El Resurgir del Rey Dragon - 02
Dieciséis hombres caminando a través de un sendero oscuro, frio y muerto, donde se puede ver muy poco rastro de tierra fértil, lo demás está gobernado por la muerte, árboles secos y moribundos.
Mi cansancio se hacía notar, no sabíamos si era de noche ó día, pero mis ojos no me engañaban, eran espectros ocultos en los bosques oscuros y muertos, seres tan lastimosos y penosos que me pregunto si ellos merecen vagar por la tierra.
No lo sabía, pero seguimos caminando hasta una enorme meseta que nos mostraba un gran cielo nublado a punto de romper en lluvia, y una noche que prometía destrozar el cielo.
Un enorme bosque quemado, mostrando signos de que los enormes seres espectrales pasaron por allí, y a un lado un gran lago, lo curioso es que nos acercamos, y uno de nosotros, Frentur El Odioso, un conocido contrabandista de la zona ganadera de Geopcia, un hombre esbelto, muy velludo, alto y de ojos oscuros, muy curioso se aproximó rápidamente y de tal sed que sentía en todo su cuerpo, comenzó a beber , beber , y beber desesperadamente, pero ninguno de nosotros se percató antes de que el lago fue contaminado por los mismos árboles que habían muerto y que formaban parte de esta zona plagada de muerte.
Comenzamos a notar en el aspecto de Frentur que algo no estaba bien, quedándose parado sin reacción, al darse vuelta, vemos su rostro, cuyas venas iban a explotar, y mirándonos con sus ojos llenos de sangre, cae a nuestros pies. Fue envenenado por este lago putrefacto, ¿pero que sucedió aquí? No lo sé, de pronto, Galino El Sauce, proveniente de las nevadas tierras de Stepks un hombre anciano pero con vasta experiencia, nos dice:
—Debemos movernos, no es seguro
—Que sucede anciano? —Alanoir
—Se siente un hedor nauseabundo, debemos irnos YAAA!!!!! — Galino
De repente un enorme lobo salta desde unos arbustos secos y muertos, y comienza a atacarnos, con garras enormes como cuchillos, colmillos que sobresalen de su boca, y un pelaje azul como el cielo, nos ataca sin piedad, nosotros sin temor tratamos de defendernos ante esta gran bestia, pero era muy poderosa, con un gran cuerpo, equiparable al de un gran Ilofante, asesina a Argantu, y a Spetkill, no lográbamos hacerle daño alguno, era como tratar de asesinar a un gran espectro, pero no nos rendimos, traté de pensar en cómo matarlo, pero por alguna razón el lobo se detuvo ante mí, con su mirada penetrante. Me quedé unos segundos mirándolo a los ojos…es como si supiera quién soy…aunque eso yo no lo sabía.
Curiosamente, siento una voz que me decía:
—Alzar las lanzas, tocar la gran corneta del Sur, El Gran Rey Dragón ha vuelto y tomará el trono que le corresponde—
No comprendía esa voz, tampoco qué me decía, pero por increíble que pareciera supe el nombre de ese gran lobo, su nombre era…Fenrir.
La gran bestia se dio vuelta con sus enormes patas, corrió hacia el gran bosque, y su figura titánica desapareció de mi vista.
Sin saber si era de día o de noche, armamos un campamento, y enterramos a nuestros aliados, dándoles una sepultura digna de un guerrero, con sus armas agarradas a su pecho y con monedas en sus ojos.
Un día oscuro, y de incertidumbre, pero también con esperanzas. «El día mejorará mañana´´, siempre pensaba eso, la comodidad del suelo no era tan buena como una cama, pero es un descanso que no nos negábamos, nuestras cosas a un lado en un árbol, y estirados en este sueldo maldito, descansamos, cerrando mis ojos luego de un día muy difícil. Un escalofrío hizo que mis ojos se abrieran, y saqué un cuchillo para poder defenderme contra la amenaza nueva.
Pero no era lo que esperaba. Un fantasma, pero no parecía peligroso, sino….amigable, noble, poseía la imagen de un guerrero de La Gran Orden Argoniana, hombres grandes cuyas armaduras eran de cota de malla azul relámpago, y armas pesadas como martillos ó hachas.
Este espectro nos señala un lugar, no sabía si creer o no, estábamos muy perdidos, pero sentíamos que nos quería ayudar, y lo seguimos, tomamos nuestras cosas, y lo seguimos a paso rápido, ya que este fantasma se movía rápidamente. Poco a poco la tierra infértil y los árboles secos y agonizantes, fueron reemplazados por bosques verdosos y una tierra fértil y un aire puro que hacía días no respiraba, mi mirada notaba un gran cambio en la atmósfera.
Adentrándonos más en el bosque, el espectro desaparece, dejándonos en un punto del bosque donde no sabíamos qué hacer, los catorce hombres que quedábamos sacamos nuestras armas, espadas, escudos arco y flecha dagas, y una punta de flecha se acerca a mi ojo, de un ser que me apunta:
—Dígame su nombre y que hace aquí—Extraño
—Dígame su nombre y le diré el mío, Elfo—Tranon
—¿Elfo?, ¿estamos en las tierras de los Elfos Silvanos? — pregunta asustado — no puede ser estamos muertos…pero a mí no me llevarán…—Snikol
Estúpido o valiente, quizás las dos cosas, ese maldito hombre se despojó de sus hachas, y comienzo a correr para salir del bosque, pero uno de los Elfos le apuntó y disparó una flecha, con una velocidad y precisión que sólo los elfos perfeccionaron, alcanzando su cabeza. Mis aliados y yo nos pusimos muy nerviosos, Tranon El Tirano de las zonas heladas del norte, murió no por honrar a sus antepasados, sino para morir con la vergüenza de haber huido:
—A partir de hoy serán los invitados permanentes de la Gran Reina Alipze, protectora del bosque—
Los trece hombres que quedamos, fuimos conducidos por los Elfos, por un camino que comenzó a iluminarse por Las Llamas de Alzor, adentrándonos más y más a la ciudad del bosque. Los habitantes comenzaban a acercarse a nosotros, curiosos, ya que no habían visto hombres hacía siglos. Mi mente en blanco y mi cuerpo petrificado sólo hacían lo que los elfos querían. Caminar y caminar, hasta un gran palacio perteneciente a la Reina.
Poco a poco nos acercamos hasta el gran palacio verde donde las torres rebosaban de guardias que lo protegían de cualquier amenaza, y su color verde era tan vivo que cubría de vida esta ciudad. Nuestra fortuna quizás sea buena o quizás sea mala…
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