Cómo es que el mundo se fue al carajo: Zona Norte - 07
Interior-Ascensor-Tarde.
{Camila llora, sosteniendo la caja. Gladys apoyada en un rincón, se agarra la cabeza. Sergio parado frente al tablero. Carmen (molesta), espera en silencio a que se detenga el ascensor. Hay un silencio incómodo y el llanto de Camila no ayuda.}
Sergio: -No podíamos hacer nada. –
Camila (enojada): -Gordo cagón, lo abandonaste como a un perro -.
– ¿Qué culpa tengo yo? Él se puso a gritar. –
Carmen: – ¿Qué piso marcaste? –
-No sé. Apreté cualquiera. –
Camila: -Claro, si te dio miedo. –
Carmen: – ¡Bueno, ya fue! – {Mira el tablero, el sexto y último piso, es el que está marcado.} -El último piso. –
Sergio: -Gladys, ¿Te sentís bien? –
Gladys: -Sí, sí. Un poco abrumada por todo esto que está pasando, pero sí. Estoy bien. –
-Me alegro. –
{El letrero electrónico sobre las puertas del ascensor, señala el quinto piso.}
Carmen: -Y… ¿Por qué están en el hospital? –
Interior-1er piso, Pasillo del hospital-Tarde.
{Ricardo y Brayan interrogan a Martín, apoyado en las puertas del ascensor. Martín tiene puesto un ambo azul y un barbijo blanco.}
Brayan: -Che, capo. ¿Sabés dónde queda la guardia? –
{Martín señala con el índice derecho.} (Nervioso): -Sí, oficial. Aquella sala, la que está al lado del depósito, esa es la guardia. –
{Brayan voltea hacia Ricardo.} -No hay nadie, ya la revisamos. –
Ricardo: -Puta madre, ¿Dónde se fue? –
Martín: -Oficial, arriba hay gente que necesita ayuda. ¡Tiene que venir conmigo! – {Llama al ascensor.}
Ricardo: – ¿Qué pasó acá? –
Martín (emocionado): -Vino una mujer que la había mordido el marido. Yo la vi, le limpiaron la herida, la vendaron. Después fui al baño y cuando salí había pacientes mordiendo a otros. Esta mujer corría, escupiendo espuma, parecía que tenía rabia. Intenté subir, pero arriba pasaba lo mismo. –
– ¿Dónde está la gente? –
-Arriba, en el tercer piso -.
-Por esas casualidades de la vida, ¿No viste a una señora petisa y gordita? De pelo castaño. –
-No, discúlpame. –
{El ascensor llega y se abren las puertas.}
Brayan: -Ahora sí funciona la mierda esta.- {Se detiene antes de entrar.}
Ricardo: – ¿Qué pasa? –
-Mirá, está lleno de sangre. –
Interior-Patrullero-Tarde.
{Sabrina, con los pies sobre el volante y el asiento reclinado, come las pepas. Al mismo tiempo intenta llamar por teléfono.}
Sabrina (molesta): -Pero, ¿Qué mierda está haciendo que no me puede atender? – {Corta la llamada y tira el celular sobre el asiento del acompañante.} -¿Qué están haciendo ahí adentro? – {Después de unos segundos, agarra el celular, lo desbloquea, busca en sus contactos y llama a «Amor». Alguien golpea la ventana del conductor. Sabrina grita del susto y el celular se le cae.}
Linyera: -Disculpe, señorita. ¿No tendrá una moneda para darme? –
Sabrina: – ¿Qué cosa? –
-Si no me puede ayudar con una moneda o algo, por favor. –
-Ah, sí, sí puedo. – {De su cartera saca una billetera, floreada, la abre y le da un billete de veinte pesos.} -Tenga. –
Linyera (contento): -Gracias, señorita. Que tenga un buen día. – {Se va caminando tranquilo.}
-No, de nada. – {Busca el celular y lo ve en el piso, frente al asiento del acompañante. Se estira y lo agarra.} -Ya te agarre. –
{Se escuchan sirenas. Rápidamente se levanta y ve por el parabrisas, cuatro patrullas pasan a toda velocidad, por al lado del hospital. Por el retrovisor ve venir un Ford Falcon a gran velocidad, pasa al lado de la patrulla, pierde el control y choca contra una ambulancia.}
Sabrina: – ¡Mierda! – {Abre la puerta.}
Exterior-Calle del hospital-Tarde.
{Sabrina baja del auto, deja la puerta abierta, y camina hasta el auto chocado. Se acerca a la ventana del conductor, un hombre está al volante, se mueve un poco.}
Sabrina: – ¿Está bien, señor? –
{El linyera se acerca corriendo por la vereda de enfrente. Sabrina lo ve, corre al patrullero, se sube y cierra la puerta.}
Interior-Patrullero-Tarde.
{Le pone seguro a la puerta. El linyera corre hacia el auto y golpea la ventana del conductor, en segundos la rompe, e intenta entrar.}
{Sabrina, gritando, intenta pararlo con patadas.} – ¡No! ¡Ándate! –
{Se escucha el motor de un auto. El linyera es atropellado por un auto, arrancando el espejo retrovisor del conductor, y cae en medio de la calle. El auto sigue de largo como si nada.}
Sabrina (histérica): – ¿Dónde están esos boludos? –
Interior-Ascensor-Tarde.
{Ricardo, Brayan y Martín suben en el ascensor. Ricardo coloca una munición en la recámara, tirando la corredera hacia atrás.}
Ricardo: -Y… ¿Cómo cuántos hay arriba? –
Martín: – ¿Cuántas personas? –
-No, quise decir… –
– ¿Cuántos infectados? –
Brayan: – ¡Infectados! Esa era la palabra. –
Martín: – ¿Qué palabra? –
Ricardo: -Porque no son zombis, les das un tiro en el pecho y se mueren. –
-Ah, no sabía. Yo corro apenas los veo. –
Brayan: – ¿Cómo te llamas vos? ¿Trabajas acá? –
-Martín. Sí, trabajo en el hospital. Pero soy del personal de limpieza nomás. No sé nada de medicina. –
-Osea que conocés bien el edificio ¿No? –
-Así es, oficial Gutiérrez. –
{Brayan y Ricardo se miran. Ricardo, con la mano derecha, señala que tiene algo en el pecho. Brayan mira su pecho y ve un parche de velcro bordado} «Gutiérrez»
Brayan: -Bueno, ¿Dónde tienen a los viejitos? –
– «Geriatría» está en el quinto piso. –
Ricardo: -El otro ascensor está trabado en el quinto piso. –
-Sí, pero hace más de tres meses que no funciona, supuestamente iban a venir de la municipalidad a verlo. No vino nadie todavía. Eso me dijeron a mí. Hace una semana entré a trabajar en el hospital. –
Interior-3er piso, Habitación del hospital-Tarde.
{Carmen y Camila entran apuradas}
Carmen: – ¡Doctor, acá están las cosas! –
{El doctor mira el cielo por la ventana. Clara, llora junto al cuerpo ensangrentado de un muchacho sobre la cama. El doctor se voltea, manchas de sangre cubren su uniforme y sus guantes de látex.}
Doctor: -Bueno, ya no importa. – {Mira su reloj.} –Hace diez minutos que murió. –
{Clara entre sollozos.} – ¿A dónde se fueron? ¡Fue su culpa! ¡Por su culpa mi mejor amigo está muerto! –
{Carmen se acerca al doctor y le susurra al oído.} -Doctor, Andrés está muerto. –
Doctor: – ¿Cómo? ¿Qué pasó? –
-Lo atacó un grupo de los enfermos. –
– ¿Pudiste rescatar la Taser? –
-No. –
– ¡Carajo! ¿Pudieron despejar la escalera de emergencia? –
-Subimos en el ascensor. Al parecer alguien abrió las puertas, porque había un muerto dentro. –
– ¿Me estás diciendo que está suelto el pelado con rabia? –
-Es lo más probable. Además fuimos al último piso y también había enfermos. –
– ¿A qué fueron al último piso? Bueno, importa. La policía, ¿Sabés algo? –
{Camila se acerca a Clara que (devastada) llora sin parar.} -Mi más sentido pésame. –
Carmen: -Llamé y me dijeron que no daban abasto, pero que iban a mandar un móvil en cuanto pudieran. –
Doctor: – ¿Cuánto hace que fue eso? –
– ¿Qué hora es? –
{El doctor mira su reloj.} -Faltan veinte minutos para las dos. –
-Harán cuarenta minutos desde que llamé. ¿Será que está pasando en todos lados? –
-Esperemos que no. –
Interior-3er piso, Sala de descanso-Tarde.
{Sergio y Gladys esperan sentados frente a frente, en los sillones marrones de la Sala de espera.}
Sergio: – ¿Ves? Te dije que nos teníamos que ir, ahora… –
Gladys (molesta): – ¡Deja de romperme las pelotas! ¿Quién sos vos para decirme qué tengo que hacer? –
-Gladys, yo no quise… –
-Y si no fuera por mí, estarías muerto. Así que devolveme el favor y déjame tranquila. –
-Ta’ bien, no te molesto más. –
{Se abre la puerta, Camila y Clara entran a la sala.}
Camila: -Sentate ahí. Ya vengo, voy por un poco de agua. –
{Clara se sienta junto a Gladys. El maquillaje se le corrió por las lágrimas. Su remera blanca, con un corazón rojo en centro, está manchada por apoyarse en la pared. El short de jean azul de tiro alto, también, manchado y sus zapatillas blancas, están impecables.}
Clara: -Bueno, gracias. –
Camila: -Ustedes vigilen que no se vaya. – {Se va de la sala y cierra la puerta.}
Sergio: – ¿Qué te pasa? ¿Te duele algo? –
Clara: -No, no me duele nada. –
– ¿Entonces? –
-Ayer salí a bailar con unas compañeras del colegio y con Fernando, mi mejor amigo. Todo estaba bien hasta que vinieron unos pibes y nos invitaron unos tragos, yo les dije que no, pero no dejaban de insistir. Así que Fernando les dijo que dejaran de molestarlos. Entonces ellos… – {Empieza a llorar.}
– ¿Qué pasó? –
{Clara suspira.} – Lo mataron, lo cagaron a piñas entre cuatro y en el piso, un hijo puta lo apuñaló en el estómago. – {Vuelve a llorar.}
-Uh, qué cagada. ¿Cómo está ahora? –
Clara (enojada): – ¿No escuchó? Está muerto. –
{Sergio se agarra la cabeza.} -Perdóname, tengo mil cosas en la cabeza. –
-No, está bien. – {Respira profundo. Del bolsillo de su pantalón, saca un celular, J7 con funda rosa, y llama a alguien.} -Hola ¿Miguel? Habla Clara… –
Miguel (en off): -Hola, Clarita. Escúchame una cosa, ¿Sabes algo de Fernán? Porque lo llamo y no me contesta. –
-Te llamo por eso Miguel. Fernando… –
-Fernando ¿Qué? ¿Estuviste llorando? Por favor decime que pasa, no me dejes así. ¿Qué pasó? –
-A Fernando lo apuñalaron. –
– ¿Cómo? ¿Dónde está ahora? –
-Estamos en el Hospital Ballester. –
-¿Cómo fue? ¿Dónde lo lastimaron? ¿Está bien? –
-En el estómago, ahora lo están operando. –
– ¿Vos estás bien? ¿Las chicas? –
-Sí, estamos bien. –
-Bueno, bueno… Ya salgo para allá. Quédate tranquila. – {Corta la llamada. Clara rompe en llanto.}
Gladys: – ¿Clara? –
Clara: – ¿Sí? –
-Discúlpame, pero ¿No me prestarías el celu? –
– ¿Cómo? –
-Es para llamar a mi hijo y avisarle que estoy en el hospital. Son tres minutitos nomás. –
-Sí, tenga. – {Le da el celular.}
– ¡Ay, sos una genia! – {Lo agarra, marca el número y llama.}
Sergio: – ¿No me dijiste que había muerto? –
{Clara llorando.} -Sí. –
– ¿Y por qué no le dijiste? –
– ¡Porque no pude! Fue mi culpa, yo lo maté. Él no quería salir, solo lo hizo por acompañarme a mí. –
{Gladys le devuelve el celular.} -Mil gracias, querida -.
Clara: – ¿No lo va a usar? –
-Sí, llamé al celular de mi hijo, pero no me atiende. –
Interior-Ascensor-Tarde.
{El letrero electrónico señala el tercer piso, el ascensor se detiene y las puertas se abren. Ricardo y Martín se bajan, pero Brayan no.}
Interior-3er piso, Pasillo del hospital-Tarde.
Ricardo: – ¿Qué hacés? –
Brayan: -Yo voy al quinto piso, voy a buscar a mi abuela. –
– ¿No querés venir a ver si está acá? –
-No creo que esté acá, osea, ¿Por qué estaría acá abajo? Mejor voy al quinto piso. –
-Bueno, escúchame. ¿Cuánto tiempo calculas que vas a tardar? –
-No sé, ¿Por qué? –
-Si es que mi vieja está acá, me voy a ir a la mierda o ¿Querés que te esperemos? –
– ¿Qué hora es? –
{Ricardo se fija en su celular.} -Son las dos y cuarenta. – ¿Te parece que para las tres y media estás en la puerta del hospital? –
-Voy a tratar. –
{Ricardo se golpea la frente.} -No tenemos la llave del auto. ¿Se habrá ido Sabrina? –
– ¿Qué te preocupas? – {De la mochila saca las llaves del patrullero y se las tira a Ricardo.} -Tomá, si no llego, ándate nomás. –
-Bueno, tomá mi arma. Tiene más balas. –
-No, quédatela. Todavía tengo y además. -{Se palmea el pecho con la mano izquierda,} -Tengo chaleco. –
– ¿Seguro? –
Brayan: -Sí. Además, gastaste un cargador para matar a cuatro. –
– ¿Y? –
-Te vas a cagar muriendo con el revólver, solo tiene dos tiros. – {Aprieta el botón y las puertas se cierran.} -Nos vemos, «Riqui» -.
Ricardo: -Nos vemos. – {Se da la vuelta.} -Bueno, Martín. ¿Para dónde? –
Martín: -Derecho, es aquella puerta. – {Señala, con el dedo índice, la puerta que está al final del pasillo.}
-Ah, bueno. ¡Vamos! –
Interior-Ascensor-Tarde.
{Brayan abre el tambor del revólver, lo mira unos segundos y lo cierra.}
– ¡Mierda! Solo me queda un tiro. – {El letrero marca el número cuatro. Se truena el cuello, inhala y exhala rápido, varias veces.} -Bueno, ¡Qué se pudra! – {Las puertas se abren.}
Interior-5to piso, Pasillo del hospital-Tarde.
{Enfermeros van y vienen. Viejos con andador, caminan tranquilos. No están enterados de nada de lo que está pasando en los demás pisos. Un enfermero al ver que no se movía, se acerca a Brayan.}
Enfermero: – ¿Caballero? ¿En qué puedo ayudarlo? –
{Brayan esconde el arma bajo el pantalón y el chaleco.} -Eh… ¡Sí! ¿Esto es Geriatría? –
-Sí, todo el piso es geriatría. ¿Está buscando algo? –
{Brayan sale del ascensor.} -A mi abuela. –
– ¿Nombre de su abuela? –
-María del Carmen Mujica. –
– ¡Ah! ¿Sos el nieto de María? –
-Sí, ¿Dónde está? –
-Te molesto, ¿Documento? –
-Los dejé en el trabajo. – –
-Disculpá, pero no te puedo dejar pasar sin ver tu documento. –
– ¿Puedo saludarla? –
-Me temo que no. –
-Amigo, el único día en que puedo venir y no me dejas pasar. –
Voz femenina (en off): – Mario, Nélida necesita que la cambies. –
Enfermero {suspira} -Bueno, dale pasa. –
Brayan: -Gracias, capo. ¿Dónde está? –
-En recreación, junto a la ventana. –
-Mil gracias.-
{Camina por el pasillo. Viendo cómo la gente vive la rutina del día a día. Llega al final del pasillo, hay dos caminos. Voltea hacia el ascensor.}
Enfermero: – ¡A la derecha! –
– ¡Gracias! – {Va por el camino de la derecha.}
Interior-5to piso, Sala de recreación-Tarde.
{Hay varios viejos, algunos juegan juegos de mesa, otros duermen en sus sillas de ruedas. Brayan busca a su abuela hasta que la encuentra, sentada en una mecedora de mimbre mirando por la ventana. Usando una polera naranja, pantalón jogging gris y sandalias plásticas negras. Brayan se acerca despacio.}
Brayan (en voz baja): -Hola, abue. ¿Cómo estás? –
Abuela {Sonríe.}: -Buenas tardes. –
– ¿Cómo te sentís? –
-Bien, no puedo quejarme. Excepto por ese toro. –
– ¿Qué toro? –
-Ese que quiere agarrarme las vacas. –
-Ah, no se preocupe por el toro. Ya se lo llevaron a otro campo. –
-Ah, qué bueno. –
{Se agacha frente a su abuela. Se escucha un fuerte impacto afuera del edificio.}
– ¿Sabés abue? Nos tenemos que ir rápido –
– ¿Irnos? ¿A dónde? –
-Lejos, no es seguro quedarse. –
Abuela (preocupada): -No puedo, tengo que cuidar que el toro no agarre a las vacas. –
-Ya murió el toro, las vacas están seguras. –
Abuela (tranquila): -Ah, qué bueno… Disculpe joven ¿Quién es usted? –
-Soy tu nieto, Brayan. –
-Mi nieto no se llama Brayan. –
-Sí, soy el hijo de Belén. –
– ¿Belén tuvo un hijo? –
-Sí, soy yo. ¿No te acordás? –
– ¿Cómo me dijiste que te llamas? –
-Soy Calisto, tu nieto. –
– ¿El hijo de Belén? –
– ¡Sí! ¡Soy yo! –
– ¿Calisto? … (Nostálgica) – ¡Calisto! –
– ¿Te acordás? –
– ¡Mirá cuánto creciste! Ya sos todo un hombre, ¿Cuántos años tenés? ¿Veinticinco? –
-Ehh, ¿Cómo veinticinco? Pasado mañana cumplo los dieciocho. –
-Pareces más mayor. –
-Sí, me lo dijeron. Bueno, abue ¿Estás lista para irnos? –
– ¿A dónde? –
-A casa. –
– ¿Tu madre? ¿Dónde está? –
-Está esperando abajo, en el coche. –
– ¿Tiene coche ahora? –
{Brayan se pone de pie} -Sí. Bueno, vamos. –
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