El cazador de elegidos - 6.5
Parte 4.
—Diosa Krisna.
El cazador apuntó con su espada a donde estaba Aldebarán y en son de este movimiento; todas las espadas que levitaban fueron a gran velocidad a donde estaba el Elegido.
—¡Esto no es nada! —Mintió para sí mismo el orgulloso caballero.
Con los huesos partidos, cubierto de sangre y debilitado, un poder inexplicable le dio las fuerzas al Elegido para bloquear y esquivar el masivo y constante ataque de espadas filosas que volaban hacia él.
Ese poder, no era otro que, la fuerza de voluntad…
Orión movía su mano en todas direcciones y los miles de espadas obedecían a este movimiento. Todas dirigidas contra el insignificante Elegido con intenciones de acabar con su vida.
Un corte en el hombro. Un tajo en los tobillos. Un roce en la frente. Un raspón en el brazo. Por más que Aldebarán bloqueaba y esquivaba, una que otra espada conseguía hacerse paso y le hería. Las lesiones aumentaban exponencialmente. Con tales heridas, incluso un Elegido de lo más fuerte ya hubiese caído, pero este guerrero no cayó. No se dio por vencido aún vencido…
“¡Volveré a verte sonreír!”, pensó.
El ataque cesó…
Tras pasar más de un minuto, las espadas que levitaban desaparecieron. Orión miró sorprendido al Elegido que consiguió sobrevivir a su ataque. Posteriormente recordó algo y dijo:
—Fuerza de voluntad. —Orión giró su cuerpo al Oeste—. Eso fue lo que no pudiste mostrarme, chico. —Una corriente de aire llevó su cabello a un lado.
Aldebarán dejó caer su katana y se derrumbó de rodillas. Tenía muchísimas heridas abiertas, por lo que perdía bastante sangre.
—Debo… debo… hija. —Su mano se movió instintivamente, buscaba la empuñadura de su espada.
“Cazador de Elegidos, ese hombre dice que nos caza, debo protegerla”, pensó. Ahora Aldebarán tenía un nuevo objetivo.
Orión observó a donde estaba el débil Elegido. Luego miró el corte que antes le hizo en la manga del traje.
—Tanto diste solo para esto. —Su voz era calmada y solo se limitó a observar—. ¿Eso es todo lo que tienes?
—No, aún tengo algo más. —Temblándole las rodillas, Aldebarán lentamente se puso de pie, teniendo la espalda encorvada y a duras penas sosteniendo su katana. Después la alzó y esta apuntó el cielo—. ¡Centella de la luz suprema (HS)!
Ya había llegado la noche, el cielo ya estaba negro. Pero tras ejecutar esa habilidad, una lumbrera se formó en el firmamento. Un pilar formado de una hermosa luz amarilla, descendió desde el cielo hasta llegar a la espada alzada de Aldebarán. Era todo un espectáculo. Un orgasmo visual. Aquel rayo gigantesco de luz era el fulgor de un guerrero que entregó su cuerpo y su alma para su proteger a su mayor orgullo, era…
Su centella de esperanza.
La línea de luz permaneció impactando contra el filo de su espada e iluminó todo el cielo. Era un rayo de luz capaz de cortar hasta la piedra más dura. Orión no tardó mucho en darse cuenta de ello.
—Esa fuerza de voluntad es admirable. —En el iris violeta de Orión se reflejaba esa brillante luz en cielo, era tan sublime que incluso opacaba la luminosidad de las tres lunas—. Pero debo cazarte. —Apuntó con su espada a donde estaba Aldebarán.
—Cazador, este es mi último ataque, mi habilidad definitiva. —Una corriente de aire circulaba alrededor de él moviendo su largo cabello—. Toda mi fuerza de voluntad está en este ataque. Has sido digno de recibirlo —Sonrió, luego tosió sangre y con la cara perdida continuó—. Mi nombre es Aldebarán Castella Ulquirrinose De Farabulla. Soy un orgulloso Caballero Real ¡Recuérdalo!
—Tenlo por seguro, estoy dispuesto a recibir toda esa fuerza de voluntad. Sorpréndeme. —Orión seguía igual de serio, pero a la vez admirado por la fuerza del guerrero—. Panel (¿?).
Una placa purpura protegió al cazador, este se quedó inmóvil confiando en que su escudo soportaría.
—¡Adiós!
Aldebarán agitó su espada hacia abajo y el rayo de luz que estaba conectado con ella siguió este movimiento inclinándose diagonalmente a donde estaba el cazador. Por suerte, el pueblo no estaba en medio de la trayectoria de este rayo.
El potente rayo de luz lacerante impactó contra el delgado escudo purpura, pero no consiguió penetrarlo.
—¡Ahhhhhggg! —gritó apasionadamente Aldebarán.
El rayo continuaba impactando contra el panel; pero, cuanto más tiempo duraba, más voluntad le ponía a su poderosa centella…
…
…
El escudo se partió…
El cazador peló los ojos al notar que el potente rayo lo alcanzó hasta cubrirlo en una poderosa luz destructora…
Ahogado en esa centella de luz lacerante, el cazador desapareció de la visión. Aun así, Aldebarán continuó gritando y aplicándole más voluntad a su ataque definitivo. Hasta que finalizó…
La katana cayó al suelo. Su propietario, cubierto de sangre, a duras penas se quedó levantado. Aunque el vapor molestaba, él intentaba observar si su objetivo había sido aniquilado. El rayó dejó un largo y grueso camino de cenizas, era una recta abertura en la arena.
—Aldebarán, eres un gran guerrero. —Se escuchó una voz gruesa que el Elegido pudo reconocer de inmediato.
En medio del camino destruido, yacía un hombre de pie, él estaba protegido por un pequeño escudo purpura. Algunas partes de su traje negro estaban desgarradas por quemaduras, pero no había señal alguna de que él tuviera siquiera un raspón.
Aldebarán se quedó atónito. Ya había perdido todas sus fuerzas…
Era el fin, todos sus esfuerzos fueron en vano. Toda su fuerza de combate se agotó por completo. Por primera vez, Aldebarán perdió. Decepcionado de sí mismo y con emociones negativas, él se cubrió el rosto con la mano denotando su desilusión. ¿El Elegido perdió todas sus esperanzas?
Un silencio incomodo permaneció por varios segundos.
“Ah, aún puedo hacer eso”, pensó mientras sacaba una extraña cajita hecha de Allidentista de un bolsillo.
—¿Un cristal de teletrasporte? ¿De verdad crees que te dejaré ir? —Orión se quedó mirando fijamente la cajita.
—Lo siento por ti, pero una hermosa princesita me espera. —dijo Aldebarán mientras abría la cajita.
Huir, algo que Aldebarán jamás pensó que haría. Había una pequeña Elegida esperándolo en casa, él le prometió que volvería y debía cumplirlo sí o sí; aunque tuviese que dejar atrás su código de caballero… Su orgullo de guerrero se destruyó.
Antes de que Aldebarán pudiese tocar el cristal de teletrasporte que estaba dentro de la caja; Orión avanzó a paso rápido con la intención de acabarlo de un solo golpe. Era el fin para el Elegido.
Justamente cuando la espada amatista estaba a punto de cortar al Elegido…
—¡No lo haga, señor!
De alguna manera, un niño humano se interpuso delante de Aldebarán y quedó en medio de la trayectoria horizontal de la espada de Orión…
El cazador detuvo su espada estando a solo milímetros de cortar al niño que interfirió y que protegió a su rival.
Parte 5.
Era el mismo niño al que hace minutos atrás Aldebarán abofeteó y le destruyó su bien más preciado. Ahora estaba ese pequeño crio humano, inocente y dolido, protegiendo a aquel Elegido.
Aldebarán también se impactó. Pese a que el cazador retrocedió un poco, esta era su oportunidad de él para tocar el cristal y desaparecer; pero no lo hizo… simplemente se quedó estupefacto, observando al pequeño niño humano que estaba protegiéndolo y arriesgando su vida por él.
“¿Porqué? ¿Cómo es posible?”, pensó.
—¡Apártate, niño! —Ordenó el cazador.
—Él salvó a mi hermana. Él nos protegió y no merece morir. ¡Por favor, señor! —Suplicaba el niño, este pequeño tenía una mirada dura e inmutable.
Orión abrió de par en par las comisuras de sus ojos, tampoco expresó respuesta alguna, estaba completamente sorprendido.
Tras unos segundos de silencio, donde solo el silbido del viento se podía oír…
—Niño. —Finalmente habló el cazador—. Él es un Elegido, ellos… —Fue interrumpido.
—¡Lo sé! Pero, pero tengo una deuda con él y madre me enseñó que siempre debemos pagar nuestras deudas. —El niño sacó el pecho—. Protegeré a este hombre. —Aseguró con valor—. Señor de la profecía…, tenga piedad.
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Ese niño aprendió algo en ese día tan caótico.
Tras la aparición de aquellos monstruos que masacraron a sus amigos, una pequeña niña estaba a punto de ser devorada, su hermana. Pero una cuchilla de luz destruyó a la criatura, permitiendo así que la pequeña niña pudiese huir. Gracias a ese Elegido, su hermanita sobrevivió. Tenía una deuda, pero…
También aprendió una dura realidad…
“Somos débiles”, pensó el niño. ¿Cómo compensaría su deuda?
Él aprendió lo fácil que era matar a un humano. Lo débil que era, su pecho le empezó a doler y un ardor ansioso recorrió por sus venas. No era justo, un mundo parcial e inicuo.
El chico aprendió que vivía en ese mundo cruel, entendió que su raza era frágil y que eran seres insignificantes.
“¿Qué es la vida? ¿nacemos solo para sufrir?”, había pensado.
Pero, ese hombre, Aldebarán, que era tan poderoso, fue su ultimo rayo de esperanza…
En su mente relució la voluntad de aquel Elegido y su poder —admiración—. Él debía ser así ¡Tenía que serlo! ¡Era su deber! ¡Su nueva convicción!
“Entonces, si soy débil… Solo debo hacerme más fuerte”, el niño estaba determinado a sobrevivir y a tener una vida plena.
“Y así protegeré a los débiles”.
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—El Cazador de Elegidos, nuestro señor de la profecía.
Justo cuando el cazador estaba a punto de decir algo, un montón de aldeanos humanos que sostenían antorchas, se acercaron y dijeron aquello.
—¿Señor de la profecía? —preguntó el cazador, no tenía ni idea de que estaban hablando.
Todos los humanos se inclinaron ante él.
—Oh, nuestro poderoso cazador, por favor, tenga piedad con este caballero. —Suplicaron todos los lugareños al mismo tiempo.
Orión solo se quedó observándolos y no mostró emoción alguna.
Aldebarán todavía miraba al pequeño niño delante de él, aún estaba helado por la sorpresa. ¿Por qué aquellos humanos rogaban por él? Aldebarán no los protegió con intenciones altruistas, sino con un interés de por medio. Aun así, esa gente estaba agradecida por lo que hizo. Para él, las acciones de esos humanos eran…
“Estúpidos, son repugnantemente estúpidos”, pensó.
Sostuvo su espada. Una expresión psicópata se manifestó en su rostro…
Sin previo aviso, se escuchó un fuerte sonido; desde una gran altura descendieron tres sujetos, los cuales cayeron justo sobre los aldeanos. Apenas llegaron al suelo, aplastaron a un par de aldeanos partiendo sus cráneos, desbaratando sus columnas vertebrales y aplastando su carne, fue una muerte inmediata.
Apenas cayeron, el suelo tembló, dejaron ver sus figuras y se levantaron con un porte temible.
Parte 6.
—¡Ains! ¡Ains! Creo que acabo de pisar basura —dijo una voz fémina, tenía una armadura ligera color verde. Era una Elegida. Bajo sus pies había un cadáver triturado.
—Aldebarán, Aldebarán, hombre, pareces herido ¿Cómo no has podido con esta escoria? ¿te has debilitado? —añadió un caballero con voz juguetona, tenía una armadura azul. También era un Elegido.
—¡Matar! ¡Matar! ¡Matar! ¡Matar! —exclamaba el ultimo caballero violentamente y, a la vez, pisoteaba desesperadamente un cadáver bajo sus pies—. El tipo del símbolo raro parece fuerte. —Tenia una armadura roja y este Elegido observaba complacido al cazador.
—¿¡Como osaron a tardar tanto en llegar?! —preguntó con sarcasmo Aldebarán. Él tenía una sonrisa en su rostro—. Sabía que era mala idea trabajar con los repugnantes caballeros de la Torre de los Centinelas.
—¡Ains! ¡Ains! Eso es muy cruel, Aldebaráncito —dijo la Elegida llevándose el dedo a la boca.
Los aldeanos, al notar que aquellos caballeros habían matado sin sentido a dos humanos, entraron en pánico y empezaron a huir de regreso al pueblo…
—Humanos tontos, ¿de verdad creen que escaparan? ¡Si son nuestros cerdos! —dijo el caballero de armadura azul, quien sacó un arco de un portal—. Flechas de escarchas (HS).
De su arco salieron disparadas un montón de flechas, los proyectiles asesinarían a los humanos que huían…
Al mismo tiempo…
De manera instintiva, los ojos de Aldebarán se dilataron y su mirada asesina penetraba más y más al niño que tenía al frente. Algo sobrenatural le hizo mover sus manos contra su voluntad. Era un deseo innato e inexplicable que segaba a los Elegidos…
“Este repugnante niño se atrevió a interrumpir mi combate”, pensó.
El sello. La maldición. El prejuicio.
Aldebarán embistió una estocada con su katana contra el niño que antes lo protegió. La punta filosa de la espada apuñaló al niño por la espalda atravesando así su hígado y cortando varias venas.
El joven, al percatarse, lentamente volteó su cabeza y sus tiernos ojos reflejaron la sádica expresión del Elegido. Sus ojos se opacaron y poco a poco fueron perdiendo su vida. ¿Por qué? ¡¿Por qué lo hizo?! ¡¿Qué justificaba esta crueldad?!
—Se- Señor… —Lloró, fue traicionado por la persona que admiraba—. Es-esto es lo…que… vida ¿vale? —Esforzándose en decir cada palabra, el crío tosió sangre.
Cruelmente, Aldebarán sacó la espada del cuerpo del niño y lo pateó por la espalda para que cayera al suelo.
—Nadie te pidió que interrumpieras mi combate, niño repugnante —dijo Aldebarán sin la más mínima señal de arrepentimiento—. Les encargo a este hombre, centinelas. —Ahora se dirigió a los tres caballeros. Cuando lo hizo, tocó el cristal de teletrasporte.
—¡Ains! ¡Ains! ¿ya te vas? —dijo la Elegida mientras se empapaba los labios con su lengua.
…
A la vez que todo eso ocurría…
Las múltiples flechas iban a masacrar al grupo de humanos que huían, pero…
—Panel (¿?) —dijo Orión mientras apuntaba con su brazo a donde estaban los humanos.
Un panel rectangular apareció frente a las flechas y repelió el ataque. El cazador protegió exitosamente a los aldeanos.
—Eso fue descortés, quien te… —Se quejaba el caballero que tenía el arco cuando le dirigía la palabra a Orión, pero fue interrumpido.
—Dash (¿?). —Pese a los últimos acontecimientos, el cazador no mostraba emoción alguna.
—¡Así que el tipo del traje negro quiere…!
“Pelear” iba a terminar de decir el Elegido de armadura roja, él parecía estar entusiasmado por combatir. Pero el cazador, en un parpadeó, desapareció de su posición y reapareció delante de los tres caballeros antes de que pudiesen reaccionar. Como si el tiempo avanzase en cámara lenta; de un tajo rebanó la cabeza de la Elegida; en esa misma fracción de segundo; la espada derecha del cazador, —mientras se movía y estaba a medio camino cortando el cuello de la chica— empezó a aumentar de tamaño, su hoja se hacía más y más larga, permitiendo así que el rango de ese mismísimo tajo alcanzase la cabeza de los dos restantes Elegidos que estaban cerca de la chica…
Gracias a un ángulo de ataque perfecto y tras el aumento momentáneo del largo de su espada; Orión consiguió: cortar la cabeza de la chica, escindir por la mitad el cráneo del tipo del arco y cercenar diagonalmente desde la sien hasta el torso al último “caballero”.
Además, en ese mismo tajo, la espada siguió aumentando de tamaño… el ángulo en el que iba alcanzó a Aldebarán; quien estaba a fracciones de tiempo de desparecer…
Yendo en dirección a su cabeza, la espada alcanzó a Aldebarán. Pero gracias a su gran visión, él inclinó hacia un lado su cabeza, haciendo que la punta de la espada de Orión rozase por su ojo derecho; espichándolo en el acto. Subsiguientemente, Aldebarán desapareció.
La larga espada continuo su trayectoria impactando y cortando la arena, creando así una hendidura en el suelo. Todo esto ocurrió en tan solo esa porción diminuta de tiempo.
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Aldebarán apareció en una habitación hecha de madera, al parecer era su casa. Respiraba desesperadamente y —a causa del dolor— se llevó la mano a su ojo derecho.
— ¡Ahhhgg! —Empezó a gritar. Su cara estaba arrugada y sus rasgos eran tenebrosos, cercanos a la locura. Era totalmente acertado decir que este Caballero Real se rebajó a ser algo lamentable—. ¡Maldito! ¡Maldito repugnante! ¡Orión! ¡Todo este tiempo se estuvo conteniendo! —Se apretó con tanta fuerza los dientes que le terminaron crujiendo.
Sobreviviendo a duras penas, Aldebarán recordó como en tan solo ese parpadeo sus compañeros fueron aniquilados. Si no fuese porque activó el cristal de teletrasporte, ahora mismo él sería un cadáver.
—¡Papi! ¿¡Papi, eres tú!? —La voz de una niña resonó tras las paredes—. ¿¡Papi!?
—¡Le informaré de todo esto al Rey Arturo! —Continuó diciendo mientras intentaba detener sus múltiples hemorragias e ignoraba a los llamados de su hija—. Me asegurare de que seas tú la presa, repugnante “Cazador de Elegidos”
—¡Papiiii! —Gritó tiernamente la niña y terminó de entrar a la habitación—. ¿¡Vamos a jugar hoy!? —La voz de la niña se tornó macabra.
Frente a Aldebarán estaba ella, con una sonrisa de oreja a oreja, con dientes tan afilados como los de una bestia y llena de cortaduras y citarices por todo su cuerpo.
—¡Papi! —Ladeó la cabeza y sacó un cuchillo grande que sostenía—. Veo que estas herido, ven, yo te curo. —Abrió como platos sus ojos demoniacos.
—Mi amada hijita, papi tiene mucho trabajo por hacer. —Al fin le respondió Aldebarán con una sonrisa sádica en su rostro—. Orión, te mataré.
…
La niña se acercaba lentamente a su padre apuntándole con él cuchillo. Una fuerte briza circuló por la habitación cerrando violentamente la puerta que antes estaba abierta.
Y se escucharon gritos. Resonaron aullidos…
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Esfumándose sus espadas, el cazador se acercó al niño humano, al que le quedaban pocos segundos de vida. Mientras avanzaba, tres esferas azuladas salieron de los cuerpos sin vida de los Elegidos y fueron a parar a su mano derecha para ser absorbidas.
Fijó una mirada carente de emociones sobre el niño que se retorcía de dolor. Luego miró al cielo, las luces de las tres lunas llenas iluminaban el cielo nocturno, ellas regalaron hermosos rayos de luz blanca que alumbraron artísticamente donde estaba el cazador.
—Meissa —Su voz era lenta—. Falta poco. —El cazador se llevó la mano a un bolsillo que estaba dentro de su traje y sacó una extraña semilla de allí.
¿Meissa? ¿Qué podría significar?
“Algún día salvaras vidas en vez de arrebatarlas, tengo fe en ti. Toma, este es el primer paso, úsala sabiamente”, Evocó en su mente el recuerdo de una voz femenina, la más tierna y cálida que cualquier hombre pudiese escuchar.
—Tenías razón, estuve esperando este momento. —A Orión le costó tragar saliva—. Meissa… —Vio la semilla.
El cazador se agachó al nivel del niño, lo sostuvo sobre sus brazos y partió la semilla, justo en el lugar donde recibió la apuñalada. Un líquido salió de la semilla y se regó por los órganos destruidos del chico.
Una mágica luz verde se manifestó en el ambiente. Antes de que el niño diese su ultimo respiro, el líquido milagroso curó sus órganos y cerró sus heridas. Según parece, era una poderosa Bendición Natural ya elaborada.
—Estarías orgullosa, ¿verdad? —El cazador alzó su cabeza hasta ver el cielo—. Meissa…
—¿Se-señor? —El niño poco a poco levantó el torso y se llevó la mano a donde antes estaba la herida, pero ya no había nada, incluso el dolor desapareció.
—Eres admirable, chico —El cazador, tras asegurarse de que el niño ya estaba bien, se levantó y le dio la espalda al chico para así continuar con su camino.
—¡Un momento, señor! —El niño se levantó a duras pena y respirando con dificultad, preguntó—. ¿Qué pasó? —Él estaba impactado. Hace segundos atrás, estaba viendo pasar su vida por sus ojos—. ¿Es usted un dios? —Era una pregunta retórica, el dio por hecho que así era. Tras todo lo ocurrido, él empezó a sentir algo más allá que admiración por Orión. Aldebarán solo demostró ser una porquería, inmediatamente, él niño lo odió—. ¿No puede hacer lo mismo con ellos? —Señaló a los humanos que estaban destrozados.
—¿Un dios?, lo lamento. No soy tal cosa. —Era interesante que los gestos de él carecieran de emociones, pero, a la vez, se notaba una paz única—. Solo pude hacer esto contigo. Aprovecha esta segunda oportunidad. Hazte fuerte y no permitas que nadie te pisotee.
—Entiendo, lo haré, Gran Señor… —El niño se llevó las manos al pecho y empezó a llorar—. Tengo una duda, ¿cuál es el sentido de la vida? ¿solo nacemos para sufrir? —Por la forma en la que miraba al cazador y por su postura respetuosa; él se comportaba como si estuviese observando a una deidad.
—Es como aquella antigua historia. —Se miró las manos—. La marcha de los esclavos.
—¿La marcha…? ¿Señor? Por favor… —El niño cayó de rodillas y se limpió las lágrimas—. ¡Quiero ser su seguidor y es por eso…! —Más que admiración y profundo respeto se reflejaba en su rostro—… Que necesito encontrar respuestas… por favor, dígame.
—Tu vida tiene sentido, ya dependerá de ti si serás libre de las cadenas de la esclavitud. Siempre lucha por tus deseos. Comprende que el poder no es la única fortaleza y, sobre todo, nunca te rindas. Tienes una hermana, protégela.
—Pero…
—Y quizás, cuando te sientas realizado, entenderás que tu vida siempre tuvo mucho sentido. —Contempló la serenidad del cielo—. ¿Era así, Meissa?
—Gran Señor… —El niño nuevamente se levantó— ¡Así haré! —Cerró su puño con fuerza y se lo llevó al corazón—. ¡Los protegeré a todos! Y… y… y los libraré de sus ataduras. Yo… yo… ¡Cazaré a los Elegidos!
—Interesante, niño…
Un ejemplo. Un héroe. Un Dios de la justicia. Una gran emoción recorrió por todo el cuerpo de aquel niño; Orión era su verdadera esperanza…
“Debo hacerlo… Haré que te sientas orgulloso de mi, madre”, pensó.
—Gran Señor, no se vaya aún, quede… —Paró al notar que Orión negó con la cabeza.
Al rato, tras notar que el niño no decía nada más; el cazador continuó con su camino.
—A ver qué deparará tu futuro. —Continuó diciendo mientras caminaba, luego susurró—. Ya pronto… falta poco para cazar a ese Astrea… Rigel De Astrea…
—¡Por cierto, señor!
Cuando Orión estaba lo suficientemente lejos, el niño gritó.
—¡Mi nombre es Jin… Roes Jin!
El grito llegó a sus oídos.
—Espero grandes cosas de ti, Jin. —Siguió susurrando.
Ahora, todos los sucesos iban dirigidos a un solo lugar. A un mismo objetivo. Desde una Elegida de pelo rosa evocando recuerdos. Hasta un samurái con una historia que contar…
Todos los eventos iban a un fin: Rigel De Astrea…
Comments for chapter "6.5"
QUE TE PARECIÓ?
La parte final Me huele a secuela :v
¡Ya verás!
Me dio algo de pena cuando murio de esa forma el niño de manera injusta pero menos mal revivio a lo krilin :v, a por el proximo capitulo.
Me hubiese encantado ver las caras que pusieron al leer eso.
xd
Pe pe pero porque desatar su ira feroz con el niño, Mientras el niño actúa con Amor porque confía y lo ve como su ídolo por salvar a su hermana. (╬ ಠ益ಠ)
Prácticamente la guerra como un torbellino pasó por esa ciudad, y los mataron como simples mortales. ಥ﹏ಥ
Naturalmente, fue cruel… por eso amo mi trabajo 😀