El cazador de elegidos - 2.0
Parte 1.
Confundido, angustiado y enojado, solo son unas de las tantas emociones reprimidas en los adentros de Rigel.
Se suponía que debía ser buen día, pero la realidad fue muy distinta; desde su misterioso cambio interior, siguiéndole la muerte de aquel niño humano, hasta la aparición del sujeto desconocido y, lo que innegablemente lo marcó, la agresión contra la Elegida que amaba; definitivamente no se trataba de un día normal.
—¡¿Por qué?! Ella solo te estaba protegiendo ¡¿por qué la golpeaste?! —El Elegido Rigel de Astrea le gritaba al agresor, Calisto.
Las acciones de Calisto merecían castigo y sería el mismo Rigel quien se encargaría de darle una lección.
No importaba la situación en la que se encontrasen, Rigel estaba dispuesto a luchar para proteger a su querida razón de vivir, aunque tratándose de protegerla, Rigel había fallado, así que llegó a la conclusión de que la única manera de expiar su error era mediante la venganza, ojo por ojo, diente por diente…
Calisto guardó distancia entre él y los demás. En su cara no se mostraba ninguna de señal de arrepentimiento, sino que estaba contento.
—¡El increíble Rigel de Astrea!, muchos esperan algo de ti, pero no eres más que una vergüenza —le provocó Calisto—, eres un Elegido tan patético, que incluso la Roca Sagrada te desprecia. —Señaló las armas que Rigel tenía entre sus manos y luego mostró una sonrisa malintencionada—. Esas dos armas no tienen nada que ver con tu poder, ni siquiera son compatibles la una con la otra. Además, en los entrenamientos demostraste ser todo un cobarde que solo sirve para defenderse. ¡¿Qué puede hacer un tonto como tú ante el gran Calisto, el estudiante más fuerte de toda la Academia?!
—Voy a detenerlos —dijo uno de los sacerdotes, cuyas intenciones eran interrumpir la inminente pelea.
Tras decir eso, el sacerdote fue a cumplir su cometido, pero Sabik evitó que avanzara bloqueando el paso con su mano, y le dijo:
—Aguarda, quiero ver si de verdad esos dos respetan las leyes de nuestras tierras santas.
—¡No hay nada que probar!, usted sabe bien que está prohibido derramar sangre de Elegidos en estas tierras. Sería una infamia a nuestras leyes si estos dos iniciasen un enfrentamiento.
—Descuide, son mis estudiantes, yo me encargo. —Clavó su mirada sobre el sacerdote y con esta le indicó que no iba a dar su brazo a torcer.
El sacerdote chasqueó su legua y se retiró tras decir: “Haz lo que quieras”.
Tanto Rigel como Calisto estaban al tanto de las consecuencias, pero en base a la situación actual, estaban borrados de la realidad. Todos los presentes miraban la escena sin intervención alguna.
Sin embargo, ignoraban al hombre desconocido que supuestamente había muerto, este lentamente se levantaba y desde la distancia fijaba su mirada ante la multitud que le daba la espalda.
—¡Cállate! —Volviendo al enfrentamiento, continuó diciendo Rigel, quien cayó por completo en las provocaciones de su adversario—. ¡Hablas demasiado, pagaras caro por lo que has hecho!
Acto seguido, Rigel acortó distancia tras pegar un salto, abalanzándose así hacia Calisto, en cuestión de segundos y aún en el aire, recordó muy brevemente aquellos momentos especiales vividos con Selene, principalmente el ambos tuvieron en la mañana de ese mismo día.
“Cumpliré la promesa que te hice sin importar que”, pensó Rigel.
—Rigel, ¡no lo hagas! —gritó Selene, mientras aún yacía en el suelo. Ella se esforzó en decir cada palabra.
Calisto agarró firmemente su lanza de esmeralda, tomó impulso y la lanzó contra Rigel, al mismo tiempo ejecutó su Habilidad Sagrada que le permitía el control a voluntad del viento y ejerció determinada técnica con esta:
—Lanza de ventisca (HS).
Gracias a esta técnica, la velocidad y penetración de su lanza aumentó gracias a una ráfaga de viento que la potenciaba.
Y justo cuando la lanza estaba a punto de impactar contra su objetivo, y mientras Rigel aún permanecían en el aire preparándose para virar y esquivar aquel ataque sorpresivo, casi como si el tiempo fuera en cámara lenta…
—Manipulación Gravitacional (HS). —Usó la profesora Sabik.
De sus dedos salieron un par de rayos escarlatas que impactaron contra Calisto y Rigel. Luego, una fuerza gravitacional poderosa causó que ambos se detuvieran y fueran brutalmente batuqueados al suelo.
La lanza no llegó a impactar contra su objetivo, sino que continuó con su trayectoria hasta clavarse en la arena.
Todos los presentes se sorprendieron al ver el cortante final de aquel “enfrentamiento”.
—¡Tontos! ¡¿se puede saber que hacen?! ¡¿no ven la situación en la que nos encontramos?! ¡¿acaso son idiotas?! —preguntó Sabik, manifestando su enojo.
El hermoso rostro de la profesora Sabik se arrugó, esta reacción no iba acorde con la personalidad inmadura que frecuentemente mostraba. Así era ella, cuando la situación lo ameritaba, mostraba una seriedad que era de temer.
Sabik aún mantenía sus brazos extendidas ejecutando su habilidad, causando que todavía Calisto y Rigel permanecieran rostro a tierra.
—Están en graves problemas, ¡ambos están castigados!, principalmente tú, Calisto, tu agresión hacia Selene y tus provocaciones te harán pasar un mal rato. —Y así Sabik concluyó su regaño.
Manipulación gravitacional era una habilidad que, si acertaba, modificaba la gravedad de su objetivo, pudiendo ser mayor o menor.
—¡Genial! —Entendiendo esto, exclamó Felix con admiración por dicha habilidad.
Finalmente, la profesora dejó de ejecutar su habilidad y duró unos segundos mirando fijamente a Rigel y a Calisto, quienes se levantaron un poco adoloridos y se sacudían el polvo de su ropa.
En los rostros de ambos jóvenes Elegidos se reflejaba vergüenza por aquella humillación. Más allá de eso, Rigel tenía una rabia casi incontenible, nuevamente se sentía extremadamente frustrado y su orgullo ardía en su interior debido a que, incluso tratándose de vengar a Selene, había fallado.
Calisto, por primera vez, mostró una cara preocupada, pues no podía tomarse a la ligera las palabras de la profesora.
Rigel optó por aceptar su mezcla de emociones de cólera e incompetencia y decidió ir a donde estaba Selene. Cuando llegó a donde estaba ella, buscó un espacio entre los sacerdotes que aún le atendían y le dijo las siguientes palabras:
—¡Nuevamente perdóname! —Su tono de voz era un reflejo de sus sentimientos negativos—. Pude protegerte con mi escudo, pero fui muy lento… soy patético.
—Umm. ¡No, no te culpes! Fue culpa mía… ¡por mis tonterías arriesgaste tu posición y terminaste luchando por mí!, y aunque valoro mucho eso, ¡pudo haber terminado peor para ti, todo esto ocurrió porque soy una tonta! —respondió Selene con lágrimas entre sus ojos.
Aquello lo dijo refiriéndose a lo impulsiva que fue hace minutos atrás cuando le disparó al hombre misterioso, si hubiese optado por no hacer nada en ese momento; Rigel no hubiera terminado humillado y aporreado.
En realidad, el culpable de todo era Calisto, pero incluso sabiendo esto; para la pareja era un pecado no poder protegerse mutuamente y, en base a esa idea, se culpaban a sí mismos. Esos eran sus sentimientos de ellos ese momento.
Ambos se quedaron en silencio y solo viéndose con tristeza.
—Tranquilo, Astrea. Ella es una Elegida, ¡es fuerte! —La voz de unos de los sacerdotes que atendía a Selene, rompió el dramático silencio que se había formado—. Pero ese golpe también lo fue. Ten, toma estas plantas curativas—Sacó de sus bolsillos un paquetico de hojas con propiedades especiales y se las entregó a Rigel—. Por lo que veo, ustedes son muy allegados, así que cuídala y cada cierto tiempo frótale una de estas hojas donde se golpeó.
—¡De verdad, muchas gracias! —Le agradeció Rigel.
Por otro lado, Félix, que observaba la escena, analizó en su interior: “Rigel, cuanto menos nos has demostrado tu amor por Selene. Para todos ya es evidente que tienen una relación más allá de una amistad… un noble y una plebeya, creo que eso les dará graves problemas”.
Justo cuando Fénix pensó eso, volteó a la dirección donde estaba la Roca y se sorprendió al ver al hombre misterioso allí, de pie.
“¿Aún sigue con vida?”, sus pensamientos se desviaron por completo del tema principal al observarlo.
—¡Profe! —llamó Felix y señaló en dirección donde estaba la Roca—. ¡Ese tipo aún está vivo!
Sabik y otros curiosos más, voltearon a donde señalaba Félix y se quedaron sin aliento.
—¿Cómo es posible?, ¡pero si recibió un ataque directo en el pecho! —comentó Sabik.
Así es, su sorpresa era entendible. Se sabía que la esencia poderosa que los derribó hace minutos atrás, era producida por ese sujeto que apareció repentinamente, pero ¿cómo podía seguir vivo? ¿quién era? y ¿qué es lo que quiere?, muchas de estas preguntas se formulaban en la mente de todos los presentes.
Desde la lejanía, ese mismo hombre solo se limitó a observar todo el drama que se había armado; sus afilados ojos tan oscuros como la noche percibieron cada segundo en el cual aquellos individuos ignoraron su presencia.
Parte 2.
Hace algunos minutos, cuando Rigel estaba por enfrentarse con Calisto, el hombre misterioso había recordado todo: se acordó de quién era y cuál era su objetivo principal.
“No… no debo sentir satisfacción por lo que estoy a punto de hacer”, pensó.
La expresión sádica que mostraba en ese momento desapareció, luego miró al final del puente y notó que en la orilla de la laguna había varios Elegidos, después se giró a la Roca Sagrada que estaba a sus espaldas.
—No has cambiado nada —susurró.
Finalmente se centró en le herida que tenía en el pecho.
“Han pasado milenios desde la última vez que alguien me hizo sangrar”, se dijo en su interior. De manera anormal, la herida se cerró y todo el daño causado fue curado; fue una regeneración perfecta.
Desde entonces, él solo se quedó solo observando a los Elegidos a lo lejos.
***
Ahora que lo habían tomado en serio, este sujeto dio un salto súper rápido hacia el puente, dejando atrás la materia cristalizada que antes lo sostenía sobre el agua. Ahora bien, él comenzó a caminar a paso lento e iba a donde estaban todos los Elegidos.
Él debía recorrer unos doscientos metros de distancia para llegar al final del puente, pese a ello, se aproximaba con toda la calma del mundo.
Pese a la tranquilidad y lentitud de cada uno de sus movimientos, el agua que estaba a su alrededor se agitaba al son de cada paso que daba y poco a poco una esencia poderosa se sentía en el ambiente.
Lo más inquietante era su rosto aterradoramente inexpresivo.
Entonces, todos los Elegidos, que permanecían a orilla de la laguna, estaban en alerta ante ese muy posible enemigo.
—¡Tía! —llamó Amaltea cono tono sarcástico—. Ese idiota viene para acá, que absurdo, ¿qué tramará? Ja, ja, ja —Siguió burlándose.
—¡No es un juego, Amaltea! —respondió Sabik, con seriedad—. No sabemos a qué nos enfrentamos.
—Lo siento. —Amaltea se puso cabizbaja.
—¿Qué será esta desagradable sensación que impregna el ambiente? —Sabik dejó de centrarse en Amaltea y se concentró en lo más importante. Entonces prosiguió—: Es similar a la de antes. No hay duda, ese tipo es peligroso y es quien liberó aquel poder monstruoso hace unos momentos.
En efecto, el aire se sentía pesado, de hecho, el entorno era afectado solo con la mera presencia de este individuo. Cualquier persona se asombraría con la impresionante miasma destructiva que emergía de él.
—Es extraño —respaldó las palabras de Sabik otro estudiante—. La esencia no es tan fuerte como antes, simplemente es… ¿desagradable? ¿habrá perdido parte de su poder?
—¡No lo sé! pero con tan solo ver esos ojos vacíos, sé que algo malo pasará, ¿sabes? —Los instintos de Sabik se pusieron en alerta máxima, y estaba dispuesta a confiar en estos—: Sea como sea, él debe pagar con su vida el pecado de tocar nuestra tierra santa. ¡Chicos! atacaremos aprovechando la distancia a nuestro favor. ¡Todos los que tengan habilidades a distancia, prepárense!
—De oídos, maestra, cálmese —sin embargo, le interrumpió uno de los sacerdotes— ¡¿acaso omitió cuál es nuestro cometido?!, somos nosotros quienes salvaguardamos estas tierras. ¡Atrás todos!
Los sacerdotes se miraron las caras, entendían lo que cada uno debía hacer. Finalmente, se agruparon todos frente al puente, se agacharon, tocaron el suelo con la palma sus manos y empezaron a recitar unas palabras fuera de todo dialecto, que solo los sacerdotes podían comprender. Los treinta sacerdotes que se encontraban allí, realizaron todo eso en perfecta sincronía.
De inmediato, surgieron de la laguna unos seres amorfos y de gran tamaño conocidos como: “Golems de Piedra Azulada”. Estos seres eran tan grandes y majestuosos que, tras su aparición, levantaron una inmensa ola de agua que recorrió toda la laguna y agitó toda el agua en derredor. Tal y como su nombre lo indica, sus cuerpos estaban hechos de piedras azules.
Para terminar la invocación, todos los sacerdotes gritaron al unísono:
—¡Invocación de Guardianes Supremos! ¡Oh, antiguos protectores de la Isla Sagrada; préstennos sus fuerzas y expulsemos el mal!
Los ochos Golems que habían sido invocados asintieron con la cabeza y se acercaron a su objetivo: el tipo misterioso, con la finalidad de destruirlo.
La mera presencia de este sujeto era tan “peligrosa”, que los sacerdotes no dudaron en usar una de sus cartas más fuertes desde el inicio.
—¿Qué es eso? —preguntó Selene, ya se le empezaba a notar un moretón alrededor de su ojo.
—Mi padre me habló de ellos, no son invocaciones de ninguna Habilidad Sagrada, sino que son seres con voluntad propia que residen en las profundidades de la laguna y se cree que fueron creados por los dioses para proteger la Roca Sagrada. —Le respondió Rigel con ternura, mientras la atendía y miraba de momentos la situación.
—Umm. ¡Fascinante! —La Elegida sonrió con curiosidad a la vez que jugueteaba con un mechón de pelo.
—No hay de qué preocuparse, supongo. Esos seres son extremadamente fuertes y acabaran con el intruso de un golpe.
Por otro lado, el hombre misterioso estaba cada vez más cerca y este ni se inmutaba ante los gigantescos seres que lentamente se acercaban a sus costados; él seguía caminando con un porte amenazante y su mirada helada no dejaba de dirigirse hacia adelante.
—¿Acaso ese desgraciado está ignorando a los Golems? ¿está loco o qué? —preguntó Sabik retóricamente, ella tenía el ceño fruncido y estaba aleta de la amenaza que se aproximaba—. Esto me da mala espina… voy a hacer “eso”, por si acaso. —Miró a uno de los sacerdotes.
—Normalmente me negaría, pero en esta situación… —Le respondió dicho sacerdote, al parecer entendía a lo que ella se refería—. Sabik, tenga cuidado.
Sabik sonrió con confianza, alzó ambos brazos y de la nada apareció un portal con forma de espiral en el aire, entonces introdujo ambas manos en este y de allí sacó una espada grande —mejor conocida como “mandoble”—, la espada era de color rojo escarlata y tenía grabados azules.
Esta era su preciada Arma Sagrada titulada como: “Mandoble del Dragón Carmesí”. A simple vista, aquella espada parecía ser muy pesada, pero Sabik la blandía como si fuera una pluma.
Alzando su mandoble y apuntando al cielo con este, ella dijo:
—¡Liberación del Arma Sagrada! ¡Armadura de la Fortaleza Carmesí! (LA).
Sabik acaba de ejecutar una legendaria Liberación de Arma. Entonces, el mandoble se partió en miles de fragmentos y, después, una armadura de color carmesí empezó a armarse por todo su cuerpo, la armadura era tan reluciente, que dejó impactados a todos los que la observaban. De los fragmentos de su mandoble se formó un dragón rojo que sobrevoló al redor de ella, para finalmente volver a su dueña transformado en un Ultra Mandoble —una espada aún más grande—.
La armadura terminó de cubrir todo su cuerpo y, por la parte trasera de su pechera, surgieron un par de alas del mismo material de la armadura.
—¡¿Acaso la profesora ha ejecutado una Liberación de Arma?! ¿no es eso demasiado? —preguntó Calisto.
—Concuerdo contigo, simio. Eso no era necesario. Intuyo que solo lo hace para presumir. Aun así, me enorgullece que mi tía sea una de las pocas Elegidas que han conseguido la liberación de su arma. —Le respondió Amaltea.
Por parte de Rigel, observó por primera vez en su vida una Liberación de Arma y con toda razón estaba sorprendido. En realidad, todos los estudiantes sabían que Sabik en el pasado fue una poderosa guerrera, pero por ciertas circunstancias, terminó convirtiéndose en profesora.
—Tía, ¿no crees que es absurdo liberar las habilidades de tu arma? —expresó Amaltea, quien no lo aguantó más.
—¿Sigues sin entenderlo, querida? Ese hombre es fuerte, puedo sentirlo ¿sabes?
Tras decir ello, las alas de su armadura empezaron a batirse y así empezó a emprender vuelo, con espada en mano y dispuesta a acabar con el hombre misterioso de un golpe, eso en el caso de que los golems fallaran.
El sujeto seguía ignorando todo a su alrededor y continuaba caminando a paso lento, aun cuando los Golems estaban a solo segundos de alcanzarlo.
—¡Este tipo me saca de quicio! No conoce su lugar —exclamó Calisto con rabia—. ¡Es hora de demostrar quién es el fuerte aquí! —Trams ello, se subió al puente y empezó a correr en dirección del enemigo. Calisto ignoraba que podría cruzarse en medio del ataque de los Golems y ser aplastado.
La profesora se dio cuenta mientras emprendía vuelo, se detuvo en el aire y gritó:
—¡Calisto, no! —Sin embargo, Calisto no escuchó a su llamado, pues él tenía sed de sangre y quería probar sus habilidades mediante un combate, por eso no se detuvo—. ¡Este muchacho…! ¡Manipulación Gravitacional (HS)! —Invocó Sabik, quien intentó detenerlo usando su Habilidad Sagrada.
Calisto predijo aquello y esquivó con facilidad los rayos que salían de los dedos de la profesora.
—¡Maldito muchacho!, ¡no te lo tomes a la ligera!
Mientras aún Calisto corría sobre el puente, utilizó su Habilidad Sagrada para crear una patineta de viento, gracias a ello, potenció en gran manera su velocidad de movimiento, siendo tan veloz que sobrepasó a la profesora fácilmente.
Y cuando estaba a solo veinte metros de toparse con aquel hombre misterioso, dio un salto, tomó fuertemente su lanza con ambas manos y utilizo nuevamente el viento, la velocidad y su peso para dar una estocada sumamente poderosa. Un incontrolable deseo de matar emanaba de Calisto; estaba dispuesto a asesinar a cualquiera sin titubear para así ganarse la gloria. Este Elegido solo pensaba en una cosa: en ser el más fuerte. Es por ello que todas sus acciones giraban en torno a esta avaricia de poder.
—¡Muere! —gritó Calisto, aún en el aire.
Pero el hombre misterioso, lo ignoró.
Cuando la punta de la lanza que empuñaba Calisto estaba a muy poco de atravesar el pecho de su objetivo, en cuestión de milésimas de segundos…
—Dash (¿?) —Una voz gruesa y potente resonó.
Se escuchó un estruendo poderoso y una onda de choque surgió detrás de Calisto, la cual abatió el agua, hizo tropezar a los pesados Golems, sacudió los arboles del lugar y tiró contra el suelo a todos los Elegidos.
El hombre misterioso había desaparecido de su posición en un abrir y cerrar de ojos.
La ejecución de dicha “habilidad”, dejó una fina estela purpura intensa y en menos de un parpadeo, el sujeto desconocido apareció varios metros adelante de donde estaba originalmente, mientras la estela lo seguía.
Al mismo tiempo que todo ello ocurrió…
La lanza impactó contra el suelo sin empalar a nadie; pues el objetivo había desaparecido; Calisto aterrizó con ambas piernas, dio un paso y, antes de darse cuenta, su cabeza se había separado de su cuerpo, esta cayó sádicamente al suelo y dio varias vueltas como un balón. El color rojo de su sangre decoró la gravilla que yacía sobre el puente.
Había sido una decapitación perfecta, un corte limpio.
Calisto, aquel que era considerado el estudiante más fuerte de toda la academia, murió en un santiamén y con una facilidad atemorizante.
El asesino de Calisto continuó andando con calma y sin mostrar ni la más mínima señal de arrepentimiento por la vida que acaba de arrebatar.
Parte 3.
—¿Calisto? ¡¿Calisto?! —clamó una Sabik horrorizada.
Debido a la poderosa onda de choque, el vuelo de ella fue saboteado, pero, para cuando pudo recuperarse y miró a donde antes estaba Calisto, el pánico y el horror tomó el protagonismo cuando vio la cabeza sin vida de su estudiante.
La profesora no podía creer lo que estaba pasando, arrugó su cara y apretó sus dientes con fuerza, por el odio profundo que se ganó el causante de dicha tragedia
Había una diferencia en el hombre misterioso: ahora él tenía dos espadas cortas, una en cada mano. Estas armas eran diferentes a cualquier otra: eran de color amatista y tenían cierta trasparencia; con tan solo observarla, daba la impresión de que eran tan filosas que podían cortar cualquier cosa en el mundo.
—¡Te vengaremos Calisto! —exclamó Sabik, con lágrimas en sus ojos y sin desviar la mirada de las espadas.
Varios Elegidos lloraban la repentina muerte de Calisto, sin duda, aquella imagen diabólica —la cabeza sin vida de su compañero rodando por el suelo—, les quedaría grabada en sus mentes de por vida.
***
—¿Qu-éé demonios…? —tartamudeó Rigel, al contemplar el cuerpo chorreante de sangre de Calisto, sus pupilas se dilataron y sus piernas le empezaron a temblar.
La incertidumbre que esta situación le generaba, lo tenía tan inquieto como si estuviese en medio de una catástrofe. Él siempre tuvo problemas con Calisto, era su enemigo, aun así, Rigel jamás llegó a tenerle tanto odio como para matarlo o desear su muerte; claro, tampoco era como si le afectase emocionalmente la pérdida de este.
El Elegido estaba a punto de tomar una difícil decisión; esta se resumía a una pregunta que él mismo se hizo en su interior: “Si tuviera que elegir entre proteger a Selene o a mis compañeros de clases ¿qué elegiría?”. Tan pronto como pensó en esto, sin meditarlo mucho, entró en acción…
Sostuvo a Selene entre sus brazos y la cargó como si fuera un bebe.
—¿Qué haces? —preguntó ella.
—Nos largamos de aquí. —Miró a los lados, se aseguró de que nadie los veía, dio la espalda a sus compañeros de clases y, a paso rápido, entró a la espesa maleza que residía en la jungla de aquella isla—. Es demasiado peligroso estar aquí, ya lo has visto.
Huyó, este era el plan de Rigel tras darse cuenta del abrumador poder de aquel individuo. Rigel concluyó que, si no podían detenerlo, Selene podría ser asesinada tal y como pasó con Calisto, así que optó por dejar atrás su orgullo a cambio de asegurar la vida de la Elegida que amaba.
Amaltea fue la única que se percató de la huida de Rigel, pero no dijo nada.
Por otro lado…
—¡Calisto! ¡Calisto! —repetía Sabik, aun lamentándose. Ella todavía estaba volando gracias al magistral diseño de su armadura—. ¡Te mataré, monstruo! —Estaba a punto de abalanzarse contra él, pero…
Mientras aún rodaba la cabeza de Calisto, el símbolo con forma de espiral que estaba grabado en su cara; empezó a irradiar una tenue luz azul, luego salió de esta lo que parecía ser una esfera de energía, esta se dirigió flotando a las manos del hombre misterioso; él la tomó y la absorbió, era como si su piel la chupase.
—¡¿Qué acaba de suceder? ¿qué es eso?! —exclamó uno de los sacerdotes.
Sabik también se sorprendió al observar aquella esfera, ¿qué era?
Finalmente, los lentos Golems llegaron al encuentro del hombre misterioso.
—Los Golems ya están en posición. ¡Ataquen! —Ordenaron todos los sacerdotes al mismo tiempo.
Estas majestuosas criaturas levantaron sus gigantescos puños en sincronía, los ochos seres estaban a punto de aplastar de un solo puñetazo al insignificante sujeto que avanzaba sobre el puente.
Félix, quien observaba atentamente, llegó a la conclusión de que, aunque el sujeto desconocido usara la misma habilidad de movimiento de antes, el rango de los puños de los Golems era tan grandes que dicha habilidad no le sería suficiente para escapar, por lo que sería aplastado de inmediato.
El hombre misterioso continuó ignorando el masivo ataque que se le venía encima, y justo cuando estaba a punto ser aplastado…
—Un millón de cortes (¿?) —dijo con una voz fría.
El hombre misterioso nuevamente desapareció y luego realizó una fulminante ráfaga de espadazos que cortó y destrozó en cientos de miles de pedacitos la dura roca de cada uno de los Golems.
Para la vista de los Elegidos: observaron cómo varias estelas purpuras recorrían a una velocidad casi imperceptible todo el cuerpo de cada Golem. Los Golems detuvieron su puñetazo en medió del aire y luego todos estallaron en pedazos, era como si una bomba hubiese explotado en su interior.
—¡¿Los cortó con sus espadas?! —gritó un Félix atónito. Sus cálculos habían fallado por completo.
Aquellos seres tan poderosos fueron destruidos ridículamente fácil. El causante de tal hazaña reapareció aún más cerca del grupo de Elegidos, y continuó caminando sobre el puente como si nada hubiera pasado.
Parte 4.
—Lo que le hizo a Calisto fue terrorífico, pero esto ya está a otro nivel —añadió una Sabik perpleja.
Los Golems eran reconocidos por ser más duros que cualquier piedra, además de que contaban con una fuerza abrumadora, de hecho, hasta ahora, nadie se había atrevido a atacar la Roca Sagrada debido a la existencia de estos seres tan temidos. No obstante, este hombre desconocido los destruyó con la misma facilidad con la que alguien puede destruir una piedrita de barro.
Naturalmente, al darse cuenta de esto, el pánico entre todos los presentes aumentó drásticamente… muchos incluso querían huir.
—¡No pueden irse! ¡los necesitamos! —pedían los sacerdotes, quienes trataban de calmar el pánico.
—¡Cálmense!, confíen en ustedes mismos y en su fuerza. No olviden todos estos años de arduo entrenamiento. Estoy segura que podemos derrotar a ese maldito si trabajamos juntos ¿saben? —animó Sabik, la cual, olvidó la idea de atacar cuerpo a cuerpo, regresó y se posicionó frente a sus estudiantes mientras volaba—. ¡Aún podemos intentar algo más! —gritó.
La respetable voz de la profesora llegó a los oídos de todos sus alumnos. Ellos confiaban en ella y con tan solo esas palabras, el grupo de estudiantes terminó tranquilizándose.
—Podemos derrotarlo con una habilidad combinada. Realicen una formación de batalla, quienes usen habilidades cuerpo a cuerpo defiendan en la vanguardia y quienes ataquen a distancia ataquen desde la retaguardia. Esperen a mi señal y ejecuten todos juntos sus habilidades. —Continuó diciendo. Por suerte, todos los presentes tenían clara la formación ya que la habían practicado muchas veces, por lo que se organizaron rápido.
Los sacerdotes también apoyaron y rápidamente se posicionaron para realizar el ataque. Habían cuarenta y cuatro Elegidos en total. Luego, todos invocaron sus Armas Sagradas, muchos de ellos tenían armas a distancia que les brindaba una gran ventaja. Ellos apuntaron a la posición del hombre misterioso que ya estaba muy cerca y…
—¡Todos juntos ¡A la una, a las dos y a las tres! —dijo Sabik.
En sincronía, todos los Elegidos dispararon múltiples proyectiles creados a partir de sus Habilidades Sagradas, eran de una gran variedad de elementos y efectos. Con el apoyo armónico de sus Armas Sagradas, se maximizó el poder de ataque de cada habilidad.
—¡Alas Penetrantes (HS)!
—¡Cadenas de la Muerte (HS)!
—¡Flecha Acida (HS)!
—¡Aqua Celeste (HS)!
—¡Hielo Destructor (HS)!
—¡Dragón Carmesí (LA)! —Del mandoble de Sabik salió un dragón gigantesco en forma de proyectil, era una técnica que había desarrollado con su Liberación de Arma. Además, con su mano izquierda ejecutó “Manipulación Gravitacional (HS)”.
Entre otras muchas habilidades que fueron realizadas en ese momento…
Básicamente una habilidad combinada era una fusión de varias habilidades y proyectiles diferentes; para realizarla correctamente, era necesario invocarlas todas al mismo tiempo y apuntando a la misma dirección, todos los Elegidos presentes sabían eso y así lo hicieron.
Todos los proyectiles que fueron disparados en ese momento se juntaron y se funcionaron en un grueso rayo de luz multicolor extremadamente poderoso. Difícilmente alguien sobreviviría al impacto.
—¡Esto es por Calisto! —exclamó Sabik, con el rostro arrugando y con la característica mirada de la venganza.
La espectacular habilidad combinada estaba a punto de impactar contra el sujeto desconocido, pero este aún seguía avanzando con normalidad, ignorándolo toda amenaza y, al momento exacto, dijo:
—Escudo Violeta, ¡Diosa Krisna! (¿?)
De la nada, apareció frente al hombre misterioso una placa lo suficientemente grande para proteger todo su cuerpo. La misma estaba hecha de algún elemento desconocido, era color amatista. La placa tenía un grosor no muy superior a unos cinco centímetros. Aquel escudo recibió el impacto del poderoso proyectil; el choque fue sumamente salvaje y causó un estruendo ensordecedor.
El escudo logró resistir por unos segundos, pero luego empezó a agrietarse. Finalmente, el proyectil explotó levantando una enorme ola de agua y produjo una onda de choque que mandó a volar por los aires a todos los Elegidos. Ellos impactaron contra: rocas, árboles y escombros. La explosión fue tan fuerte que partió gran porcentaje del puente y causó un hoyo en las profundidades de la laguna.
Después de la destrucción causada por la onda de choque, los Elegidos se levantaron adoloridos y muchos quedaron con quemaduras, golpes y raspones. Pero gracias a la gran resistencia de su raza, pudieron aguantar.
Pese a que la explosión causó un gran alboroto, todo estaba en silencio, había una nube de polvo molestando la visión y la mayoría de los Elegidos aún seguían aturdidos.
Pasado unos minutos, algunos lograron recuperarse, se levantaron y miraron por los alrededores…
—¿Habrá muerto? —preguntó Félix. Él no recibió daño severo gracias a su Habilidad Sagrada que le permitía controlar la tierra y la empleó para amortiguar el impacto.
—¡Victoria! —gritó un estudiante sin siquiera asegurarse y levantó su espada al cielo.
—Fue más difícil de lo esperado, pero pudimos derrotar a esa escoria —añadió Amaltea, quien tocía y se limpiaba la ropa.
—Por un segundo me había preocupado —dijo de manera arrogante otro de los estudiantes.
—Aún no se confirmado la muerte de ese hombre —añadió un sacerdote.
—¡Hay algunos heridos, debemos pedir ayuda urgente! —añadió otro sacerdote quien estaba atendiendo algunos Elegidos que aún no se levantaban—. Tenemos pocas medicinas.
—¡Antes debemos confirmar la muerte del enemigo! —insistió el mismo sacerdote de antes—. Ventisca (HS). —Este sacerdote también tenía la habilidad de controlar el viento y la usó para asentar el polvo.
—No hay duda alguna, ese sujeto está muerto —afirmó Félix con total confianza—. Aquel proyectil fue demasiado poderoso. Incluso un Elegido de la Elite tendría problemas. Además, la esencia malvada de antes ha desaparecido.
—¿Cómo pueden llamar a esto una victoria? ¡Calisto está muerto! —dijo Sabik. La profesora no podía olvidar aquella imagen horrible: la cabeza de Calisto rodando por el suelo.
—Debemos honrar la muerte de aquel chico que murió peleando por proteger nuestra tierra santa —respondió un sacerdote.
—¿Ese idiota? —susurró Amaltea, quien se cruzó de brazos e inclinó la cadera. Por algún motivo, Amaltea no parecía haber sufrido ningún daño por la explosión.
Por suerte, la mayoría de los sacerdotes no recibieron daños severos y estos pudieron dedicarse a atender a los lastimados jóvenes Elegidos.
—Maldita sea. ¿Por qué demonios no hay ningún sacerdote con una Habilidad Sagrada curativa? —Se quejó uno de los estudiantes que estaba más afectado.
“Ese hombre era poderoso y ¿qué onda con su símbolo?, será qué… ¿se tratará de alguna raza nueva aún más fuerte que la nuestra? ¿Hay más como él?”, pensó Félix. Él tenía muchas cosas en la cabeza y en su cara se notaba preocupación por el futuro.
—Se viene algo grande —dijo.
Finalmente, el polvo se asentó y todos se quedaron mirando al lugar donde antes estaba el hombre misterioso. Buscaron por los alrededores, tratando de encontrar los restos de su enemigo, pero no hallaron nada.
—¿Por qué buscamos su cuerpo? —preguntó Amaltea con un tono autoritario—. ¡Ja! Su cuerpo debe estar completamente hecho picadillo.
—¿Y tú que vas a saber, niñita? —regañó uno de los sacerdotes, quien no aguantó la actitud de esta Elegida.
—¡Ash! —Se quejó y torció los ojos irrespetuosamente. Y mirando a otro lado, continuó diciendo—: Todos los planes que teníamos para hoy fueron completamente arruinados… que estupidez. —Finalmente Amaltea expulsó un suspiro de frustración.
Tras varios minutos de buscar y buscar alguna señal del enemigo…
—Bueno, confirmado: está muerto… no quedó ni el más mínimo rastro de él —afirmó un sacerdote.
Pero, justo después que dijo eso; se escuchó una voz gruesa. Tras escucharse dicha voz, todos los Elegidos se quedaron en shock y el miedo se apoderó de todos ellos…
—¡¿Eso es todo lo que tienen?!
***
Muchas gracias a Eluney por ayudarme con este dibujo del «sujeto misterioso».
Comments for chapter "2.0"
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Es una gran historia y bien extensa de leer, está llena de aventuras muy entretenidas cuyos protagonistas tienen que mostrar gran valor enfrentándose a los obstáculos que encuentren en el camino, aunque algunos de ellos pueden ser despreciables como Calisto, su rivalidad con Rigel que combaten para sacar a flote sus emociones y sentimientos. Trágico final el de Calisto no tuvo elección a decidir cómo morir, en serio no me imaginé que su cabeza iba a salir rodando.
Habrá que seguir leyendo para entender el historial entre la guerra de las otras especies. No?
Saludos!!