Cenizas del Alma - 06
Parte 1
Robert se encontraba en el monasterio alistando tanto sus cosas como las de su maestro para prepararse para la misión que les habían encomendado cuando su maestro el mariscal entro en la habitación llamándolo alegremente.
-¡Hey!, Robert como vas con los preparativos.
-Llega en buen momento, estoy por terminar de ordenar todo, pero me confunde que me pidiera que preparara sus cosas también, en general le gusta hacerlo a usted mismo.
-Bueno estamos contra el tiempo y tenía que encargarme de realizar unas cuantas llamadas para notificar a nuestros contactos y que nos avisen si encuentran a nuestro prófugo, alguna otra duda muchacho.
-Mas que una duda podría decirse que es curiosidad por lo que menciono cuando salimos de la reunión con el maestre.
-HAA, te refieres a la persona que das más miedo que él Maestre.
-Exacto, no me imagino que alguien así pudiera existir.
-Claro que existe una persona así, de hecho, en la habitación en la que se hacen las juntas del consejo y la ceremonia de iniciación esta su espada clavada en el piso debiste verla cuando tuviste la tuya.
-Pensé que era solo decoración del lugar cuando la vi.
Dijo Robert encogiéndose de hombros mientras seguía ordenando cosas.
-Además cómo es posible que le permitieran hacer algo como eso, ¿No sería considerado sacrilegio?
-Claro que lo es, pero al que le pertenecía esa espada era conocido como el Caballero de la muerte, era considerado el caballero más fuerte que haya tenido la orden en toda su historia, pero hace unos años clavo su espada en el piso y se marchó de la orden.
-Creía que no puedes dejar la orden una vez hecho el juramento.
Dijo sorprendido Robert.
-En términos generales es así, pero siendo honesto no creo que alguien se hubiera atrevido a llevarle la contraria o tratar siquiera de detenerlo.
– ¿Tan fuerte era?
Pregunto Robert con incredulidad ante las palabras de su maestro.
-En ese tiempo creo que ni con toda la orden junta hubiéramos podido ganarle, al menos sin perder a la gran mayoría, era realmente aterrador cuando se ponía serio… Bueno suficiente charla iré a buscar mi amuleto y luego nos iremos, no olvides empacar nada de acuerdo.
-Si señor.
El mariscal salió de la habitación y dejo a Robert seguir empacando y ordenando el equipo que se llevarían consigo en su misión.
Parte 2
La mañana se hacía presente en toda la ciudad dejando atrás las frías tinieblas y dando paso a una soleada y cálida madrugada mas solo hiso lamentarse a un Albert que no habiendo podido dormir en toda la noche ahora tenía que levantarse y enfrentar un nuevo día. Para poder sobrellevar la pesada mañana Albert se preparó un café con una cafetera que había en la habitación y paso a sentarse a las horillas de su cama mientras veía las noticias en la pequeña televisión.
Cuando Albert llevaba la mitad de su café en la cama al lado de la suya una pequeña figura comenzó a moverse, era la pequeña niña que Albert había rescatado de aquella mansión el día anterior y que ahora se estaba despertando de su largo sueño. Albert ante esta eventualidad se puso muy nervioso por lo que dejo la taza de café en la mesita de noche al lado de su cama y se paró sin saber que más hacer y cómo era que confrontaría a la pequeña.
Abriendo los ojos luego de un largo descanso y mirando que estaba en lugar desconocido la pequeña niña se asustó y salto de la cama desesperada, pero lo que más impacto a Albert fue su reacción al verlo a él que para la sorpresa de este lejos de ser negativa ante su presencia, era todo lo contrario con la niña abalanzándose hacia Albert y dándole un abraso mientras hundía su cara fuertemente contra su abdomen.
Ante la inesperada reacción Albert no supo cómo responder y solo atino a preguntar con voz amable.
– ¿Estas bien?, no te duele alguna parte de tu cuerpo.
-No me duele nada.
Respondió la niña con una dulce y alegre voz sin dejar de abrazar fuertemente a Albert.
-Si es así podrías dejar de abrasarme, me estoy por caer.
– ¡No quiero!
La niña hundió su cara de nuevo en el abdomen de Albert y apretó más el agarre de sus abrazos para que este no pudiera separarla de ella.
-Podrías decirme al menos, ¿Por qué no me quieres soltar?
-Si te suelto me volverás a dejar sola, como lo hiciste antes.
Sin tener ni la más mínima idea de lo que ella estaba hablando Albert trato de llegar al fondo de todo preguntando.
– ¿A qué te refieres con dejarte sola como antes?
-No te hagas el tonto papa, no dejare que te vallas.
Ante la palabra papa mencionada por la niña Albert quedo impactado y trato de corregirla en su error.
-No, no, tú no eres mi hija, sin contar ayer esta es primera vez que nos vemos.
-Si soy tu hija, mi mama me mostro una foto tuya de antes de que nos abandonaras.
Albert solo pudo hallar una explicación para la extraña actitud de la niña, nadie más que Abadón podía ser responsable de aquella confusión.
-Abadón que fue lo que hiciste ahora.
Dijo Albert lo suficientemente bajo como para que la pequeña no lo oyera.
– ‘Solo quería ver tu reacción lo siento, fue muy gracioso’
-Entonces si fuiste tú, devuélvela a la normalidad de inmediato.
– ‘No se puede, al salvarla modifique sus recuerdos para creyera fehacientemente que eres su padre y ya no puedo cambiarlos’
-¿Por qué hiciste algo así?, ni siquiera se su nombre, ¿Qué se supone que haga ahora?.
Dijo Albert aun tratando de librarse del fuerte agarre de la pequeña.
– ‘Era la mejor manera de que ella te aceptara fácilmente, además ya has tenido una hija antes, seguro que la cuidaras bien´
-Ese no es el problema, ¿Qué pasara con su familia?, es probable que la estén buscando, no lo ves, no puedo ir por la calle con una niña desaparecida como sí nada.
– ‘Que inocente forma de pensar, conversa un poco con ella y entenderás todo, por mi parte, estoy planeando nuestros próximos movimientos por lo que te dejo de momento’
Dijo Abadón con una vos misteriosa, claramente ocultando información como siempre, a la vez que dejaba de hacer caso a los reiterados llamados de Albert.
– ¿Qué se supone que haga ahora?
Dijo un resignado Albert que separo a la pequeña de su abdomen la tomo por los hombros y con una sonrisa forzada trato de convencerla de que lo soltara.
-Te prometo que no me iré a ningún lado, tampoco te dejare sola por lo que podrías dejar de abrazarme por un momento, debes tener hambre que tal si comes algo y conversamos mientras.
La niña miro directamente a los ojos de Albert y con gesto de si con su cabeza le indico a Albert que estaba bien para ella. Previendo que la pequeña niña despertaría con hambre, Albert el día anterior además de la ropa había comprado unas cuantas cosas para que él y ella comieran a la mañana siguiente entre lo que se encontraban varios sándwiches embazados, un trozo de pastel de chocolate, unas galletas y leche, no era lo mejor para comer pensaba Albert, pero por las prisas debería bastar de momento.
Como cualquier niño de su edad la pequeña fijo su mirada inmediatamente en el pastel de chocolate y las galletas, sin prestar mucha atención a los sándwiches, esto no sorprendió a Albert quien sin pensarlo mucho sirvió un vaso de leche y se lo entregó junto al pastel y un tenedor a la pequeña para que saciara su hambre.
-Parece que te gusta mucho el chocolate.
Menciono Albert quien siguió tomándose su café medio frio mientras comía uno de los sándwiches que la niña había rechazado.
-Es mi favorito.
Sin prestar mucha atención a las palabras de Albert la pequeña respondió rápido y siguió atragantándose con pastel de chocolate y galletas.
-Tal vez debí comprar leche sabor chocolate envés de la normal, supongo que es la costumbre, a mi hija le gustaba más la normal.
Albert media sus palabras con la intención de ver las reacciones de la pequeña y ver si era capaz de obtener al menos su nombre de tal manera que no se notara lo que trataba de hacer.
-No mientas, ya te dije a mí me gusta más el chocolate.
Respondió con un tono un poco molesto la niña, lo que le confirmaba a Albert que ella estaba muy convencida de lo que decía por lo que este decidió ser más directo y ver que tan lejos podía llegar.
– ¿Cómo están tan segura de que soy tu papa?, quizás solo me parezco, además de seguro tu apellido no es el mismo que el mío no es así, de hecho, tal vez ni siquiera sabes mi nombre.
Dejando de comer por las palabras de Albert la niña respondió con un tono enojado esta vez en su voz.
-Estoy segura de que eres mi papa, mi mama me mostro una foto en la que salías, además me dijo que nos dejaste antes de que yo naciera.
-Con que así son las cosas, ¿Qué más te conto tu “mama”?
Pregunto Albert para poder saber todo lo que Abadón había metido en la cabeza de la niña.
-Que te llamas Albert Lake, que sabes mi nombre y que, aunque nos dejaste lo hacías pensando en mi bien.
Albert solo podía pensar que Abadón había sido bastante ingenioso al cambiar los recuerdos de la niña y no dejar ningún cabo suelto en ellos, pero antes de que este pudiera decir algo la niña se paró y de nuevo abrazo fuerte a Albert.
-Me llamo Revecca Bundy y estoy muy feliz de que al fin regresaras conmigo, te quiero papa.
Luchando por no rendirse ante la dulzura de Revecca, Albert trato de hacer que ella quisiera volver con su verdadera familia en contra de los deseos de Abadón.
-Revecca no extrañas a tus amigos o a tú mama, dime no te gustaría volver con ella.
Aferrándose con más fuerza que antes con sus abrazos Revecca respondió.
-No quiero.
-Pero de seguro te extraña y este muy preocupada por ti.
-No por favor, no quiero volver con ella, quiero quedarme contigo.
La voz de Revecca se hacía quebradiza y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, lo que era una clara señal de que algo no andaba del todo bien en la casa de la pequeña.
-Revecca tu mama te trataba bien.
La pequeña que tenía su rostro pegado a Albert respondió negativamente moviendo su cabeza a ambos lados.
-Podrías decirme que te hiso.
La voz de Revecca era baja y claramente reflejaba tristeza y angustia en esta cuando respondió.
-Me pegaba, me trataba mal, siempre me decía que todo era mi culpa y cuando un hombre malo vino a la casa me obligo a irme con él.
En ese momento Albert viendo por lo que había pasado Revecca y entendiendo las palabras de Abadón sintió como lentamente su corazón cedía ante el sufrimiento de la pequeña decidiendo en ese instante dejarse llevar por la maraña de mentiras que Abadón había creado devolviéndole el abrazo.
-Ya mi pequeña Revecca, lo siento por no haber estado ahí para ti cuando me necesitabas, pero te juro que desde ahora nunca más estarás sola, no dejare que nada malo te vuelva a pasar.
-No te creo, quieres irte de nuevo y dejarme.
Albert alejo un momento a Revecca se agacho sobre sus rodillas, levanto su mano y mostrándole su meñique le dijo.
-Qué tal si hacemos una promesa con el meñique sí, yo te prometo que nunca te dejare no importa lo que suceda, pero a cambio tú me prometerás ser una buena niña y hacer lo que tu padre te diga.
Viendo como tenía levantado el meñique la pequeña Revecca se mostraba renuente a aceptar la propuesta de Albert por lo que esté dándose por vencido y pensando en intentar otra cosa intento bajar la mano, pero algo no le permitía hacerlo y al mirar hacia su mano para comprobar que pasaba, vio que unas pequeñas manos le impedían mover su brazo. Tras detener la mano de Albert Revecca levanto su pequeño meñique lo entrelazo con el de Albert y mientras se secaba las lágrimas con la manga de su otra mano le dijo.
– ¿Nunca me vas a dejar?
-Es una promesa.
Tras las palabras de Albert este agito su mano con sus meñiques aun entrelazados para luego separar sus dedos.
-Si hay algo que quieras o necesites, solo dímelo, ok.
– ¿Lo que yo quiera?
-Mientras este dentro de mis posibilidades, claro está.
Revecca se miró en un espejo que había en la habitación y luego dijo.
-Quiero ropa nueva, esta esta fea y me queda un poco grande.
-Bueno nunca fui bueno escogiendo cosas para otras personas además no sabía tu talla, era obvio que me pedirías que te comprara ropa de tu gusto.
-Eso es un sí.
-Cuando termines de comer nos iremos de aquí y pasaremos a un centro comercial para que puedas ver algo que te guste.
Revecca se puso a saltar de la felicidad en la cama mientras no paraba de mencionar que quería comprar un lindo vestido.
Parte 3
Ya era más de medio día y Albert se encontraba con Revecca en el patio de comida de un centro comercial comiendo helado de naranja y chocolate respectivamente, Albert llevaba varias bolsas con distintas cosas que había comprado tanto para el como para Revecca quien había cambia su peinado por dos coletas con listones, su ropa antigua por un hermoso vestido azul lizo, unas pantis de un tono un poco más claro de azul que contrastaban enormemente con su rojizo cabello, además llevaba unos zapatos de charol burdeos.
Tras comerse los helados Revecca quiso ir al baño y mientras Albert esperaba decidió ver cómo iba Abadón con su plan por lo que tomo un celular nuevo que había comprado y lo puso junto a su oreja para disimular.
-Hey, Abadón ya sabes que aremos a continuación.
– ‘Me hablaste en el mejor momento posible, quería preguntar, ¿Esto es Inglaterra no es así?’
-Estas en lo correcto, esta ciudad no está muy lejos de Londres de hecho.
– ‘Eso es muy bueno, en Londres existe un pequeño bar el cual pertenece a un viejo conocido que de seguro nos puede ayudar’
-¿Ayudar en qué?, podrías ser más preciso.
– ‘El bar es solo una tapadera, desde que lo conozco se ha dedicado a la falsificación de objetos o documentos, diría que es el mejor en el mundo, pero no estoy al tanto si alguien le habrá quitado ese puesto en estos años’.
-Pero de que nos sirve la ayuda de alguien así, pensé que buscarías a alguien que nos pudiera echar una mano con los que nos están buscando.
– ‘A eso voy no seas impaciente, vamos a ir con él para que nos facilite documentos falsos para poder abandonar el país ya que los tuyos no creo que nos sirvan’
-No crees que, aunque tengamos documentos falsos podrían reconocer principalmente a Revecca, seguro que la policía la está buscando.
– ‘Acaso no prestaste atención a lo que la niña te conto, lo más probable es que la madre no haya hecho la denuncia por su desaparición ya que la vendió a aquellos hombres’
– ¡LA VENDIO!, yo creí que solo quería deshacerse de ella, como pudo hacerle eso a su propia hija.
Albert por un momento llamo la atención de todos los sentados a su alrededor por su exaltada respuesta a lo que este hiso como si nada y bajo el tono de su voz.
– ‘No te preocupes ya recibirá el castigo que merece, es solo cuestión de tiempo’
-Me sorprende lo cruel que puede llegar a ser la gente, pero supongo que este último tiempo he visto lo más bajo de la sociedad. volviendo al tema de dejar el país, adonde pretendes que ballamos, no me queda mucho dinero sabes.
– ‘Eso no es de importancia, pensé en esto teniendo en cuenta tu presupuesto’
-Sigo pensando que no es buena idea, pero parece que mi opinión al final nunca importa, eso me desanima sabes, pero que se le va hacer, cuando salga Revecca del baño iremos a Londres, no sin antes pasar a recoger el libro de donde lo escondí.
Parte 4.
Era ya tarde y Albert había llegado a Londres junto con Revecca y tras otro par de horas dando vueltas de aquí para allá buscando según las indicaciones de Abadón un bar llamado The house of lies, cuyo dueño era un viejo conocido de Abadón que al parecer le debía un favor.
Tras un buen rato de estar perdidos Abadón pudo ubicarse en la ciudad, por lo que pudo guiar a Albert por las calles y rápidamente encontraron el Bar que estaban buscando. La fachada era bastante sobria y bastante normal sorprendiendo a Albert que esperaba algo más extravagante, era negra mate, con el nombre en letras doradas además de los detalles y tenía grandes ventanales que permitían ver la totalidad del interior del Bar.
Al entrar en el Bar Albert noto que al igual que en el exterior todo lucia normal pero antes de que este pudiera adentrarse más en el lugar una estrepitosa voz hiso que se parara en seco.
-Acaso no vio el letrero, está cerrado, no abriremos hasta dentro de un par de horas más, además no se admiten menores de edad.
-Lo vi, pero no vengo en busca de tus venenos, más bien vengo a cobrar una vieja deuda.
Respondió Abadón al cantinero, un hombre de mediana edad con notables ojeras, bastante alto, de pelo castaño y vestido con una camisa blanca y un delantal negro.
-Siendo honesto es primera vez que lo veo en mi vida, quizás se equivocó de persona.
Dijo el cantinero sin dejar de lavar y secar vasos.
-Ya veo eso es razonable después de todo lusco totalmente diferente de la última vez que nos vimos Zai.
Dejando de inmediato de limpiar los bazos que tenía en sus manos, el hombre replico un poco sorprendido, pero manteniendo la calma.
-Mmmm… Aunque no muchos me llaman así, el rango todavía es demasiado amplio como para poder decir a ciencia cierta quién eres, digo muchos de mis conocidos cambian de cuerpo constantemente.
-Qué tal se te doy otra pista.
Abadón saco de un bolso que llevaba consigo el libro en el que tanto tiempo había estado encerrado y se lo mostro.
-Ve… Veo que los rumores eran ciertos, antes que nada, déjame decirte que no sabía lo que te pasaría, no pude resistirme ya sabes cómo es este negocio.
Zairika se había puesto bastante nervioso al descubrir la identidad de Abadón, no solo eso, podía verse claramente el terror en su sudoroso rostro que trataba desesperadamente de esconder con una pésima sonrisa.
-No te preocupes eso ya ha quedado en el pasado, no te guardo rencor, de hecho, sería un desperdicio de mi valioso tiempo el si quiera planear una venganza no te parece.
-Con cuerdo totalmente con usted, no valgo la pena.
La mirada de Abadón era apabullante y Zairika en un intento de desviar el tema de conversación fijo su mirada en la pequeña acompañante de Abadón, la cual se escondía a sus espaldas.
-Que linda niña, ¿Es bastante raro verlo cuidando niños?
Dijo Zairika tratando de acercarse a Revecca estirando su mano para acaríciale la cabeza, pero antes de que pudiera aproximarse lo suficiente una daga en su cuello lo detuvo.
-Aparta tus sucias manos de ella sí que no quieres que te corte el cuello.
-Tranquilo, tranquilo, tú mismo dijiste que no valgo la pena, no te preocupes no lo volveré hacer.
Abadón bajo el arma y Zairika pudo bajar sus brazos, para luego preguntar perspicazmente.
-Veo que la niña es muy importante para ti, pero ¿Por qué?, para ser protegida por usted debe de tenerla en muy alta estima.
-No te hagas ideas equivocadas, ella es la hija del hombre que estoy poseyendo, es solo un rehén para asegurarme de mantenerlo a raya.
-Claramente está ocultando algo, no soy tan estúpido como para no verlo.
-Veo que te empeñas en hacerme enojar, si tanto deseas que te mande con los tuyos solo dilo o mejor aún te encerrare ya sabes dónde por un tiempo.
Abadón le mostro el libro a Zairika mientras lo meneaba de un lado para otro.
-Lo siento solo trataba de sacarle algo de información, por favor perdone mi imprudencia, dejando ese tema de lado no creo que allá venido a tomar algo y charlar con un viejo conocido.
-Estas en lo correcto Zai, iré directo al grano, necesito documentos falsos para poder salir del país tanto para mí como para la pequeña.
-Hace tiempo que ya abandoné ese rubro, no creo poder ayudarte, pero si me das unos días podría conseguir a alguien que puede encargarse de ese trabajo, que te parece.
-Y a que te dedicas entonces, a vender licor, por favor ambos sabemos que todo esto es solo una tapadera para los delitos tuyos y de tus amigos, así que tal si tú haces lo que te pido y yo no me marcho de aquí sin causar ningún alboroto.
-Calma no es necesario llegar a esos extremos, hare lo que me pides solo necesito una foto suya y de la niña y en un par de días tendré todo lo que necesite.
-No trates de verme la cara de tonto, te doy 2 horas para hacerlo ni un minuto más que eso.
-Tiene que entenderme, hoy en día es más difícil falsificar esta clase de documentos, al menos deme un día.
-Mejores mentirosos han tratado de engañarme, te doy 2 horas para que lo hagas, no me hagas repetírtelo.
La expresión en la cara de Abadón causo un tremendo miedo en Zairika al punto que respondió rápida y concisamente.
-Como usted diga, en cuanto al pago, como siempre…
-No te pagare, que no se te olvide lo que me debes y como me traicionaste, si no quieres verme enojado no vuelvas a mencionar algo como un pago entendido.
Resignándose a las demandantes peticiones de Abadón, por miedo a una futura represalia, Zairika decidió aceptar de mala gana conseguir los documentos que se le había pedido.
-Como usted diga, algo más que desee.
-Nada de momento, Revecca tú quieres algo.
-Un jugo de naranja y galletas de chocolate.
-Ya escuchaste que se rápido.
-Veré que puedo hacer.
Luego de que Zairika trajera jugo y galletas, Abadón se sentó a esperar junto a Revecca mientras esta consumía lo que había pedido.
– ‘No crees que fuiste muy duro con él, no se supone que era tu amigo’
-Nunca dije que fuéramos amigos, es solo un conocido además créeme se merece esta clase de tratos si no es que uno peor.
– ‘Pero que fue lo que hiso para que le tuvieras tal resentimiento’
-Hace mucho tiempo confié en él y en un par más de individuos, sim embargo esa confianza fue traicionada, terminando conmigo encerrado en un libro por cientos de años.
– ‘Entonces, ¿Qué te hace pensar que ahora va a ser diferente?’.
– No lo es, no te fijaste como trato de averiguar por qué llevaba a Revecca conmigo, también trato de retrasar lo más que pudo la obtención de los documentes, claramente trataba de hacer tiempo para entregarme a la Orden seguramente.
– ‘Pero si nos traiciona, no tenemos como defendernos en este estado’
– Te preocupas de más, él no sabe en el estado en el que estoy, a sus ojos soy mucho más fuerte que él y no se atrevería a hacer algo en nuestra contra solo, además con 2 horas no tendrá tiempo de conseguir aliados por lo que no le queda más que seguir mis ordenes de momento.
-´Eso espero´
-Deberías haber aprendido ya que yo no dejo nada al azar.
Las dos horas pasaron rápidamente y Zairika volvió con los documentos que le habían solicitado con notable cara de cansancio.
-Aquí tiene, ahora si no es mucho pedir podría abandonar mi bar, ya va empezar la hora punta y no necesito más distracciones.
-Esas son escusas, pero tampoco pensaba quedarme más de lo requerido, fue un placer verte de nuevo Zai.
-Me gustaría poder decir lo mismo.
Ya era de tarde cuando salieron y el sol comenzaba a ocultarse en la ciudad, pero no era tiempo de tomar un descanso, no podían quedarse más del tiempo debido en la ciudad debido principalmente a que Zairika sabia de ellos por lo que lo mejor era tomar los documentos y dirigirse lo más rápido posible a su siguiente destino por ende Albert se dirigió al aeropuerto para comprar pasajes para el primer vuelo que partiera rumbo a Alemania.
-No esperaba que el pasaporte falsificado funcionara.
– ‘Aunque no se puede confiar del todo en el Zai tiene buenos contactos y puede conseguir este tipo de cosas de gran calidad y bastante rápido’
Albert estaba sentado ya en el asiento del avión mientre surcaba los cielos al lado de Revecca que dormía plácidamente en su asiento.
-Estoy un poco angustiado sabes, es primera vez que dejo el país, además no conozco el idioma por lo que no creo poder desenvolverme fácilmente.
– ‘Piensa en esto como una oportunidad de experimentar y ver cosas nuevas y por el tema del idioma no te preocupes con mi ayuda podrás entender y hablar fluidamente cualquier lenguaje humano que necesites’
-Eso sería tranquilizador si no fuera porque una orden de desquiciados extremadamente fuertes me persigue.
– ‘Si todo sale como estoy planeando ni siquiera ellos serán un problema del cual preocuparse’
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