Cómo es que el mundo se fue al carajo: Zona Norte - 09
¿Qué mierda está pasando? ¿Cómo voy a volver a casa? ¿Estará bien Gusti? Y si es así, ¿por qué no me atendió el teléfono?
Sé que discutimos el otro día y no nos vemos desde entonces, pero no dejamos de estar conectados. Digo, si yo estuviera enojada con él, no le respondería ningún mensaje para que así se haga la cabeza. ¿Me estará haciendo eso a mí? No, no creo. ¿O sí? ¿Será posible que esté con otra? Nah, no creo. No me haría algo así.
Aunque por otro lado, «De la muerte y los cuernos nadie se salva» o eso es lo que dicen. ¿Qué tal si quería verme para separarnos? Nah, no tiene sentido. Gustavo me ama. Bueno, eso es lo que él dice. ¿No será que se quedó sin batería? esos pensamientos bombardeaban mi cabeza. Hasta que presté atención a mi alrededor y a la gente con la que estaba.
«Somos un grupo bien raro», pensé. Una señora mayor que parece tener Alzheimer, su nieto que aparenta vivir la mala vida, digo, iba con un revólver en el tren. Y el más llamativo de todos, Ricardo.
Se lo veía demasiado tranquilo. Comía su hamburguesa como si el hecho de no saber dónde carajo estaba su madre no le preocupaba en lo más mínimo. Debí ser muy obvia porque me miró unos segundos, tragó la comida que tenía en la boca y después de tomar gaseosa, de manera incómoda me preguntó: «¿Qué pasa?» «No, nada. No pasa nada» respondí casi al instante. «Ah, bueno» respondió él y siguió comiendo tranquilo. Yo intenté no mirarlo, pero me intrigaba que esté tan calmado, no me aguanté y le pregunté «¿No te preocupa tu mamá?». Terminó de comer y mirándome a los ojos me dijo «¿Por qué? Seguro que está yendo a casa». Un silencio incómodo invadió el primer piso del local de comidas rápidas. «Tan re saladas las papas» dijo Brayan como para romper el silencio. «¿Segura que puede comer eso?», le preguntó Ricardo a la abuela de Brayan, que le respondió «De algo tengo que morir» y segundos después intentaba morder la hamburguesa triple entre sus manos.
«Voy por aderezos, ya vengo» dije y volví a la planta baja del local. Al volver, los encontré riendo y no sé por qué, pero esos tres extraños no me parecían tan extraños, era como si los conociera de toda la vida. Dejé de pensar en Gladys, ya que si su propio hijo no se preocupaba, ¿Por qué tendría que preocuparme yo? Así que me senté a disfrutar de un almuerzo con mis nuevos «amigos» a las 16:37 p.m. del domingo 26 de mayo del año 2019.
¡Bien ahí! Otra semana que no terminamos, eso quiere decir que puedo cobrar por uno o dos días más. Podría haber estirado más el laburo si no fuera por Ricardo, ese pendejo, no ve el negocio. Tiene que aprender tantas cosas. ¡Jaja, que hijo de puta ese mono! Lo voy a poner de estado. Ay, qué risa. Uy, ¿Qué quiere esta? «Tenés que darme 5000 Mili necesita que le compre un conjunto nuevo de invierno». ¡Tres mil pesos! ¿Tanto cuesta un buzo de morondanga? ¡¿Por qué no te hice caso, Cacho? ¿Por qué? Me habría ahorrado tantos disgustos si hubiera ido a jugar a la pelota, pero no. En lugar de eso fuiste a verte con la trola esa y te complicaste la existencia. ¡Ya me arruinó el domingo esta turra! Y no compre nada para tomar. ¡Ah, qué día de mierda! Espero que no pase nada más.
ATENCIÓN ESTE ES UN MENSAJE DE LA PRESIDENCIA DE LA NACIÓN, EN CONJUNTO CON LA FUERZAS ARMADAS:
En caso de que un familiar/conocido presente los siguientes síntomas/signos aíslenlo de inmediato y comuníquese con la policía:
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- Fiebre alta.
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- Convulsiones.
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- Pupilas dilatadas.
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- Hiperventilación.
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- Ojos irritados.
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- Altos niveles de transpiración.
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- Venas marcadas en la frente.
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- Incremento en el apetito.
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- Molestia hacia la luz.
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- Cambios de humor.
Luego de aislar a la persona con las medidas de seguridad correspondientes, debemos quedarnos en casa y NO SALIR de esta, ya que existe el riesgo de transmitir el virus, aún sin presentar alguno de los síntomas/signos mencionados.
Contamos con ustedes y confiamos en su responsabilidad.
Presidencia de la Nación.
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