Cenizas del Alma - 14
Parte 1
Desmond salió al patio central en donde había dejado a William junto a Henri y pudo notarlos a ambos a lejos sentados en una banca a la sombra de uno de los árboles conversando, pero no eran los únicos en ese lugar ya que parada frente a ellos se encontraba una muchacha vestida con el uniforme de la orden del temple que también conversaba con ambos.
-Lamento la tardanza, espero no haberte causado problemas.
Desmond se disculpó con Henri, mientras miraba a la joven que se encontraba parada a su lado que parecía no haberlo notado, su pelo era lizo y de un tono anaranjado apagado llegándole este hasta la cintura, tenía pintalabios rojo y sombra en sus ojos, siendo estos últimos los que más llamaron la atención de Desmond al ser de un tono almendrado claro.
-No es un problema, al contrario, es un placer el poder cuidar a William.
Henri noto como Desmond miraba a la muchacha parada a su lado y se dispuso a presentarlos.
-Deberías tranquilizarte un poco hombre, ella es mi escudera… ¡Que esperas niña, preséntate!
Con las palabras de Henri la muchacha que estaba atónita con ambos ojos abiertos mirando fijamente a Desmond, espabilo y un tanto nerviosa dijo casi gritando.
-So.. soy Elizabeth, escudera primera de la orden del temple.
Elizabeth estiro ambos brazos rígidamente y tomo con sus manos la de Desmond para seguido agitarla con fuerza de arriba hacia abajo.
– ¡Es un placer conocerle!
-También es un gusto conocerte Elizabeth, mi nombre es Desm…
Sin dejar de agitar su mano Elizabeth lo interrumpió.
-Se perfectamente quién eres, Desmond Burke, alias Death Knight, el caballero de la muerte, The grim reaper, mi maestro me ha hablado tanto de usted, es un honor poder verlo en persona.
-Llámame Desmond por favor.
Desmond estaba claramente incomodo y con algo de fuerza tiro su mano para soltarse del agarre de la eufórica Elizabeth que pareció percatarse de lo incomodo que estaba poniendo a Desmond tornándose su cara roja como un tomate.
-De verdad lo siento, es solo que usted es una leyenda por aquí y no pude contener la emoción, además… no me diga que esa es.
Elizabeth nuevamente quedo en shock al percatarse de lo que Desmond llevaba en su mano como si nada.
-Aunque solo la he visto una vez, es inconfundible, es la espada que estaba clavada en el centro de la sala del lirio, eso significa que los rumores eran ciertos, ¿Puedo verla?
-No es un juguete sabes.
-Lo sé, pero…
-Elizabeth fue suficiente, por favor has silencio y deja de incomodar a Desmond.
-Lo siento, lo siento… mejor me callo.
Elizabeth no parecía arrepentida de su comportamiento, pero viendo que su maestro Henri sonaba un poco molesto decidió callar y hacerse a un lado por el momento.
-Dejando de lado el vergonzoso comportamiento de Elizabeth, veo que has vuelto a tomar tu espada nuevamente, supongo que el maestre logro “Convencerte” de alguna manera.
Henri miro a un distraído William que miraba fascinado la enorme espada que tenía Desmond en su mano.
-Con respecto a eso, ¿Quería pedirte un favor?
-Me imagino que es lo que quieres, no te preocupes William estará a salvo conmigo, además seguro no te tomará más que un par de días.
Desmond poso la espada en su hombro mientras le entregaba la hoja con los detalles de la misión.
-Mmmm, te dieron una difícil, bastante difícil diría yo, ¿Crees poder solo con esta?
-Seguro, aunque este algo oxidado, todavía no he perdido mi habilidad, será solo un calentamiento.
-Te creo, pero también pienso que algo de ayuda no te vendría mal.
-Voy a estar bien solo, además quitándote a ti, no confió en nadie más en este lugar, por lo que es mejor así para todos.
– ¿Qué te parece si te llevas a Elizabeth?
Desmond miro a una sorprendida Elizabeth que parecía agradarle de sobremanera la idea.
-Solo me estorbaría.
Dijo Desmond algo incrédulo de la fuerza de la joven.
-No seas tan duro con ella, en términos de fuerza está al nivel de un caballero, además dime como piensas llegar al lugar de la misión o que pasaría si alguna civil presencia algo, Elizabeth está bien preparada para todas esas eventualidades.
Desmond sopesaba la situación sin parecer muy convencido de la idea, por lo que Henri siguió tratando de convencerlo.
-Hazlo como un favor para mí, como su maestro creo que de verdad le hará bien la experiencia de ver en acción al mejor caballero que ha tenido la orden.
-¡AAAAHF!, está bien, puede acompañarme, solo por esta vez.
Desmond todavía parecía un poco reacción, pero comprendía las ventajas que llevar a Elizabeth consigo traería por lo que termino aceptando.
– ¿Cuándo piensas partir?, si quieres puedes quedarte conmigo y salir mañana a primera hora.
-Pienso en terminar lo más rápido posible por lo que saldré de inmediato.
-Nunca cambias verdad… Elizabeth ya escuchaste, ve a prepararte lo más rápido que puedas.
– ¡Como ordene maestro!
Elizabeth de inmediato se dirigió al interior del monasterio con una gran sonrisa en su cara por lo que había sucedido.
-William, tengo algunos asuntos que atender y me iré por unos días, le pedí a Henri que te cuide durante ese tiempo, espero que te portes bien, eso ultimo va también para ti Henri.
-Ya no soy un niño, se comportarme cuando es debido.
Desmond le dio un abraso a William y le dijo.
-Quiero que te cuides y le hagas caso en todo a Henri.
William le devolvió el abrazo a Desmond y respondió de igual manera.
-No demores demasiado… también quiero que me traigas un recuerdo.
-Dalo por hecho.
Dejando a William, Desmond se volvió a dirigir a Henri.
-Cuando vuelva Elizabeth me iré, confió en ti Henri, espero no equivocarme.
-Lo que realmente me preocupa es lo fácil que accedió William, quizás no te quiere tanto en realidad.
No siendo bueno en ese tipo de situaciones Henri trato de calmarse haciendo una pequeña broma que no tuvo el efecto esperado.
-Por favor Henri se serio por un momento, además ya había hablado con él sobre esta posibilidad.
Henri puso su mano en el hombro de Desmond y mirándolo a los ojos con convicción dijo sin dudar.
-No te defraudare.
En ese momento volvió Elizabeth con una mochila en su espalda además de un par de espadas mariposas en su cinturón preparada para la misión.
-Elizabeth nos vamos.
– ¡EH!, claro.
Desmond comenzó a caminar fuera del monasterio seguido de cerca por Elizabeth quien no paraba de mirar el inmenso mandoble que llevaba sobre su hombro.
-No es por cuestionarlo ni nada de eso, pero no cree que la enorme espada resaltaría demasiado en las calles.
– ¡AH!, claro la espada, sería un problema si la policía nos detuviera, el dilema es que no tengo la vaina de mi espada.
-Mmmmm, me permitiría ver la hoja con los datos de la misión.
Desmond le dio entrego la hoja sin pensárselo mucho a Elizabeth quien tras unos cuantos segundos de ojearla le dijo.
-Habrá que salir del país para esta, ¿Sabe dónde están los autos de la orden?
-Supongo que sí, claro está si no los han cambiado de lugar en la última década.
-Correcto, espéreme hay, iré a buscar una vaina para su espada y las llaves de uno de los autos, también creo que necesitara un uniforme.
-Te dejare eso a ti, pero olvídate del uniforme, no pienso ponerme nuevamente esa cosa en mi vida.
Elizabeth sintió intriga al ver la negativa de Desmond a usar el uniforme de la orden, aun decidió no hacer preguntas innecesarias.
-Como usted diga.
En ese momento Elizabeth nuevamente se dirigió rápidamente al interior del monasterio mientras que Desmond tomo rumbo al estacionamiento para esperar a que la muchacha volviera.
Cuando Elizabeth volvió le entrego a Desmond la vaina que le había prometido para luego subirse ambos al auto y dirigirse a un aeropuerto donde un jet privado los estaría esperando para llevarlos a su destino. El trayecto hasta el aeropuerto privado de la orden fue corto y en este Desmond y Elizabeth casi no cruzaron palabra.
Estando ya en el avión que los llevaría a Rumania el lugar a donde se dirigían, Desmond estaba un porco arto y aburrido de que Elizabeth lo mirara constantemente de reojo sin decir nada, así que sin pensarlo decidió el mismo comenzar la conversación.
– ¿Qué te llevo a unirte a la orden del temple?, ¿Venganza?, ¿Honor?, o se trata de una tradición familiar.
Elizabeth pareció un poco confundida con la pregunta de Desmond y esto lo noto al oír su respuesta.
-No tiene que ver con nada de eso, básicamente no tenía más opción que unirme.
-Vamos, no me mientas, nadie se uniría sin una razón, al juzgar por tu edad y por la fuerza que describe Henri, debiste unirte siendo bastante joven.
Desmond estaba incrédulo de las palabras de Elizabeth, más sabiendo cómo funcionaba el sistema.
– ¿Por qué le mentiría?, desde que estoy en el orfanato se me inculco que mi deber era unirme y servir a la orden con mi vida.
– ¿Orfanato?, no te referirás al que esta que estaba cerca del monasterio.
-Si, de él vienen varios de los actuales escuderos de la orden.
– ¿A qué edad llegaste a ese orfanato?
Desmond sonaba alterado y la ira era visible en su rostro que poco a poco se convertía en una muesca que le puso los pelos de punta a Elizabeth quien dudando respondió a su pregunta.
-No… no lo recuerdo, supongo que cuando era un bebe, mi recuerdo más antiguo es en los pasillos del orfanato.
Descargando algo de su ira ante las palabras de Elizabeth, Desmond golpeo con tal fuerza él apoya brazo de su asiento que termino rompiéndolo y asustando a Elizabeth en el acto.
– ¿Esta bien?,¿Dije algo malo?
Al notar que había perdido los estribos y que estaba poniendo incomoda a Elizabeth, Desmond serró sus ojos, respiro profundamente y seguido de un largo suspiro logro calmarse un poco.
-Lo siento por mi actitud, pero no me cabe en la cabeza que hayan reabierto ese infierno, dime ¿Henri sabe sobre esto?
-Siendo honesta no lo sé, pero ¿Por qué se refiere a él como un infierno?, que yo recuerde nunca recibí malos tratos en ese lugar.
Desmond miro a Elizabeth mientras debatía consigo mismo si contarle la verdad de ese lugar.
-Es mejor que no sepas, después de todo no obtendrás nada bueno de conocer su historia, supongo que por eso mismo Henri no te ha hablado de eso.
-Si no estaba dispuesto a hablarme de ello en primer lugar, debió haberse quedado cayado.
-De verdad lo siento, pero créeme, estas mejor viviendo en la ignorancia.
Era claro para Desmond con solo ver a Elizabeth que su respuesta no lograba satisfacer su ansia de conocimiento, pero estaba completamente seguro de que no era el momento todavía de contarle.
-Aunque tenga razón, ahora sé que vivo en la ignorancia y quieran o no sabre lo que tratan de ocultarme.
-Como dices, algún día lo sabrás, a pesar de ello no será por mí que lo sepas, esto debería ser un tema que converses con Henri no conmigo.
Elizabeth miro enojada a Desmond y con rabia respondió.
-Por favor, usted conoce a mi maestro, sabe cómo es el, nunca me contaría la verdad, aunque lo obligaran.
Desmond viendo el estado emocional de Elizabeth decidió ofrecerle un pequeño trato.
-Demuéstrame lo que vales en esta misión, solo así admitiré que estas lista para la carga que conlleva saber la verdad y no te preocupes por Henri, él no es capaz de decirme que no.
Habiendo escuchado la propuesta de Desmond, Elizabeth decidió darlo todo en el siguiente combate con tal de obtener respuestas.
Parte 2
-Sabes cuándo miré el archivo de la misión no encontré nada, pero no se suponía que esta peste se había erradicado totalmente hace ya tiempo.
Le dijo Desmond a Elizabeth mientras caminaban por el sendero de un bosque a las afueras de un pequeño pueblo ubicado en Rumania. Desmond llevaba ropa común que contrastaba enormemente con el uniforme de su acompañante además de la gran espada que llevaba colgando en su espalda.
-Se suponía que era así, pero en el los últimos años han aparecidos brotes por toda Europa, en un principio también nos vimos sorprendidos sin embargo no tardamos en llegar a la razón y es que alguien lo está esparciendo a propósito.
– ¡A PROPOSITO!, ¿Qué clase de enfermo haría una cosa así?
-Lo único que tenemos claro es que se trata de un hombre que se hace pasar por doctor y tras unas cuantas semanas de su llegada aparece el brote.
– ¿Solo saben eso?, es bastante poca información para presuponer que lo hace adrede, tal vez solamente no es capaz de controlarse.
-En circunstancias normales seria de esa manera, pero luego del análisis de los cuerpos se notan ciertos patrones.
-¿Patrones?, no me digas que está escogiendo a las víctimas.
-Es como dice, está escogiendo a las víctimas, en cada brote los grupos tienen patrones distintos, en el primero eran solo hombres, en el segundo mujeres, luego solo niños, siendo las últimas veces por grupo sanguíneo.
-Siendo así, es claro que no lo hace por impulso y que está buscando lograr algo con todo esto.
Dijo Desmond mientras miraba al cielo estrellado pensando en la clase de motivación que llevarían a alguien a cometer semejantes atrocidades.
-La única explicación viable hasta el momento, es que se trata de alguna clase de retorcido experimento, primero elige a su grupo de prueba para luego infectarlos y ver los resultados, el motivo nos es incierto, pero viendo el patrón, algo es claro y es que…
-No parara hasta tener éxito y viendo que nos toca hacer limpieza no creo que este cerca de terminar.
Desmond interrumpió a Elizabeth en medio de su explicación lo que no pareció agradarle mucho por lo que de inmediato trato de disculparse.
-Lo siento, no debí interrumpirte.
-No es eso lo que me molesta, si no que luego de tanto tiempo no tengamos ni la más mínima pista de quien es y de cuál es su objetivo real.
Desmond viendo lo frustrada que se encontraba Elizabeth trato de animarla a su modo, puso su mano sobre su cabeza y revolviendo su pelo le dijo.
-Relájate, no obtienes nada preocupándote y frustrándote de esa manera, no trates de nadar contra la corriente, déjate llevar y veras como las cosas saldrán bien.
Elizabeth miro con ojos de incredulidad ante las palabras de Desmond y como si ya hubiera pasado por algo similar se quitó la mano de la cabeza y suspirando respondió.
-¡HAFFFF!, ya veo por qué mi maestro es tan despreocupado e inconsciente ante el peligro.
-Pues cuando conocí a Henri se estresaba por todo y no paraba de recriminarme mi actitud, ¿Sabes que paso?, un día se hartó de todo y solo se dejó llevar, es mi más grande enseñanza y espero que algún día tú también lo pongas en práctica.
Desmond inflo el pecho lleno de orgullo por sus palabras, pero esto no obtuvo el resultado que esperaba en Elizabeth.
-Siento decepcionarlo, pero simplemente no puedo solo dejar de preocuparme por las personas o lamentarme por su muerte.
– ¿Cuántas vidas has salvado preocupándote o lamentándote?
En la cara de Desmond una pequeña sonrisa se esbozó mientras que Elizabeth solo se limitó a fruncir el ceño ante la repentina pregunta.
-Ninguna verdad… En vez de preocuparte por la vida de alguien más o lamentar su muerte, deberías pensar salvare esa vida y si no lo logras solo tienes que evitar que vuelva a ocurrir.
– ¿Si no pude evitarlo la primera vez, como lo haría a la siguiente?
-Es simple, te haces más fuerte.
Las palabras de Desmond habían dejado pensando en silencio a Elizabeth quien no volvió a hablar hasta que llegaron a su destino. Desmond y Elizabeth habían subido hasta lo más alto de una de las montañas del bosque con la intención de poder apreciar de mejor manera el terreno, para de esta manera encontrar los posibles escondites de su objetivo.
Tras unos minutos de mirar los alrededores Desmond decidió comenzar a estirarse preparándose para lo que avecinaba mientras esperaba a qué volviera Elizabeth quien se encontraba revisando los alrededores. Cuando Elizabeth al fin volvió y encontró a Desmond aun estirándose no pudo dejar de notar la complexión de su cuerpo.
– ¿Por qué nuevamente te me quedas viendo?, me pones incomodo, es de mala educación sabes.
Ante el regaño de Desmond hacia Elizabeth esta solo pudo responder nerviosa.
-Lo… lo siento… es solo que…
– ¡VAMOS DILO DE UNA VEZ!
La fuerte voz de Desmond solo logro poner más nerviosa a Elizabeth quien a duras penas pudo responder.
-No se enoje, pero siendo honesta, al verlo más detenidamente no me da la impresión de ser alguien tan fuerte como dicen.
– ¿Por qué lo dices?
-Principalmente por su apariencia, cuando hoyes las historias sobre usted se tiende a imaginar alguien grande e imponente que con solo su presencia cause respeto y pavor.
-Ya veo… te esperabas alguien más serio, con grandes músculos que con solo verlo te cause escalofríos.
-Exacto.
Desmond dejo de estirarse ya que pensó que era suficiente y se acercó a Elizabeth.
-Tienes demasiada imaginación, ninguna de esas cosas sirve realmente en un combate, solo piensa por ejemplo en Henri, ¿Qué tan fuerte crees que es él?
-Esta entre los tres mejores caballeros de la orden sin dudarlo.
Le respondió Elizabeth bastante segura de sus palabras.
-Y dime, ¿se parece a tu descripción de alguien fuerte?
Elizabeth solo podía pensar en una respuesta a la pregunta que le había hecho Desmond por lo que respondió casi de inmediato.
-No.
-Como habrás deducido, la apariencia realmente no tiene nada que ver con la fuerza de un caballero, es cuestión de ver a Henri, sus músculos no son los más grandes, pero seguramente es de los que más peso puede levantar al aumentar sus capacidades físicas.
Desmond ya enfrenté de Elizabeth saco su mandoble de su vaina y se lo ofreció a la joven algo que ella sin pensarlo mucho acepto llevándose un inesperado asombro al tratar de levantar la increíblemente pesada espada.
-¡Co… como!, como es posible que levante esta espada tan solo con una mano.
Elizabeth apenas podía sostener la espada aun utilizando ambas manos y el aumento de fuerza física.
-No tendré los músculos más grandes, pero sin duda tengo los músculos de mejor calidad de toda la orden, además son increíblemente flexibles y esto sumado a mi gran resistencia me permitieron volverme el mejor caballero de la orden.
Desmond con una mano le quito el mandoble a Elizabeth que lo sostenía a duras penas para luego realizar algunos cortes al aire con extrema facilidad.
-Tú tienes una excelente condición física pero aun utilizando el aumento de fuerza apenas podías sostener la espada, esto se debe a que como los demás escuderos y caballero puedes aumentar tus aptitudes físicas unas 5 veces como máximo siendo esto el máximo aguante normalmente.
Desmond entonces paso a guardar el mandoble en su vaina para seguir la explicación mientras le mostraba el bíceps de su brazo derecho a Elizabeth.
-Yo por otra parte debido a la calidad y flexibilidad de mis músculos pude superar ese límite fácilmente llegando a unas 10 veces como máximo, lo que en términos simples me permite no ser el más fuerte ni rápido normalmente, pero al aumentar mis capacidades supero a la gran mayoría con facilidad.
Desmond en ese momento tomo el brazo de Elizabeth por sorpresa y comenzó a palparlo en toda su extensión.
-¡¿Qué le pasa?!.
Elizabeth tiro su brazo, sorprendida por la extraña acción de Desmond.
-Y por lo que veo, Henri te está llevando por el mismo camino, solo piensa en el entrenamiento que te debe de dar y notaras que es para mejorar las cosas que te mencione.
Elizabeth comenzó a hacer memoria de los entrenamientos que le daba para hacer Henri y siendo como Desmond decía, estos eran enfocados en mejorar la flexibilidad de los músculos y su resistencia, pero antes de que le pudiera responder un disparo se hoyo a lo lejos.
El primero en reaccionar fue Desmond, quien en menos de un segundo se dirigió al lugar de donde provino el sonido de disparo dejando atrás a una Elizabeth que tras unos cuantos valiosos segundos desperdiciados, se dio cuenta de lo que había sucedido, saltando de inmediato tras Desmond no pudiendo alcanzarlo por más que lo intentaba. En medio del oscuro bosque Elizabeth había perdido a Desmond por completo de vista, cuando escucho nuevamente dos disparos más que parecían provenir de un lugar no muy lejano, por lo que teniendo una dirección aproximada, Elizabeth corrió lo más rápido que pudo encontrándose con una escalofriante escena.
En el suelo yacía un hombre de mediana edad con su cavidad torácica totalmente destrozada, viseras y sangre cubrían gran parte del área, el hombre tenía en sus manos un rifle de casa del cual probablemente procedían los disparos. En la mente de Elizabeth solo podía haber un culpable ante tal atroz acto y era exactamente lo que estaban buscando, no había otra explicación y sus sospechas fueron inmediatamente contestadas cuando al mirar hacia un costado pudo ver a una bestia de 2 metros de alto, de pelaje negro, garras enormes y afiladas como navajas, le estaba dando la espalda, seguramente distraído por algo, pero ella sabía que ese era su objetico por lo que sin dudarlo se dispuso a atacarlo, sin embargo antes de que pudiera siquiera mover un solo musculo la parte superior del cuerpo de la bestia voló por los aires ,para caer al suelo un segundo después.
– ¡AHFFFF!, me tomo demasiado encontrarlo, no pude llegar a tiempo.
Desmond había partido por la mitad a la bestia con su mandoble con una facilidad que dejo pasmada a Elizabeth.
-Este es bastante más grande que cualquiera que haya visto.
Desmond comenzó a examinar las partes del cuerpo de la bestia mientras le hablaba a una aun en shock Elizabet.
-También me costó bastante más cortarlo, no sé si será porque su piel es más dura y gruesa o es simplemente porque estoy fuera de forma.
Elizabeth seguía sin hacerle caso a Desmond por lo que este se le acerco y chasqueando los dedos con una mano mientras movía de lado a lado la otra trato de despertarla.
– ¡OYE!… ¡HOLA!… ¿Estás bien?.
La insistencia de Desmond logro hacer reaccionar a Elizabeth que respondió aun un poco pasmada.
-Si… lo siento… es solo que en general no es tan fácil.
-Bueno, estos son más grandes y fuertes que los que había en mi época, por lo que comprendo que sean difíciles de eliminar.
Elizabeth ya con la mente despejada vio con más atención el cadáver de la bestia y con vos seria y acomplejada dijo.
-Esto es extraño, como usted dice por lo general los licántropos son más pequeños, nunca había visto uno de este tamaño, ¿Quizás la persona ya era grande antes del cambio?, aunque las garras también están desproporcionadas.
Elizabeth se acercó reviso el único corte que había realizado Desmond para después hacer lo mismo con el hocico de la bestia.
-Esto es peor de lo que imaginaba, su piel es más gruesa de lo normal, no solo eso, sus dientes también son exageradamente grandes, por donde lo vea esto no es normal.
-Quizás es como dijiste y es parte de un experimento, tal vez alguien los está tratando de hacer más fuertes.
-No puedo asegurar o desmentir nada sin antes haber visto a los demás.
-Entonces prepárate, el ruido y olor a sangre pronto atraerá a los demás.
-Les tomara un poco llegar, mientras tanto deberíamos elegir una estrategia y…
-Lo harás tu sola.
Desmond interrumpió a Elizabeth mientras guardaba su mandoble en su vaina.
– ¡SOLA!, acaso estás loco, no puedo con tantos yo sola.
-Tranquila, no llegaran todos a la vez, además Henri me pidió que te diera una lección y esta es mi forma de enseñar a mis alumnos.
Un escalofrío recorrió la espalda de Elizabeth al pensar en el significado de esas palabras.
-No me diga que…
-Es exactamente como piensas, a Henri lo entrene de esta manera, lo que le dio experiencia rápidamente en combates en desventaja.
Era la primera vez que Elizabeth escuchaba de esa clase de entrenamientos, lo que le hiso pensar lo amable y suave que era su maestro en comparación, por lo que en ese momento decidió no volver cuestionar los métodos de Henri.
-Te digo que no podre con tantos, todavía soy una simple escudera.
-No te menosprecies, estoy seguro que podrás con ellos, además si tu vida corre peligro intervendré de inmediato.
– ¡Eso no me produce ninguna clase de tranquilidad!
En ese momento un ruido se escuchó entre los árboles y antes de que pudiera darse cuenta Desmond había desaparecido de su vista y un licántropo había salido de entre el espeso bosque, dirigiéndose directamente hacia ella.
Ya era tarde, la bestia se había acercado demasiado rápido y sus garras estaban a solo unos cuantos centímetros del cuello de Elizabeth, no podía huir ya que no era tan rápida como para hacerlo, ambos cuchillos estaban envainados colgando de su cintura y no tenía el tiempo para desenvainarlos para usarlos en su protección, a ojos de Desmond no tenía escapatoria.
La decepción invadió a Desmond al ver que tendría que intervenir tan pronto por lo que dispuesto a ayudarla comenzó a moverse, pero se detuvo al instante al ver que Elizabeth había desaparecido de su vista, tomándole algo de tiempo para volver a ubicarla. Elizabeth inexplicablemente para Desmond se encontraba a las espaldas del licántropo, siendo un sutil movimiento de cabeza por parte de la muchacha lo último que vio de ella antes que desapareciera.
Elizabeth en posición de ventaja desenvaino ambas espadas y con un preciso corte con ambas manos en forma de cruz trato de cortar el ligamento del tobillo de la bestia, pero su piel era demasiado gruesa logrando solo un corte superficial. El licántropo al sentir el corte se dio media vuelta rápidamente y lanzando un zarpazo a la cabeza de Elizabeth quien nuevamente se encontraba en mala posición para esquivar la arremetida, pero como con el primer golpe, en el último instante antes de que lo alcanzara esta desapareció completamente.
La bestia quedo completamente confundida al no ver por ninguna parte a su presa, cuando de la nada su cráneo fue atravesado desde arriaba por Elizabeth con ambas espadas mandando a la bestia al piso en ese mismo instante. Elizabeth sin perder el tiempo quito sus espadas de la cabeza del animal para luego proceder a decapitarlo rápidamente para así evitar que se levantara más adelante.
Desmond estaba asombrado e intrigado por el desempeño de la joven en combate, sin duda era pupila de Henri, sus movimientos fueron precisos y no había dudado ni un solo segundo en acabar con la vida de su oponente, no obstante, este era solamente uno, por lo que todavía tenía que ver su desempeño cuando la superaran en números.
Dos mas no tardaron en llegar, pero esta vez Elizabeth estaba preparada con ambas espadas en mano y en posición para esquivar cualquier ataque. Las dos bestias se abalanzaron de frente contra Elizabeth corriendo con sus cuatro patas acercándose peligrosamente rápido, pero Elizabeth sin titubear también se lanzó en su contra esquivando el primer y segundo zarpazo con facilidad entrando en terreno de corto alcance que era lo que más le favorecía debido a lo corto alcance de sus armas.
El primer corte se lo hiso al en el cuello al que se le acercó por la derecha ignorando al otro, aun así, nuevamente le falto fuerza dejando solamente un corte superficial nuevamente, lo que le hiso pensar en la facilidad con la que Desmond había cortado tan gruesa piel.
Al ver que sus ataques no surtían efectos, Elizabeth invirtió el agarre de ambas espadas para así poder compensar su falta fuerza en los cortes, cambiando estos principalmente por estocadas, ese estilo de combate le traía consigo desventajas como la reducción de su alcance, la falta de versatilidad o flexibilidad y para Desmond esta era decisión algo cuestionable a pesar de ello pronto se dio cuenta de su error.
Habiendo cambiado el agarre en un instante Elizabeth se limitó a solo esperar la arremetida de su enemigo, la cual no tardó en llegar. Las dos bestias la atacaron desde dos direcciones distintas, pero Elizabeth solo se mantuvo de pie pacientemente hasta el último instante, siendo este cuando las afiladas garras de uno de sus enemigos estaban a escasos centímetros de destrozar su garganta, ahí fue cuando la joven nuevamente desapareció de entre medio de los licántropos para aparecer de costado en el aire sobre la cabeza de uno de ellos y girando todo su cuerpo en el aire asesto una poderosa estocada que atravesó el cráneo de su enemigo matándolo al instante.
Sin tiempo para quitar la espada que se encontraba incrustada a fondo en la cabeza del licántropo que acababa de matar, Elizabeth volvió a desaparecer para nuevamente reaparecer medio agachada frente a la bestia aun viva y sin pensarlo dos veces trato de clavar la espada que le quedaba apuntando a la cabeza, sin embargo su enemigo dándose cuenta de su presencia lanzo rápidamente un zarpazo que debido a la corta distancia no le daría tiempo a Elizabeth para escapar si esta quería asestar su estocada. Elizabeth sabiendo que el ataque podría dejarla mal herida prefirió desaparecer del lugar sin causar una sola herida, fallando ambos sus ataques, todo fue tan rápido que a Elizabeth no le dio tiempo para elegir un lugar adecuado, por lo que tras reaparecer su espada quedo clavada en un árbol debido a el impulso del ataque que no logro concretar.
El pequeño tiempo que le tomo a Elizabeth sacar su espada del árbol en el que se incrusto fue suficiente para que el licántropo lograra ubicarla nuevamente, además de que uno más había llegado de entre los árboles, lo que complicó aún más la cosas para Elizabeth que se encontraba con solo una de sus espadas en mano.
Sin darle tiempo a pensar nuevamente las bestias atacaron a Elizabeth quien rápidamente lanzo su espada con todas sus fuerzas hacia la cabeza de uno de sus atacantes, el cual con suma facilidad logro repeler el ataque bloqueándolo con sus garras, no obstante esto era lo que Ella buscaba ya que por un momento la vista de su enemigo fue bloqueada, lo que le permitió desaparecer para luego reaparecer en el aire al lado de la espada que había sido desviada tomándola con su mano derecha y clavándola en el costado de la cabeza de su oponente matándolo, pero el concentrarse demasiado en ello no le permitió percatarse de que otro había llegado y que se dirigía directo asía ella, lográndolo esquivar por los pelos recibiendo solo un rasguño en su brazo.
Ya sin armas Elizabeth estaba en una mala posición y para empeorar las cosas luego de reaparecer por última vez se notaba como estaba sufriendo un intenso dolor en todo su cuerpo, sus piernas temblaban apenas dejándola estar de pie, difícilmente podía levantar los brazos y su cabeza estaba algo caída. Desmond noto el mal estado de Elizabeth, sabía que era por usar tan seguido su extraña habilidad para teletransportarse y que eso le estaba repercutiendo en su cuerpo, a pesar de ello él quería ver que haría a continuación pensando que ella podía dar más de sí misma.
Elizabeth apenas podía moverse y no entendía por qué Desmond aún no había aparecido, pero ese pensamiento se desvaneció cuando vio que las dos bestias no se detenían e iban a por ella, sin tiempo para un mejor plan Elizabeth solo pudo pensar en jugar su mejor carta y aunque el riesgo era grande, su vida estaba en juego. En un segundo apareció cerca de uno de los cadáveres y casi sin fuerza agarro con ambas manos su espada y de un torpe tiro logro sacarla, para darse cuenta que cerca de ella se encontraban ambas bestias listas para atacar. Elizabeth entonces nuevamente desapareció para aparecer en un instante al lado del otro cadáver y con un certero movimiento corto ambas palmas de sus manos empapando primero la espada que tenía en su mano para luego hacer lo mismo con la que todavía estaba clavada en la cabeza del segundo hombre lobo que había matado.
Dispuesta a quemar su último cartucho, Elizabeth saco fuerzas de la nada y se lanzó corriendo directamente hacia sus enemigos, pero debido a su falta de fuerza era más lenta que ellos sin embargo esta sin bacilar lanzó nuevamente la espada que tenía en su mano tratando de distraer a uno de sus enemigos, para luego aparecer frente al otro y con la mano vacía comenzó el movimiento de estocada en dirección al pecho para que a medio camino de este apareciera la espada que había lanzado en su mano, logrando clavarla directamente en uno de los pulmones y aunque su puntería estaba algo imprecisa, Elizabeth no se desmotivo desapareciendo dejando la espada clavada.
Elizabeth reapareció en un costado y en ambas manos tenía sus espadas mariposas, las cuales clavo en uno de los brazos de su enemigo para luego sin molestarse en retirarlas, transportarse a lado del que se dirigía hacia ella ensartándole una de sus espadas en ojo y un brazo. Elizabeth desaparecía y aparecía constantemente clavando sus espadas sin dejar respirar a sus enemigos que no lograban comprender del todo lo que pasaba y aunque esta logro causar bastantes daños ninguno era realmente mortal y lentamente sus energías se le agotaban.
En unos de sus ataques Elizabeth ya bastante cansada, logro clavar su espada nuevamente en la cabeza de su enemigo matándolo, pero no se dio cuenta que un zarpazo venia por su costado lo que la lanzo con una monstruosa fuerza en contra de uno de los árboles rompiéndole en acto el brazo y algunas costillas, sin dejar de mencionar el fuerte golpe en su espalda al impactar. Era el primer golpe que ella recibía, pero era más de lo que podía aguantar en su estado, por lo que también fue el último.
Apenas de pie afirmando la espalda en un árbol, con un brazo destrozado y sin poder levantar el otro por el extremo cansancio, Elizabeth vio como tres licántropos más llegaron, todos tan grandes como los anteriores, ya no tenía fuerzas y estaba a punto de perder el conocimiento, cayendo rendida al suelo con su espada en mano y apenas viendo cómo se acercaban en cámara lenta. Percibiendo que Elizabeth ya no podía ni estar de pie, Desmond decidió que era momento de que el entrara en combate, saliendo de su escondite y cortándole la pata a una de las bestias antes de que pudiera alcanzar a Elizabeth.
Desmond se paró entre el grupo de licántropos y Elizabeth con su mandoble afirmado en su hombro esperando a que ellos se acercaran y así no descuidar a la joven en ningún momento. Las bestias se detuvieron por un momento, se mantenían en cuatro patas distantes, viendo al hombre que tenían en frente mientras le mostraban sus grandes dientes y gruñían en intento de intimidar que no dada ni el más mínimo resultado. Al igual que sus oponentes Desmond solo se mantenía esperando a que ellos hicieran el primer movimiento lo que cual ocurrió de una dirección de la cual el no esperaba, apareciendo de entre la maleza un nuevo hombre lobo que a gran velocidad ataco por el costado, pero sin casi inmutarse y con precisos movimiento Desmond corto por la mitad de forma vertical a la bestia quedando manchado completamente de sangre en el proceso.
Luego de aquel ataque Desmond se dio cuenta de que estaba completamente rodeado por bestias que lo acechaban desde las sombras esperando su momento perfecto para poder atacarlo a él o a la indefensa Elizabeth, por lo que luego de analizar detenidamente la situación este llego a la conclusión de que la forma más rápida de terminar con todos ellos era darles exactamente lo que buscaban.
Sin pensarlo más Desmond se lanzó derecho hacia los cuatro hombres lobos que tenía enfrente para primero rematar al que le había cortado la pata con anterioridad decapitándolo, habiendo matado a uno, los otros tres arremetieron de inmediato siendo uno por izquierda y dos por su derecha. Viéndose sin mucho tiempo ni espacio para maniobrar, Desmond miro al de su izquierda y cambiando la forma en que tomaba su pesado mandoble, para que así este quedara apuntando a hacia atrás lo apuñalo en el pecho, atravesando por completo a uno que estaba a sus espaldas a punto de atacarlo.
Habiendo matado a uno, Desmond se enfocó en el que tenía enfrente soltando la empuñadura de la espada, acercándose sin armas esquivo el primer zarpazo, para luego con el segundo tomarlo de la pata y lanzarlo por el aire haciéndolo chocar con el que aún tenía a sus espaldas lo que hiso que ambos cayeran al piso, situación que este aprovecho para recuperar su espada.
Habiendo recuperado su mandoble, Desmond rápidamente se dispuso a rematar a los dos hombres lobos que había tirado, y aunque solo habían pasado unos segundos pudo notar que otro de ellos se acerca a la semi inconsciente Elizabeth por lo que sin pensarlo mucho lanzo la espada como si de una lanza se tratase dándole en la cabeza y clavándolo a un árbol. Desmond de nuevo se encontraba sin arma, pero no dejo que eso lo detuviera, acercándose a los dos licántropos que aún se encontraban parándose, a uno le dio una fuerte patada en el lomo para evitar que se parara y al segundo que ya estaba de pie, le quebró el brazo para luego usar las garras de la bestia en su contra clavándoselas en la garganta rajándosela por completo. Desmond viendo que el ultimo trataba de levantarse nuevamente, puso su pie en su lomo y con enorme fuerza presiono hacia abajo impidiendo que este pudiera moverse, para luego con su pie libre darle una patada que le rompió el cuello matándolo.
Estando arto Desmond se dirigió a tomar nuevamente su espada, no sin antes haber recogido una de las espadas de Elizabeth por el camino y ya con ambas armas una en cada mano, Desmond decidió dejarse de juegos y terminar con todo en ese mismo instante, por lo que de la nada corrió a una inmensa velocidad hacia los árboles matando a uno de ellos al instante cortándolo por la mitad haciendo que la sangre y viseras volarán por el aire, sin darse tiempo para descansar Desmond mato a cada uno de los licántropos que estaban en los alrededores en tan solo un par de minutos.
Elizabeth estando al borde de desmayarse había visto como Desmond había matado a cinco de esas bestias con suma facilidad y sin cansarse apenas, algo que a ella le había llevado un enorme esfuerzo, era clara la diferencia de fuerza, habilidad y experiencia, sin embargo hacía unos cuantos minutos de eso y debido a que apenas podía moverse, si alguna de esas bestias la encontraba en esas condiciones, seria seguro que no podría defenderse, lo que le causaba algo de angustia, fue en ese momento cuando una sensación que nunca había sentido recorrió todo su cuerpo.
Un miedo como nunca había experimentado remeció la conciencia de Elizabeth, la sensación de que algo se le acercaba era ineludible, en su vida había sentido un peligro como ese, ni siquiera al haber estado cerca de la muerte, era indescriptible, todo su cuerpo le pedía a gritos escapar de ese lugar en ese momento mismo momento, pero debido a que no se podía moverse la angustia, la desesperación y el miedo solo se hacían más grande. Sin poder mover bien su cuello Elizabeth sintió el ruido de un caminar a su izquierda, que se acercaba a paso firme y lento hacia ella, podía sentir su deseo de sangre en todo su cuerpo, para ella ya no existía salida, iba a morir y esa horrible sensación se acrecentaba con cada paso que oía.
Logrando girar la cabeza Elizabeth logro ver de reojo a lo que tenía casi al lado de ella, era bastante alto y estaba cubierto completamente de sangre al punto que esta goteaba de su todo cuerpo, pero lo que más pavor causo en la joven fue la muerta y penetrante mirada que le auguraba la muerte. Las lágrimas de desesperación comenzaron a brotar de sus ojos sin control, a la par que su perdición se acercaba, fue ahí cuando algo toco su hombro y en un instinto animal de supervivencia apretó los dientes, tenso todos sus músculos y ataco con la espada que tenía aun en su mano para ver como esta era detenida sin haber acertado.
– “Estoy muerta”
Fue lo que pensó Elizabeth en ese momento.
-Elizabeth, ¿Estas bien?
La vos era familiar para la joven, ya la había escuchado con anterioridad, en ese momento una mano tomo su cara y la giro dejándole ver que la cosa que tanto miedo y pánico le había causado era Desmond que estaba cubierto al completo de sangre.
-Si… si, es solo que estoy bastante cansada y te confundí con algo más.
Desmond tenía una sonrisa en su cara al ver que ella se encontraba en bien, algo que contrastaba para Elizabeth con la peligrosa presencia que emitía.
-Bueno ahora que terminamos, es mejor que volvamos al pueblo para bañarme y cambiarme, además necesitas que te vea un doctor.
Elizabeth trato de pararse y a duras penas logro ponerse de pie apoyándose en árbol que tenía a sus espaldas.
-No podemos dejar este lugar de momento, tenemos que llamar al grupo de limpieza y luego preparar el informe.
Sin hacer caso a las palabras de Elizabeth, Desmond se acercó y la tomo en brazos para luego comenzar a caminar en dirección al pueblo.
-¡¿Qué te pasa?!, déjame, tenemos que…
-Chsssss, estás herida y lo primordial es que recibas atención médica.
-Pero…
-Nada de peros, tu bienestar él lo primero, luego nos encargaremos de lo demás.
Habiendo sido interrumpida Elizabeth no siguió discutiendo y se quedó callada el resto del camino hasta el pueblo.
Parte 3
Un día faltaba para la reunión que congregaría a las personas restantes de la familia Dippel y todo había transcurrido con relativa normalidad dentro del castillo, sin ningún hecho destacable a excepción de ese día en el que Johann luego de darle clases matutinas a Revecca decidió seguirla y estar presente durante su entrenamiento con Hagen.
-¿Qué haces aquí?, no deberías estar trabajando y preparándote para mañana.
Le dijo Erika a su hermano en tono molesto y sorprendido al verlo deambulando por el lugar.
-Podría decirse lo mismo de ti, no obstante, aquí estas, perdiendo el tiempo en vez de prepararte para mañana.
Respondió Johann serio mientras se centava al lado de su hermana a esperar a que Hagen llegara.
-A diferencia de ti tengo todo lo que necesito listo desde hace un par de días, conociéndote todavía no has hecho nada de lo que te pedí y dejaras para última hora todo.
– ¡No seas ridícula!, yo nunca aria una tarea apresurada y a última hora.
Las palabras de Johann eran serias y no llevaban en ellas el típico tono burlesco o sarcástico que este usaba usualmente.
– ¡HOOO!, entonces supongo que ya preparaste el discurso que te pedí la semana pasada.
-Yo no dije eso.
La corta respuesta dejo desconcertada a Erika que miro de inmediato a Johann con los ojos pidiendo explicación.
-Veo que te has confundido hermanita, pero la razón de mi actuar es sencilla y es que no voy a preparar ningún discurso.
-Mañana tomaras oficialmente tu nueva posición en la familia reemplazando a Niels, si me dices que pretendes improvisar en el momento, te hare recapacitar a la manera antigua.
Johann sin alterarse mucho se rio un poco para luego responder de inmediato.
-No lograras asustarme Erika y aunque no lo creas tengo mis razones para no preparar nada, soy pésimo hablando frente a muchas personas y el problema se incrementa cuando se trata de leer en voz alta, además está el hecho de que han pasado ciertas cosas y mi imagen dentro de la familia no es la mejor, créeme, por mi bien y de la ceremonia de mañana es mejor que solo diga unas cuantas palabras mañana, un saludo y poco más.
Erika se puso a sopesar las palabras de Johann y tras un poco más de un minuto lo miro con lastima y le dijo.
-Es verdad, no había tomado en cuenta tu reputación actual dentro de la familia y puede que las cosas se pongan tensas el día de mañana, especialmente por esos extraños rumores que he oído.
Johann se sorprendió al oír las palabras de Erika, pero antes de que pudiera preguntar Hagen entro al gimnasio y se dirigió directamente a Revecca que charlaba en una esquina con Albert para darles indicaciones, una conversación a la que se unió Erika dejando solo a un pasmado Johann que no reacción en un buen rato.
Luego de las indicaciones de Hagen, Revecca se sentó como siempre sobre un tapete y comenzó a meditar mientras que todos la observaban. Erika se había sentado en un lugar distinto que al principio dejando a Johann solo durante el entrenamiento, algo que a este no pareció importarle ya que se enfocó en Revecca y en su progreso.
Una hora paso desde que Revecca había comenzado a meditar y para que ella se pudiera concentrar el silencio reinaba en la habitación, sin embargo uno de los presentes mostraba signos de aburrimiento e inquietud ante la situación, esto duro unos cuantos minutos más hasta que sin poder contenerse levanto la voz rompiendo la tranquilidad y silencio del lugar.
– ¿Puedo hacer una pregunta?, aunque ya hice una así que creo que no habrá problema en que siga hablando.
Johann se dirigió hasta donde estaba Hagen y le dijo.
-Lleva como una semana haciendo esto no, ¿has notado algún avance?
Hagen miro a Revecca quien ante la distracción solo se le quedo viendo expectante a la respuesta que le daría a Johann.
-Siendo honesto, la señorita Revecca no ha mostrado ningún signo de avance durante el transcurso de nuestro entrenamiento.
Las palabras de Hagen fueron desesperanzadoras para Revecca quien hacia su mejor esfuerzo todos los días y aun así al parecer no había logrado nada.
-Dime Revecca logras sentir algo cuando meditas.
Dijo Johann mientras se agachaba para estar a la altura de Revecca cuando esta le contestara.
-No logro sentir nada, solo como se entumecen las piernas y brazos por estar quieta demasiado tiempo.
En ese momento Johann puso su mano en la cabeza de Revecca y con una sonrisa dijo.
-Te comprendo perfectamente, de seguro mantener la concentración es difícil, te cuesta quedarte quieta y tu mente empieza a divagar.
– ¡Si!, exactamente eso es lo que me pasa, ¿Cómo supiste?
Revecca parecía genuinamente sorprendida con la deducción de Johann quien se paró luego de revolverle el pelo a la jovencita.
-Eso es porque eres como yo, no a todas las personas les es fácil concentrarse, especialmente cuando les pides que esa concentración vaya a un concepto tan abstracto, no se te olvide que soy tu maestro y sé que eres lista, pero también algo distraída.
Johann se acercó a Hagen y le dijo de frente.
-No pretendo cuestionar tus métodos, pero creo que para Revecca sería bueno implementar ciertos cambios en su rutina.
– ¿Qué sugiere joven Siegfried?, no hay otra manera de que la jovencita Revecca logre utilizar el poder de su alma si no es con meditación y dedicación.
Dijo Hagen haciendo una pequeña reverencia a Johann.
-No me malinterpretes Hagen, no digo que deje la meditación después de todo es el único método disponible, si no que le facilitemos las cosas, el problema es el exceso de energía, si eliminamos ese factor notaras como progresa más rápidamente.
-Perdón joven Siegfried, pero no lo logro comprender a que se refiere.
-Solo hay que hacer que se ejercite hasta quedar exhausta al punto que le pesen las piernas y brazos, cuando se quede sin energías y comiences a meditar sentirás como es más fácil el quedarse quieta, además los resultados se verán más fácilmente debido a que al dejar fluir el poder por sus arterias la fatiga disminuirá, entre mejor lo haga más rápido recuperara las energías, sin contar que así también mejorara sus actitudes físicas para la siguiente fase del entrenamiento.
Hagen se llevó una mano a la boca y con la otra afirmo su codo mientras pensaba detenidamente lo que Johann le había dicho para luego de unos minutos responder.
-Como dice el joven Siegfried, ese método le ayudaría a la señorita Revecca a lograr resultados más rápidamente, pero también requiere que se realice un exhaustivo entrenamiento físico el cual podría ser en cierta medida contraproducente si se cansa demasiado como para estar en condiciones de meditar, de cualquier manera, la decisión es meramente suya señorita Revecca, me ajustare a sus preferencias.
A Revecca de repente se le habían dado dos opciones sobre como proseguir con su entrenamiento, pero luego de a ver escuchado las palabras de Johann ella no tenía dudas de cual elegiría.
-Si tengo que elegir, preferiría hacerlo como dice Johann, de todas maneras, más adelante sería necesario hacer ejercicio no es así, además no se me da bien el meditar y si puedo terminar con está parte rápido, prefiero hacerlo de ese modo.
-Como usted desee señorita Revecca, desde nuestra siguiente sesión comenzaremos con el entrenamiento físico, por ahora creo que es mejor terminar temprano por el día de hoy.
Luego de esas palabras Hagen se despidió con una reverencia de todos en el gimnasio para luego salir de este, fue ahí cuando Johann se acercó a Revecca mientras esta se levantaba y le dijo.
-Ahora que se terminó antes la clase supongo que no tienes nada que hacer, qué tal si…
Johann fue interrumpido por Erika quien por detrás lo empujo haciéndolo a un lado.
-Revecca ya tenía un compromiso conmigo desde antes, así que deberías hacerte a un lado e irte a molestar a otro sitio.
Con esas palabras Erika trato de que Johann dejara de fastidiar, pero este insistió.
– ¿Compromiso?, seguro solo quieres a alguien que te escuche todo el día ya que Edward está todavía en la enfermería recuperándose, que me dices tu Revecca, que prefieres irte con esta gruñona o venir conmigo a divertirte.
Revecca no sabía cómo responder ya que era primera vez en su vida que se encontraba en una situación así, sim embargo una sola mirada de Erika le fue suficiente para tomar una decisión.
-Lo, lo siento Johann, pero le había prometido a Erika que nos juntaríamos después del entrenamiento, quizás para la próxima.
-Así que esto has estado haciendo durante las tardes hermanita, seguro solo conversan nimiedades y comen dulces junto con algo de té, debe ser realmente aburrido para Revecca, pero para su salvación el día de hoy me les uniré y…
Erika le dio un golpe en el estómago a Johann que pareció dolerle mucho por la forma en que se retorció.
-Es solo para mujeres, no eres bienvenido así que ve a molestar a alguien más como a Charlotte por ejemplo, ella siempre está dispuesta a seguir tus idioteces.
Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos mientras estaba arrodillado y tiraba del vestido de su hermana pequeña.
-Es que está trabajando en algo, pero me aburrí y trate de que hacer algo con Charlotte, pero al parecer estaba ocupada con algo importante y me hecho de su laboratorio luego de decirme que no volviera más durante el día, estaba bastante enojada y ya no sé qué hacer y me aburro y nadie quiere estar conmigo.
Erika miro con algo de repulsión a su hermano en el piso para luego de un tirón quitarle de las manos la parte de vestido que estaba agarrando.
-Ahora entiendo por qué estabas aquí en primer lugar, pero ese es tu problema, vamos Revecca e ignora a este lunático.
Erika se marchó junto a Revecca que solo trataba de aguantar la risa ante el comportamiento de Johann al que ya estaba habituada, dejando en el gimnasio a Albert que se quedó parado tratando de comprender lo que había visto.
-Tu no vas a ir con ellas, después de todo vas con Revecca a todos lados.
-No escuchaste a la señorita Erika, nada de hombres, por lo que hasta la hora de cena no tengo nada que hacer.
En ese momento las lágrimas pararon y la cara de Johann se ilumino.
-Me acompañarías a la ciudad cercana, tengo que recoger unos pedidos.
Las palabras de Johann eran tímidas y aunque en teoría Albert era un sirviente este no lo trataba como tal.
-No tengo nada mejor que hacer.
En ese momento Johann se paró alegre, se limpió la cara y le agradeció a Albert por acceder a acompañarlo.
-Pero antes tengo que llevarle a Revecca y a la señorita Erika él te junto a algunos dulces.
-Ok, de todas maneras, pretendía cambiarme la ropa, te espero en la puerta en unos 10 minutos, ¿Qué te parece?
-Hay estaré.
Diez minutos pasaron tras esas palabras, pero Johann no aparecía haciendo esperar a Albert en el punto de encuentro no pareciendo importarle el retraso.
-Lo siento no estoy acostumbrado a arreglarme tanto.
Dijo Johann que vio a Albert esperándolo mientras bajaba las escaleras, habiéndose cambiado la sucia bata que usaba usualmente por una chaqueta negra con adornos amarillos abierta, por debajo una camisa gris y de su cuello un colgante con el símbolo de esculapio seguramente haciendo alusión a su especialidad en la medicina. La apariencia de Johann pasmo un poco a Albert ya que era primera vez que lo veía vestido como normalmente lo hacían las personas de su edad, por lo que no pudo evitar preguntar.
– ¿A qué viene la singular vestimenta?, pensé que solamente te pondrías una bata más limpia.
Johann paso de largo para abrir la puerta y con un movimiento de cabeza le indico a Albert que lo siguiera.
-Un tipo con bata y desaliñado llamaría demasiado la atención, hace ya tiempo que no voy al pueblo y quiero pasar desapercibido completamente, además con estas ropas nadie podrá reconocerme.
Albert siguió a Johann de cerca mientras se alejaban del castillo y aunque contaban con autos dentro de este, Johann no contaba con licencia y a Albert sus viejos papeles no le servían de nada con su actual apariencia por lo que tendrían que recorrer el largo camino hasta el pueblo a pie.
– ¿Llamaría demasiado la atención?,¿Nadie podrá reconocerte?, sabiendo de tu comportamiento no me extrañaría que hubieras hecho algo indebido la última vez que estuviste hay.
Johann dio vuelta su cabeza para mirar directamente a Albert mientras inquieto le preguntaba.
-Sabes me da igual lo que hayas hecho, no puede ser peor que lo que ya he visto.
-Bien, bien, eso es bueno, de todas maneras, espero que no encontrarme con algún policía en nuestro recorrido.
-Supongo que no sería bueno para ninguno, por lo que si sucede solo hay que escapar y ya, no creo que sean capaces de alcanzarnos.
Johann entonces se puso a la par de Albert y serio le dijo.
-Dejando ese tema de lado, había algo que me gustaría que me aclaras sobre Revecca.
-Claro, pregunta lo que quieras.
Le respondió Albert despreocupado.
-¿Por qué la familia Dippel?, creo que deberías haber tenido mejores opciones.
Pareciendo algo que Albert se esperaba que le podrían haber preguntado en algún momento le dijo de inmediato a Johann.
-La principal razón es que eran los más cercanos.
-Solo eso, creí que seria algo mas profundo o mejor pensado, que un me queda cerca.
Dijo Johann algo decepcionado por la respuesta que había recibido.
-Tenia el tiempo en mi contra y a la orden pisándome los talones, necesitaba algo rápido y cercano, además según Abadón ustedes eran de los pocos en Europa con el poder para hacerle frente a la orden.
Inflando el pecho Johann dejo salir una sonrisita.
-Esa si es una buena respuesta, pero bajo esa lógica podrías haberte ido en cuanto tus perseguidores fueron neutralizados por nosotros, después de todo Erika no quería aceptar la petición.
Lo que Johann decía era cierto, Albert tuvo la oportunidad de abandonar el castillo entre toda la confusión y nadie le hubiera reclamado, aun así, él tenía sus razones para haberse quedado.
-Como dices pude irme por nuestro plan B, pero la conmovedora historia de Charlotte me llego al corazón y creí que serias alguien de confiar, Abadón sin embargo piensa diferente.
Johann al escuchar lo de la historia entro en pánico y pregunto desesperado.
-¿Qué historia?, Esa Charlotte no debería andar por ahí contando el pasado vergonzoso de las personas a desconocidos, cuando la vea le daré un castigo más que apropiado.
-Relájate, no fue su culpa, Abadón uso un poco de su “magia” para que soltara todo lo que tenía guardado.
Johann no se creyó del todo el cuento de Albert, pero sabiendo de lo que era capaz Abadón, pensó que quizás era posible que hiciera que a Charlotte se le soltara la lengua de más.
-Dejando de momento lo de la historia, me intriga lo de tu plan B, quizás pretendías pedir ayuda a la competencia.
-Para nada, al parecer Abadón quería visitar a alguien llamado Zophiel.
Al escuchar ese nombre, Johann comenzó a sudar frio y la piel se le puso de gallina.
-Zophi, ¿Te refieres a la que fabrico ese libro en el que atraparon a Abadón?
Albert se sorprendió al ver que Johann sabia de quien estaba hablando.
-Del mismo, ¿Cómo sabias que fuel el quien fabrico el libro?.
-Lo supe desde la primera vez que lo vi, su firma es inconfundible y déjame decirte que hubiera sido una pésima idea.
Las palabras de Johann confundieron a Albert, principalmente por lo nervioso que se puso por el asunto.
-¿Por qué lo dices?, Abadón me menciono que no habría problema en dejar a Revecca a su cuidado.
– ¡QUE DICES!, dejar a un niño cerca de esa depravada es un peligro, tienes suerte de que no tuviste que recurrir a ella.
-¿Ella?, pensé que sería hombre, por como lo describía Abadón y para mi sorpresa parece que la conoces.
Johann estaba claramente nervioso y los malos recuerdos inundaban su mente al hablar del tema por lo que este opto por lo sano y dejarlo hasta ahí.
-La conozco y eso es todo lo que diré.
Viendo la actitud de Johann que parecía la de un niño a Albert no le quedo más que aceptar aquello y desviar la conversación.
-Si es así, me gustaría aclar un tema que a Abadón le molesta.
– ¿Qué es lo que te preocupa?… déjame adivinar, es con respecto a Erika.
Debido a su habitual comportamiento infantil había olvidado lo perspicaz e inteligente que era realmente Johann, tanto que lo tomo por sorpresa con su precisa deducción.
-En efecto, el comportamiento de la señorita Erika no me es del todo confiable algo que también se aplica a ti.
-A que te refieres con poco confiable.
Johann se hacia el ingenuo, pero seguramente sabía perfectamente a lo que se refería Albert.
-Tu comportamiento es errático, a veces eres distraído e ingenuo, otras analizas todo y ves cómo sacar partido de la situación, si tuviera que definirte en una palabra seria engañoso, todo en ti es completamente engañoso, además con tus habilidades perfectamente podrías haberte posicionado como el jefe de la familia fácilmente, un cargo para el que este mejor preparado que tu hermana a la que engañaron fácilmente.
Tras las palabras de Albert y de unos minutos de sopesarlas Johann le dijo.
-Ya veo, tu preocupación es principalmente debido a la falta de experiencia y preparación de Erika para su cargo y mi falta de interés en ser el jefe de la familia, entiendo tus dudas, pero déjame decirte que no podrías estar más equivocado al respecto.
Johann entonces levanto una mano y se apuntó a sí mismo.
-Desde mi perspectiva, tanto tu como yo nos encontramos en la familia Dippel netamente por intereses personales, desde un principio no quería ser parte de ella, pero las circunstancias me obligaron a serlo, respecto a mi comportamiento simplemente es que soy inmaduro.
Albert no sabía cómo reaccionar ante la última frase de Johann, lo había dicho en broma o quizás realmente el mismo se consideraba inmaduro, pero antes de que si quiera pudiera increparle este continuo con su monologo.
-En cuanto a Erika, es comprensible tu preocupación, es joven e inexperta todavía, a pesar de ello, el tiempo se encargará de arreglar ambos aspectos, pero déjame asegurarte que para ella Revecca es una pieza de inmenso valor, si no fuera así no la hubiera adoptado dentro de la familia.
Entonces Johann tomo del hombro a Albert y comenzó a zarandearlo mientras se lamentaba tapándose la cara.
-En cambio tanto tu como yo somos reemplazables, diría que los más reemplazables de la familia de hecho, en términos de ajedrez somos peones de sacrificio y aunque tengamos nuestra utilidad esta se ve superada por las demás piezas con creces.
El zarandeo de Johann hacia Albert paro completamente dejando de caminar, su alegre y burlesco tono se volvió serio y mirando a los ojos a Albert le pregunto.
– ¿Qué pasara cuando sea el momento sacrificarte?
Johann soltó el hombro de Albert y de nuevo comenzó a caminar lentamente esperando a que este lo siguiera.
-Revecca esta extremadamente unida a ti, demasiado diría yo, no quiero ni imaginar su reacción cuando llegue el momento, más sabiendo lo inestable de sus emociones últimamente.
Albert se puso a la par de Johann y le contesto relajado como si eso no fuera una real preocupación.
– ¿Qué es lo que hare cuando sea el momento?, eso ya estaba decidido desde hace mucho y aunque ella llegue a odiarme estoy dispuesto a eso y más para mantenerla a salvo.
-Veo que tienes todo decidido para ese momento, qué tal si me cuentas los detalles por el camino, después de todo no te vendría mal alguien que lidie con Revecca.
Albert asintió con la cabeza y comenzó a contarle todo a Johann tomándoles casi el recorrido completo terminar la conversación.
Parte 4
Johann y Albert se encontraban tomando un pequeño descanso luego de recoger las cosas que había encargado Johann en una elegante cafetería del pueblo y Albert parecía un poco molesto y decepcionado.
– ¿Qué pasa?, no estas contento con tu taza de café, déjame decirte que no te daré de mi pastel.
– ¡No quiero de tu estúpido pastel!, me molesta el hecho de a ver recorrido todo este camino solo por tonterías.
En los pies de Albert se encontraban varias bolsas con el símbolo de una tienda de videojuegos.
– ¡TONTERIAS!, esas son figuras de edición limitada, son de colección y con el tiempo aumentaran su valor, sin mencionar algunos cartuchos de juegos antiguos que prácticamente estaban regalados por su perfecto estado de conservación.
Albert solo se enojó más con la explicación de Johann y apático le respondió.
-Como dije, puras tonterías.
– ¡Tch!, que va a saber un inculto de tan finos productos… por cierto todavía faltan algunas cosas por comprar.
– ¿Mas tonterías?
Ignorando la actitud de Albert hacia sus preciados objetos, Johann le respondió.
-Son algunos objetos que Charlotte me encargo cuando me hecho enojada de su laboratorio.
Una pequeña sonrisa se formó en la cara Albert al oír las palabras de Johann.
– ¿Enojada?, ¿Qué fue lo que le hiciste?, o tal vez algo que hayas dicho.
Nuevamente el ceño de Johann se cernió levemente.
– ¿Por qué asumes de inmediato que es mi culpa?, su enojo puede estar provocado por cientos de cosas que no tienen que ver conmigo.
– ¡Enserio!, Johann sin ofender, eres la persona más obtusa que he conocido en mi vida, de hecho, estoy casi seguro que algo habrás hecho o dicho.
– ¡JA!, ¿yo torpe y distraído?, te estas confundiendo de persona, cuando realmente soy todo lo contrario.
Una pequeña risa salió de la boca de Albert quien no pudo contenerse ante la total inconciencia de Johann.
-Te lo voy a demostrar con hechos en este mismo instante.
Albert con su mano apunto directo a Johann y luego a su casi terminado pastel.
-Desde que llegamos a la cafetería solo te has enfocado en el pastel que te estas engullendo, quedando yo en un segundo plano.
– ¿Y eso que tiene que ver?
Albert entonces junto sus brazos y se apoyó en la mesa.
– ¿Te has dado cuenta que toda la gente te ha estado mirando de reojo desde que entramos a la cafetería?
-Esas si son tonterías, digo ¿Por qué estarían mirándome?, en mi opinión no resalto tanto, mi disfraz es perfecto.
-De hecho, es todo lo contrario, tu color de pelo y ojos, tu ropa, aunque es simple con un vistazo se nota que es de gran calidad y por ende cara, el que hayas entrado conmigo a tus espaladas cargando todas estas bolsas, pediste el postre más caro que había en el menú, todo “tu” es llamativo.
-Estas sobre analizando la situación además …
-Date la vuelta.
Johann haciendo caso a regañadientes a la extraña petición de Albert giro su cabeza hacia donde estaba ubicado el mostrador y una joven de más o menos su edad se encontraba mirándolo directamente y por un momento sus miradas se encontraron, sin saber que más hacer y un poco sonrojado Johann giro su cabeza de nuevo quedando de frente a Albert.
-Ni siquiera lo notaste.
Johann aun sonrojado miro hacia su pastel tratando de evadirse.
-Te ha estado mirando desde que entramos, seguro le gustas, ¿Por qué no vas a hablarle?
Tomando un trozo de pastel y llevándoselo a la boca Johann respondió más calmado.
– ¿Cómo si fuera posible?, te aseguro que al enterarse a lo que me dedico y las cosas que he hecho, huiría despavorida y luego tendría problemas con la policía de nuevo.
Johann se giró de nuevo por un segundo con la intención de poder verla de nuevo para luego seguir hablando.
-Además no es mi tipo.
-Así que tienes un tipo, me intriga pensar en qué clase de mujer te atrae.
Johann trago otro pedazo de su pastel y contesto.
-Mmmmmm… sin pensarlo mucho, dirá que pelo negro, corto, el cuerpo me da un poco igual, tendría que tener carácter fuerte, no soporto a las personas sumisas, también soy algo masoquista por lo que no me molestarían algunos maltratos leves, que me grite o que se burle de mí, si a eso le sumas que no le importe a lo que me dedico, seria perfecta.
Albert quedo mirando a Johann medio aturdido y desconcertado de si lo hacía a propósito.
– ¿Te escuchas hablar acaso?.
Sin poder contenerse Albert pregunto, no obstante Johann parecía más confundido que el mismo Albert.
– ¿Que?, acaso dije algo raro, fue una descripción rápida, sin mucho detalle, acaso lo del masoquismo fue mucho, ¿Por qué…
Albert interrumpió a Johann poniendo su mano en su hombro.
-Eres más torpe de lo que pensaba.
Luego de esas palabras Johann trato de preguntar por el resto el día a que era a lo que se refería, pero Albert respondía siempre de la misma forma.
-Nada, nada.
Parte 5
El día en que los miembros restantes de la familia Dippel se reunirían había llegado, ese día asistirían alrededor de unas 20 personas y todos se encontraban preparándose para recibirlos y debido a esto Revecca no tendría clases ni entrenamiento. Era el primer día en semanas en que Revecca tenía permitido levantarse unas cuantas horas más tarde de lo habitual por lo que esta lo aprovecho como más pudo.
En su habitación se encontraba ella tendida en su cama y en unas de las ventanas cercanas se encontraba Albert fumando un cigarrillo mientras la miraba como descansaba plácidamente. En un momento Albert vio su reloj de muñeca y tras ver la hora se dispuso a despertarla para que se prepara para el largo día que se avecinaba.
-Revecca despierta.
Albert meció de un lado a otro a Revecca amablemente esperando a que esta se despertara, pero como era la costumbre sus intenciones se vieron truncadas por el pesado sueño de la pequeña que como cada mañana se negaba a despertar por la buenas.
– ¡Revecca por favor despierta!
Tras unos cuantos minutos en los que Albert trato amablemente de despertarla de todas formas posibles este se rindió optando por hacerlo como lo hacía habitualmente, tomando a Revecca por los hombros y comenzó a zarandearla hasta que de un momento a otro esta medio abrió los ojos.
– ¡AH!,EH!, ¿Por qué tanto alboroto?, estoy tratando de dormir.
Con un ojo aun serrado y el otro medio abierto Revecca miro despeinada a Albert quien la miraba con una acomplejada cara.
-No puede ser que todas las mañanas tengamos que pasar por lo mismo.
– ¡UAAAAAAAH!, tengo hambre, ¿Qué habrá de desayunar?, pancakes, mofin o quizás brawnies.
-No me ignores Revecca, tienes que levantarte en este instante.
Mientras a Revecca se le hacía agua la boca pensando en que comer para el desayuno, Albert la tomo y la obligo a levantarse de la cama.
-Quiero que te bañes, luego te vistas y peines tu cabello, mientras veré que puedo traerte de la cocina para que comas, rápido que te están esperando.
-¡Quiero brawnies!.
Grito Revecca a Albert que dejaba la habitación en dirección a la cocina.
Tras haberse vestido, arreglado y desayunado Revecca se dirigió junto a Albert a el comedor en donde se realizaría la reunión de la familia Dippel. El comedor se escogió ya que era el lugar más grande del castillo que no estaba siendo ocupado como almacén, laboratorio o habitación por lo que había sido reacondicionado por Hagen durante la noche, quitando la mesa y las sillas e instalando una pequeña tarima.
-Buenos días hermanita, espero te haya gustado el trozo de pastel que te traje del pueblo.
Johann usaba el mismo traje formal que cuando Erika había llegado por primera vez siendo seguramente obligado por ella a ponérselo.
-¡Gracias!, estaba buenísimo, además era de mi sabor favorito.
-No hay por qué agradecer, buenos días para ti también Albert.
Albert al estar en presencia de Erika le dio una pequeña reverencia a Johann y le respondió cordialmente su saludo.
-Buenos días para usted también amo Johann.
Albert al ver el lugar se impresiono de que ya había gente desperdigada por la habitación siendo que la hora acordada seria dentro de poco más de 45 minutos.
– ¿Puedo hacerle una pregunta?
-Claro, pregunta lo que quieras.
En ese momento Revecca se escapó del lado de Albert y se dirigió en dirección de Erika que se encontraba sentada mientras tomaba un té en una esquina al lado de Charlotte.
-Me podría repetir cuantas personas asistirán hoy.
-Mmmmmm, deberían ser alrededor de 20, pero no te preocupes tenemos a Hagen de nuestro lado, sin contar a Charlotte que seguro es más fuerte que cualquiera de ellos.
-Siendo honesto son más de las que me esperaba.
-Es verdad, yo también me esperaba menos personas, sin embargo, Frederick logro reunir a todos los que aún están con vida.
Un gran suspiro salió de la boca de Albert al ver a alrededor de 10 personas reunidas que lo miraban a él y a Revecca ininterrumpidamente.
-Esas miradas me incomodan un poco, pero supongo que es normal, después de todo casi nadie en la familia me conoce, lo mismo va para Revecca.
-Nos como si no te entendiera, se supone que yo debería conocerlos a todos, pero solo sé que me he cruzado con unos cuantos de ellos alguna vez.
Entonces Johann hiso un discreto movimiento de cabeza apuntando a Erika y luego le dijo a Albert.
-También creo que es igual para ella, apenas debe recordar el nombre o la cara de esta gente, por lo que está aquí desde el principio para poder verlos y tratar de recordar quienes son, si no lo recuerda seguramente le pregunta a Charlotte.
-¡AAAAHF!, será un día largo.
-Así parece.
Ambos resignados se acercaron al grupo donde estaba Revecca para esperar a que los demás miembros de la familia llegaran. Los 45 minutos se fueron volando y entre los asistentes se podían contar unas 19 personas omitiendo a los que ya estaban en el castillo. Por órdenes de Erika todos los asistentes se pararían en filas con al menos un metro de separación entre personas y filas, por lo que todos siguieron al pie de la letra sus instrucciones quedando 5 filas.
Erika se subió a la pequeña tarima que habían armado para la ocasión.
-Bienvenidos sean todos, suponiendo que el viaje ha sido largo y algunos deben estar agotados seré lo más breve que pueda.
A las espaldas de Erika se encontraban Revecca que lucía claramente nerviosa y al lado de esta Johann quienes a su vez tenían a sus espaldas a Charlotte, Albert y Hagen que estaba reemplazando a Edward en sus funciones temporalmente debido a sus lesiones.
-Noto la confusión en algunas de sus caras y es comprensible, la poca cantidad de personas hoy presentes, además de que Niels el antiguo encargado general no está presente como se cabría esperar en estas situaciones y es debido a que lo he matado personalmente.
Las caras de sorpresa y murmullos solitario no se dieron a esperar sin embargo manteniendo la calma Erika los hisos callar a todos.
– ¡SILENCIO!
De inmediato los murmullos pararon.
-Se que algunos tendrán preguntas, dudas o incluso cuestionaran mi actuar, pero nada de ello se les está permitido, aquel que desacate mis ordenes sufrirá su mismo destino, habiendo dicho esto, Revecca podrías dar un paso adelante.
Erika estiro su mano hacia Revecca invitándola a que se posara a su izquierda seguida desde atrás por Albert.
-Ella es Revecca Dippel y como podrán haber deducido por su nombre ahora forma parte de la familia principal, ella fue adoptada dentro de la familia por un mero capricho mío y por ende espero que no hay…
– ¡ACASO ESTO ES UNA JODIDA BROMA!
Los gritos enfurecidos de unos de los sirvientes que se encontraban en la segunda fila resonaron por toda la habitación.
-Primero la noticia de que mataste a Niels sin dar explicaciones y ahora esto, no esperes que aceptemos todo com…
Antes de que pudiera terminar su frase la sangre comenzó a fluir de un agujero no más grande que una pequeña moneda en medio de su frente que atravesaba todo su cráneo, nadie se había movido, ningún disparo se había oído, no obstante, el sirviente ya muerto se desplomo al instante en el piso.
-Como decía, espero que no haya oposición o alegato alguno ante mis designios.
Todos los que estaban escuchando el discurso estaban indiferente ante la muerte de su compañero, aun así, nadie más se atrevió a moverse un centímetro por miedo a las represalias.
– ¿Por qué no te presentas Revecca?
Revecca entonces aun un poco nerviosa miro directo a su publico y procedió a hacer lo que Erika le había pedido.
-Me, me llamo Revecca Dippel, tengo 11 años, él es mi pa… sirviente Albert y espero llevarme bien con todos y hacer todo lo posible para servir a Erika mi hermana mayor como es debido.
Albert estaba un poco sorprendido por las palabras de Revecca, para él no sonaba para nada como ella misma y la última parte le hicieron sospechar que Erika era la verdadera autora de ellas, algo que se le confirmo al ver la satisfactoria sonrisa en la cara Erika.
Habiendo hecho una pequeña reverencia tanto Albert como Revecca volvieron a su posición original para que luego diera un paso al frente Johann.
-Lo siguiente es llenar el hueco que dejo Niels en la familia y para ello he elegido a mi hermano Siegfried para que ocupe la posición y es por ello que ahora les dirigirá algunas palabras.
Dando un paso atrás Erika dejo solo en la delantera a Johann que miro detenidamente a cada uno de los presentes frente a él para luego dar una pequeña reverencia.
-Para ustedes mi nombre es Johann y como mi hermana dijo se me ha elegido para reemplazar a Niels y espero suplir su labor como mejor pueda, dando lo mejor de mí por el bien de la familia.
El discurso de Johann había sido completamente serio, algo que nadie que lo conociera esperaría, dándole un aire de respeto y seriedad, aun así sus siguientes palabras serían las que harían que esas impresiones fugaces desaparecieran.
-Se que algunos pensaran con obvias razones que solo he llegado a este puesto porque mi hermana es la jefa y quiero que todos sepan que es exactamente de esa manera.
Johann abrió los brazos lo más que pudo y aun manteniendo la seriedad en su tono continuo.
-Pero no se preocupen sirvientes míos, estoy perfectamente preparado para defender y asegurar lo más importante y preciado que posee la familia.
En ese momento Johann se giró hacia Revecca y apuntándola siguió con sus delirios.
– ¡ASI ES!, a ella me estoy refiriendo, estoy dispuesto a sacrificarlos a todos y cada uno de ustedes con tal de proteger su tierna sonrisa… sé que será un camino duro y escarpado, pero sé que todos unidos podremos lograrlo.
Todos estaban en silencio e inmóviles y no por la misma razón que antes, nadie presente podía creer que aquel tipo seria la nueva mano derecha de Erika y al ver las caras de los que tenía al frente Johann concluyo.
-De todas maneras, tendrán que hacer lo que les diga.
Decepcionado porque nadie más que Albert parecía apoyar su discurso, Johann volvió a su posición en donde Erika tirándolo de la manga bajo su cara a su nivel y al oído le dijo.
-Hablaremos de esto luego.
Luego de ser liberado de por su hermana pequeña, Johann fue golpeado disimuladamente en el brazo por una Charlotte claramente enojada, para que después esta junto con Erika se volvieran a poner en la delantera.
-Por último, tengo que anunciar la triste noticia que dentro de los aquí presentes hay traidores.
Todos se miraron en silencio.
-Es un problema que se debe erradicar de inmediato y es por eso que todos están aquí presentes hoy, para la tarea de encontrar a los traidores he elegido a Charlotte la sirvienta de Siegfried, desde ahora ella continuara.
Erika dejo sola a Charlotte al frente y esta de inmediato apunto a alguien.
-Fila 1 posición 3, Fila 1 posición 4, Fila 2 posición 1, Fila 3 posición 4, Fila 5 posición 1.
Todos los que Charlotte nombraba morían casi al instante de la misa forma que el que había osado a interrumpir a Erika, con pequeño agujero en su frente que atravesaba su cabeza entera.
-Bien esos fueron lo que pude identificar en un principio, ahora tengo que darles una terrible noticia, Niels también fue asesinado por ser un traidor.
Todos estaban quietos, nadie quería que lo mataran por lo que actuaban como si no supieran nada, pero Charlotte podía ver más allá de su aparente inocencia.
-Lo siguientes son, Fila 1 posición 1, Fila 2 posición 2, Fila 3 posición 1 , Fila 3 posición 1, Fila 3 posición 3, Fila 4 posición 3, Fila 4 posición 4, Fila 5 posición 4.
Nuevamente todos los nombrados murieron al instante, pero antes de que Charlotte terminara de decir quiénes eran traidores, dos de los que estaban parados corrieron en direcciones distintas. Uno de los que corrió fue apuñalado por Hagen en el corazón por la espalda después de haber avanzado algunos pasos, mientras que el segundo logro esquivar el disparo que pretendía matarlo dejándole solo un rasguño en el costado de la cabeza.
Habiendo escapado del disparo el fugitivo se sintió confiado por lo que se disponía a saltar por la ventana cuando su cabeza se separó de su cuello rodando por el piso y dejando un gran charco de sangre en donde cayó su cuerpo. Su asesino no era más que un hombre en sus 30 vestido bastante elegante a excepción de un par de auriculares que colgaban de su cuello, tenía el pelo castaño, en su espalda colgaba un rifle francotirador y en su mano empuñaba una delgada hoja que de inmediato limpio con un pañuelo para guardarla en su vaina, quedando luego de esto como un simple bastón de mano.
-Charlotte alguien más que deba de sancionar por su traición.
-Esos dos eran los últimos, todos los demás en mi opinión están limpios.
-Para mí es suficiente, bien hecho Charlotte.
Habiendo felicitado a Charlotte, Erika nuevamente se paró frente a todos y les dijo a los que aún quedaban desperdigados por la habitación.
-Ustedes, los cuatro restantes deben estar orgullosos de sí mismo por haberse mantenido fieles a la familia, los felicito y deseo con ansias seguir contando con ustedes, ahora son libres de descansar hasta que se les requiera nuevamente.
Solo habían quedado 3 mujeres y un hombre entre los sobrevivientes, ninguno especialmente hábil ni fuerte, solo cuidadores y sirvientes normales, a pesar de ello solo teniendo a Hagen y a sus hijos de su parte era suficiente por el momento para Erika quien parecía optimista.
-Lo que veo son caras nuevas, déjenme presentarme, mi nombre Frederick, soy sirviente de la familia y el hijo mayor de Hagen, es un gusto conocerlos.
Con una pequeña reverencia Frederick se presentó a Revecca y Albert.
-Un gusto yo soy…
-No tienen por qué presentarse, los estaba escuchando desde mi escondite.
Luego de presentarse Frederick se alejó de ellos para acercarse a Erika.
-Lo siento señorita Erika, por mi incompetencia casi se escapan esos sucios traidores.
-Eso da igual, solo importa que ya están muertos, ahora vete, quiero descansar, seguiremos durante la cena.
-Como desee.
Tras una reverencia, en un parpadeo Frederick desapareció de la habitación sin dejar rastros.
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