El Resurgir del Rey Dragon - 03
No pude comprender nuestro error, seguir a una simple voz, una voz embrujada, luego un lobo nos ataca y ahora caminando a través de un camino color verde oscuro a sus costados multitudes de elfos mirando con asombro que no nos hayan asesinado.
Luego una mirada, no era una mirada cálida, ni tampoco fría sino una mirada que sabia quien éramos y de dónde veníamos, ¿pero porque no nos mandó a asesinar? no lo sé.
Nos acercamos hasta el palacio, hasta cruzar la gran puerta verde custodiada por guardianes del bosque, y nos adentramos hasta el centro del lugar, y allí estaba, la gran Reina Alipze ama y señora de los bosques del sur, sus únicas palabras al vernos, simples:
—Grandes guerreros de antaño, les ofrezco un día para que puedan quedarse, a la mañana partirán a través del Rio Safu, allí regresaran a sus amadas tierras—
Mis ojos mirando a la reina, y sintiendo una sensación de horror, no evite inclinar mi cabeza, la reina se percate de ello, y con una sonrisa mí dijo:
—Creo que estos guerreros necesitan descansar, deben estar muy débiles. Pueden ir a dormir, mañana podrán marchar en paz—
Sus palabras se oyeron como la dulce melodía de los pequeños pájaros en primavera, nos dimos vuelta, y marchamos a nuestros aposentos señalados a descansar, arboles enormes con grandes camas colgantes. Avanzada la noche, y mis ojos que no pueden cerrarse, miro al cielo oscuro donde las únicas luces son las estrellas, no pude seguir mas, debía irme, tome mis cosas, y baje hacia un rio donde habían muchas canoas blancas y pequeños barcos de transporte con una gran punta y velas blancas como las nubes, allí se encontraba la reina, abriendo sus brazos me abraza y al oído sus palabras susurro:
—No temas al olor de la guerra, Rey Keimit, es la única forma de arrodillar a los tiranos, y proteger a los indefensos, en estos tiempos difíciles—
—Pero no se qué puedo hacer…estoy muy perdido—
—No te pierdas en donde debes reinar con sabiduría, se noble, y justo pero también lucha con valor—
Esas sabias palabras, no las olvidare, la reina ordeno a algunos soldados a ayudarme con la canoa, y en ella puse mis cosas y zarpé ¿hacia dónde?, no lo sé, pero sentía que iba por buen camino, por ello seguí.
Por tres largos días a través del rio, mis suministros se agotaron, mis brazos cansados y sintiendo el cansancio no tuve más alternativa que simplemente desembarcar a la costa rocosa de las montañas Isub.
Desorientado, decidí caminar hacia el este, a través del borde del rio, rocas, y rocas por mi camino, hasta que llegue al bajar el sol a un aserradero enano, y a donde llego mi vista una gran mina, acercarme era muy difícil ya que estaba protegido por enanos, pequeñas criaturas con barba grandes mineros y guerreros con armas como hachas y mazos, no pude observar con claridad que unos guardias logran capturarme, y llevarme hasta Glarmin El Demonio el gran jefe de los enanos:
—¿Quién eres tú? ¿Y a que vienes a mis tierras? —Glarmin
—Yo…..mi señor solo estaba perdido, no quería irrumpir en sus tierras—Keimit
—¿Dime guerrero, de donde eres? —Glarmin
—Vengo del gran Reino de Geopcia, al sur de aquí—Keimit
—A si…Geopcia, tuvimos muchos inconvenientes con ese lugar, son tiranos y son feos…dame una razón para que mis hombres no te arranquen la cabeza con sus hachas
Su pedido se hizo realidad, de entre mis cosas saque la gran espada roja, y todo enano que estaba a mí alrededor quedo asombrado, incluso Glarmin:
—No puede ser, esto es increíble, eres el último rey de la gran dinastía—
—¿Qué? ¿De qué hablas? —Keimit
—Esa arma es la que utilizan los legítimos reyes de la dinastía Dragón, el arma más poderosa que existe—Glarmin
—Soy entonces…—Keimit
—El rey de Andurill, el reino de los fuegos emergentes—Glarmin
—No entiendo que ocurrió ¿Porque no estoy en el reino como su soberano? —Keimit
—Ese reino fue…—Glarmin
—¡¡¡¡Cuidadoooooooooooo!!!! —Vigilante enano
Una roca enorme cae contra una torre destruyendo en la base y así cayendo la torre por completo, todos los enanos comienzan a correr a buscar sus armas para defender su territorio, yo sin saber que ocurría me oculte en una de las chozas y mis ojos al ver lo que vi, comencé a sudar…Trolls de Montaña, feroces criaturas amantes de la carne cruda y putrefacta, bestia brutas con una fuerza increíble, y muy estúpidas.
Un gran grupo ataca a los guerreros enanos, destruyen todo a su paso, chozas, torres, piedras comienzan a ser arrojadas, troncos, gritos de todo tipo, sentía en ese momento que no podía seguir escondiéndome más, así que saque mis dos espadas y con un feroz movimiento evadí el ataque de uno de ellos, con un fuerte salto aterrice en la espalda, una de mis espadas cayó al piso por el fuerte impacto de mi cuerpo contra la espalda de la criatura, esta comenzó a moverse muy violentamente para poder tirarme al suelo, al posicionarme correctamente con mi espada atravieso su garganta, y con el filo arrastre mi arma hasta que pude decapitar a esta bestia.
La batalla llegaría a su fin, pues esa criatura decapitada por mí, era el líder de los Trolls, por lo que los sobrevivientes huyeron despavoridos hacia las montañas Izue, el jefe Glarmin se acerca a mí y ordena:
—Guardianes, enséñenle como se combate— sorprendido exclama— piensas que la guerra es innecesaria, pero combates como un guerrero feroz y despiadado. Gracias por devolvernos la paz, estamos en deuda—
—Yo…no sabía que era su líder, gracias por hacerme parte de su pueblo mi señor—keimit
—El Honor es mío mi lord—Keimit
Los seis meses que pasaron fueron de arduo entrenamiento, mi relación con el pueblo de los enanos fue de cada vez mas hermanos de sangre además de armas, me adiestraron para ser fuerte, resistente, saber usar el hecha y el martillo, además de ser un gran rastreador.
Mis habilidades fueron creciendo, me volví más rápido, más ágil, mas fuerte y mejor con las armas, me sentía preparado para luchar, pero necesitaba aprender más acerca de mí legitimo reino, necesitaba respuestas, me dirija hacia los aposentos de Glarmin:
—Mi señor enano, necesito respuestas, necesito saber más acerca de mi reino—Keimit
—Escúchame y debes recordarlo en tu viaje, tu reino nunca fue un sitio como ahora, totalmente siniestro, y tirano, sino que fue la unión de Geopcia, Draxion y Mitroyer, pero cuando el gran linaje Dragón cayo, esos reinos se dividieron y forjaron Gobiernos totalmente Corruptos, Draxion se volvió un sitio hostil, y salvaje, mientras que Geopcia se volvería el reino más importante y rico pero con graves problemas territoriales, y Mitroyer, donde está tu palacio y centro de poder quedo a manos de un tirano……un paramo dividido por las fuertes disputas—Glarmin
—Significa que debo unirlos de nuevo—Keimit
—Bajo una misma bandera— Glarmin
—Mi señor con su permiso debo marcharme—Keimit
—Desde luego gran rey, ordenare a mis hombres que te abastezcan, y te den un barco para que puedas partir a Las Costas Plateadas del Reino de Guland, un sitio de mercaderes parte de los siete reinos—Glarmin
—Gracias mi lord, nunca los olvidare, serán siempre recordados junto con su hospitalidad—Keimit
Comida, agua, un transporte, esta gente me agradeció mucho y yo también estoy agradecido, no podría quedarme, ya que mi viaje es la prioridad principal para poder unir mi país, acercándome a mi bote con lo que me hará falta, los grandes mineros y guardianes, dándome su saludo de respeto y de honor digno de uno de ellos, mi viaje continua, hasta la gran costa de la ciudad de los mercaderes, el alba se asoma ante un día triste pero a la vez esperanzador para mi, para todos….
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