Capítulo 3

El joven viajero Rhodas Giolassi y su nuevo acompañante caminaban por las afueras de Elendir compartiendo pedazos de un pan que habían comprado con el dinero robado de hace rato, el halcón rojo recibía los pedazos comiéndolo mientras parecía escuchar las palabras de su compañero.

• • • • – ¿Sabes? Por algún motivo ya nunca siento hambre, pero se siente bien comer de nuevo, tener un buen sabor en la boca es algo que esperas al final del día. – Sonreía Rhodas hablando con la boca llena observando los árboles.

• • • • – Cuando era más pequeño… Escuché muchas historias geniales sobre el mundo fuera de Damicci en las tabernas y una vez oí una historia sobre unos halcones fantásticos… De un lugar lejano llamado el bosque de Noble madera, en Noble madera viven todo tipo de criaturas que muy pocos han llegado a conocer, me hablaron de ciervos voladores, caballos con alas, ¡incluso gallinas que escupen fuego! Pero había una criatura que se me vino en mente cuando te montaste en mi hombro, los halcones de noble madera. Son halcones comunes, pero aun así totalmente diferentes a los que encuentras en las montañas, estos recorren los cielos de noble madera buscando a los más legendarios cazadores y acompañando a los druidas y chamanes que han alcanzado un alto contacto con el mundo espiritual, se dice que pueden elegir a una persona y otorgarles el conocimiento del bosque y una conexión única con los seres vivos que lo rodean. ¿Crees ser uno de esos? – Preguntaba el chico observando al halcón, el cual se mantenía en silencio observando al frente sin prestarle demasiada atención.

• • • • – Si… yo tampoco estoy seguro, digo… La historia decía que se unían a cazadores legendarios y gente muy espiritual, yo soy un simple ladrón… – El halcón volteó a mirarlo aleteando para volar por su cuenta cerca de él haciendo que el chico lo apuntase con su espada

• • • • – ¡Pero tú también eres un pequeño ladrón desgraciado! –
    • • – ¡GJAH! – gañó el halcón en respuesta provocando las risas del chico.
    • • – ¡Oh sí! ¡Robaste la Ventus Shear junto a mí! ¡Halcón desvergonzado! ¡El infierno va a arder y nos condenarán juntos! ¡Rhodas Giolassi y su temerario Halcón de noble madera Fleetwood! –
    • • – ¡GJAH! – Gañó el halcón en respuesta al nombre volando en el curso del muchacho, el cual comenzó una carrera con el halcón entre risotadas.

Las nubes oscuras se empezaron a juntar en el cielo ralentizando la carrera del alegre dueto acompañadas de un viento helado que no daba buen augurio a un joven ladrón vestido con tela delgada y mal cuidada.

• • • • – Fleetwood, la lluvia se acerca… Hay que buscar un lugar para resguardarnos – El chico levantó su brazo haciendo que el halcón emprendiera vuelo buscando algún lugar cercano para refugiarse del clima amenazante. El dúo corría por el bosque comenzando a sentir las gotas frías de lluvia tocando su cuerpo, con el viento azotándolos y el estruendo de los árboles chocando sus ramas inquietaban cada vez más los corazones de los perdidos viajeros.
    • • – ¡Largo! – Exclamó una voz pesada y rasposa seguida por el azote de una rama al rostro de Rhodas, seguida por una a su espalda y otra a sus piernas haciéndolo caer.
    • • – ¡GJAH! – Gañó Fleetwood descendiendo fuertemente rompiendo una de las ramas con sus garras, Rhodas por su parte desenvainó su espada y aunque pequeña con un corte poderoso y limpio comenzó a cortar las ramas que lo atacaban.
    • • – Son los árboles… ¡Los árboles están vivos! – Exclamó Rhodas intentando apartarse defendiéndose con su arma, siendo distraído por la salvaje lluvia, el frío lo azotaba empezando a debilitarlo, los troncos lo observaban sin ojos, con sus rostros estáticos y sus raíces moviéndose para atraparlo.

El temor invadía el corazón de Rhodas, Fleetwood intentaba liberarlo de las raíces solo logrando ser capturado, los gañidos de dolor del halcón alteraban al chico, podía sentir la furia saliendo de sus ojos, sus manos se ponían tensas, sus dientes chirriaban, el chico apretó los ojos y antes de abrirlos escuchó un poderoso estruendo.

• • • • – ¡Flanchet! – Exclamó una silueta masculina y robusta impactando un puñetazo al tronco del árbol que lo sujetaba destrozándolo al impacto.

La ira huía del cuerpo del chico, cambiando por un intenso asombro al ver a aquel hombre destrozando al árbol robusto con un solo puñetazo, podía sentir que emanaba un aura valiente e inamovible.

• • • • – ¿Quien…? –
    • • – Muévete niño, ¡Ahora! – Ordenó el mayor dando golpes al aire dándole espacio para moverse

Rhodas se levantó rápidamente cortando la rama que sujetaba a su compañero liberándolo para que partieran ambos siguiendo al mayor rápidamente atravesando el bosque por una ruta que abría el hombre a base de puñetazos.

• • • • – ¡Espera viejo! ¡¿Dónde me llevas?! – Exclamaba Rhodas sin dejar de correr a su lado.
    • • – ¡Mi nombre es Cedric Barlovento! – Agregó el hombre sonriendo con simpatía.
    • • – ¡No pregunté tu nombre! – Replicó el chico de forma brusca insistiendo en su pregunta.
    • • – ¡Te vi en la plaza! ¡Te robaste esa espada! – Agregó Cedric con una amable sonrisa.

El chico se detuvo en seco a la salida del bosque mirándolo en silencio con desconfianza sujetando el mango de su espada.

• • – No pretendo buscar problemas… Simplemente me persiguen. – Agregó Rhodas esperando su respuesta mientras la lluvia caía tempestuosa bajo él.

El hombre dio una cálida sonrisa apuntando al mango de su espada.

• • – Tengo un par de razones para que no busques problemas conmigo, muchachito… La primera es que no vas a salir de ellos si los encuentras y la segunda es… Que te ofrezco mi ayuda. – La mano del mayor se desvió señalando una gran casona de madera, una taberna vieja, no parecía ser muy lujosa, pero sí que era bastante grande.

• • –  Estamos en Rilando de Elendir, esta noche tendremos fuego, carne asada y cerveza centinela de roble. – Agregó el mayor finalmente, caminando hacia la casona, no parecía tener malas intenciones y parecía ser un tipo amable, de todos modos, no tenía donde refugiarse, así que lo siguió acompañado de Fleetwood.

• • • • – ¿Has probado la cerveza centinela de roble? – Preguntó Cedric
    • • – De momento no quiero escuchar nada que suene a árbol – Agregó Rhodas
    • • – Tienes suerte muchacho, ¡Debes haber sido bendecido! –
    • • – La gente suele decir lo contrario – Comentó Rhodas desviando la mirada con desdén.
    • • – Eres divertido chico ¿Cuál es tu nombre? –
    • • – Rhodas Giolassi y este es Fleetwood. – El halcón gañó en modo de saludo ante la mención de su nombre.
    • • – Tienes un pájaro muy educado, eso es bueno, después de todo, esta noche serás el invitado de la Estrella Onírica. – Concluyó el mayor abriendo las puertas de la casona, en el interior había un montón de mesas, un tablón vacío y una barra, era prácticamente una taberna abandonada, solo que un poco más limpia e iluminada, dentro de esta aguardaban un chico y una chica frente al fuego.
    • • – ¡Cedric! ¡Otra vez tarde! ¡Tuve que oír las historias de Bianchi yo solo, lo haces a propósito! – Exclamó el chico, el cual llevaba una mirada molesta, lo más probable que por la espera.
    • • – ¡Ah Cedric acércate al fuego! ¿Um? ¿Quién es ese? – Agregó la chica la cual se veía un poco más preocupada que el chico que la acompañaba, esta tenía una figura delgada y un cuerpo bastante pequeño, el cual la hacía parecer más joven de lo que probablemente era, lo más destacable de su vestimenta era que llevaba una especie de sombrero de bruja sobre su cabeza.
    • • – Este joven es el señor Rhodas Giolassi, no es de por aquí y creo que necesita algo de calor. – Agregó el mayor recibiendo una amable sonrisa de la chica la cual le extendió la mano en señal de invitación.
    • • – En ese caso… Adelante Giolassi, ponte cómodo, siempre hay espacio para uno más en la Estrella Onírica. –

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