El asesino silencioso - Capitulo 12:
-Buenos días clase, hoy les traigo una buena noticia…- todos pusieron atención a sus siguientes palabras –…Mañana iremos de excursión.
Un estallido de palabras y emociones nublo las demás palabras del Profesor, pero con aplausos devolvió las miradas hacia él.
-Cálmense, no se emocionen tanto, si iremos de excursión, pero…
Por supuesto que no irían al campo, a una biblioteca o uno de esos museos “aburridos”, son nobles, hijos de nobles, debía ser un lugar a su misma altura, o la que creían estar.
Los carruajes cegadores de contornos plateados y dorados, con adornos imitadores de la naturaleza, bloqueaban más de una entrada al mercado, pero nadie dijo nada.
Los jóvenes bajaban como ancianos delicados, una supuesta lentitud hermosa y llena de la gracia de los propios cisnes. Según sus padres.
Kin llego usando uno de los carruajes como un niño jugando.
Para probar la flexibilidad de la cuerda disparo a uno de los carruajes y vio como esta se estiraba y tensaba, pero en ningún momento, por suerte o no, se rompió.
Fue un paseo divertido.
De repente sintió unos brazos delgados y frágiles, acompañados de un pecho generoso aterciopelado. Miro hacia su brazo derecho, donde abrazado a él se veía una chica con el cabello del color de las hojas de otoño y una sonrisa como una fogata en las noches heladas.
-Hola- saludó con una vivaz sonrisa que casi desprendía fuego.
-Hola- respondió como una maquina enterrada en la nieve. – ¿Quién eres?
Ella nunca le dijo su nombre.
-Oh, sí, permíteme, Soy Amanda Copper, un placer conocerte- cuando volvió a verlo los nervios se apoderaron de ella. –N-no se s-si me recuerdas, p-pero yo fui u-una de las chicas q-que ayudaste-
Ojalá me recuerde. Se repetía constantemente.
-Te recuerdo, fuiste la última que vio…-
– ¡Cállate! – le tapó la boca con sus manos. –Lo s-siento, pero, podrías no mencionar eso
-Lo siento- se detuvo un momento y continuó – ¿Qué quieres?
-Ah, claro, e-este, venía a preguntarte a dónde ibas a ir
-A donde nos indique el Profesor- parecía confundido.
¿Acaso había otro lugar al cual debían ir?
-Entonces, ¿no tienes a donde ir en estos momentos?
-No… ¿no debemos ir con el Profesor?
-Ahora mismo no- dentro de ella una explosión de felicidad estallo. –El Profesor se retrasó un poco, así que podemos aprovechar este tiempo para explorar el mercado, s-solo s-si a ti te parece
-De acuerdo- no le importaba explorar el mercado y mucho menos ella.
Una pareja inesperada se había formado.
Amanda Copper, una bella chica que hasta hace poco había celebrado su décimo-sexto cumpleaños, aunque, para bien o para mal, su cuerpo se veía más maduro, con unas caderas ensanchadas, una apretada cintura y un pecho sobresaliente. Era la envidia y la crítica de muchas de sus compañeras, aunque no era sorpresa, así eran las cosas y no había nada que hacer.
Luego estaba Kin, un tipo oscuro y tenebroso, a quien podías confundir con un espectro o un asesino.
¿Quién en su sano juicio se acercaría a alguien así? ¿Quién?
-Kin, Kin, mira, ¿qué te parece este collar? –
En sus manos un collar plateado con rectángulos simulando rayos solares brillaba aun en la sombra.
Él se acercó hasta casi chocar respiraciones, no, sus respiraciones si chocaron, sus labios no.
Ella ahogo un gemido, pero el sonrojo la delataba. Él no le tomo importancia.
– ¿Lo vas a comprar?
-T-tal vez-
-No lo compres, es maillechort
– ¿Qué? – la respuesta no era para nada lo que esperaba, llego incluso a considerar un “Ya veo” “Entendido” o algo similar. – ¿Qué es eso?
-Una imitación de la plata
-Ough, ya veo, gracias por advertirme
A ella no le hubiera importado gastar de más en un simple collar, lo que ella quería era un halago. “Te queda bien” “Te ves hermosa” pero nada de eso llego a sus oídos.
No, esto está mal. Se dijo a sí misma. Apenas nos conocemos, que estaba pensando, como se me ocurre esperar una respuesta como esa. Se reprochaba al mismo tiempo que Kin analizaba las mercancías.
Repentinamente Kin giro la cabeza alterando un poco a Amanda.
– ¿Qué sucede?
-Llegó el Profesor
Estaban muy lejos, tenían que llegar o serían regañados ¿cuánto tiempo les tomaría llegar? ¿qué podría pasar si no llegaban a tiempo?
-Démonos prisa
-S-si-
Al final los atraparon.
– ¿Dónde estuvieron?
-Exploramos el mercado- ya sabía la pregunta, por lo tanto, también la respuesta.
– ¿Ambos?
-Si. Por favor Profesor, disculpe nuestro acto de rebeldía, pero no pudimos evitar pasear y charlar, si es que no encuentra compasión deje que la penitencia caiga solo sobre mí, y deje a Amanda libre de castigo
¿Qué es esto? Una elocuente voz, un fino uso de las palabras y, aunque no pudieras ver su rostro, tu imaginación llenaba los huecos necesarios.
-N-n-no p-pasa nada – dijo el Profesor. Se acercó para susurrar algo, a Kin. –No te preocupes, yo también fui joven, solo trata de no perderte tanto- concluyo con un guiño a los dos jóvenes.
Amanda fue tomada del brazo por su amiga y Kin volvió a su habitual soledad.
La tierra prometida, más bien, el edificio prometido.
El edificio de invocaciones, lugar donde magos de renombre y fama, pero más que nada, curiosidad, actuaban en beneficio del reino. Investigando lo que es una invocación, como funciona, sus límites y las aptitudes de una persona en relación a su invocación.
Hecho completamente de piedra, para mayor seguridad.
Dentro veías a hombres con túnicas de distintos colores y patrones, representando a sus familias o, a sí mismos. Algunos llevaban sombreros para el sol, los más viejos se apoyaban en sus bastones, que no necesariamente tenían incrustaciones de gemas mágicas o de algún tipo.
Pero eso sí, todos tenían algo por hacer, pensar o investigar.
Los alumnos fueron llevados a una sala subterránea iluminada por espíritus artificiales de un tono azul brillante, pero pálido, que era más bien tenebroso, como si fueran llevados por los pasillos de la fortaleza de algún señor del mal.
Una habitación inmensa, de grandes anchas y largas con un pequeño altar en el centro, en el, papeles y un cuchillo esperaban a ser usados.
El Profesor explico cómo debían usarlos.
Te cortarías en alguna parte, de preferencia en tu mano, lo importante era la sangre. La sangre caería en el papel actuando como catalizador y puente entre tu invocación y tú.
¿Así de fácil? Realmente era así de sencillo, podría alguien robar uno de estos papeles, derramar un poco de sangre y conseguiría un familiar sin ningún problema. Obviamente no. Tenías que tener las aptitudes necesarias para ello, aunque aún no hay un método que diga quienes tienen aptitudes y quiénes no. Al final se sabrá en el momento de la invocación.
De todos los alumnos solo uno no recibió esta información, quien había sido enviado a ayudar con unas cajas.
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– ¡Tú eres…!
Una daga silbo por el aire hasta aterrizar en la garganta del trabajador.
En una de las jaulas se hallaba un lobo blanco con espinas rojas en la espalda y ojos de sangre. Kin arrojo el cuerpo del trabajador en la jaula del lobo y este solo dejo sangre y cabellos.
La curiosidad impulso sus pies cada vez más adentro de esa sala hasta toparse con un caballo negro que tenía los ojos vendados.
En una arremetida del caballo sus grandes dientes lograron hacerle un corte en la mano, obviamente él se fue de la sala.
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En la sala del aparente señor del mal, un joven de ropa oscura y aura fría se acercó al altar, leyó las instrucciones que el Profesor había dejado, tomó el papel y aprovechando la mordida que el caballo le había propinado dejo su sangre en él.
Un circulo azul como el cielo en un día soleado apareció dándole la bienvenida a un hermoso, majestuoso, y oscuro, corcel.
De sus cabellos flamas azules destellaban celestialmente y en sus ojos un blanco más puro que el mármol daban una mirada estoica, inquebrantable. Una montura como la noche camuflada en la negrura natural del caballo era posible de ver solo por el carmesí brillante que la adornaba.
Raspo el piso de piedra con una pata delantera como si indicara que te acercaras. Estando a la distancia correcta bajo su cabeza, luego su cuerpo hasta quedar en una posición sumisa, de vergüenza, rogando perdón.
“Lamento mucho el daño que le hice, espero y entienda mis razones”
“Entiendo”
“Me alegra tanto. De ahora y hasta su muerte le serviré como su fiel corcel”
“Ya veo”
El profesor tenía que registrar a cada uno de los alumnos que sí pudieron realizar la invocación, lo que significaba una cosa, tiempo libre.
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QUE TE PARECIÓ?