El bucle del fin del mundo - 5.0
Sábado 13 de abril de 2019. Hora: 1:10 PM.
—Muy bien, tenemos lista nuestra pasta de curry y ya están escurridas las patatas blandas que hervimos antes, ahora procedemos a calentar aceite en un sartén a fuego medio…
Eso era lo que explicaba con una llamativa sonrisa en mi rostro. Sonreír constantemente era una técnica indispensable para mantener cautivados al montón de personas que en ese momento me estaban observando. No era como si ellos estuvieran presentes físicamente, no, nada de eso, esas personas me veían desde sus casas y yo era el centro de atención en las pantallitas de sus dispositivos electrónicos.
Cabe destacar que usaba un vestido corto y en la parte trasera tenía cosido una cola de gato, también en mi cabello multicolor había un cintillo que tenía orejitas de felino.
Recapitulando: mantener una sonrisa más vestir de esta forma tierna eran elementos claves para garantizar que los espectadores me miraran durante todo el directo. Oh, ¿eso es lo que llamaríamos “Fanservice”?
Sin embargo, mi familia era gente importante y por eso era inaceptable hacer el ridículo más de la cuenta, así que cada uno de mis movimientos debían realizarse con una elegancia cercana a la perfección.
Esa también era una manera de traerle honra al espectacular escenario en el que desarrollaba mi transmisión en vivo. ¿Lo había escrito antes? Eh, creo que no, bueno, mi familia era millonaria y yo vivía en una mansión.
En ese momento estaba usando la cocina secundaria. Estaba diseñada de una manera magistral y eso que era una cocina provisional: la cerámica blanca era tan brillante que me hacía pensar que era imposible que existieran feas bacterias sobre ellas, las puertas de las alacenas estaban recubiertas con un enchapado que tenía grabados y cada uno los utensilios de cocina eran de alta calidad.
Como es evidente, estaba allí cocinando… o para ser más precisa, les enseñaba a mis millones de suscriptores a preparar Curry Massaman.
Un momento… Me estoy adelantando, después de todo, ¿cómo puedo dejar en segundo plano la presentación de una chica tan preciosa como yo? Pues bien, soy la bellísima Dafne Cooper. Tengo quince años. Mis padres son Will Cooper y Julia Cooper y vivimos en una mansión ubicada en la ciudad principal del estado de San Monroy.
Y sí, me gustaba cocinar. Cuando tenía once años probé un delicioso platillo preparado por una criada experimentada. El sabor fue tan poderoso que me hizo pensar: «yo también quiero hacer algo como eso». Desde entonces comenzó mi pasión por la cocina.
¡Ah, pero qué frustrante! Todo el mundo me veía como una niña boba solo porque decía que quería preparar mi propia comida. Hoh, claro, ¿tan raro es que a la hija de una familia millonaria le guste cocinar? Ash, esa gente de mente cerrada que no comprendían mis sentimientos.
«Mientras cumpla con mis otros deberes, no me debería preocupar en exceso por mis padres, así que haré lo que me gusta». Eso era lo que creía. Mis padres pensaban que existían dos tipos de personas: los sirvientes y los amos. Según, yo era una ama, y cocinar era estúpido ya que realizaba el trabajo de un sirviente.
«Pfff, son unos ridículos». Su opinión me importaba un pepino. Y mira que me gustaba rebanar pepinos.
Como muestra de rebeldía, aprendí a cocinar hasta volverme una experta, entonces decidí crearme un canal en Tick-Tube, y wow, sí que me fue bien.
Fiuuu, ¡cómo me gustaba hacerlo! ¡Disfrutar de los deliciosos aromas, el sabor final y la asombrosa satisfacción de haber elaborado algo tan sabroso con tus propias manos…! Esa era una sensación que me hacía feliz… O al menos eso creía…
En fin, estaba centrada en el platillo que estaba elaborando; y durante la transmisión en vivo debía de asegurarme de no cometer ninguna torpeza.
Aunque era un canal que creé en una plataforma donde cualquiera podía subir videos, me lo tomé en serio desde un principio y me aseguré de hacer una programación de calidad profesional. La idea era que incluso sintieran envidia los canales de cocina que vemos en la tv.
Y ya que tengo mucha plata, no era difícil conseguir aparatos de grabación de alta calidad, ¡¿verdad que sí?, kyajajajaja!
—¿Huelen eso? ¡Huélanlo, huélanlo! ¡Es delicioso! —Comenté mientras movía mis manos como si acercara el olor de la comida a mi nariz.
Había mezclado todos los ingredientes en el sartén y había explicado cada uno de los pasos para hacer el curry, sin embargo, sería complicado entretener al público por mucho tiempo, así que hice lo mismo que hacen en cualquier programa de cocina: me dirigí a uno de los estantes y saqué otro sartén, en este estaba la misma comida preparada con anterioridad.
—Si hemos hecho todo bien, el guiso debería quedarles así… —Puse el sartén sobre el mesón y le hice un gesto a mi camarógrafa para que grabara más de cerca. Por cierto, quien me grababa era una de mis sirvientas. Ah, y mi hermanito pequeño estaba detrás de cámaras usando mi laptop y monitoreaba que todo el directo fuera bien.
Mi camarógrafa acercó lo suficiente la cámara y de esta manera pudieron ver la belleza de mi platillo.
«Eso, eso, ¡miren bien y sientan envidia, pobres almas que no tienen el honor de probar mi obra de arte! Kyajajaja». Eso fue lo que pensé. Pero después reflexioné en que ese pensamiento era arrogante. ¿Quizás por juntarme tanto con cierto baboso narcisista se me estaba contagiando su narcisismo?
Al caso, el programa llevaba unos treinta minutos desde que inició y debía ponerle fin, para ello…
—El último paso es servir el arroz en otro tazón. ¡No debemos mezclarlo con el curry…! —Levantando el dedo índice como ademán, recalqué con cierto tono regañón la importancia de servir la comida de una manera presentable. Luego de eso, había finalizado el platillo y el resultado fue un apetitoso Curry Massaman digno de un restaurante cinco estrellas.
Estando todo listo, era hora del paso final; me esforcé por hacer la cara más “gatuna” posible, incliné un poco el torso, cerré un ojo y meneé un poco mi colita de gato, unísonamente, después exclamé con ternura a la par que probaba la comida:
—¡Nye, esto es delicioso, oniiiiiiiii-chan!
«Técnica legendaria: Quinta postura de la Diosa Suprema de lo Kawai». Tuve ese pensamiento “otaku”. No era como si fuera fan de esa clase de cosas que solo lo ven los vejestorios que no les gusta bañarse, no obstante, mi hermanito me había obligado a ver tantos animes de peleas, que inconscientemente le puse nombre a estas “técnicas” inventadas para mantener al público.
—¡Lol! —Dijo mi hermano menor. Él veía en mi laptop las opiniones que dejaban los espectadores y seguramente su expresión atónita se debió a que aparecieron un montón de comentarios gracias a mi ternura.
Eso no era nada raro… de hecho, la mayoría de mis seguidores eran gente joven, ¿de verdad me veían porque querían aprender a cocinar? «Es verdad, uso un atuendo escotado. Ash, todos los hombres son unos pervertidos» Pensé.
Esto parecerá raro… pero no quería que nadie de mi colegio descubriera mi canal, pues me avergonzaba que ellos me vieran vestida así. ¿Entonces por qué hacía estos directos de esa manera? Bueno, al principio ganar un suscriptor costaba un montón. Como contramedida, se me ocurrió usar un “cosplay” y funcionó demasiado bien. Antes de darme cuenta, tenía un montón de seguidores “otakus”. Se volvió adictivo tener tantos fans y continué haciéndolo así. Por supuesto, le pedía a Dios que ningún compañero de clase me descubriera.
Sabía que tarde o temprano me verían… de todos modos, gracias al “Lord Dinero”, podría contratar a un torturador para silenciarlos, kyajaja…
—Ahora les toca a ustedes expresarse, ¿qué les pareció esta receta? ¿Tienen alguna duda? ¿Tienen, tienen? —Miré a mi hermano y este empezó a leer los comentarios.
—MaríaBecerra12 dice…
—Kuh, ja… ja… —Casi me reí tras oír ese horrible nombre de usuario, pero logré contenerme.
—“…Parece que comes mucho, ¿se te va todo lo que consumes al busto? HAHAHA”. —Mi hermanito terminó de leer el comentario.
«Vaya, parece que hay una tonta envidiosa». Pensé.
—Chicas, chicos, tratemos de no hacer esa clase de comentarios, je, je, je… —Fue una risita falsa, la verdad es que me molestó y me esforcé por no demostrarlo—. Ahora el siguiente.
—DileNoAlMachismo dice: “Por niñas que visten como tú es que hay tantos violadores como el machista ese, ¿qué debes decir al respecto?”.
«Me aseguraré de contratar a un hacker profesional e iré en persona a responderte esa pregunta, ¡tonta!». Pensé y batallé por no fruncir de más el ceño.
—Lo siento, pero no sé a qué te refieres. Siguiente comentario. Je, je… —Me hice la inocente, pero ¿tan malo era usar ese traje? ¿Y cuál machista?
—Sr. Perfecto dice: “Vine buscando hierro y terminé encontrando oro. Naturalmente, eso es normal en alguien tan dotado de majestuosidad como yo. Seguramente las últimas dos opiniones han sido dichas por un par de plebeyas envidiosas cuyo talento culinario ni siquiera podría sobresalir entre una comunidad de cucarachas. Y eso que a las cucarachas les encanta comer porquería. Oh, por mi divino nombre, pido disculpas por extenderme. Mi pregunta para un ser tan digno como tú es: noté que usaste puros vegetales, ¿se puede usar carne?”.
«Un segundo… Esa manera tan arrogante de hablar, ¿dónde la he oído antes?». Estuve un segundo pensando, pero estaba tan centrada en lo mío, que le resté importancia, de hecho, me agradó el comentario de esa persona.
—¡Muy buena pregunta, Sr. Perfecto! Sí puede añadirle carne, pero la receta es un poco distinta, de hecho, haré ese platillo en el próximo directo. Ahora, ¿alguna otra pregunta?
—¿Je?, eh, eh…. —De repente y por alguna razón mi hermanito empezó a tocar muchas teclas en mi laptop y se puso nervioso.
—¿Qué pasa? —Giré mi cabeza hacia mi hermano y lo fulminé con la mirada. En los últimos minutos estaban ocurriendo muchos errores inaceptables—. Dafne se está enojaaando jijiji… ¡JI!
—Es que son un montón de comentarios, miles, hermanita. ¡Tal parece que los comentarios de un usuario ofendieron a toda tu comunidad! ¡Esto está intenso, hermanita!
«¿Eh? Mis seguidores no son así, de hecho, siempre me alaban y dicen cosas positivas. ¿Por qué estarían tan agresivos de repente?». Pensé. Le hice un gesto a mi camarógrafa para que pusiera el directo en pausa. Luego saqué mi celular y empecé a mirar los comentarios.
Resultó ser que el usuario “Sr. Perfecto” estuvo discutiendo por cualquier trivialidad y por eso todos estaban tan irritados.
«¡Ya sé!, este tipo se parece al baboso de Athan». Por fin pude relacionarlo, pero no me preocupé, era absolutamente imposible que Athan estuviera viendo un programa de cocina, y este otro tipo solo era alguien que hablaba igual.
Por supuesto, que existiera otra persona con la misma personalidad de Athan era prueba de que el mundo estaba en sus últimas. Ni en las películas de horror ocurrían cosas tan tenebrosas. Kyajajajaja.
—¡Ay, no… no… ahhh! —Mi hermanito gritó de repente y percibí que mi laptop empezó a echar chispas por unos segundos.
—¿Ahora qué? ¿Qué? ¡Debe ser una broma! ¡Apágalo!
Mi hermanito desconectó la laptop, salió corriendo y se escondió detrás de mí, asustado y con una cara traumada.
—Esos comentarios horribles… por eso explotó… … ahhh. —Parece ser que el pobre leyó algo que en su temprana edad no debería leer.
—Qué mal, señorita Dafne. Creo que se dañó su laptop. —Agregó Nisha, ese era el nombre de mi camarógrafa.
—Ni el pobre pc p-pudo aguantarlos. ¡Por eso explotó! —Repitió mi hermanito.
No sabía mucho sobre estos aparatos, pero incluso yo podía deducir que era improbable que mi pc echara chispas solo porque se saturó de comentarios tóxicos… o eso creía.
—Eso es imposible. Además, ¿por qué estás tan asustado?
—Vu-vuelve a mirar los comentarios y sabrás.
—Mejor no. —No quería terminar igual que mi hermanito. Que simples palabras causaran tal efecto en él, me dejaba claro que algo estaba mal en las opiniones que fueron dejadas en el chat de mi programa.
—¿Qué hacemos, señorita? —Nisha me preguntó. Tras dejar la cámara sobre la mesa.
Suspiré con frustración, me quité el cintillo con orejitas de gato y luego me crucé de brazos.
—Ash, dejémoslo hasta aquí. Todo se volvió un caos. La próxima vez me disculparé. —Saqué otra vez mi celular y, asegurándome de no mirar aquellos comentarios tan tóxicos como el uranio, desactivé la opción de re-subir el video y bloqueé a “Sr. Perfecto”.
—Su autocontrol es impresionante, señorita. —La linda sirvienta trató de animarme.
La verdad es que estaba bastante enojada por dentro. No, más allá de eso, era preocupación sobre el futuro de mi canal. Sabía que hace un año atrás estaría pegando gritos si me hubiera arruinado mi directo, pero esta vez me lo tomé con calma.
—Solo espero que esto no arruine lo que he creado. Tch. —Chasqueé la lengua. Después agité mi cabeza y me esforcé por denotarme tan enérgica como de costumbre—. En fin, ¿les gustaría probar lo que he hecho hoy? ¿Quieren, quieren?
Al escucharlo, mi hermanito sonrió ampliamente, y como si su trauma anterior nunca hubiera ocurrido, exclamó:
—¡La comida de hermanita es muy deliciosa! ¡A comer! Jajajajaja. —Ver esas expresiones tan alegres creadas por la emoción de comer mi comida fue uno de los principales motivos por lo que quise pulir mi talento culinario.
—Para mí sería todo un honor, señorita Dafne —dijo Nisha con respeto mientras hacía una reverencia.
—Emm, se ve forzado si eres tan formal siempre, ¿sabes? —Dije.
—Mis disculpas.
Finalmente nos sentamos y empezamos a comer. Al dar el primer bocado, todos nos enrojecimos por el placentero sabor de mi creación. El picante moderado más la cremosidad dulce característica del curry creó una explosión de sabores espléndidos.
En ese día, por primera vez, mi directo acabó en desastre, pero el lado bueno fue que mi comida estuvo tan buena que me hizo olvidar todos los males de este mundo. Es como dicen algunos ancianos: «no hay mal que por bien no venga», kyajajajaja.
«Pero, ah, estoy tan cansada». Pensé.
Sábado 13 de abril de 2019. Hora: 4:44 PM.
Ventanas cerradas y luces apagadas.
Y por fin oscuridad en soledad.
Un plato con curry escondido en mi habitación.
Yo en soledad.
Un cuchillo.
Amable soledad.
Mi sangre era el ingrediente final.
Quería estar en soledad.
Un corte sutil en la mano.
El agotamiento lo botaba la soledad.
Sangre oscura sobre la comida rociar.
Divina soledad.
Curry con sangre, ¿a un fantasma que no es fantasma le gustará?
Alegre soledad.
Con el cuchillo la sangre y el curry mezclar.
Estaba satisfecha con esa hora de soledad.
Faltaba una pizca de sangre por regar.
Así que deja de llorar en esa soledad.
¿Cómo sabrá el curry con sangre?
Pues yo deseo tu soledad.
¿El picante y el sabor metálico de la sangre?
Por eso lucharía contra el fin del mundo para liberarte de tu soledad.
Y no sé por qué me dabas tanto miedo. Pero come y come más.
Soledad.
Me esforzaba tanto, ¿será que te amaba?
Fantasma en soledad.
No, amaba tu soledad.
No llores más y descansa hasta que se te permita cantar tu canción.
Porque la soledad es descansar.
—¡Señorita Dafne! —Nasha tocó con insistencia la puerta de mi habitación—. Señorita Dafne, ¿me oye?
Estaba distraída haciendo “un platillo especial” y por ello me tardé en prestarle oído a los llamados de Nasha, que era otra sirvienta importante.
—Lo siento, ¿qué ocurre? —Respondí, oculta en la oscuridad de mi cuarto.
—Qué alivio. Ya me estaba preocupando.
—¡Perdóóón! Es que estaba concentrada en algo. Tranquila, estoy bien.
—Me alegro. Vine aquí para informarle que sus amigos llegaron y la están esperando en la sala de abajo.
—¿Joo?, entiendo. —Hice una pausa antes de proseguir—. Por favor, diles que me esperen unos minutos…, yo me voy a cambiar de ropa.
—Oh, de inmediato, señorita. —Escuché cómo la sirvienta se alejaba y cumplía con la orden.
Suspiré. Había estado disfrutando de la soledad, pero acabó rápido. No estaba del todo disgustada ya que quien fue a verme estaba cerca de ser mi persona favorita en todo el universo. Ella hace unos días me había prometido que me haría un peinado encantador y yo le dije algo como: “¡Eso será divertido! ¡Ven a mi casa el sábado! ¡Será noche de chicas!”.
—Pero, ah… Me arrepiento un tantito. Estoy taaaan agotada. —Tomé aire para después expulsarlo con fatiga.
Dejé de pensar en eso y procedí a prender una lámpara, guardé un cuchillo que estaba en la alfombra, tapé el plato con curry que llevé a mi habitación y después lo escondí en una gaveta. Finalmente le eché un poco de maquillaje a la insignificante herida que me hice en mi mano. De esta manera, nadie sospecharía de lo que antes estuve haciendo…
Sea como sea, me había dado flojera quitarme el traje de gatita, y por supuesto que no recibiría a mis visitas con eso puesto. Por ello me dirigí a mi ostentoso armario y al abrirlo fui recibida por un montón de vestidos que cualquier niña desearía tener.
—Madre mía, todo esto es muy llamativo. —Incliné la cadera y me llevé un dedo bajo la barbilla, pensando en qué ponerme.
Mis padres me exigían tener una actitud refinada. Eso involucraba tener una personalidad seria —cosa que me fastidiaba ya que me gustaba ser ruidosa—. En fin, lo que uno viste dice mucho de nuestra personalidad, es por eso que mis padres me compraron un montón de atuendos elegantes.
Uno de mis objetivos principales era que ellos no me vieran con el traje de gatita, uy, no sabía cómo reaccionarían. Por eso había escogido una hora en la que estaban ocupados para hacer mis directos.
Existía el peligro de que uno de los sirvientes hablara de más. Como contramedida, los soborné a todos. ¡Qué útil es ser rica! Kyajajaja. Por otro lado, sobornar no serviría en el caso de mis mentores privados, así que siempre fui cuidadosa para que no se enteraran.
Sé que es ridículo… Existían muchas personas que no quería que supieran algo de mi programa de cocina y tomaba medidas para ello, sin embargo, yo misma me arriesgaba ya que hacía esos directos donde miles de personas me veían. ¿Podría considerarlo un tipo de masoquismo? Ja, no creo que alguien pudiera juzgarme. ¿A quién le agrada que le priven de hacer lo que le gusta? Y si te privan de ello, es normal ser rebelde y hacerlo a escondidas… aunque en mi caso la expresión “a escondidas” era discutible.
Ya que no me decidía por un atuendo, estuve un rato meditando en esa clase de cosas.
—Estoy exagerando, no debería ser problema si recibo a unos amigos con ropa normal. —Razoné. Si se trataran de invitados con cierta influencia, tendría sentido recibirlos con un vestido caro, pero ese no era el caso—. Cielos, ¿qué me pasa? ¿Será alguna clase de trauma? —Suspiré.
Terminé poniéndome una ropa sencilla, me acerqué a mi peinadora y, entre todos mis maquillajes, seleccioné mi labial favorito. Me pinté los labios de rojo y salí de mi habitación.
Si caminamos por los pasillos de mi hogar, veremos un suelo con una cerámica negra y otra blanca, algo así como los patrones de un tablero de ajedrez. Parece que quien construyó esta mansión estaba obsesionado con este juego. De hecho, había columnas que tenían cinceladas en su superficie la forma de algunas fichas de ajedrez.
Cabe destacar que el techo era tan alto que me sentía extraña cuando miraba para arriba. Las paredes estaban decoradas con cuadros abstractos. También había candelabros solo para mantener un estilo clásico.
La mansión tenía un cuerpo principal y en cada lateral había un ala. Ah, y era de tres pisos. Era innecesariamente grande y ya que había tantos espacios sobrantes, mi padre compró artículos decorativos para rellenarlos.
Bueno, si alguien quisiera describir el montón de detalles de esa mansión, seguro se tardaría una semana entera.
El pasillo me llevó a la escalinata que terminaba en el piso de abajo, bajé por ella y entonces vi cuatro figuras que estaban en la sala principal.
Estaban Nasha y Nisha atendiendo a mis dos invitados. Yo me centré en una en particular, era una adorable chica de cabello púrpura lleno de brillos como estrellas en el cielo, ella tenía la pureza de un ángel, era…
—¡Owww, Lucy! —La elegancia y el porte disciplinado que mantuve mientras caminaba desapareció y me dejé llevar por mis intensas ganas de correr y abrazar a mi amiga como un peluche.
—Ohw, holi, Dafff… —Lucy no pudo terminar de saludar ya que me abalancé sobre ella, abrazándola con fuerza y haciendo un escándalo.
—¡Debes estar hecha de azúcar, porque tu dulzura me ha empalagado awww! Hahahaha… ¡Linda, linda, linda!
—Esto… ¿ah? Sí, yo tam-también me alegro de verte, pero… ahg, no puedo respirar.
Mi amiga usaba unos largos guanteletes de manga grises y tenía un vestido que tenía dibujados flores y peluchitos, normalmente eso lo usaría una niña de ocho años, pero Lucy tenía dieciséis, esa clase de simplicidad era lo que la hacía tan bella. Y, aunque no lo parecía, yo era vulnerable a cualquier cosa linda, sea humana o no.
—¿Qué dices? ¡Los peluches no respiran! ¡Los peluches son para abrazarlos hasta sacarles el relleno! —Empecé a sacudirla juguetonamente.
—Ya veo… No, no entiendo nada…Uuuhm, ¡auxilio, me mareo, ah, me asfixio…! —Suplicó, tratando inútilmente de liberarse de mis garras.
Sí, cuanto más suplicaba, con más fuerza la abrazaba. Bueno, Lucy ya estaba acostumbrada a mi saludo tan cariñoso, que ella pusiera resistencia era lo que lo hacía tan divertido. Y así estuvimos por unos segundos más.
Yo solía ser un poco apática con otras personas, por ejemplo, el baboso narcisista solo merecía ser saludado con un golpe. Pero con Lucy era distinto.
—Asombroso… —Se oyó una nueva voz. Si esta persona no hubiera dicho esa palabra, me hubiera olvidado casi por completo de su existencia.
—Ah, hola… perdón, olvidé saludarte, Leo. —Dije, soltando a Lucy y extendiéndole la mano a ese chico.
—En condiciones normales me estaría quejando en susurro. No te sientas juzgada, pues no es nada raro que sea ignorado… ciertamente tengo una presencia mínima. No obstante, eso se vuelve trivial estando aquí… Estoy impresionado.
Esa fue una respuesta que solo causaba lástima. Era normal, fue dicho por el pequeño Leo, quien generalmente estaba cabizbajo y mantenía una expresión aburrida. Sin embargo, noté que miraba en todas direcciones y parecía estar maravillado.
—No te digas así, Leo, tú eres importante para todos nosotros —Lucy le respondió, manteniendo una empática sonrisa—. De hecho, Dafne, Leo no paró de “poner sobre las estrellas” tu casa desde que entró. Valóralo.
—¿De verdad? Pues carece de importancia si yo no escucho esas alabanzas. ¡Anda, anda! Alaba mi casa y luego halagas mi belleza ¡dilo, dilo! —Dije. Giré mi cuerpo lentamente y haciendo un gesto artístico, invitaba al muchacho a que contemplara mi majestuosidad.
Claro que sí, era cierto que me derretía con la hermosura de Lucy, pero mi propia lindura no debía ser ignorada. ¡Lástima que no tengo una gemela para abrazarla todo el día!
—Por muchas razones, es incómodo que un adolescente con terrible autoestima se ponga a hablar con una chica y solo mencione sus buenos atributos. Por lo tanto, me reúso.
—Meh, que respuesta tan aburrida. —Me llevé las manos a la cadera.
—Uhm… —Añadió Lucy, ladeó su cabeza, cerró sus ojos y dando un sutil aplauso, continuó: — Leo dio a entender que tienes “buenos atributos”, amm… Eso ya cuenta como halago, ¿no?
—¡Es cierto! ¡Muy bien hecho, ciudadano promedio! Kyajajaja —Empecé a molestar a Leo con burlas.
—Me has puesto en una situación incómoda. ¡Creí que eras un ángel, pero resultaste ser malvada, Lucy! —Aunque aparentaba ser alguien eternamente desanimado, cuando se quejaba, exclamaba con bulla.
—Oh no, no era mi intención… perdón. —Los labios de Lucy dibujaron varias curvas—. Si sirve como compensación, Leo, debes saber que las chicas valoran a los chicos tan respetuosos como tú. ¡Así que ánimo!
—Bi-bien, ¿en dónde es-está el aparato que debo reparar? —Vi algo inimaginable, Leo se enrojeció un poco. De hecho, se notó su nerviosismo al cambiar abruptamente de tema.
Por cierto, le pedí a Lucy que trajera a Leo. Lo necesitaba ya que él tenía conocimientos en electrónica y podía reparar mi laptop.
—Disculpe, señorita Dafne. Su aparato se quedó en la cocina. Lo buscaré de inmediato. —Nisha se metió en la conversación con cordialidad.
—Y yo iré a hacer algo de té. —Esto lo mencionó Nasha, la otra “maid”.
—Merecen un aumento por su diligencia. Perfecto, háganlo. Ah y, Nasha, llevas dos tazas de té a mi cuarto —Les guiñé el ojo en señal de aprobación. Ellas me devolvieron una sonrisa y se fueron a cumplir con lo que dijeron. Luego me dirigí a Leo y le dije: — Yo estaré arriba con Lucy. Tú espera a que te traigan el pc y el té. Ah, y no te preocupes porque se haga tarde, puedo decirle a mi chofer que te lleve a casa. Tómate tu tiempo.
—Antes de eso… Muero de curiosidad por saber de esta mansión. Le pregunté a tus sirvientas, pero ellas no saben mucho. Supongo que es diferente en tu caso —expresó Leo, quien se rascaba su cabello oscuro.
—¿Jo?, incluso un ser vacío como tú puede sentir curiosidad… —Entrecerré los ojos con burla e hice como si estuviera analizándolo. Sabía que Leo era dos años mayor que yo, aun así, estaba claro que yo podía dominarlo.
—Dafne… Ese comentario puede ser doloroso, por favor discúlpate —comentó Lucy con seriedad.
—Eso no me afecta. Ahora mismo esta mansión es el centro de mi interés. —Sus intensos ojos amarillos me miraron con insistencia.
—Ya ves, a él no le importa. —Me encogí de hombros con despreocupación. Lucy no dijo nada más—. Bien, ¿qué quieres saber?
—Lo primero es si me dejas tomar unas fotografías… Cuando pierda el concurso de novelas en el que participo con Athan, quiero programar una Visual Novel de terror y tu casa es una referencia perfecta. Su historia también me puede inspirar.
¿Visual Novel? Este chico era escritor, sabía dibujar y había escuchado que también era muy bueno reparando aparatos. Y de pronto me enteré que también podía programar. Era un tanto incomprensible que alguien hábil como él se valorara tan poco, ¿o eso era una fachada?
—Cuando termines tu trabajo le diré a Nisha que te ayude con eso de las fotos. Sobre la historia, esta mansión se construyó en el año 1959 y le pertenecía a un tipo que tenía un alto puesto en el ejército de Venezuela… Amm, creo que era comandante o algo así.
—Por la forma en la que lo dices no es difícil asumir que ese hombre no era tu abuelo. —Leo se rascó sus grandes ojeras.
—¡Y menos mal que no! Tengo entendido que era una persona terrible. Se dice que no quiso repartir su herencia. Él se volvió loco y por ahí corre el rumor de que cometió actos atroces.
—Esto es mejor de lo que esperaba; material para mi proyecto. He escuchado que hay un búnker aquí, ¿por qué? ¿Está relacionado con esos actos?
—¿Actos atroces? —Preguntó Lucy. Sabía que ella odiaba cualquier cosa relacionada al terror, y se notaba en su rostro que la historia la estaba angustiando. Leo era al revés, él era lo que llamaríamos un “Edgy”.
No dejaría pasar esa oportunidad para jugar una pequeña broma. Hice la cara más siniestra que pude y cambié mi tono de voz a uno más terrorífico.
—Él estaba obsesionado con la idea de sobrevivir al fin del mundo, por eso construyó el búnker. También fundó una extraña organización con esa mentalidad, pero eso no es muy relevante. Con “actos atroces” me refiero a asesinatos… —Hice una larga pausa para dejarlos en suspenso.
—En Latinoamérica no es raro que alguien de alto mando sea un asesino ¿sabes? Tu intento de causar miedo ha fallado.
—¿Y si te dijera que trató de matar a su propia nieta? Buuu.
—Eso solo hace más interesante la historia, continúa…
—Perdón… pero yo no lo veo interesante. La vida de cada ser vivo debe ser valorada y que se pierda una no es motivo de juego. —Argumentó Lucy con convicción. Seguramente no quería oír sobre algo tan siniestro.
—¿Por quién me tomas? Yo también odio a los asesinos. Tampoco es que sepa todos los detalles, seguramente es una historia inventada por tontos que quieren asustarnos —expliqué. Me crucé de brazos y aclaré mi garganta, ya que mi intento de causar miedo había fallado, opté por decir algo diferente: — La historia de ese vejestorio no es algo digno de contar, ¿mejor quieres saber cómo obtuvo mi padre esta mansión?
—Si hay algo oscuro en el método en el que la adquirió, te escucho.
—Lamento decepcionarte, pero no es así. Digamos que la familia de aquel comandante se extinguió y esta mansión la tomó el estado. Cuando San Monroy empezó a pertenecerle a los Estados Unidos, muchos norteamericanos platudos se interesaron en formar negocios aquí. Mi padre era uno de esos y vio una oportunidad para hacer lugares turísticos, por eso él gastó una fortuna en esta mansión y se mudó aquí. Esta parte de la historia no es muy interesante, ¿verdad?
—Sí lo es. Mi imaginación no es la mejor. ¿Me dejarías usar la historia de tu mansión para mi proyecto?
—Solo si dices diez veces “Dafne es una belleza”.
—Dafne es una belleza, Dafne es una belleza… —Sin pensárselo mucho, Leo repitió diez veces esas palabras que eran una rica melodía para mis oídos.
—¡Ay! Sí que lo soy, cariño. No hace falta que me lo digas, ¡Kyajajajaja!
—Jajajaja, ustedes son entretenidos. —Lucy rió y se sonrojó por alguna razón—. Ehm… Ha-harían una linda pareja.
—De eso na… — Leo trató de quejarse, pero le interrumpí.
—Tu comentario resulta ser muy extraño. Después de todo, tú te casarás conmigo, ¿lo olvidas? Hahahaha.
No me malinterpreten, me gustan los hombres, eso solo lo dije en broma.
—¡¿Eh?! ¡Acaso mi mejor amiga se me acaba de declarar! Ahhh, ¿qué debería hacer? —Lucy se puso totalmente roja y se cubrió la cara con la mano. ¡Qué adorable!
—No tienes alternativa, acepta mi amor… Jejejeje. —Puse mi mano en la azotea de la cabeza de Lucy y empecé a despeinarla juguetonamente.
—En serio… esta escena es demasiado incómoda para un chico. —Leo empezó a parpadear mucho y a mover a los lados sus pupilas de forma rara.
Noté que varias veces Leo disimuladamente dirigió sus ojos hacia la ubicación de mi busto y el de Lucy. Comprendo que nuestros amplios pechos cautiven tanto a los hombres, pero que alguien que hace un momento fue etiquetado como “hombre respetuoso” hiciera eso de repente, era descarado.
—Disculpen, aquí tienen el té. —Leo fue salvado de mi reclamo gracias a la llegada de Nasha, quien trajo un rico té negro. Apenas la vi, había recordado que le dije que llevara el té a mi habitación, seguramente notó que no estaba ahí y se ahorró tener que caminar de más.
Tras tomar el té, continuamos interactuando un rato más, y el tiempo pasó volando.
Sábado 13 de abril de 2019. Hora: 8:22 PM.
Leo se había ido, y su “diagnóstico” relacionado a lo que le pasó a mi laptop fue que el transformador del cargador falló y por eso se quemó tanto la batería como la tarjeta madre. Repararlo era complicado, así que dije algo como: “No hay problema. Me compraré una nueva. Será último modelo”. Claro, tenía archivos importantes, menos mal y el disco duro sobrevivió. Leo prometió que lo cambiaría cuando yo comprara la otra laptop.
Cuando él se fue, subí con Lucy a mi habitación e iniciamos la “noche de chicas”. Estuvimos un rato largo hablando de cosas femeninas. Entonces Lucy empezó a hacerme el peinado que me prometió.
Estaba muy cómoda sentada en mi poltrona, y en el espejo de mi peinadora se reflejaba mi divino aspecto. Mi cabello colorido, cual arcoíris, era rizado y combinaba con mi piel morena. Mi pelo multicolor era natural, tal parece que pertenezco a una de las pocas personas en el mundo que nacen con el pelo así.
Lucy estaba detrás, y con un peine en su mano peinaba mi cabello. Por lo que vi, ella me estaba haciendo unas coletas.
Habíamos estado un momento en silencio, donde solo el sonido del peine se podía oír sutilmente. Para romper el silencio, Lucy dijo:
—Dafne… hay algo que me quieres decir, ¿cierto?
—Oh, ¿de qué hablas? —Respondí, me sorprendió que dedujera eso.
—Esto… no llevamos mucho tiempo siendo amigas, pero te conozco tan bien que se me hace fácil saber que algo te molesta.
No sabía cómo lo supo, pero Lucy había creado la oportunidad perfecta para desahogarme. Si una persona de confianza te invita a desahogarte, no te contengas y háblale, es lo más beneficioso para uno.
—Eres increíble. —Sonreí con calma y cerré mis ojos con paz—. Pues sí hay algo que me inquieta. Pero puedo molestarte si te lo digo.
Lucy continuó recogiendo cabello para hacer las coletas, sin dar respuesta alguna. Su silencio decía mucho: lo entendí como una invitación para que me expresara. Así que continué:
—Es un poco difícil de explicar…
—No importa, tenemos toda la noche. —Ella inclinó su cabeza y se fijó en el yo que se refleja en el espejo—. Tómate tu tiempo en escoger las palabras correctas… de entenderte a ti misma…
Pasaron unos minutos de silencio. Generalmente me costaba expresar mis emociones, de hecho, ni yo misma me entendía bien. No me gustaba mostrarme como una mujer débil emocionalmente. Sin embargo, si Lucy se había dado cuenta, era porque de verdad había algo raro en mí.
—Gracias, creo que ya sé cómo expresarme. —Le agradecí por preocuparse por mí. Entonces me puse seria y decidí abrirle mi corazón—… Todos tenemos una comida favorita. A mí por ejemplo me gusta mucho el curry, pero imagina… imagina que comieras todos los días lo mismo, ¿dejaría de gustarte dicho platillo con el tiempo? ¿Verdad, verdad?
—Uhm, no creo que deje de gustarme, quizás solo se vuelva agotador.
—Eso, sí… Creo que así me siento. Me siento agotada… Es que… Ash, otra vez, ¿cómo decirlo?
—Será que la has probado tanto, que las cosas ya no son lo mismo que antes, ¿es eso? —Lucy era increíblemente buena entendiendo a los demás.
—Sí… Es eso… Por favor, no me malinterpretes… Hay cosas que antes me gustaban mucho, como pasar tiempo con los amigos. Esa clase de cosas me hacían feliz, sin embargo, ya no me emociona lo mismo que antes. Sin darme cuenta, esa alegría se ha ido diluyendo como la sal en el agua… dejando detrás sólo el sabor. Creo que lo mismo aplica con mi canal de cocina, antes moría de emoción por hacerlo, pero ahora, aunque me sigue gustando, me es un poco agotador mantenerlo.
Le tenía tanta confianza a Lucy, que ella era la única amiga que le conté sobre mi canal.
—Dafne… —Lucy dejó de peinarme y se fijó seriamente en mí. Yo estaba cabizbaja, diciendo esas cosas vergonzosas, pero sabía que Lucy no se burlaría de esos genuinos sentimientos, es por eso que se lo dije.
—¡No me malentiendas! Por supuesto que me gusta estar contigo y no es que me desagrade que estés aquí… es que, tch, ya sabes…
—No te preocupes. Sé que esa no es tu intención. Uhm… pienso que necesitas un tiempo a solas. Antes dijiste que comer siempre lo mismo se volvía aburrido… eso se debe a que a los humanos nos gusta probar cosas nuevas y, discúlpame si me equivoco, pero me parece que para ti estar a solas es algo muy raro, ¿cierto?
Ella dio en el clavo. Yo solo asentí y añadí con voz débil.
—Estoy eternamente rodeada de personas: los sirvientes, amigos, mentores que exigen calificaciones perfectas, la presión de mis padres para que sea una chica pulcra, y mantener el canal. He probado tanto de eso, que me estoy empezando a cansar. Quiero… ¡Quiero descansar! Estar un tiempo a solas y descubrirme a mí misma. Sí, eso es… es ese sentimiento el que ha estado molestando mi pecho últimamente. Es bobo, ¿no?
—No, no es bobo, amiga. —Lucy pasó sus brazos por sobre mis hombros y me abrazó—. Lo que necesitas es un tiempo en soledad. Puedes aprovecharlo y hacer algo nuevo… Emm, ¿qué tal si inicias desde mañana?
Negué girando la cabeza y suspiré.
—¿Crees que por ser domingo estaré libre? Te equivocas, mañana mi mentora me dará clases de inglés, luego la clase de danza, y después… después de todo eso estaré tan agotada que no querré hacer nada más.
—Ya veo… —Lucy dejó de abrazarme y noté, mirando al espejo, que ella se quedó un rato pensativa. Al final chasqueó los dedos y expresó—. Ya sé, ¡no vayas a la escuela el lunes!
Esa sugerencia me sorprendió, no esperaba que Lucy sugiriera algo tan irresponsable. Yo me llevé un dedo al labio, tratando de asimilarlo. Ella siguió:
—Sé que no es del todo correcto. Con la excusa apropiada puedes dedicarte ese día. También hacer esa travesura sería algo nuevo para ti, ¿no?
—¿Excusa apropiada? —Pregunté. Lucy aplaudió y sonrió.
—Sí, es una excusa un tantito cliché, pero funcional: puedes decir que tienes fiebre. Así podrías estar todo el día en tu habitación, y le dices a las sirvientas que tú misma te pondrás compresas de agua fría para curarte…, aunque eso es una mentira, claro. —Ella guiñó.
—Pe-pero… Lucy… Eso me sorprende de ti… ¡O sea, es una muy buena idea! —Me pareció tan interesante que se me pasó mi malestar emocional—. Pero, esa excusa tiene muchos huecos, por ejemplo, cuando me tomen la temperatura notarán la mentira y…
—Tengo una solución. —Imaginé que una bombilla se prendió sobre la cabeza de Lucy, tal parece que tuvo una idea brillante—. Solo toma el termómetro y ponlo cerca de una lámpara. Esto… El calor debería hacer que el termómetro marque una temperatura elevada.
—¡¡Eso es brillante, Lucy!! —No pude contener las ganas de gritar. Su excusa seguía teniendo huecos, pero tenía una gran probabilidad de funcionar—. Haré caso a tu consejo… Me tomaré ese día para mí.
—Jejeje… Excelente amiguita. Pero no te acostumbres a hacer eso, asistir a clases es importante.
Sabía que Lucy era una chica muy pura, que ella se rebajara al aconsejarme que diga una mentira solo por mi bien, demostraba que de verdad se preocupaba por mí. Hay una sola cosa en el mundo con la cual jamás me cansaré: tener una amiga como ella.
Tras charlar sobre mis sentimientos, continuamos la siguiente hora puliendo el plan para que no asistiera a clases el lunes.
Domingo 14 de abril de 2019. Hora: 1:30 AM.
La lumbrera para el mundo oscuro, la luna llena, descansaba en el firmamento. Lastimosamente, la lumbrera fue tapada por nubes negras, y la oscuridad en la fría noche creó una ambientación hórrida.
Yo trataba de dormir, pero no podía. No paraba de moverme en mi cama, buscando una posición más cómoda, pero sabía que nunca me dormiría, eso a menos que la escuchara llorar.
Como si fuera una bendición, empecé a oír sus sollozos interminables y eso me dejó claro que ella ya estaba aquí.
Ella lloraba. Y lloraba. Lloraba sin cesar. Un llanto eterno. Un llanto lleno de sufrimiento. Cada una de sus lágrimas estaban llenas de pesar.
«No llores más». Pensé. Tenía una mirada inexpresiva y orejeras en mi rostro. Me levanté de mi cama y, asegurándome de no pisar a Lucy —quien dormía profundamente en una colchoneta—, me dirigí a cierta gaveta, la abrí sin hacer mucho ruido y saqué cierto platillo que había guardado horas atrás, era un curry que estaba mezclado con mi sangre.
Salí de mi habitación y caminé vacilantemente por los pasillos lóbregos.
Tomé las llaves y salí de la mansión. Un fuerte viento sopló por el jardín, hojas fueron llevadas por el aire y la luna volvió a aparecer en el cielo.
Mi cabello fue llevado por la fuerte brisa, pero ignoré eso. Yo continué caminando descalza por la grama del jardín.
Sollozos. Gemidos. Lamentos. Solo yo podía oírlos. Solo yo podía verla. Solo yo era su amiga en su soledad.
La amaba. Le tenía ternura. Envidiaba su soledad.
Fantasma en soledad. El fantasma que no es fantasma llorando interminablemente. Yo era su única esperanza.
Al principio me dabas miedo. Tú robabas mis horas de sueño. Me aterrabas. Eras la protagonista de mis pesadillas.
Pero descubrí que todo eso estaba en mi imaginación, yo era una insensible. Perdón. Perdón. Es que el miedo. Maldita palabra. Los humanos somos tontos, le tememos a lo que no conocemos, sin importarnos si es mortífero o no. Yo era una tonta.
Si tan solo te hubiera escuchado antes. Oh, fantasma en soledad.
Seguí caminando por el patio, con mis pies desnudos siendo acariciados con la grama del suelo. La luz de la luna se hizo más fuerte. Dejando atrás el miedo, eso es madurar. El brillo se hizo más intenso. Teniendo un delicioso platillo en mi mano ¿a un fantasma que no es fantasma le gustará el curry con sangre? La blanca iluminación del satélite natural alumbró el lugar en el que ella moraba.
Sí, ella estaba allí. Las órbitas de sus ojos estaban vacías, pero ella podía llorar. Eran lágrimas negras que mancharon sus mejillas, como si fuera rímel desparramado. Ella tenía la boca cosida, pero yo podía escucharla gritar en llanto.
Sabía que esa pobre niña de piel pálida deseaba correr, ser libre, cumplir sus sueños, pero los grilletes en sus piernas se lo impedían.
Finalmente pude estar delante de ella y la miré fijamente, sin temor alguno.
—Hola, ¿cómo estás? Te he traído algo nuevo. Cómelo y ya deja de llorar. —Le dije a la pobre niña. Y dejé el plato de comida justo bajo sus pies fríos.
—Si cortas estas cadenas, tendrás el derecho de escoger si seré libre, o me dejarás cantar mi canción. —Aunque ella no podía abrir la boca, yo podía oírla. Estas palabras eran las mismas de siempre.
Ella miraba hacia el cielo, como si le pidiera a las estrellas que la ayudaran a que dejara de llorar… de sufrir. Ser liberada de su soledad.
—No te preocupes. Prometo que algún día te liberaré y te dejaré cantar tu canción.
Tras decir eso, me di la vuelta —indiferente al frío nocturno— y volví a la mansión.
Pero el fantasma en soledad no dejó de llorar. No importaba, no era su aterrador llanto infinito lo que me privaba del sueño, sino la idea de no apoyarla nunca más en sus interminables noches tormentosas…
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