El asesino silencioso - Capitulo 39:
En el estudio de Raphael donde libros y documentos dominaban casi todo el espacio Abraham se relajaba en una de las sillas de cuero y relleno esponjoso.
-Seré directo Abraham. ¿Quién logró secuestrarte? –
No cualquiera llega a rango oro, por lo mismo, no cualquiera puede secuestrar o vencer a alguien de ese rango o superior.
-Antes de responder eso, dígame, ¿Qué piensa sobre los hombres-bestia? –
-No sé mucho al respecto, no es fácil conseguir información de una raza que se aísla del mundo y vive en una de las junglas más peligrosas del continente. Déjame pensar. Creo que, si nosotros fuéramos más abiertos a las otras razas y dejáramos de lado nuestros prejuicios podríamos formar una gran comunidad. Claro, también está la cuestión de que ellos nos aceptaran a nosotros, pero siempre que hubiese una pequeña intención de unión, sé que lo lograríamos-
No había dudas, titubeos, ni un apiste de mentira en sus palabras, era la creencia absoluta de este hombre. Y también, porque no, un sueño.
-Se trataba de una mujer-bestia, una zorra, en todos los sentidos-
-Lo dices como si la conocieras-
-La conocí, hace mucho, mucho tiempo-
-Antes de continuar, no espero que me hables sobre ella y tu pasado, no quiero obligarte, pero si te pido que me cuentes sobre lo de anoche-
¿Hasta dónde podía llegar la generosidad de este hombre?
-Desde que la conozco ella siempre se ha comportado agresiva conmigo, me odia y desea verme muerto. No me sorprendería si uniera fuerzas con alguien para matarme-
Había evitado decir algo peligroso.
– ¿Crees que sería capaz de unirse con alguien que tuviera la intención de atacar la capital? –
Pero Raphael se atrevió a decirlo.
-Sí, no tengo dudas sobre eso-
No quedó más que confirmarlo.
-Ya veo. Por favor, continua-
-No sé cómo lo hizo, pero me engaño tomando la apariencia de una mujer humana. Me llevó a su habitación y cuando abrí la puerta algo se estrelló en mi nariz. Lo último que recuerdo era ver como la piel se le desprendía como si fuera una serpiente mudando de piel-
-Ya veo. Seguramente utilizó alguna poción de transformación-
-Parece que eso le preocupa-
-Lo notaste. La verdad es que ese tipo de pociones son muy complicadas de hacer, no solo porque se debe conseguir alguna parte de la persona, su piel, cabello, sangre, sino porque una de las plantas que la componen solo florecen en luna llena y no crecen en Maryam-
-Entonces, ¿Dónde? –
-En, Nesciens-
Ambos entendían el peligro que conllevaba alguien capaz de ir hasta ese lugar. No era muy diferente de meterte en la cueva de un oso y robarle su comida.
Ninguno quería seguir con el tema y, de cualquier manera, no podían, porque esa era toda la información.
– ¿Sabe dónde está la mujer-bestia? –
Nunca supo su nombre.
-Kin la asesinó. No, me equivoco, Lenin y Kin la asesinaron-
– ¡¿Enserio?! –
-Yo reaccioné igual. Cada día ese chico me sorprende más-
En sus labios una sonrisa de orgullo se dibujó brevemente.
– ¿Cómo se encuentran? –
-Sorprendentemente bien. Kin sufrió heridas leves y Lenin estuvo a punto de romperse el brazo, pero Kin lo llevó a un centro de recuperación, aunque no me dijo como lo pagó-
Abraham se dejó caer sobre la cómoda silla, no, más bien, fue tumbado sobre ella luego de tantas emociones.
-Sabía que ese chico tenía potencial, pero, eso… aun no lo puedo creer. Dos humanos asesinando a alguien de la raza de los hombres-bestia, es tan irreal, ja, ja-
-Vaya que lo es, ja, ja-
Ya había dicho todo, pero no lo mataría tratar de continuar con la charla.
-Su hija ha progresado. Ya tiene callos en las manos y su cuerpo se está desarrollando correctamente-
¿Por qué eso sonó un poco mal después de decirlo?
-Antes de que ingresaran le pedí a Kin su opinión sobre Katia. Dijo que no tenía talento, fuerza, ni destreza para la espada, que carecía de confianza y que como resultado se había convertido en una inútil. Ahora te pregunto a ti, su maestro, ¿Qué piensas sobre ella? –
Una firme mirada y palabras del mismo calibre debía ser correspondidas.
-Hasta cierto punto Kin tuvo razón. Ella no tiene talento, aun no tiene suficiente fuerza y su destreza está igual, pero no es una inútil y creo que Kin se ha dado cuenta de eso. A veces lo veo aconsejarle y le ayuda con su postura y durante los ejercicios él trata de animarla, a su manera, pero trata-
Al escuchar eso Raphael soltó un profundo suspiro.
-Muchas gracias, ahora siento como si un gran peso me fuera quitado-
Así que esto es un padre preocupado. Pensó Abraham respecto a Raphael.
-Ya sé que es ridículo preguntar, pero ¿Qué me dices de Kin? –
-Hmm. Es disciplinado, aunque falta mucho a entrenar, pero no lo culpo. Entiende con rapidez mis enseñanzas, cuando entrena lo hace con toda el alma…- de repente Abraham recordó algo, aunque seguramente Raphael ya lo sabía. -Y hace poco llevó a un chico nuevo-
-Lenin-
Respondió a lo que Abraham asintió.
-Ese chico admira mucho a Kin. Cada vez que Kin llega él pone más empeño, a veces se excede, pero Kin siempre lo detiene-
Escuchar sobre su hija, su protegido, y también oír sobre la admiración de un chico hacía su protegido llenaba su corazón de un calor que no sentía hace mucho.
-Lenin también está progresando y ha comenzado a aprender a luchar con escudo-
La imagen de otro chico llegó a la mente de Abraham.
-También está ese chico llamado Mario-
Ese nombre si era desconocido.
Esto se remonta a cuando Kin trajo al brujo y a Bigotes. Lenin lo acompañó por curiosidad, pero Mario prefirió quedarse en la carreta, por lo que Raphael no lo conoció.
-Podrías hablarme sobre él-
Abraham se sorprendió, pero de inmediato habló.
-Según se fue la primera persona con la que Kin formó una amistad, si es que se le puede llamar así a su relación. Mario es quien le fabrica a Kin esos aparatos extraños-
-Oh, hablas sobre la pistola gancho-
– ¿Así se llama? –
-Así la llamó Kin. No se lo digas, pero él me dijo que esa pistola era algo que le gustaba mucho-
Ambos hombres sonreían como señoritas.
-No tienes idea de lo mucho que me alegra que me cuentes todo esto-
-Creí que usted estaba al tanto-
-Eso me gustaría, pero estoy tan ocupado que no tengo tiempo ni para pagarle a un profesor para que me mande informes. ¡Vaya! incluso si lo hiciera no tendría ningún momento para leer las cartas-
– ¿Puedo hacerle una pregunta? Puede que sea algo maleducada… sabe que, mejor no –
Raphael ya intuía sobre que trataría la pregunta.
-No te reserves, adelante-
– ¿Enserio? Está bien… ¿Por qué hace todo esto? ¿Por qué se esfuerza tanto en mejorar la vida de otros sin recibir nada a cambio? –
Raphael suspiró, no era un suspiro de cansancio, ni de molestia, sino que trataba de hacer un poco de tiempo para ordenar sus pensamientos.
-Estoy seguro de que usted no sabe esto, la verdad, creo que solo los residentes de esta casa lo saben, pero en realidad esta misión no la comencé yo, sino que realmente fue mi difunta esposa quien la empezó-
-Oh… lo siento, no tiene porque…-
-No te disculpes, no tiene nada que ver contigo y, al final, era inevitable-
Fue muy breve, como el pasar de una mosca frente a los ojos, pero por un instante la mirada del inquebrantable y noble Raphael bajó con tristeza y melancolía.
-Si gustas te puedo contar la historia-
Sentía que debía responder no, pero quería saberlo y la mirada de aquel hombre incitaba a que respondieras, sí.
-Si- respondió en un tono casi imperceptible.
Raphael acomodó su postura, respiró profundamente y se dispuso a narrar.
-En aquel entonces yo aún era joven, si no recuerdo mal creo que era el cuarto en la sucesión para ser la cabeza. Una noche, en un baile de distinguidas familias yo me aburría hasta la muerte. Una tras otra las damas se me acercaban, todas con lo mismo. Que seríamos muy felices, que nuestros hijos serían preciosos, juraban hacerme inmensamente feliz, pero yo sabía que estaban tras mi primo quien era el próximo heredero-
Cerró los ojos como transportándose a ese tiempo y lugar, y continuó narrando.
-De repente alguien hizo un gran escándalo, una joven de cabello castaño había golpeado con su puño a otro noble- una pequeña sonrisa reveló sus dientes. -Al parecer él le había tocado el trasero y ella respondió con su puño. Obviamente todos la culparon a ella. Ella había ido vestida con un pantalón un tanto apretado. Todos decían cosas como, ramera, provocadora, incitadora y su respuesta fue… je, je. Ella gritó llena de determinación, ¡Ninguno de ustedes tiene poder sobre mí y mucho menos sobre lo que decido ponerme, si son verdaderos hombres vengan y díganmelo a la cara! –
Que mujer tan formidable. Pensó Abraham.
-Ni un solo hombre se atrevió a encararla. Bueno, no sé si se le podría considerar hombre en ese momento, pero un ingenuo y joven noble se le acercó-
¿Quién?
-Ofendido por lo anterior, de una manera respetuosa le dije. Una mujer debe ser bella y delicada, para que nosotros los hombres las protejamos. Y ella con mucha más determinación me respondió. Yo no necesito que un hombre me proteja, me basto yo sola. Se cocinar, montar a caballo, tejer, partir leñar, limpiar, curar heridas y combatir con la espada, respóndeme tú, ¿Sabes hacer al menos la mitad de esas cosas? –
Raphael tomó un ligero tono rojizo por ese recuerdo.
-No me quedó de otra más que responderle que no- dijo esforzándose en ocultar su pena. -En aquel entonces yo solo sabía combatir y montar a caballo. La humillación que se sentí me obligó a provocarla aún más, era muy impulsivo e impaciente, y desesperado le dije. Y dime tú, ¿Sabes bailar, apreciar la belleza de la naturaleza o de las bellas artes? Porque no creo que una salvaje como tú sepa de lo que hablo-
Abraham reprimió hacer, Ooooh y continuó escuchando.
-Yo la reté a que aprendiera a bailar y la invité a la exhibición de unas pinturas. Ella fue mucho más severa. Me retó a aprender a cocinar, a limpiar mi habitación por un mes, a tejer, curar heridas y me pidió que al final la acompañará a algún lado. Perdona si te agobio con todo esto, creo que mejor…-
-Por favor continué, lo escucho-
-De acuerdo. Resumiré un poco, solo para no extenderme demasiado. Cuando acabamos cada uno con nuestros retos ella nos llevó en una simple carreta a la zona noroeste-
A Abraham no le interesaba mucho Maryam, pero incluso él conocía esa zona.
-Niños delgados hasta los huesos, madres en estados deprimentes y decrépitos, los pobres hombres, apenas y podías diferenciarlos entre la piel pálida y la ropa que les colgaba, los que tenían ropa. Ese día ella me dijo algo que nunca olvidaré. Mientras tu despiertas en tu cálida cama, comes tu deliciosa comida y haces lo que te place, ellos se suicidan, abandonan a sus hijos o los venden al mercado negro, ruegan por comida, sufren cada día y tú solo te la pasas entre tus lujos, respóndeme, ¿Cómo te sientes? ¿Crees poder dormir luego de todo esto? –
De tan solo imaginarlo la sangre de Abraham heló a su vez que un sabor amargo lo invadió.
Espera, zona noroeste. Pensó.
-Supongo que ya sabes la situación de la zona noroeste…-
-Espere un momento, esa zona no es lo que usted me acaba de describir-
Las mujeres decrepitas, los hombres moribundos, los desafortunados niños. Comparó sus recuerdos con la historia y ambos, se contradecían.
-Desde hace doce años he dormido en paz-
Una nueva ola de emociones empujó a Abraham contra la silla.
Este hombre, no hay como describirlo. No es humano, ni tampoco un ángel y por supuesto que de ningún modo un demonio, entonces, ¿Qué es?
-Perdone mi estupidez, pero, ¿Por qué dijo que hacia todo esto? –
-Mmm. Hay varias razones, mi esposa, mis hijas, mis sirvientes. Quiero crear un reino donde todos puedan vivir sin máscaras, un lugar donde no se tema a los prejuicios por la piel, origen, cultura o raza, un lugar al que anheles volver y proteger, donde todos puedan soñar con un plato lleno de comida y… prométeme que no le dirás esto a nadie-
Abraham asintió jurándolo desde lo profundo de su corazón.
-Y, para que un día él pueda despertar en un lugar donde no sea necesario llevar una capucha-
La tercera y más poderosa ola acabó con la fortaleza mental de Abraham. Estaba anonadado, sin palabras.
El hombre del cambio, le quedaba como anillo al dedo.
Comments for chapter "Capitulo 39:"
QUE TE PARECIÓ?