Cenizas del Alma - 10
Parte 1
-Todavía no estoy del todo convencido, no debería confiarse solo porque ya se haya enfrentado a ellos.
Le dijo Robert a su maestro mientras caminaban por las calles de Londres en dirección al aeropuerto en el que los esperaba un jet privado que los llevaría a su destino.
-No debería decirte esto, pero la orden está en una crisis nunca antes vista, durante la última década hemos perdido una gran parte de nuestros hermanos y hermanas de escudo, es por ello que apenas damos abasto para todo lo que pasa.
La preocupación era visible en la cara de su maestro y no era para menos ya que él había presenciado como compañeros o amigos desaparecían con el tiempo, inclusive el mismo había visto morir a un par de escuderos como él. Era claro que la Orden del Temple estaba en serios apuros por la falta de personal y por eso no podían enviar refuerzos, sin embargo, no significaba que estuvieran atados de manos.
-Entiendo lo que me dice sim embargo no podríamos pedir ayuda a alguna de las otras ramas de la orden.
-Eso sería lo ideal pero las relaciones están bastaste tensan con las demás ramas de la orden desde hace algunos años, además la rama asiática como las americanas tienen el mismo problema y mejor no mencionar los problemas que tienen en África.
Con un suspiro pesimista Robert movió la cabeza hacia ambos lados en negativa.
-El mundo está peor de lo que me imaginaba… de todos modos ¿Por qué están así las relaciones de la orden?, no compartimos el mismo objetivo después de todo.
-La verdad es que ni yo sé el motivo de ello, yo estaba en una misión en el momento que paso todo, siendo solo el Maestre el conoce al completo la situación.
– ¿Qué clase de misión le encomendaron?, debió ser algo importante.
Una pequeña sonrisa se formó en la boca del Mariscal a la par que dejaba salir una pequeña y sarcástica risa.
-Jeje, las vueltas que da la vida, esa misión era de la que te hable antes.
-En la que se enfrentó contra el mercenario de la familia Dippel.
Dijo Robert un poco sorprendido por la enorme coincidencia.
-Así es, me mandaron a la capital de Albania para encontrar a una bestia que rondaba por la ciudad, esta había quemado un orfanato matando a la mayoría de los niños y empleados del lugar, ataco un hospital sin dejar casi heridos, además de que se reportaron números cuerpos calcinados encontrados por la ciudad siendo principalmente de personas ligadas a la mafia.
-Y, ¿cómo fue que se encontró con el mercenario de la familia Dippel?
-No estoy seguro de por qué estaba ahí, quizás alguien los había contratado para deshacerse de la misma bestia que me encargaron a mí.
-Siendo así porque pelearse, si compartían objetivo, no digo que colaboraran, pero al menos no interferirse entre sí.
Para Robert no era tan impensado o exagerado lo que decía sin embargo las cosas eran mas complicadas de lo que parecían.
-En ese tiempo se tenía la orden de que si se veía a algún miembro de la familia Dippel se le apresara inmediatamente o que se le matara en el acto, aunque eso cambio unos pocos meses después de aquella misión.
-Al final que paso, ¿Encontró a la bestia que buscaba?
Pregunto el joven escudero a su maestro quien no perdía la picaresca sonrisa en su cara.
-Luego de que le ganara al mercenario de la familia Dippel este escapo y no lo volví a ver nuevamente por la ciudad, así mismo dejaron de aparecer cadáveres calcinados, también pararon los ataques por lo que supuse que el mercenario se encargó de la bestia primero y ya se marchaba de la ciudad cuando me lo encontré.
-Al final termino sin que hiciera nada relevante.
-Eso son solo detalles.
Parte 2
Era la hora de la cena y todos estaban en el comedor, sim embargo Charlotte esta vez no estaba sentada en la mesa como en días pasados si no que esta se encontraba parada a las espaldas de Johann quien disfrutaba alegremente de su platillo. No solo era Charlotte, sino que también Edward y los otros que sirvientes se encontraban de pie atrás de sus respectivos señores.
Nadie hablaba, todos se dedicaban a mirarse de reojo mientras comían, el ambiente era pésimo, se podía sentir la presión en el aire viniendo principalmente de los hombres que llegaron con Erika, en especial de Karl y Volker que miraban con odio a Johann quien no captando la situación o no queriendo hacerlo como siempre dijo algo que enardeció aún más los ánimos.
-Saben, he escuchado que ya nadie le tiene respeto al apellido Dippel, hemos perdido a mucha gente de forma bastante extraña durante estos años e incluso Abadón llego a este lugar solo por coincidencia.
Dijo Johann sin dejar de comer su comida con un tono burlesco.
– ¿Sigues pretendiendo exacerbar los ánimos?, O es solo la ignorancia la que está hablando.
Niels un poco enojado refuto rápidamente a Johann antes que alguien más tomara la batuta.
-No, no, como crees que trataría de hacerlos enojar, no podría, menos durante una tan deliciosa comida, solo trataba de sacar un tema de conversación, pareciera que todos estuvieran muertos.
Nadie en la mesa creyó las sandeces que salían de la boca de Johann, era claro que solo había logrado enardecer aun mas los ánimos, sin embargo, el único que levanto fue nuevamente Niels, quien parecía estar acostumbrado a la actitud de Johann.
-El culpable de la tensión en el aire y de que nadie quiera hablar es precisamente culpa de tus hilarantes comentarios.
Habiendo escuchado el ataque directo por parte de su tío, Johann paro de comer por un momento dejando sus cubiertos sobre la mesa para luego tomar la copa de vino que tenía al lado de su plato, pero en ningún momento tomo de esta si no que parecía que le gustaba tenerla en la mano mientras jugaba con ella.
-Ahora resulta que la culpa es mía, te das cuenta de los disparates que sueltas a diestra y siniestra tío, no me trates como tonto, se perfectamente la situación en la que se encuentra la familia y la culpa no es más que tuya.
Johann fue directo y punzante con sus palabras atacando donde mas doliera sin importarle más mantener la fachada.
– ¿Qué podrías saber un muchacho que se la pasa todo el día encerrado?, pareces bastante confiado en lo que dices para no tener ni una sola prueba de las tonterías que sueltas.
Niels creyendo que le había callado la boca a Johann ya que este se quedó callado, puso una pequeña sonrisa confiada en su cara y tomo un sorbo del oscuro vino de su copa, pero Johann no se había quedado en silencio por no saber que responder sí no que parecía que estuviese conteniendo la risa.
-Es cierto no tengo pruebas de lo que dijo, aun así, mi información es fidedigna después de todo proviene de alguien en esta misma habitación que me ha estado enviando mensajitos en secreto durante años.
En ese momento la sonrisa se borró del rostro de Niels quedando solo un ceño fruncido mientras con mirada penetrante a todos en la habitación.
Niels descarto de inmediato a Hagen ya que era el más leal a la familia además del hecho de que era imposible que tuviera información al igual que su hija Charlotte, era imposible que se refiriera a los dos invitados en el castillo y mucho menos los tres guardias que acompañaban a Karl, Volker y a él.
Las opciones eran limitadas quedando Edward y Erika que pasaban la mayor parte del día juntos, pero ninguno tenía comunicación con Johann directamente, siendo Karl o Volker los principales sospechosos de pasarle información a escondidas.
-Bien lo admito, las cosas han estado difíciles últimamente, la Orden del Temple nos pisa los talones constantemente y cada vez hay menos trabajo.
Niels parecía decaído pero su estado de ánimo real no podía ser más diferente del que aparentaba.
-No quería decir esto tan directamente, tampoco me gusta que la señorita Erika se entere de esta forma… La única explicación para esto es que tenemos uno o más infiltrados de la orden en nuestra familia.
Para Johann las palabras de su tío Niels eran sorpresivas, pero esto solo logro emocionar más a su joven sobrino que pensaba que disfrutaba más de las cosas si se resistían a caer ante él.
-Si lo que dices es correcto, solo podrías quitar de la lista de sospechosos a Erika, a nuestros dos invitados y claro a ti que fuiste el descubridor de tal impactante noticia.
Dijo Johann dramatizando lo mas que pudo su interpretación.
-Eso solo dejaría unos cuantos nombres que pueden ser los potenciales soplones siendo…
-Siendo el principal sospechoso yo, no es así.
Interrumpió Johann a su tío Niels.
-Si vemos las pruebas todo apuntaría a que yo soy el soplón, como dije antes, alguien me pasa información sobre la familia y yo haría lo mismo con la orden, después de todo me fui de la casa principal abandonando de cierta manera a la familia.
Un chistar salió de la boca de Niels tras ser interrumpido, pero sin perder la compostura prosiguió encarando a Johann.
-Veo que entiendes tu situación y como has dicho, tu eres quien tiene la mayor probabilidad de ser el soplón.
-Tienes razón, pero qué tal si escuchamos la opinión de la líder la familia que ha estado tan callada durante la conversación.
Johann ínsito a que Erika se uniera al debate mientras el volvía a tomar sus cubiertos para seguir comiendo. Erika vio de reojo tanto a Johann como Niels para luego dejar sus cubiertos elegantemente sobre su plato a la par que con una fina y calmada voz respondió.
-Parecen un par de niños culpándose el uno al otro por romper un jarrón, ninguno tiene pruebas claras y concisas de lo que afirman, pero aun así se atreven a acusar a otros directamente, aun así, puedo entender en que se basan sus conjeturas y en base a mi experiencia personal solo puedo decir que si Siegfried fuera el soplón no nos hubiéramos enterado nunca, tienes la reciente revelación como prueba, o acaso sabias que alguien le pasaba información en secreto antes que él lo revelara.
Al escuchar la reafirmación de Erika hacia su hermano a Niels le hirvió la sangre.
-Pero señorita Erika, no cree que está subestimando a Johann solo por ser su hermano.
Erika miro desconcertada a Niels por sus palabras para luego juntar sus manos y responder de forma serena.
-Ni por un segundo, a mis ojos si e subestimado a alguien es a ti Niels, como veo las cosas tú tienes más probabilidades de ser el soplón por tu posición en la familia, quizás fue un error dejarte a cargo de las operaciones diarias.
Cada palabra que Erika pronunciaba no hacía mas que hundir cada vez mas y mas a Niels en la rabia, pero este era tan bueno como Johann para ocultar sus verdaderas intenciones, por lo que en su exterior daba la sensación de estar tan calmado como la misma Erika.
– Con todo respeto, lo que dice señorita Erika está totalmente infundado, yo he velado por el bien de la familia desde que mi hermano falleció, no hay ni una sola prueba de que yo podría ser el soplón.
-Y es por eso que aun conservas tu cabeza pegada a tu cuerpo, nada de lo que se ha dicho en esta mesa tiene verdadero fundamento, aunque lo único que puedo sacar de esto es que alguien ha traicionado a la familia.
Erika tomo nuevamente sus cubiertos del plato y apuntando el fino cuchillo que tenía en su mano hacia su propio cuello dijo.
-Quiero que le quede claro a la persona que ha traicionado a la familia que no puedo pasar por alto esta traición, pero si se entrega de inmediato le daré una muerte rápida yo misma, de lo contrario que se prepare para un castigo a la par de la ofensa cometida.
La amenazante y autoritaria actitud de Erika dejo helados a la mayoría en la habitación, pero siempre había alguien que no entendía en absoluto el estado de ánimo o simplemente no quería hacerlo.
-Quiero proponer un brindis, y creo que hablo por todos los presentes al desearle la mayor de las suertes a nuestro “soplón”, además quiero pedirle que por favor no se entregue de inmediato ya que sería demasiado aburrido que eso pasara.
Dijo efusivamente Johann con la copa de vino en su mano aun llena mientras miraba directamente a su tío Niels con una gran sonrisa. Después del desatinado brindis de Johann todos se mantuvieron en silencio, pero lejos de lo que podría esperarse nadie parecía nervioso si no que mantenían la calma concentrándose en su comida.
Parte 3
La comida termino sin que nada más realmente destacable pasara y Albert y su hija Revecca se dirigían a su habitación acompañados por Charlotte como era la rutina.
-Apenas pude disfrutar de mi comida con lo tenso que me sentía en el comedor.
Dijo Albert dejando caer los hombros.
– ¿Pero de que me quejo?, si al menos yo tuve la oportunidad de comer.
-Si te refieres a mí, no tienes por qué preocuparte, ya que comeré con los demás sirvientes al rato.
Charlotte no parecía la misma de siempre, estaba bastante más seria de lo habitual era bastante ovio que algo le molestaba.
-Solo me parece extraño que no comieras con nosotros ya que desde que llegue lo has hecho.
-Lo extraño es que se me permitiera comer en la misma mesa que mi señor, después de todo soy una simple sirvienta.
Esas costumbres le parecieron anticuadas y fuera de lugar a Albert, pero reconociendo el su lugar como un mero invitado solo limito a hacer una pregunta.
– ¿Quizás esa sea la razón de tu mal humor?
-Crees que me enojaría por una pequeñez como esa, desde pequeña me criaron como una sirvienta a las órdenes de mi señor y ya he asumido ese papel desde hace mucho.
La voz de Charlotte demostraba su ira y aunque esta trataba de reprimir sus sentimientos lo que más podía era claro por su quebrada voz que no aguantaría mucho más.
-Pues tus palabras y tu cara parece que no se ponen de acuerdo.
Dijo Albert dándole a entender a la joven que sus esfuerzos eran vanos.
-Es solo que al ver hacia el pasado me doy cuenta de lo mucho que me odio a mí misma.
En ese momento Albert no pudo evitar ver a Charlotte como a una pequeña niña y debido a eso no pudo evitar querer ayudarla un poco.
-No crees que odiarte a ti misma es demasiado.
-Si supieras el por qué no dirías eso.
Tras esas palabras Albert se detuvo en seco, sim embargo sin darse cuenta Charlotte avanzo unos cuantos pasos hasta que Albert le hablo.
-¡cof cof!, esta es mi habitación.
Charlotte se dio vuelta inmediatamente al escuchar la voz de Albert, era ovio que aquel asunto la tenía distraída y alicaída.
-Sabes la noche aun es joven que tal si pasas y conversamos un rato.
Albert abrió la puerta de la habitación y Revecca entro rápidamente cayendo de cara en una de las camas quedando de inmediato profundamente dormida.
Al no recibir respuesta de Charlotte que se había quedado parada en la entrada Albert la tomo del brazo y la tiro de este hacia el interior de la habitación a la par que le decía.
-Vamos desde cuando eres tan recatada al entrar a mi habitación.
Charlotte se resistió en un principio a los intentos de Albert por hacerla pasar, pero de un momento a otro se dejó llevar terminando dentro de la habitación sentada al lado de una durmiente Revecca mientras Albert al lado de la ventana encendía un cigarrillo.
-En cierto sentido, aunque estés ya en tus veinte años te sigues comportando como una niña pequeña.
Dijo Albert soltando una gran bocanada de humo hacia la ventana.
-Esperaría esa clase de trato de mi padre, pero me es raro viniendo de ti.
Albert entonces se apoyó con ambos brazos en el borde la venta mientras miraba el estrellado cielo.
-Que no se te olvide que a pesar de mi apariencia casi te doblo en edad y para mí todavía eras una niña, a la que le falta algo de experiencia en la vida.
El ceño de Charlotte se frunció dando a entender su desagrado por las palabras de Albert quien giro su cabeza solo para ver la reacción de joven ante sus palabras.
-Enójate todo lo que quieras, pero eso no va cambiar nada, ni cómo te veo, ni cómo te sientes.
– ¿Para eso querías que entrara?, para regañarme y tratarme como a una niña.
Charlotte cada vez se enoja mas por la actitud que Albert tenía hacia ella, principalmente por que la miraba de la misma forma que lo hacía con Revecca.
-Aunque las cosas hayan salido bien este día nada asegura que mañana será igual y quizás esta sea la última oportunidad de desahogarte que tengas.
Charlotte miro a Albert que parecía tranquilo casi como si le hablara a su propia hija, las palabras de Albert eran de cierto sentido ciertas y quizás ya no habría otra oportunidad de desquitarse, además el hecho de que no había ninguna otra persona en el castillo con la que hablar debido a que tanto su padre como Johann eran parte del problema solo desanimaba más a la joven.
-Es una larga historia.
Dijo Charlotte con un tono casi imperceptible mientras miraba su reloj.
-Es una larga noche.
La respuesta de Albert fue clara y concisa dando paso a Charlotte para que se expresara y desahogara.
-Como sabes fui adoptada por Hagen en un orfanato, eso fue cuando aún era una pequeña niña, no tenía más de 4 años y aun así lo recuerdo vívidamente, el cómo me molestaban en el orfanato por las cosas que podía ver, el cómo me trataban como un bicho raro del cual tenías que alejarte, por eso me sentí aliviada cuando conocí a Hagen que me trato como a una persona normal, me dio un hogar en el que nadie me trataba mal ni me miraban con desprecio, estaba sumamente agradecida, pero todo aquello venia con una gran condición.
Charlotte estaba melancólica y un poco triste mientras hablaba de su pasado a la par que acariciaba suavemente el rojizo cabello de la durmiente Revecca.
-A cambio de un hogar, comida y educación mi deber era servir a la familia Dippel de por vida, esa era la forma de pagar todo lo que se me fue dado, en ese tiempo esas cosas no me importaban, en comparación con el orfanato todo era mil veces mejor en la familia Dippel. Mi día era básicamente estudiar por la mañana y entrenar por la tarde hasta el desfallecimiento, no podía salir a jugar y no podía descansar si no se me dejaba.
Mi padre Hagen era sumamente estricto durante los entrenamientos de la tarde, pero a diferencia de mi maestro de la mañana me trataba como a su propia hija, se preocupaba cuando me enfermaba, siempre me daba regalos para navidad o mi cumpleaños y aunque fuera frio a veces, yo sentía que de verdad me quería.
El tiempo paso y ya me había acostumbrado a ese estilo de vida pero en el fondo deseaba poder salir, relajarme, vivir una vida normal, sim embargo nunca podría experimentarlo, eso era algo que me consumía en lo más profundo de mi ser, pero lo aguantaba, hasta que en día durante el descanso del entrenamiento por la ventana pude ver a un niño un par de años menor jugando tranquilamente en el patio junto a su madre, esa fue la gota que rebalsó el vaso, en ese momento no sabía quién era pero lo comencé a odiar. Cada día por la tarde podía verlo por la ventana a veces solo, a veces con su madre o padre, divirtiéndose, leyendo o simplemente tomando una siesta a la sombra de un gran sauce que había en el patio.
Mi odio hacia él se hacía cada vez más grande a medida que pasaban los días, los meses y los años, solo lo había visto desde lejos, nunca había hablado con él, pero aun así el solo pensar en lo injusta que era la vida me hacía odiarlo aún más.
Cuando tenía alrededor de unos ocho años mi padre en uno de los entrenamientos me dijo que una nueva persona se nos iba a unir, mi sorpresa fue enorme al verlo entrar al gimnasio en donde entrenaba, era la primera vez que lo veía de cerca, era dos años menor, tenía el pelo rubio ceniza despeinado y usaba lentes, él se me acerco y me dijo con una enorme sonrisa.
-Un gusto conocerte, me llamo Siegfried, será un placer entrenar con ustedes.
Él me había estirado la mano para saludarme, no podía soporta esa estúpida sonrisita y del coraje le di un fuerte golpe en el rostro y aunque era pequeña lo golpee con tanta fuerza que lo deje tendido en el piso con la nariz sangrando.
– ¿Qué te pasa Charlotte?, no deberías tratar de esa forma al amo Siegfried, él es hijo del actual jefe de la familia Dippel, debes tenerle respeto ya que quizás algún día trabajes para él.
Mi padre me regaño, pero yo estaba enojada y no quería estar en ese lugar ni por un momento más por lo que gritando le respondí.
-No quiero, prefiero morir de hambre afuera, que servirle a alguien como él.
Tras esas palabras me fui de ahí hacia mi habitación y no salí de ella hasta el día siguiente, no fue una gran sorpresa que ese día Johann estuviera hay esperándome junto a mi padre en el gimnasio.
-Charlotte quiero que te disculpes con Siegfried de inmediato.
-No pienso disculparme con alguien más débil que yo.
En ese momento mi padre me iba a regañarme, pero Johann se le adelanto y descaradamente me dijo.
-Entonces si te venzo te disculparas cierto, no lo veo tan complicado, después de todo solo eres una niña.
Las palabras de Johann me hicieron enfurecer aún más y tras aceptar su reto tuvimos una pelea de práctica en la que le gane nuevamente de un solo golpe, era obvio el resultado después de todo yo había entrenado por años y Johann era un niñato quien no había entrenado ni un solo día de su vida.
-Amo Siegfried como primera lección le sugeriría no enfadar a un oponente que es claramente más fuerte que usted.
Johann estaba tirado en el piso con mirada perdida en el techo, la sangre salía de su nariz, pero a él no parecía importarle.
-Lo entiendo, pero de verdad quería tener una pequeña practica con su hija y me dio la impresión de que si no la hacía enojar no me tomaría enserio.
-Y, ¿Cómo le resulto esa estrategia?
-Es innegable que perdí, pero al menos logré conseguí algo de información valiosa en el proceso.
Johann en ese momento se paró con dificultad y tras sacudirse un poco el polvo se fue del gimnasio tranquilamente a la par que decía.
-Ya lo veras Charlotte, algún día te ganare y te obligare a disculparte, no importa cuánto tiempo me tome ideare una manera de derrotarte.
En ese momento no creí lo que decía y no lo tome enserio, para mí era un niño engreído que no era capaz de aceptar una derrota como era debido.
Los días pasaban y Johann se avía unido a nuestros entrenamientos diarios y como era de esperarse apenas podía seguir el ritmo de este quedando siempre destrozado para el final del día. Todo aquello se volvió rutina, Johann entrenaba una semana y me desafiaba a un duelo para luego perder hasta que pasaba otra semana y volvía a intentarlo, esto duro alrededor de un año hasta que deje de aceptar sus desafíos y aunque me entretenía el poder golpearlo libremente y poder sacar mi frustración pronto deje de disfrutarlo y comencé a verlo más como una molestia.
Al menos con la llegada de Johann los entrenamientos se hicieron más amenos debido a que mi padre se concentraba en enseñarle a Johann debido a que los dos comparten habilidades, mientras que a mí solo podía enseñarle lo básico en combate a él pudo enseñarle el mismo estilo que mi padre usa. Johann comenzó a mejorar lentamente hasta el punto que pudo mover una marioneta y pelear al mismo tiempo, esto no era mucho si se le comparaba con los demás miembros de la familia, de hecho, por la cantidad de entrenamiento que tuvo que pasar con mi padre una sola marioneta era prácticamente un chiste.
En esos momentos Johann me reto a un combate nuevamente, pero como de costumbre lo rechace, aun así, él no se dio por vencido, cada vez que me veía me desafiaba, casi nunca hablábamos sim embargo él se inventaba escusas para hablarme y retarme, hasta que un día no aguante más de su insistencia.
– ¿Por qué eres tan insistente?, es molesto que estés todo el día con lo mismo, por lo que para si no…
-Si no que, ¿me atacaras?, perfecto eso es justo lo que busco.
En mi mente gritaba ante la exasperante actitud de Johann, no quería verlo, su horrible sonrisa, su pasividad ante todo, odiaba todo de él, en ese momento solo quería darle un buen puñetazo en la cara, pero eso era lo que él quería por lo que me di la vuelta con intención de marcharme cuando Johann me tomo del hombro.
-Charlotte, te veo algo enojada, si pasa algo solo dímelo después de todo somos compañeros.
No pude aguantar más, la ira se apodero de mí y con fuerza golpee la mano de Johann mientras me daba vuelta para confrontarlo.
-Claro que estoy enojada, tengo que ver todos los malditos días tu maldita cara, ver como eres libre de hacer lo que quieras, ver cómo puedes ser feliz mientras yo he tenido que vivir el mismo infierno, no quiero que un niñito de mami al que le han dado todo en la vida venga y me diga que somos compañeros.
-No hables como si lo supieras todo de mí, las cosas no son como dices.
Me dijo Johann un poco enojado, en ese momento el ambiente era tenso y mis ganas de golpearlo eran muy grandes, pero me contuve, no quería seguir discutiendo con alguien que claramente no me entendía por lo que me dispuse a irme, pero Johann me detuvo nuevamente.
-Aun no acabamos aquí, todavía no me dices si aceptas mi reto.
Me quité la mano de Johann y seguí caminando sin hacerle caso.
-Si aceptas te daré lo que quieras, cualquier cosa, solo pelea conmigo una vez más, si lo haces no volveré a insistir más.
-No tienes nada que me interés.
Estaba casi saliendo del gimnasio cuando con una maliciosa y burlesca voz Johann me dijo.
-Ya veo, no eres más que una misera huérfana, además una bruta recogida de la calle no podría ganarme a mí que pertenezco a una noble familia y he vivido entre lujos toda mi vida.
Era obvio que quería hacerme enojar más de lo que estaba para hacerme pelear con él, lo que le funciono perfectamente. Me di vuelta y lo ataqué rápidamente con una patada directo en su cara con la intención de noquearlo, pero este la esquivo en el último segundo antes que golpeara su cara.
-Eres increíblemente predecible, siempre golpeas directo a mi rostro, si sigues así no podrás tocarme siquiera.
En ese momento el muñeco que Johann usaba en las practicas me dio un fuerte golpe en el costado mandándome a volar unos cuantos metros en el aire. Había mejorado más de lo que me imaginaba, pero el golpe solo fue producto de haberme segado por la ira, por lo que tratando de calmarme respiré hondo y serré los ojos por un momento.
– ¿Que paso?, parecías bastante agresiva hace un mom…
Lo ataque directamente con otra patada, pero inesperadamente lo esquivo fácilmente, para mí eso era imposible, él tenía buenos reflejos, pero no podía moverse tan rápido como para esquivar mis ataques. Cada vez que trataba de golpearlo él lo esquivaba, luego se hacía para atrás y atacaba desde alguna dirección con el muñeco de prácticas, esa era su táctica, esperar un punto siego y atacar lo que talvez funcionaria si Johann no hubiera sido solo un novato controlando los muñecos.
-Te veías confiada pero ahora ni siquiera puedes darme un golpe, si sigues así ganare por desgaste.
Lo que decía Johann era verdad, aunque él no pudiera ganarme en combate directo, podía esquivarme y luego mandar al muñeco a atacar, además el muñeco por lo que había visto en los entrenamientos era casi tan fuerte y rápido como yo por lo que si seguía con esa estrategia no iba a llegar a ninguna parte.
Decidida a ganarle apunte al muñeco de practica primero ya que era mi mayor problema en ese momento, sim embargo cuando me enfrente directamente a él se comportaba diferente, sus movimientos ya no eran torpes y erráticos, sino todo lo contrario a como me había estado atacando anteriormente. Mi resistencia se iba acabando lentamente y no podía ganarle al muchacho al que le había ganado de un solo golpe innumerable cantidad de veces, era ilógico que mejorara tanto en tan poco tiempo tenía que haber un truco.
Estaba al límite de mi resistencia y solo lo había rosado un par de vez con mis ataques y a diferencia de mí el casi no se había movido y no mostraba signos de cansancio alguno, era mi perdición, no podía ganarle, estaba a punto de rendirme cuando a Johann le dio por alardear abriendo los brazos hacia arriba.
-¡JAJAJAJAJA! Asómbrate ante mi gran estrategia para ganarte que estuve desarrollando por semanas, ¡JAJAJAJAAJAJA!
En ese momento pude ver algo asomarse desde su manga cuando esta se bajó un poco al levantar los brazos, era un objeto que ya había visto y sabía perfectamente cómo funcionaba, por eso esquivaba mis ataques tan fácilmente, por eso el muñeco se comportaba errático cuando atacaba directamente a Johann.
El objeto era un arnés de cuerpo completo con articulaciones que se utilizaba por titiriteros como mi padre para mover prisioneros, ya que al ponérselo a estos permitía controlar los movimientos de ellos al controlar el arnés, era como ponerles una armadura que se moviera sola con ellos dentro. Johann había pensado una buena forma de usarlo, poniéndoselo a el mismo y usarlo para mover su propio cuerpo en el instante que lo ataquen, dejando por un momento de controlar al muñeco de practica para luego de haber esquivado el ataque y lejos del peligro contraatacar con el muñeco.
La estrategia era inteligente, pero tenía un fallo y era que solo podía controlar una cosa a la vez, esquivaba mis ataques o utilizaba el muñeco, también al hacer el cambio al muñeco le costaba un poco retomar el control como era debido, por eso la solución era simple, atacar directamente a Johann sin dejarlo respirar, así no habría necesidad de preocuparse por el muñeco.
Habiendo encontrado la forma de ganarle me lance directo hacia él, lanzado golpe tras golpe, él se dio cuenta rápido que lo había descubierto y trato de a hacer distancia entre nosotros para poder usar el muñeco, pero no se lo permití, cada vez que él se alejaba me volvía a acercar no dejándolo respirar y cuando ya lo tenía abrumado, use una finta que el esquivo permitiéndome acertar el verdadero ataque ganándole nuevamente de un solo golpe en la cara dejando tendido en el piso.
Johann tenía los brazos abiertos en el piso y miraba el techo, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y ya habiéndole ganado me preparaba para irme cuando Johann gritando dijo.
– ¡Bien acepto mi derrota!, lo entiendo, no valgo para nada y que soy una decepción, pero al menos me considero alguien que nunca rompería una promesa.
Era como si se hablara así mismo con bastante rabia.
– ¡DIME QUE DESEAS CHARLOTTE!, al menos dime eso.
Creí que lo que había dicho eran solo tonterías para lograr que me enfrentara a él, pero al parecer él se lo había tomado muy a pecho sim embargo solo era un niño al igual que yo.
-Nunca podrías darme lo que quiero.
Le dije en tono bajo y frio.
– ¡NO IMPORTA, SOLO DILO!
Johann era insistente eso lo sabía bien por experiencia y sabía que no se callaría hasta que le digiera lo que quería oír, por lo que enrabiada le grite.
-¡LIBERTAD!, quiero …ser …libre.
Luego de eso ambos nos quedamos en silencio, por lo que me fui del gimnasio dejando a Johann quien no trato de detenerme y al salir solo pude oír unas rizas combinadas con llanto seguidas de algunos gritos, probablemente de Johann descargando su frustración.
En ese momento no sabía por qué se comportaba de esa manera, para mí solo era un niño mimado que no aceptaba la derrota, tampoco era como si me hubiera interesado.
Los siguientes días Johann no se presentó a los entrenamientos y para mí fue un alivio no tener que ver su cara por ese corto periodo de tiempo, aunque tras una semana mi padre comenzó a traerlo a la fuerza al gimnasio para que entrenara, demás está decir que no cruzábamos palabra alguna.
Otro año paso volando y una gran noticia llego para la familia, había nacido una pequeña niña con los rasgos más puros que se habían visto desde hace ya cientos de años, todos en la familia Dippel estaban maravillados con la pequeña Erika y no era para menos ya que desde su nacimiento gano el derecho de dirigir la familia algún día.
Siendo honesta no podía importarme menos el nacimiento de Erika yo tenía mis propios problemas, sim embargo uno de ellos repentinamente se esfumo, Johann dejo de ir a los entrenamientos de un día para otro. Mi primera impresión fue que se estaba tomando un descanso ya que se veía bastante cansado esos días, pero el tiempo paso y no volvió nunca más, ni siquiera lo veía por el castillo, en un principio no me preocupo, pero esto trajo consigo que mi propio entrenamiento se intensificará.
Un día bastante tarde en la noche, me encontraba cenando junto a mi padre y la curiosidad me invadió y no pude evitar preguntarle.
– ¿Por qué Siegfried dejo de venir a los entrenamientos?
-A qué viene la pregunta, por lo que entiendo ustedes no se llevaban bien, de hecho, me sorprende que preguntaras por él.
Me respondió mi padre con esa serenidad que le caracteriza.
-Solo es curiosidad, antes prácticamente lo traías obligado a entrenar y ahora ni siquiera lo mencionas, me preguntaba que podría a ver pasado.
Mi padre en principio estaba dubitativo, sabia algo y no me quería contar, pero el siempre terminaba contándome todo por lo que eso duro más bien poco.
-Sabes que no me gusta guardarte secretos, pero esta vez el asunto es un poco delicado de tratar.
En esos días cuando era pequeña mi padre era bastante estricto, pero tenía un truco que siempre lo hacía cambiar de opinión, puse mi cara de perrito regañado y como por arte de magia mi padre cedió casi de inmediato.
-Está bien, está bien, te contare, el señorito Siegfried ya no viene a los entrenamientos porque ya no necesita asistir.
– ¿Por qué?
Le pregunte casi de inmediato.
-Veras Charlotte, el señorito Siegfried era obligado por sus padres a asistir a los entrenamientos, el desde pequeño nunca ha mostrado ninguna clase de talento en el manejo de los muñecos, de hecho, si lo notaste su manejo con ellos es bastante bajo comparados con los demás miembros de la familia incluso a su misma edad.
– ¿Si era tan débil no debería a ver seguido entrenando?
En ese momento no entendía realmente lo que había pasado, pero mi padre me lo explico.
-En un principio era así, el entrenaba con la intención de poder realizar el ritual que lo haría parte de la familia a sus diez años, pero con el nacimiento de la pequeña Erika sus padres decidieron no perder más tiempo con él.
– ¿Perder tiempo con el?, no se supone que son sus padres, pareciera que lo trataran como un estorbo.
-Bueno así son las cosas en la familia principal, cuando aún era pequeño sus padres le prestaban bastante atención, pero al percatarse de su nulo talento poco a poco fueron dejándolo abandonado, antes de que se uniera a nuestros entrenamientos él se dedicaba a vagar por el castillo o a veces se escapada y volvía por las noches.
Mi padre me dijo que él les ofreció a los padres de Johann entrenarlo y ver si podía lograr algo, ellos accedieron sim embargo Johann no quería al principio, pero mi padre lo convenció diciéndole que si lograba derrotarme se habría convertido en alguien digno de llevar el apellido Dippel. Mi padre sabía que no podía ganarme y que eso no iba a cambiar en mucho tiempo, pero eso motivaba a Johann a seguir esforzando por ser reconocido por sus padres.
Cuando Erika nació y pudieron ver su enorme potencial, todos en la familia se olvidaron completamente de Johann aún más de lo que lo hacían antes, pero lo que hiso que todo fuera aún peor fue una desafortunada frase de su padre.
– “No es necesario que sigas con esto, tampoco que hagas la ceremonia para volverte parte de la familia, desde ahora puedes vivir como se te plazca”.
Esas fueron las palabras que le dijo su mismo padre, nada de su esfuerzo valió la pena, por eso Johann dejo de ir a los entrenamientos, después de todo ya era libre, podía hacer lo que quisiera.
Johann no era un niño mimado, no buscaba ganarme solo por sentirse superior, de hecho, era todo lo contrario y no lo había visto, en ese momento mi opinión sobre el cambio y sentí que le debía una disculpa. Estaba dispuesta a tragarme mi orgullo y disculparme, pero ahí fue cuando me enteré que se había ido a un internado hace ya un par de semanas por lo que no pude hacerlo.
Cuando cumplí doce ya todo había quedado en el pasado, apenas recordaba a Johann, muchas cosas habían pasado en esos años, pero lo más destacable fue que mi padre había adoptado a Edward. Todo seguía igual, no tenía tiempo libre para nada, mi vida era estudiar y entrenar, ese era mi destino y ya lo había aceptado, el no tener amigos, el pasar mi vida encerrada hasta que fuera lo sufrientemente grande como para que se me fueran encomendadas trabajos de parte de la familia, a mis cortos doce años de edad había renunciado a vivir libremente.
Un día me enteré por parte de mi padre que Johann vendría al castillo, tras 3 largos años al fin iba tener la oportunidad de disculparme, pero cuando me cruce con Johann por única vez en este mismo castillo las palabras simplemente no salieron, el me vio de reojo y como si no me hubiera visto solo siguió su camino.
Un par de días pasaron luego de nuestro encuentro y todos en la familia fueron convocados al sótano, en un principio no sabía el por qué nos habían llamado, era algo repentino. Mi sorpresa fue inmensa cuando en el sótano rodeado de todos los miembros importantes de la familia además de los respectivos sirvientes estaba Johann con un rostro serio, parecía deprimido y desganado era ovio a simple vista que no quería estar hay.
El sótano es una gran catacumba en la que se guardan los cuerpos de todas las generaciones de la familia Dippel además se usaba como sede del ritual de iniciación para ser parte de esta, yo misma había pasado por algo parecido un par de años antes que Johann, con algunas diferencias, principalmente la cantidad de gente la cual había asistido siendo solo el líder de la familia y mi padre en esa ocasión.
Frente a Johann estaba su padre, su madre junto con su pequeña hermana además de los demás miembros con algún grado de importancia, a su espalda estaban todos los sirvientes que se encontraban en el castillo en ese momento y entre ellos me encontraba yo junto a mi padre.
El silencio era sepulcral dentro de las catacumbas, nadie hablaba o movía, estaba todo inquietantemente apacible hasta que esta tranquilidad fue rota por una fuerte y estruendosa voz que resonó por todo el lugar.
-Me gustaría en primera instancia pedir disculpa por lo apresurado de la situación, a todos aquellos que no tengan el deseo de estar presente tienen el permiso de retirarse.
Con esas palabras el padre de Johann se dirigió a los presentes sim embargo nadie movió un solo musculo, todos estaban en extremo pendiente de que era lo que ocurriría, principalmente debido a que no se esperaba que Johann se uniera oficialmente a la familia volviéndose una rara situación.
-Siegfried Dippel estas dispuesto a entregar tu vida y tu alma a la familia desde este momento hasta el día de tu muerte.
El padre de Johann lo miro fríamente esperando su respuesta y tras unos cuantos segundos de vacilación este respondió.
-Desde este momento le entrego a usted el líder la familia mi vida y mi alma, todo lo que alguna vez fui o seré en el futuro y es por esto que Juro servir a la familia hasta el día en que mi alma venga a ser reclama y quede solo mi cuerpo.
Las palabras de Johann no sonaban propias, solo se estaba dedicando a vomitar lo que se suponía que debía decir.
-Como indican las tradiciones hay algún presente que se oponga a que Siegfried Dippel sea parte de la familia.
Solo una persona levanto la mano, era el tío de Johann, Niels que se encontraba a la derecha del jefe de la familia y mirando con desprecio dijo.
-No deberíamos dejar que una vergüenza sin un ápice de talento se una, así como así a la familia, su habilidad con los muñecos es de chiste, es débil físicamente sin dejar de mencionar sus malas habilidades sociales, no tiene nada que aportar a la familia, solo sería un estorbo.
-Niels tiene un buen punto, dime Siegfried que es lo que puedes ofrecer a la familia, o me dirás ¿Que me estás dando una vida sin valor alguno?
Johann en ese momento bajo la cabeza mientras respondía con voz seca.
-Estoy plenamente consciente de mis falencias, no puedo ser de ayuda en combate y probablemente nunca lo sea, pero mi talento es más que simple habilidad física.
-Explícate, ¿Por qué debería dejarte entrar en la familia?
-Mis notas son excelente y sobresalientes, no solo eso, sino que debido a eso he logrado saltarme varios grados, si sigo a este ritmo lograre ingresar a la universidad en unos cuantos años más, en la cual pretendo especializarme en medicina y cirugía para así suplir una falencia dentro de la familia que la a aquejado durante incontables años.
El padre Johann en ese momento se mostró dubitativo, era cierto que la familia necesita un médico para el mantenimiento de los cuerpos que utilizaban, pero no era un gran problema que se necesitara resolver rápidamente.
-No logras convencerme del todo Siegfried.
Pensé que todo quedaría hay, pero Johann se arrodillo y con la cabeza en el piso rogo.
-Por favor, me esforzaré al máximo para terminar lo antes posible mis estudios, no descansare si es necesario, solo piense en las ventajas de tener a alguien así dentro de la familia, no hablo solo de mantenimiento de los muñecos, también podría realizar mejoras a estos o tratar a las heridas de los sirvientes sin hacer preguntas luego de sus trabajos, solo serían beneficios para la familia.
Viendo a su hijo arrodillado pidiendo por primera vez algo con tanto esmero y tras unos minutos de silencio en el que el padre parecía estar sopesando la situación, Johann convenció al jefe de la familia de dejarlo entrar debido principalmente a que todas las ventajas que había mencionado Johann eran ciertas y vendrían de maravilla ya que hasta el momento tenían que contratar servicios de terceros.
-Como actual jefe de la familia Dippel acepto tu vida.
En ese momento dos hombres entraron cargando a un tercero que estaba amarrado y con la boca cubierta para luego dejarlo a la espalda de Johann, este sabiendo a la perfección que era los que tenía que hacer se paró, se dio media vuelta y con una hermosa daga de oro adornada con incontables joyas que le había entregado su padre Johann se hizo una herida en su pulgar de la cual de inmediato comenzó a brotar sangre.
Johann puso su dedo ensangrentado en la frente del hombre que estaba de rodilla frente a él dejando una gran mancha, luego se acercó a su oreja y le dijo algo en un tono bajo que nadie pudo escuchar para inmediatamente después cortarle la garganta de un solo tajo al hombre quien cayó al piso retorciéndose del dolor mientras se desangraba lentamente. Se suponía que el corte lo debía matar de inmediato, pero Johann no era muy hábil usando armas por lo que era normal esperar esa clase de resultados.
Tras poco menos de un minuto el hombre dejo de moverse por completo para unos segundos después levantarse como si fuera un títere controlado por cuerdas invisibles, era probablemente la primera vez que Johann controlaba un cadáver y mataba a una persona en su vida y eso se podía notar en su cara, no es fácil hacer algo así a esa edad, lo digo por experiencia.
La ceremonia había casi terminado quedando solo un pequeño detalle, la selección de un sirviente que le serviría por el resto de su vida a Johann, él podía elegir a quien quisiera que fuera parte de la familia y no estuviera asignado a alguien más.
-Quiero escoger a la hija de Hagen, Charlotte creo que era su nombre.
Esas fueron las palabras de Johann dejando a todos en la habitación sorprendidos ante su extraña decisión, lo normal era escoger a alguien de mayor edad y experiencia por lo que las críticas no tardaron en llegar por parte de su mismo padre.
-No crees que deberías de escoger alguien que te pueda servir de manera apropiada, ella aun es joven e inexperta, convendría reconsiderar tu elección, tenemos bastantes sirvientes en estos momentos sin un señor al que servir, el hijo mayor de Hagen podría ser una buena opción.
Johann miro con decisión a su padre y se paró firme ante el a diferencia de cómo se encontraba hace unos cuantos minutos haciéndome pensar que lo más probable que todo fuera una actuación de Johann, este respondió.
-Es mi decisión y ya está tomada, nada me hará cambiar de opinión así que cambien esas caras y terminemos con esto.
Johann en esos momentos estaba siendo irracional, no entendía por qué lo hacía, como lo había dicho su padre mi hermano mayor era una mucho mejor alternativa que yo para ser su sirviente. En esos momentos no tuve tiempo para pensar mucho ya que fui llevada por mi padre ante Johann y como la tradición lo indicaba me tuve que arrodillar ante el mirando al piso.
-Levanta la cabeza Charlotte.
Con su mano Johann levanto mi cabeza con delicadeza mientras me miraba directamente a los ojos, era la primera vez que me dirigía la palabra desde que había llegado al castillo, mi deseo era poder disculparme, pero no podía hacerlo, debía quedarme callada y seguir la tradición.
– Tu vida, tu alma, tu mente, desde este momento me perteneces hasta el día en que mueras y cuando el día de tu caída llegue tu cuerpo también lo hará.
Con esas palabras Johann con su mano aun goteando sangre, toco mi rostro con su dedo índice dejando una pequeña mancha de sangre circular en mi frente.
-Como usted ordene mi señor.
Tras el juramento la ceremonia termino conmigo siendo la sirvienta de Johann por el resto de mi vida. Tras esto abandoné el sótano junto a Johann y al parecer nos dirigíamos al invernadero, durante el trayecto no pude decir ni una sola palabra, no podía parar de pensar que Johann resentido había vuelto para tomarme como su sirvienta y vengarse del como lo había tratado, que equivocada estaba.
-Eres libre…
Una corta frase que no esperaba salió de la boca de Johann cuando estábamos bajo el sauce en el que el solía jugar cuando era pequeño, estaba confundida, no podía entender a que se refería y al parecer mi rostro reflejaba el cómo me sentía.
-O al menos eso es lo que me gustaría decir… de verdad lo siento… aunque me desvele pensando en cómo cumplir mi promesa, pero todo lo que se me ocurrió fue esto.
¿Promesa?, eso era lo único que pasaba por mi mente en esos momentos, no recordaba ninguna promesa entre ambos, por lo que exprimiéndome los sesos luego de unos minutos recordé lo que le había dicho el ultimo día que hable con él.
-En un par de días volveré al internado, como mi sirvienta tendrás que acompañarme a donde vaya, aunque no sea la libertad que deseabas es lo mejor que puedo lograr, podrás estudiar en una escuela normal, podrás ir donde quieras en tu tiempo libre, tener hobbies, hacer amigos y cuando vaya a la universidad podrás estudiar lo que desees, me asegurare de que la familia pague por todo, lo único que tendrás que hacer es seguir mi ritmo en los estudios, ¿Podrás?
La emoción se apodero de mí, nunca creí que me podría librar de la jaula en la que me encontraba, las lágrimas pronto comenzaron a brotar de mis ojos y solo respondí como mejor pude.
-Gra… gracias… de verdad muchas gracias… quiero discul…
Johan me tomo de ambos hombros con sus manos y con una de ellas todavía sangrando me mancho, pero eso no me podría a ver importado menos en ese momento, el miraba directamente con sus ojos color avellana, no podía dejar de mirarlo.
-No soy digno de tu gratitud, después de todo no pude cumplir mi promesa como es debido, pero espero que nos llevemos bien desde ahora en adelante, además no es necesario que te disculpes, no recuerdas fui, yo el que dijo que te aria disculparte cuando te ganara.
Para Johann nada había sido un juego, el recordaba todo a la perfección, cada detalle, cada conversación que habíamos tenido y eso no pudo hacerme más feliz
Parte 4
-Supongo que hay fue cuando te enamoraste de Johann.
Dijo Albert soltando una gran bocanada de humo por la ventana.
-Tanto se nota lo que siento por él.
Charlotte parecía más tranquila que antes mientras seguía acariciando la cabeza de la dormida Revecca.
-Tengo buen ojo para estas cosas, es solo cuestión de verlos, parecen un par de tortolitos.
Albert soltó una pequeña risita.
-Las cosas no son como parecen, con Johann nos conocemos prácticamente de toda la vida y pasado la mayor parte de ese tiempo siendo su sirvienta o más bien su niñera.
Una melancólica sonrisa se dibujo en la cara de Charlotte.
-Y aunque por alguna razón el me mirara de una manera diferente, nada podría llegar a pasar realmente, pero aun así prefiero ser tratada como hasta ahora por el resto de mi vida a tener que repetir lo esta noche.
-Con lo poco que conozco a Johann, te puedo asegurar que no es la clase de personas que le interese algo como las clases sociales.
Dijo Albert tratando de animar a la joven frente suyo sin embargo sus palabras de poco sirvieron.
-El talvez no, pero para los demás miembros solo soy eso, una sirvienta, una parte de mi quiere que Johann logre sus objetivos y pueda ser recibido nuevamente dentro de la familia, pero la otra solo quiere que todo siga igual, que nada cambie nunca, no quiero volver a ser solamente su sirvienta.
Albert arrojo el cigarro que se había acabado por la ventana para de inmediato encender otro y llevárselo a la boca.
-No me parece egoísta querer estar con la persona que amas, yo aria lo que fuera por pasar, aunque sea solo un minuto con las personas que más aprecio, quizás estés pensando demasiado las cosas y aun así no te planteaste que Johann pensara de tu misma forma, después de todo parece que siempre lo tiene todo planeado.
Las lágrimas se hicieron presente en el rostro de Charlotte que había ido perdiendo la calma poco a poco con las palabras de Albert quien parecía melancólico mientras observaba el hermoso cielo nocturno.
-Pero…
– ¿Johann es alguien quien rompería una promesa?
Ante la pregunta, Charlotte se quedó callada comprendiendo lo que Albert le trataba de decir.
-Te preocupas demasiado para ser tan joven.
Una pequeña sonrisa se formó en la cara de Charlotte a la par que las lágrimas cesaron.
-JEJE, puede que tengas razón.
Luego de larga charla Charlotte lucia algo mas animada, se notaba que estaba mas segura y que las dudas que rondaban por su mente se habían desvanecido en su gran mayoría.
-Esa es la actitud, ahora te agradecería si pudieras abandonaras la habitación, quiero tomarme una ducha e irme a dormir, ha sido realmente un día largo.
Dijo Albert suspirando a la par que masajeaba uno de sus hombros con su mano derecha y Charlotte algo sorprendida reacciono mirando su reloj.
-¡HAA!, la hora se pasa volando cuando uno se entretiene conversando.
Charlotte entonces se levantó de la cama y se dirigió a la puerta y antes de salir dijo.
-Gracias por escucharme.
-No hay problema, de hecho, me sorprende que siquiera me contaras lo que te pasaba para empezar.
Lo que había dicho Albert era completamente cierto, ellos dos apenas se habían conocido hace unos cuantos días y aun así Charlotte se abrió completamente con el como si lo conociera de toda la vida algo para lo cual la misma Charlotte tenía una repuesta.
-Siempre he visto mas que las personas normales.
Dijo Charlotte apuntando a sus ojos.
-Es por ello que puedo notar las intenciones de las personas con solo una mirada y al menos el Albert con el que hablo ahora siempre me ha dado la sensación de ser una buena y confiable persona, supe desde que me pediste que pasara a la habitación que tus intenciones eran buenas, pude ver la misma clase de preocupación que podía ver en mi padre cuando era una niña.
-Diste completamente en el clavo, aunque me vea de esta forma soy bastante mayo y no puedo evitar verte como a una niña, además me recuerdas a mi hija de cierta manera por lo que supongo que es inevitable.
Las palabras de Albert no parecieron agradarle mucho a Charlotte que solo respondió de forma rápida y seca.
-No me gusta que me traten como una niña.
Con esas palabras Charlotte salió de la habitación, pero a diferencia de las veces anteriores que Albert la había tratado así no parecía en lo absoluto enojada.
Comments for chapter "10"
QUE TE PARECIÓ?