El cazador de elegidos - 8.5
Parte 6.
Por unos segundos su mente se quedó en blanco. Su mirada se perdió al quedarse hipnotizada observando a los ojos de la Elfa de Hielo que estaba frente a él. En aquellos ojos color zafiro que eran tan fríos y a la vez apacigües; Rigel no notó ni la más mínima señal de falsedad en ellos. También, la voz y las palabras tardías y sinceras de Arie no le dejaron ni una duda; ella decía la verdad. Debido a eso, la mente de Rigel se embrolló consigo misma, sus pensamientos estaban tan enredados como un cesto lleno de hilos desordenados. Pues, hubo un choque de lo que había visto y conocía contra lo que estaba escuchando.
Era normal, supuestamente la Elfa no podía mentir y Rigel confirmó que ella no mentía, pero Arie había dicho: “Esa anciana y su nieto no eran reales”. ¿Cómo no podían ser reales? él observó claramente como fue asesinado aquel niño humano y como la anciana fue condenada a una muerte segura. Entonces, ¿por qué Arie le decía esto? y más aún, ¿por qué no sentía ni una pizca de mentira en sus palabras?, la única manera de aclararlo todo era permitiendo que la Elfa se explicase.
—Iré al grano —dijo Arie al notar que Rigel solo le dirigía una mirada confusa—. Lo siguiente que te voy a decir es para que tomes conciencia de un método eficaz para escapar de los Eldries salvajes sin recurrir a la violencia, eso en caso de que nos ataquen, claro. —Señaló el bolso de provisiones que sostenía Rigel.
—Rayos, ahora estoy más confundido. Pero el hecho de que señales este bolso me hace pensar en que se trata de una Bendición de la Naturaleza con algún efecto loco. ¿Me equivoco? —respondió Rigel.
—Estas en lo cierto, amiguito. —Le sonrió tiernamente—. Te seré honesta, desde el día que te encontramos en la isla, me he estado sintiendo malísimo por algo que mi hermana y yo te hicimos. La anciana y el niño que encontraron tú y tus compañeros de clases, eran en realidad una alucinación causada por una sustancia llamada: “Alucinación Programada”. Con esta, mi hermana y yo los drogamos a todos ustedes aquella vez. Básicamente.
—Eso es difícil de creer. Pero supongo que esa droga es algún tipo de “tecnología humana” ¿no? —Rigel cruzó sus brazos y torció la boca.
Aunque no entendía casi nada, él se encontraba tranquilo escuchando atentamente. Últimamente había experimentado y descubierto muchas cosas nuevas; así que aquello no era como tal una novedad. Pero algo sí es cierto, Rigel sintió un pequeño alivio a la gran carga de emociones negativas que llevaba entre sus hombros. Él desde aquel entonces se torturó a sí mismo por no tener el valor suficiente para ayudar a esos humanos, pensar en este hecho incrementaba su dolor. Pero al saber que dichos humanos en realidad jamás estuvieron vivos fue sin duda fue un gran consuelo.
Escuchar eso también le hizo desear que todos los eventos sangrientos que habían experimentado igualmente fuesen algo falso, algo que jamás ocurrió. Una horrible pesadilla de la cual simplemente debía despertar y olvidar. Lástima que no era así.
—Te equivocas. —Continuó diciendo Arie mientras negaba moviendo la cabeza y su dedo índice—. Se trata de una poderosa Bendición de la Naturaleza elaborada por Ludy. En efecto.
—Oh, tiene sentido, supongo. —Rigel frunció el ceño ante su ascendiente confusión—. ¿Si es una alucinación, como es que todos podíamos ver lo mismo e interactuar con esos falsos humanos?
—A eso iba. —Señaló el bolso de Rigel nuevamente—. Allí hay una droga de estas. Es un frasco con un líquido azul, al ser destapado se evapora la sustancia en su interior convirtiéndose en un gas incoloro que se esparce por el aire; y quien lo olfatee digamos qué, “conectará su mente” con la esencia programada y observará al individuo con el que fue creada como si estuviera vivo. La esencia es el líquido que está dentro del frasco, no tengo claro exactamente como Ludy lo elabora. Pero lo que sí sé es que ella enlaza “la conciencia o alma”; de cierto individuo con el líquido dentro del frasco usando su habilidad como sacerdotisa de Bendiciones Naturales. Lo que ustedes vieron en la isla fue una alucinación programada con la conciencia de dos personas que hace muchos años estuvieron vivas, la anciana y su nieto, y por eso los veían tan reales. Complejamente.
Rigel se quedó boquiabierto, una gota de sudor rodaba por sus mejillas y se produjo un silencio incómodo. En su rosto se mostraba una mueca de no haber entendido nada.
—A ver. ¿Qué demonios, Arie? detesto parecer un tonto ignorante, pero deberás repetirme esto varias veces más. No lo comprendo. —Rigel se rascó el cabello avergonzado.
Arie expulsó una carcajada casi silenciosa, se empapó los labios, ladeó la cabeza y dijo tras expulsar un suspiro:
—Lo cierto es que ahora estoy aliviada porque sabes la verdad tras esos humanos. Y no te sientas mal por no entenderlo, es decir, ni yo misma lo comprendo bien. Solo Ludy y Mini pueden explicártelo correctamente. Referente a lo otro, afirmo sentirme en paz porque noté que la “muerte” de aquellos humanos te había afectado cuando en realidad ni siquiera eran reales, pero ahora que sabes la verdad, por favor, perdóname por hacerte algo tan terrible… en serio perdónanos… —Inclinó al frente su torso dando a entender su arrepentimiento.
El Elegido mostró una satisfactoria sonrisa. Ya que la cabeza de Arie estaba al nivel de las manos de Rigel, él aprovechó y le acarició amistosamente su cabello con su mano derecha y con la izquierda acarició el pelaje de Rigelito; el cual como siempre dormía.
—¿Qué demonios dices, loquilla? agradezco que me revelaras esto, la verdad es que saberlo me hace sentir mejor. No tengo claro con qué propósito lo hicieron, pero en realidad no es nada grave. O sea, no te disculpes, no considero que hicieran algo malo, todo lo contrario, yo les debo mucho a ustedes… sí, incluso a tu loca hermana, aunque me cuesta admitirlo. —Se mordió el labio.
Rigel recordó toda la ayuda que las hermanas le habían ofrecido. De no ser por ellas, él seguramente hubiera muerto en la Isla Sagrada. Aunque hasta ahora él no lo había expresado abiertamente; siempre pensaba en una manera de recompensarles por lo que ellas habían hecho.
“Y algún día lo haré”, pensó.
—Vaya, yo… yo, no me esperaba esa respuesta. ¡Gracias! —Se avergonzó ante la adorable situación en la que estaba y se le humedecieron sus ojos, el motivo era que detestó lo que hizo, sentía un horrible ardor en el pecho al recordar que todo este tiempo sabía la verdad y no la dijo; haciendo sufrir así al Elegido.
Finalmente, Arie se paró derecha, se rascó los ojos y tras calmarse bromeó amistosamente:
—Por cierto, no me gusta que me toquen el cabello.
—Oh ¡diablos, lo siento! solo quería demostrarle a mi gran amiga que todo estaba bien —afirmó Rigel mientras retiraba sus manos, luego mostró una sonrisa juguetona y también bromeó—. Aunque es raro que alguien a quien le fascina acariciar el cabello de los demás diga eso.
—Cierto. Buen punto.
Ambos expulsaron unas contagiosas carcajadas por un buen rato.
Tras unos segundos más tarde…
—Volviendo al tema de antes. Hay algo que aun no entiendo… ¿por qué demonios nos drogaron?
—Ah eso, bueno. Fue Leónidas quien nos ordenó hacerlo y verás, verdaderamente fue necesario… necesitábamos ver como reaccionarias ante esos falsos humanos y así comprobar s verdaderamente eras el Elegido que buscábamos.
Rigel se quedó pensativo unos segundos analizando toda la información y comparándola con lo poco que Aria y Leónidas le habían revelado.
—Creo que lo entiendo, en base a mi reacción comprobarían si fui yo quien tuvo “aquel misterioso cambio repentino”. Era obvio que, al poner humanos en la isla, mis compañeros de clases los atacarían, pero yo intenté defenderlos y fue eso lo que les indicó que sí era ese Elegido que buscaban, ¿cierto? —Reposó sus dedos sobre su barbilla haciendo así una pose pensativa.
Ese mismo día, antes de encontrarse con la anciana humana, a Rigel le pasó algo anormal, de repente empezó a tener consideración y a tratar bien a otras razas. Naturalmente los Elegidos no hacían eso. Por lo que él lo llamó “mi misterioso cambio repentino”. Sin embargo, él tenía muchas dudas en cuanto a ese radical cambio en su forma de ver a las demás razas.
—Más o menos eso, amiguito. —Le levantó el dedo pulgar—. Por ahora, no te revelaré más cosas.
—Imagino que fue el tarado de Leónidas quien les ordenó no informarme nada de esto, entonces ¿por qué me has dicho lo de la anciana? —continuó diciendo Rigel quien se dio cuenta de ese detalle.
—Así es, Leónidas me ordenó no decirte nada de esto y no te imaginas lo mucho que me duele ocultarte estas cosas tan importantes; sin embargo, esta situación me brindó la oportunidad de revelarte la función de uno de los frascos que tienes en el bolso; una alucinación programada. Y que mejor manera de explicártelo que con la experiencia que ya viviste en carne propia. Claro. —Le guiñó el ojo dando a entender un claro mensaje.
Rigel se quedó un rato pensativo ordenando así toda la información que Arie le había suministrado; a fin de entender el punto al que ella quería llegar. Visualizó su entorno y la situación actual, analizó y trató de captar todo lo referente a la bendición natural o droga alucinógena, y consideró los cambios en la postura de Arie en a cuanto obedecer o no a la orden de Leónidas. Y tras unos segundos pensando, llegó a la conclusión más obvia:
—Ahhhh diablos, creo que ya lo entiendo todo. Esta situación te brindó una excusa viable por si Leónidas te pregunta si me has revelado algo. Además, lo que me has dicho permitió aligerar tu remordimiento y a su vez el mío. De manera simple, el pretexto es que fue necesario explicarme la existencia y funcionamiento de estas drogas alucinógenas a fin de que la usemos para defendernos de los Eldries salvajes. ¿Eh?
—Increíble, lo has pillado bien, amiguito, en efecto.
Arie se mostró orgullosa ya que Rigel había captado su punto. Aunque si es cierto que aquella conversación les estaba restando tiempo y que además se encontraban en un lugar peligroso, al final ella sintió que había valido la pena “desobedecer” a Leónidas a fin de mantener su conciencia tranquila. Ahora que Rigel sabía sobre la droga alucinógena, podrían organizar estrategias en caso de que se enfrentasen a los Eldries y escapar de ellos sin recurrir a la violencia.
—Bueno, amiguito. Ya que insisten, nos arriesgaremos a entrar en esa parte del bosque llena de cadáveres y ya sabes, si nos encontramos con Eldries, usamos esa droga y escapamos. —dijo Arie preparándose para andar y continuar con el viaje.
—¡Ja! el verdadero problema será tu hermana loca a quien le fascina cortar cosas con su arma —respondió Rigel mientras miraba su bolso buscando la droga alucinógena.
—No seas malo con mi hermanita. Pero sí que tienes razón, ya la llamaré y le informaré de todo.
—Bien. —Sacó de su bolso un frasco que estaba envuelto en un papel, lo desenvolvió y observó un frasco de vidrio con un líquido celeste—. Supongo que esta es la droga. ¿Exactamente cómo nos ayudará esto contra los Eldries salvajes? es decir, si lo usamos ¿con que alucinaríamos todos?
Arie estaba a punto de responder, pero fue interrumpida por una voz familiar que venía desde lo alto del árbol, que estaba ubicado justo donde ellos estaban. Era Aria quien supuestamente estuvo vigilando los alrededores mientras Arie y Rigel hablaban, sin embargo, en base a lo que dijo a continuación, demostró que solo estuvo escuchando la conversación:
—¡Con un poderoso dragón! —Saltó del árbol y cayó con gran agilidad justo al lado de Rigel, realizando así una épica y espectacular entrada—. Oye, oye, sí, sí, la alucinación que contiene ese frasco es la de un poderoso dragón. ¡Usar eso será muy divertido! —Una gigantesca sonrisa estaba dibujada en su rostro.
Parte 7.
El grupo continuó andando por la ruta original, pasaron por aquella parte del bosque repleta de cadáveres y durante el trascurso no se encontraron con ninguna bestia ni Eldrie.
Sin embargo, el putrefacto olor a muerte que desprendían algunos cadáveres atormentaba el olfato de quienes andaban por allí. El hecho de que algunos cuerpos podridos desprendiesen este olor; daba a entender que algunas presas fueron recientemente asesinadas, otros eran meros esqueletos que parecían llevar meses desde que fueron liquidados.
Naturalmente, una persona común ni siquiera pensaría en pasar por un lugar tan horrible; pero a Rigel, Aria y Arie no les quedó más opción que andar por ese sendero. De por sí estaban atrasados y rodear esa parte del bosque no era una opción, por más peligroso que fuese.
Sin duda se necesitaba de valor para pasar por un lugar que era: aterradoramente silencioso, que estaba repartido con cadáveres empalados con lazas y estacas por todos lados, que se encontraba envuelto en una espeluznante neblina que lentamente se disipaba, que se hallaba rodeado de enormes árboles que no refugiaban a ningún ser vivo y que tenía un terreno irregular y resbaladizo. Aquellos que se dedicaron a crear un lugar tan horrible no merecían perdón alguno.
Esta ambientación tan desagradable causó muchas emociones en el grupo, de ellos emanaba una tensión dramática que se podía sentir en el ambiente, sus corazones palpitaban con tanta fuerza que pareciera que se les iba a salir del pecho, ellos siempre estaban alerta mirando a los lados con el temor a que algo o alguien saliese entre la maleza y los atacase.
Pero incluso ante todas estas desventajas, ellos siguieron adelante y, caminaron y caminaron sin encontrarse con absolutamente ningún enemigo… hasta que finalmente salieron de ese horrible lugar, aquel paso les tomó solo ocho minutos. Minutos que se sintieron eternos.
El grupo llegó al final del Bosque de las Tinieblas, la niebla había desaparecido y el traumático cementerio de cadáveres quedó atrás. Una vez salieron de allí, llegaron a un lugar con una vegetación similar a la que estaba antes de entrar al Bosque de las Tinieblas.
Ahora bien, para poder llegar al pueblo de Aaslam; ellos simplemente debían seguir adelante hasta toparse con un camino especifico que los llevaría a su destino, cosa que no les tomaría más de una hora. Sin embargo, apenas salieron del Bosque de las Tinieblas, se encontraron con el peor obstáculo que podían esperar, un campamento de Eldries salvajes.
Ocultos entre la maleza; ellos visualizaron que el camino obligatorio que debían recorrer para llegar al pueblo de Aaslam fue tomado por estos Eldries. Estos salvajes establecieron su campamento al redor del camino y varios guardias andaban de acá para allá vigilando todo el sendero. En base a estos factores, Rigel llegó a la conclusión de que el pueblo al que debían llegar también estaría plagado de estos Eldries, ¿cómo encontraría al sujeto que les daría la Babosa Dragón estando tantos enemigos cerca?
Referente a estos enemigos, eran semi-humanos de todas las formas y tamaños. Algunos con rasgos característicos de: felinos, reptiles, roedores, de criaturas únicas de Astergard y mucho más…
Los guardias, quienes evidentemente eran los guerreros predominantes, tenían cuerpos bien ejercitados y macizos. Eran puros gigantones con bíceps, tríceps y músculos abdominales formidables. Ellos mostraban mucha piel, y solo algunas partes de sus cuerpos estaban cubiertas con cotas de maya y armadura. La mayoría sostenía lanzas enormes y las cicatrices en sus cuerpos eran la prueba de las tantas batallas a las que se habían enfrentado.
El grupo no tuvo ni la más mínima duda, esos Eldries eran los barbaros que mataban y mataban solo por obtener la gloria y el favor de los dioses. Estos enemigos eran un obstáculo y de ser necesario Rigel lucharía contra ellos. Él al ser un Elegido podría darles batalla, pero era absurdo pensar que saldría victorioso, pues, era ridículamente superado en número. Por suerte, Arie tenía un as bajo la manga.
—El plan es simple. Destaparemos la droga programada en un punto cercano a su campamento, los primeros en olfatearla serán los que entren en pánico ya que verán a un Dragón Legendario descender del cielo. El pánico causado por esta alucinación tan realista hará que los guardias defiendan el campamento o huyan, sea como sea, estarán distraídos y aprovecharemos la mejor oportunidad para entrar al camino —decía Arie hablando en susurro. Tanto Rigel como su hermana estaban frente a ella cuerpo a tierra escuchándola atentamente—. Nosotros también veremos al dragón, pero no olviden que es una alucinación, así que no se asusten.
—¡Hermana, hermana! —dijo Aria sin medir su tono de voz mientras alzaba su mano para que se le permitiese hablar.
—Chist, Aria. —Le regañaron y chistaron silenciosamente Rigel y Arie.
—¡Ups! —Se encogió de hombros y se tapó la boca con ambas manos.
De repente, una voz gruesa se escuchó:
—Arrg, arrg. ¿Caín, Caín, tú haber escuchar eso? —Un guardia Eldrie con rasgos como lo de un toro dijo eso. Este pasaba por las cercanías y al parecer escuchó la voz de Aria.
—Urrg, urrg. Abel, Abel. ¡Yo haber escuchado aquello! Registrar debemos, matar a quien nos encontremos —respondió otro guardia quien andaba a su lado, aparentemente era su hermano.
—Maldita sea, Aria —maldijo Rigel en susurro.
El par de musculosos empezaron a registrar y a observar los arbustos y árboles que estaban a sus cercanías. Tarde o temprano registrarían la maleza donde estaba Rigel y el combate sería inevitable. Rigel sostuvo con fuerza su espada y daga, una notable tención se le reflejaba; sin embargo, Arie tocó la mano de él calmadamente y le regaló una sonrisa llena de confianza, este gesto dio a entender el mensaje de: “todo estará bien, suelta tú arma”.
Por más calmados o silenciosos que ellos intentaban estar, mientras se ocultaban mejor; sus corazones bombeaban con tanta fuerza que daba la impresión de que causaban un sonido delatador. También, las hojas secas regadas en el suelo crujían con cada movimiento que realizaban, arruinando así la discreción.
Aria se encontraba muy apenada pues, consideraba que había sido su culpa. Además, su enorme guadaña era difícil de ocultar en el monte, por lo que sabía que serían detectados inminentemente.
Los guardias llegaron al arbusto que usaba el grupo para ocultarse y justo cuando estaban por retirar la maleza alrededor; un héroe apareció, Rigelito. A solo segundos de que observasen el cuerpo de Arie, Rigelito se despertó de repente y pegó un salto veloz frente a los Eldries que los hizo sobresaltarse. Ellos se voltearon, dándole la espalda al arbusto que antes registraban, y miraron a donde estaba el Helix.
—¡Abel, Abel! ¡mira, mira, esa bola peluda! ¡eso valer mucho dinero! —dijo Caín con voz de idiota mientras señalaba al Helix que trepaba un árbol frente a él.
—¡Caín, Caín! ¡bola peluda nosotros deber capturar! ¡yo preguntarme como sabrá! —respondió Abel mientras se abalanzaba con intenciones de atrapar al valioso Helix.
Pero Rigelito fue más listo, y burló al imponente guardia esquivándolo con facilidad saltando a otro árbol. La criatura clavó sus garras en la corteza del mismo y esperó a que el par de idiotas le siguieran; y así desvió la atención de estos guardias. El Helix continuó ejecutando este patrón hasta que alejó lo suficiente a los Eldries de Arie y compañía.
Rigel, Aria y Arie se quedaron shock por lo que hizo el Helix, pero inmediatamente Arie sintió una presión en el pecho y dijo:
—Ri-Rigelito, tú… él nos sal-salvó ¿por qué? noooo. —Sus ojos estaban aguados—. ¡Debemos rescatarlo! —Arie sorprendentemente estaba perdiendo la calma, sus manos temblaban. Nuevamente había fracasado con su meta de inspirar tranquilidad. Ella intentó levantarse, pero fue detenida por Rigel.
—Lo siento, herma… —decía Aria con la cara triste, se sentía culpable ante lo que acababa de pasar. Antes de terminar fue interrumpida por Rigel.
—Cálmate, Arie. Tú no eres así. Yo También estoy asombrado por lo que hizo, pero no olvides que Rigelito lo hizo para darnos algo de tiempo. Tú tranquila, él volverá a nosotros o sino iremos a recuperarlo, lo prometo. —Le susurró Rigel con total confianza. Luego metió su mano en su bolso y sacó la sustancia alucinógena—. Ustedes quédense aquí, la usaré cerca del campamento y aprovecharemos el alboroto para encontrar a Rigelito.
—No lo hagas solo, es peligro… —añadió la Elfa de Hielo, pero también fue interrumpida.
—Arie, confía en mí. —Rigel le regaló una sonrisa llena de confianza; e intentó escabullirse gateando por la maleza; con el objetivo de pasar desapercibido y llegar a un buen punto para usar la droga. Sin embargo, Aria lo detuvo.
—Oye, oye Rigel esa no… —intentó decir Aria, pero fue mandada a callar.
—Tú mejor cállate, todo esto es tu culpa… —decía cruelmente y mostrándole mala cara.
—¡Escúchame! —Aun así, Aria continuó—. Eso que llevas no es la sustancia alucinógena.
—¡¿Qué dices, elfa loca?!
—¡Escúchame, tonto! te equivocaste de frasco, ese es un somnífero, la Alucinación programada es menos azul.
Era verdad, la botella que Rigel sostenía tenía un líquido azul marino mientras que el que producía la alucinación era color celeste. Seguramente por los nervios no se dio cuenta de este detalle. Pero sin razón aparente, Rigel se puso de cuclillas e imprudentemente se enojó mucho y levantó la voz sin cuidado:
—¡Sabias que había un somnífero y ahora es que lo dices, en serio eres tonta, Aria!
—¡Rigel! ¿qué haces? —Le regaño Arie susurrándole mientras le hacía una seña para que se diese cuenta del peligro de su imprudencia—. Contrólate, por favor.
El la ignoró por estar cegado con su rabieta e hizo ademanes desenfrenados.
—Nada de eso, no ves que esta tonta casi hace que nos atra…
“Atrapen” iba a terminar de decir, pero debido a sus movimientos bruscos; la botella que contenía el somnífero se resbaló de sus dedos, cayó al suelo y colisionó contra la punta filosa de una roca. La botella se partió y apenas el liquidó se expuso al aire; se convirtió en un gas que se transformó a presión generando un ruido, y rápidamente el gas envolvió a los tres.
—¡Nooooo! —exclamó Rigel arrepintiéndose totalmente de la idiotez que acababa de hacer. ÉL juzgó cruelmente a Aria, pero ahora había hecho algo mucho peor.
—No lo respi… —“Respiren” iba a decir Arie, pero sucumbió a la droga.
Ni siquiera les dio tiempo de escapar debido a que el somnífero surtió efecto inmediatamente; y la droga cumplió su papel haciendo caer tanto a Aria, Arie y Rigel en un sueño profundo.
Mientras sus parpados se cerraban y su torso caía de espalda; Rigel escuchó un par de voces que reconoció de inmediato. Supo rápidamente que los dueños de dichas voces se acercaban a donde ellos estaban.
—Urrrggg, urrrggg. Por acá, Abel. ¡Alguien estar acá!
—Aaarrrggg, arrrrggg. Matarlos debemos, Caín, Caín.
—Uurrrrggg, urrrgg. ¡lánzala!
Y Rigel cayó sobre el pecho de la dormida Aria, y en ese último segundo en el que sus parpados se cerraban; observó como Rigelito pegaba un brinco sobre él, esta criatura volvió con intenciones de ayudar a su dueña. Pero en medio del aire; una laza que había sido arrojada se clavó en su pata trasera reventándola instantáneamente.
Sin poder hacer nada, Rigel terminó de cerrar sus ojos quedando todo en completa oscuridad y sin la posibilidad de siquiera moverse. Todo por su culpa-. Todo por su estupidez…
***
Parte 8.
Su conciencia poco a poco entraba en funcionamiento, sus sentidos se activaban. Primero: sintió dolor. Un fuerte dolor que venía desde sus manos. Un terrible ardor en su espalda. Comprendió que sus pies chorreaban sangre. Su sien generaba un dolor taladrante. Su cabeza le palpitaba como si le fuese a reventar. Él entendió que fue gravemente herido.
Segundo: escuchó el sonido del fuego quemarse y voces susurrantes.
Tercero: Su voz se activó y él gritó de dolor.
—¡Aaaarggggggg!
Cuarto: poco a poco recuperaba su visión. Abriendo sus ojos vio todo borroso y aduras penas miró naranja por doquier. Girando su cabeza en todas direcciones, intentó visualizar su estado. Notó que sus brazos estaban estirados atados y sus piernas amarradas.
“Estoy crucificado”. Pensó, él lo supo de inmediato.
—¡Dessspierta! —Una voz femenina desconocida e imponente escuchó, pero al no oír respuesta prosiguió—. Golpéenlo…
De repente, sintió múltiples golpes en su abdomen y rostro, esto le hizo reaccionar y terminó de recuperar todos sus sentidos mientras gritaba de dolor.
—Ahhhhggg.
Le dolía. Le ardía. Sabía que lo merecía…
Los golpes cesaron. Y esta vez girando su cabeza y ojos velozmente; miró todo el lugar en el que estaba. Vio: antiguos ladrillos naranjas que creaban una habitación, pilares con grabados de bestias que apoyaban un techo mohoso y notó antorchas por doquier que generaban una cálida iluminación.
“Es un templo”. Pensó.
—Esssstoy acá —dijo otra vez la dueña de la misma voz.
Él miró al frente y observó un trono. Sobre este, una mujer voluptuosa estaba sentada orgullosamente.
El desvió la mirada e ignoró a la mujer, aún se sentía aturdido.
—Oing, oing. ¡Violación prohibida! —exclamó otra voz, al parecer era el sujeto que antes le golpeaba.
Tras ello, varías voces exclamaron al unísono:
—Ignoró a nuestra gran señora ¡Prodigio de Dragón! nuestra gran líder, ¡Artemisa!, ¡castigo! ¡castigo!
Él observó una larga fila de semi-humanos que se reverenciaba ante su señora mientras decían eso. Pero antes de que pudiese decir algo, nuevamente una serie de golpes contra su abdomen recibió.
—¡Aggggh! —gritó.
—¡Alto! —dijo la mujer que estaba sobre el trono.
En ese instante los golpes cesaron.
Él dirigió su mirada nuevamente a la señora sobre el trono y dijo a duras penas:
—¡¿Qu-i qu-ien errres tú?!
—Ellosssss ya te lo han dicho…
—¡¿Dónd-e esto-y?!
—Túúú… insolente irreverente, deberiasss estar en el sepulcro, perossss…
La matrona que estaba sobre el trono se levantó y se acercó a él caminando sensualmente. Él observó a una mujer con una gorda cola como la de un cocodrilo que era arrastrada por el suelo, con escamas naranjas en su piel, con unos ojos amarillos como los de un reptil, que tenía varios cuernos en su cabeza como los de una bestia; y que vestía una aterradora armadura hecha de cráneos humanoides y de varios tipos de bestias. Finalmente, el símbolo Ojo de Reptil en su cuello indicaba que era una Eldrie.
—Perossssss… el único motivo por el cual un opresor como tú sigue con vida, esss porque tenías essssto… —La Eldrie del tipo dragón llamada Artemisa; terminó de acercase al sujeto que estaba crucificado en medio de la sala, lo miró fijamente y luego le mostró una moneda—. ¡¿Que haciasssss, túúú, maldito Astrea, con essssto?!
Rigel peló los ojos como platos, en sus ojos se reflejaba el resplandor de aquella moneda dorada que esta semi-humana le mostraba. Era la moneda que Leónidas le dio. Rigel estaba a punto de contestar, pero la semi-humana Prodigio de Dragón le advirtió:
—Recomiendo que piensessss bien tuuu respuestasssss. Ssssii lo que dicesss me convence; tuuuu muerte será rapidassss. Pero si me mientes, te rebanaremosss poco a poco mientrasssss los gusanosss de ti se alimentan. Sentirassss un merecido infierno que ni siquiera permitirá que la muerte puedasss desear. Entoncessss habla, ¡Rigel De Astrea!
—¡Habla! —exclamaron todos los demás semi-humanos con fervor.
Y allí estaba Rigel; desnudo y crucificado en medio de una sala, golpeado gravemente, sin idea del estado de sus compañeras y rodeado de salvajes hombres bestias en un templo bajo tierra.
No importaba cual fuese su respuesta; él estaba sentenciado a muerte…
Comments for chapter "8.5"
QUE TE PARECIÓ?
Simplemente F para rigel por ahora…
¿Fue inesperado este final de capítulo?
Que tal experiencia al aventurarse en ese bosque. Cada vez más peligroso y terrorífico. Constituye una experiencia peligrosísima y muchas veces mortal. Sino hubiera invocado a su escudo no podría evitar que lo mordieran la manada de lobos. Obligados por una razón u otra a adentrarse entre los árboles, a pesar del peligro que corren, encontrarán la manera de orientarse y de sobrevivir en este ambiente a priori inhóspito. Al menos constituirá al final una experiencia positiva y benéfica. ¿No?(Ծ‸ Ծ)
¿Así son los viajes en el mundo de Astergard?: Largos, rudos, crueles y complejos, con cuánta razón los aventureros preferían usar los cristales de teletransporte. Y Arie la guía perfecta. ✌.ʕʘ‿ʘʔ.✌
En efecto, en ese mundo uno nunca sabe que amenazas se ocultan en las tinieblas, pero sí, tiene sus beneficios viajar por allí 😉
Gracias por comentar, Mari.