El cazador de elegidos - 10.0
Capítulo 10
Un día en el castillo
Parte 1.
El brillo blanco que accedía por la ventanilla de la lujosa habitación indicaba que probablemente eran las once de la mañana.
Ahora bien, en medio de aquel cuarto, Amaltea Vertengeir extendió su brazo y sus uñas bien pintadas de verde y rosa casi tocaban la palma de la mano de aquella niña que le invitaba a dar un paseo. Era impresionante que esa pequeña chica haya logrado convencer a Amaltea. No, dicho de otra manera, la Elegida aceptó por otra cosa, necesitaba ir a esa biblioteca. No obstante, estaba siendo muy apresurada y pronto las consecuencias de haber estado tanto tiempo en cama le afectarían.
Justo antes de entrar en contacto con Adhara, Amaltea sintió un peculiar cansancio en sus piernas.
—Qué raro… —dijo.
—Adha, adha. Adhara no saber qué pasa, ¿por qué chica pelo rosa detiene su mano de repente.? ¡Adhara estaba feliz porque ya saldría a pasear con chica rosa! Tata. —respondió Adhara.
La niña aún mantenía la mano extendida a fin de ayudar a Amaltea a subirse sobre su Arma Sagrada. Era todo un disparate pensar que un arma flotante que posee una empuñadura circular y cuatro hojas enormes se usase como un medio de trasporte. De hecho, ¿cómo diablos usaría la mocosa esa “cosa” dentro del castillo? Amaltea pensó en ello, pero ahora le estaba dando más importancia a su debilidad.
—Dime algo, niña tonta, ¿cuánto tiempo llevo dormida?
—Adha, adha… —La niña pausó, empezó a mascarse una uña y mirando al techo con una pose pensativa prosiguió—; uno más uno es dos… más uno más es tres… ¡Ah! Adhara ya recordar. Desde la última vez que amiga de Adhara despertar; Adhara creer que tres días ya pasar. Tata.
Amaltea frunció el ceño y bajó la cabeza pensando en su situación, al hacerlo se percató que vestía un atuendo distinto al que tenía la última vez que despertó —aquella vez que interactuó con el Rey—. Ahora tenía una bata blanca con un diseño elegante, sin embargo, al no tener ningún accesorio o decoración con forma de corazón; a Amaltea le disgustaba, un mero capricho.
—Que harapo tan horrible. —Agitó su cabeza, luego se llevó el dedo a la barbilla y dijo para sí misma—. Así que tres días. Cuando hablé con ese hombre, el Rey, mencionó que llevaba cuatro días desde que me encontraron… —Se detuvo a pensar y calculó tomando en cuenta los días que estuvo en la isla—. Quizás duré unos diez días en coma. Vaya, esta sí fue una estúpida pérdida de tiempo.
De repente el estómago de Amaltea rugió. La Elegida se sonrojó un poco apenada y se cubrió la barriga con el brazo.
—Adha, adha. Así que la madrastra de Adhara también le gusta hablar con ella misma. Ja, ja, ja —La niña empezó aplaudir, a reírse mucho y a dar brinquitos sobre su arma—. Amiga hambre tener; Adhara ofrecerle cualquier comida antes de ir a aburrida biblioteca. Tata. —La adorable niña se bajó de su arma y tomó las manos de Amaltea.
—No tengo claro de dónde sacaste eso de madrastra, pero será mejor que olvides esa despreciable fantasía, niñata. —Amaltea frunció mucho el ceño y apartó odiosamente sus manos. Luego se cruzó de brazos—. Verdaderamente eres una niña muy extraña y molesta. ¿Exactamente qué es lo que quieres? ¿Por qué te consideras mi amiga? Puede que seas estúpida… ¿Acaso no te enseñaron que no debes ser tan confianzuda?
A Amaltea no le importaba que esa chica tuviera aquella arma bajo sus pies, por lo que le habló de una forma bastante despectiva. Era natural que después de todos los acontecimientos ocurridos, ella estuviera de muy mal humor. Por otro lado, la confianza con la que Adhara se dirigía a Amaltea era muy extraña. Imagina despertar de un largo sueño y que seas recibido por una persona que jamás has visto e insista en ser tu amiga, aun tratándose de una niña, sigue siendo raro.
—Adha, adha. ¡Adhara ser la Princesa del Mundo, así que Adhara recomendar que amiga sea más agradecida! ¡Adhara solo querer verte sonreír! ¡¿Por qué Adhara verte tan enojada?! Tata.
—Princesa… ya lo habías dicho. Tiene sentido, eso explica porque eres tan desagradable como tu padre…
Antes de que Amaltea continuara, sintió una presión en el estómago, este vibró y nuevamente rugió exigiendo comida. Por lo que Amaltea arrugó mucho su expresión y mirando su abdomen expulsó un: “¿¡No te puedes callar?!”.
—Adha, adha. Estomago estar enojado. Estomago de chica rosa no escuchar. Princesa Adhara después te explicará. Antes deber futura amiga y madre de Adhara tener que comer. ¡Así chica rosa no enojarse más con Adhara y convertirse en su madre amiga! Tata. —Su rostro exponía una inocencia extrema.
—Ya deja de decir que seré tu madre… —Suspiró y se llevó los dedos al ceño con frustración.
Adhara le ignoro, se acercó a la pared de la puerta del cuarto y tiró de una cuerda que allí estaba. Subsiguientemente, se escuchó una sutil campanada de una campanita que estaba afuera de la habitación. En los castillos dejaban sirvientes esperando en los pasillos, cuando estas campanas sonaban significaba que la persona dentro de dicha habitación necesitaba algo.
—Adha, adha. ¡Adhara haber llamado a sirvienta! ¡Chica rosa pedirle lo que quiera! Tata.
—Que amable… me pregunto, ¿cómo me estuvieron alimentando todos estos días?
—Adha, adha. Je, je, je… Adhara afirmar que es mejor no saberlo. Tata.
—¿Eh?
La puerta de la habitación se abrió y entró una joven Eldrie. Ella tenía un cuerno en la frente, similar al de un unicornio. Luego hizo una sutil reverencia y comentó:
—Buen día, princesa. Buen día, señorita Amaltea. ¿Qué es lo que desean? —Esta Eldrie tenía una postura firme y elegante, digna de las sirvientas de más alto nivel.
—Adha, adha. Frentona deber saber que chica pelo rosa hambre tener. Apresurarte, sabandija. Tata. —Adhara miraba con soberbia a la semi-humana. Aquel prejuicio instintivo incluso le afectaba a ella.
—Por supuesto, princesa. —Evidenciando que ya estaba acostumbrada a esa clase de trato, la sirvienta miró a Amaltea y le sonrió—. Me alegra que haya despertado. ¿Se encuentra bien? Estoy segura de que debe tener mucha hambre. Pida lo que quiera.
—Estoy regular, pero no alegre. Hubiese preferido despertar en un momento en el que no estuviera ésta molesta niña acá, la vida está llena de infortunios. Como sea, sirvienta, me gustaría comer corazón de rezubi aliñado con esporas blandas.
Los rezubis eran un tipo de ganado de piel albina y que no tenía pelo. Era como una combinación de un cerdo y una vaca.
—Adha, adha. ¡¿Corazón de rezubi?! ¡Qué horrendo! Adhara recomendar que madrastra pedir algo mejor, caviar sazonado con maíz azul saber mejor. Tata. —Adhara se tapó la nariz, como si escuchar lo que pidió Amaltea le hizo imaginar un horrendo olor.
—Guarda silencio, mocosa. Hace un momento mencionaste que pidiera lo que me diera la gana, y el corazón de rezubi es mi comida favorita. ¿Caviar? Eso sí da asco, me repugna el pescado. Y tú, criada, apresúrate ¿puedes? ¡Ja! —Amaltea suspiró con fuerza por la nariz y volteó la mirada.
—Adha, adha. Adhara no recordar haberlo dicho de esa manera. Tata.
La sirvienta inclinó un poco la cabeza y miró con firmeza a Amaltea.
—Es una elección interesante, señorita Amaltea. Le ordenaré a las demás criadas que degüellen a un rezubi para usted y que preparen el corazón, tomará una hora.
—Adha, adha. ¡Una hora! ¡Aburrido! ¡Eso ser mucho tiempo! ¡Sirvienta ser incompetente! ¡¿Para qué Rey padre le paga?! Tata.
—No es como si me pagaran —susurró para sí misma—. El caso, princesa, señorita Amaltea. Si lo desean, por favor, pidan unos bocadillos para que aguanten mientras se prepara su orden. Señorita Amaltea, a la derecha hay una tina. Tome un baño, tenga.
La sirvienta sacó del closet de la habitación la ropa que Amaltea llevaba puesta el día que fue a la Isla Sagrada.
Amaltea recibió su ropa y tras examinarla, notó que ya no tenía las manchas de sangre, que desprendía una satisfactoria fragancia de jazmín y estaba lavada de una manera fenomenal.
—Improbable, dudo mucho que le hayan sacado las manchas. Este no es el mismo atuendo ¿verdad?
—Efectivamente. Una de las criadas recreó toda su ropa. La original tuvo que ser desechada.
—Sí que han sido amables, eh. Llegando a lo absurdo incluso.
—Órdenes del Rey, señorita —La sirvienta unió ambas manos elegantemente y se preparó para salir de la habitación.
—El Rey… Es probable que ese apestoso venga mientras estoy acá. Eso es malo. Mejor apresúrate, criada.
—Dos cosas, señorita Amaltea. —La sirvienta se detuvo antes de salir de la habitación—. El Rey lleva varias horas en la sala del trono. Parece que atiende asuntos importantes y puede que le tome todo el día. Segundo, si yo fuera usted, no hablaría así del Rey.
—Resultaste ser una sirvienta bastante descarada. ¿Acaso algo como tú me ordena que debo hacer?
—Mis más sinceras disculpas. En efecto, soy una estúpida descarada. Solo lo comenté porque me pareció que sería una lástima verla bajo una guillotina. —La sirvienta hizo un gesto como si tuviera lastima por Amaltea. Es obvio que hablar mal del Rey en su propio castillo era una pésima idea. En respuesta al sarcasmo de la sirvienta, Amaltea solo chasqueó los dientes—. Suerte. Señorita Amaltea. Princesa, aguarden acá, por favor.
—Adha, adha. ¿Sirvienta no pensar en preguntarle a Adhara que querer? Tata. —Afirmó Adhara con el ceño fruncido.
—No es necesario, princesa. Sé perfectamente que usted desea muchos dulces en este momento.
Adhara mostró una sonrisa semilunar, escuchar la palabra “dulce” hizo relucir exageradamente sus expresiones.
—Adha, adha. ¡¡¡Dulces, dulces, dulces!!! ¡Muchos dulces! ¡Adhara querer infinitos dulces! ¡Dulces, dulces y más dulces! ¡Caramelo de “mandhana”, melcocha de “adhucar” y pudín de “nadhanja”! ¡Tata!
—Y no se olvide de la torta de tres leches. —La sirvienta hizo ladeó la cabeza de una manera juguetona.
—Adha, adha. ¡Sí, sí! ¡Adhara “tordhata de tres” también querer! Sabandija inútil ir a cumplir su trabajo ya. Cosa rara moverse antes de que Adhara la corte. Tata
Adhara empezó a oscilar su mano, esta seña era similar a la que se le hace un perro para indicarle que se vaya.
—Perdone, princesa. Ya me iba. Vuelvo dentro de unos momentos con unos bocadillos. —Nuevamente la sirvienta inclinó un poco su torso haciendo una magistral reverencia.
—Sí, sí. Pinta un bosque y piérdete. Cumple con tu labor y ya. —Le dijo Amaltea con voz apática.
—Tenga cuidado con lo que dice, puede que me lo tome demasiado literal.
Y con ese último comentario para nada honesto, la sirvienta se retiró.
Parte 2.
Se esperaría que una joven princesa al llegar a determinada edad tuviera cierto grado de educación. Tomando en cuenta que era la heredera a la corona, debería haber experimentado ese proceso de aprendizaje en el que se le enseña a socializar y a encaminar su desarrollo intelectual y ético. No obstante, Adhara, la hija única del Rey y la Reina, no parecía haber recibido esa clase de educación. Su forma de hablar era primitiva, tenía una inelegante actitud hiperactiva que no era propia de una hija de la nobleza y no parecía tener ninguna regla o restricción, básicamente era una niña mimada.
“Nuestro Rey actual es todo un asco, y la futura heredera al trono deja mucho que desear ¡Qué desastre!”, pensó Amaltea justo cuando salía de una tina.
Había pasado bastante rato desde que la sirvienta se fue. Ella tras ordenar a otras criadas que fueran preparando la orden de Amaltea, buscó unos bocadillos y los llevó a la habitación. Entre todas las delicias que le llevaron, Amaltea solo comió unas galletas saldas. Luego entraron un par de médicos para comprobar el estado de ella, al final le dijeron que estaba bien y que era normal que se sintiera agotada. Después que se fueron aquellos sujetos, Amaltea fue a ducharse. La Elegida sintió paz porque estuvo un buen rato sin escuchar a la ruidosa princesa.
El baño caliente le ayudó a relajarse, al secarse con un paño sintió su piel mucho más suave y el vapor le otorgó una comodidad única. Al parecer había un sistema que permitía que el agua se calentara a la temperatura perfecta, de todos modos, a Amaltea no le importaba descubrir el funcionamiento de aquella bañera, pues en su castillo tenía algo similar.
La Elegida empezó a ponerse su habitual atuendo. Siendo una blusa muy ajustada que revelaba el ombligo, una falda muy corta y se colocó sus guanteletes de manga y medías azul marino. Ahora, con su piel fresca, cabello húmedo y con sus buenos rasgos distintivos, Amaltea lucía una encantadora belleza que enloquecería a cualquiera.
Todas las habitaciones del Domo Central del Castillo tenían un baño propio. Por lo que Amaltea salió del baño y fue recibida por todos los muebles y decoraciones que residían en la habitación en la que se hospedaba. Era impresionante el nivel de prestigio de ese cuarto, cada uno de los objetos que allí se encontraban eran impecables y estaban construidos con materiales muy costosos, también poseían tallados y patrones fenomenales. Podría considerarse una osadía intentar calcular el costo requerido para construir una habitación como esa. Así de impresionante era. Lo más increíble es que esa habitación solo era una de cientos que había en el castillo, y obviamente las demás instalaciones del mismo no tenían un nivel inferior.
—Adha, adha. ¡Amiga ya haber terminado! ¡Madrastra verse hermosa! Tata.
Amaltea hubiera estado más que satisfecha al solo ser recibida por los muebles, pero, lastimosamente, también estaba la molesta niña con una expresión brillante. Al lado de ella se ubicaba la misma sirvienta de antes y esta tenía un mueble camarero y sobre él un plato tapado, era la comida de Amaltea.
—Debo admitir que eso fue rápido —dijo Amaltea refiriéndose a lo veloces que fueron las criadas al preparar el platillo.
—Y yo debo admitir que fue todo un desafío. No es un platillo común.
Amaltea se sentó en la cama, inmediatamente la sirvienta llevó el mueble camarero frente a Amaltea y destapó el plato. Allí estaba el corazón de rezubi, bañado en una salsa naranja y bien adornado con el aliñado. Aunque era una comida que pocos comerían, realmente se veía muy apetitosa.
Pese a que era su platillo favorito, Amaltea solo lo observaba y se mantenía igual de inexpresiva. Por lo que la sirvienta expresó:
—Espero que cumpla con sus expectativas. Señorita Amaltea. Buen provecho.
—Veamos si verdaderamente sirves para algo, insecto. —Añadió Amaltea.
Ella agarró un tenedor y tomó una porción del corazón, se lo llevó a la boca y lo masticó lentamente. Los sabores se mezclaron en su lengua causando una explosión de sabores gratificantes. Amaltea se mostró un poco más animada. Luego dijo su opinión:
—Es un asco… pero está delicioso. —Este podría estar entre los comentarios más raros de toda la historia.
—No sé cómo responder a eso. Pero es un alivio que le guste. —La sirvienta aplaudió una vez y curveó las comisuras de su boca efectuando una sonrisa—. Estaré esperando afuera por si desean algo más.
Amaltea no respondió. La sirvienta miró a Adhara antes de salir y, señalando el arma flotante que no se había movido desde que invocada, le advirtió:
—Tenga cuido con eso, por favor, princesa.
—Adha, adha. ¡Molesta! ¡Molesta! ¡Sanguijuela, vete, vete! Tata. —exclamaba Adhara. La niña Elegida comía varios dulces y tenía la barbilla, las mejillas y los labios manchados con los dulces que se comió.
La sirvienta hizo una sutil reverencia y salió. Posteriormente Adhara se acercó a Amaltea y se sentó a su lado para solo contemplar como Amaltea comía. Amaltea ignoraba a la mocosa.
—Adha, adha. ¿¡Y papi y chica rosa piensan darle un hermanito a Adhara?! —Pasado un buen rato, comentó la niña de repente.
En ese instante, como si la hubiesen atravesado con un rayo, Amaltea escupió lo que comía, se sobresaltó al pensar en la asquerosa idea que mencionó la niña y empezó a toser. El shock por ese comentario fue tan grande que Amaltea casi se ahoga con su comida.
—¡Puaj! Pero qué dices… ¡Diablos, creo que voy a vomitar!
Amaltea se tapó la boca con las manos y sintió como todo lo que comió estaba exigiendo devolverse. Pensar en la imagen de ella teniendo un hijo con el Rey casi le hizo vomitarse de verdad.
—Adha, adha. ¿Eh? Tata.
Amaltea logró retener esas ganas de vomitar, tomó varias bocanadas de aire y se calmó.
—¿¡¡Qué cosas tan ridículas te ha dicho tu padre!!?
—Adha, adha. ¡¿Por qué madrastra se ve tan enojada otra vez?! A Adhara no le gusta verte así…
—¡¡Responde!!
—Adha, adha. Pe… pero… Papi de Adhara haber dicho que encontró la mujer que buscaba. Papi decir que chica rosa ser esa mujer. Papá estar muy feliz porque tu corazón quiere ganar. Papi te quiere. Papi te ama. Adhara quiere amor de madre. Adhara quiere…
—¡Ja! Tu maldito padre no es más que una escoria, eres tan pequeña. También retardada, ni siquiera sabes lo que él hace. ¡Todo el tiempo le traen zorras para que el haga lo que le plazca! ¡Pero yo no me dejaré, mejor olvídate de eso, princesa estúpida! Es más… ¿qué hay de la reina? Como puede ella permiti…
“Permitir esos actos” iba a terminar de decir Amaltea, pero sin previo aviso, Adhara cambió radicalmente su expresión a una psicópata, alertaba peligro. Sus ojos empezaron a agitarse y se achicaron. Sus iris azul zafiro se opacaron como si hubieran perdido su alma, su vacía mirada penetraba hasta el acero. Ella no se inmutó ante los insultos de Amaltea, pero cuando escuchó la palabra “reina” ocurrió este fenómeno.
—Madre… madre… ¡madre! ¡madre reina! ma-madre… No vuelvas a mencionar a esa nociva mujer.
La voz de Adhara normalmente era chillona y jovial. Pero esta vez su tono cambió como el de una mujer adulta y habló con total seriedad. Después de decir eso, ella ladeó la cabeza, sonrió y prosiguió:
—Adha, adha. ¡Y es por eso que Adhara madre nueva querer! Tata. —La aterradora expresión de antes fue fugaz. Adhara volvió a la normalidad y abrazó a Amaltea.
La Elegida contuvo el aliento al ver lo que acababa de pasar, no era como si le hubiera asustado, simplemente estaba perturbada y pensativa. Amaltea no correspondió al abrazo, su expresión solo se nubló y susurró:
—Así que tú también tienes problemas con tu madre… Que absurdo.
—Adha, adha. ¿Chica de pelo rosa haber dicho algo?
—Dime algo, niña… —A Amaltea le costó tragar saliva, y recodó algo muy importante, algo que desde hace mucho la ha tenido inquieta—. ¿Tu papa alguna vez te contó de una niña llamada Carina?
Adhara miró al techó y se mascó las uñas…
—Adha, adha. Adhara no recordar a nadie con ese nombre. Tata.
—Ya veo…
Amaltea sacudió la cabeza, retiró los brazos de la niña y, manteniendo su habitual seriedad, se levantó echando a un lado el camarero.
—Ya perdí el apetito —dijo.
—Adha, adha. Eso pasar porque chica pelo rosa algo apestoso haber pedido. Tata —La niña infló las mejillas, hizo pucheros e inofensivamente le frunció el ceño a Amaltea.
La Elegida no respondió, solo inclinó la cadera e hizo una cara de aburrimiento.
—Deberíamos irnos a la biblioteca, mocosa.
—Adha, adha. Ahora que Adhara verte bien. Adhara notar que amiga agradarle mucho los corazones. Gustarle a chica rosa mucho el amor ¿no? Tata.
—No me cambies el tema… Dios, estar contigo es verdaderamente un martirio.
Adhara levantó la cabeza, se sonrojó por alguna razón, se abrazó a sí misma e hizo una expresión llena de amor, podría imaginarse como si un montón de corazones flotaran sobre su cabeza.
—Adha, adha. ¿Qué pensar chica rosa del amor? Adhara madre nueva querer, y un novio también. Para Adhara tocarle el cabello, besarlo y un bebe tener. Tata. —La niña divagó en unas cuestionables fantasías.
Amaltea torció todos sus rasgos faciales, parpadeó varias veces e inclinó la cabeza a un lado, denotaba como si estuviera viendo algo repulsivo.
—En serio… ¿Qué le pasa a tu cerebro? ¿no crees que estás muy pequeña para pensar en eso? —Sacudió la cabeza—. Es verdad, eres hija de ese tipo, es normal que te falte más de un tornillo.
—Adha, adha. ¿Qué tipo de chicos gustarle a madrastra? ¡Ja, ja, ja! ¡Rubios como padre de Adhara, obvio! ¡Por eso amiga estar acá! Tata.
—¡No me ignores y respondas por mí!
La verdad tras estos comentarios de Adhara era que hace mucho su prima y tutora, Apodis Britany, le leyó un cuento de amor, desde entonces la obsesiva niña se empeñó en conseguir un novio. Cuando se lo planteó a su padre, él solo se rio y no le prestó atención.
—Adha, adha. Ahora tocarle a Adhara. Adhara gustarle Elegidos como el príncipe de aquel cuento; agresivos, salvajes, feroces. Que den todo de sí por Adhara. ¡Que sean sarcásticos, parezcan villanos fuertes y sean altos! Que amen de verdad a Adhara. Y… —La niña continuó diciendo algunas otras características de su ideal.
—En serio, no eres normal. Por más que seas una niña, no es algo que se le diga a alguien que acabas de conocer, menuda princesa que serás… espera.
Amaltea abrió los parpados de par en par, se puso pálida por unos segundos y pensó: “¿Es idea mía o esa descripción se apega mucho a Rigel?”.
Por alguna razón eso le hizo sentirse un poco celosa y competitiva, pero después no le prestó mucha atención y reflexionó más bien en el paradero de Rigel, ya habían pasado ese montón de días y ella no sabía nada de él. Se preocupó bastante, pero no era como si pudiera hacer algo por él en esos momentos. Así que batió su cabeza y se centró en lo que debía hacer.
—Oye, niña apestosa, ¿qué te parece si me cuentas más acerca de tus gustos camino a la biblioteca?
No era como si a Amaltea le importasen los delirios de la princesa, pero la niña resultó ser muy habladora y necesitaba usarla para llegar a donde quería.
—Adha, adha. Adhara estar de acuerdo. Vamos entonces a aburrida biblioteca. Tata.
La niña se levantó de la cama, metió un caramelo a su boca y se montó sobre su arma.
—Realmente estas empeñada en ir en esa cosa. ¿Cómo piensas sacarla del cuarto?
—Adha, adha. Así. ¡Te someto (HS)! Tata.
Inmediatamente la niña señaló al frente, y cumpliendo la orden, el arma avanzó levitando gracias a la telequinesis. El mandoble impactó violentamente contra la puerta de la habitación, incluso estando Adhara sobre la empuñadura circular. La punta frontal partió en dos la puerta de madera y los filos laterales crearon una abertura horizontal en la pared.
Se escuchó el fuerte impacto, salieron volando varías astillas de madera y se levantó bastante polvo. Adhara acababa de hacer algo tan surrealista, bárbaro y bruto que hasta los más tontos ni siquiera se les hubiese pasado por la cabeza.
Causaba dolor, realmente los ojos ardían al contemplar como la bella pared y la costosa puerta fueron destruidas sinsentido. Además, si alguien hubiera estado entrando a la habitación en ese momento, seguramente sus piernas quedarían rebanadas en dos, así de peligroso fue. Así que considerar esto como “una simple travesura” estaba lejos de la realidad.
Anteriormente se trataba de una habitación digna de un castillo celestial, pero ahora parecía el rancho de un millonario.
El arma continuó levitando hasta llegar al pasillo, la causante de la destrucción solo saltaba sobre ella y se reía con euforia. A las niñas les encanta tener castillos de juguete, en el caso de la princesa Adhara, daba la impresión de que todo este castillo real era su patio de juegos. Ella hacía allí lo que le daba la gana, esa es la clase de educación que recibió.
—Adha, adha. Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja…
—Princesa… no haga eso por favor… —Se escuchó una nueva voz lamentarse, era el guardia que antes estaba delante de la puerta y que custodiaba esa habitación. De no ser por sus reflejos, seguramente hubiera recibido daño. Pese a ello, el guardia estaba acostumbrado a cosas así.
—¡Oh, es terrible! —dijo la sirvienta de antes, ella se acercó a examinar si todo estaba bien.
Adhara solo los ignoró y continuó con su risita traviesa.
Amaltea por su parte, aún permanecía dentro de la habitación, con los brazos cruzados y con una expresión recta. Sí, labios rectos, parpados rectos y cejas rectas. No le asombraba la estupidez de la niña, pues:
—¡Ja! Ya me lo veía venir —dijo, y sonrió levemente—. Al menos esta niña resulta ser tan entretenida como un bufón.
La Elegida avanzó con la barbilla bien alta, se montó sobre uno de los filos del arma flotante y le dijo al guardia:
—Que quede claro que yo no tengo nada que ver con esto.
—No se preocupe por eso, lady —respondió el guardia—. No es la primera vez. Aunque le echase la culpa a usted, nadie me creería, todos sabrán que fue la princesa.
—Vaya, me das lástima. Tu trabajo es lamentable —se burló.
Y de esta manera, finalizando la conversación y avanzando, inició la travesía rumbo a la biblioteca.
Comments for chapter "10.0"
QUE TE PARECIÓ?
Nosé q tanto asco tienen al corazón, si se pueden hacer ricos anticuchos :v
Nunca he comido corazón, jajaja, pero no tiene pinta de saber bien. ¿Has comido alguna vez corazón de Rezubi?
Jajaja para ella es un asco pero está delicioso 😂 comentario raro.
Debe haber algún mensaje oculto en algún lado 😀 ja, ja, ja…
Un Castillo a lo medieval con edificación grande con un Rey al frente pero para Amaltea nada le despierta interés ಠ ೧ ಠ
Bueno, no puede negar que es un cómodo castillo. Lo interesante es que se le ofrece vivir allí, pero ella no quiere ya que es fiel a sus sentimientos. Se puede aprender algo de esa cascarrabias.
Hay una combinación entre aprecio y molestia con Adhara, me da pena en la forma en que fue crieda, claro, no es que haya vivido lamentablemente como se hace ver, pero se nota que le falto atención paternal… A esperar el siguiente capitulo 😀
Todo lo contrario, amor paternal tuvo de sobra, maternal en cambio… fue nulo. Bueno, el siguiente capítulo lo tendremos bastante pronto.
xdxd
Al parecer el papá la adora y le brinda mucha atención, lo que busca es reemplazar la figura materna…😊
Oh, Mari, es una conclusión interesante.
excelente .!!