El asesino silencioso - Capitulo 27:
El sol caía en el lejano horizonte y los aventureros sabían que hacer.
Para ellos la noche es el día y el día la noche, por lo que un ataque al amanecer es algo que no esperarían.
Oculto en las sombras el ladrón vigilaba en caso de un ataque.
Por el denso bosque los otros aventureros avanzaban pasando arbustos y esquivando ramas.
Llegaron a la entrada de una cueva donde dos vigías somnolientos hacían guardia.
El mago sostuvo su bastón apuntando a uno de los goblins y en un susurro dijo una oración mágica.
“Pequeños algodones, júntense y únanse, que un camino tejeré”
[Aguja perforadora]
Al mismo tiempo que la aguja de agua atravesaba al goblin el ladrón cortaba la garganta del otro.
Su sigilo y precisión eran insuperables. Dentro del grupo.
Entraron.
El líder, que había cambiado el lugar de sus espadas, teniendo mejor acceso a la espada corta, iba al frente con una antorcha en su mano no dominante y detrás suyo el guerrero del hacha estaba preparado para cualquier cosa. El mago iba en la retaguardia y el ladrón se escondía en las sombras.
No habían llevado a los estudiantes porque esto sería más una inspección que el ataque definitivo, pero si sentían que podían acabar con todo en un movimiento, lo harían.
Los experimentados sentidos del ladrón ayudaron a prevenir un ataque sorpresa que provino de una de las paredes de la cueva.
Goblins, pero había algo inusual. Tenían armaduras con protecciones de cuero y metal y armas de acero duro y filoso.
El líder apuñalaba a los goblins con su espada corta y si esta no podía, los quemaba con la antorcha.
El guerrero del hacha pateaba y aplastaba los cráneos de los pequeños goblins.
El mago rápidamente conjurando magia sello el agujero por donde los goblins salían como un río verde y asqueroso.
A dos dagas el ladrón cortaba y apuñalaba en los puntos vitales de las pequeñas criaturas lujuriosas y egoístas.
De esta manera se abrieron paso por la cueva. Otra oración mágica provino del mago invocando una cortina que tapara su huida.
“Ondinas y Undinas, vengan que la fiesta empieza ya, bailen hasta el cansancio y no se detengan hasta haber cubierto la tierra”
[Manto de niebla]
Tal vez podían ver en la noche, pero no a través del humo o la niebla.
Si quisiera adentrarse en el grupo la mejor opción era el mago. Se mostró amable y gentil, aparte, nada mejor que un secreto para comenzar una relación.
Estas notas las anotaba él en su cabeza mientras los observaba desde lo alto de un árbol.
Después tendría que convencerlos, usar sus puntos débiles o apelar a sus consciencias de culpa y remordimiento, pero para eso era necesaria su información personal.
Los aventureros volvieron sucios, cubiertos de sangre, pero con información. Algo que un caballero no podría haber notado.
A la mañana siguiente con la misma audacia que cuando entró a la reunión les habló a los estudiantes para que se reunieran en su tienda.
Frente al líder estaban tres estudiantes de la academia.
-Antes de que hable. No es necesario que nos trate como a los otros nobles- dijo Kin. Quería ahorrarse problemas.
Ya sabía que al menos a él lo podía tratar como a un camarada, pero era bueno saber lo mismo sobre los otros dos.
-Bien. Mi grupo y yo fuimos a explorar uno de los nidos y descubrimos dos cosas. La primera es que están bien equipados, tienen armaduras y armas de metal. Y lo segundo fue que alguien debe de estarlos controlando-
Una mano enguantada se levantó. – ¿Cómo es que saben eso? –
-No es necesario que levantes la mano. ¿Que como lo sé?, bueno, al igual que otros aventureros yo también inicie siendo una porcelana y algunas de mis primeras misiones fueron asesinar goblins y ellos por lo general no tienen equipo de tan alta calidad. Otra razón es que tenían preparado un ataque sorpresa. No suelen ser tan listos-
– ¿Los goblins pueden volverse más listos? –
Sorprendentemente, incluso para él mismo, fue Mario quien preguntó.
-Si. Hay una manera, bueno, más bien hay casos. Existen ciertos goblins que logran alcanzar cierto nivel de inteligencia. Los hay desde chamanes que aprenden magia hasta paladines, campeones o reyes que pueden ser estrategas-
– ¿A-alguna v-vez se ha e-enfrentado a u-uno? – preguntó Katia con todo el valor que pudo.
-Solo a chamanes y hob goblins, pero nunca a los otros-
– ¿Y cómo es que sabe de los otros? – volvió a preguntar Mario.
-Hay un libro, creo que lo llaman bestiario. En ese libro los aventureros registran información sobre las criaturas que combaten-
Tal vez para darles tiempo de asimilar la información se detuvo por un momento.
-Pasando al segundo punto. Alguien los controla. Esto lo basamos en el primer punto. Los goblins no saben procesar metal y mucho menos usar el que pudieron haber robado-
– ¿Por qué nos cuenta todo esto? – preguntó Kin.
– ¿Por qué al menos uno de ustedes deberá acompañarnos a destruir ese nido? –
Desde su voz hasta su mirada la seriedad era clara como el agua de un lago.
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– ¡Muchísimas gracias! –
-Te quedaras para hablar con el mago sobre sus objetos mágicos. ¿En dónde los consiguió, quién los hizo, su precio y rareza? –
– ¿Para qué quieres saber todo eso? –
-Es importante-
– ¿Para ti o para Raphael? –
Dudó, eso es malo.
-Para mí-
-Me imagino que no me dirás porque y para que, ¿Verdad? –
-No-
-No tenías que responder- habló con un tono resignado.
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Katia decidió quedarse. Nadie la vio mal por eso. Solo ella se recriminaba su propia cobardía.
Siguiendo el mismo sendero Emil, Mosi y Kin avanzaron hasta la entrada de la cueva mientras la noche arropaba con su manto nocturno las tierras donde caminaban.
Esta vez cuatro goblins vigilaban, pero no por eso estaban despiertos.
-Muy bien chico, te enseñaremos a hacer un ataque sincronizado-
-Solo observarnos mientras nos esperas aquí-
-Disculpen, pero ya se hacer eso-
Estaban a punto de entrar en acción cuando esas palabras los devolvieron.
-Estamos en una misión, no puedes tratar de lucirte en esta situación- dijo Emil con claro enfado.
-Ya lo sé- respondió fríamente. -Mosi y yo podemos deshacernos cada uno de dos goblins- afirmó como si ya conociera las capacidades de Mosi.
Emil no detectaba arrogancia o prepotencia en sus palabras y era claro que no había tenido la misma vida que otros nobles. En realidad, no lo era.
Mosi se adaptaba a los movimientos de Kin o Kin a los de Mosi, ninguno estaba seguro, pero ambos ejecutaron un ataque perfecto de lanzamiento de cuchillos que hicieron a los goblins ahogarse en su propia sangre sin saberlo realmente.
Estaba impresionado por el trabajo tan bien hecho por el estudiante. Pareciera que ya lo había hecho.
-Excelente. ¿Qué opinas Mosi? –
-No tengo nada que decir-
Entraron con Emil en la vanguardia y Kin y Mosi en la retaguardia atentos a otro posible ataque sorpresa. No hubo ninguno.
Llegaron a una intersección que se dividía en dos caminos. Ninguno podía ver más allá de donde la antorcha alumbraba y sin importar cual eligieran un ataque trasero seguía siendo probable.
-Le parece bien si ustedes van por un camino y yo por otro-
Tal vez se arrepentiría de esto, pero en ese momento estaba sobreestimando al muchacho.
Llevando un farol en la cadera Kin avanzaba tranquilamente con la maza en una mano y en el brazo izquierdo su escudo triangular.
Llevaba la armadura que uso contra Owen, pero en el brazo derecho faltaba material que había sido sustituido por un brazalete de metal donde residía una mini ballesta.
¿Qué extraño?
Era la primeva vez que pensaba eso sobre esta sensación.
La tensión de no saber que acecha, caminar a una trampa y ser consciente de ello mientras piensas en cómo reaccionar a la vez que repasas distintas formas de asesinar.
Rápidos y pequeños pasos vinieron desde el fondo del túnel y creyendo ser único y especial uno saltó sin precaución.
Una maza de acero golpeo su horrendo rostro verde aplastando sus huesos y desgarrando sus músculos salpicando grandes chorros de sangre.
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