El cazador de elegidos - 9.0
Capítulo 9:
Evocando los recuerdos olvidados.
Parte 1.
Viajemos al pasado.
Alrededor de ella, un patrón sangriento estaba dibujado en un lienzo de arena. De unos pálidos cadáveres emergió lo que podría llamarse: “la acuarela roja para este cuadro sanguinario”. No obstante, en medio de tanta muerte; una chica gimoteaba, sus sollozos amplificaban el impacto que aquel escenario causaba. Era natural, pues los inexpresivos rostros de los muertos le eran familiares.
¿Quién había causado aquel desastre? ¿Quién fue el sujeto qué se atrevió a realizar algo tan terrible? Pues la Elegida conocía bien la respuesta.
“Orión, así se llama esa basura”, pensó la Elegida. Hace tres horas atrás, ella había jurado vengarse del causante de la muerte de su tía, quien era una de las pocas personas que ella respetaba, pensar en ello le otorgaba la fuerza de voluntad que necesitaba.
La Elegida se encontraba de rodillas mientras se lamentaba, pero tras pensar en lo que debía hacer; ella se alzó, sacudió la pegadiza arena bañada en sangre de sus piernas y se limpió las lágrimas con su antebrazo. Con la mirada fija en la lejana Roca Sagrada; ella supo de inmediato lo debía realizar.
“Para poder vengarme de esa escoria, necesitaré más poder”, pensó.
Tras ello, se hizo paso entre todos los cadáveres y avanzó hacia la laguna donde se encontraba la Roca Sagrada. Con tantos muertos alrededor, le era difícil donde posar sus pies al caminar; sin embargo, continuó andando y meticulosamente evitó pisar los cuerpos sin vida. A sus espaldas había un montículo de arena y allí estaba escrito: “Nos veremos pronto, tía Sabik Vertengeir”, siendo esa la tumba provisional de aquella persona…
Esta Elegida que consiguió sobrevivir era: Amaltea Vertengeir, quien hace dos días atrás se encontraba en coma en el castillo; y lo anterior eran los recuerdos que ella había olvidado, pero que en ese día volvían a su mente. Aunque tomando en cuenta lo horribles que eran, ella hubiese preferido olvidarlos para siempre.
***
Según sus recuerdos de aquel día en el que Orión mató a sus compañeros…
Para poder llegar a la Roca, ella debía nadar muchísimo. Sabía que había un puente que facilitaba el trabajo, sin embargo, un tercio de este fue destruido. Así que no le quedó de otra que seguir nadando.
Su cabello, que llegaba un poco más abajó de sus hombros, se empapó de agua. El agua fría le molestaba la piel. Su ropa mojada le fastidiaba.
La laguna era escalofriantemente oscura y las criaturas que residían en las profundidades eran desconocidas. Se necesitaba valor para nadar allí. En realidad, eso era lo que menos le importaba a Amaltea, más bien, un enojo mezclado con dolor se exhibía en su rostro. En esos momentos ella se sentía vacía y herida, no era solo por observar la muerte de otros Elegidos, sino que también detestó ser abandonada por su “novio”, él demostró que le importaba un bledo la vida de ella.
“Tampoco es que me sorprenda, yo también he sido una basura con él y con todos”, pensó Amaltea mientras aún nadaba. “Pero… quizás todo sería diferente si al menos me hubieras dado una oportunidad… o por lo menos si intentaras entenderme… ¿tienes idea de todo lo que he sufrido, Rigel…? Falsas amistades, una repugnante familia y justó cuando veía un rayo de esperanza; noté que era una mentira, comprendí que todos son falsos, una ilusión y una fachada… pero cuando te conocí, creí que todo sería distinto, pero tú… tú me ignoraste completamente, y es por eso que yo…”. Amaltea se inundó en sus pensamientos y emociones más profundas.
Amaltea siempre estaba apartada de los demás, con mala cara y con una actitud pésima. La vida la amoldó para que así fuera: hace mucho cuando era niña, tuvo una amiga, su primera amiga, eran uña y mugre, pero algo ocurrió y esa amiga ya no existe; lo peor era que antes de desaparecer, esa amiga se aseguró de dejarle una herida muy dolorosa. En cuanto a su familia; su madre la odiaba y su padre decía amarla, pero cierta experiencia le enseñó que nada es lo que parece.
Estas y algunas otras experiencias causaron que se encerrara más y más su corazón, cohibía exponencialmente sus interacciones con los demás y cuando creía que todo y todos, incluido ella misma, eran una basura; conoció a alguien. El nombre de esa persona era: Rigel De Astrea.
Tuvo fe en que él la sacaría de su oscuridad o que al menos mostraría un poco de interés en ella, pero la vida nuevamente la despreció; él la rechazó de una forma cruel. Esa fue la gota que derramó el vaso, su monstruo interno se liberó y ella se convirtió en la Elegida tan arrogante que ahora es. Al fin y al cabo, la vida le enseñó que la amistad verdadera no existe, que los demás solo son herramientas a usar y que nadie se interesaría por el personaje “Amaltea vertengeir”. Si esa era la realidad, entonces ella ya no necesitaba amigos, debía convertirse en quien use a los demás y obligaría a ese tonto Elegido que se interesase en ella. Amaltea se hartó de llorar por lo mismo, así que su corazón desarrolló un “escudo” que la protegiese de todos esos males; “mantén la barbilla en alto”, “pisotea a los demás”, “tú vales mucho y eres especial. Triste de ellos si no lo ven”, “Si te interesa ese Elegido, entonces hazlo tuyo sin importar lo que piense, conviértelo en tu mascota, haz que se babee por ti. Lo que importa es tu felicidad”. Estas llegaron a convertirse en sus nuevas filosofías, es por ello que empezó a vivir a favor de las mismas; como resultado; se convirtió en alguien que ahora hería a los demás y que imponía sus opiniones como hechos absolutos. Pero…
Seguía siendo infeliz. Eso no la ayudó para nada. Entonces, ¿qué era lo que debía hacer? Pues no lo sabía, no tenía ni idea. Se confundió tanto que llegó a un punto donde ya ni se comprendía a sí misma. Su corazón roto la hizo convertirse en una chica de emociones “indescifrables”, su personalidad discordante reflejó eso mismo. Ya no entendía que era lo que quería, llegó a un punto donde siembre se preguntaba: “¿Son o no importantes las amistades? ¿Realmente me hará feliz estar sobre los demás? ¿Amo o no a ese Elegido?”. Pues no tenía ni idea de la respuesta. Aun así, no se rendiría.
Primer día del año 3000, otra vez vivió una experiencia que le hizo ver las cosas de una forma distinta. Ese hombre, Orión, dijo que era una egoísta.
—Maldito estúpido, ¿qué podría saber tú? —dijo mientras aún nadaba, faltaba muy poco para llegar a la Roca.
Ese tipo, Orión, mató a su tía. La única persona con quien llegó a llevarse bien.
—Me aseguraré de vengarla, maldito.
Ese sujeto, Orión, mató a sus compañeros de clases. Aunque no se llevaba bien con ellos…
—No lo merecían ¿por qué lo hiciste, desgraciado?
Esa persona, Orión, le hizo ver que su raza era débil en comparación de él.
—Te demostraré lo contrario, Orión.
Y, por último, ese individuo, Rigel. Su prometido, él la abandonó a su suerte.
—Ejecutaré mi venganza sobre ti. ¡Haré que me ames y cuando eso pase…! —apretó con fuerza sus dientes.
Esta vez Amaltea se aseguraría de ejecutar todas sus metas de una manera madura y calculada. Al fin tenía nuevos objetivos y debía cumplirlos todos.
—Y cuando lo consiga, ¿podré ser realmente feliz?
Amaltea tenía el valor para esforzarse por cumplir sus objetivos, pero eso no era suficiente; para conseguirlo necesitaba más poder, mucho más. La Roca podría hacer ese deseo realidad.
Si ella tocaba la Roca Sagrada, recibiría su segunda Habilidad Sagrada. Amaltea sabía que la obtención de la misma podría, ya sea, otorgarle una nueva habilidad que se relacionase con su tipo de poder, un poder totalmente nuevo, o bien, una habilidad que mejore considerablemente el poder que actualmente posee. El recibimiento de nuevas habilidades era como adquirir una caja sorpresa y abrirla, nadie sabía que iba recibir.
—Si obtengo poder, acabo con Orión y efectúo mi venganza sobre Selene y Rigel ¿podré ser realmente feliz? —Amaltea se formuló otra vez esa pregunta, ella no tenía ni idea de la respuesta.
Para ese momento, ella estaba sobre un montículo de arena que sobrepasaba la superficie de la laguna y a su frente estaba la Roca. Estando de pie, empapada y con una mirada ensombrecida… Amaltea derramó una lagrima. Era la lagrima de una chica que se consideraba un caso perdido. La lagrima de una Elegida que ya no sabía que era lo correcto. Era una lagrima que contenía el dolor de una mujer con el corazón roto.
Amaltea no se daba cuenta de que solo se estaba cayendo más y más en la oscuridad. Pero, ¿tenía esperanza alguien como ella? ¿llegaría algún día una mano amiga que tuviese el poder de sacarla de ese oscuro hoyo infinito? ¿encontraría algún día el camino correcto para alcanzar su felicidad? Solo el destino, si es que tal cosa existe, sabía la respuesta.
Parte 2.
En medio de aquella laguna, reposando sobre una islilla bastante grande de arena y piedra, estaba la majestuosa y misteriosa Roca Sagrada. La Roca medía 15 metros de alto y tenía 5 metros de diámetro, el cual se hacía más pequeño conforme llegase a la punta; similar a un cono. Su forma era irregular y áspera. Una teoría sugiere que en realidad tiene la figura de un rombo, pues, según, una mitad es la que está sobre la superficie del cayo y la otra está enterrada. Si esta teoría era cierta, significaba que había al menos otros 15 metros de Roca ocultos bajo la arena, dando un total de 30 de alto.
No obstante, no era una Roca ordinaria, de hecho, era todo un monumento. Esta tenía muchos símbolos extraños grabados por toda su superficie, estos símbolos irradiaban una luz azul eléctrica; al ser de día no se podía distinguir mucho, pero en las noches se podía apreciar un espectáculo de luces fantasmales que armonizaba con la blanca luz de las tres lunas.
Amaltea estaba allí, observando la Roca; sin embargo, en ese momento solo le importaban dos cosas:
“Poder, quiero poder, quiero poder”. Pensó.
Y, además de eso, estaba preocupada por Rigel. Ese día el cazador estuvo en la Isla y Rigel había huido con Selene, pero no había ninguna garantía de que él hubiera logrado escapar o que no se hayan encontrado con Orión. Era evidente que, si Rigel se encontraba con él, moriría. Amaltea dudaba mucho que Orión tuviese piedad con Rigel. Si Orión lo mataba ¿Cómo iba a efectuar su venganza contra él?
“Y no quiero que le pase nada malo. Quiero que viva bastante”. Pensó Amaltea. Por alguna razón le tenía aprecio a Rigel y a la vez lo odiaba. De todos modos, en ese momento no podía hacer nada para ayudarlo; pero Amaltea sí estaba segura de algo: “Con lo mucho que ese idiota ama a esa retrasada de Selene, dudo mucho que se deje cazar fácilmente”.
Sea como sea, Amaltea agitó su cabeza, aclaró sus pensamientos, se quitó sus empapados guanteletes de manga y avanzó hacia la Roca. La molesta arenilla se pegaba a sus zapatos generando así un particular sonido.
Amaltea debía rodear la Roca 180 grados debido a que, mirando desde el puente, la cara anterior era la que otorgaba las Armas Sagradas y la cara posterior concedía las Habilidades Sagradas.
Una vez que hubo llegado al lugar correcto —la cara posterior—, Amaltea extendió su brazo derecho y antes de tocarla con su mano abierta, se detuvo por un momento y dijo:
—Dame un poder que me permita cumplir mi voluntad. —Tenía los ojos cerrados, siempre con la esperanza de obtener algo poderoso. Era una sensación similar a la de participar en un sorteo, desear con todas las fuerzas ganar y obtener el añorado premio.
Seguido de ello, su delicada mano entró en contacto con la áspera y arrugada textura de la Roca Sagrada. En sus ojos color esmeralda se reflejaron unas letras brillantes que formaban una oración. Sí, justo donde posaba su mano se empezó a formar aquella oración que solo ella podía comprender, era como si se formasen letras en una pantalla led.
—Corazón Roto, eso es lo que dice. —Apenas dijo eso sintió una extraña sensación recorrer por todo su cuerpo; era un hormigueo que iniciaba desde su mano y viajaba por todo su organismo. Algo modificaba su ADN, era el efecto de obtener más poder.
En la mente de Amaltea se grabó de inmediato lo que hacía su nueva habilidad. Y es por esa razón que sus rasgos faciales se suavizaron en lamento.
Corazón Roto (HS). Su nueva habilidad, con ella podía idear nuevas técnicas de combate. Este poder armonizaba muy bien con su Arma Sagrada “Corazón Alado”. Corazón Roto (HS); según el concepto que se grabó en la mente de Amaltea, era una habilidad para controlar emociones. Para ser más específicos, esta evocaba las emociones y sentimientos negativos del objetivo y las exacerbaba muchísimo; además, si lo deseaba, ella misma podría ver dichas emociones y torturar a la víctima. Para poder aplicar este efecto, simplemente debía tocar al objetivo, aun así, podría idear algunas técnicas para eliminar esta desventaja u potenciar el efecto.
—¿Qué es esto? —preguntó Amaltea retóricamente. Se mordió los labios hasta hacerlos sangrar debido al enojo—. ¡¡¡¿Qué se supone que haré con esta porquería de habilidad?!!! ¡¡¡¿Cómo voy a derrotar a Orión con esta basura?!!! —Empezó a gritar y a medida que lo hacía, golpeaba y golpeaba la roca. Ella estaba exigiendo algo mejor—. ¡¡¡Dame un poder de verdad!!! ¡¡¡Quiero poder!!! ¡¡¡Dame poder!!! ¡¡¡Dame!!! ¡¡Necesito poder!! ¡Po-por favor! Dame… da… dame… p… po… poder.
Amaltea bajó su tono de voz y su agresividad gradualmente, hasta quedar completamente callada, pasando así de la ira a la tristeza. Ella recostó todo su cuerpo contra la Roca y lloró. Su pecho le ardió muchísimo.
—T-tía, ¿p-por qué, por qué no puedo ser tan increíble como tú? —Amaltea miró al cielo, deseaba escuchar una respuesta, buscaba la voz de su tía, su consuelo y guía. —M-e me dejaste sola, tía. Ni s-siquiera puedo vengarte…
Aunque si es cierto que Corazón Roto (HS) era una habilidad fuerte, no le serviría de nada contra Orión, de eso estaba segura. Es por ello que Amaltea reaccionó de esa forma tan exagerada, ella tenía esperanza de que recibiría algo que de verdad le ayudase contra aquel enemigo, pero ni siquiera ese deseo se cumplió.
Descansando su espalda contra la Roca y regulando su respiración, Amaltea miró hacia la laguna y empezó a sentirse un poco asustada. Todo estaba demasiado silencioso, el agua estaba agitada, pero no se escuchaba el oleaje, sentía el viento, pero no percibía su silbido. Era como si estuviera sorda, pero a la vez podía escuchar su propia voz. Podía compararse a estar encerrado en una cámara absolutamente aislada de cualquier sonido del exterior, en una situación así, se escucharía fuertemente el latido del corazón y la sangre fluctuando por las venas, esto daría paso a la desesperación, justamente eso sentía Amaltea.
—Tengo un mal presentimiento. —Dejó de recostarse contra la Roca y se llevó las manos a su acelerado corazón. Luego miró la Roca y notó que algo extraño ocurría.
Nuevas letras se formaban…
—¿Eh? —Amaltea ladeó la cabeza ante ese fenómeno.
Apenas dijo “¿Eh?”, sin previo aviso, Amaltea sintió algo horrible en el estómago, como si la hubiesen golpeado sin medir.
—Puafff —Debido a la repentina sensación, ella se llevó ambas manos a la boca y empezó a vomitar jugos gástricos—. ¿Q-ué- que ocurre? —se agachó de cuclillas.
Fue en ese momento cuando ocurrió…
—Bien. —De repente, una voz femenina, diabólica y sombría, resonó como eco en su mente. Era una voz con tono estridente, una voz maldita.
Amaltea empezó a mirar a todas las direcciones tratando de encontrar a la dueña de dicha voz. Su cara era similar a la que alguien pondría al ver un abominable fantasma.
—¿Qué fue eso?
—¿Quieres más poder?
Nuevamente resonó la voz en eco. “¿Quieres más poder?” apenas Amaltea escuchó eso, sintió un poderoso dolor en el cerebro. Pero, sin saber que era lo que ocurría… soportando el fuerte dolor… apretando sus manos… con su sangre ardiente… Amaltea con valor respondió:
—Sí… quiero. —Al final de cuentas, le ofrecían lo que deseaba.
—Entonces…
Contra todo pronóstico, en la Roca empezaron a grabarse unas letras hasta formar una oración…
Amaltea sintió la misma sensación de hormigueo de antes, pero esta vez fue extremadamente doloroso…
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGG!!!
La oración terminó de formarse y se escuchó un estruendo.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGG!!!
Era el agudo grito de Amaltea.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGG!!!
Pavor.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGG!!!
Dolor.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGG!!!
Ardor.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGG!!! Invocar.
Espanto.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGG!!! Ser.
Eco.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGG!!! De.
Ansías.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGG!!! Otro.
De.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGG!!! Mundo (HS).
Poder.
—…Entonces…
…Poder.
…Poder.
…Poder.
…Poder.
…Poder.
…Poder.
…Poder.
…Poder.
***
Parte 3.
Escuchó el oleaje, percibió el silbido del viento. Amaltea estaba arrojada en la arena, no tenía ni idea de que rayos pasó antes. Lo cierto es que estuvo revolcándose de dolor, su cabeza le había palpitado con tanta fuerza que daba la impresión de que iba a estallar, sus músculos se habían entumecido, y sus pulmones les dolieron debido a las incesantes convulsiones. Pero, tan repentino como llegó ese dolor a si mismo se fue.
—¿Qu… qué pasó? —Amaltea le preguntó a la nada.
En su rostro lleno de arena solo se podía ver un gesto de confusión total. Ella estaba al tanto del dolor que anteriormente sintió y aún recordaba esa horrible voz, es por esa misma razón que ahora se encontraba alerta.
—Acá no hay nadie… —dijo al notar que todo parecía seguro.
Levantándose con dificultad, puesto a que aún sentía algo extraño en las entrañas, y asegurándose de que todo era seguro; Amaltea miró la nueva oración que se había formado en la Roca.
—¿Invocar Ser de Otro Mundo? —Se abrieron de par en par las comisuras de su boca y parpados, estaba asombrada—. ¡¿Es una tercera Habilidad Sagrada?! ¿Cómo es posible? Se supone que recibimos una habilidad cada diez años.
Apenas dijo eso, se llevó los dedos a la barbilla y reflexionó en que todo lo que anteriormente ocurrió estaba fuera de lo común; así que no era tan sorprendente este nuevo fenómeno.
—¿Qué será esta habilidad entonces? ¿Qué hará?
A diferencia de la habilidad anterior, esta vez no se grabó nada en la mente de Amaltea, no tenía ni idea de que podía hacer con ella.
—A juzgar por el nombre, intuyo que se tratará de una habilidad de invocación, pero… ¿de otro mundo?
Era algo muy extraño, ¿podría tratarse de una habilidad que de verdad invocara seres de otros mundos? Hasta donde Amaltea sabía, de existir “otro mundo” era el plano de los dioses.
—Una habilidad que invoca un dios… si eso es verdad, entonces…
Si era verdad, significaba que ahora tenía una habilidad extremadamente poderosa. Ella como invocadora podría darle órdenes a su “sirviente” para que este hiciese lo que le pidiese; si se trataba de un dios, entonces derrotar al cazador dejaba de ser una fantasía. Pensar en esto hizo emocionar a Amaltea.
—Ahora que lo pienso… Antes, cuando gritaba de dolor, usé esta habilidad.
Pese a que ni siquiera sabía que la tenía, mientras ella estuvo revolcándose y gritando, había usado su habilidad como si su cerebro se lo hubiese ordenado de forma automática. Esto hizo preocupar a Amaltea.
Por otro lado, si había usado su habilidad ¿en dónde estaba el ser de otro mundo? no se veía ningún ser vivo por las cercanías.
—Esto es absurdo. ¿Será que debo volver a usarla? —Amaltea extendió el brazo preparada para usar su habilidad, entonces recordó lo que anteriormente le pasó—. Espera, si la uso ¿volveré a sentir eso?
Amaltea decidió no hacer nada con su habilidad por los momentos, ella desconocía muchas cosas y no sabía que consecuencias podría tener en el mundo usar su nuevo poder, por lo que prefirió llevar las cosas con calma.
Al cabo de unos segundos, Amaltea caminó a un costado de la Roca y observó algo extraño; sobre el agua se formaba una corriente de aire que se encontraba con otra transversalmente, similar a la absorción de un tornado, iniciaba desde ambos costados de la Roca hasta terminar cruzándose justo en el puente. Algo ocurría. Así que guiada por la curiosidad, Amaltea fue allí, caminando con dificultad, con una mano en el abdomen debido a las náuseas y con la otra se apoyaba en la Roca mientras avanzaba.
Una vez llegó a la cara anterior de la Roca —o la frontal viendo desde el puente— y observó a donde se arremolinaba aquella corriente de aire. Amaltea entró en shock. Nuevamente su cuerpo perdía la fuerza, sus rodillas vacilaron y cayó de frente en la arena.
Levantó la mirada y miró al puente… Justo sobre este había una figura extraña, era la silueta de una mujer.
Esa aterradora mujer tenía: la piel con tono purpura pálido, un cabello violeta tan largo como su cuerpo y que era llevado por el poderoso viento que circulaba a su alrededor. Las cavidades de sus ojos estaban vacías y sus mejillas estaban manchadas con líneas negras, como si fuesen las manchas de lágrimas de rímel. Ella tenía orejas mucho más largas que las de un Elfo y vestía un largo y tétrico vestido de una pieza color purpura. Pese a sus rasgos tan góticos; resultaba ser una mujer con una belleza peculiar. El título: “Reina de los demonios” le quedaría perfecto.
Amaltea, en presencia de este abrumador ser. Acelerándose el corazón nuevamente. Dilatándosele la pupila. Temblando. Sintiendo otra vez pavor.
Amaltea llegó a la conclusión de que ese individuo frente a sus ojos era la mismísima muerte en persona.
De ella emanaba una fuerza intangible tan poderosa como la de Orión.
—¿Q… u…i en er-eres t-tú? —Tartamudeó Amaltea, la abrumadora presencia maligna causó que su cuerpo perdiera toda su fuerza, y a duras penas podía mover la cabeza.
Poco a poco su visión se perdía y su conciencia se apagaba. Empezó a observar los colores de una forma distinta, como si le pusiesen un filtro sepia a su visión. Amaltea no podía saber si esa cosa que tenía delante era real o una ilusión, no tenía forma de aclarar su mente debido al aturdimiento.
La aterradora mujer le daba la espalda a Amaltea, pero tras escuchar a la Elegida, ella volteó y en vez de hablar, se comunicó haciendo resonar su voz como un eco dentro de la mente de Amaltea:
—Esplendido, tienes tú deseo concedido. La capacidad de hacerlo todo. La fuerza para crear lo extraordinario. Lo que te permite dominar lo absoluto. Lo que cualquiera desea. Poder. Poder. Poder. Ansias de poder. Sigue, sigan ansiando poder. Esa infinita codicia. Ese insaciable anhelo, pidan más, busquen más. Y entonces…
Los ojos de Amaltea terminaron de cerrarse y su conciencia de apagó.
—…Volverán a mí.
Y todo quedó en oscuridad.
Parte 4.
Una luz que parecía lejana poco a poco se extendía y devoraba aquel mundo oscuro. Raros sonidos del exterior se escuchan. Su conciencia volvía, sus sentidos se activaban. Hasta que finalmente, la blanca luz lo dominó todo.
Amaltea volvió de su largo sueño con un abrupto despertar, ella levantó el torso, sudando frio, sintiendo una puntada en su columna vertebral, ella exclamó:
—¡¿Quién eres?!
Fue parecido a despertar tras una pesadilla.
Amaltea se llevó las manos a su acelerado corazón y miró a los lados tratando de comprender en donde estaba. Resultó que se encontraba en una habitación conocida, que tenía elegantes decoraciones y muebles absurdamente lujosos. Era el Castillo.
—¿Qué ocurrió? ¿Qué fue todo eso? —Amaltea, quien estaba recostada sobre una cama, se achicó hasta que sus rodillas tocaran su frente.
Intentaba organizar sus ideas y pensamientos, su mente se enredó con el pasado y futuro y muchas dudas llegaban a su mente.
Hace unos días atrás, Amaltea fue llevada a la Capital del Mundo; el Castillo. Estuvo varios días desmayada y cuando despertó, fue recibida por un Rey miserable. Ese sujeto había mencionado algo referente a lo ocurrido en la Isla y, debido a eso, su mente entró en un estado de shock. Por consiguiente, ella volvió a caer desmayada varios días más y; durante ese tiempo, estuvo evocando aquellos recuerdos que había olvidado. Aquella terrible experiencia en la Isla, su encuentro con Orión, la “traición de su novio”, la misteriosa tercera habilidad y la horrenda mujer esa… ¿Qué era todo eso?
Esto era todo lo que Amaltea sabía en base a su situación actual.
—Adha, adha. Adhara no saber de qué hablas. Lo que Adhara sí saber, es que papi estará muy feliz. Tata.
Mientras Amaltea se esforzaba por organizar sus ideas y por encontrar una relación entre todos los eventos que habían ocurrido, se escuchó la voz de una niña.
—¿Eh? —Amaltea giró su cabeza en a la dirección de la voz y notó a una pequeña niña Elegida que, al parecer, estuvo todo el rato sentada en una silla. Era tan pequeña que Amaltea ni siquiera la vio la primera vez que ojeó la habitación. Quizás medía un metro con treinta centímetros.
¿Quién era esa niña? Ella vestía un lujoso vestido blanco, tenía un cabello rubio bien peinado, poseía unos ojos redondos enormes y era cabezona. Lo que más llamaba la atención, era la corona sobre su cabeza.
—Adha, adha. ¡Adhara estar muy feliz de verte despertar! ¡Adhara estuvo mucho tiempo verte soñar! ¡A Adhara le duele que chica pelo rosa la ignore! ¡Pues, Adhara querer ser amiga de la favorita de su padre! Tata.
—¿Quién eres tú, niña?
—Adha. Adha. Adhara ser Adhara. Tú ser chica pelo rosa. Adhara quererte. Adhara tu amistad desear. Tata. —la voz de la niña era bastante chillona.
Amaltea frunció el ceño, torció sus ojos y dijo:
—Oye, mocosa, ahora no estoy de humor para juegos. —Se levantó con dificultad de la cama y miró fijamente a la niña.
Amaltea llevaba mucho tiempo durmidero, así que sentía su cuerpo bastante débil. Por suerte, tenía garantía de que en ese castillo le darían un buen trato médico, quizás no era mala idea aprovecharse un poco del Rey. Por los momentos, Amaltea solo quería estar sola y aclarar sus ideas. Ella sabía que apenas el Rey se enterara de que despertó, este vendría a molestarla. Además, ya que recuperó sus recuerdos, era muy probable que nuevamente el Rey le preguntara acerca de los eventos ocurridos en la Isla; por lo tanto, ella quería estar preparada para darle una respuesta, de hecho, necesitaba pensar bien las cosas y ser meticulosa con lo que iba a decir. La ruidosa niña que la acompañaba era un estorbo, necesitaba dejarla fuera.
—¿No piensas irte, niña? —preguntó Amaltea.
—Adha, adha. Pero Adhara estuvo esperando mucho a que chica pelo rosa despierte. Adhara vino a visitarte todos los días. Papi habló muy bien de chica pelo rosa. ¡A Adhara le enoja tu actitud! ¡Adhara está molesta! ¡Adhara darle una lección a niña rosa! —A medida que Adhara decía eso, un enojo infantil se exponía en su rostro—. Tata…
—Ooo pooor dios, que cosa tan ruidosa eres. Salte de una vez, insecto.
—Adha. Adha. Adhara se ha enojado. ¡Niña pelo rosa debe pagar! Tata.
La enojada Adhara alzó su pequeño brazo y un enorme portal apareció a su costado. Varias luces multicolores con bellas combinaciones espectrales iluminaron la habitación. Del portal empezó a salir un arma gigantesca. El arma flotaba en el aire y obedecía a los movimientos que la pequeña niña realizaba con su mano, esto significaba que la niña tenía una habilidad de telequinesis.
—¡¿Qué estás haciendo, niña?! —Amaltea al observar la imponente arma que apuntaba a su cabeza, se echó para atrás hasta quedar sentada en la cama. Apenas acababa de despertar de un largo sueño y la recibieron de esa forma tan poco hospitalaria.
El arma era una de las más extrañas en el mundo de Astergard, era un mandoble cuádruple. Aquella niña aparentaba tener solo doce años, ¿cómo era que podía tener un Arma Sagrada a esa edad?
Adhara continuaba apuntando con su arma y miraba de forma malvada. Sus enormes ojos manifestaban su infantil malicia.
—¡Ja, ja, ja, ja, ja! —La niña detuvo el arma, empezó a dar brinquitos y a aplaudir—. Adha, adha. Adhara solo está jugando. Ja, ja, ja, si chica pelo rosa hubiera visto su expresión, chica pelo rosa se veía muy asustada, chica pelo rosa se veía muy graciosa. Tata. —Al final, resultó que se trataba de una “broma” de niños.
Amaltea se quedó sin palabras ante aquella tonta niña. La niña por su parte señaló al suelo y, obedeciéndole, su arma descendió lentamente hasta permanecer levitando a pocos centímetros del suelo. Ya que esta tenía una superficie plana, la niña se montó sobre ella y la usó como su filosa patineta voladora.
—Estás loca… —dijo una Amaltea que casi se quedaba sin aliento.
—Adha. Adha. Adhara quiere que te subas. Adhara desea que chica pelo rosa se monte para dar un paseo. Adhara querer ser tu amiga. Adhara querer verte feliz. Tata. —La niña cambió sus gestos maliciosos y mostró una adorable sonrisa llena de vida, a la par, extendió su mano invitando a Amaltea a subirse sobre su arma.
—De ninguna manera voy a pasea conti… —Amaltea estaba a punto de negar por completo la invitación, pero hizo una pausa y reflexionó en algo—. Oye, niña loca, ¿acá hay una biblioteca? Debo ir a una.
—Adha, adha. Este ser un castillo. Esta ser la capital. Este ser un lugar enorme. Este ser el hogar de la princesa Adhara. Esta ser la casa del Rey padre. Este ser el hogar de… ¿madre? Adhara no saber quién es esa. Lo que Adhara sí saber, son todos los lugares de su casa. Si chica pelo rosa a biblioteca quiere ir, Adhara la llevará. Eso hará muy feliz a Adhara. Después, chica pelo rosa deber ir a donde Adhara querer para jugar, quizás poder ir a ver a los humanos ser torturados. O quizás contemplar decapitaciones en vivo. No, no Adhara sentir vergüenza, a padre gustarle esas cosas, a Adhara no, Adhara sabe que la volencia es mala, Adhara ama ver volencia. No, no Adhara quiso decir que detesta ver volencia. A Adhara le divierte. A Adhara le gusta. Ven, chica rosa, vamos a la biblioteca. Pero antes, chica de pelo rosa deber prometer a Adhara que después ir a jugar. Adhara no gustarle bibliotecas. Bibliotecas ser aburridas. ¿Chica pelo rosa, quiere? Tata.
Amaltea se cubría ambas orejas, esa niña resultó ser extremadamente habladora y molesta. A lo cual, acompañado de un suspiro, Amaltea dijo:
—Este será un largo, largo, largoooo día…
La razón por la que Amaltea quería ir a la biblioteca, era porque recordó las palabras que aquella anciana humana dijo en la Isla. Esa vieja sabía acerca del cazador y mencionó específicamente el Libro de las Profecías Humanas. Quizás en la biblioteca del castillo había uno de esos libros y, tal vez, allí Amaltea encontraría lo que necesitaba saber. Lástima que, para poder llegar a la biblioteca, debía aceptar andar con esa molesta niña.
Pese a que el recibimiento tras su despertar fue lamentable, Amaltea consiguió recuperar sus recuerdos. Ahora tenía claro su propósito, solo debía preparase para el futuro. ¿Qué le deparará el futuro de esta chica?
***
Hace unas horas atrás. Mientras Amaltea aún dormía…
—…El nombre de ese Elfo rebelde es: Arley Magdufi. Sé autoproclamó señor feudal de las tierras al sur de Heladia. Usando a sus seguidores, en su mayoría humanos, está construyendo su propio castillo de guerra donde abastasen recursos para oponerse a nosotros. Mi Majestad, cada vez se vuelve más difícil contener a estas escorias. Pienso que algo los está inspirando a oponerse.
En medio de la sala del trono del Castillo del Mundo, un Elegido que vestía un atuendo elegante mantenía una conversación con el Rey que reposaba sobre el trono.
—Como mi leal general que eres, imagino que ya te has planteado una estrategia para enseñarles una lección a esos cerdos ¿no, Dened? —respondió el Rey de manera soberbia y relajada, también tomó un poco de vino.
—Por supuesto, Majestad. Por eso convoco una reunión en el consejo de guerra con todos sus miembros y con usted en persona, para tocar más a profundi…
Antes de que el imponente general Dened terminara de hablar, la puerta de la sala del trono se abrió de repente y entró un nuevo sujeto descaradamente:
—Has de ser bastante estúpido si crees que saldrás ileso por interrumpir mi reunión, Aldebarán Castella. —El Rey miró fijamente a aquel caballero que se atrevió a entrar sin antes pedir una cita.
Pese a la amenaza del Rey, Aldebarán lo ignoró y continuó aproximándose al trono. Este caballero mostraba gestos de enojo. Varios guardias se alarmaron y se prepararon para detenerlo, no obstante, antes de que algo ocurriera, Aldebarán dijo:
—Tengo algo extremadamente importante que contarle…
—Me importa un bledo lo que tengas que decir, ¿Cómo te atreves a ignorarme de esa forma? ¡Guardias!
—Orión, El Cazador de Elegidos. ¿Conoce a ese ser repugnante? El anda tras de todo. —Los ojos de Aldebarán estaban intactos. En su batalla contra Orión, su ojo derecho fue espichado ¿cómo es que ahora tenía un nuevo ojo?
Antes de que los guardias alcanzaran a Aldebarán y el Rey al escuchar lo que dijo el caballero; él hizo una seña a sus guardias y estos se detuvieron. Los ojos del Rey empezaron a vacilar, sus dedos temblaron y sudó frio. Como si escuchar “Cazador de Elegidos” le haya sorprendido tanto que le hizo cambiar radicalmente su relajación anterior. En base a esto, el Rey respondió:
—Cuéntame más…
Continuará…
Nota: A partir de este capítulo pueden leer un crossover especial en el que participa esta obra.
Link: https://toonlatinoapp.com/manga/celos-sabor-a-chocolate-crossover/
Recuerda siempre dejar tu comentario 😉
FanArt de Amaltea dibujado por Nikol.
Comments for chapter "9.0"
QUE TE PARECIÓ?
Esto se está poniendo cada vez mejor 👍
Me alegra que te esté gustando, camarada.
Hay Amaltea, por que no invocastes a la tierna Lyna y la grandiosa Celeste y PepeGod D:
Ja, ja, ja… Con PepeGod todo sería muy fácil.
Wow que fuerte ese tipo de sueños que pueden presentar variación, en este caso Amaltea recordar que Orión fue el causante de la muerte de su tía y compañeros. Definitivamente hasta podría aparecer un componente de violencia que sacara tus miedo a relucir. Por otro lado, recién me entero que Rigel si hizo cosas feas para ella y recién comprendo porque se convirtió en una chica de emociones indescifrables. ☜ (◉▂◉ )
Adhara con una habilidad telequinesis con una broma de niños, …….Adhara amar ver violencia y querer darle una lección a niña Rosa (Amaltea entiendo) pero al final es solo una broma…que graciosa, jajaja
¡Es hermoso! ese FanArt de Amaltea dibujado . ( 。・o・)💗
Ahora estoy cambiando mi forma de pensar de Rigel…. marcó su vida de Amaltea Verteinger. Definitivamente es bueno llegar a leer el final de la historia para no perderse detalles importantes.
No sabía, que desde aquí se leía el crossover? y yo me adelanté 👀👯😊
Pobre Amaltea :c los siguientes capítulos los hice precisamente para que los lectores entendieran más de ella y de su pasado, así descubrirán porque es como es.
Esa Adhara es toda una loquilla, me divierto y a la vez no escribiéndola je, je, je…
Sí, es un FanArt bastante Kawaii.
Referente a Rigel, bueno, cada quien tuvo sus motivos para actuar de cierta manera.
Y sí, yo sugiero leer el crossover mínimo desde aquí para que el lector sepa más del personaje y las diferencias sobre como Amaltea obtuvo «Invocar ser de otro mundo (HS)».