre luchar con padas usando una falda tan corta? Le muestras todo a tu adversario. Aunque, honestamente, no me quejo —Más sangre salió de su nariz.
Tras oír eso, Amaltea se quedó en silencio, su rostro estaba inexpresivo, no denotaba ni odio ni desagrado ni sorpresa… Normalmente, tras recibir un comentario así, ella se convertía en un demonio, pero esta vez se quedó callada, y eso era aún más peligroso.
Dentro de ella, la furia de un volcán estallaba en una ira que consumiría el mundo.
Frunciendo poco a poco sus cejas… Alzando su antebrazo derecho… iluminándose la gema con forma de corazón que estaba en el dorso de su mano… Y emergiendo de allí una criatura con forma de corazón y con alas de murciélago… Amaltea ordenó con una calma asesina, una calma que en realidad era sinónimo de muerte:
—Ataca, Corazón Alado.
De inmediato, una cantidad ridícula de proyectiles salieron del centro del corazón, todos fueron disparados contra Pléyades. Normalmente esta arma no atacaba así, pero esta vez, en base a la furia del usuario, salieron disparados tantos proyectiles como una ametralladora.
Cada proyectil hacía un daño similar a un golpe, pero al ser tantos y sin detenerse en ningún momento, se empezó a crear destrucción en derredor.
—¡MUERE! ¡MUERE! ¡MUERE! ¡MUERE! ¡MUERE! ¡MUERE! ¡MUERE! —Ahora sí, estallando en furia, gritó Amaltea.
—¡Maldición! ¿Qué he hecho? ¡He creado un monstruo! —Dijo un arrepentido Pléyades, mientras se esforzaba por esquivar la masiva ola de ataques que se le venía encima.
Si comparamos a Amaltea con un enemigo de un videojuego, anteriormente ella era uno común, pero, tras recibir aquel comentario de Pléyades, ella se trasformó en el Jefe Final.
Generando sonidos como de rayos láser, algunos proyectiles lograron alcanzar a Pléyades efectuándole poco daño, pero de a poco se lograría mucho, él sabía eso.
Así que se enserió.
—Ya basta de esto… —dijo.
—¡¡¡Escúchame, Rey de los parásitos!!! ¡¡¡Originalmente quería matarte a punta de patadas, pero ahora te torturé hasta la muerte!!! —Una voz diabólica resonó en toda la montaña, era Amaltea, el Jefe Final. El epicentro de la destrucción. La causante del montón de polvo que era levantado, y la lluvia de proyectiles que arruinaban el paisaje—. ¡Corazón Roto (HS)!
Amaltea tocó a su sirviente y este se imbuyó con el poder de su segunda Habilidad Sagrada, ahora los proyectiles aplicarían el nocivo efecto de daño emocional.
Varios rayos fueron disparados con violencia abrumadora.
—¡Ahhhhhggg! Eso dolió doliendo —Un proyectil logró impactar contra Pléyades y le hizo recordar experiencias horrendas.
“Para potenciar más el daño emocional de Corazón Roto, debo acercarme a él y tocarlo. Haré cenizas sus emociones”, pensó Amaltea, quien empezó a disfrutar el ver a su enemigo esquivar inútilmente sus ataques.
La Elegida empezó acercarse a Pléyades. Estaba claro que ella tenía la ventaja y pronto lo haría puré… Cumpliría su palabra y lo mataría, este era el fin de Pléyades. Su derrota estaba asegurada. El moriría en ese día.
Cesando la masiva ola de ataques, Amaltea saltó con una patada voladora. El plan era golpearlo y aplicar el poderoso efecto de Corazón Roto (HS) apenas entran en contacto.
Pero… Antes de que eso pasara… Pléyades rio con satisfacción y dijo rápidamente:
—Tu error fue subestimarme.
Cuando la patada estaba a punto de impactar contra él…
—¡Ámame (HS)!
De repente, salieron un montón de rayos sobre la cabeza de Pléyades y hacían una forma circular similar a la de un campo magnético.
—¡¿Qué?! —Dijo la Amaltea que fue afectada por los rayos… Finalmente su patada alcanzó a Pléyades. Después, ella aterrizó con elegancia y se miró las manos confundida—. ¿Qué fue eso? ¿Por qué Piedad no funcionó? Podría ser…
A ella le costó tragar saliva.
Pléyades, quien fue empujado hacia atrás, se acercaba un poco adolorido, pero riendo victorioso.
—Eso estuvo intenso, cosa suculenta. Ahora, ¿qué piensas de mí?
La confundida Amaltea alzó la vista y miró fijamente la máscara. Algo extraño ocurría dentro de su ser, sus sentimientos y emociones cambiaban y una extraña confusión cegaba sus pensamientos.
Antes le parecía horrenda aquella mascara, pero ahora lo consideraba un lindo accesorio. Ese hombre al que anteriormente etiquetaba como un inferior a una “cucaracha babosa”, le empezó a parecer… ¿atractivo?
Amaltea se sonrojó al tener a ese “machote” tan cerca… muchas emociones brotaban desde el fondo de su corazón.
—¿Qu-qué pienso de ti? —Repitió ella, mientras encogía su cuerpo y desviaba la mirada con nerviosismo. Los ojos malignos que ella antes mostraba empezaron a apaciguarse en una ternura inocente. Antes de proseguir, sus labios titubearon y llevándose los dedos a los mismos con vergüenza, continuó—: A ti te odi… Amo. Sí… eso es, no lo aguanto más… ¡Te amo con todo mi corazón! ¡Quiero que seas mío y tú me hagas tuya! ¡Eres mi hombre! ¡Te quiero! ¡Te deseo! ¡Se mi novio! ¡Cásate conmigo!
Anormalmente, como si la chica amargada de antes hubiera desaparecido y fuese remplazada por una copia defectuosa, Amaltea se trasformó totalmente… Una sonrisa cautivadora destellaba en su rostro… Su mejilla ruborizada exponía los profundos sentimientos de amor que le acababan de nacer… Una belleza llena de pureza la hacía resplandecer con una ternura que sucumbiría hasta al más malvado.
Amaltea, de un salto, abrazó a Pléyades. Ella disfrutó el calor corporal que ese machote transfería a su cuerpo, y sintió los fuertes músculos acariciar su pecho. Sí, era un abrazo lleno de pasión y de amor, se aferró a él como si no quisiera soltarlo nunca más…
—Bien, bien… Entonces me amas amándome… ¿Harías todo lo que te pidiera, cariño?
—Por ti haré lo que sea, primor. —Podría imaginarse que sus iris tomaron forma de corazoncitos—. No importa si se rompen mis huesos, que el mundo me condene, si hasta el fin del mundo debo viajar o al sol aniquilar. Por ti mataría y haría lo que fuera…
Amaltea acercó mucho su rostro al de Pléyades, sus alientos se mezclaron… La Elegida besó aquella mascara perversa. ¡Amor! ¡Amor! Era una escena de dos almas unidas por el destino.
—¿Quieres ir a buscar buscando ese cacao para hacer ese chocolate?
—¡Quiero ir a buscar buscando ese cacao para hacer ese chocolate!
—¿Y no te importa si te baño en ese chocolate y así te entrego al Rey?
—Por ti hasta me convertiría en chocolate.
—Bien. Andando entonces, cosa suculenta. —Pléyades acarició el pelo rosa de la Elegida.
Finalmente, él se acercó al hacha que aún permanencia clavada en el suelo de madera, la levantó y luego observó a la semihumana desmayada.
Seguido, apuntó bien y se preparó para cortarla en dos.
—¡Alto!
Pero antes de que eso pasara, otra Eldrie del tipo vaca que, al parecer, estuvo mirando el combate, salió de la tienda y detuvo al Elegido.
—¿También quieres morir muriendo? —Amenazó Pléyades.
—No es eso… Por favor… se lo suplico, no mate a mi hermana… Me ofrezco en su lugar… haga lo que quiera conmigo, pero a ella…
La semihumana se lanzó al suelo y empezó a llorar con suplica.
—… Perdónele la vida.
Pléyades estuvo un rato pensativo. Por más que intentara evitarlo, sus ojos buscaban de mirar el colosal pecho de la semihumana.
Notando esto, la Eldrie agitó un poco el busto con intenciones de “seducirlo”.
—De acuerdo. Te llevaré como esclava.
Pléyades se acercó a ella, sacó un grillete de su traje y lo puso en las muñecas de la chica vaca.
—Gracias… —dijo ella con un temor sumiso.
Sin embargo, una Elegida estallaba en celos…
De repente, Amaltea se abalanzó con intenciones asesinas sobre la Eldrie vaca.
—¡Maldita! ¡Intentas robarme a mi hombre! ¡Te mataré!
—Alto, cariño. —Antes de que Amaltea pudiera asesinarla, Pléyades la detuvo—. Tú serás mía, ella solo es mercancía. ¿Entiendes?
—Sipi, cariñito, jijijiji… —Cambiando radicalmente sus gestos yanderes, Amaltea abrazó a Pléyades y le obedeció. Eventualmente cruzaba su mirada con la de la Eldrie y esta trasmitía una sed asesina.
Finalmente, Pléyades se retiró con ambas chicas… Aquella Eldrie que se sacrificó por su hermana miró atrás por última vez, se alejaba más y más de esa cabaña en la que creció.
Y lagrimas rodaron por su mejilla…
Continuará…
Siguientes partes: Miércoles 5 de Mayo.
Comments for chapter "4.0 "
QUE TE PARECIÓ?
Espera espera que no comprendo bien este capitulo, empiezan con un enfrentamiento como grandes rivales, Pe pe pero luego, que tal escándalo el que genera Pléyades, toda una persecución, persigue deliberadamente a la salvaje Amaltea y finalmente ella termina en los brazos de Morfeo, quiero decir el musculoso, atractivo Pleyades, que pasó?? para nada le es indiferente.
Aquella Eldrie que se sacrificó por su hermana no me gustó para nada el final 🙁