El hijo de Dios - 15
Con calma extrajo el libro del estante, lo abrió lentamente y comenzó a leerlo. Al principio no comprendió lo profundo de las letras, pero entre más pasaba el tiempo y el joven seguía leyendo, algunas cosas extrañas aparecían en su mente, podía apreciar diversos símbolos en su cabeza al cerrar los ojos. Detuvo un poco su lectura, caminó hacia un sofá largo al centro de la sala, colocando el libro ahí con calma. Se sentó y cerró los ojos.
–Primero debo imaginar que todo es oscuro. –Se dijo, repitiendo las palabras que había leído.
Respiró profundo y calmó su espíritu, eliminando de su mente todos sus pensamientos y, visualizando que todo a su alrededor era completamente oscuro. Pasaron los segundos y, el joven pudo percatarse que en la lejanía se encontraba un aro de luz blanco, con tonalidades rojas, azules, verdes, cafés y oscuras. Se acercó un poco más, extrañándose, lo que decía el libro, era que el aro debía ser de un solo color, sin tonalidades, pero el suyo no era así, además de otra diferencia, era que en el centro del enorme círculo, debía estar al menos un aro pequeñito, dependiendo a qué círculo mágico pertenecía el lanzador de hechizos, por el ejemplo: el mago del segundo círculo, tendría dos aros en el centro, el mago del tercer círculo tendría tres y, así hasta llegar a los nueve aros, que se suponía era el máximo nivel en magia, pero el suyo era diferente, no habían aros, solo era un gigantesco aro de luz con tonalidades. Quitó las dudas de su mente, continuando con el siguiente ejercicio. Abrió los ojos, sensibilizando sus sentidos e intentando sentir la energía mágica de sus alrededores, leves fluctuaciones comenzaron a aparecer, como esporas de luz, pero desaparecieron al perder la concentración, respiró una vez más con calma, intentándolo nuevamente.
Los días pasaron y, su experiencia con el control mágico se volvió estable y poderoso, hasta un genio sobresaliente abriría la boca en sorpresa al darse cuenta de su rápido proceso. Poco a poco comenzó a comprender el nuevo mundo, entendiendo el porque de algunas cosas, pero todavía era un principiante en las artes mágicas, por lo que no se apresuró a aprender algo de más alto nivel, había aprendido como cadete a reforzar sus cimientos y trabajar sobre ellos, por lo que hizo lo mismo en su entrenamiento.
Una semana más pasó y, su cuerpo ya no era el mismo que cuando había llegado a este mundo, se sentía diferente y, no solo su cuerpo, también su mente había cambiado, se había vuelto más tranquilo y, las cosas extrañas sobre la magia las aceptaba lentamente.
–No conozco ningún hechizo y, tampoco sé que afinidad soy… creo que me voy a estancar pronto. –Se dijo a si mismo.
Guardó los libros y se acostó un momento, sintiéndose algo aburrido, por lo que prefirió levantarse y dar una vuelta, caminó por los jardines y, fue cuando se detuvo, un recuerdo azotó su mente.
–Mi uniforme ¿Cómo pude olvidarlo? –Sonrió y se apresuro a la salida.
Salió de la mansión y rápidamente se dirigió a los establos, aunque no se encontraba muy lejos del centro de la ciudad, si se dirigía caminando, tardaría aproximadamente una hora en llegar, por lo que pidió prestado un caballo y cabalgó directamente al gremio.
Al llegar, amarró las riendas de su majestuoso animal en un poste horizontal, lo acarició y le susurró que no tardaría.
–¿Has escuchado la noticia reciente? –Dijo un hombre de cabello ligeramente castaño, cicatrices en ambos brazos y, una espada envainada en su cintura al entrar por las puertas del gremio, su compañero negó con la cabeza y colocó una expresión de curiosidad. Mientras Gustavo también escuchaba a espaldas de los hombres.
–¿Cuál? –Preguntó el mago a su lado.
–La maga Jazre ascendió a una exploradora de mazmorra de cinco estrellas. –El compañero de túnica se sorprendió levemente, asintiendo con calma.
–Parece que estamos en una generación de superdotados –Dijo– ¿Te acuerdas del joven de hace tres semanas?
–¿El de ropa de lino? –El mago asintió.
–Pues hay rumores que dicen que puede ascender a un explorador de mazmorra de seis estrellas. –El hombre de cabello castaño lo miró sorprendido, pero después de un momento, negó con la cabeza.
–Eso sería imposible, todavía no tiene ni un mes como un explorador de cinco estrellas ¿Cómo podría aumentar tan rápido de poder?
–Eso no lo sé, yo lo escuché de otro integrante, dice que le dijo una de las examinadoras, por lo que puede ser verdad.
–Pues sería una gran noticia, solo hay doce integrantes del gremio de seis estrellas y, solo cuatro están en la ciudad, nos ayudaría uno más en la próxima incursión.
–¿Entraras en la siguiente?
–Sí, necesito monedas doradas, mi madre ha vuelto a enfermar. Debo hacerlo… –Dijo con pesar. Su compañero asintió, entendiendo su sentimiento.
–¡Señor Gus!
Una mujer corrió hacia los dos hombres con una sonrisa en la cara. El individuo de la espada y el mago se extrañaron, pero al ver qué la hermosa dama pasaba a su lado sin percatarse de sus presencias, optaron por voltear. Al ver al joven de ropa de lino, sus cuerpos se quedaron estáticos, sentían que lo recordaban de alguna parte, pero al pensar un poco más, la identidad del joven impactó en sus mentes como un poderoso rayo, por lo que la sorpresa se dibujó en sus rostros.
–Señorita Margot, es un gusto verla.
–Dijo que vendría por su atuendo hace semanas, pero parece que no quería verme. –Dijo la dama con una sonrisa caída.
–Si le dijera que me olvidé por completo ¿Me creería? –Preguntó. Margot lo observó con una mirada complicada de descifrar.
–Debió estar muy ocupado con la heroína Amaris. –Dijo con un tono complicado. Gustavo se extrañó por la actitud de la dama, sintió que sus palabras poseían otro sentimiento.
–En realidad no, pase los días y las noches entrenando –Dijo con una expresión honesta. Margot lo miró y luego asintió–. Si no es mucha molestia ¿Podría entregarme mi uniforme? –Preguntó, intentando cambiar el tema.
–Claro, ahora se lo traigo.
Margot se dio media vuelta y se retiró de la vista de Gustavo, después de unos minutos, volvió, con tres prendas de ropa exquisitamente doblados. Se acercó con pasos tranquilos, mientras en su rostro, una bella sonrisa se dibujaba.
–Tenga. –Le acercó el atuendo militar con calidez.
–Muchas gracias. –Dijo al aceptarlo.
–De nada –Sonrió–. Por cierto, la administradora quiere verle. –Gustavo asintió, él también deseaba una audiencia con ella.
–¿Podría mostrarme el camino?
–Sí –Asintió–, por favor, sígame.
Margot y Gustavo se dirigieron a la oficina de la administradora, platicando de manera amena cosas sin importancia. Al llegar, la examinadora tocó la puerta dos veces.
–Adelante. –Dijo alguien dentro de la sala.
Margot abrió la puerta.
–Aquí se encuentra el señor Gus. –Dijo con un tono tranquilo.
La dama Frecsil alzó la mirada, observando con seriedad al joven.
–Dejanos, Margot. Quiero hablar con el señor Gus a solas.
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