El bucle del fin del mundo - 8.0
¿Puede una decoración de cristal que se ha roto volver a su forma original? Uno podría echarle pegamento o tratar de rehacerlo mediante alguna técnica, sin embargo, siendo realistas, no importa lo que hagamos, esa decoración jamás volverá a ser igual a como era antes.
Ahora, ¿puede una persona que se ha «partido» en la muerte volver a la vida? La mayoría respondería que no. En mi caso era distinto, yo sí tenía el poder para recuperar cualquier cosa que se había roto, pero era un poder imperfecto, ¿verdaderamente era efectivo mi poder? ¿Cuál era el costo por usarlo? No sabía la respuesta a ninguna de esas preguntas.
Lo cierto era que mi hermana muerta era como esa decoración de cristal que se había roto; mi orgullo y afecto por ella me reclamaban que debía arreglarla. No obstante, ¿para eso debía morir? ¿Realmente el único requisito para volver en el tiempo era mi muerte? Debía descubrir si existía otro método. Por el momento, morir era necesario. Entendí eso.
Sí, yo tenía el valor para matarme en ese instante y viajar en el tiempo. De todos modos, si estaba por ocurrir el fin de mundo, igual moriría. Pero, resucitar a mi hermana viajando al pasado no quitaba el hecho de que su humillante muerte ocurrió. Es por eso que antes de morir, tenía algo que hacer: vengarme. Así recuperaría la dignidad rota de mi hermana.
—¿Anomalía? ¡¿Eso es todo lo que dirás?! La única anomalía aquí eres tú, ¿comprendes? ¡Anda, habla! —Le grité a la posible causante de aquella canción maligna y, a su vez, presunta culpable de la muerte de mi hermana.
Aquella entidad con forma de niña se quedó en silencio. De alguna manera, las cavidades vacías de sus ojos daban la impresión de ser hoyos que conectaban con lo más profundo del infierno. No estaba claro si era humano o no, lo cierto era que su presencia ahogaba el ambiente y generaba pavor a quien la contemplase, a mí eso no me importó…
—Tu silencio revela que eres la culpable. ¡Te moleré a golpes! —Ya que ella solo permaneció parada como idiota, de cierta manera «mirándome», me abalancé hacia adelante y traté de golpearla con todas mis fuerzas.
Sintiendo el aire denso que impactaba contra mi ropa empapada de sangre ajena, y con mi puño contra el viento, golpeé en la cara a esa niña aterradora. Al hacerlo, no se sintió como si hubiera dado con algo sólido, fue más como si mi puño aún siguiera golpeando el aire.
—¿La atravesé? —Noté que literalmente mi puño había penetrado en lo más profundo de su cara o para ser más preciso, fue lo mismo que intentar golpear un holograma—. ¿Es que eres un fantasma?
Apenas dije eso, la entidad avanzó, ignorándome. Ella caminó hacia adelante, rumbo a mi ventana.
—¡¡¿Cómo osas a darme la espalda, rareza cadavérica?!! Voltea, extravagancia grotesca, ¡¡¿crees que te dejaré andar como quieras, haciendo y deshaciendo ante mi presencia?!! Óyeme, singularidad plañidera, ¡¡¿acaso no estás dispuesta a dar la cara para dejarme acabar con tu existencia, pávida extrañeza?!! —Todo mi ser se llenó de ira y pasión vengativa. Corrí y múltiples veces traté de golpearla, pero mis golpes solo la traspasaban, sin hacerle daño alguno.
Debido a la oscuridad y a que el piso estaba cubierto por una capa de agua y sangre, mientras tomaba impulso para dar un golpe, mis pies chocaron con el cadáver de mi hermana y me resbalé, cayendo así sobre su ensangrentado cuerpo. Mi gabardina se llenó aún más de sus fluidos.
En el suelo, me di cuenta de que mis manos temblaban, ¿qué era esa debilidad? En el suelo, me di cuenta de que una lágrima bajó por mi mejilla, ¿no había dicho que no lloraría la muerte de mi hermana?
El aparente fantasma finalmente llegó a mi ventana, y sin voltear en ningún momento, su brillante cuerpo espectral atravesó la pared. De inmediato sequé la lágrima y nuevamente exclamé que no lloraría, que no mostraría debilidad y definitivamente eliminaría a esa cosa.
Al levantarme, me asomé por la ventana y vi al fantasma caminando en el aire, como si hubiera un piso invisible. Mi cuarto estaba en el segundo piso, así que creí que ella caería tras atravesar la ventana. Finalmente, como si fuera algo normal, se detuvo justo en el techo de la casa del vecino del frente.
—¡Aaahgg! —Entonces me distrajo un grito que provenía de abajo.
Noté que el hijo del vecino de la casa de al lado (creo que el niño se llamaba Marcos), estaba en el patio de su hogar, él tomó un perol lleno de gasolina y vertió todo el contenido sobre su cuerpo, bañándose con el combustible. Posteriormente, con una sonrisa en su rostro, el joven tomó un yesquero y se prendió en candela. Entonces pensé mientras me dejaba llevar por la canción de la muerte: «Qué lindas llamas. Brillante manera de despedirse de este mundo. Tengo envidia».
Luego percibí que la vecina religiosa de la casa a mi izquierda (creo que se llamaba Margaret), con valentía se acostó de espaldas en el suelo, tomó una piedra pesada y la cargó sobre su cabeza, luego dejó caer la piedra, partiendo así su cara. Y regó con su sangre la grama de su jardín. «La sangre debe ser nutritiva para las plantas. Ella dejará esta vida aburrida aportando los nutrientes de su cuerpo a la naturaleza. Qué buena gente. Tengo envidia». Pensé, mientras la genial mezcla de sonidos a capela sonaba en mi cabeza.
El espectáculo no había finalizado; admiré cómo otro vecino (llamado Luis), tomó una soga, ató un extremo en su cuello y el otro lo ató en el parachoques trasero de su camioneta. Poniendo un ladrillo sobre el acelerador, la camioneta aceleró bajando por la vía, eso mientras Luis corría en dirección contraria. Cuando la cuerda acabó, el cuello de Luis hizo un espectacular «Krack», a la par que su cuerpo salió disparado hacia atrás. «Ni en el circo he visto trucos tan buenos. Me gustaría intentarlo algún día. Tengo envidia». Pensé, a la vez que tenía ganas de tirarme por la ventana.
—¡Altoooooo! ¡No volveré a caer! —Justo cuando estaba por suicidarme tirándome por la ventana, mi potente fuerza de voluntad me hizo volver del poder hipnótico causado por aquella canción maldita. De no ser porque ya había adquirido conocimiento de su peligrosidad, hubiera muerto.
Entonces, cuando pude recuperar totalmente la compostura y la canción sonaba con menor intensidad, fue cuando me di cuenta de la locura que se había armado frente a mis ojos.
—Esto… esto ya es demasiado. —Mis ojos se achicaron, pues percibí que un montón de gente se suicidaba de diferentes y siniestras maneras. No todos estaban siendo afectados por esta locura, había personas quienes resistían y trataban de ayudar a los que enloquecieron—. ¿Cuál es la magnitud de esta canción? ¿En cuántas mentes suena?
Antes había creído que esa canción triste, solitaria y maligna sonaba solo en la cabeza de mi hermana y la mía, pero por lo visto, no era así.
La escena en la calle era desagradable y la vista en mi habitación era peor. Así que, conteniendo mis ganas de vomitar y tratando de resistir el choque mental causado por lo que había visto, tomé mi celular y rápidamente salí de casa. Afuera noté que la niña llorona desapareció del techo de antes y apareció varios metros más delante de la carretera, como si me esperara.
Cada vez que me acercaba al «fantasma», este desaparecía y reaparecía más adelante justo por mi camino. No sabía por qué lo hacía, pero supe que era conveniente tener cerca al objetivo de mi venganza.
—Después te dedicaré algo de tiempo, pútrida mocosa anoréxica. ¡Por ahora tengo que ayudar a mis amigos! ¡No permitiré que sus vidas sean deshonradas en este mundo! —Dije, mientras corría colina abajo, rumbo a la ciudad central. Me esforcé por no mirar a los lados y no oír los cientos de gritos de pavor—. Por favor, contesta…
Entonces, cuando corría, tomé mi teléfono y llamé a Lucy, pero ella no respondió. Luego llamé a Leo, repicó varias veces, pero no hubo respuesta. Recordé que él vivía con su abuela y tenía su número, así que la llamé.
—Aló, ¿alóóóó? ¿Quién es a esta hora? ¿Usted sabe lo que está pasando?, —respondió la anciana.
—¿Resuena la canción? —Le dije—… No importa, no se deje llevar por esa melodía maldita. Por favor, ¡páseme a su nieto!
—¿Usted también lo «oye»? Por Jesucristo, ayúdame, señor.
—¡Apresúrese, vejestorio, páseme a su hijo!, —exclamé debido a que la estúpida vieja hablaba lento y no captaba la gravedad de la situación.
—D-dame un momento, no te oigo bien… Hay mala señal. Leo… Leo… te llaman por este aparato. ¿Leo? —Por mi teléfono pude escuchar que la señora tocó un par de veces la puerta de la habitación de Leo, y ella siguió tocando y tocando y jamás hubo respuesta—. H-hijo, ¿¡qué estás haciendo?! Voy a entrar… ¡Aaaaaaaaaaaahhhhhgggggggg!
—¿Qué ocurre? Señora, ¿señora?… ¡Señora! —Logré escuchar que la anciana abrió la puerta y después de eso expulsó un grito escalofriante. Seguí hablando por teléfono, pero…— ¿Se cayó la llamada? ¿Qué habrá pasado? ¿Qué vio esa mujer? —Sudé frio, tomando en cuenta la situación, dejaba poco a la imaginación lo que pudo pasarle a Leo, quien era de mente débil.
Traté de volver a llamar, pero la señora nunca más respondió. Después llamé a Daniel y Dafne, tampoco contestaron. «¿Qué demonios les pasa? ¡¿Para qué tienen teléfonos si no tienen la inteligencia para saber cuándo contestar?!». Rugí en mis pensamientos, y mi cabeza palpitó debido al estrés acumulado. Y entonces, la canción empezó a sonar con mayor intensidad.
—¡Nooo! Soy el gran Athan Ambrosia, definitivamente no me dejaré influenciar con esta lamentable canción. ¿Puede un mero fantasma matar a alguien supremo como yo? ¡No! ¡Yo te mataré! —Grité cuando corría y señalé a la niña funesta que me esperaba más adelante, en medio de la carretera.
Mi plan consistía en al menos alcanzar la casa de Lucy y evitar que ella se mate. Lucy también era de mente débil, la apreciaba como mi amiga y yo le debía una, pues durante el «Periodo Indeterminado» ella dio su vida a favor mío, por lo tanto, yo debía salvarla.
—Un momento… Ahora que lo recuerdo, ¡debo contactar con esos mediocres de la PSP! —Había estado tan ajetreado con toda la situación, que me había olvidado de que en la tarde contacté con aquellos individuos fanáticos de lo paranormal—. ¡Me pregunto si estarán disfrutando esta noche tan fantasmal, idiotas!
Tenía el número de ellos guardado en mi celular, así que busqué el contacto y justo cuando estaba por llamarlos, casualmente ellos me llamaron.
—¿A-Athan? Dime que eres tú… L-la situación es terrible, wey. —Escuché la voz chillona de Lyra. Sonaba perturbada. Probablemente ella estuvo viendo ciertas atrocidades y se traumó. Sin embargo, su llamada me sorprendió, ¿podía Lyra soportar los efectos de la canción?
—En efecto, ese soy yo. Vaya, vaya, supongo que, si me llamas, es porque está pasando algo caótico a tu alrededor que fácilmente podrías relacionarlo con un «fin del mundo» del cual nadie me creyó. ¡Ja! Ahora di un millón de veces: «soy una grandísima imbécil por no oír a Athan».
—Lo si-siento. Tenías razón. Pero no lo digas así, yo… yo te creí a medias. Actualmente n-no tengo dudas, confío en ti y en tu poder. Solo para confirmar: ¿algo raro suena en tu cabeza y algunas personas a tu alrededor se están suicidando? —Su voz estaba cargada de angustia.
—Sí, y creo saber qué es lo que lo provoca. Tal vez te derritas de alegría o te mueras de miedo cuando lo sepas, ya lo veremos: Una niña de aspecto fantasmal apareció llorando en mi habitación. Si lo piensas, una canción triste más una niña llorona que se me manifestó de repente, ¿casualidad? No lo creo; probablemente ella sea la causa de esta locura. —Era asombroso que, pese a todo lo que estaba pasando, podía mantener mi mente en orden.
—Esa descripción… ¿Podría ser un…? No, no lo creo. Esas existencias no deberían tener el poder suficiente para causar este caos… Perdón, te estaré confundiendo. Este es el nuevo fin del mundo, ¿ya no es una estrella ni un agujero negro, sino una niña que está haciendo enloquecer al mundo entero? Tuvimos suerte.
—No pongas palabras en mi boca, mujer tabla. No he dicho en ningún momento que este sea el fin del mundo, ¿por qué lo dices así? ¿Y a qué te refieres con «tuvimos suerte»? —Me pareció rara su afirmación.
—Deberías ver las redes sociales; han subido publicaciones sobre muchos suicidios por todo el país. Por lo que dices que ocurrió en otros bucles, lo mismo debe estar pasando en todo el mundo. Es por eso que digo que hemos tenido suerte. ¿No sabes lo que significa?
—No, ¿de qué estás hablando? —Tenía un mal presentimiento.
—La humanidad no puede sobrevivir a un agujero negro o a una estrella que orbite cerca del planeta, pero esta vez es distinto, este es un fin del mundo del cual es posible sobrevivir y detener, solo debemos exterminar al causante de toda esta muerte: aquel «Lumínico», o eso especulo que es.
Me detuve en seco al oír eso, pues respiraba aceleradamente por tanto correr, pero lo que me sorprendió más fueron las lógicas palabras de Lyra. Lo que dijo era verdad, por lo visto esta vez el fin del mundo ocurrió aproximadamente dos horas antes, y comparado con las aniquilaciones pasadas, esta vez era un enemigo posible de derrotar.
—No fastidies… —me puse pálido, mi corazón latía con tanta fuerza que creí que explotaría, incliné el trozo y me agarré las rodillas mientras trataba de recuperar el aliento—. ¡Aaahg! ¡No fastidies! —Rugí en desgracia.
No todo era color de rosa, suponiendo que destruyamos a este poderoso fantasma y salvamos el mundo entero, ¿entonces que quedaba de mi hermana muerta? Debía tomar una decisión: Exorcizar a la niña llorona, posible causante de toda la locura, y salvar el mundo; o morir para volver en el tiempo, recuperar a mi hermana y apostar a que tocase otro fin del mundo fácil de superar —por lo tanto, muriendo varias veces durante el intento—. En base a esto, si optaba por lo primero, eso involucraba un…
—Sacrificio… —Y yo odiaba los sacrificios, tal y como le expresé a Lucy hace tiempo—. ¿Qué debería hacer? ¿La humanidad o mi hermana?
La humanidad era más importante y ya que existía la incertidumbre sobre la forma en la que funcionaba mi poder, apostar todos mis esfuerzos por obtener la victoria en este bucle sería lo mejor.
«No debo pensarlo tanto: ya me decidí. Mataré a ese fantasma y luego…». Pensé. Apreté con fuerza mi puño y me preparé para seguir avanzando. Movilicé mi mente, dejé de lado las molestas emociones y tomé una decisión velozmente. Sabía bien lo que debía hacer. Así de increíble era.
—¿Me oyes? ¡Dios, ya no soporto este ruido en mi cabeza! Estoy harta de esta muerte. —Vía telefónica, en el fondo se podía escuchar un alboroto, Lyra debía de estar en la ciudad y ahí el caos debía ser mucho peor—. Dios, Athan, ¿el Lumínico aún está cerca de ti?
—¿Lumínico? ¿El fantasma? Si es así, ella está varios metros delante de mí, como si me esperara, acechara o me llevara a un sitio… ¡No lo sé!
—Perfecto… ¿En dónde estás? Miguel y yo vamos de inmediato a donde sea que estés. ¡Trata de no morir!
—Solo no hay que dejarse llevar por la canción; se requiere de una mente fuerte como la mía para ello. Eso de no morir les aplica a ustedes…
—Wey… No fanfarronees tanto. Dime rápido en dónde estás, que voy para allá. —La boba de Lyra había perdido la paciencia.
—Voy bajando por la vía que lleva a las residencias Nueva Mañana. Si vienen, nos encontraremos en el camino.
—Bien, no estoy tan lejos. Llegamos dentro de unos minutos. Cuídate.
Al finalizar la conversación con Lyra, seguí tratando de comunicarme con mis amigos a la par que corría por la no muy segura bajada. Desde lejos se podía apreciar la brillante ciudad. Se podía ver humo por todos lados y desde la distancia se escuchaban los sonidos de un montón de sirenas. Era tonto tratar de imaginar el nivel del caos que debía estar ocurriendo allí.
Lo que más me inquietaba era que la niña fantasma no dejaba de estar cerca mío, desde que salí, ella no había tratado de acercarse o atacarme de alguna forma. Simplemente seguía avanzando según yo me le acercara, y si me detenía, ella también paraba, sin hacer nada.
Debido a que estaba distraído viendo a ese espeluznante ser apareciendo sobre los árboles, o vallas o sobre los postes. No percibí que había una piedrita en medio del camino, di un mal paso y entonces…
—¡Uulp! —Me caí de boca y mi celular se estampó contra el suelo partiéndose la pantalla—. ¡¿Otra vez tú, roca saboteadora?!
Durante el «Periodo Indeterminado» había pasado algo muy similar, de hecho, tal parece que me tropecé con la misma roca de aquella vez. Siguiendo el mismo patrón, al levantarme y sacudirme el polvo, tomé la roca y la lancé tras quejarme un motón. Tras esta acción, la canción sonó con mayor intensidad, pero me di varios golpes en la cabeza y no me dejé llevar.
Y justo en ese momento vi una figurita que subía por la misma acera que yo. Por suerte, el fantasma estaba sobre un árbol y esa persona no lo habrá percibido; no oír un grito era prueba de ello. El caso era que verla acercarse causó que una sonrisa se dibujara en mi glorioso rostro.
—¡Athannnn! —Apenas la chica me vio, corrió y yo corrí y hacia ella. Entonces, la chica, Lucy, se abalanzó invadiendo mi espacio personal y me abrazó con alivio—. ¡Estás bien! ¡Me alegro de que estés vivo! ¡Gracias! —Lágrimas se acumularon en sus ojos. Yo me había quedado tieso, dudando sobre corresponderle el abrazo, ya que me parecía demasiada cursilería.
«No, ella lo merece». Pensé, y opté por hacer algo que creía improbable: corresponderle el abrazo. Al hacerlo, sentí algo extraño e inesperado, mi corazón acelerado estaba disminuyendo sus palpitaciones, la presión en mi cabeza atacaba con menos fuerza y una ¿emoción?, brotó, ¿me sentía aliviado? Esa rara emoción relajó mi cuerpo y mi mente afectada por todos los sucesos recientes. ¿Por qué ese abrazo de Lucy causó tal efecto? ¿Será porque era un deleitante calor en esa fría noche? No lo sabía.
—¿Tú…? ¿Tú ibas hacia mi casa? —Le pregunté.
—Sí. Esto… —Todo su cuerpo temblaba, y percibí que no estaba bien, tenía un miedo auténtico—. No sé si tienes ideas de lo que pasa, pero… algo malo, muy malo está sucediendo. Debes venir conmigo, te ataré en una silla y cubriré tu boca. Sé que suena raro, pero por favor, ven.
—¿Qué? Ah, ya veo… —Dejé de abrazarla y mi mirada afilada se enfocó seriamente en ella, pues al principio su comentario me pareció fuera de lugar—. Quieres hacerme todo eso para evitar que me suicide, ¿no?
De hecho, era una solución bastante inteligente si querías sobrevivir a este fin del mundo: aún si la canción de la muerte dominara mi cabeza, si estaba atado y con la boca neutralizada para evitar que me mordiera la lengua, no habría manera alguna con la que pudiera suicidarme.
—Eso mismo… Perdón por pedir algo tan vergonzoso. Ven conmigo. —Ella me tomó de la mano y trató de llevarme hacia su casa.
—¿Con quién crees que hablas, plebeya…? ¿Me tomas por un sinvergüenza? —Dije, mientras recordaba la cálida satisfacción que Lucy me proveyó, valoraba eso y por ello debía regañarla: — ¿Y qué hay de ti? ¿Quién te ayudará a ti? ¡¿Jeh?! Esa expresión en tu rostro es fácil de leer: Yo no soy tu única preocupación, ¿cierto? Después de atarme, te irás sola a otro lado, posiblemente tratando de ayudar a los demás como la propia tonta, sin importarte dar tu vida, ¿no? ¡No lo soporto!
—Yo… Lo siento. No puedo evitarlo… Esos gritos… Los gritos —El miedo se dibujó en todo el rostro de Lucy, se agachó de cuclillas y se tapó los oídos, como si algo la traumara—. Los vi… Yo los escuché… S-se mataban a sí mismos… Yo… traté de ayudar pe… pero… ¿Y si mejor me mato?
Inmediatamente le di un golpe fuerte en la cabeza y agité varias veces su cuerpo. La mente de Lucy se debilitó y esa debilidad permitió que la canción de la muerte influenciara en ella. Entonces me pregunté: «¿Cómo pudo sobrevivir hasta ahora?».
—¡Oye! ¡Reacciona! No te dejes llevar, tonta… —Trataba de sacar a Lucy de su trance, por suerte, no había ningún objeto cercano que ella pudiera usar para suicidarse; pero, si subía algún vehículo por la carretera, ella podría abalanzarse y matarse, es por eso que me aseguré de sujetarla con fuerza. Sin embargo, no funcionaba—. Esto es muy de cuentos de hadas, pero tendré que intentarlo. —Se me ocurrió una loca idea.
Si esta canción maldita se aprovechaba de la debilidad emocional de Lucy —que para mí era un tipo de problema mental—, entonces si usaba una emoción más fuerte podría sacarla de su locura. Me agaché de rodillas, tomé con delicadeza su mano derecha y como si fuera un caballero sagrado, besé su mano. Tras esto, Lucy pegó un brinquito, se encogió de hombros y toda su cara se sonrojó. Sorprendentemente, darle ese beso funcionó.
—¡¿Eh?! ¿Qu-qué acaba de pa-pasar?… —ella preguntó, como perdida de mundo—. Esta posición, mi mano en las tuyas y tu pose… ¿podría ser que tú…? —Lucy se sonrojó más al deducir lo ocurrido.
—Deberías agradecerme, pero no te lo tomes como algo muy especial. Lo hice solo para sacarte del trance, después de todo, eres solo una plebeya… Una que me importa mucho. Yo estoy ante ti y te brindaré mi bendita ayuda. Veo que tú quieres salvar a alguien y pensabas hacerlo sin mí. ¡¿Cómo te atreviste a tomarme como una carga?! Solo debías pedirme ayuda… Quiero decir, ahora mismo sé cómo salvar el mundo. No confiar en mí es lo mismo que no tener cerebro. Por eso, Lucy, no te atrevas a dejarme de lado tal y como sugeriste. Ahora dime, ¿quieres que te ayude?
—Yo… Me disculpo. Mi intención no fue hacerte ver como un inútil. Uhm… solo no quería que te pasara algo malo, eso es todo… Pero bueno, eres muy testarudo. Confiaré en ti entonces: Sí, necesito tu ayuda.
—¡Magnífico! Ya empiezas a entender. No son los humanos quienes deben ayudar a Dios, es Dios quien ayuda a los humanos; es por eso que te ayudaré. Bueno, fácilmente puedo imaginar que nuestro objetivo es el mismo.
—¿El mismo? —Lucy ladeó la cabeza y se llevó un dedo al labio—. Es que, antes de que se me apagara el teléfono, recibí una llamada de mi padre… Él, él está en peligro… No tengo ni idea de en dónde está.
—¿Una llamada? Luego me cuentas los detalles. Por ahora, ¿quieres saber cuál es el peligro actual? Es probable que tu padre esté siendo afectado por el mismo, pero si lo eliminamos, puede que esté bien.
—¿Eh? Creo que no entiendo…
—Mira ese árbol…
De inmediato señalé el árbol donde estaba la niña llorona, la cual solo estaba parada. Daba la ilusión de que su cabello a juego con su bata blanca estaba siendo llevado por la brisa nocturna.
—Otra vez ella. —Lucy dirigió su mirada a donde señalaba y al ver a la niña, reaccionó con calma. Creí que botaría un grito al ver semejante espanto.
—¡¿Ja?! ¿La habías visto antes? —Rápidamente me acerqué, agarré sus hombros y la sacudí un poco.
—Apareció en mi cuarto hace varios minutos y me dijo una sola palabra: «Tú padre», eso es todo. —Sentí un escalofrío cuando la escuché. Estaba ocurriendo algo muy raro en este bucle, ¿cuál podría ser la explicación?
—Interesante… Creo que ella trata de llevarnos a algún lugar. Opino que, si la seguimos, sabremos algo de tu padre. Fíjate, vienen a buscarme unas personas, iremos con ellos para solucionar esto, ¿de acuerdo?
No podía ser una coincidencia que aquel fantasma mencionara al padre de Lucy justo cuando este la llamó pidiendo ayuda. La PSP y yo también queríamos eliminar a la niña fantasma. Por lo tanto, resultó ser que todos nuestros objetivos eran los mismos.
—Increíble, ¿cómo puedes estar tan preparado? —Lucy notó que yo tenía demasiada ventaja sobre una situación que para ella fue inesperada e inició hace menos de treinta minutos.
—Porque puedo viajar en el tiempo… —Confesé, hablando claro y sin duda alguna.
—¿Puedes viajar en el tiempo?… —Lucy se quedó en las nubes, pensando en lo que dije. Su cara se arrugó con una confusión rara y se llevó las manos a la cabeza, como si le doliera algo.
—¿Lucy? —Pregunté.
—Lo siento, no es nada. Solo me pareció increíble que tuvieras un poder tan genial, es ideal para ti, Athan. —Lucy volvió y mostró lo que hasta ahora no había enseñado: una cálida sonrisa y aplaudió una vez. No sabía si fue condescendiente o de veras me creyó con facilidad. Ella hace unos momentos estaba que se moría del miedo, pero parece que interactuar conmigo la calmó un montón.
Al final, ella dijo:
—Andando.
Y así, continuamos bajando por la solitaria y tétrica calle. Cuando elevé mi vista hacia el cielo, vi que la luna llena fue ocultada por una capa de nubes que no parecían tener fin. Me pareció raro, ya que no había mucho viento.
Cuando bajé hasta cierto punto, apareció una furgoneta que fácilmente pude reconocer, era la PSP. Tras presentar a Lucy y organizarnos, inició el plan para exorcizar a la niña fantasma. La cual, se alejaba cada vez que nos acercábamos. Llegó un momento en el que empezó a dirigirse a una ruta diferente a la esperada, con eso se confirmó que nos guiaba a algún lugar.
Pasó el tiempo, el vehículo aceleraba por una carretera recta. Miguel era el hábil conductor. Debíamos estar atentos a que ninguno de nosotros se dejara influenciar por la canción de la muerte, sobre todo el conductor. La clave para resistir residía en no concentrarse mucho en la letra incomprensible, o distraerse dejándonos llevar por las emociones.
La gran cantidad de suicidios que debían estar ocurriendo se debían a que muchos eran ignorantes y, naturalmente, algunos entraban en pánico u otros trataban de hallarle un significado a esa fúnebre voz que cantaba en sus pensamientos, ¡un grave error!
—¡Me encanta esta mierda, joder! ¡Jajajaja! Tenía años desde que no tenía un encuentro paranormal de este calibre, —exclamó Miguel con entusiasmo. Él se refería a la entidad que lloraba delante nuestro. Al principio creí que tanto Lyra y Miguel mostrarían algo de pavor al verla, pero más bien estaban fascinados. Bueno, eso era obvio, pues de esto se trataba su trabajo.
La entidad terminó llevándonos a una carretera que servía de atajo para llegar a un extremo de la Ciudad de los Libertadores. Yo solía usar este camino si quería llegar más rápido a la casa de Dafne.
En lo relacionado con la naturaleza de esta entidad, Lyra y Miguel, quienes se suponían que sabían del tema, eran misteriosos con la información que querían proporcionar. Lyra se limitó a explicar que esta entidad posiblemente era un Lumínico, un ser más temible que un espectro. Ella jamás había visto uno y eso se debía a que estos no deberían existir más allá de la leyenda escrita en un libro que hablaba de seres de otros mundos.
—¿Y cómo podemos matar a esa fea? —Hice esa pregunta. Saber más información sobre esa asquerosa no era mi interés del momento, más me importaba realizar mi venganza.
Apenas hice la pregunta, Lyra chasqueó sus dedos para luego señalar una de las tantas espadas envainadas que decoraban la pared del vehículo.
—Usaremos la Cimitarra Olvidada de la Guerrera Madila. Se dice que fue el arma que la jefa de la resistencia indígena le robó al Gran Libertador. Aunque claro, mi arma es una de las tantas réplicas, pero su acero también fue bañado con la sangre de los invasores españoles —contestó Lyra. Cuando ella se animaba a dar una explicación más amplia, sus descripciones eran confusas y generaban más preguntas que respuestas.
—¡¿Ah?! No entendí nada. ¿Acaso te dio Chūnibyō?
—Te hablo de las fábulas antiguas que nacieron en este estado. Hay verdad mezclada con la ficción. No sé si en realidad a esta cimitarra la usaron en un ritual en el que bañaron su hoja con la sangre de personas. Lo que sí es cierto es que su acero tiene el poder de devolver a las fuerzas malignas a sus moradas nativas. Puede que no sea efectivo contra una ser tan poderoso como ese Lumínico. La única manera de comprobarlo es intentando destruirla con esta espada, kijijijijijijijijijijiji… —Ella se acomodó sus lentes cuadrados. Su risa de maga resultó ser irritante en esta situación tan seria.
—Uhm… Parece que sabes mucho de las leyendas de nuestro país. Al mirar a ese fantas… Digo, Lumínico, pienso en la leyenda de la Llorona, ¿podría ser que…? —Agregó Lucy.
—Es una teoría interesante, sin embargo, la Llorona es un espectro.
—Oigan, oigan. ¿Qué hace ese? —Miguel cortó la conversación, a la par que escupía un cigarrillo de su boca. Su voz desesperada nos alertó a todos, así que, caminando en la cabina, nos acercamos por la parte trasera del asiento de conductor y miramos por el parabrisas.
—¡Cambia de carril! —Grité. Mis manos empezaron a sudar.
Entramos en pánico de repente ya que vimos un camión que se aproximaba velozmente en dirección contraria a la nuestra. El problema era que el camión venía por el carril equivocado. Miguel se enojó al ver a semejante conductor imbécil. Creyó que ese sujeto en algún momento se daría cuenta y se metería en su carril correspondiente, pero no lo hizo. Por lo tanto, Miguel giró el volante y se metió en el carril izquierdo, intentando evadir.
—¡¿Pero qué…?! Tch. —El otro vehículo siguió los movimientos de Miguel y también se giró al carril izquierdo. El camión estaba a varios metros delante de nosotros, ya que íbamos por una larga línea recta, pudimos verlo a la distancia, sin embargo, si ambos vehículos no lograban ir por sus carriles correspondientes, un choque ocurriría…
—¡Vuelve a tu vía, incompetente! —La adrenalina fue disparada en todo mi cuerpo. Reaccioné, salí de la cabina y brinqué hacia el asiento del copiloto, luego traté de tomar el volante ya que el tonto de Miguel tardó en escucharme.
—¡Deja, mocoso ladilloso! ¡No me digas cómo manejar, chaval! —Miguel refunfuñó y empujó mi mano. Luego bajó la velocidad y se metió en el carril derecho. Entonces, el conductor del camión hizo lo mismo de antes y nuevamente quedó frente a nosotros, y descaradamente aumentó la velocidad. La tensión aumentó. La intención del otro sujeto era obvia, ¡él quería chocar!
—¡¡¡Miguel, haz algo!!! —Llena de pánico, Lyra chilló.
La distancia se acortó, todo ocurrió rápido. Aún si Miguel trataba de evadirlo de alguna forma, el camión bloquearía el paso más adelante. La carretera solo tenía dos carriles y no era muy ancha, para colmo, a los lados había un montón de árboles y postes. Dar la vuelta tampoco era una opción ya que tomaría mucho tiempo.
Miguel afincó su mirada hacia adelante, desprendió una mano del volante y la dirigió a la funda en su cinturón; antes de darme cuenta, la mitad de su torso se encontraba entre la ventana, una pistola 357 Magnum estaba en su mano izquierda y esta apuntaba hacia el chofer del camión, entonces…
—¡Espe…! —Lucy llamó y trató de evitar que Miguel disparara, pero, sin siquiera darle el tiempo para parpadear, el potente rugido de un arma disparada silenció su habla.
La bala cortó el aire, a una velocidad imperceptible para el ojo humano, reventó el parabrisas del camión y penetró la cabeza del chofer haciéndole un hoyo en la frente, posteriormente, su sangre salió a chorro, cubriendo así toda la cabina de conductor con su sangre. El camión perdió el control y se salió de la carretera, impactando a gran velocidad contra un árbol.
Por otra parte, el camión había quedado demasiado cerca y a Miguel le costó maniobrar. La parte delantera de la furgoneta rozó el furgón trasero del camión, y nuestro retrovisor se partió, tan solo unos centímetros más y hubiéramos tenido un choque. Tras pasar el camión, la furgoneta hizo varios zigzags por la carretera, pero Miguel con habilidad estabilizó el vehículo.
—¿Po…por qué lo hiciste? ¿Por qué mataste a ese hombre? ¡¿Es que usted no le ve el valor a la vida?! —Expresó Lucy, indignada. Sus ojos se aguaron y sus labios titubeaban.
—Detente, Lucy. —Fui yo quien respondió—. Ese hombre fue influenciado por la canción de la muerte y trató de suicidarse chocando contra nosotros. De no haberle disparado, ahora mismo todos estaríamos muertos.
—E-eso no… —Lucy se llevó la mano al pecho con tristeza, y se quedó en silencio, tragándose sus palabras.
—Y-yo… yo he matado a una persona… —Entonces Miguel habló con la voz entrecortada. Él aún seguía manejando, más lento que antes. La cosa era que parecía confundido y una expresión de arrepentimiento se mostró en su rosto. Miguel actuó por puro instinto de supervivencia, mató a un humano y ahora se estaba dando cuenta de su pecado; su conciencia debía de estar torturándolo y eso, en esta situación, era lo peor que podría pasar.
—Oye, oye… ¡concéntrate!… Un momento, no me digas qué… —Noté que Miguel agitaba el volante de una forma extraña y no tenía puesto sus ojos en la carretera. El shock por su pecado causó que la canción de la muerte dominara su cuerpo. Por lo tanto, reaccioné, tomé el volante intentando estabilizar el vehículo a la par que agitaba a Miguel para que volviera—. ¡No escuches la canción! ¡Piensa en tu fascinación por el fantas…!
El arma aún estaba en la mano izquierda de Miguel, de pronto, su cañón apuntó la sien de su portador y entonces…
—¡Nooooo! —Bramó Lyra tratando de apartar el arma, pero la velocidad humana jamás podría igualar la rapidez de la bala que se metió en lo más profundo del cerebro de Miguel. Nuestro chofer se voló los sesos, en consecuencia, el vehículo se fue hacia un lado y colisionamos contra un árbol.
El air back salió disparado, pero no fue suficiente para amortiguar el violento golpe que me di en la cabeza. Después, con mis ojos cerrándose poco a poco, la canción de la muerte fue cantada, y se cantaba cada vez más… Y luego la oscuridad tomó toda mi conciencia.
Estaba cansado, deseaba ponerle un punto final a toda esta situación. Parar el fin del mundo era mucho más agotador de lo que creí. Por eso, quería que mi mente permaneciera siempre así, sin ser perturbada y en relajante oscuridad. No obstante, mi conciencia volvía, y mis oídos captaron ruidos.
—¡Athan! ¡Athan! Por favor, despierta, ¡despierta! —¿De quién era esa voz? A mi mente le costaba procesarlo.
Mis ojos se abrieron, mi visión era borrosa, pero se fue recuperando exponencialmente. Lo primero que observé fue la cara angustiada de Lucy, quien tenía sangre manchando su suave rostro, mancillar de tal forma su lindura era una herejía. Como siempre, ella parecía más angustiada por la condición de los demás que la suya. Lucy me atendía en el suelo y hacía de todo para que me recuperara por completo.
Capté que estaba acostado boca arriba, aparentemente sobre el asfalto. Antes había estado dentro de la furgoneta, ¿quién me había sacado?
Entonces, sin darme tiempo de pensar, una gota de sangre cayó justo sobre mi ojo, tiñendo así de rojo mi visión. Creí que la sangre fue salpicada del rostro de Lucy, pero luego me di cuenta que había caído desde muy alto; después cayeron varias gotas, resultó ser mucha sangre que bajaba del cielo.
Vi que las nubes brillaban en carmesí, como si nebulosas del espacio hubieran venido a nuestro mundo. Había miles de estas nubes tormentosas y cubrían casi todo el cielo, sin embargo, había un espacio donde se le permitió a la luna mostrarse, era una luna escarlata.
—¿Qué… sucede? —Al fin mi boca pudo articular. Para este punto ya había recuperado casi todos mis sentidos y me había dado cuenta de que literalmente caía sangre del cielo: ¡Era una lluvia de sangre! ¡Manifestada como gotas cayendo a cántaros, sangre que teñía el suelo con el color de la muerte! De inmediato me levanté, me llevé la mano a la cabeza debido al dolor y me sacudí tratando quitarme la pegajosa sangre pegada en mi piel.
—Cálmate, Athan. —Lucy rodeó sus brazos por mi torso e intentó calmarme. No importaba lo que hiciera, la sangre no paraba de pegarse a mi cuerpo. Era lo mismo que intentar no mojarse estando bajo una lluvia normal.
—¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?! ¡¿Por qué cae sangre del cielo?! —Giré, miré hacia adelante, y allí estaba la niña llorona, inmóvil—… Esto debe ser obra suya, esa maldita.
Aparté a Lucy y corrí hacia la furgoneta, cuya parte delantera había sido destruida debido a la colisión contra el árbol. Entré por la parte lateral, en búsqueda de la cimitarra. Ahí dentro vi a Lyra.
—Er-eres tú… Me alegro de verte bien. —Habló Lyra, se hallaba detrás del asiento de conductor, abrazando por atrás el cadáver de Miguel y con una mano libre acariciaba el pelo azul de él. Lo que más me impactó fue la mismísima condición de Lyra.
—Qué… ¡¿qué te pasó?! —Pregunté con dificultad. Lyra tenía la piel anormalmente pálida y su cuerpo se veía más delgado de lo normal, o para ser más específico, parecía chupado, ¡como si la sangre de su cuerpo se estuviera drenando!
—N… No te preocup-es por mí… Tom-a el arma, ¡corre! Salva el mundo. Yo… llegaré hasta aquí. —Parecía que Lyra trataba de llorar la muerte de Miguel, pero tal vez se había secado de tanto sollozar. Lyra misma parecía una planta marchita, su cuerpo perdía su elemento clave para la vida. Lyra tenía varios cortes visibles, pero era ridículo pensar que con esa acumulación de pequeñas heridas perdería tanta sangre de manera que se viera tan «espichada», por lo tanto, su anemia extrema se debía a algo más. Me dolió verla así, pero no había nada que pudiera hacer.
—Gracias… Fuiste tú quien nos sacó del vehículo y nos puso a Lucy a mí en un lugar seguro, ¿verdad?
—Es-estuviste ho-horas inconsciente, ¿cómo pudiste saberlo?
—Lo sospeché. Da igual, lo que sí es que te prometo que este no será el fin de tu camino; volverás a ver a Miguel y correrás junto a él, eso lo juro.
—No… p-por favor, no lo hagas… debes vivir. Mátala. Salva el mundo. Debes aprovechar esta oportunidad. Pero, s-si fallas, la siguiente vez búscame y dime: «Litchie, ese es el nombre de tu enemigo», si lo haces, sin falta confiaré en ti y te reve-revelaré la verdad detrás del fin del mundo. —Los iris de Lyra fueron opacándose, derramando su alma. Perdió la fuerza de su cuerpo y, como si un vampiro hubiese chupado toda su sangre, murió por anemia. Sus últimas palabras me dejaron atónito, ¿qué sabía Lyra?
Desvié la mirada, me mordí los labios para evitar gritar y cerré con fuerza mis ojos para no llorar. No debía perder más tiempo, acepté la muerte de Lyra, busqué la espada y antes de salir de la furgoneta, Lucy apareció preguntando por la condición de Lyra. Hacerla aceptar su muerte fue difícil, pero al rato lo logré. Después, corrimos bajo la interminable lluvia de sangre, siguiendo al «Lumínico», este nos llevaba a algún lugar de la ciudad.
Mientras íbamos a tres cuadras para llegar a la ciudad, escuchamos el fuerte sonido de una turbina, al mirar hacia arriba, Lucy y yo vimos un avión volando demasiado bajo y este se estrelló contra un edificio en la ciudad.
—¡Cúbrete! —Gritó Lucy, quien se tiró sobre mí, arrojándome en el suelo para protegerme de la lejana explosión. A lo lejos se escuchó un poderoso estallido, las partes del avión salieron disparadas por todos lados, hileras de llamas recorrieron la calle y el suelo tembló. Por fortuna, nos hallábamos lejos del lugar de la colisión. Normalmente sentiríamos pánico por ver algo así, sin embargo, habíamos visto tantas cosas horrendas, que nos resignamos y continuamos con nuestro camino.
Existía la posibilidad de que el piloto del avión hubiera sido afectado por la canción de la muerte y por eso se estrelló. Sea como sea, la niña llorona nos llevó hacia la dirección en la que colisionó ese avión. La seguimos. Yo agarraba con firmeza la cimitarra, tratando de alcanzarla y cortarla.
Cuando entramos en la ciudad, donde fuera que mirásemos, había cadáveres y sangre regada. Algunos estaban cercenados, otros estaban pálidos por pérdida de sangre, otros chamuscados. Lo cierto era que, con semejante alfombrilla de cuerpos muertos, fuego, lluvia de sangre, cielo carmesí y escombros, la ambientación era terroríficamente apocalíptica. Fue un error subestimar al Lumínico, este resultó ser muy poderoso.
—¡Por fin das la cara, cobarde desquiciada! —Dije. Varios minutos después, al adentrarnos en la ciudad evadiendo el fuego y los despojos, la niña de aspecto funesto se detuvo al lado de un cadáver específico. Yo me hallaba a unos tres metros delante de ella, agarrando con dos manos y sin nada de gracia la cimitarra, preparado para enfrentarla.
—¿¡Por qué nos habrá traído hasta aquí?! —Lucy se posicionó al lado mío y preguntó. Entonces me di cuenta de algo, la mansión de Dafne estaba a un par de cuadras de este lugar, ¿será que había alguna relación? —Ya va… ¿ese es…? —Lucy no terminó de hablar, pues se tapó la boca con la mano y sus pupilas púrpuras se achicaron. Luego, ella trató de correr hacia la niña llorona.
—Oye, ¿qué haces? Es peligroso. ¡Estorbas! —Justo cuando iba a atacar, tuve que detenerme para frenar a Lucy. Dejarla enfrentarse al Lumínico era muy peligroso, además, solo yo tenía permitido vengarme.
—¡Mi padre! ¡Ese es mi padre! ¡Suéltame! —Lucy luchó tratando de liberarse de mi agarre, pero, agarrándola por la cintura, evité que ella hiciera algo descuidado.
—Ya veo… Así que ese es tu padre. —Percibí que el cadáver que estaba justo al lado del Lumínico era al que Lucy se refería. Tal parece que el pobre hombre murió tras perder todas las extremidades de su cuerpo, llegué a esa conclusión ya que el cadáver no era más que un torso, la cabeza y las demás partes estaban abajo, sirviendo como la base para ese muñeco diabólico—. Esa cosa es repugnante.
Si esto lo había hecho el Lumínico, probaba que de verdad era una existencia despreciable. ¡No podía permitir que siguiera existiendo!
Obligué a Lucy a que se quedara tranquila, ya no había nada que se pudiera hacer para salvar a su padre. Lucy intentaba llorar, pero las lágrimas no salían. Si sus emociones se exacerbaban aún más, la canción de la muerte podría influenciar en ella; por lo tanto, tuve que decirle que, aunque era duro, debía ser insensible, tenía que resistir; esa era la única manera de sobrevivir.
Lucy escuchó mis palabras, cerró sus ojos y confió en mí. Había creído que Lucy era muy débil emocionalmente, pero admití que me equivoqué, ella también podía ser fuerte cuando era requerido. Si en realidad fuera débil, Lucy se hubiera suicidado hace mucho. Simplemente Lucy era alguien muy amable, y eso no necesariamente significaba que fuera débil de mente.
—Confío en ti, Athan. Por favor, venguemos a mi padre. —Lucy pidió con determinación algo que creí inimaginable.
—Bien dicho, plebeya. Si lo dices con tal fervor, entonces no te decepcionaré. —Le sonreí con arrogancia. Había llegado mi momento de gloria. Tras decir eso, siendo llevado por una fugaz inspiración y sed de justicia, salté y blandí la cimitarra dibujando una curva en el aire. Su filo cortó el viento e iba en dirección a la cabeza de la niña llorona—. Aaaaaaaaaah.
Justo cuando la hoja iba a traspasar su cabeza, el brazo de ella se amoldó de una forma rara, como si fuera un holograma cambiando su forma, y su antebrazo derecho se convirtió en una espada de hueso. A diferencia del resto de su cuerpo, esta espada no brillaba y con solo ver su textura se volvió obvio que era un arma sólida. Entonces ella puso la espada diagonalmente, protegiendo su cuello. Mi cimitarra golpeó esa espada, y aprovechando la fuerza resultante, la niña llorona agitó con fuerza su arma hacia abajo.
—¡Kigh! —El poder fue tal, que me mandó a volar hacia atrás y mi caída fue amortiguada por un montón de cadáveres en el suelo. Yo no era ningún espadachín experto, ni siquiera tenía mucha masa muscular; sin embargo, tenía una mente tan superdotada, que con la gran cantidad de animes de pelea que había visto, pude imitar algunos movimientos, aunque no funcionó.
No me había dado por vencido, me levanté, hice sonar mis huesos y seguí atacándola, pero ella, como la cobarde que era, se limitaba a defenderse. Ese «combate» era un insulto para mí, como si se burlaran de mí; ¡tocando mi orgullo! Con mi ira aumentando cada segundo, mis ataques se volvían más veloces, pero no lograba alcanzarla.
Finalmente retrocedí y me posicioné al lado de Lucy. Luchar no era lo mío, por eso decidí poner a trabajar mi supercerebro, intentando idear alguna estrategia. Mientras recuperaba el aliento, pensaba.
—Ella ya está aquí. —La niña llorona habló y girando su cuello hacia un lado nos señaló con la cabeza a una persona que se acercaba caminando al lado de las llamas, ese individuo era…
—Dafne Cooper… —dije, y apreté mis dientes con fuerza debido a la incertidumbre. Sucedía algo demasiado extraño con ella.
—¿Eh? Dafne, ¡ella está bien! Es un milagro… —Lucy se emocionó al ver a Dafne con vida, como si fuera un rayo de esperanza en esta situación precaria. Pero Dafne nos ignoró y fue hacia la posición de la niña llorona.
—Escucha, ¡millonaria imbécil!, no te le acerques —Le ordené a Dafne, pero osó a ignorarme. Noté que el rostro de Dafne mantenía una expresión triste y no dejaba de enfocarse en la niña llorona, era como si se hubiese encontrado con alguien importante en medio del apocalipsis.
—Al fin te encontré —dijo Dafne. Después se tiró de rodillas, a pies de la niña llorona, y extendió sus brazos como si quisiera abrazarla. Lucy y yo nos sorprendimos y nos limitamos a mirar, aunque yo estaba en alerta, por si acaso, después de todo, Dafne era sospechosa de ser una asesina.
Dafne sucumbió a las lágrimas, estas no se podían ver debido a que se mezclaban con las gotas de la lluvia de sangre que caían en su cara, sin embargo, pude entender que lloraba por su expresión llena de lamento.
—Destruiste mis cadenas y permitiste que cumpliera mi sueño. Por eso dejaré que tus deseos se hagan realidad. —La niña llorona le dijo eso a Dafne y luego señaló el cadáver del padre de Lucy.
—No… Cometí un error. No quería esto, no quería. ¡Y-yo no deseaba que pasara esto! Que mataras a tanta gente y te convirtieras en una asesina. Creí que, al permitirte cantar tu canción, cumplir tu sueño, te liberaría, quería hacer eso por ti, para liberarte de tu soledad y fueras feliz, p-pero lo empeoré todo. Fuimos engañadas por… esa cosa… y ahora todos están pagando las consecuencias. ¡Lo… lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento!…
—Ya no llores más. Gracias por estar siempre ahí. Concederé tus deseos: te liberaré y te daré la eterna soledad. No nos encontraremos en el descanso eterno. —La niña diabólica alzó su «brazo-espada» y la punta señaló el cielo escarlata, pronto bajaría el arma y decapitaría a Dafne.
—¡¡¡DAFNEEEE!!! —Lucy gritó y de inmediato corrió hacia Dafne; sabía lo que iba a hacer, Lucy se abalanzaría, empujaría a Dafne y recibiría ella el ataque, sacrificándose por el bien de su amiga; y eso, ¡eso no lo iba a permitir! Yo también avancé a la par con Lucy, y con mi mano libre, la empujé, Lucy se desequilibró y cayó—. ¡¡No, Athan!!
—¡A ver si valoras más tu vida, idiotaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! —Exclamé hablando rápido a la par que corría; todo ocurrió en fracciones de segundos: no me detuve y seguí corriendo, usando el impulso para salvar a Dafne.
La espada de hueso blandida por la niña llorona bajó y, a solo centímetros de decapitar a Dafne, realicé una estocada perfecta que frenó la espada enemiga y al mismo tiempo la punta continuó hacia adelante hasta que logró atravesar el que se suponía que era el abdomen de la niña. Casi al instante, mi cimitarra brilló y la niña empezó a desaparecer.
—Esta será tu auténtica liberación —dije, satisfecho por cumplir con mi venganza. Dafne se quedó en shock, con una expresión anonadada y con sus ojos reflejando el brillo de mi elegante cimitarra delante de sus narices.
—A-Athan… —Dafne mencionó mi esplendoroso nombre.
—Ese soy yo. Espero que, tras verme en acción, hayas caído perdidamente enamorada de mí. Esa sería la reacción natural.
—Esa arma… ¡Ella está desapareciendo! —Dafne me ignoró, tal parece que no sabía que la espada tuviera el poder de exorcizar. Entonces, cuando notó que la niña llorona desaparecía, entró en pánico y trató de agarrarla, de abrazarla, de evitar que desapareciera, pero era lo mismo que intentar atrapar el viento con las manos, era en vano.
—Gracias… —Le dijo la niña a Dafne. Y por fin dejó de llorar; una sonrisa apareció en su rostro, por primera vez, esta cosa que yo odiaba y Dafne amaba, mostró una emoción positiva. Luego, perdiendo su brillo, desapareció, de la misma manera, la canción de la muerte concluyó.
—N-no te vayas ¡Nooo!… —Dafne se achicó en el suelo, lamentándose.
Quería poner una mano en el hombro de Dafne a modo de consuelo y decirle algo, no obstante, me detuve al darme cuenta de que algo estaba mal, y sentí como si tuviera fuego en el estómago. Alcé la vista hacia las nubes y gotas de sangre continuaron cayendo sobre mi cara. «¿Por qué no ha finalizado la lluvia de sangre?», pensé y sentí una puntada en todo mi cuerpo.
—Vaya, fui descuidado. —Entonces lo entendí, y me carcajeé en mi interior con locura, pues ocurrió algo obvio y no me había dado cuenta antes: la lluvia de sangre no cesó tras la destrucción de la niña llorona; y eso se debía a que ella era, al igual que la asesina del segundo bucle, algo adicional. El fin del mundo destinado nunca fue el ataque de esta entidad, sino esta misteriosa lluvia de sangre.
La auténtica lucha contra el fin del mundo apenas había comenzado.
Nota del autor: hola, quería comentarles que estoy bastante agradecido si leyeron hasta aquí. ¿Qué les está pareciendo la historia? Por favor, háganmelo saber en los comentarios.
Todavía falta mucho para que concluya la obra, este es el primero de muchos volúmenes. La cosa es que escribiré el siguiente volumen si noto que la novela está siendo apoyada. Me ayudarías mucho si comentas, compartes y, por supuesto, dejas tu estrellita.
Un saludo a todos, y recuerden: cuidadito con el fin del mundo 😀
Comments for chapter "8.0"
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