Encuentro cercano del 8vo tipo - 1
—Hmm… —Lentamente abrí mis ojos.
Aunque hoy es domingo, ya me e acostumbrado a despertar temprano. Incluso con lo cansado que termine ayer por hacer horas extras y… y por otra cosa…
Deseando que lo sucedido anoche fuera un sueño, muevo la colcha ligera que hay sobre mi. Lamentablemente, mi deseo no se cumplió. Basándose sobre mi pecho, está Zoé.
—Oye… —Molesto, comienzo a sacudirla. Pero no despierta.
—Mmneh… —La única reacción que tiene es la de acurrucarse aún más en mi pecho.
—¡Tch! —La tomo con firmeza—¡¡Bájate!! —De un fuerte tirón la arrojo al suelo.
—¡¡Furiuuu!!
«TOCK»
Suena el piso.
—Fuu… esa no es la forma de tratar a una dama… —Ahora despierta, se frota la frente.
—Eres más una plaga… —Respondo mientras me siento el la cama.
—¡No hay remedio! Ya que nos levantamos, hay que preparar el desayuno. ¿Qué tiene en la cocina? —Zoé se pone de pie.
—No tengo nada de comer, acostumbro a pedir delivery. —Respondo tomando mi celular. Son las 7am.
—Lo que me temía… —Suspira dejando caer sus brazos.
—¿Qué tiene de malo? El dinero me alcanza para hacerlo.
—¡¡No-o~!! No debes despreciar la comida casera. El sabor de un manjar hecho por alguien amado ¡No tiene comparación!
—Es solo un desayuno… café y medialunas. —Comento desbloqueando el celular.
—¡Aún así! —Mi Smartphone se apagó —Prepárate, saldremos a comprar suministros alimentarios.
—Pero…
—Sino publicaré “El material” —Levanto mi mirada para verla sonreír levemente.
—Está bien… —Me pongo de pie—. Pero no puedes salir vestida así. —La señalo.
—¡Oh! No te preocupes, terrícola. Traje más ropa.
Al instante pega un pequeño trote y se dirige a una valija al lado de la cama. ¿En qué momento llegó eso ahí?
—Que alivio, por un momento pensé que tendría que llevarte de compras.
—¿Furah? ¿Acaso querías tener una cita de comprás~? —Otra vez ese tono burlo.
—¡¡No!! —Doy un pistón.
—¡Lo que tu digas, terrícola! —Sin tomar enserio mi enojo, ella sale corriendo de la habitación con una muda de ropa.
Suponiendo que irá a cambiarse en el baño, ya que sus pasos parecen alejarse en esa dirección, me dispongo a vestirme yo también.
Después de unos minutos, ropa ligera es la que porto, un conjunto deportivo en pocas palabras. Por su parte, Zoé porta una remera rosa que deja visible su ombligo. Haciendo contraste con la ligera pieza superior, lleva unos pantalones estilo militar que hacen juego con sus botas negras.
—¿Qué opinas? —Da una vuelta.
—¿Qué se yo? Soy un simple hombre, no se de vestimenta femenina.
—Furah… —Molesta hace un puchero. Recién noto que lleva su pulsera gigante, para tenerme a ralla supongo.
—Además, ¿Por qué no te quitaste los pupilentes?
—¡Es mi color de ojos real! ¿Aún no me crees que soy una alienígena?
—Si, si, lo que tu digas. Salgamos de una vez. —Abro la puerta y salgo primero, espero que ella salga y cierro con llave.
La verdad temo el que hará para demostrarme que es verdad lo que dice. Mejor es evitar el tema de los pupilentes, por seguridad.
—¿Qué se te antoja comer? —Dando vuelta como niña, se para frente a mi.
—Café con medialunas.
—¡Eso es lo que pides siempre!
—Me acostumbre a ellos.
—Fuh… ¡No está bien siempre comer lo mismo! ¡¿No lo cree, vecina?!
—¡¡Wuiih!!
Un chillido se escucha a mis espaldas, por lo que volteo para ver a la mujer dueña de la voz. Me sorprende que no haya notado su existencia cuando abrí la puerta. Aunque viniendo de esa chica, no me sorprende que sea tan silenciosa.
—Es la primera vez que la hablas… ¡Se más respetuosa! —Le propino un golpe en la cabeza a Zoé.
—¡Ay!
— Disculpa, Agustina. Ésta niña maleducada de aquí es una familiar que se quedará un tiempo conmigo. —Explico a la joven de ojeras gigantes.
—Ya veo… ¡Es bueno que la familia conviva! —Forzando una sonrisa, juguetea con un mecho de su oscuro cabello.
—¡Ésta chica me entiende! —Zoé corre hacia Agustina y la toma de la mano—. ¡Wuoh! ¡Tienes un ojo gris y el otro marrón!
—Es por que soy ciega del ojo derecho… —Con evidentes signos de molestia, mi vecina se libra del agarre de Zoé.
—Tu… —Camino hacía las chicas—. ¡Se más respetuosa! —Vuelvo a golpear a Zoé.
—¡¡Ay!!
—Discúlpala, ya no te quitaremos más tiempo. —Tomo a la hacker y la arrastro por el pasillo.
—¡Nos vemos luego, terrícola semi ciega!
Sin mirar atrás sigo caminando. Nuevamente Zoé no controló su lengua. Eso que no pasó ni un minuto… seguramente la vecina debe estar con cara de disgusto, mejor no mirar.
En medio de todo, tomamos el ascensor y descendemos hasta la plata que da a la calle. Con el sonido de los vehículos, camino hacía un mini mercado cerca de mi departamentos. Como es evidente, no vengo seguido.
Mientras tanto, Zoé admira la ciudad y a cualquier persona o vehículos que se cruce. Es molesto, ésta situación es como salir con una niña pequeña. Mira a todo el mundo que pasa a nuestro costado. No importa si es hombre, mujer, niño, perro ¡Lo que sea! ¡¡A todos los admira!!
—¡¡Terrícola!!
—¿Qué? —Intento controlar mi fastidio.
—Una cosa me que encanta de ustedes, es la capacidad de vestirse de manera tan variada. De donde vengo, todos visten el mismo aburrido traje.
—¿A sí? —Se refería al traje de látex supongo.
Espera… ¿En que lugar todas las personas viste así? ¿Se abra criado en algún lugar turbio?
—Oye…
—¡Mira, terrícola! ¡Es la estructura de fuentes alimenticias!
—¿Mini mercado dirás?
—¡Eso! Estudie un poco los alrededores antes de venir a visitarte. Éste es mi segundo lugar favorito. —Debido a que está en nuestro lado de la calle, ella corre hacía la puerta.
—¿Cómo va a ser tu segundo lugar favorito si ni siquiera entraste? ¿O si lo hiciste?
—Negativo, pero donde sea que haya comida es mi lugar favorito.
—Que ridiculez… ¿Y el primero cuál es?
Ella se inclina ligeramente hacía mi y posa su dedo índice izquierdo en sus labios.
—Es un secreto. —Sonríe.
Solamente me limito a suspira. La verdad no entiendo el motivo de jugar a la extraterrestres y al secretismo. Un momento… iba a preguntarle algo… bueno, no debía ser nada importante.
Siguiendo a la niña, me introduzco al mini mercado y tomo una canasta.
—¿Y bien? ¿Qué cosas me obligaras a comprar?
—Antes de comprar los suministros, deja esa caja colgante.
—¿Te refieres a la canasta?
—Si, déjala. Y toma uno de esos. —Señala un carrito para la mercadería.
—¿Voy a comprar tanto?
—¡Pues claro! ¡Vamos a comprar para suministros para toda la semana!
—Ahh…
Hago lo que me pide.
Después de eso comenzamos a recorrer el mini mercado. Recoge varías cosas para ponerlas en el carrito: Panes, carnes, diversos tés, dulces, condimentos, harinas, etcétera. Puras cosas de cocina. La verdad le agradezco a mi yo del pasado por haber comprado los utensilios, sino está loca me haría comprarlos…
Estando en lo que parece ser un compras, la chica cosplay está comenzando a tomar cosas innecesarias.
—¡Un momento! —La tomo del brazo.
—¿Furah? ¿qué pasa? —Me mira confundida.
—Ya me estás haciendo comprar muchas cosas, no hay que malgastar así el dinero.
—¿Ueh? Pero…
—¡Nada de peros! —Me cruzo de brazos—. Deja toda las cosas donde estaban.
—Fuu… —Derrotada comienza a devolver cada producto a su estante.
Tarda pocos segundos, hasta que llega al ultimo: Una barra “Mantecol”, un turrón de maní. Se queda mirándolo, puedo jurar que sus ojos se están poniendo brilloso.
—Ahh… —Me tomo la frente—. Esta bien, puedes llevar eso.
—¡¡…!! —Voltea rápidamente hacía mi—. ¡Muchas gracias! ¡Furah! —Da un salto y se pega a mi, me abraza.
Me tomó por sorpresa, hacía años que no recibía uno de estos. Se siente… ¿Cómo decirlo…? Nostálgico.
—Si, si. Ya suéltame. —La aparto—. Vamos a pagar esto.
Después no realizamos nada importante. Pagamos la mercadería, la cargamos en bolsas y nos regresamos al departamento. Rogué para que no estará la vecina afuera, no quiero pasar otra vergüenza culpa de ésta niña. Gracias al cielo no estuvo.
Al entrar, dejamos las bolsas en la mesadas de la cocina y puse agua a hervir en mi pava. La cual nunca había sacado de su empaque.
Cuando hirvió, pusimos las tazas, los tés, el pan y algún que otro embutido o dulce.
Preparo mi desayuno y veo a la chica cosplay apunto de abrir el mantecol.
—¡No, no, no! —De un rápido movimiento se lo quito.
—¡¿Eh?! ¡¿Por qué?!
—Te lo comerás después del almuerzo. —Lo dejo en la mesa cerca de mi.
—Fuu… —Solo queja mientras se prepara el desayuno.
—¿Y qué vas a cocinar? —Pregunto mientras le doy un sorbo a la taza de té.
—¡Oh! Estaba pensando en hacer una comida de este país. Las… ¡Empanadas! —Hace el gesto de un arcoíris con sus manos.
—Ya veo. ¿Sabes cocinar?
—¡Claro que si!
—Humm… —La miro desconfiado—. ¿Y el cimbado de las empanadas?
—P-Por supuesto… —Desvía la mirada mientras comienza a comer.
—¿Segura? —Me le quedo viendo fijamente.
—¡¡Qué si!! —Con sus cachetes rellenos de pan, se pone de pie.
—Bueno, lo que digas. Ahora come.
Ella se la pasó desgastado los dulces, sobre todo el dulce de cayote. Se comió la mitad del paquete. Seguramente seguiría pero la detuve.
Además de la mini interrupción por el dulce, no hablamos más. Nada de nada.
La verdad es un alivio que se callase, es muy ruidosa y no se calla nunca. Eso que no vamos ni un día de convivencia.
Recogimos los trastes y ella se puso a lavarlos. Al instante comenzó a preparar el recado para las empanadas. No le indique donde estaban los utensilios de cocina, pero ella las encontró con facilidad.
Por mi parte, me quedé sentado en la mesa. Mi departamento no es muy grande, por lo que lo único que divide a la cocina del comedor es una pequeña barra.
Saque mi SmartPhone y me puse a chequear las redes sociales. La verdad estoy aburrido. Normalmente estaría en mi cama sin hacer nada, pero ahora que ella está aquí… no lo se, siento el compromiso de acompañarla. Quizás es miedo de que rompa algo.
La miro de re ojo por unos segundos.
—¡…!
¿Qué le pasa? Todo el día a estado con una expresión alegre, solo la cambió en la tienda cuando tenía que dejar el mantecol, pero ahora… ¿Por qué tanta tristeza en su cara? ¿Será por qué le quite el turrón? ¿Acaso es tan infantil?
—Ahh… —Seguramente me arrepentiré —¿Pasa algo? —Me pongo de pie y voy junto a ella.
—¿Eh? No, pasa nada. ¿Por qué? —Al instante sonríe. Esa sonrisa no hace juego con sus ojos que parecen al borde del llanto.
—Pareces desanimada.
—Apenas nos conocemos ¿Y ya sabes leer mi estado de animo? —Comienza a pelear papas.
—Ahh… —Suspiro—. Dame eso, tu ve preparando las verduras y la carne molida.
—¿Eh? N-no hace falta, yo puedo encargarme. —Por fin me mira.
—Estoy aburrido, quiero ayudarte. —Digo mientras saco el pela papas de su mano y tomo su trabajo.
—Está bien… —Ella se dirige al lado del horno y pone una olla sobre la hornalla.
La miro de reojo, ahora una pequeña sonrisa se dibuja de su rostro junto con un pequeño rubor en sus mejillas. E de admitir que se ve linda.
—Tal parece que te gustó mucho el dulce de batata ¿No? —Pregunto.
—¡…! —Ella me mira por unos segundo. Pude ver como sus ojos se iluminaban mientras comenzaba a sonreír—. ¡¡Si!! ¿Sabes? Al principio tenía miedo, ya que la batata no parece algo que se pueda hacer dulce, pero al probarlo quede enamorada de sus sabor. La textura firme facilita el comerlo solo, aunque con pan queda bien.
—Con queso cremoso también queda bien.
—¡¿Queso?! ¿No son sabores muy distintos?
—Así es, pero impresionantemente combinan bien. Pruébalo mañana en el desayuno. —Le sonrio ligeramente.
—¡Si! —Devuelve la sonrisa—. ¡Oh! ¿Sabes? También me gustó ese pequeño pan cuadrado.
Así comenzamos a hablar de muchas cosas mientras cocinábamos. Las horas pasaron volando.
Entre nuestra charla, debatir que condimentos usar: tuve que convencerla de que las empanadas no llevan azúcar. También tardamos un tiempo en hacer el repurgue, ella era muy mala haciéndolo y yo ya había perdido la práctica. Hacer la salsa picante fue otra lucha, que se ajustará a nuestro gusto fue tardado.
Llegando las 5pm, por fin nos pudimos sentar a comer.
—¡Por fin! —Ella se deja caer en la silla.
—Tardamos mucho, pero se ven deliciosas. ¿O será el hambre?
—Furah, furah. Mis manos mágicas las han vuelto deliciosas en todos los aspectos ¡Ahora come! —Dice orgullosa mientras pone varías en mi plato.
Tomo una y le doy un mordisco, la mescla de los condimentos con la textura frita de las papas en cubo son lo primero en destacar.
—E de admitir que tu idea de fritar las papas salió bien.
—¡Hurra! —Ella también comienza a comer.
Como el hambre pareció ganarnos, no hablamos mucho. Pero está vez, su rostro no reflejaba tristeza en el silencio, sino alegría.
Terminamos de almorzar y lavamos todos. Fuimos a mi habitación, yo me acosté en mi cama.
—La verdad cocinas bastante bien… —Comento mientras miro el techo, mis parpados me pesan—. Los domingos suelo dormirme a las 8pm, pero tu comida aceleró el sueño.
—Bueno, ahora que lo mencionas yo también tengo sueño. —Sin una mínima pizca de vergüenza, ella se acuesta en mi pecho.
—¿No te estás tomando mucha confianza…? —Levanto mi cabeza para verla.
—…
Pero ya se hace dormida con una sonrisa.
—Ahh… —Dejo caer mi cabeza—. Qué rapidez…
Sin darme cuenta, me dormí.
Comments for chapter "1"
QUE TE PARECIÓ?