EL ASESINO DE DIOSES (Volumen 1) - 36
—Mi corazón se rompió en tu partida, veo tu rostro en el espejo roto y arrojándome a un vacío esperando la venganza. —Griselda apuntó con el dedo al público, aparentemente a nadie en específico, impulsada por una ardiente pasión desenfrenada. Recitaba la letra cargada de una furia desentonando con ese aspecto adorable y aparentemente inocente—. Sola, asustada y perdida en una eterna selva… pero era cuestión de tiempo que yo vuelva. ¡Conocerán mi veneno!¡verán mi furia! ¡sentirán el sabor de las cenizas en su boca!¡Ellos no saben con quienes se han metido! ¡No saben a quién han afligido! ¡No conocen el filo de mi acero envenado! ¡Caerá la más pesada de las venganzas! Esos cerdos, estúpidos, engreídos, mal nacidos que jugaron contigo y conmigo no les quedará nada más que arrastrarse en el fango, como los animales traicioneros que son.
Los dos hermanos resaltaban de una belleza que encantaba a las masas, dando caso omiso a las facciones de la muchacha de una tez extremadamente pálida, y ojos rojos como sus labios carnosos. Dimitri lucía una forma atlética en piel tostada con ojos azules, lo resaltante se trataba de su peinado, al ser una cola de caballo trenzada; usualmente usado por los elfos masculinos, el cual se puso de moda en Lazarus.
—No puedo vivir a sabiendas que ellos siguen sonrientes y tú ya no estés. —Se acostó en el piano en el coro final con micrófono en mano quedando frente del pianista, liberando un coro de entrecortados lamentos agudos, dignos de una sirena. Lo ojos maliciosos de Griselda destilaban un quemante poder seductor que hipnotizaba—. Si vivo es por un motivo… mandarlos dos metros bajo tierra, esta es mi declaración de guerra.
De un salto se puso de pie y caminó al filo del escenario, justo delante del público. Drake se fijó en los ojos de Griselda cuando cantó ese deseo de retribución, y en el fondo algo en sus entrañas le alertaban, a la vez que quedaba embobado por el talento de la mujer.
—No pienso en otra cosa que la embriagante y amarga venganza… al fin tú descansaras viéndolos sangrar… y yo sangraré con ellos, esperando a ser llevada a tu lado. —En la última nota las luces se apagaron. El micrófono se resbaló de las manos de Griselda, bañada en sudor y respirando agitadamente.
La mitad del publico quedó en silencio, en rostros pálidos de asombro y hasta del frío miedo; el resto alabó el espectáculo en escandalizadas ovaciones con gritos y aplausos, algunos hasta dejaron caer las bebidas. Los hermanos agradecieron en una reverencia, bajando del escenario e ignorando todo acercamiento, se encaminaron a la barra y bebieron copa tras copa en un brindis únicamente para ellos.
El efecto del espectáculo llegó al balcón. Esa división se contagió en los cuatro, a Drake le temblaron las manos, golpeado por un leve ataque de ansiedad, debatido en el deseo de irse y querer conocer a esa mujer. No dijo nada, temía que lo tomasen como un cobarde y tal vez perder alguna buena oportunidad.
—Esa canción creo que era de Toxina… ¡denme otro trago y una botana, por favor! —pidió Trish a la camarera.
La noche transcurrió con rapidez, y todo lo sucedido en el show quedó atrás, regresando la calma, una que duró poco. Dos individuos recientemente conocidos se acercaron.
—Escuché de que había cruzados y guardianes en el local… quería comprobarlo. Verdaderos super soldados.
Dimitri se hizo el borracho, apoyaba la mano en el barandal del balcón y con la otra sujetaba una botella color gris metálico. La sacudía resonando el líquido del interior. Griselda se inclinó desde la espalda de su hermano, y saludó a Drake, este le devolvió el saludo un poco nervioso notando que a ella le faltaba el calzado, iba completamente descalza. Los dos hermanos degustaban un cigarrillo.
—Lo siento, amigo. —Lance bromeó analizando al hombre, vestido por una chaqueta anaranjada con una mano diestra frotándose el pecho, muy cerca del borde—. No por ser super soldados extranjeros cargamos con drogas, creo que venden alucinógenos en el baño. —La broma sacó unas risotadas en los dos hermanos.
—Buena cantada, Griselda… tienes una linda voz. —Drake no perdió el tiempo y tampoco le importó que viniese acompañada. Por juzgar el parecido de los dos, dedujo un parentesco—. Me dejarías invitarte un trago.
—¡Tienes mucho valor al acortejar a mi hermana en mi presencia! —Dimitri sonrió afiladamente, en ojos abiertos al máximo en el límite de la gallardearía y la advertencia.
—Carajo… no pensé que…
—Tranquilo, hermano…. y gracias, querido guardián. Esa canción la sentí. —Inhaló profundamente, extasiada y exhaló la humareda—. Acorde a la ocasión… recordamos a los que perdimos tristemente. —Sonrió ampliamente de oreja a oreja, incomodando a Philip e igualmente fue captado por los otros compañeros. En reflejo inconsciente este acercó la mano a la pistola enfundada. Había algo extraño en esos dos sujetos, sus miradas lucían pétreas y sonrisas demasiado perfectas, en un hablar extremadamente refinado y no se molestaban por disimular; algo no andaba bien con ellos, alertándolos.
—El saber que había militares aquí me trajo recuerdos. Antes aquí era un tugurio para veteranos, me gustaba venir a visitarlo… escuchar las historias de los que regresaban del fangoso pozo de mierda que es el campo de batalla. Bromeaban de los tenientes que odiaban y deseaban moler a golpes, las mujeres extranjeras con las que habían pecado… de los amigos que no pudieron volver. Los veía beber hasta la inconciencia, reían, lloraban, y volvían reír… se volvía muy ameno en el festival de las almas. —A Dimitri no importaba si le prestaban atención o no. Griselda se sentó en el barandal de piernas cruzadas, y sacó un segundo cigarrillo—. El meter bailarinas calientes atrajo más la atención…. No me quejo… es modernidad, soy más un hombre conservador. En una de esas charlas de madrugada… conocí a un sujeto… algo cascarrabias… pero era amable con quienes merecían su respeto y no dudaba en ponerse al frente por los suyos; no conocía a nadie que al conocerlo en buenos términos… no le terminase agarrando aprecio. Brindábamos por nuestros amigos… ¿Qué digo amigos? Hermanos… por los que daríamos todo por tenerlos de vuelta y… hoy… rindo tributo a un viejo amigo… —Dimitri alzó la botella—, ustedes lo conocían… se llamaba Alpiel.
La botella se rompió en pedazos sacando una lanza de hierro color negra, arrojando una estocada a los guardianes, estos se apartaron a los lados y el arma se enterró en el sillón.
Trish pateó la mesa volteándola contra el sujeto, empujándolo y entorpeció el ritmo Dimitri. En ese tiempo ganado Lance ejecutó un gancho derecho en la cara del agresor y Drake activase la armadura carmesí, empujando a un paralizado Philip a posicionarse a atrás de él.
Griselda sacó una piedra compactadora del interior de su sostén, transformándola en una arcaica pistola ornamentada de un único tiro por carga, apuntando a la cabeza de Réquiem, y este apartó el arma de un puñetazo lo que llevó al arma a dispararse en el techo. Drake reconoció el tipo de arma y las balas. Debían desarmarlos rápido y con fuerza.
Drake trató de quitarle la pistola al tomarla de la muñeca, pero la vampiresa se inclinó hacia atrás evitando el manotazo, alejando el brazo lo más que podía. Ya fastidiado el guardián arrojó una serie de ganchos, todos y cada uno evitados o desviados en los agiles movimientos de una confiada Griselda, de sonrisa imborrable.
Aun si en el rose de la armadura con la piel desnuda le causase hematomas que pronto se curaban por la curación instantánea de los vampiros; estaba completamente recargada y satisfecha tras alimentarse con anterioridad.
En sus adentros la acolita conocía que no podía seguir esquivando eternamente. Trish le arrojó una botella que hizo a la dama atraparla con una mano a la vez que se agachaba evitando un puñetazo directo al rostro, y contraatacó en una patada atrapada por la mano ágil de Drake, y este en una sonrisa la alzó estampándola de cara sobre el suelo, soltando la pistola.
Los ojos de la vampiresa se tornaron completamente negro, soltando un alarido agudo y apoyada de ambos manos arrojó una patada con la pierna libre, en cuyo talón salió un aguijón en un corte de media luna. El corte rayó el casco, más no generando un daño masivo, pero el impacto fue suficiente para que soltase el agarre.
Griselda rodó en el suelo tomando el arma, una vez puesta de rodillas la recargó y se levantó de un brinco, ante los ojos de Drake, quien se preparaba para cualquier disparo a sabiendas de que, si le llegase a dar la bala, estaría muerto. La bala pasaría la armadura como si fuese mantequilla.
Lance derribó a Dimitri de una patada en el estómago, y sacó unas dos estrellas de acero arrojándolas a la mano de Griselda, tumbándole la pistola cargada en balas de Maleficarium, munición capaz de absorber el estigma, algo capaz de aniquilar a los mutados fácilmente. El balazo y los estruendos aterrorizaron al público, la música se frenó y la locura se desató en el Dulce durazno.
Trish recogió la pistola que dejó caer Griselda, guardándola en la funda. Una única bala guardaba ese cargador.
—Por el viajero… —Philip estaba paralizado en el suelo, no se creía como todo se estaba desarrollando.
—¡Trish, saca a Philip y a toda esta gente de aquí! —Drake gritó iracundo y arrojó un puñetazo con los nudillos envueltos en picos esquivado por la agilidad extrema de Griselda, al apartar su cuerpo a un costado.
—¡Ve! —exclamó Trish arrastrando al paralizado, y sacó la pistola de Philip de la funda—. ¡Rájate a esos pendejos! ¡ganen! ¡ganen!
La piel del hermano se tornó completamente pálida, y los ojos totalmente negros, además de que sus orejas crecieron levemente acabando en puntas, similares a los elfos. Dimitri sacó de su chaqueta una pistola parecida a la de Griselda, y al apuntar a Lance, este le arrojó un cuchillo que colisionó dentro del cañón, explotando en pedazos, lastimando la mano del usuario.
—¡Felicidades! Aguantaste más que esa mula de carga —Drake no pudo evitar burlarse de los acólitos.
—¡Te arrancaré la lengua por eso! —Griselda iracunda pegó el grito, mostrando las fauces repletas de colmillos de tiburón.
En la humareda el umbra desenvainó a Ronin, de un corte bloqueado por una monstruosa garra formada de la extremidad de Griselda, en defensa de su hermano, permitiendo que cerrara la herida por la regeneración acelerada.
Una vez recuperado Dimitri, confiado movió el dedo indicando que algo se acercase. Tal gesto sirvió de advertencia al umbra para que se apartara, y la negra lanza regresase volando en el llamado de su dueño, atrapándola con una sola mano.
Drake entró a la batalla desatando un doble latigazo sobre los vampiros, Griselda evitó el golpe apartándose en una sonrisa enorme y Dimitri tuvo que desviarla usando la lanza.
Lance arrojó un corte diagonal sobre el hermano, y este reaccionó frenándolo usando el mango del arma. Los dos contendientes repartieron veloces tajos y estocadas tratando de conectar un mero golpe.
A sabiendas de contra quien irse, Drake forjó un mazo de guerra arremetiendo en golpe descendente sobre Griselda, nuevamente evitado por ella al saltar en retroceso sacando la lengua y puso las manos sobre el barandal, arrojándose al vacío.
—¡La reina de corazones tiene un mensaje para ustedes, monstruos! —farfulló Dimitri al retener un corte de carnicero con su lanza—. ¡Quieren sus cabezas!
—Ustedes sí que son malos para esconder sus intenciones, cabrones. —Lance tuvo de frente al vampiro. En plena faena el cubo resonó en el cinturón del umbra, se trataba de un mensaje, más no podía responder en ese momento—. Si querían matarnos pudieron ser más sigilosos… en cualquier momento vendrá la guardia y los pondremos a cagar.
—¡Para entonces todos ustedes estarán muertos!
Dimitri rompió el choque arrojando un corte giratorio, obligando a Lance a resguardar la distancia. Las ropas del vampiro se encendieron en runas de transformación, ojos totalmente negros, y venas marcadas en el rostro en un traqueteante crujido de los huesos al quebrarse, elevando de tamaño.
Los dos guardianes se juntaron en formación alrededor del umbral por donde Trish se llevó a Philip, cubriéndolos; atentos a la respuesta de los vampiros. Una ventisca de fuerte viento fue el heraldo de algo acercándose. Drake detectó un ser rojizo emergente de los cielos negros, iluminado por la luz de la luna llena. Reaccionó, levantó la mano materializando un enorme escudo redondo protegiéndolos a los dos.
El ser rojo se cernió sobre la construcción, cubriéndola como si fuese un enorme manchón de sangre; rebotó alzándose de nuevo en el vuelo. Demasiado rápido como para discernir su apariencia. La criatura descendió precipitosamente en el balcón, en el punto donde se arrojó al vacío.
Un amasijo de carnes de colores negro y rojizo, yacía agazapada a unos metros de distancia de los guardianes. El alma les cayó a los pies, cuando ese bulto se puso de pie lentamente en dos patas, y liberó dos pares de alas insecto, similares a las de una polilla carroñera.
Una bella mujer con expresión picara y mortal, con un peculiar a sangre a su alrededor. Su figura es la de una mujer delgada y extremadamente bella, pero sus brazos se veían monstruosamente grandes. Poseía cuatro garras de mantis por dedos. A la altura de los muslos tenía una especie de coraza, la cual se extendía hasta sus piernas que culminaban en dos cuchillas filosas retractiles. En el cuello un fino y espeso pelaje similar al de las polillas al igual de las antenas que sobresalían de su cabello. Los ojos de insectos, pero de color rojo intenso y de su espalda salían cuatro alas de polilla llenas de venas pululantes, con cuatro lunares en forma de a ojos de gran tamaño en cada uno de sus extremos. La boca se abrió en un gruñido estrangulado, sobresaliéndole las largas filas de colmillos negros puntiagudos como jeringas, chorreantes de gruesos hilos de saliva.
La distracción de Griselda ganó tiempo para Dimitri, y este lograse terminar su transformación al emerger de la nube de vapor emitida por las runas cambiantes. La figura es un ser humanoide de complexión alta y fornida, blindado en lo que parecer ser una completa armadura corporal, de una contextura parecida al hierro. No de placas o algo forjado por manos mortales, recordaba a la armadura biológica del guardián carmesí, diferenciándose de que esta coraza no parece algo que sea posible ponerse en piezas, era parte del cuerpo de este ente.
Dos fibrosas hombreras blancas cubrían los torneados brazos; de las cuales tenía franjas negras en todas las articulaciones. El torso lo protegía una coraza pectoral, de grabados que representan el abdomen masculino. De cuello ligeramente alargado, la cabeza es un mero ovalo blanco del que sobresalían dos cuernos cuales mandíbulas de hormiga; poseía una quijada prominente que terminaba en punta. Carecía de frente y nariz, mostrándose un orificio nasal hueco. Una cantidad de minúsculos ojos totalmente negros como la obsidiana, repartidos en la parte superior de la cara, o lo que se suponía que era el rostro, albergaba la apariencia de ser la careta de algún tipo extraño de yelmo. En la parte inferior se dividía en dos piezas retractiles conformadas por las mejillas, de las que resaltaban pequeños aguijones.
—El llamado a las armas nos ha traído ante ustedes. Agradezco al destino por brindarnos a nosotros los acólitos la oportunidad de un segundo asalto, guardianes. —El orgulloso abismal les saludó en una reverencia—. Y tengan por seguro que será el último. Me presento… mi nombre es Dimitri Von Stroker, por reglas de la caballería… denme sus nombres.
Esa elegancia es sínicamente falsa, palpándose el instinto asesino; no hacía ningún esfuerzo por ocultarlo. La voz de una profundidad rasposa, amortiguada dentro del Yelmo. Nada que pueda considerarse humano.
—Que te den… con eso basta y sobra. —Drake se colocó en posición de batalla, el corazón le bamboleaba. Sabía que algo así iba a suceder tarde o temprano, lo que hicieron en el Tridente no quedaría impune bajo la vista de los rebeldes. Esperaba que para entonces los seis estuviesen completos—. Con que acólitos ¿eh? «ganaremos tiempo… una vez que llegue la guardia… los acabaremos».
—En sangre y hierro —respondió elocuente. En un tono sombrío, agregaba en creciente furor e hizo un movimiento circular con su lanza—: tampoco hemos olvidado lo que le hicieron a nuestra querida hermana Risha.
—Estaba expectante de toparnos con un rango platino o uno de oro. —Griselda batió las alas flotando a pocos centímetros del suelo. Observó en imperioso desdén por debajo a los guardianes, se apartó un mechón de pelo y sonrió llena de soberbia—, resultando ser una pandilla de horrorosos de baja categoría… que decepción.
—Parece que le gustaste, Drake.
—Siempre atraigo a las locas.
Los guardianes creían en la ventaja del territorio, conocían de lo fuerte armada que estaba la ciudad y la existencia de Clint en la zona rica. Iban aguantar todo lo que pudiesen, y en esa soberbia no prestaron atención a la naturaleza de la misión de los acólitos, sus razones por dejarse al descubierto.
Las antenas de Griselda temblaban en espasmos, ella destacaba no solo en velocidad, igualmente ejercía como el sensor de los acólitos y le ganó el apodo de los ojos de la reina. Se comunicaba vía telepática a largas distancias con sus aliados, unos que se han repartido por toda la ciudad, al estar entrando por distintos puntos en el último mes. Planeando, conspirando el gran golpe y en esa magnifica noche del festival de las almas.
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