El bucle del fin del mundo - 6.0
No importa qué tan gélida sea la noche, mientras tengas una cómoda cobija, podrás aguantar el frío nocturno. Si me pusieran a escoger entre una noche cálida y una fría, sin duda elegiría el frío, al fin y al cabo, uno puede soportarlo si se está bien arropado. Es más, es placentero cuando la piel siente la frescura otorgada por el frío.
Yo estaba teniendo una noche satisfactoria. Dicha sensación agradable no nació solamente por estar acurrucada en mi cama, protegida del frío con una gruesa manta, sino que realizar una buena acción mejoró mi dormir. ¿Qué buena acción? Había ayudado a una pobre niña de aspecto macabro que lloraba en mi jardín.
¿Es normal sonreír cuando uno duerme? Es decir, se supone que se está en un estado de reposo y sería raro sonreírle a la nada. Creo que fue Nasha quien me dijo que de vez en cuando yo sonreía cuando dormía. Sin embargo, todas esas ocasiones coincidían con los días en los que ayudaba a aquella niña que solo yo podía ver.
Sin duda alguna, esa es la alegría de ser buena persona. Hermosa y buena, con esas dos palabras puedes definir a Dafne Cooper, kyajajajaja.
En resumen, estar protegida del frío y hacer una buena acción antes de ir a la cama son elementos claves para poder dormir con satisfacción. No, espera, falta algo más: la oscuridad. Es súper molesto dormir en un lugar con luces prendidas. Y tal parece que mi habitación estaba muy alumbrada.
Mis párpados cerrados empezaron a vacilar, como si le reclamaran a la luz amarillenta que arruinaba mi noche placentera. Y pasó lo peor que podría ocurrir: me desperté.
Lo primero que hice fue mirar el reloj: Domingo 14 de abril de 2019. 5:36 AM. Después noté que una lámpara que estaba en mi mesita de noche fue encendida. La luz de este aparato fue la que lo arruinó todo. Estaba por alzarle la voz en reclamo a ese objeto inanimado, pero…
—¿Dafne? P-perdón… te desperté. —Escuché una dulce voz femenina. Era Lucy, quien debería estar dormida a esas horas, pero noté que estaba sentada en la colchoneta y parecía estar haciendo algo.
Debido a que me recosté en mi cama tras despertar aún con sueño, mi visión estaba confusa, y me costó entender que alguien de verdad estuviera haciendo algo a semejante hora de la noche.
Tras estirarme y hacer tronar mis huesos, bostecé para luego fulminar a Lucy con la mirada.
—¿Se puede saber qué estás haciendo a esta hora? —Mi respuesta fue demasiado amable. Si se tratara de otra persona, le haría una llave de karate y la pondría a suplicar por perdón mientras la torturo durante horas.
Lucy se avergonzó y ocultó por la espalda algo negro que sostenía.
—Te veías tan feliz durmiendo… No creí que te fueras a despertar… Qué pena. En serio, lo siento.
—Ya, ya, no es para tanto. —Mentí, ella merecía un castigo, se salvó solo y únicamente porque era mi amiga—. Más importante aún, ¿qué estás haciendo? ¿Joo?, no me digas que me ocultas cosas. Eso sería infidelidad.
Lucy apartó la mirada, se mordió el labio y se sonrojó mucho.
—¿Eh? Y esa actitud… actúas raro. —Mencioné. Fue tan sorpresivo su comportamiento, que terminé de despertarme por completo. Al ver que no cambió, mis rasgos se volvieron malvados, e imitando a una leona cuando acechaba a su presa, gateé sobre el colchón, cazando a Lucy—. Lucy, Luuucyyy… ¡¿Será qué un ratón te comió la lengua?! Muajajaja….
Mi lenguaje corporal dejaba el evidente mensaje de “si no me dices qué estás haciendo, usaré la fuerza para descubrirlo”.
—Ahhh, ¡no te tires sobre mí! Ci-cielos, me atrapaste… Estoy tejiendo, eso es lo que hago. —Por fin Lucy confesó. En su intento por detenerme, extendió las manos y sin darse cuenta me enseñó lo que antes estuvo ocultando—. ¡Ups! —Se encogió de hombros.
Me detuve al notar que Lucy sostenía un oscuro chaleco estilo escolar que no había sido tejido por completo. La aguja de tejer estaba entre sus delgados dedos. El hilo estaba escondido debajo de una sábana.
—Genial. No sabía que podías tejer… Un segundo, ¿por qué tienes una actitud sospechosa por esto? Sabes bien que no me burlaría de ti, en teoría…
Lucy últimamente usaba unos guanteletes de manga que también parecían haber sido tejidos. Quizás ella misma los hizo.
—¿Parezco una abuelita? —Aún sonrojada, Lucy ladeó la cabeza e intentó bromear—. La verdad es que soy una novata… Me interesé en esto hace apenas un mes y, ya que quería aprender, yo…
—Se lo darás a Athan, ¿no? —Deduje su secreto. No era necesario que hablara más. Lucy peló los ojos y se quedó helada.
—Yo no he dicho eso… no, o sea sí, pero esto… ¡Ahh! ¡Me vas a hacer llorar! Sniff. Sniff —Todo intento por disimularlo fue en vano. Lucy solo pudo lamentarse y se vio obligada a revelar.
Fue fácil deducirlo, el baboso narcisista conocido como Athan solía usar un chaleco oscuro. Sabía que era algo unisex, pero era improbable que Lucy hiciera uno de esos para ella ya que tendía a usar cosas coloridas. Añadiéndole, Lucy era obsesivamente leal a ese idiota.
—¡Kyajajajaja! Debes proclamar ante todos mis habilidades deductivas. ¡Proclama, proclama!… ¡Espérate! ¿Por qué regalarle eso? ¿Eh? ¿Eh? —Yo misma sabía la respuesta—: Ah, es que te gusta… Aw, ¿será que ya te le vas a declarar? Si es así, me aseguraré de detenerte. Ese hombre es muy arrogante y…
—Ehm, n-no… No sé de qué hablas… Él no me gusta. Ya va, vas muy lejos. Esto solo es un regalo para celebrar nuestro aniversario como amigos.
—¿Aniversario como amigos? ¿Cuándo es? Eso es nuevo. —Abordé a Lucy con un montón de preguntas. Que una chica se levantara desde tan temprano solo para tejerle algo a un chico dejaba claro que ella tenía un sentimiento por él que iba más allá de la amistad. Mis instintos femeninos me decían a gritos que así era.
Yo nunca me había enamorado, pero me consideraba buena a la hora de notar dicho sentimiento en los demás. Por cierto, también podía deducir cuando alguien era infiel. Esa habilidad la gané tras leer novelas de infieles.
Algunas personas tenían miedo de estar en una relación romántica debido al temor de que su pareja le fuera infiel. En mi caso, si yo tuviera pareja, le enseñaría las consecuencias de traicionar mis sentimientos. Bastaría con enseñarle la cantidad de dinero que estaría dispuesta a pagar por bélicos objetos de tortura. ¡Kyajaja! ¿Verdad que soy una piadosa mujer?
Consideraba a Athan como mi amigo, y ya que conocía mucho de él, tenía la corazonada de que sería una pareja inconveniente para Lucy, no era porque podría serle infiel, sino por su personalidad tan… ¡tan Athan! Así que necesitaba aclarar ese asunto con ella de inmediato.
Hace unas horas, Lucy se tomó la molestia de escuchar mis sentimientos… Ahora me tocaba devolverle el favor.
—Los regalos hacen felices a las personas. Yo solo quiero que Athan sonría como antes… Que vuelva esa alegría perdida por su obsesión y eso otro… —Se rindió y explicó Lucy, con los cachetes rojos—. Uhm, no… no solo él, también tú, Leo y Daniel. Por eso decidí darles un regalo, hecho con mis propias manos, para celebrar cada año que mantengamos nuestra amistad. Esa sería mi muestra de cariño para ustedes…
—Hecho con tus propias manos… Entiendo, por eso escogiste tejer. A ver… yo llevo unos… ¿siete meses desde que me volví amiga tuya? Por la barba de Merlín, no recuerdo el día exacto. Meh. —Me animó escuchar que yo también podría recibir un regalo. Pero después pensé que incluirme era una estrategia de Lucy para que no creyera que le gustaba Athan, por lo tanto…— ¿Y por qué él primero? ¡Te gusta! Así es, ¡kyajajajaja!
—Que nooo… Es solo que, según los recuerdos de Athan, nos hicimos amigos un diecisiete de abril. Así que esa será la fecha oficial.
«Qué respuesta tan rara». Pensé.
—Señorita, me acabas de provocar una laguna mental. ¿A qué te refieres con “según los recuerdos de Athan”? —Me rasqué la panza cuando dije eso y bostecé otra vez, dificultando así el entendimiento de mis palabras.
—Ups. Otra vez hablé mucho… —Lucy se cubrió la cara con sus manos—. Es difícil de explicar… Mejor no hablemos de eso, ¿está bien?
—Creo que sé la razón, lo que pasa es que no recuerdas la fecha exacta y fue el mismo Athan quien te dijo que posiblemente era ese día. —Era algo frecuente y tal vez para Lucy sea vergonzoso olvidar una fecha que consideraba importante. Según tenía entendido, Lucy y Athan se conocían desde hace varios años.
—Ah, sí… Algo así. —Fue una respuesta muy insegura.
—Ja, ja, jaa. Estoy mejorando mis habilidades de detective, ¿a que sí?
—Je, je, je… Es verdad, eres increíble, Dafne. Esto… Y sí, muero de ganas de darle el chaleco… pe-pero, soy mala en esto y creo que no lo tendré listo a tiempo. ¿Qué debería hacer? —Lucy examinó el chaleco. Parecía calcular el tiempo faltante que le tomaría tenerlo listo.
—Emm, quieres dárselo el próximo miércoles diecisiete de abril, ¿no?
—Sipi.
—Puedo decirles a los sirvientes que te guíen… Déjame pensar… Creo que Nisha sabe de costura… Me habías dicho que debías volver temprano a casa… menudo problema. ¿Te parece bien si le digo que vaya a tu hogar?
—¡No! —Lucy contestó muy rápido y su rostro se oscureció de una manera alarmante; como si sus gestos llenos de sentimentalismo hubieran desaparecido por arte de magia y solo quedara una expresión dolida. Esto fue fugaz, era probable que ni siquiera ella se hubiera dado cuenta.
Era obvio que algo de lo que dije le despertó un recuerdo que quizás no quiso evocar. «Tal vez fue porque mencioné que enviaría a Nisha con ella, ¿será que hay algo en su hogar que no quiere que nadie más vea?» Pensé.
Eso no podía dejarlo pasar por alto, y opté por dejar de presionarla con el asunto de su amor por Athan. Entonces cambié a un tema que tendría más peso en la conversación…
—Amiga… —Me puse seria, en vez de estar en “cuatro patas” sobre la cama, me senté. Después señalé los guanteletes de manga que ella aún usaba—. Sabes… hay algo que me ha estado inquietando, ¿por qué andas todo el tiempo con esos guantes? A mí me fastidiaría dormir con eso puesto.
—Oh… —Lucy se abstrajo por unos segundos, como si dudara de hablar—. Lo siento… —Se disculpó porque ella notó en mi ardiente mirada que yo ya había entendido su situación.
—Quítatelos… —Dije con aires de autoridad. Con eso se volvió más que obvio que ella estaba ocultando algo.
¿Por qué me puse tan seria? Hace un par de meses descubrí que Lucy tenía unos moretones en su antebrazo. En aquel entonces ella no lo ocultó de ninguna forma. Así que le pregunté, pero evitó el tema.
Cierto día pasé cerca de su casa y escuché gritos, eran los gritos de un hombre borracho. Era una situación típica: Lucy sufría de violencia doméstica. Eso fue lo que concluí.
Me irritaba mucho. Era la misma irritación de cuando pensaba en aquella niña que lloraba en soledad. Maldito padre abusivo. Maldita soledad.
Había algo que me enojó más, la actitud dulce de Lucy. Normalmente alguien en esa condición estaría toda amargada de la vida, pero ese no era el caso de ella, sino que…
—Yo puedo aguantarlo… —Afirmó Lucy, tras quitarse los guanteletes y dejar al descubierto unas manchas moradas que discrepaban con el resto de su blanca piel; eran varios moretones que ya casi se habían borrado.
“Yo puedo aguantarlo”, en aquel entonces, cuando le dije que había descubierto que su padre le agredía, ella me respondió lo mismo. Resignación, Lucy destacaba con aquella cualidad sorprendente para aguantar en la adversidad, y eso… eso me irritaba…
Al principio me pareció raro que tuviera los moretones en el antebrazo, pero cuando lo piensas detenidamente, un boxeador se cubre con los brazos para protegerse de los golpes dirigidos a la cara … Puede que Lucy fuera de esas chicas que se dejaban golpear y se protegían achicadas en el suelo.
No es que esto fuera así, eran sólo conjeturas mías… Pero era un hecho que alguien la maltrataba y eso no podía ser ignorado.
Lucy me había dicho que su padre estaba cambiando y que dejó de hacerle daño tanto a ella como a su madre… Por lo visto, eso era una mentira.
—¡Ese desgraciado! ¡Haré que le metan una paliza! —Alcé la voz, sin importarme que podía despertar a los demás. Me levanté y fui a buscar mi celular. Lo que decía no era juego… En verdad podía contratar a alguien para que le reventara la cara a ese bastardo.
—No, no, detente… Te dije que él estaba cambiando. Por favor, no lo tomes a mal… Estos moretones no son nada. Es algo que puedo aguantar. Esto… esto solo me hace más fuerte y yo… —Sin embargo, fue la misma Lucy quien se puso en el medio y evitó que tomara el teléfono.
—¡Eres una estúpida, Lucy! ¿Ocultar esas señales de agresión? ¿Aguantar? ¿Que te volverás más fuerte? Esas son puras tonterías… Esto es lo que me enoja de ti. ¿Cómo puedes vivir con esto? ¿Por qué te quedas callada? Yo… Yo no lo puedo aceptar. Te ayudaré. Sí, sí. —Batallé por retirar a Lucy, pero ella resultó ser más fuerte que yo.
Mi rostro se arrugó en indignación y sentí algo desagradable en el estómago. No obstante, esa impulsiva emoción fue disipándose cuando noté que los labios de Lucy empezaron a arquearse, haciendo una sonrisa que demandaba paz, cerró los ojos y respiró con calma. Si la resignación debía ser representada de alguna forma, entonces la expresión de Lucy sería el símbolo ideal.
—¡Ash! ¡¿Por qué sonríes?! —Era molesto esa expresión tan anticlimática, pero de alguna manera lograba apaciguar mi enojo.
—En serio… En serio me alegra saber que te preocupas tanto por mí, pero… —Ella abrió los ojos y sus iris se iluminaron con determinación—… te equivocas. No es como si me quisiera quedar callada, o que acepte que me hagan daño. Simplemente sé que la gente puede cambiar, y esa transformación no ocurre de la noche a la mañana.
—Es que… —Me mordí el labio y apreté con fuerza mis manos.
—Mi papá prometió que dejaría el alcohol. No ha cumplido su promesa aún. ¿Crees que despegarse de los vicios es fácil? Sé que él está luchando… Sé que lucha por no dejarse llevar por la frustración y evitar acudir al licor.
—¡Eso no justifica que te haga daño!
—No, no lo justifica. Ese es un pecado con el que él debe cargar. Dafne, cuando pienso en mi papá y miro hacia atrás, me doy cuenta que las cosas malas fueron pocas… En comparación, hay una tonelada de recuerdos en los que él se esforzó por hacernos felices a mí madre y a mí… Y eso tiene valor.
—¡¿Qué?! ¿Hacerles felices? ¿Agrediéndolas?
—Sé que él cambiará. Tengo fe. Yo lo ayudaré.
—¿Cómo puedes estar tan segura? ¿Ah? ¿Ah?
—Después de hacerme estos moretones, cuando recobró la compostura, ¿quieres saber qué fue lo que hizo? Él lloró… Lloró y lloró, era un llanto sincero, como si tratara de drenar su demonio interior. Después se disculpó con mamá y conmigo. Ese gesto no puedo ignorarlo. No puedo permitir dejarme llevar por malas emociones. Por lo que, Dafne, no dejaré que llames a alguien para que le haga daño.
Algunos pensarían que mi amiga Lucy era débil. Generalmente ella se avergonzaba con facilidad y no parecía alguien hábil. Eso era falso, la realidad era que Lucy tenía una fuerza de voluntad increíble. Cuando se trataba de defender en lo que creía, o si debía proteger a alguien, dejaba salir a la luz una faceta que pocos conocían… Se trataba de una Lucy que no dejaría dar su brazo a torcer y defendería de toda alma sus ideales.
Yo cometí un error al alterarme de esa manera. No, mi mayor error fue tratar de hacerla cambiar de parecer. Por supuesto, estaba en contra de su argumento… Pero, lo dejaría así, solo por ese momento.
—No quiero mancillar tu ideal. Lo acepto. También me disculpo por decirte estúpida. No obstante, si me llego a enterar de que él le hizo daño ya sea a ti o a tu mamá… créeme, no me quedaré callada. —No me importaba ser joven. Yo también me aferraba con fuerza a lo que creía. Tenía dinero, y podía usarlo si se trataba de hacerle pagar a alguien por sus crímenes, no tendría ningún remordimiento si lo arruinaba sea como sea.
—Gracias… Amiga, por preocuparte. Pero, has de saber que, aún si vuelve a fallar, yo lo protegeré. Además, si trataras de hacer algo, solo nos pondrás en una situación compleja a mi madre y a mí, no quieres eso ¿cierto?
—Tch… De ser ese el caso, no tendría problemas en mantenerlas.
—No bromees con eso, por favor.
—¡No bromeo! —Expulsé todo el aire de mis pulmones con fatiga. Quizás mis comentarios se estaban volviendo inapropiados, así que dejé que el tema muriera llegados a este punto—… Vale, lo siento… Me disculpo por meterme demasiado en esto, es que… yo también quiero proteger tu sonrisa, eso es lo que hacen las amigas, ¿no?
—Estás en lo cierto… Eso es lo que hacen las amigas. Uhm… has dicho algo bastante cursi, me aseguraré de guardarlo en mi memoria hasta que muera. Jijiji… —Lucy rió juguetonamente. Eso evidenció que ella no quería hablar más sobre su padre.
Me dejé llevar. Y tras calmarme por completo, trabajé por despejar mis pensamientos. Era imposible que volviera a la cama a dormir. Por lo que opté por ayudar a Lucy con el chaleco que tejía. No sabía nada del tema, pero Tick-Tube era una maravillosa herramienta para aprender ese tipo de cosas.
Por supuesto, según pasaba el tiempo, aquel pensamiento sobre ese bastardo que agredía a su hija iba y venía como un bucle infinito de recuerdos intermitentes. Cuando eso sucedía, mi cara se fruncía en disgusto.
Aún cuando el tiempo siguió fluyendo, incluso después de que Lucy se fue sola a su hogar, aún cuando atendía mis molestas responsabilidades del día, y tras la llegada de la noche, cuando estaba por darle comida al fantasma en soledad, aquel pensamiento desagradable era evocado para después esconderse en mi subconsciente.
Lunes 15 de abril de 2019. 1:34 AM.
—¡¿Por qué?! —Exclamé con irritación. La luz de la luna llena se reflejaba en la hoja del cuchillo que blandía.
—Si cortas estas cadenas, tendrás el derecho de escoger si seré libre, o me dejarás cantar mi canción. —Estas palabras fueron dichas por la niña de aspecto fantasmal que estaba de pie delante de mí.
Mis rodillas tocaban la húmeda grama del jardín, tenía una posición similar a la de alguien suplicando. ¿Qué era lo que hacía? Trataba de romper las cadenas que amarraban las piernas del fantasma en soledad.
Arriba y abajo, balanceaba el cuchillo con fuerza intentando cortarlas. Pero, apenas las tocaba, la hoja traspasaba las cadenas, sin romperlas. Podríamos comparar esas cadenas con un holograma, si alguien intentara dañarlo tajando la luz con sus manos, solo haría el ridículo.
¿Contexto?, los llantos de la misma niña de siempre resonaron en mi habitación durante la noche de aquel día. Como era de esperarse, yo me levanté de mi cama y saqué un platillo que le tenía preparado.
¿Fue el platillo una pasta con pollo adornada con una deliciosa salsa de sangre? No lo recordaba.
Lo que sí recordaba con exactitud era la terrible situación en la que tanto ella como Lucy se encontraban.
El fantasma lloraba por su soledad. Lucy sufría por los golpes de su padre. Inaceptable. Inaceptable. Inaceptable.
Le había prometido a Lucy que no metería más las narices en ese asunto, pero incumplí de la misma manera en la que hace mucho me prometí no acercarme más a ese fantasma.
Algo extraño sucedía en mí. Cuando pensaba en la trágica situación de estos individuos importantes para mí, mi mente cambiaba y se convertía en una nueva Dafne Cooper. Una que no se guiaba por la razón, sino por un instinto guiado por emociones exacerbadas.
Clavé el cuchillo en la tierra.
¿Quieres leer una historia? Nadie me la contó, tampoco la encontré, ni es algo que se me ocurrió, solo la sé…
Saqué el cuchillo de la tierra.
Hace mucho tiempo, una niña fue arrojada desde el segundo piso de una mansión. Ella sobrevivió, pero quedó en coma por varios años…
Volví a apuñalar el suelo con el cuchillo y gruñí con rabia.
La niña despertó del coma, pero enloqueció debido a la tristeza nacida al enterarse de que fue su abuelo el que intentó sacrificarla.
Saqué el cuchillo, y agarrando con dos manos la empuñadura, lo incrusté con más fuerza en la tierra blanda…
Su tristeza se volvió tan intensa, que tomó forma. Literalmente la emoción encarnó. Adoptando la forma de un fantasma que en realidad no es un fantasma.
Mis ojos se inyectaron con sed de injusticia, «¿por qué su abuelo trató de sacrificarla? ¿No deben amarse las familias?», pensando en ello, apuñalé el suelo repetidas veces enérgicamente.
El fantasma era la tristeza de la niña. Una joven que siempre fue excluida, sin amigos, sin familiares que la amaran, y cuando halló a alguien que la quiso, fue traicionada.
«Si esta tierra que apuñalo fueran esas personas tan malas, ¿qué cara tendrían?» Indagué en mi mente. No quería matar a nadie, solo fue una pregunta impregnada de curiosidad.
La niña fue traicionada por su abuelo, un loco obsesionado con el fin del mundo. De la misma manera, Lucy estaba siendo traicionada por su padre, un bastardo obsesionado con el alcohol.
Seguí clavando el cuchillo repetidas veces, como si esa acción inútil fuera a resolver algo.
Estaba decidida a liberar a aquel fantasma que pasaba sus días llorando en soledad. Debía ayudar a Lucy a liberarse de las garras de su padre abusivo. Mis sentimientos reclamaban que yo debía ser el apoyo de ellas, y así sería.
—Y entonces, solo cuando lo logre, ¿podré tener su soledad que tanto deseo? ¿Mis papás me darán la misma atención que recibe Lucy de sus padres? —Me dije. Así es, yo les tenía lástima y a la vez envidia.
Yo quería que mis padres fueran normales y que me dedicaran un tiempo que no estuviera relacionado con su deseo de que yo fuera una niña perfecta. Sin embargo, a la vez deseaba estar sola, para dedicarme todo el tiempo que quisiera y descansar de verdad.
—Ja, ja, jajajajajajaja… —Reí y reí sin esperanza, mirando el firmamento iluminado por la luna funesta.
No estaba sola, ahí estaba el fantasma… no, la encarnación de la tristeza de una niña traicionada, que me acompañaba.
Su piel pálida se volvió más blanca con la luz brillante, su cabeza alzada no dejaba de señalar a las estrellas, su bata oscura se meneaba al son de su cabello blanco guiado por el viento y sus lágrimas negras rodaban por sus mejillas fantasmales, llorando sin cesar… llorando.
Entonces me pregunté, «¿estará Lucy viendo el mismo cielo?». Ella era la que faltaba…
—Eh, madre mía, tengo una forma bastante aterradora de descargar mi frustración. —Le comenté a la nada. Después volví a la normalidad. Y acaricié mi cabello que aún mantenía el peinado que Lucy me hizo. Miré los huecos alargados que se crearon en el suelo y me alarmé al descubrir que fui yo misma quien los hizo con el cuchillo.
Aunque fue fugaz, sudé frío y me pasmé cuando sentí una punzada por toda mi columna vertebral.
Lo reconozco, tenía un serio problema para controlar ciertas emociones. Bueno, de todos modos, cada quien tiene su propia forma aterradora de liberar la frustración, ¿no?
Sea como sea, me levanté, sacudí el polvo que se pegó en mi pijama, escondí el cuchillo y antes de regresar a la mansión, noté que el plato no estaba donde lo dejé. Supe la razón: el “fantasma” no había cambiado su pose, aun así, de alguna forma se comió la comida con plato y todo. Eso era lo que pasaba cuando adobaba su comida con sangre. ¿Por qué a la encarnación de una emoción le gustaba tal alimento? De hecho, ¿necesitan comer? No había manera de saberlo.
—Pronto te voy a liberar. —Esa fueron las últimas palabras que le dije. Posteriormente volví a la mansión.
Era bastante fácil escabullirme a altas horas de la noche. Es cierto que mi padre había contratado guardias, pero estos protegían fuera del muro que limitaba la mansión y eventualmente patrullaban el jardín.
Siempre que aparecía el “fantasma” en soledad, los guardias no estaban en las cercanías.
En fin, cuando entré en la mansión y llegué a mi habitación, traté de contener mis emociones de manera tal que me viera inexpresiva. Por supuesto, el sueño ayudaba en esto. Quería dormir.
Sin embargo, había algo en la oscura habitación que no encajaba. Se trataba de una luz que iluminaba hacia el techo y provenía de mi mesita de noche. Era la luz de la pantalla de mi celular, que por alguna extraña razón estaba encendida.
—¿Un mensaje? —Me pregunté. Si lo piensas bien, en realidad no es raro que las pantallas de los celulares se enciendan cuando uno recibe una notificación. No obstante: — ¿Quién me escribiría a esta hora?
La respuesta a esa pregunta podría ser muy sencilla, después de todo, soy una chica tan bella que es normal que los chicos piensen en mí durante toda la noche y no puedan resistirse a mandarme un mensaje. O tal vez esta era una opinión demasiado optimista.
Había una sola manera de confirmarlo: Me acerqué y agarré mi celular.
—¿Qué? Esto es raro… —Tal y como lo imaginé, recibí un mensaje. Primero traté de ver el número de la persona, y eso fue lo que me inquietó… No había ningún número; o escrito de otra manera, el número telefónico no estaba en el cuadro que correspondía, simplemente estaba en blanco—. Primero la laptop y ahora el teléfono.
Concluí que era un error del celular, quizás estaba dañándose. Pero esa idea fue anulada tras ver lo segundo…
—“Yo puedo liberarla. Si lo creo conveniente, mañana, después que se oculte el sol, te haré la pregunta y tú me responderás”. —Leí en voz alta lo escrito en el mensaje.
Fue una sorpresa tan impactante, que dejé caer el teléfono y mi corazón se aceleró, bombeando con fuerza. Sentí como si toda la sangre de mi cabeza hubiera bajado a mi cuerpo, conocía bien esa sensación, era el miedo.
El teléfono cayó al suelo, apangándose debido al impacto. No quería recogerlo, temía hacerlo. Después de todo, otra vez fui afectada por el miedo… el miedo a lo desconocido.
Era la misma sensación de cuando vi por primera vez a la niña “fantasma”. La diferencia era que esta vez mi mente no se paralizó por el horror, al revés, fue abordada con muchas preguntas, tratando de responder la incógnita: “¿Quién es? ¿Cómo lo supo? ¿Otro humano puede verla? ¿Se tratará de algo no humano? ¿Qué clase de poder tiene? ¿Puede liberarla? ¿Cómo?…”. Miedo. Era el miedo causado por lo desconocido. La incertidumbre. El terror infundido por desconocer la verdad.
No saber algo es ignorancia. Y la ignorancia nos hace cometer errores. Me estaba enfrentando a esta situación desconocida —era ignorante— y si se trataba de algo peligroso, un error sería catastrófico. Por eso me dio miedo, pero…
—No caeré en el mismo error. —Traté de llenarme de valor. Hace mucho no había apoyado a la inofensiva niña que lloraba en mi jardín. Eso se debía al miedo que le tenía. Quizás, independientemente de quién sea el que me mandó aquel mensaje, no era algo tan malo. De hecho, en vez de tener miedo, debía sentir alegría.
O sea, alguien decía poder liberarla. Eso estaba en concordancia con mi deseo. Aun así… Tardé demasiado en perder el miedo.
Al rato pude levantar el teléfono, lo encendí y volví a dirigirme al buzón de mensajes.
—No está… —El mensaje había desaparecido, era como si nunca lo hubiera recibido. Estuve un rato dudando… puede que mi vista falló o estaba imaginando cosas, era verosímil ya que estaba agotada—. Me estoy convirtiendo en una persona dramática. Qué tragedia.
Suspiré y recuperé la compostura. Concluí que era altamente probable que todo fuese falso y mi mente solo me engañó con un truco barato.
Bueno, fue un truco que me causó un buen susto. El caso es que traté de aclarar mis pensamientos y volví a la cama. En la mañana iniciaría el plan para fingir que tenía fiebre y así me tomaría el día libre. De hecho, aprovecharía para investigar más sobre aquel supuesto mensaje.
Me fui a la cama y, arropada con mi cómoda cobija, me quedé dormida.
Escuché gotas de lluvia cayendo en el pavimento. A la vez, se producía un sonido diferente: el silbido del viento. A la par, resonaba un río con aguas fluyendo con tranquilidad. Entre otros. La mezcla de estos sonidos se unió para crear una música relajante. Esta música era la que tenía como tono del celular para avisarme cuando recibía un mensaje.
Fue este sonido relajante el que causó disgusto en mí. ¿Parece contradictorio? Pues no, al fin y al cabo, ese fastidioso tono me despertó.
Al principio, percibí que era de día, la luz solar que pasaba por mi ventana me lo confirmaba. Miré la fecha: lunes 15 de abril de 2019. 6:23 AM.
Si estuviera cumpliendo con mi rutina, a esa hora ya tendría que estar más que despierta y debería arreglarme para ir al colegio. Sin embargo, ese lunes 15 de abril sería un día de vagancia… no, ¡vagancia suena inelegante y la inelegancia no va con la sublime Dafne Cooper! Rectifico, sería un día que me dedicaría. Mucho mejor, ¡kyajajaja!
Yo tenía calificaciones muy buenas. O sea, soy súper lista ¿dahh? Por lo tanto, faltar ese día no afectaría en lo más mínimo en mis notas. Claro, a vista de mis padres, faltar a clases sin razón era una vergüenza, por ello, la excusa de Lucy me vino como anillo al dedo. Así que debía hacer los preparativos para engañarlos a todos.
—Pero qué lata… Me da flojera hacer tanto, así no podría contar como día de descanso. —Mi boca dibujó la forma de una “O”, di un bostezo bastante largo. Luego alisé un poco mi cabello que lamentablemente se despeinó por dormir en mala posición.
Finalmente me puse unas pantuflas con forma de ositos y me levanté.
—Ahora quién me habrá escrito. —Había recibido otro mensaje. Antes de leerlo, deseé que no ocurriera algo raro, como pasó en la noche.
“Holiii. Espero que tengas un lindo día, Dafne. Oye… No me odies por lo siguiente (+~+). Amm… ¿me dejarías usar tu excusa? Es que decidí dedicar este día para terminar el chaleco de Athan. Es la única manera de tenerlo listo a tiempo. Lo siento muuuucho :c. Por favor, ve al colegio y diles a todos que tengo fiebre. ¿Te parece bien?”. Eso decía el mensaje, el cual fue redactado por Lucy.
—Tch. ¡Noooo puedeee seeer! Asssh… —Mis hombros se relajaron e hice una mueca de fastidio. Fue como si Lucy me traicionara, aunque no era nada grave—. Meh, está bien, igual es tu excusa. —Dije a la vez que le escribía eso mismo a Lucy.
Sería sospechoso que de repente ambas tuviéramos fiebre, así que no era conveniente que las dos usáramos la misma excusa. Parte del plan consistía en que Lucy debía decirles a todos que yo estaba enferma. Ahora este papel se había invertido.
«Lucy también tiene sus motivos», no me enojé. Solo lo acepté. Suspiré varias veces y me preparé para ir al colegio.
Todos odiamos los lunes. Yo no era la excepción. No era que me fastidiara estudiar, el problema era que tenía demasiadas responsabilidades.
Muchos compañeros de clase me tenían en alta estima. Otras me tenían envidia. La cosa era que, si estaba en la escuela, debía mantener un comportamiento elegante, “digno de mi familia”, y eso era agotador.
Traté de no dejarme llevar por la decepción de no haber podido descansar ese día e intenté tener un día de clases normal.
Llegué temprano al colegio ya que tenía mi propio chofer. Me acompañaron Nasha y Nisha. Estando en los pasillos del liceo, busqué a Athan y compañía para informarles sobre la situación de Lucy. Entonces me encontré con Leo y Daniel en el segundo piso, tras saludarnos, pregunté por Athan, y esto fue lo que me respondió un sexy hombre musculoso, Daniel:
—El compatriota me dijo que hoy no vendrá al colegio solo porque no le da la gana. —Daniel se rascó su cabeza carente de pelos, pensando—. ¿Qué fue lo otro que dijo…? Creo que era algo relacionado a que pateara a cualquier insensato que cuestionara su decisión. Jejeje, o algo así…
Lucy y yo le echamos tanta cabeza pensando en una excusa para faltar a clases, y ese narcisista descarado se tomó el día así porque sí. ¡Ash!
—Menudo hombrecito… Tch —reclamé y chasqueé la lengua—. Aunque no estaría mal aprender de él… —susurré.
El día siguió fluyendo con normalidad, o al menos así fue durante las primeras horas. Al mediodía, una chica de cabello blanco fue empujada y todos en la cafetería la humillaron. Quería ayudarla, pero no pude reunir el valor necesario… «Si tan solo Athan hubiera estado allí. Sé que ese loco odia el “bullying”… No, él es un hipócrita que también hace “bullying”, mejor no pienso bien de él». Pensé en Athan y eso me molestó; y me crucé de brazos.
En la tarde el cielo se volvió naranja y el ambiente era pesado. Era por el estrés acumulado por estar tanto tiempo en el instituto. Fue toda una melodía cuando escuché la campana que anunció que las clases habían concluido. Por cierto, apenas salí del colegio, un hombre bien vestido me saludó y cordialmente me invitó a entrar en el Audi A8L negro que estaba detrás de él. Sí, ese sujeto era mi chofer y ese lindo carro que costaba varios miles de dólares era el vehículo que conducía.
Era gracioso ver a los chicos que se reunían alrededor, hablando bien tanto del carro, como de mi belleza. «Pobre gente de clase baja ¡Kyajaja! No, eso fue arrogante. Mejor dicho: Ternuritas sin dinero, no lloren, ayyy», pensé.
Haciendo un ademán glamuroso, me despedí de todos y entré en el vehículo como si fuera una súper modelo.
El carro avanzó de regreso a la mansión. Nasha y Nisha estaban a mis lados y me hablaban de chicos. No me interesaba mucho el tema.
Cuando estábamos por llegar a la intersección que llevaba a la mansión, justo cuando pasamos al lado de una plaza de aspecto mediocre, el chofer frenó de golpe y me llamó hablando con acento americano:
—My lady, ¿conoce a ese lunático? —Él señaló al frente. Yo miré hacia adelante y allí, en medio de la carretera, justo delante del vehículo, un loco en todo el sentido de la palabra extendía sus brazos con arrogancia, como si ordenara que debíamos detenernos solo y únicamente porque él estaba allí.
—¿Ja? ¡Atropéllalo! —Contesté. El loco tenía varios moretones en su cara, sus ojos estaban ocultos con unos lentes de sol y vestía una gabardina oscura, y eso que hacía mucho calor. ¿Ya lo adivinaron? Sí, ese loco era Athan Ambrosia. El mayor idiota que ha nacido en la faz de la tierra.
—¿What? ¿Your habla en serio?
—Bromeo. Bueh, no negaré que sería divertido aplastarlo —me preparé para bajarme del auto—. Él quiere hablar conmigo. Espérame más adelante.
—Good, my lady. Tenga cuidado con ese chiflado.
Mis zapatillas negras tocaron el pavimento caliente. Me había bajado del vehículo. Este avanzó varios metros, esperándome. El molesto “zancudo” —Athan— exhibió una sonrisa torcida y se acercó. Hablé yo primero:
—Hola. Antes que nada: ¿qué te pasó y por qué vistes como si hubieras salido de la peli Matrix? ¡Dilo, dilo!
—Me duele que mi querida amiga me salude con semejante frialdad. Ciertamente no puedo ignorar que una sobresaliente plebeya como tú se preocupó por mi condición. Sí aplaudiré eso… —El tonto aplaudió un par de veces—. Es entendible que reacciones de esa manera al ver a alguien tan genial como yo lleno de moretones. No te preocupes, fueron formados por mis propios deseos, para ser más exacto: mi hermanita me golpeó.
—¿Tu hermanita menor? ¿En serio? Pffff, ¡kyajajajaja! —Me causó tanta gracia, que casi me derrumbo de la risa. Athan debía ser el único chico en el mundo que confiesa algo tan humillante con semejante naturalidad.
—¡Agh! ¡No te rías! Más bien deberías estar en el suelo llorando por mi condición. ¡¿Cómo puedes ser tan apática?! Eres una horrible persona.
—Jajaja… S-sí, sí a-ajá, ja, ja, ja deja qu-que termine… kyajajajaja… —Cuando por fin pude dejar de reírme, pregunté: — D-dime, ¿y esa ropa qué?
—Ju, juu, la carencia de razonamiento definitivamente es tu característica destacada. ¿Acaso es raro que un hombre luzca genial y se ponga guapo el día en el que le va a declarar su amor a la chica que le gusta?
Sin lugar a dudas ese comentario no tenía sentido; ninguna mujer de esta región se fijaría en esa vestimenta. Si él viviera en un país frío, como Rusia, sería lógico que vistiera así. Pero aquí era extraño ver a alguien vistiendo una gabardina, sobre todo porque es un país tropical.
—Esto se pone aún mejor, eh… Hoy te le vas a declarar a la chica que te gusta, ¿no? Me pregunto quién será la víctima. Kyajajajaja…
—Realmente eres idiota. La “víctima”… —Athan hizo una pausa intrigante y noté una expresión maliciosa en su rostro. Luego me señaló—… eres tú. —Terminó de decir sin nada de vergüenza.
—¡¿Ja?! —Una gota de sudor bajó por mi sien, y me quedé embotada, tratando de asimilarlo.
No era porque me impresionó que alguien estuviera enamorado de mí, de hecho, muchos chicos se disuelven al pensar en mi lindura. Lo que sí me sorprendió fue la forma… esa forma tan… ¿bárbara? De confesarlo.
Antes, algunos chicos me habían confesado sus sentimientos, y según recuerdo, ellos se veían nerviosos al momento de hablar y parecían que morirían de vergüenza. Se veían tan adorables, que más de una vez me vi tentada a aceptarlos.
No obstante, la postura tan fresca de Athan ridiculizaba la imagen que tenía en mi mente de chicos lindos confesando su amor. Él prosiguió:
—Fíjate, “víctima” está leeeejos de ser el término correcto. Si te animas a usar el cerebro, te darás cuenta de que estás siendo infinitamente privilegiada al ser escogida por mí. Creo que ni hace falta explicar la razón… No, igual lo recalco, soy un ser que ha trascendido la perfección; todas me desean. ¡Así que ríe de alegría, grita con gozo y llora de emoción! —Él extendió los brazos hacia el cielo e hizo una pose dramática, aprovechándose de la espectacular luz ambarina que impactaba por su espalda.
Tenía que ser broma… definitivamente ese día Athan despertó con complejo de payaso y solo bufoneaba. Sí, tenía que ser eso… no había otra explicación razonable. Decidí seguirle el juego.
—Madre mía, nene… Déjame aclararte unas cositas: ese traje te queda fatal, pareciera que saliste de uno de esos torneos de rol actuados por nerds. Segundo: ¿no te estás poniendo muy en lo alto? ¡¿Jeh?, ¿jeh?!
—Vaya, si seguimos así, la conversación tendrá un inconveniente desvío. Mejor déjame continuar con mi declaración de amor, ¿bien?
«Ahora que lo pienso, sería catastrófico que alguien escuchara esta conversación. Mejor le pongo fin con rudeza». Razoné y pedí:
—A-alto… No sigas con eso. No es gracioso. Me avergüenza, de hecho. —Fruncí el ceño y, con un rostro rígido, demostrando fuerza femenina, me le acerqué mucho y agarré el cuello de su atuendo, a fin de intimidarlo. Sabía que Athan era de esos que a la hora de la acción se acobardaban.
—¡Qué vívida expresión de tsundere! Me encanta. Por cierto, si te acercas tanto, podría verme tentado a besarte.
—¡Grr! Nooo… ¡Hombre perverso! —¡Error! ¡Era Daniel quien se acobardaba así, no Athan! Al darme cuenta, retrocedí y me sonrojé un poco. Ese patán de verdad podría robarme un beso y estar tan cerca era peligroso.
—Interesante. —Noté que los ojos de Athan se incrustaron en mí, era como si me analizara o tratara de deducir mis pensamientos solo con el poder de su mirada—. Oh, antes de que lo olvide, te he traído un regalo… —Athan sacó de sus bolsillos una cajita alargada, media unos treinta centímetros, estaba envuelta con un papel de regalo barato y era de color escarlata.
—N-no lo aceptaré. ¡Jum! —Me crucé de brazos y giré mi cabeza.
—Acéptalo. P-por fa-favor. Pero no lo abras aún. —No sabía si mis oídos fallaron, pero oí a Athan decir “por favor”. Nunca creí que algo como eso sucedería. Fue tan impactante, que me vi obligada a aceptar el regalo.
Me quedé unos segundos en silencio, evaluando lo que podría estar dentro de esa cajita.
—Espero que no haya algo sexual allí dentro… De ser así, créeme que contrataré a alguien para que castre. —Usé una expresión que jamás creí que diría ya que era inelegante. No obstante, fue necesario para advertirle de lo era capaz si se burlaba de mí de una forma inapropiada.
—Por fortuna, estoy desinteresado con la obsesión mundial relacionada a las cosas sexuales. Por lo tanto, esa clase de comportamiento indecente jamás lo verás en mí. —Alardeó y se llevó los dedos a la frente con altivez.
—Hipócrita: ¡acabas de decir que me ibas a besar contra mi voluntad!
—¡¡Besar no es indecencia!! ¡¡Es solo un gesto para manifestar, sin palabras, el profundo amor de un individuo!! ¡¿Sabes qué?! Tienes razón, la verdad es que no soy tan decente como creo, pues últimamente no he podido dejar de pensar en lo mucho que tus regordetes muslos me cautivan. Lo malo es que eres una enana, casi como una loli, eso sí se sale de mis gustos, pero logras compensarlo con unos pechos voluminosos. Tu rostro no me parece la gran cosa, y tu personalidad es molesta. En resumen, mi amada amiga, lo que me gusta es tu cuerpo. ¡Te amo, te amo!
A mí me gustaba que me alabaran, pero esa forma en la que lo expresó resultó ser molesta. ¡¡Pagaría las consecuencias!! Lo peor de todo era que lo decía en serio, ¡descubrí que no bromeaba! ¡¡¿Qué pinche hombre en el mundo hace una declaración de amor como esa?!! Aaaashhh, mis ojos ardieron con fuego infernal.
Y ante semejante descaro, me abalancé y le ataqué varías veces, como una karateka, pero él era veloz y me esquivó todas las veces. Menudo espectáculo humillante estábamos formando en la acera de esa plaza.
—¡Quédate quieto! Igh, en serio, ¿qué te pasa? Es la gota derramó el vaso. Si no puedo golpearte, entonces… ¡Olvídate de tener descendencia! —Saqué mi celular y busqué un contacto que pudiese contratarlo para que castrara a Athan. No lo haría en serio, era solo para intimidarlo.
—¡¡Eso es!! ¡Actúa como tsundere! Así te ves más linda. Solo haces más interesante la situación al tratar de resistirte a mis encantos. Escucha, incluso tengo un poema para ti, a ver si te resistes: ¡Oh, mi bella Dafne Cooper, eres tan linda que las estrellas te miran con envidia! ¡Oh, sublime mujer de pechos grandes como melones, ríndete ante alguien tan excelso como yo y deja que te consuma! ¡Oh, por dios, ¿qué es este dolor que siento noches tras noches al no dormir en esos muslos suaves como plumas?! Oh…
—¡Basta! ¡Tch! —Ese poema endulzaba mi oído y a la vez no.
—Déjame acotar algo relevante: Aunque te halagué, sigues siendo insignificante a comparación mía. —Aclaró. Y se peinó un mechón de pelo.
—¡Arg! Esto es humillante… ¡Es tan malo que afectará nuestra amistad! No es… no es gracioso… Tú re-realmente no, ¡no me quieres! —Me puse cabizbaja sin darme cuenta. Tardé en notarlo, pero tenía las mejillas rojas. Era como si inconscientemente me cautivara esa agresividad en sus palabras. ¡Pero de ninguna manera me dejaría seducir! ¡Todo lo contrario, debía resistir! Por eso dije palabras duras: —¿Esa es tu declaración de amor? Pues bien, ¡te rechazo! ¡Y ni te atrevas a llorar!
—Qué poca honestidad… Como sea, debes saber que al rechazarme la única que se pierde de algo bueno eres tú, ¿comprendes?
—Increíble… ¿Por qué eres tan difícil? ¡Me enoja, me enoja! ¡Ya me fastidié, adiós! ¡Me largo! —Suspiré con fuerza y avancé hacia el vehículo, dejando a Athan atrás. Pero, sin dejarme caminar de más, él me detuvo.
—Al menos abre el obsequio que te di. Quiero decir, me acabas de romper el corazón, ¿recuerdas? Que rechaces mi regalo sería inhumano.
Estaba por rechazarlo, pero se me ocurrió la excelente idea de abrir el regalo y tirárselo en la cara. Con esa idea en mente, quité el envoltorio y abrí la cajita. Lo que vi dentro me confundió para luego asustarme. Allí, dentro de la caja, sobre una decorativa telita vino tinto, un largo cuchillo descansaba.
«¿Podría ser que Athan descubrió mi canal de cocina?» Pensé. Me llené de nervios ya que un cuchillo era un instrumento de cocina. Ningún hombre al confesarse le regalaría eso a una mujer; sin embargo, a mí sí me podría gustar esa clase de regalo, al fin y al cabo, me encantaba cocinar. Además, el cuchillo tenía un aspecto llamativo y me gustó.
Athan se acercó hasta quedar al lado mío y se sentó en uno de los bancos de la plaza. Yo estaba de pie, y por eso su cabeza quedó a nivel de mi torso. Luego, la cara de idiota que antes mantuvo desapareció y denotó seriedad. Se veían tan serio, que incluso me intimidó. «No puede ser, ¡de verdad halló mi canal!, ¿usará eso para obligarme a ser su novia? ¡Es horrible!». Mis pensamientos entraron en pánico, a la vez noté que él estaba por hablar:
—Te diré la verdad: te puse a prueba… aunque en realidad sí te considero digna de ser mi novia. Antes mentí; sí me gusta tu personalidad y me divierte tenerte como amiga… Es por eso que no quiero creer que fuiste tú… —Su rostro se ensombreció de una manera preocupante.
—¿Yo qué? ¿De qué hablas? —Me alivió que su respuesta no estuviera relacionada con lo que pensé, pero fue raro lo que dijo.
—Dime algo, ¿de casualidad no tienes ganas de clavar ese cuchillo en mi garganta justo como lo hiciste la última vez? ¿Acaso no te provoca cortar en pedazos a tus amigos y exponer sus partes como una decoración sádica?
—No entiendo… Me estás asustando. —Me costó tragar saliva.
—Confiesa, Dafne Cooper, ¡¿por qué nos mataste a todos?! No… más importante aún, ¡¿qué relación tienes con el fin del mundo?!
Comments for chapter "6.0"
QUE TE PARECIÓ?