El asesino silencioso - Capitulo 36: ¿Hacia donde?
La música llenaba el salón, las parejas bailaban y en una esquina apartada de todos alguien era empujado por su “hermano” hacia la mesa donde le esperaba su cita.
-Vamos… Abraham… no seas infantil- decía esforzándose en mover esa gigantesca montaña.
-Yo no acepté esto- dijo inmóvil.
Gordon se detuvo y optó por usar las palabras.
-Vamos, solo te sientas, te presentas y hablas un poco sobre ti y las ves a ella hacer lo mismo. No es tan difícil-
-No se trata sobre si es difícil o no, es más bien sobre que me trajiste aquí con engaños-
-Son detalles sin importancia- decía agitando su mano como eliminando esas palabras. -Además, incluso si no quieres el apellido, ya es hora de que juntes cabeza. Me preocupa mucho que mi hermano solo este con mujeres por una noche y nunca llegue y diga ¡Mira mi novia nos vamos a casar…! –
-Por favor detente-
-Sí, lo siento. Pero entiendes a lo que quiero llegar-
-Agradezco tu preocupación, pero conoces mi opinión sobre las mujeres de este reino-
Gordon suspiró al quedarse sin palabras.
-Bien, bien, pero, tienes que ir con ella. Ya te dije que lo entiendo, pero al menos ve con ella, platica, conócela y si surge algo, pues bien, ¿No? –
Al igual que su “hermano” Abraham también suspiró.
-Está bien. Lo haré-
Esperando con una sonrisa en una postura perfecta una mujer pelirroja con un precioso vestido verde esmeralda veía con ojos picaros a su cita.
-Hola. Disculpa mi tardanza, tuve… unos inconvenientes- dijo sentándose al lado de ella.
-No pasa nada- decía moviendo su mano como señal de que no había ningún problema. -Me alegra que hayas venido- añadió con una cálida sonrisa.
-Muy bien. Soy Abraham aventurero rango oro, me conocen como la bestia oscura y no tengo apellido, ¿Con quién tengo el placer? –
-Soy Mónica y tampoco tengo un apellido, espero que eso no sea un problema- dijo un tanto preocupada.
-No se preocupe. Estamos en igualdad de condiciones-
-Perdone que no esté de acuerdo, pero usted es un aventurero muy famoso con el segundo rango más alto y yo, solo soy una simple mujer. Estamos en posiciones muy diferentes-
-Si usted lo quiere ver de esa manera me parece bien, pero para mí usted y yo somos dos desconocidos- respondió con franqueza.
-Oh… ya veo-
Intercambiaron palabras y miradas, gustos y disgustos, sus fuertes piernas rozaron con las de ella y en su antebrazo una delgada y pequeña mano se postró.
Con un poco de vergüenza atrevidamente ella sugirió ir a otro lado. Y él pensó. Por fin.
Ella tenía una habitación exclusiva para ella y nadie más.
-Por favor, permíteme abrirte la puerta-
-Que caballeroso-
Cuando la puerta se abrió sonó un chillido muy extraño y momentos después algo se estrelló y explotó justo en la nariz de Abraham.
– ¿Qué… pasa…? –
Todo daba vueltas y se distorsionaba como las ondas de un lago agitado.
Cayó al suelo apoyándose con sus manos en un esfuerzo por no desmayarse.
A través de la confusión pudo ver como a Mónica se le caían las orejas y le crecían otras muy diferentes.
Carajo. Fue lo último que pensó antes de caer desmayado.
Del interior de la habitación salió un hombre vestido con una túnica negra a quien le faltaba un brazo.
Si alguien escuchará de nuevo la voz de Mónica pensaría que se trataba de dos personas distintas.
Mucho más picara, atrevida, salvaje como un depredador, pero, sobre todo, malvada.
-Tu ofrenda está allá en el salón justo como prometí. Ahora dame el orbe de confinamiento-
Con su único brazo sacó de su túnica una esfera cristalina de un azul pálido.
La piel de Mónica seguía desprendiéndose y en su lugar un pelaje anaranjado se superponía. El vestido ya no era necesario.
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Los nobles huían aterrorizados en sus lujosos carruajes con la sangre helada, los ojos bien abiertos y la respiración agitada.
-Kin, muchas gracias por tu ayuda. De aquí en adelante puedo sola- decía Silvie cuidando a una inconsciente Rosalía.
Él asintió.
Con ello el carruaje de los Pedersen se fue de la escena.
Kin, Katia y Mario eran los únicos afuera del salón.
-Y, ¿Ahora qué hacemos? – preguntó Mario.
-Entraré a buscar a Abraham y a cualquier sospechoso. Ustedes vuelvan y avísenle al gremio o a Raphael-
-Me quedaré a ayudarte- declaró Katia.
-Tu calzado no es el adecuado y no puedo asegurar que te protegeré en todo momento, lo mejor será que sigas mis órdenes-
Contra ese argumento Katia no pudo decir nada.
-Mario, ve a la academia y dile a Lenin que venga y traiga mi equipo, necesito toda la ayuda posible. Y déjame tu ballesta-
-Está bien, solo no la rompas-
-Lo intentare-
-Eso no me da confianza-
Él decidió mejorar su anterior declaración.
-Me esforzaré en no romperla-
-Eso está mejor-
Mario y Katia se alejaban del salón en direcciones opuestas. Uno hacia la academia y la otra al gremio.
Antes de entrar examinó su equipo.
Una espada viscosa sin filo, la reemplazo por la de un fallecido caballero. Su daga aún podía ser arrojada. La alabarda ya no era necesaria y también había perdido su filo. La ballesta pesaba mucho, pero lo podía manejar y por suerte había traído su pistola gancho.
Alguien había logrado burlar a los guardias, entrar en el baile y de algún modo incapacitar a Abraham, supongo. Debió ser un trabajo interno. ¿Qué relación tiene con el invocador?, no, el invocador ahora ya no tiene importancia. Debe haber alguien más, o, hubo alguien más. ¿A dónde iría luego de un evento como éste?
Pensaba esto mientras caminaba cuidando de no hacer mucho ruido.
¿Hay alguien tan fuerte como para deshacerse de Abraham? No, incluso si lo hay es imposible lograrlo sin hacer un escándalo. Los daños que veo fueron provocados por el invocador. Si es que hay alguien lo suficientemente fuerte como para asesinar a Abraham y lo logró sin llamar la atención, entonces eso significará un gran problema.
Llegó hasta la parte trasera donde se encontraban las habitaciones. Revisando descubrió dentro de las habitaciones los cuerpos desmembrados y mutilados de los invitados, excepto uno.
En la única habitación sin olor a sangre por encima de la puerta había un dispositivo. Parece que su posición inicial era arriba del marco y al abrir la puerta este caía realizando alguna acción.
Un golpe contundente era improbable, debido a que no había nada que diera esa idea sobre el dispositivo.
Entró por completo a la habitación. Al acercarse a la cama encontró varios cabellos anaranjados, gruesos y ásperos.
¿Un zorro? Pensó al ver los cabellos entre sus dedos iluminados por la luna. Su tamaño y cantidad estaban por encima del promedio, debía ser un zorro muy grande, de tamaño humano o superior.
Un hombre-bestia. Eso le llegó como una revelación. Para un hombre tan grande y fuerte como Abraham solo un hombre-bestia podría ser capaz de acabar con él sin hacer ningún ruido.
Pero la pregunta ahora era, ¿Dónde estaba el hombre-bestia y Abraham?
Si se trataba sobre acabar con la vida de Abraham no tenía sentido desaparecer el cuerpo, a menos que lo quisiera como trofeo o el objetivo no fuera asesinarlo. En ambos casos transportar un cuerpo como ese debe ser una tarea difícil, pero si tenían un plan para acabar con Abraham también debieron haber preparado un modo de llevarse el cuerpo.
Eso significa que ahora mismo deben estar en una carreta dentro de la capital.
Con la seguridad de que no habría nadie comenzó una carrera por donde tal vez los otros habían huido. Salió a la parte trasera, bajó la pequeña plataforma de concreto y en una esquina encontró a un golpeado e inconsciente mercader.
Vestía ropa de calidad y joyas brillantes, lo que reafirmaba la idea de que Abraham era el objetivo. Tiene un collar con un símbolo único, es decir, su propio símbolo, lo que significa que su carreta debe tenerlo.
No puedo dejarlo ahí, si Raphael se entera de que pude ayudar a alguien y no lo hice me sermoneará por horas.
Abandonó temporalmente al mercader para volver a la entrada del salón y dejar una nota.
-Hola, buenas noches, ¿Qué desea? – preguntó el dueño de un pequeño puesto de comida.
-Toma esto- dijo dejando cuidadosamente el cuerpo del mercader. -Y esto por cuidarlo-
El dueño del puesto atrapó una pequeña bolsa y al abrirla se sorprendió por su contenido.
– ¿Q-qué hago con él? –
-No dejes que muera-
Dijo antes de elevarse con su pistola gancho y perderse entre los techos de los edificios.
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QUE TE PARECIÓ?