Cenizas del Alma - 01
La noche ya había caído sobre la ciudad y una densa capa de nubes que presagiaban la lluvia no dejan ver el firmamento nocturno, por lo que la oscuridad se cernía sobre todo lugar, en esta tétrica ambientación las luces de velas encendidas que se colaba por unos hermosos ventanales, hacia destacar una majestuosa catedral y en su interior observando aquellas luces en un altar se encontraba un hombre de unos 36 años vestido con un traje negro, tenía lentes, cabello negro ligeramente canoso y por su espalda se acercaba a lo lejos un sacerdote un poco más joven que él quien le pregunto amablemente.
-Le puedo ayudar en algo señor.
-Estoy buscando al Padre Thomas, me podría decir dónde encontrarlo.
Sin darse vuelta Albert respondió al sacerdote que se le acercaba lentamente por su espalda y sin responder inmediatamente a este se acercó a Albert hasta que estuvo atrás de él.
– ¿Qué relación tiene usted con el Padre Thomas?
Pregunto extraño el sacerdote a la par que trataba de ver el rostro de su visitante.
-Es un viejo conocido, aunque ya hace muchos años que no lo he visto, ni tampoco hablado con él.
Sonaba melancólico y tranquilo.
-Mmmmmm…. lamento informarle que el Padre Thomas murió hace unos 10 años más o menos, yo fui el asignado a remplazarlo.
-Supongo que era de esperarse, cuando lo conocí ya bordeaba los 80 años de edad.
-sin ánimos de inmiscuirme en sus asuntos le podría preguntar, ¿Qué es lo que necesitaba del Padre Thomas?.
Con la pregunta un gran suspiro por parte de Albert resonó en la inmensa catedral seguido de su respuesta.
-La verdad solo quería conversar con él…, estoy pasando por un momento duro en mi vida y supuse que el Padre Thomas podría ayudarme con algún consejo.
Sintiendo la pena en sus palabras el sacerdote no pudo evitar el querer ayudarlo.
-Si lo que busca es desahogarse conversando yo soy todo oído, sé que apenas nos conocemos y que no soy tan sabio como el Padre Thomas, pero tratare de ayudarlo lo mejor que pueda.
Girando su rostro Albert trato de ver la cara de a la persona que tenía a su lado, pero la débil iluminación de las velas que estaban dispuestas en aquel altar no era suficiente para poder divisar bien los rasgos del sacerdote a su lado y seguramente él tampoco podría ver su rostro por lo que Albert volvió la mirada altar y respondió resignado con otro suspiro.
-Supongo que no pierdo nada intentándolo.
Sin entender que era lo que Albert trataba de expresar exactamente, el sacerdote con un gesto de como si se hubiera dado cuenta de algo le digo.
-Por cierto, no me he presentado, que mala educación de mi parte, mi nombre es Elliot Wolphin, pero por aquí me conocen como el Padre Wolphin es un placer conocerlo.
La repentina presentación del Padre Wolphin aturdió momentáneamente a Albert quien se quedó callado por unos segundos hasta que vacilantemente contesto.
-Me llamo Albert… Albert Lake, un gusto conocerlo.
-Ya que nos hemos presentado que tal si nos movemos a mi oficina para estar más cómodos y poder charlar mejor, aquí está haciendo bastante frio, además del hecho de que casi no se puede ver nado con lo oscuro que esta.
Haciendo una señal indicando que lo siguiera el Padre Wolphin empezó a caminar hacia unos de los pasillos, por lo que Albert rápidamente lo alcanzo y se posiciono a su lado.
Mientras se dirigían a la oficina del Padre Wolphin una estrepitosa lluvia comenzó a caer sobre la ciudad ahogando casi todo sonido en ella, y anqué la oscuridad apenas hacia visible algo, en ese instante el Padre Wolphin trato de mirar de reojo a Albert que parecía un poco inquieto, mirando por las ventanas como caía la lluvia.
-Pareciera que la lluvia le molesta.
Dijo el Padre Wolphin para tratar de quitar el trance en el que Albert se encontraba.
-No es que moleste la lluvia en sí, es solo que me trae malos recuerdos, eso es todo.
-Con lo que ha llovido el último tiempo, lo debe haber pasado bastante mal.
Al no recibir respuesta de Albert, el Padre Wolphin sintió como si hubiera pisado una mina, por lo que sin insistir en el tema y ya estando prácticamente a las afueras de su oficina se dispuso a abrir la puerta de esta.
Sacando las llaves de su habito el Padre Wolphin abrió la puerta para seguido entrar rápidamente, encendiendo las luces del lugar y con un gesto invito a pasar a Albert.
-Pase puede sentarse en la silla enfrente de aquel escritorio.
Haciendo caso a las indicaciones Albert entro en la oficina y se sentó en la silla que le indicaron, mirando de aquí para allá, como si buscara lago en concreto, hasta que su mirada se clavó en una pequeña y desgastada puerta que se encontraba en el fondo del lugar.
– ¿Le sucede algo?.
la repentina pregunta del padre Wholphin exalto un poco a Albert pero este trato de ocultarlo lo mejor que pudo.
-Solo estaba mirando el lugar y pensando en cómo cambian las cosas.
– ¡AH! ahora que recuerdo conocía al Padre Thomas, lo siento soy un poco olvidadizo, supongo que entro en esta oficina cuando aún le pertenecía a él, no es así.
-Estuve varias veces en este lugar, no ha cambiado tanto como lo esperaba, solo han agregado un par de libreros y un par de cosas más como…
El Padre Wolphin en una esquina de la oficina dándole la espalda a Albert lo interrumpió.
– ¿Quiere un té o un café?.
Sin molestarse por la interrupción Albert respondió alto y fuerte que prefería para pasar el frio de aquella noche.
-Un café bien cargado por favor, sin azúcar.
-Siguiendo con el tema, cuando me asignaron a este lugar, preferí no hacer grandes cambios, ya que hubiera sido un desperdicio votar estas cosas, por ejemplo, este lindo escritorio, no cree.
El Padre Wolphin con bandeja en mano, se acercó a Albert le entrego una taza con el café que le había ofrecido para posteriormente sentarse en su silla y tomar un sorbo de su té.
– ¿Cuál es el problema que lo tiene tan preocupado?
Mientras decía esas palabras se dio cuenta que debido a la poca iluminación de antes no había podido ver bien el rostro de Albert por ello cuando al fin pudo verlo con más luz y detenidamente un mal presentimiento paso por su mente, Albert estaba despeinado y con el pelo sucio, tenía ojeras inmensas, sus ropas estaban mojadas y embarradas de lodo, estaba hecho un total desastre.
Con sus dos manos sosteniendo la tasa de café fuertemente y su mirada fija en ella Albert suspiro, tratando de sacar la voz.
– ¿Qué es lo que me tiene así?
Albert hizo una pausa, levanto su cabeza y alzando la voz desesperadamente siguió.
– ¡Lo perdí todo!, y no importa lo que haga simplemente no soy capaz de recuperarlo.
-Lamento oír eso, pero debe calmarse o no llegaremos a ninguna parte.
Albert se había alterado un poco, pero a ojos del padre Wolphin era un comportamiento esperable.
-Lo siento, pero es difícil para mí hablar del tema.
-No se preocupe, tómese todo el tiempo que necesite y cuando esté listo para hablar solo hágalo.
Mientras que esperaba que Albert se animara a hablar el Padre Wolphin tranquilamente bebía su té y se preguntaba qué es lo que podría haberle pasado para encontrarse en tal estado, hasta una ahogada voz interrumpió su cavilado.
-hace cuatro días me dirigí a trabajar como cualquier otro día, mi esposa como siempre se quedó en casa y mi hija por alguna razón que ya no recuerdo no tenía clases por lo que también se quedaría ese dia.
Albert miraba perdidamente la taza de café en sus manos mientras relataba su historia y como si predijera lo que le estaba a punto de escuchar un nudo se formó en la garganta del Padre Wolphin.
-A medio día como lo hacía siempre me disponía a almorzar cuando recibí una llamada de mi esposa, aunque la primera vez no conteste pensando que si era algo importante llamaría de nuevo, pero nuevamente sonó el teléfono, conteste inmediatamente, pero para mi sorpresa no era mi esposa quien hablaba si no que mi hija, tranquilamente le pregunte qué era lo que quería.
Las lágrimas comenzaron a correr por la cara de Albert quien apretaba cada vez con fuerzas sus manos.
-Me dijo llorando que unos hombres con armas habían entrado en la casa y su madre le había dicho que se escondiera en el armario de nuestra habitación, en ese momento salí corriendo de ahí lo más rápido posible mientras trataba de tranquilizar a mi hija en el teléfono… Para cuando llegue a mi auto de fondo se oyó un grito, probablemente de mi esposa, por lo que mi hija nuevamente se puso a llorar, trate de calmarla lo mejor que pude, le dije que tenía que quedarse en silencio, que no saliera del armario en el que se encontraba, que llegaría pronto.
Albert dejo de hablar un segundo, el Padre Wolphin estaba impactado por el relato al punto que su cara había cambiado de serena y seria a una de preocupación y desconcierto. Quedándose callado al no saber que decirle el Padre Wolphin dejo continuar a Albert quien había dejado la taza de café violentamente en el escritorio.
-Mi casa no quedaba lejos de mi trabajo, si me apuraba podía llegar en 10 minutos, tenía esperanzas, pero en la ruta más rápida había un embotellamiento que me impedía avanzar y para empeorar las cosas una intensa lluvia había comenzado. Pensé en llamar a la policía, pero al tratar solo atendió una operadora pidiendo que esperara, no tenía más opción que salir y correr lo más rápido que pudiera el resto del camino mientras trataba de mantener a mi hija calmada en el celular.
La voz de Albert se quebraba lentamente y cada vez más lagrimas caían de sus hinchados ojos.
-La lluvia apenas me dejaba ver más allá de unos cuantos pasos, me costaba respirar y era difícil correr sin resbalarme, pero si seguía a ese paso llegaría en unos cuantos minutos. Le decía constantemente a mi hija que se tranquilizara, que se quedara en silencio, que todo saldría bien y por un momento pensé que sería así.
Albert levanto su puño y golpeo fuertemente el escritorio liberando toda su ira contenida y casi gritando siguió hablando.
– ¡Fui un iluso!… solo me estaba engañando, sabía que no podía llegar a tiempo y que si lo hacía seguramente no podría hacer nada, pero aun así le seguía diciendo a mi hija que todo estaría bien.
-No seas tan duro contigo mismo, trataste de hacer lo posible, no lograras nada culpándote por algo que escapaba a tu control.
El Padre Wolphin trato de calmar a Albert, pero su intento fue infructuoso.
-Claro que es mi es mi culpa, era mi hija… tenía que protegerla, pero no fue así, la… la descubrieron, solo alcance a escuchar entre el llanto un grito desesperado diciendo ¡PAPA AYUDAME!, en ese momento la llamada se cortó y como si el destino se burlara de mí, me tropecé y cay de cara en el piso.
Tratando de hablar el Padre Wolphin abrió su boca, pero simplemente las palabras no salían, sumando a esto Albert encismado consigo mismo se paró dando un golpe al escritorio.
-Para cuando llegue a mi casa solo habían pasado un poco más de 20 de minutos, entre apresuradamente, estaba todo desordenado y en la sala principal estaba mi esposa con una herida grave en su estómago probablemente de un cuchillo, me acerque e inmediatamente me dijo desesperadamente que se habían llevado a nuestra hija, en ese momento le tome su mano y llorando le prometí que haría todo lo que fuese por encontrarla, pero primero había tratar su herida, corrí al baño por el botiquín pero cuando volví ya… estaba muerta .
Albert al ver el rostro estupefacto del Padre Wolphin se dio cuenta de su actitud y trato de calmarse, se sentó nuevamente, llevo sus manos a su cara para limpiar sus lágrimas dijo.
-Lo siento no era mi intención hacer una escena en frente suyo.
-No tiene por qué preocuparse, no puedo entender por lo que está pasando y seria hipócrita de mi parte suponer que fuera así, pero le puedo decir que dios hace las cosas por algo y que debe creer en él, tener esperanza y vera como todo se resolverá.
Las palabras del Padre Wolphin sonaban vacías a oídos de Albert quien nuevamente dejo salir un suspiro.
-Siempre la misma respuesta, es un plan divino de dios para ponernos a prueba y no se cuanta idiotez más, no sea iluso Padre Wolphin, dios es cruel, vengativo, ¡No le importamos los humanos!
El Padre Wolphin sin enojarse por las palabras de Albert entendiendo que no estaba en la mejor forma mentalmente hablando, le respondió seriamente.
-Es claro que no busca ayuda espiritual, por lo que me intriga saber que es lo podría querer en la casa de dios si es así.
Ya totalmente calmado y con voz apaga Albert respondió.
-Hace muchos años, cuando apenas tenía unos 12 años, solía venir seguido a este lugar a jugar y también a veces hacia una que otra travesura por lo que el Padre Thomas me traía a esta misma oficina y me regañaba, en una de esas ocasiones tuvo que salir por una emergencia de la oficina, me dijo que no me moviera ,que volvería en un momento, en un principio le hice caso pero después de un par de minutos estaba aburriéndome y comencé a dar vueltas por el lugar hasta que aquella puerta llamo mi atención.
Albert con su mano apunto a la pequeña puerta que se encontraba en el fondo de la habitación y con preocupación el Padre Wolphin miro en aquella dirección.
-Tras buscar en los cajones de este mismo escritorio encontré una llave antigua que encajaba con la apariencia de la puerta por lo que me acerque para ver si serbia, al ver que la puerta abrió fácilmente me dispuse a entrar, la puerta dirigía a unas oscuras escaleras que bajaban, por lo que dude de si bajar, pero mi curiosidad era mayor, quería saber que era lo que se escondía allí abajo.
El nerviosismo comenzó a notarse en el rostro del Padre Wolphin, pero haciendo caso omiso a esto Albert continuo.
-Cuando bajé las escaleras y prendí la luz una inmensa decepción me invadió, solo era una habitación llena de libros polvorientos, pero cuando estaba a punto de irme desilusionado sentí la sensación de que algo me llamaba e inconscientemente comencé a moverme hacía el estante del fondo de la habitación y tomé uno de ellos. En el momento que lo tome una irresistible sensación de querer abrirlo se apodero de mi cuerpo, pero justo en el momento en que iba a hacerlo el Padre Thomas me tomo del brazo, me saco de aquella habitación, el cerro con llave y me prohibió entrar nuevamente en esta catedral.
El Padre Wolphin estaba claramente alterado por la historia de Albert y haciéndose el tonto dijo.
-A dónde quiere llegar exactamente Albert.
-Cuando mataron a mi esposa y se llevaron a mi hija una extraña sensación comenzó a crecer en mi interior y la noche anterior tuve un sueño recordando todo lo acontecido.
-Está seguro de que no fue solo un sueño.
-No, eso era un recuerdo nítido, sé que aquel libro esta tras esa puerta y tengo la sensación de que es la solución a todos mis problemas.
Albert miraba fijamente al Padre Wolphin con ambos ojos bien abiertos esperando su respuesta.
-Es ridículo lo que está diciendo, aun así, aunque lo que dice fuera cierto no puedo dejarlo pasar de ninguna manera.
Parándose y gritando Albert respondió
– ¡Es la vida de mi hija la que está en juego aquí!, tengo probar todo lo que este a mi alcance, aunque suene ridículo.
-Lo siento, pero aun así no puedo dejarlo pasar, además hay solo se guardan los artículos para rituales religiosos, algunos cálices, campanas y par de cosas más.
En ese momento Albert como si ya no pudiera aguantar la angustia se arrodillo con una mano agarrando fuertemente su pecho y la otra tirando su pelo, mientras lloraba. El Padre Wolphin al ver la escena se acercó a Albert y poso su mano en su hombro con la intención de consolarlo, pero al momento de hacerlo sintió una enorme corriente circulando por su cuerpo y de inmediato callo de rodillas.
Afirmándose con sus manos en el piso el Padre Wolphin miro a Albert en busca de respuesta, pero solo se encontró con una mirada vacía y sin vida dándole un horrible escalofrió en la espalda y aunque trato de pararse solo recibió otro choque eléctrico, esta vez cayendo desmallado en el piso.
Tras inmovilizar los brazos y piernas del Padre Wolphin, Albert comenzó a registrar la oficina en busca de la llave para la puerta en el fondo de la habitación, siendo los cajones del escritorio el primer sitio que Albert reviso. En los primeros dos solo encontró papeles y artículos de oficina, en el tercer y último cajón del escritorio, aunque no encontró la llave que buscaba hayo una hermosa daga de filo negro, mango blanco y adornada en el pomo con un rubí, pero al no ser lo que estaba buscando la dejo en su lugar y siguió registrando todos los rincones del escritorio.
Tras unos minutos de buscar por la oficina la llave, Albert pensó que talvez el Padre Wolphin podría llevarla con él, por lo que se dispuso a buscarla entre sus ropas encontrando en su cuello colgada la misma llave de sus recuerdos junto a un extraño collar de pentagrama invertido.
Habiendo tomado la llave Albert se dirigió a abrir aquella puerta encontrándose al hacerlo el mismo pasadizo con escaleras de sus recuerdos, esto para Albert era una señal de que todo lo que recordaba era cierto y al mismo tiempo la sensación de querer encontrar aquel libro se hiso más grande.
Tras bajar por las escaleras Albert encendió las luces de la habitación para ver mejor y salvo algunos cambios tales como que los libros estaban mejor ordenados, el lugar seguía igual que en su memoria. Tras buscar por unos minutos en las estanterías el libro y no encontrar nada, Albert comenzó a desesperarse causando un gran desastre hasta que una extraña sensación se apodero de su cuerpo llevándolo hacia uno de los estantes más cercanos a la entrada, algo lo llamaba, era la misma sensación de cuando estuvo en aquel lugar cuando era niño. Albert guiado por la extraña sensación tomo de los estantes un libro antiguo y grande con tapa de piel café, adornos de metal negro en cada esquina, en el centro se encontraba un extraño símbolo en relieve de un círculo con letras en un dialecto incomprensible además de un triángulo en su interior.
Con el libro en sus manos la sensación de abrirlo se hacía cada vez más inaguantable, hasta que sin preguntándoselo más Albert lo abrió de golpe descubriendo nada más que letras y dibujos incomprensibles al igual que en la portada. Luego de inspeccionar varias páginas del libro por un tiempo, Albert llego a la mitad en la que se encontraba un signo como que el de la portada, pero con la diferencia que se podía apreciar mejor por el contraste entre la tinta negra y papel amarillento del libro.
Mientras Albert inspeccionaba la página central del libro paso su mano por esta y cuando estuvo en el centro de aquel símbolo escucho.
– ‘Nos volvemos a encontrar’.
En ese momento asustado Albert dejo caer el libro mirando a sus alrededores para dilucidar de dónde provenía aquella voz, pero seguía solo en aquella habitación, por lo que solo podía venir de un solo lugar. Albert levanto el libro del suelo, lo abrió buscando su página central y temeroso volvió a posar su mano en el centro del símbolo.
– ‘Te he estado esperando humano’.
Esta vez Albert no dejo caer el libro al escuchar la imponente voz en su cabeza, sin embargo, seguía temeroso por lo cual respondió vacilantemente.
– ¿Me esperabas?, o sea, ¿Sabías que vendría?
– ‘No es la primera vez que encuentras este libro no es verdad, solo hacía falta esperar un tiempo y eventualmente aparecerías’.
Ignorando su sentido común Albert trato de seguir la conversación como mejor pudo.
-Aunque sea verdad que antes he encontrado el libro, pareces muy seguro de que volvería a venir.
– ‘Eso es porque estaba seguro de que lo arias, tan solo hacía falta un pequeño empujón, para que lo que puse en tu cabeza la primera vez que lo encontraste se activara y vinieras en mi búsqueda’.
– No entiendo a lo que te refieres.
– ‘Cuando tomaste el libro por primera vez en tu mente implante la necesidad de abrir el libro y aunque que pasara el tiempo y olvidases todo lo ocurrido, en un momento de angustia, desesperación o dolor este sentimiento se reactivaría con mayor intensidad dándote la sensación que la única solución a tu problema sería encontrar y abrir este libro, por lo que solo era cuestión de tiempo para que aparecieras ante mí a cumplir tu deseo’.
Albert asustado y confundido ante la explicación de aquel ser solo pudo preguntar ahogadamente.
– ¿Qué cosa eres?.
– ‘Acaso eso importa siquiera, lo realmente importante aquí eres tú y lo que yo pueda hacer para resolver tu problema’.
– ¡Puedes ayudarme a rescatar a mi hija!
Dijo Albert desesperadamente.
– ‘Claro que puedo hacerlo, pero todo tiene un costo, la verdadera pregunta aquí es ¿Estás dispuesto a pagar el precio?.
Albert decidido y sin vacilar respondió.
-Si puedo salvar a mi hija te daré y hare todo lo que me pidas no importa lo que sea.
– ‘Esa actitud me gusta más, pero hay solo un detalle que debe ser resuelto antes de siquiera pensar en hacer un trato’.
Albert más tranquilo y habiendo asimilado la existencia de una presencia dentro libro respondió calmadamente.
-¿Por qué debería hacer algo si no obtendré beneficio de ello?.
– ‘¡No obtendrás benéfico!, te estoy dando la oportunidad de rescatar a tu amada hija, lo que te pido no es más que la comprobación de que eres apropiado o no para hacer un trato contigo, si te niegas solamente deja el libro en donde lo encontraste y márchate, ya aparecerá alguien que esté dispuesto a hacer lo que le pida’.
– ¡AHH!… Está bien, ¿Qué es lo que quieres que haga?.
Albert se resignó a las demandas, después de todo dijo que haría lo que fuera y estaba dispuesto a cumplir con su palabra.
– ‘Debería haber un sacerdote resguardando este lugar, quiero que lo mates, simple no es así’.
La petición de la entidad del libro choqueo a Albert quien no esperaba algo así de buenas a primeras.
– ¡NO!… no puedo hacerlo, es una persona inocente que no tiene nada que ver en esto.
– ‘Acaso no dijiste que estabas dispuesto a hacer lo que hiciera falta, no me digas que esas solo fueron palabrerías’.
-No puede ser otra cosa, cualquier cosa menos matar a una persona, por favor te lo imploro.
Tras no recibir respuesta de la entidad del libro Albert desesperado grito.
– ¡Al menos dime porque tengo que hacerlo!.
– ‘Si piensas que tengo una buena razón para hacerlo, estas equivocado, solo quiero venganza por mantenerme prisionero por tanto tiempo, pero si no estás dispuesto a cumplir con mi simple petición, como dije antes deja el libro donde lo encontraste y vete’.
Sin saber que hacer Albert cayo rendido al suelo soltando el libro y afirmándose con sus manos en el piso mientras se rebatía la idea de asesinar a una persona. La mente de Albert trabajaba a toda velocidad tratando de asimilar todo lo que estaba sucediendo mientras se preguntaba si estaba dispuesto a hacer lo que sea con tal de salvar a su hija.
Tras unos cuantos minutos sin decir una palabra Albert tomo nuevamente el libro busco la página central, puso su mano en ella y dijo secamente.
-Lo hare.
– ‘Así se habla ve por ello, te esperare cuanto haga falta’.
Serrando el libro Albert apago la luz de aquella habitación y subió por las escaleras en dirección a la oficina donde se encontraba el Padre Wolphin aun desmallado.
Ya en la oficina Albert se dio cuenta de que no llevaba ninguna arma por lo que no podría completar la tarea que se le había encomendado, por tanto, abrió nuevamente el libro para hablar.
– ¿Qué es lo que voy hacer?, no tengo nada con que hacer lo que ya sabes con el Padre Wolphin.
– ‘Entre sus ropas o en alguna parte de este lugar debería de haber un arma de filo negro probablemente sea un estoque, cuchillo o daga’.
Inmediatamente Albert recordó que en el último de los cajones mientras busca la llave para abrir la puerta había encontrado una inusual daga de doble filo negro por lo que rápidamente se dirigió a buscarla. Ya con el arma en sus manos y sin experiencia en este tipo de acciones Albert le pregunto a la entidad del libro.
– ¿Cómo debería hacerlo?, debería apuñalarlo en un lugar específico.
– ‘No me importa el cómo, solo hazlo como quieras’
-Pero nunca había hecho algo como esto, si lo hago mal y despierta, no sabría cómo reaccionar.
Dijo Albert alterado, pero la respuesta fue tranquila y autoritaria.
– ‘Apuñálalo en el corazón con toda tu fuerza y por favor trata de no salpicar mucha sangre…. ¡AH! Y cuando termines toma el libro, la daga y abandona este lugar lo más rápido posible, no te preocupes por el cuerpo’.
Haciendo caso a las frías palabras, Albert dejo el libro de lado tomo la daga con ambas manos y se arrodillo al lado del desmallado Padre Wolphin, pero en el momento que trato de asestar la puñalada sus temblorosas manos no se movían, mientras se repetía para sí mismo.
-Tienes que hacerlo, por tu hija, tienes que hacerlo.
Pasaron varios minutos con Albert parándose y arrodillando nuevamente al lado del Padre Wolphin mientras temblaba por la indecisión, hasta que no aguantándolo más tomo el libro nuevamente.
-No puedo hacerlo, simplemente no puedo hacerlo, el no hecho nada malo.
– ‘Te comprendo perfectamente no todos están preparados para asesinar a otra persona, por lo que sí es todo lo que tenías que decir devuelve el libro a donde lo encontraste o simplemente déjalo aquí y vete ya se encargara el sacerdote de devolverlo a su lugar o quizás lo esconda en otro lugar, quien sabe’.
En ese momento Albert cerro el libro lo dejo en el escritorio y dispuesto a marcharse del lugar miro la daga en su mano pensando que la única esperanza que le quedaba la había dejado escapar, no le había nada más, había perdido todo lo que le importaba, debido a eso, un fugaz pensamiento paso por la mente Albert, si ya no le quedaba nada, no podía perder nada más, por lo que acaso importaba siquiera si mataba a una persona si así lograba salvar a su hija.
Con ojos apagados Albert miro al Padre Wolphin el cual no le había hecho ningún daño, al contrario, se había ofrecido a ayudarlo como pudiera, pero esa persona debía morir, para así poder salvar a su hija, por lo que sin pensarlo dos veces Albert se arrodillo nuevamente al lado del desmallado Padre Wolphin, pero esta vez sus manos no temblaban, su corazón estaba calmado, no sentía nada en absoluto y en un solo movimiento descendente Albert clavo con todas sus fuerzas la daga en el pecho de aquella persona que había tratado de ayudarlo desinteresadamente y ahora se encontraba con sus manos empapadas de su sangre.
Albert se llevó las manos a su cabeza mientras tiraba de su pelo y contemplaba el pecado que había cometido.
– ¡JAJAJAJAJA…JAJAJA…JAJA…JA!, ¿Qué acabo de hacer?, ¡AH!… claro acabo de matar a alguien, pero porque no siento nada… bueno que más da.
Albert recuperando la compostura, limpio lo mejor que pudo la sangre de su cara y ropas, saco la daga del pecho del cadáver de un solo tirón para seguidamente limpiarla y enfundarla, tomo el libro del escritorio sin siquiera abrirlo para posteriormente salir tranquilamente llevándose este y la daga como se lo había indica aquella entidad.
Ya en su casa que estaba bastante desordena y con rastros de sangre en el salón principal, Albert dejo el libro y la daga en una pequeña mesa en el centro de la sala para seguidamente sentarse en un sillón cercano, encendió un cigarro y se mantuvo en silencio mientras fumaba por unos minutos, hasta que decididamente abrió aquel libro busco la página central y poso su mano en ella.
– ‘Savia que lo harías, enhorabuena mi amigo, has cumplido con mi petición y por ende cumpliré con mi palabra y te ofreceré lo que más ansias, a cambio de un precio justo claro’.
La entidad del libro parecía alegre y bastante jovial mientras felicitaba a Albert por su horrendo acto.
– ¡Si lo hice, mate a una persona tal como pediste, pero simplemente porque me obligaste a hacerlo!
– ‘Obligarte, no me hagas reír, puedo hacer muchas cosas, pero obligar a un humano a hacer algo en contra de su voluntad no es una de ellas, lo que tu hiciste no fue más que tu egoísta deseo materializándose’.
Habiendo perdido rápidamente el debate Albert se quedó callado.
– ‘No te preocupes su muerte era totalmente necesaria para que tu deseo se hiciera realidad, si solo hubieras tomado el libro y escapado, toda esperanza se hubiera acabado’.
Las palabras de la entidad no lograban convencer a Albert, por lo que no pudo evitar preguntar.
-No entiendo lo que tratas de decir, ¿Por qué era tan importante que Padre Wolphin muriera?
– ‘Dime, ¿Qué crees que soy?’.
-Si tuviera que decir lo primero que se me viene a la mente, dirá que eres un espíritu.
– ‘Bien y mal al mismo tiempo, se podría decir que soy algo más peligroso que un simple espíritu, por lo que si alguien robase el libro inmediatamente la organización detrás del telón a la cual pertenecía aquel sacerdote vendría a recuperarlo y el ladrón desaparecería sin dejar rastros’.
-Pero si hay más gente involucrada en esto de todas maneras eventualmente vendrán a recuperar el libro.
– ‘Por eso era esencial que mataras al sacerdote, seguramente le diste tu nombre y te vio el rostro por lo que no hubiera tardado en encontrarte, aunque he de admitir que me impresiona que hayas podido noquearlo’.
-Entiendo, ahora que la única persona que sabía quién robo el libro está muerta tardaran más en encontrarme.
Extrañamente para Albert este estaba bastante clamado durante la conversación por alguna razón.
– ‘Exacto, te ha costado un poco entender mis intenciones, pero que se le va hacer’.
-Si es así no tenemos mucho tiempo, por lo que deberíamos hacer el trato rápido.
– ‘Tranquilo, estimo que al menos tenemos una semana antes que descubran tu identidad, además es primera vez que hablo con alguien en años, pero como quieras, antes de comenzar tienes alguna pregunta que quieras hacerme responderé todo, deberías aprovechar’.
Ante el ofrecimiento Albert pregunto lo primero que se le vino a la mente.
-Me gustaría saber qué cosa eres, antes dijiste no ser un espíritu, por lo que lo único que se me ocurre que podrías ser es un demonio.
– ‘Nuevamente equivocado, soy lo que se denomina un caído, sin embargo, en esencia podría decirse que soy lo mismo que ustedes denominan demonio’.
-Lo siento, pero no me queda claro del todo, como eres y no eres lo mismo que un demonio.
– ‘Ángeles, demonios, dioses, solo son nombres que los humanos nos han dado, como muchos otros que van variando de cultura a cultura, por lo que eres libre de llamarme como quieras’.
-Ahora entiendo mejor, pero si eres un “Ángel”, ¿Quiere decir eso que dios existe?
– ‘Si hablas de un dios como en las creencias judeocristianas que es omnisciente, omnipresente e omnipotente, estas equivocado no existe ser con esas tres cualidades, aunque tu especie ha llamado a la mía dioses algún tiempo atrás, alguna otra cosa que quieras saber’.
Tras pensarlo por unos minutos Albert le pregunto.
-En estos instantes y cuando mate al Padre Wolphin sentí como si ya nada importara, que no importaba si lo mataba, tienes algo que ver con eso.
– ‘Como ya te dije no puedo obligar a los humanos a hacer algo que ellos no quieran ya que tienes libre albedrio, pero lo que puedo hacer es darles el empujón que necesitan para hacer algo’.
Tras procesar las palabras de la entidad Albert llego a una apresurada conclusión que expreso rápidamente.
-Sabía que fue por tu culpa, normalmente no sería capaz de hacer algo como eso.
– ‘No estés tan seguro de eso, si un humano no está dispuesto a salvar a alguien no importa que tanto lo incite a hacerlo simplemente no lo hará, en tu caso no lo hubieras hecho si en tu mente esa no hubiera sido una opción, yo solo despejo las dudas de las personas, no las controlo’
Albert se quedo callado por un buen rato, mirando a la nada, con el cigarro colgando de su boca hasta que de la nada comenzó a reír descontroladamente.
– ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!… Soy un hipócrita, siempre estuve dispuesto a matar al Padre Wolphin es solo que no quería admitirlo, tu solo me mostraste mi verdadero ser, estoy listo para hacer el trato, pero antes quiero saber tu nombre si es que tienes alguno.
– ‘Me parece que no estás bien de la cabeza, pero eso me gusta, lo que no me atrae es tu falta de modales, es de mala educación pedir el nombre a alguien más sin haber dado el tuyo primero’.
-Mmmmm…. Me llamo Albert Lake.
Respondió Albert rápido y sin mucho animo
– ‘Un placer conocerte Albert, y para responder nombre como tal no poseo, pero los humanos me han llamado de muchas maneras, pero los más conocidos supongo que serían Abadón y Apollyon, en tu idioma “El destructor”, siente libre de llamarme como quieras…. Si no tienes más preguntas que tal si sellamos el trato’.
-Antes de seguir con esto quiero estar seguro de que no me engañaras y luego que te de lo me que pidas no cumplas tu parte del trato.
– ‘Seré sincero contigo Albert, no puedo solo salvar a tu hija como por arte de magia y dejar que continúes tu vida con ella como si nada, aquel que te ofrezca un trato así seguramente estará intentando aprovecharte de ti, lo que yo te propongo es darte poder suficiente para que nadie, ni nada pueda interferir en tu búsqueda, tampoco puedo asegurar que siquiera puedas recuperarla con vida, pero créeme cuando te digo que nadie te dará una mejor oferta que esta’.
Para Albert la entidad del libro tenía razón, la policía le había fallado, la sociedad le había fallado, la religión de igual manera, ya no le quedaban opciones, no podía hacerlo solo, por lo que respondió sin vacilación.
-Con eso me vasta, ¿Qué es lo que quieres a cambio?
– ‘Deberás ofrecerme la totalidad de tu ser, tanto cuerpo como alma, no podrás volver nunca a tu vida normal, a cambio te daré poder suficiente para salvar a tu hija y en el caso de que se encuentre sin vida, poder para vengarte de aquellos que la dañaron de la forma que más gustes’.
-Es un precio bastante alto el que me pides, además como piensas darme ese poder del que hablas.
Dijo Albert exigiendo una explicación.
– ‘En términos simples, fusionare tu esencia con la mía dándote poder y habilidades que un humano normal solo soñaría con tener, pero cuando tu objetivo sea cumplido tu cuerpo pasara a ser mío para siempre’.
Albert atónito por las palabras de Abadón se quedó callado por unos momentos, pero ya era demasiado tarde para echarse para atrás, mientras pudiera salvar a su hija nada más importaba en su mente en esos momentos.
-Hagámoslo, aunque no lo entiendo del todo bien quiero aceptar tu trato.
– ‘Perfecto, para sellar nuestro convenio debes tomar la daga que tomaste de aquel sacerdote y cortarte la palma de tu mano lo suficiente como para que la sangre se derrame de tu mano, cuando lo hayas hecho solo debes de poner esa mano como la tienes en estos momentos y decir en vos alta que aceptas el trato que propongo’.
Haciendo caso a Abadón, Albert quito su mano del libro tomo la daga de plata y realizo un corte bastante profundo en su mano y de inmediato una gran cantidad de sangre comenzó a fluir por su palma, el dolor era inmenso, pero haciendo caso omiso a este Albert poso su mano nuevamente en la página del libro y dijo en voz alta.
-Acepto el trato y cumplir con él en tanto tu Abadón cumplas tu parte.
En ese mismo momento la tinta de la página en la cual Albert tenía su mano comenzó a desprenderse del papel volviéndose liquida y mezclándose con la sangre formándose un líquido espeso y negro. Cuando el símbolo había desaparecido completamente de la página un dolor incomparable recorrió el brazo completo de Albert, este trato desesperadamente de despegar su mano de la página del libro, pero todos sus esfuerzos fueron en vano, fue ahí cuando se dio cuenta de que aquel liquido mezcla de sangre y tinta se estaba introduciendo en su cuerpo a través de la herida de su palma causando el tortuoso dolor que se expandía lentamente por todo su cuerpo haciendo que casi perdiera la conciencia.
Cuando solo quedaban unas gotas de aquel liquido Albert solo pensaba en morir y acabar con ese sufrimiento, pero justo cuando estaba por perder la cordura la última gota entro en su cuerpo y el agudo dolor paro inmediatamente, con esto Albert pudo también quitar su mano de la página del libro viendo que esta había quedado en blanco, pero antes de que este pudiera relajarse un dolor peor al que había sentido con anterioridad comenzó de golpe.
Una especie de vapor comenzó a brotar por todo el cuerpo de Albert además de un intenso calor asiéndolo sentir como si lo hubieran arrojado a las llamas del infierno, era simplemente inaguantable y por ello tras unos pocos segundo Albert cayo desmayado en el piso del salón.
Como despertando de una pesadilla Albert se levantó exaltado y al ver que todo estaba oscuro afuera miro el reloj dándose cuenta que era de madruga, aun desconcertado por aquel extraño sueño Albert se dirigió al baño de su casa a lavarse la cara, pero su sorpresa al ver el espejo lo dejo paralizado, había rejuvenecido al menos 10 años, ya no tenía arrugas, su dolor de espalda había desaparecido al igual que sus canas, además de que sus lentes le molestaban para ver por lo al quitárselos noto que su miopía había desaparecido. Corriendo hacia la sala de estar en la cual se había despertado Albert confirmo que en la mesa central se encontraba el libro antiguo significando que aquello no fue solo un sueño, en ese momento una voz sonó dentro de la cabeza de Albert.
– ‘Pareces confundido Albert, acaso es a causa de tu nueva apariencia’.
– ¡Cómo es posible que pueda escuchar tu voz si no estoy tocando el libro!, además ¡cómo fue que mi apariencia cambio tanto en tan poco tiempo!… no lo entiendo.
– ‘Solo hice lo que dije que iba hacer Albert, combine tu alma con mi esencia por eso puedes escuchar mi voz sin tener que tocar el libro, el que te hayas hecho más joven es un poco más difícil de explicar… En términos simples todos los humanos están compuestos de un elemento físico ósea tu cuerpo y un elemento espiritual, este es un respaldo de todas tus experiencias y memorias estando dormido hasta la hora en que mueres, es aquí cuando esta parte espiritual despierta dejando a tu yo físico atrás, esta alma como ustedes la llaman en esencia es energía pura, cuando combiné tu alma conmigo la desperté en el proceso y lo interesante de todo esto es lo que puedes hacer con esa energía en un ser físico si sabes cómo utilizarla’.
Apenas entendiendo la larga explicación de Abadon y algo confundido Albert pregunto.
– ¿Quieres decir que usaste mi alma para rejuvenecer mi cuerpo?
– ‘Básicamente si, además puedo curar enfermedades y heridas con el mismo método, pero no todo es tan bueno como suena, para poder hacerlo básicamente tuve que quemar tu alma reduciendo por decirlo de alguna manera su tamaño además de esto sumado a el estrés físico de este cambio, tu tiempo de vida, si no calculo mal se ha reducido en unos 20 años’.
-¡20 años! En que estabas pensando que pasaría si por eso me muero pronto y no logro encontrar a mi hija.
-‘No te preocupes por nimiedades considere todas las variantes antes de actuar, según la salud de tu cuerpo diría que fácilmente llegarías a los 80 años si nada te pasara por lo que teniendo unos 36 años todavía te quedarían un poco más de 20 años de vida, por lo demás suponiendo el peor de los casos nos demoraríamos alrededor de 2 semanas en encontrar a tu hija por lo que el margen que queda es bastante bueno no crees, aunque este margen se irá reduciendo si sufres heridas graves y me veo obligado a usar este método para sanarlas, además era necesario que tu cuerpo estuviera en la mejores condiciones posibles, paro lo que venga después’.
Temiéndose lo pero Albert dijo.
– ¿Qué es lo que aras con mi cuerpo una vez que hayamos encontrado a mi hija?
– ‘Eso es un secreto y no me gustaría arruinarte la sorpresa, en estos momentos solo debes concentrarte en hacer aquello a por lo que has venido a mi’.
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