El asesino silencioso - Capitulo 29:
Nota No. 5
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Sigo siendo débil.
Fui derrotado por una horda de goblins, aunque acabé con ellos, el perdedor soy yo.
Me dijeron que lo que hice fue algo asombroso, increíble, por encima de mi nivel, pero yo se la verdad, y es que solo tuve suerte.
Por primera vez estoy de acuerdo con Raphael sobre este diario.
Han pasado tres días y aun continuó en recuperación.
Pero no todo es malo. Mario consiguió sacarle información al mago.
Tal parece que obtener objetos mágicos en las aventuras es lo más conveniente, pero a la vez lo más difícil.
Antes de los objetos mágicos se deben conocer algunos conceptos del gremio.
Primero que nada, si una misión tiene como orden el encontrar objetos para el reino, el cliente o el propio gremio se deberán reportar o también si estas en un grupo.
Sin embargo, cuando la misión principal es exterminio, recolección o ser escolta no se está obligado a reportar dichos objetos. Aunque debe ser en solitario.
Hay otra manera de conseguir objetos mágicos, y es comprándolos, pero sus precios son muy altos.
Llegado el cuarto día por fin me permitieron caminar por el campamento. Debo recuperar el tiempo perdido.
Fin de la nota.
Con la armadura reparada, la mini ballesta recargada y las dos dagas en la parte trasera de la cadera salió de la tienda.
Las miradas no pasaron desapercibidas ante aquel que logró salir vivo de una cueva infestada de goblins.
Aunque el dolor todavía estaba presente y algunas heridas no habían sanado del todo, su andar mostraba serenidad y firmeza.
– ¡Abran el portón! – gritó un caballero que estaba por encima del muro.
El líder, el mago, el ladrón e inesperadamente alguien que podría ser clasificado como un asistente entraron.
-Aun no puedo creer lo que hiciste- decía el ladrón.
-No deberías usar tu armadura, tu cuerpo aun no debe de haberse recuperado- dijo Emil al ver a Kin.
-Estoy bien- respondió.
-Enserio, todos ustedes son muy raros- expresó el ladrón. -Oye, aquí tu amigo, con esa cosa rara que lleva mató a varios goblins-
Mario quería decirle sobre su arma, pero sintió que lo mejor era callar.
-Ya veo. Bien hecho- dijo mirando a Mario con los ojos. Sorprendido por eso quiso saber más. – ¿Podrías contarme que pasó? –
Sin esperar una petición como esa Mario también se sorprendió.
-C-claro-
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Los aventureros habían logrado salvar a una cautiva.
Gracias al señor divino el estudiante conocido como Kin había salido de la cueva y no solo eso, sino que también pudo acabar con la horda de goblins por su cuenta. O al menos así pensaban algunos.
Pensar que tantos goblins venían de un solo nido, teniendo encima la suposición de que alguien los controlaba, era algo que solo un novato pensaría.
Obviamente debía de haber más nidos.
Se encontraban rodeados por montañas y por un inmenso bosque, por supuesto que podía haber más nidos.
Luego de dos días de exploración los aventureros encontraron un nuevo nido. Hicieron lo mismo que en el anterior. Al cuarto día hicieron la misma propuesta a los otros estudiantes con la promesa de no dejarlos solos.
¿Esa promesa realmente mejora las cosas?
Dudaron, como era de esperarse.
Armándose de valor Mario aceptó ir.
Igual que la vez anterior el guerreo del hacha se quedó en el campamento y esta vez el mago también fue.
-Tranquilo, solo quédate en la retaguardia conmigo y estarás bien- trataba el mago de calmar al tembloroso asistente.
-S-sí, g-gracias-
Si Kin sufrió por ellos, ¿Qué le esperaba a un debilucho como él? No es como que lo abandonaron, lo más probable es que este tipo de cosas pasen en las aventuras, pero para alguien que nunca había superado los límites de su mansión y ahora los de la academia, esto era aterrador.
– ¿Te parece bien si hablamos de algo? Por ejemplo, ¿Qué eso que llevas? –
El mago se refería al extraño armatoste que llevaba Mario en sus manos.
-Ah, s-sí. Esto es básicamente una ballesta. -como la tierra soleada cuando se oscurece por una nube Mario cambió de la nada. – Tomé la base de una ballesta simple y estuve haciendo dibujos de un modelo más pequeño para mayor movilidad, claro que también pensé en su cadencia de tiro, aunque sus disparos pueden ser más precisos que los de un arco aún son superados por estos por la velocidad de recarga-
-Espera, espera. Cálmate un momento, ¿Cómo dices? ¿Eso es una ballesta? –
-S-sí-
Y tan rápido como el viento de los cielos mueve esa nube gris Mario volvió en sí.
-Entonces, ¿Qué es ese cilindro de en medio? –
-Es d-donde se encuentran los virotes-
-Entiendo, pero ¿Cómo funciona? –
El mago estaba perplejo con aquella arma tan rara.
-Bueno, por dónde empezar- la tierra se vuelve a oscurecer. -Primero fui a investigar sobre circuitos mágicos y como hacerlos, fue interesante, y muy, muy difícil. Tuve que aprender lo básico y leer alrededor de cuatro volúmenes de más de doscientas páginas para por fin empezar con la selección de piedras mágicas. Aunque también tuve que investigar mucho sobre la mecánica que usan en Episteme. Una vez terminado mi circuito, teórico, comencé con la búsqueda de materiales y el diseño de la ballesta-
En este punto el mago ya no entendía nada de lo que el estudiante decía.
-Hice el cilindro en la forja de mi maestro con los materiales que compré junto con la estructura principal de la ballesta. Recibí muchos regaños ya que la mayor parte de este artículo es de metal, así que mi maestro me ayudo en su creación. Y te preguntaras, ¿Por qué de metal si la pude hacer de madera? Se debe a la cadencia de tiro que implemente en el mecanismo imitado de las armas de Episteme. A diferencia de sus armas que son de acción doble, esta es una de repetición-
Incluso los otros aventureros estaban perplejos y más perdidos que un minotauro en un laberinto.
-De ese modo es más efectiva al atacar ya que no hay un momento de espera como lo hay en las armas de acción doble o acción única. Usamos hierro macizo para los pernos, tuvimos que hacer e instalar el eje, los resortes, las partes hidráulicas y al final implemente mi circuito mágico para que los virotes salieran más rápido-
-Y-ya veo, eres muy listo- fue lo único que pudo decir.
-O, lo olvidaba, también hice otro cilindro más corto. Cuando se me acabe la munición presionó esta parte para sacar el cilindro, tomó otro de mi bolsa donde guardo más virotes y coloco el cilindro corto para que los virotes terminen dentro-
Que ya sea todo por favor. Rogaban los aventureros.
Por fortuna llegaron a la entrada de la cueva.
Dos vigías estaban dormidos de pie con las lanzas en el suelo.
– ¿Sabes hacer un ataque sincronizado? – preguntó el líder a Mario.
-N-no, jamás he hecho algo así-
Aunque en un principio no tenía la intención de enseñarle a chicos nobles, ahora sentía emoción por hacerlo.
-Muy bien. Pon mucha atención en los movimientos de nuestro mago y nuestro ladrón-
El ladrón se escabullía entre las sombras cuidando de no hacer mucho ruido mientras llevaba una daga en un agarre inverso.
Oculto entre los arboles el mago apuntaba su bastón a uno de los goblins mientras recitaba en un susurro una oración mágica.
-Este es el resultado cuando dos personas trabajan en equipo. Trata de pegar todo en tu cabeza- continuó el líder al lado de Mario.
Con una exactitud teatral el ladrón cortó la garganta del goblin impidiendo, debido a la sangre, que gritara por ayuda, aun así, fue suficiente para despertar a su compañero, pero este no pudo hacer mucho porque una aguja mágica atravesó su cabeza.
Con una antorcha en la mano y preparado para desenfundar su espada corta el líder dirigía al grupo.
Sosteniendo una daga con un agarre inverso el ladrón concentraba sus sentidos para detectar cualquier señal de peligro. Muy detrás suyo el mago y el asistente caminaban lentamente porque el asistente estaba temblando hasta los huesos.
-No te preocupes, estaré a tu lado-
Por más sinceras que fueran sus palabras estas no lograrían atravesar la barrera de miedo que Mario había levantado hace muchos años.
Hay animales que impulsados por la adrenalina huyen de inmediato, otros se paralizan en un intento por pasar desapercibidos y luego están los que tratan de pelear.
Desgraciadamente los instintos de Mario eran un torbellino. Quería huir, pero se decía que debía avanzar.
En momentos como este es que uno busca consuelo, pero este mago más que un adulto confiable, daba la impresión de una madre impaciente.
¿Qué haría Kin?
Fue tan breve que cuestionó tal pensamiento.
De cierta manera lo había puesto en un pedestal.
Siempre mostraba decisión, compromiso y honestidad. Cumplió con protegerlo, lo hizo en el duelo contra Owen e incluso con conseguirle un maestro herrero.
¿Qué haría Kin?
Esta vez analizó en base a sus recuerdos lo que tal vez haría en esta situación.
Él andaría con un paso firme y tranquilo, preparado para contraatacar, consciente de sus alrededores.
“Si no puedes continuar retrocede” es algo que diría.
En ese caso lo mejor era retirarse.
¡No, claro que no!
Si había venido hasta aquí no era solo por Kin, sino también por decisión propia. Buscaba mejorar. Ser más fuerte. Abandonar a su yo del pasado por su posible yo del futuro. Uno valiente, sin miedo a lo que tenga enfrente, que pueda hablar con las personas y ya nunca más vuelva a llorar.
Primero retomó el control de su respiración. Vio directo a la profunda oscuridad de la cueva. Dejó de forcejear contra el mago y aun temblando habló.
-L-lo s-siento. Y-Ya e-estoy mejor-
Comprobó su agarre en la ballesta. Repasó en su cabeza los objetos que llevaba.
– ¿Estás seguro? Si quieres puedes esperarnos afuera-
-N-no, y-ya te d-dije q-q-que estoy b-bien-
Las rodillas le temblaban, su boca y lengua realizaban una danza gelatinosa, pero su mirada tenía convicción.
¡Malditos! Se escuchó desde la cueva.
¿Otro ataque sorpresa? Y esta vez no estoy ahí para ayudarlos. Pensó el mago al imaginar el peor de los escenarios.
A su lado el asistente pasó rápidamente entrando en la cueva. Mientras él imaginaba el asistente había encendido la luz de su farol.
Corriendo moderadamente pensaba en que hacer al llegar.
¿Podría usar bien su arma, acaso sería capaz de actuar o se mearía en los pantalones como un niño?
Cuando la luz del farol y de la antorcha se fusionaron él pudo ver como aventureros y goblins luchaban a muerte.
Respiró hondo, acomodo la culata, posicionó sus manos y apuntó al hueco que había en medio de los dos aventureros.
Piiuussh
El virote voló tan rápido que solo era posible de ver cuando este llegara a su objetivo.
Los aventureros pensaron que se trataba de magia, por costumbre se retiraron esperando ver al mago con el hechizo listo, pero en su lugar vieron a un chico de cabello largo color caqui sosteniendo ese armatoste.
El camino estaba despejado, solo goblins lo llenaban.
Aseguró su agarre, levantó el arma y viendo a través de la mira metálica comenzó a disparar.
Sabiendo que disparar constantemente llevaría al arma, debido al retroceso, hacia arriba, practicó una forma de disparar. En ráfagas.
¡Mentiroso, maldito mentiroso!
Pensaron al ver como los virotes atravesaban sus armaduras impenetrables.
Se acabaron los goblins, aunque no por la habilidad del asistente, sino en mayor parte por el anterior combate del líder y el ladrón.
Avanzaron con cautela, pisaron los cadáveres y encontraron a tres cautivas. Profanadas, mancilladas, en un estado deprimente.
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