El cazador de elegidos - 3.2
Parte 5.
Un chico que estaba acostado sobre una cama despertó abruptamente, con la respiración acelerada y mirando a los lados con desespero.
Él observó que se hallaba en una habitación desconocida, que estaba hecha de madera oscura, con varías lámparas de aceite iluminando el lugar y tenía diferentes tipos de muebles comunes de una habitación. Luego entendió que se encontraba recostado sobre una cama en la que jamás había estado.
No obstante, dejó de detallar el lugar en el que estaba porque repentinamente un temor invadió todo su ser. Su pulsó se aceleró drásticamente y empezó a sudar frio.
—¿Fu-fue una pesadilla? —Se preguntó a sí mismo, en su cara se notaba su pavor. Él cerró sus ojos con fuerza tratando de recordar lo que le había pasado.
“Selene”, pensó en ese nombre y lo que este significaba para él. Eso fue más que suficiente para hacerle recordar todos los motivos de su miedo e incertidumbre actuales.
Él empezó a sudar mucho y su corazón bombeaba con tanta fuerza que parecía que se le iba a explotar el pecho. Él se quedó helado y un escalofrió atemorizante le acuchillaba toda su medula espinal con tan solo con preguntarse:
—¿Dón-dónde está Selene?
Él nuevamente miró a los lados tratando de ver a su amada, pero no tardó mucho en darse cuenta de que estaba sólo en esa habitación.
—To-todo fue una pe-pesadilla ¿verdad? —El chico empezó a reírse con demencia y su boca le temblaba al decir cada palabra—. Selene está ahora mismo en su casa, preparándose para ir a la academia ¿no? ¡Nada de eso ocurrió y todo fue un mal sueño! —Resonó un estruendo atemorizante en su mente y en esta quedó plasmada aquella imagen macabra; Selene siendo asesinada frente a sus ojos y a su lado aquel hombre que se llamaba “Orión”.
Rigel se levantó de la cama en la que se encontraba, dio dos pasos lentamente, apretó sus puños con fuerza, cayó al suelo de rodillas y gritó con potencia y dolor.
—¡Ahhhhhhhgg!
Él empezó a llorar violentamente y empezó a golpear su cabeza contra el astillado suelo de madera. Un dolor indescriptible inundó todo su cuerpo, dicha dolencia no era causada por los golpes que el mismo se daba, sino que era causado por el mal sentimiento que se encontraba en lo más profundo de su corazón.
—Selene… está mu-muerta —admitió Rigel, dejó de golpear su aporreada frente, terminó recostándose con la cabeza al suelo y sollozó en silencio.
—Este es el principio de una buena historia, chico Elegido. Menudo griterío ¿tan rápido te rindes?
Una voz masculina, que era desconocida, sonó dentro de la habitación.
—¿Eh? —Rigel levantó su cabeza y pudo observar a un hombre que jamás había visto.
“¿Quién es? ¿en qué momento entró a la habitación?”, pensó. Hasta ahora él creía que estaba solo.
El hombre estaba inclinado contra el marco de una puerta con una pose despreocupada. Vestía con: una gabardina marrón oscuro; tenía llamativos adornos dorados, pantalones de color gris intenso y poseía sombrero grande.
Además, este raro sujeto estaba encorvado, con los brazos cruzados y con la cabeza completamente inclinada mirando hacia el suelo. La forma en la que tenía su sombrero, evitaba que se pudiera observa la parte superior de su rostro, ya que una sombra oscura lo impedía. La una expresión facial que se podía apreciar en él, era una enorme sonrisa de oreja a oreja. El aspecto de este hombre solo transmitía misterio y enigma, era como si el misterio mismo se pusiese un traje y se recostase contra la pared.
Finalmente, el símbolo de “igualdad” en su mejilla era la marca distintiva que indicó que era un humano.
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(Nota del autor: Le agradezco a RevelingZ por hacerme esta ilustración.
Si lo desean pueden seguir al artista en su Instagram como: marcos_riveros)
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Rigel se quedó mirando fijamente al peculiar humano, apretó sus dientes con rabia, terminó de levantarse y alzó sus brazos a ambos lados. Aparecieron dos portales, el chico estaba invocando sus Armas Sagradas.
—¡Ja! ¿Qué haces, chico? —dijo el humano con un tono burlón.
Rigel lo ignoró, terminó de meter sus manos dentro de los portales y las sacó rápidamente, pero no tardó mucho en darse cuenta de que no estaban sus Armas Sagradas. Sus manos estaban completamente vacías.
—¿Y mis armas? —Se dijo a sí mismo con intriga.
—Eres un personaje secundario muy interesante. Te encuentras en un estado deplorable, deberías escúchame al menos. —El humano tenía los brazos cruzados y apoyaba una pierna en el marco de la puerta.
—¡Cállate! No sé quién seas, pero pareces tener alguna conexión con el desgraciado de Orión, ¡Muere!
—No des por hecho una suposición, chico intransigente. Además, ¿Orión? Ah, comprendo. Así que ese es su nombre, un enigma ha sido resuelto —Su enorme sonrisa aumentó al decir aquello e ignoró a aquel Elegido que estaba a punto de golpearle a puño limpio—. Eres un personaje muy explosivo.
Así es, mientras él decía aquello, Rigel corrió velozmente con la intensión de golpear al hombre misterioso.
Justamente cuando Rigel estaba a punto de pegarle, el humano con elegancia y destreza apuñaleó con su mano derecha el cuello del Elegido.
Rigel se detuvo antes de golpearlo, cayó de rodillas y empezó a toser. Luego notó que tenía su cuello vendado y de este empezó a salir sangre. Se llevó las manos al cuello y lo apretó con fuerza tratando de detener la hemorragia.
—Quizás no lo recuerdes, pero te cortaron la yugular y vives de milagro… —decía el hombre, pero hizo una pausa, chasqueó sus dedos y señaló a Rigel—. ¡No!, estas vivo porque ordené a que te trajeran aquí. Solo mírate, estás en pésimo estado y no estás en condiciones de luchar. No piensas bien las cosas y no pareces estar muy cuerdo. Eso es lamentable.
Para ser un sujeto con aquellas pintas tan sombrías y enigmáticas hablaba demasiado.
El humano seguía relajado, juzgando y observando como Rigel se retorcía de dolor en el suelo. Él ignoraba que Rigel se estaba desangrando por la herida que el mismo le abrió tras agredirlo.
Se borró su sonrisa, dio un suspiro de frustración y continuó diciendo:
—Somos aliados.
Rigel lo observó a duras penas, levantó una ceja y su mirada transmitió el claro mensaje de: “Eso como que no me convence mucho”.
—¡¡¡Mini!!! —gritó el hombre misterioso y observó a Rigel con indiferencia—. Por suerte, ya viene un molesto personaje secundario a sanarte tu herida.
Repentinamente, alguien abrió la puerta de la habitación sin mucho cuidado, empujando sutilmente al humano que estaba recostado sobre el marco de la misma. A este casi se le caía el sombrero que ocultaba su enigmático rostro, pero velozmente impidió aquello.
“¡Ufff! Eso estuvo cerca”. Pensó, sonrió y se echó a un lado permitiendo que entrara la persona a quien llamó.
—Miau. Miau. ¿Eh? ¡¿Pero qué has hecho, Leo?! —refunfuñó una voz femenina que era bastante infantil y chillona—. ¡A duras penas pudimos cerrarle la hemorragia y ahora me llevo la sorpresa de que se está desangrando otra vez! ¿¡A que eres idiota!?
La chica infló sus mejillas y señaló a Rigel. Mientras, miraba al humano, le frunció el ceño y le gruñó con un enojo inofensivo que incluso podría considerarse como “tierno”.
—¡Grrr! —“Gruñía”.
La peculiar chica se acercó a un escritorio, abrió una de sus gavetas y sacó de allí una vasija de madera, la cual parecía contener algún tipo de crema.
—Que injusta, él me atacó primero —respondió de manera sarcástica el sujeto que al parecer se llamaba “Leo”.
—¡Ayu-ayuda! —Rigel exclamó a duras penas.
Su respiración se acortaba y el dolor se intensificaba, a ese ritmo el joven Elegido iba a morir, pero a aquellas personas no parecían importarle mucho lo que le estaba ocurriendo e incluso daba la impresión que se lo estaban tomando como un “juego”.
—Miau. Miau. Dame un segundo, amiwito —dijo la chica llamada Mini.
Luego, ella se acercó a Rigel, se agachó de cuclillas y ambos se miraron fijamente. La chica mostró una tierna e inocente sonrisa y expulsó de su boca un pequeño: “Ji, ji, ji”.
Rigel peló los ojos y movió sus pupilas de arriba hacia abajo repetidas veces, era como si le transmitiera un mensaje con la mirada, que podría traducirse como: “¡¡¡Ayúdame idiota, estoy que me muero!!!”.
Mini era pequeña, delgada, poseía orejas y cola de gato. Tenía los ojos color esmeralda, cabello corto y de matiz azul con verde. También se podía observar el símbolo “ojo de bestia” en su cuello, esa era la marca distintiva de la raza Eldrie u Semi-humanos.
Su aspecto no era muy diferente al de una niña; sin embargo, su enorme busto como el de una mujer adulta no iban acorde con el resto de su cuerpo.
—Miau. Miau. Madre mía, qué caso tiene —dijo y expulsó un largo suspiro.
En seguida, usó sus dedos como una cuchara y los untó con la crema que estaba en la vasija. Después intentó aplicar la crema en el cuello del Elegido, pero este no se dejaba, quizás por el dolor. ¿Qué demonios? ¿acaso era idiota?
—Oye, oye, coopera conmigo o sino vas a morir. —Se quejó la chica gato.
Rigel hizo oídos sordos y aún no retiraba las manos de su cuello. Mini frunció el ceño y se sonrojó un poco
“Tendré que usar fuerza bruta”, pensó.
Tras ello, retiró con poderío las manos de Rigel de su cuello, pero este aún forcejeaba con ella causando que brotara más sangre. Mini llenó su boca de aire e hizo pucheros, evidenciando así su frustración.
Mini Tomó con fuerza ambos antebrazos de Rigel, abrió complemente sus piernas, se sentó sobre su pecho y con sus rodillas aplastó las manos del Elegido inmovilizándolo casi por completo.
—¡Te informo que no estamos en una novela erótica! —Se burló el humano “misterioso”.
—Miauu. ¡Cállate y ven a ayudarme! —dijo Mini estando más roja que un tomate.
No quería que alguien malinterpretara aquella escena como un acto sexual, pero al final así fue.
—Solo soy un mero espectador —expulsó una carcajada malintencionada y chaqueó sus dedos.
Rigel se rindió y dejó que la chica que estaba montada sobre su pecho le atendiera. La semi-humana aprovechó, untó la crema con cuidado en el cuello del Elegido y abrió un poco más la herida dejando entrar el espeso líquido; pero, a su vez, esto permitió que saliera un chorro de sangre que manchó su ropa.
—Miau, Miau, te acabo de aplicar una crema de Musgo de Aantrax. Es especialmente buena para las cortadas y puede sellar rápidamente una vena cortada como en tu caso, pero no es suficiente para sanarte ya que perdiste mucha sangre. Así que tendré que hacer “eso” otra vez. —Miró al humano y este le afirmó con la cabeza.
Mini sacó de uno de sus bolsillos lo que parecía ser una semilla ovalada y con los dedos la partió en dos; de esta salió un líquido transparente que cayó sobre la herida. A Rigel le costaba respirar y posiblemente iba a perder la conciencia.
Después, la Eldrie cerró sus ojos, puso las palmas de sus manos sobre el ensangrentado cuello del Elegido y dijo:
—Bendición de la naturaleza: “plasma” (BN).
En las manos de Mini se emanó una tenue luz verde y se escuchó un pequeño chillido. La luz era hermosa y se convirtió en todo en espectáculo para aquella habitación anticuada. Tras unos segundos, la luz desapareció.
Rigel observó sorprendido lo que ocurría y no dejaba de pensar: “¿Qué ocurre, acaso ella es…?”.
Rigel sintió algo extraño, como si su sangre se multiplicase, como si la vitalidad que perdía se recuperaba y una misteriosa energía le daba fuerzas. Su malestar desapareció, dejó de estar pálido por la pérdida de sangre y su herida se cerró milagrosamente.
Mini mostraba una sonrisa llena de orgullo al darse cuenta que, por segunda vez, le había salvado la vida a aquel Elegido. Finalmente, sacó una venda de otro de sus bolsillos y las sujetó al cuello del chico.
—No vuelvas a hacer una locura como la de antes, mi “Bendición de la Naturaleza” no es lo suficientemente fuerte como para curarte del todo. —Regañó Mini y mostró un colmillito tiernamente “amenazante”. En seguida, terminó de vendar la herida, se levantó, fusiló a humano con la mirada y le dijo…—. Pervertido, Miau, Miau.
—¡Oh, vamos! ¡Sabes que usualmente no soy así! No pude evitar bromear en una situación como esa. —Se defendió vagamente.
Mini le gruñó dejando ver sus dos largos colmillos.
— ¡Peeerrrrvertiiidooooo! —Le sacó inmaduramente su áspera lengüita gatuna.
—¡¿Qué has hecho?! —Rigel interrumpió aquella conversación.
Él se levantó a duras penas, estaba encorvado, respirando desesperadamente y sus expresiones faciales solo demostraban algo muy cercano a la locura.
No obstante, su mente estaba funcionando bien, solo que, últimamente había sido muy maltratado. Lo que más le afectaba era la angustia de saber el paradero de su amada.
—Antes mencionaste “Bendición de la naturaleza”. No, no es posible, los semi-humanos que dominaban esa técnica murieron hace milenios. —Continuó diciendo.
Bendiciones de la Naturaleza, un poder que, según, lo otorgaba la Diosa de la Naturaleza. De manera simple, quienes sean bendecidos con ella podrán realizar cosas especiales. Eso era todo lo que sabía Rigel acerca de ellas.
—Pues soy aprendiz de Lu y ambas somos unas prodigios entre los semi-humanos.
—¿Lu?
—Miau. Miau. Digamos que es alguien un tanto problemática. ¡Oh! ¡Uh! ¡Uh! Debes saberlo. —La chica gato, estando muy animada, empezó a dar tiernos brinquitos. —El nombre completo de ella es Ludy, pero su nombre me es muy largo y prefiero llamarla Lu. Por cierto, mi nombre es Mini, pero puedes llamarme Mi. El pervertido de allá. —Señaló al humano—. Se llama Leónidas, pero yo lo llamo Leo. Y tú. —Señaló al Elegido—. Te llamas Rigel…, ¡pero te llamaré “Ri”! —Mini Sonrió e hizo el símbolo de “amor y paz” con sus dedos.
—Este personaje gatuno, que es una enana que solo mide un metro con cuarenta centímetros, es una mañosa con los nombres. Si tiene más de tres letras, ella lo considera “demasiado largo” —dijo Leónidas tras burlarse de ella.
—¡Oye, no era necesario que le dijeras mi estatura! —Mini frunció el ceño y le hizo un gesto “tiernamente malvado”. —Al menos yo no soy una mañosa que se ensombrece el rosto con un sombrerito pensando que así se ve “genial y misteriosa”.
—Vaya, vaya… Tú ganas, señorita “Mi”. —A Leónidas no parecía importarle aquello y siguió igual de relajado como de costumbre.
—¡Ya basta! —Interrumpió Rigel, mostró una postura defensiva, su mirada se llenó de odio y casi locura—. Ustedes dos están locos. La verdad es que no me importa quienes sean. Ustedes me trajeron aquí separándome de Selene… —Hizo una pausa, peló los ojos y gritó—. ¡Selene! ¿¡Donde esta Selene?!
—Miau. ¿Selene? ¿y esa quién es? —preguntó Mini o ¿Mi?
—Tranquilo, Elegido. Para dejártelo claro; no tenemos ninguna relación con el cazador. De hecho, te salvamos la vida y te trajimos aquí por un motivo importante —dijo Leónidas.
—¡¿Dónde diablos estoy!? ¡¿Qué rayos hago aquí? ¡¿Quién demonios son ustedes?! ¡¿Qué quieren de mí?! ¡¿Selene está bien?! —Rigel se desesperó aún más, hacía aquellas peguntas rápidamente y gritando como todo un lunático.
—¡Shit! —Leónidas se llevó el dedo índice a la boca y le chistó—. Vas a hacer que me duela la cabeza. Sé que tienes muchas preguntas, pero ya cálmate. Esta es mi última advertencia. —Mostró una sonrisa de oreja a oreja.
Rigel chaqueó la lengua y se calmó. Luego se achicó contra una pared y empezó a chillar nuevamente. Leónidas y Mini se miraron las caras confundidos.
—Miau. Miau. Para ser un Elegido; eres un niño bastante llorón —dijo Mini.
—Déjalo. Definitivamente no eres un personaje que sirva para consolar, Mini. —Chasqueó sus dedos y señaló a Rigel—. Oye, Rigel, cuéntanos ¿quién es Selene?
—Es la chica que lo apañaba. En efecto. —Se escuchó una nueva voz femenina que provenía desde afuera de la habitación. Al parecer, ella estuvo espiando detrás de las paredes.
En seguida, la dueña de dicha voz se dejó ver tras entrar a la habitación.
—¿Are?, ¿Nos estabas espiando? —preguntó Mini.
—Sí, aunque no era del todo necesario. Ustedes son muy ruidosos. —Ladeó su cabeza y cerró sus parpados amigablemente.
Rigel observó a una chica con: orejas puntiagudas, con cabello y ojos azules y su símbolo “Copo de nieve”, que estaba en su cachete, le indicó que ella era una Elfa de hielo. Por cierto, un largo mechón de pelo cubría su ojo derecho.
Luego, el Elegido recordó una fracción de segundo del pasado, ese momento en el cual observó a esa misma Elfa intentado “salvar” a su querida Selene.
“No recuerdo bien que pasó después, esta Elfa debe saberlo”. Pensó.
La Elfa miró fijamente a los ojos vacíos de Rigel. Así que le regaló una sonrisa apacigüe, que daba a entender que todo estaría bien.
—Hola, Rigel, ¿cómo te encuentras? —dijo la Elfa y lo saludó agitando su mano—. Mi nombre es, Arie.
—Dime, ¿qué sabes de Selene? —Preguntó sin muchos preámbulos.
—Esa Elegida es especial para ti ¿verdad?
—Sí. Ella es mi razón para vivir, no me evadas y responde mi pregunta.
—Perdóname, no lo sé. —Ella se llevó la mano al pecho y sus expresiones demostraban un genuino lamento.
—¿Cómo que no lo sabes? Tú estuviste allí.
—Disculpa… —La Elfa hizo una larga pausa—. Yo intenté salvarla, pero el cazador lo evitó y no pude alcanzarla. No logré hacer mucho… de veras, lo siento mucho. —La voz de la Elfa era cálida, lenta y calmada. Sus palabras reflejaban su auténtica preocupación por el chico—. Claramente amas a esa Elegida y siendo honesta, yo no podría decir que entiendo el dolor que tienes ahora mismo. Pero tranquilo, no te rindas, ten un poco de fe en ella. —Ladeó la cabeza y sonrió—. De hecho, existe una manera de comprobar ahora mismo si ella aún sigue con vida. Ciertamente.
El lento y amable tono de voz de la Elfa tuvo un efecto inesperado en Rigel. La tranquilidad de la Elfa fue contagiosa y consiguió hacer que un pequeño rayo de esperanza iluminara el oscuro vacío que él tenía por dentro. Gran parte de su ansiedad se dispersó con tan solo escuchar lo último que ella pronunció.
Rigel se acercó lentamente a la Elfa con los ojos llorosos, se inclinó a sus pies y con una voz llena de incertidumbre le dijo:
—¡¿Cuál?!
Arie nuevamente le sonrió y se agachó a su nivel. Después, tiernamente le acarició el cabello como lo haría una buena amiga de años, era un intento de calmarlo y darle a entender que podría solucionar su problema. La empatía de esta Elfa era admirable, ella se esforzaba por entenderlo y ayudarlo.
—Mini. —Miró a la Eldrie—. ¿Puedes usar la bendición “conexión de la vida”?
—Miau. Miau. Por desgracia yo no puedo hacerlo, pero Lu sí. —Le respondió Mini mientras mantenía una pose pensativa.
Rigel miraba al suelo con angustia, pero por algún motivo las palabras y las caricias de la Elfa dispersaban poco a poco su ardiente dolor.
—Rigel.
El chico levantó su cabeza y respondió a su llamado. La Elfa dejó de acariciarle el cabello y siguió diciéndole:
—¿Tienes una parte de Selene? por ejemplo: un pelo suyo.
“¿Una parte? ¿De su cuerpo se refiere?”, pensó un confundido Rigel.
—Dame un segundo —dijo.
Tras ello, metió una mano en uno de sus bolsillos y sacó las plantas medicinales que anteriormente había usado con Selene.
—Estas plantas se las froté en una de sus heridas y mira —dijo Rigel y señaló una pequeña mancha de sangre que estaba en una de las hojas—. Esa sangre es de ella. ¿Puede servir?
La Elfa no sabía que responder, así que miró a Mini. La Eldrie captó el significado de aquella mirada y respondió:
—Miau. Sipi, shi sirve.
—Eso está muy bien —dijo Arie y su cara se apaciguó de una manera que podría acelerar el corazón de quien la observase, ella era una belleza en todos los sentidos.
—¿Para qué quieren esto? —preguntó Rigel.
—La naturaleza está conectada con todos los seres vivos, la Flor de Arismendi es una intermediara entre la vida de una persona y la naturaleza. Parece. Podemos usar una de esas para ver si tu amada sigue con vida, o al menos, algo así me dijo Ludy. —La Elfa hacía varias expresiones y ademanes, pero siempre eran lentos y relajantes.
—¿Flor de Arismendi? ¿intermediara de la vida? ¿de qué rayos hablas?
—Miau. Miau. ¡Después te explicamos! —Interrumpió la ruidosa Mini quien era todo lo contrario a la Elfa—. Creo que te estas preocupando demasiado y no estás en buenas condiciones. Ri, deberías descansar.
—¿Descansar? —En ese momento, Rigel se percató de algo importante—. Oigan, respóndame algo… —Le costó tragar saliva—. ¿Qué día es hoy?
Los presentes se miraron las caras, sabían que la respuesta a dicha pregunta iba a ocasionar que Rigel enloqueciera de nuevo.
—So-solo ha pasado un día desde lo ocurrido en la isla. Miau. Miau. Sí, sí eso, eso —dijo Mini nerviosa.
—¡Eso es demasiado! —Rigel se levantó de un sobresalto.
—Mini, no mientas. Fingidamente —dijo Arie y la miró con malos ojos—. Rigel, en realidad estuviste inconsciente una semana.
A la Elfa no le importaba ser honesta. Ella sabía que la reacción de Rigel iba a ser muchísimo peor que la de antes. Arie detestaba las mentiras y comprendía que ocultarle la verdad solo le haría más daño al Elegido con el tiempo.
Sin embargo, contra todo pronóstico; Rigel no dijo ni una solo palabra, sino, más bien, apretó sus puños con fuerza y en su cara se reflejó desilusión y ansiedad.
—Comprobemos si Selene está bien —dijo sin divagar tanto. También, por alguna razón, miró a Leónidas con enojo.
“Cumpliré mi promesa sin importar que”, Rigel recordó esto.
—Miau. Pero, Ri, si descubrimos la condición en la que ella se encuentra, seguramente te vas a exigir más de ti y no estás en condiciones —dijo Mini atropellando las palabras.
—¡Ya les he dicho! —Miró seriamente a la chica gata—. Me han hecho perder muchísimo tiempo.
El enojo de Rigel se debía a que le habían separado de Selene y, para colmo, pasó una semana sin saber nada de ella. Era como dejar a un hámster y una boa en una misma jaula y no intervenir durante una semana. Una persona razonable entendería que dicho hámster ya es historia. Selene se había quedado sola con el cazador, era natural que Rigel esperase lo peor, aun así, le quedaba un pequeña llama de esperanza.
Arie se levantó y dijo:
—Tienes razón, sígueme.
Tras ello Arie salió de la habitación y Rigel la siguió.
“Absurdo, aunque la Flor de Arismendi no florezca, tú de igual forma vas actuar ¿Verdad Rigel? No eres de esos personajes que aceptan la realidad”, pensó Leónidas.
Ya para cuando Arie y Rigel se alejaron lo suficiente, Mini preguntó:
—Es extraño, ¿Por qué Ri daba por hecho que esa Elegida había muerto?
—¿No es evidente? —respondió Leónidas—. El cazador hasta ahora mató a muchos sin piedad. Pero es posible que esa chica, Selene, aún siga con vida.
—¿Eh? ¿por qué lo dices?
—Porque él es Rigel de Astrea. —Leónidas mostró una sonrisa misteriosa—. Me pregunto coma va a reaccionar cuando sepa la verdad.
—Miau. Miau. Siento que esto va a estar divertido ¿crees que se una a nosotros? Y ¿Será él el verdadero escogido?
—Mini, una tradición en las historias de misterio es que no se puede revelar mucha información al comienzo, cuidado con lo que dices. —Cruzó sus brazos y chasqueó los dedos—. Recuerda que fue Rigel el único Elegido que pasó la prueba. Tarde o temprano descubrirá su propósito. Lo cierto es que…
Hizo una larga pausa.
—¿Lo cierto es que…?
—Esa chica, Selene, solo será un estorbo, sin importar si está viva o muerta. —Leónidas engruesó su voz y dejó de recostarse contra el marco de la puerta—. Esta será una historia muy interesante. Vamos, Mini. Veamos si decide usar esa maldita flor.
Comments for chapter "3.2"
QUE TE PARECIÓ?
Urgente necesitas un dibujo de esa Loli gatuna
Lo sé, help me!
Es un momento de esos grises, con noches infelices para Rigel. Ahora su búsqueda infinita es encontrar a su amada, el amor se le escapa corriendo igual que el agua entre las manos. Por un momento ese amor le dió placer y ahora es cómo si le quita la vida.
¡Me encantó tu comparación! en casos como estos, algo que siempre afecta es poder adaptarse, aceptar la realidad y recuperarse. ¿Podrá él superar todas estas facetas y de esta manera salvar a su amada?
Por cierto, un saludo, Marita. Siempre me es agradable leer tus comentarios 🙂