El asesino silencioso - Capitulo 41:
No tenía dinero para ir en carruaje y no contaba con la confianza como para acercase a una carreta.
Ya había salido de la academia en ocasiones anteriores, pero esas veces fueron en la madrugada para practicar herrería. A diferencia de antes ahora multitud de personas deambulaban por todas partes.
Su destino era la mansión de un hombre cuyo nombre era conocido más allá de la capital, alguien, según los rumores, que era el antónimo de la vanidad y la arrogancia.
Puertas de vallas metálicas resplandecían y tras estas un hombre serio, fuerte a simple vista, preguntó con educación.
– ¿Quién eres y que quieres? –
-S-soy… M-mario Ciniv, Kin me dio p-permiso de venir-
Los dos guardias abrieron la puerta metálica y mientras el chico avanzaba mantuvieron sus ojos pegados a él hasta que se perdió entre los preciosos arbustos.
Su cuello volteaba de un lado a otro con cada paso que daba e incluso se detenía por segundos para admirar con mayor detalle la figura de los cuidados arbustos que robaban su mirada.
Uno en particular llamó mucho su atención.
La figura de una mujer fuerte y valiente montando un corcel de hojas.
Su mente se encargó de rellenar los huecos que la limitada mano humana y la rebelde naturaleza no podían crear juntos.
Podía visualizar a una mujer que no temía a la muerte con una voluntad capaz de mover montañas no siéndole imposible apaciguar los corazones de las víctimas de la violencia.
-Es muy hermosa, ¿No lo cree? –
-Es más que hermosa. Es poderosa, majestuosa y admirable-
– ¿Puedo saber el nombre de quien dice tan maravillosas palabras de esta mujer? –
– ¿Eh? –
Había pensado que se trataban de sus propios pensamientos, pero en realidad si era una persona.
– ¡Eeeeeh! –
-Por favor no grite, estoy viejo, pero aun escucho-
Un hombre viejo de cabellos canosos y una postura erguida vestía un traje de mayordomo y sostenía una cálida sonrisa en su arrugado rostro.
-L-lo siento, es q-que, p-perdón… Soy Mario Ciniv-
-Un placer señorito Mario Ciniv. Yo soy Garfield, mayordomo del duque Raphael Collins-
– ¿Usted conoció a Kin de niño? –
Si Raphael educó a Kin, no sería raro si Kin interactuaba con algún sirviente. Pensaba Mario con extrema curiosidad.
– ¡Perdón, eso fue muy…! –
Una risa de boca cerrada venía del viejo y con una sonrisa cálida y llena de dicha respondió.
-Por supuesto, ¿Qué quieres saber? –
Ya no podía echarse para atrás.
– ¿Siempre ha sido así? –
Que pregunta más ambigua. Aun así, el viejo respondió.
-No, diría que ahora es mucho más parlanchín-
– ¿Es enserio? –
Una sonrisa nostálgica se formaba en la boca del viejo al recordar aquellos tiempos.
-Antes no hablaba. Solo asentía. Creo que fue un mes después de su llegada que comenzó a utilizar palabras-
De la nada el viejo soltó un suspiro.
-Y bañarlo, vaya que era un desafío. No le podíamos quitar esa sucia capucha y no fue hasta que hice una nueva que pude deshacerme de esa basura, pero aun así lo teníamos que bañar con ella-
-Espere, ¿Kin se baña con la capucha puesta? –
-Bueno, no sé si aún lo haga. Lo más seguro es que sí. ¡Oh! Una vez, de solo recordarlo se me acelera el corazón. Una vez Kin subió hasta lo más alto de la mansión. El pánico que eso creó, aun no puedo creerlo-
– ¿Sabe porque hizo eso? –
-Cuando por fin lo bajamos dijo que quería conocer el perímetro. Ni idea de a qué se refería-
– ¿Cuántos años tenía Kin en ese entonces? –
-No estoy seguro. Creo que tendría unos catorce-
– ¿Y cuantos cree que tenga ahora? –
Su rostro presentaba una ligera distorsión.
-Bueno, yo pienso que debe estar entre los dieciséis y los diecisiete años-
Si un doctor lo viera pensaría que estaba sufriendo de parálisis facial.
La mitad de su labio izquierdo se levantó, los ojos se abrieron y su mente se transportó a un mundo desconocido.
-Señorito Mario, ¿Se encuentra bien? –
-Catorce- dijo de forma que el hombre viejo no escuchó.
– ¿Dijo algo? –
Eso significa que debe tener una comprensión bastante amplia de las matemáticas.
¡Pero claro! ¡Idiota, idiota, idiota!
Pero si fue él quien me dio las instrucciones sobre cómo hacer el brazalete. ¿Cómo es que no me di cuenta?
¿Qué tan listo es Kin en realidad?
-Señorito Mario-
Espera, ¿Cómo es que un chico de la calle pudo dominar en tan poco tiempo las matemáticas? ¿Las conocía antes de estar con Raphael? ¿O Raphael tiene un método secreto para enseñar?
Las probabilidades de que un chico de la calle tuviera acceso a libros de matemáticas es tan baja que es imposible. En cuatro o tres años es posible aprender eso, pero ¿Hasta qué punto las conoce y domina?
Si sabe sobre el perímetro debe saber sobre el área y también como calcular la altura de un edificio por su sombra, la longitud de los objetos, su peso, su volumen… ¡¿Cuánto más puede saber?!
-Mario- pronunció una firme e imponente voz.
– ¿Eh? –
Esa no era la voz del viejo.
-Mario- volvió a decir la fuerte voz.
Estaba en el jardín, de pie.
¿Cuánto tiempo había pasado?
-Me han dicho que estas muy interesado en mi protegido-
¿Cómo?
-Si tú quieres podemos ir a mi estudio-
¿Dios?
No, no era algo tan absurdo como eso. Era un hombre, pero no cualquier hombre.
– ¿Estás bien? –
-S-s-s-señor… si… Raphael-
– ¿Te sientes bien? –
Eran muchas emociones e información por procesar.
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– ¡Es increíble! Antes hubiera tenido que estar en cama por dos meses-
-No te precipites, aun tienes que descansar-
Esa advertencia vino de un hombre alto y moreno.
-Lo sé. No estaría bien si me lastimo luego de que Kin pagara por curarme-
-Recuerda que fue por él que acabaste así-
No odiaba a Kin y tampoco los quería separar.
-No, yo decidí seguirlo. Esto es el resultado de mis decisiones, no puedo culparlo solo a él-
Una respuesta sorprendentemente madura para alguien de su edad.
Aunque, había algo más.
– ¿Qué te pasa? No trates de ocultarlo-
¿Era tan obvio?
-En la pelea contra la mujer-bestia, no siento que haya sido de mucha ayuda-
Su aura cálida y alegre no podía ser detectada.
-Crees que fuiste más un lastre que una ayuda, ¿No es así? –
Justo en el blanco.
-No quiero sonar arrogante ni nada parecido, pero sé que soy fuerte. Pero, luego de eso, no estoy tan seguro-
Era lo más natural. Hace poco se enfrentó a una fuerza superior. Y perdió, de cierta manera.
– ¿Quieres volverte más fuerte? –
– ¿Eh? ¿De qué habla? –
En los tres años que llevaba de maestro nunca tuvo alumnos, ni uno solo, pero ahora las circunstancias eran distintas.
-He estado haciendo un plan de entrenamiento para ti, Kin y Katia. No estoy seguro si podrán completarlo, pero sé que les será útil-
– ¡Enserio! ¡¿Cuándo, cómo es, estoy listo, necesito algo, cuando es?! –
Ahí estaba esa energía de siempre.
-Pues tienes suerte. La primera lección es meditar-
– ¿Qué? No sé nada sobre ese lugar –
– ¿Qué? Espera, ¿No sabes lo que es meditar? –
Pero que pregunta más absurda.
-Mejor no respondas, déjame explicarte. La meditación es relajar tu cuerpo y espíritu para lograr un estado de tranquilidad-
-Ooooh…-
-En una batalla tener la mente fría es crucial para tomar decisiones-
Empezaron con una postura simple y practicaron ejercicios de respiración. Lenin no estuvo seguro de si lo estaba haciendo bien, pero al no recibir nada más que una respiración continuó con la meditación.
Comments for chapter "Capitulo 41:"
QUE TE PARECIÓ?