El asesino silencioso - Capitulo 18:
Pálido, aterrorizado, ansioso, son palabras que describen a la perfección al pobre de Mario.
-No, no, no, esto es malo, muy malo, extremadamente malo- repetía dando vueltas por la habitación.
Ya se había acabado las uñas de los primeros tres dedos e iba por más.
-Mi reputación ya era mala ahora con esto definitivamente mi padre me desheredara. No, no, no, no- se lamentaba tratando de ocultarse en su sombrero. –Y lo que me pone más nervioso eres tú. Exactamente, ¿Qué estás haciendo? –
Un soplido gélido y horrendo como el hedor de una tumba abierta salió de la oscura capucha. –Pensar-
Tenía una semana para prepararse, debía estudiar a su contrincante, acabar la armadura, conseguir un arma y derrotarlo. Anotó estos puntos en su cabeza. ¿Por cuál iniciar?
– ¿Qué sabes sobre Owen? –
Suspiró resignado, acomodó su sombrero sin las orejeras extrañas para tomar una silla y comenzar a hablar.
-Es un arrogante, narcisista y odioso príncipe, pero es el príncipe-
– ¿Qué hay sobre sus habilidades? –
-De acuerdo a lo que se es hábil con la espada, la magia y tiene un familiar-
¿Familiar? Esa palabra la había escuchado, pero no sabía a lo que se estaba refiriendo.
– ¿Familiar? ¿Hablas sobre su familia? –
-No- dijo confundido. –Me refiero a su familiar, no su familia-
No porque repitas algo significa que la persona lo entenderá. Un error que comenten los extranjeros en un país al hablar lento o quienes tratan de comunicarse con un bebe.
-Explícame que es un familiar-
– ¿Enserio no sabes lo que es? –
-Si lo sabría no te pediría una explicación-
-Oh, cierto… lo siento- dijo. Acomodó su voz y continuó –Un familiar es una criatura mágica que invocas y queda a tu servicio, pero para que la invocación tenga éxito debes cumplir con las aptitudes necesarias…-
– ¿Cuáles son esas aptitudes? –
-Nadie sabe- como un borracho bajo el encanto del alcohol, pero a la inversa, Mario habló con mayor claridad. –Es algo que aún no se sabe, pero por lo que he visto y registrado por mi cuenta quienes tienen mayores probabilidades de ser invocadores son aquellos abiertos a trabajar en equipo, fuertes emocionalmente y con una gran afinidad a la magia…-
-Mario- llamó de golpe.
-S-sí, l-lo siento-
-Está bien. Ahora entiendo lo que es un familiar, gracias por eso-
– ¿Eh? ¿Por qué me agradeces? –
-Por tu explicación. Continuemos. ¿Sabes cuál es el familiar de Owen? –
Suspiró igual que antes ¿era porque él lo sabía o era por la forma en la que se enteró?
-Él mandó sirvientes a cada salón, presumió con otras estudiantes, celebró una pequeña fiesta y seguramente hizo otras cosas de las que ni me he enterado- acabó ligeramente molesto.
-Eso no fue lo que pregunte-
-Lo sé, ya lo sé- inhaló profundamente tratando de recobrar su postura y calmar su alma. –Su familiar es una serpiente gigante. Una horrible, asquerosa, repugnante y venenosa serpiente, igual que su amo-
– ¿Owen te hizo algo? –
Bruscamente levantó su cabeza, ¿Sabría él que la había bajado?
– ¿Por qué lo dices? –
-Estas apretando tus puños, bajaste la cabeza sin darte cuenta y tu voz temblaba de ira mientras describías a su familiar, ¿Te hizo algo? Si es así dímelo-
No preguntaba por simpatía o lastima era solo por…
-N-no es n-nad…-
-El trato era que tú me ayudarías a cambio de mi protección, si no se quienes te dañan no podré protegerte. Ahora, dime que te hizo- ordenó como un jefe de la mafia sentado en su silla.
Que mejor manera de impresionar a las chicas que hacer que tu familiar enrolle con su cuerpo a un estudiante hasta convertirlo en un tomate llorón.
-Ya veo. Lo solucionare-
– ¡¿Qué tú qué?! ¡¿Cómo rayos harás algo como eso?! –
-Aprovechare este duelo para decirle a Owen que no vuelva a meterse contigo-
Su desconcierto era el mismo al de un niño que descubría que los regalos no los dejaba un hombre gordo y vestido de rojo.
-Kin, exactamente, ¿Cómo planeas hacerlo? –
-Golpeándolo- declaró tranquilamente.
Después de eso Mario decidió retirarse para descansar, sabía que lo necesitaría.
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Los rayos solares apenas acariciaban la tierra por las lejanas montañas y las cercanas estructuras, pero los mercaderes ya tenían todo listo y preparado.
Entre las madres que cuidaban a sus hijos, los aventureros madrugadores que iban a una aventura o recién llegaban de una, dos figuras llegaron a una tienda, más específicamente, a una de armas.
Un hombre de la tercera edad sin cabello, pero con una recientemente barba rasurada llenaba barriles con espadas sin cuidado, qué más da, son comunes y corrientes.
-Bienvenidos, ¿Qué desean? – dijo desinteresado aun acomodando las espadas.
-Buenos días, ¿Cuáles son las armas a corta distancia que tiene? –
Primero acabó de llenar el barril para ir tranquilamente hasta el mostrador de donde saco un enorme libro donde los nombres y las descripciones de las armas llenaban las páginas. Armas de asta, hachas de batalla, cuchillos ceremoniales y espadas raras o en masa estaban cubiertas por esta tienda, si querías algo como eso, aquí lo encontrarías.
– ¿Tiene algo para los puños y algo contundente de largo alcance? –
Eso lo tomó por sorpresa, pero pidió que lo esperaran y poco después volvió con una caja de madera.
-Hace poco uno de mis hijos trajo esto, no recuerdo de donde y la nota la perdí, pero estoy seguro que pueden ser lo que buscas- habló como el gran vendedor que aún es.
Envuelto en una tela blanca y debajo paja hacía de relleno para evitar cualquier daño al extraño guante, si es que se le podía llamar así. Contaba con cuatro agujeros y en la parte inferior un pedazo de metal parecía una media luna mal hecha, todo de metal.
Parecía hecho para colocarse en los nudillos, cosa que así era.
– ¿Lo quiere? – preguntó confiando en su intuición.
– ¿Tiene otro? –
-Por supuesto- volvió con otra caja con un guante igual de extraño que el primero. -Sobre lo otro, ¿Qué es lo que te imaginas? –
Levantó ligeramente su cuello haciendo creer que estaba pensando, aunque así era en realidad, pasado un minuto habló. –Quiero derrumbar a mi enemigo para golpearlo repetidas veces en el suelo-
Mario retorció su cara en una mezcla de sorpresa y horror.
-Ya veo- dijo el hombre de la tienda de armas. –Espera un momento-
Volvió con un martillo de cabeza cuadrada, mango largo y un pomo redondo.
– ¿Puedo hacer una prueba? –
“Adelante” respondió, para después dar unos pasos hacia atrás.
Kin ya había usado martillos, pero estos habían sido pequeños con los que solo necesitarías usar una mano. Al sostenerlo tuvo la misma sensación de cuando peleo usando palos largos o barras oxidadas que tomó en la desesperación.
Dio golpes al aire como si fuese a aplastar una cabeza, atacó en estocadas tratando de golpear un estomago invisible y balanceó ágilmente el martillo de arriba abajo y en diagonal, lo devolvió al mostrador y con su habitual tonó desinteresado habló.
-Es demasiado pesado, ¿Tiene algo más? –
-Déjame ver-
La mandíbula de Mario no tocó el suelo porque estaba bien sujeta y sus ojos no se salieron de sus cuencas porque se encontraban bien pegados.
El hombre de la tienda de armas volvió esta vez con un arma de una mano, parecía un garrote, pero refinado y hecho con cuidado.
-Esto es una maza de barra de acero. Está hecha de cuatro barras de acero con una empuñadura de madera y cuero con un pesado pomo para ayudar con el equilibrio, ¿Quiere probarla? –
-Si-
Repetidas veces hizo ataques de arriba abajo de un lado a otro y en diagonal.
– ¿Se la lleva? –
-Si-
La intuición del hombre de la tienda de armas volvía a hacerlo ganar dinero.
Se llevó dos nudillos como el hombre de la tienda de armas los había llamado más la maza.
Ahora su destino era la tienda de un herborista.
-Mario, ¿Cuáles son las mejores plantas alucinógenas? –
-Kin, ¿Por qué quieres saber eso? – a este paso envejecería más rápido de lo normal.
Él giro su cuello lentamente y desde la oscuridad dijo alterado, casi enojado. -Es para la pelea-
El herborista no quiso hacer preguntas.
Ya tenía un arma, una manera cuestionable para neutralizar a su contrincante, solo faltaba una forma de acercarse, pero esto ya lo había pensado. Para no perder tiempo Mario se encargó de hacer los dardos mientras Kin buscaba lo último que necesitaba.
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En el mercado negro una ejecución se llevaba a cabo por que un tipo trato de pasarse de listo en un burdel, no fue la copa del diablo.
Una sombra atravesaba la multitud como el agua entre las rocas para llegar a una tienda de dudosa procedencia. La sombra tomó lo que necesitaba, pagó y se fue.
En una taberna llena de ruido, alcohol y vomito un tipo encapuchado revolvía sustancias misteriosas y peligrosas usando la barra del bar como mesa de operaciones.
– ¡Oye maldito bastardo, quien te has creído para usar mi taberna como tu sala de juegos! –
El tipo continuó con su trabajo sin tomarle importancia al dueño y trabajador de la taberna.
Dominado por la rabia formo un puño destinado al encapuchado, pero de repente un escalofrió recorrió su espina dorsal y sus ojos se dirigieron a la oscuridad de donde sentía provenía una mirada fría y penetrante, y como si el destino se burlara de él una voz igual de fría, pero educada dijo.
-Te compensare bien-
El dueño y trabajador de la taberna no lo molestó y para el final de la noche cinco monedas de oro estaban en su bolsillo.
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QUE TE PARECIÓ?