El asesino silencioso - Capitulo 16:
Hace un tiempo, no más de una veintena, pero si más de una decena, nació un bebe de familia noble, específicamente de barones.
Mario Ciniv, nombrado así por su madre portando el apellido de su padre.
Que horribles son las expectativas.
La madre quería un hombre fuerte, ajeno de las burlas y que levantara el apellido en alto y con orgullo. El padre quería un hijo con mano dura y un semblante de acero.
Mario, resulto ser diferente, para bien o para mal.
¿Por qué estaría mal?
Fuerte, para nada. Una brisa de verano era capaz de asustarlo con la idea de ser arrojado a los cielos, siendo motivo más que suficiente para correr a los brazos de su madre, aun ya teniendo diez años.
Resultó ser objeto de burlas. No se avergonzaba de ser un Ciniv, pero los Ciniv se avergonzaban de él. Su padre, como muchos otros hombres fue criado con golpes, fuertes palabras y golpes, aunque nunca le puso un dedo a su hijo, si clavo palabras de decepción y vergüenza.
¿Acaso ser uno mismo es un pecado? ¿Pensar como uno piensa es tabú? ¿Por qué yo soy el malo? Pensamientos como estos atormentaban al pequeño Mario.
Su tío, hermano de su padre, llegó un día o una noche, con el cabello desastroso más allá de los hombros con mechones blancos y una cara pálida, pero llena de vida. En el desayuno, el almuerzo y la cena no paraba de hablar sobre sus investigaciones, de partículas pequeñísimas que consistían toda la creación y como están podían ser manipuladas, también mencionaba el uso de sustancias para la medicina, a lo que su hermano le dijo que callara ya que no quería que lo acusaran de brujería.
¡Qué barbaridades son esas! Expresaba la madre de Mario al escucharlo hablar.
Para los niños que llegaban a oírlo les parecía que ese hombre estaba loco, desquiciado y que muy seguramente esas eran las razones por las que no estaba casado, pero para Mario este hombre era alguien a quien admirar, indiferente de las mentes mediocres, un aventurero de la ciencia que se atrevía a sostener discusiones con hombres de fe y a dejarlos en ridículo con lógica y argumentos.
Conforme mostraba las mismas tendencias de su tío su padre trato de alejarlo de eso. Intento enseñándole esgrima, boxeo, montar a caballo y la caza por deporte, sobra decir que eso solo alejo más a Mario y lo impulso a leer, investigar y experimentar como solo un niño podía hacerlo, con mucha energía y curiosidad.
Cuando cumplió los dieciséis su padre lo envió a la academia de la capital esperando que luego de cuatro años su hijo volviera normal.
Su padre nunca pensó que había enviado a su hijo al infierno, un lugar donde sería humillado, abusado y golpeado, pero eso no detendría su pasión, eso no acabaría con su curiosidad, solamente harían que su nave surcara con más fuerza los mares de lo desconocido. Tampoco pensó que su hijo sería capaz de conseguir y convertir un salón en su propio taller personal, nadie se lo imagino.
Él nunca, ni en sus mayores inspiraciones, pudo haber imaginado este escenario. Un tipo oscuro, tenebroso y que emanaba la misma frialdad de un tempano, se acercó y le propuso convertirse en su aliado.
¿Quién se lo hubiera imaginado?
¡Qué grandiosa dicha de alegría hizo a su corazón galopar como un caballo en el campo libre!
Comments for chapter "Capitulo 16:"
QUE TE PARECIÓ?