El asesino silencioso - Capitulo 9:
Desde la azotea él podía observar, con su mirada entrenada, a los niños tropezar, llorar y ser consolados por sus madres.
Sin saberlo un suspiro se escapó de sus labios.
También había borrachos apoyados por quien podía ser una novia, una esposa o incluso una madre.
Esta vez no salió nada, pero en el escondite oscuro de su capucha una mirada melancólica, a la vez que curiosa, apuntaba a cada uno de estos casos.
¿Qué pudo haber sido?
Ligeros golpes provocados por finas y muy caras zapatillas se hacían cada vez más claros. El sonido se hizo extrañamente débil cuando la chica de rostro angelical y cabellos dorados llego a la azotea.
-Buenas tardes, Kin- saludó elegantemente y con una bellísima voz.
-Buenas tardes, Marie- devolvió el saludo monótonamente, pero con un poco de educación.
-Veo que las clases de mi padre han dado sus frutos- comentó mirando la pose de Kin.
-Es bueno saberlo
-Muy bien, dejemos las formalidades ¿Hay alguien más cerca?
-…No
La cara angelical se convirtió en la de un ogro enojado.
-Escúchame muy bien idiota, necesito un favor y tú eres la única persona que puede hacerlo. Y más te vale hacerlo- exigió rabiosamente.
¿Dónde había quedado toda esa elegancia?
Sin saberlo, Kin cambio su tono a uno más serio.
¿Acaso podía ser más serio?
– ¿De qué se trata?
-Como ya sabrás soy una dama indistinguible entre los nobles, pero al igual que cualquiera llego a tener mis momentos, y puede salirse una que otra palabra inapropiada, por lo que…-
-Alguien te escucho y quieres que me encargue de él o ella
-Así es. Eres una rata callejera, seguro sabrás como lidiar con este tipo.
– ¿Cuál será el pago? ¿dinero? ¿información? ¿un favor?
– ¿Que? ¡Estas exigiendo un pago!
El ogro esta agresivo.
-Sin paga no hay trabajo
Pero a Kin eso no le afecta.
Sus dientes rechinaban y su cara se retorcía tanto como para apodarla ogra enojona, pero una ogra roja.
-Bien, maldito idiota, ¿Qué quieres? – preguntó mientras refunfuñaba
Luego de pensarlo un momento, algo que siempre se debía hacer, prosiguió.
-Como pago deberás darme información sobre las personas que conozcas dentro y fuera de la academia
– ¡Que! Te has vuelto loco, hay información que solo yo conozco, no puedo dártela como si no fuera nada, ¿Tienes idea de lo difícil que fue conseguirla?
Secretos que los padres no conocían de sus hijos y secretos que los hijos no conocían de sus padres estaban guardados en la mente de Marie y en diarios.
-Qué te parece si solo es información superficial: nombres, rutinas, gustos y disgustos
-Bien- aceptó resignada.
Marie le dio los detalles del tipo que la había escuchado durante su desahogo.
De primer año. Tiene la piel blanca, pero su rostro se ha teñido un poco moreno por las repetidas salidas que ha tenido con varias chicas.
Bebe café en la mañana, sin azúcar.
Después de clases busca una nueva chica a la cual enamorar.
Al día siguiente Kin estuvo vigilando el comedor hasta que llego una persona, pero esta no bebió café, no fue hasta la quinta persona, que tenía el rostro moreno, pero sus manos y cuello de un tono distinto y que a su café no le echo azúcar. El objetivo había sido localizado.
No podía matarlo, eso era obvio, pero había que dejarlo claro. Tenía que asegurarse de que no dijera nada respecto a Marie, pero, ¿Cómo? Una golpiza de su parte solo le daría más motivos para hablar, plantarle alguna droga o algo que lo incrimine, pero casi no hay tiempo. Faltaba información.
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El calor intenso de la tarde ya se hacía notar y de una joven pareja recién formada, el hombre sugirió ir a su habitación para descansar, habló de tener una herramienta mágica que a él le ayudaba contra el calor.
Caminaron unidos por sus manos, aunque una sudaba.
La llevo hasta la puerta, se la abrió caballerosamente, cerró y se aseguró de hacer girar la llave en la cerradura.
– ¿Dónde está esa cosa que dijiste? – preguntó con las manos sobre su generoso pecho mientras miraba por toda la habitación.
Él aun miraba la puerta, como si esta fuera a desaparecer, o, ¿qué era lo que hacía en realidad? ¿esperar?
Volteó con una sonrisa inocente disculpándose por su pequeña mentira.
Como un trovador soltó palabras dulces con rimas románticas con la fluidez de un rio cargando ojos de pena y vergüenza, justificaba sin gracia su mentira, declarando sobre los cielos la belleza de la chica, afirmando que su presencia volvía a su mente una más tonta de lo usual y a su corazón un tambor de carne y caminos rojos alterados.
Ella se mojó, los ojos, por las lágrimas que no pudo contener ante tan bellos versos a su nombre y belleza.
Lentamente él la fue acercando a la cama, ella se sentó con la idea de uno o dos besos, y así fue al inicio, tiernos e inocentes besos, pero este hombre quería algo más.
La aventó bruscamente para desvestirse creyendo que ella haría lo mismo.
– ¿Qué haces?
¿Por qué se quitaba la ropa? Ella no lo entendía.
Él le dirigió una mirada cortante, como si fuera lo más obvio.
Una embriagante sensación, un ardiente fuego y los golpes de su corazón lo convertirán en una vil criatura dependiente de sus bajos instintos.
¿Dónde quedo la nobleza?
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Kin observo todo de principio a fin, sin hacer un solo ruido, escondido entre los muros que hacían de pasadizo.
Ella salió avergonzada, frustrada, enojada y asustada. Su “tesoro” le había sido arrebatado.
Por suerte, o, ¿mala suerte? Nadie estaba en los pasillos, volviéndolos el recinto de sus llantos.
Una figura oscura, tenebrosa y que podría ser confundida con un espectro, acerco su mano con un pañuelo, y en una oración, dijo lo que ella guardaba en su corazón.
– ¿Quieres vengarte?
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QUE TE PARECIÓ?