GG EZ! ¿Cuán difícil puede ser volverse un mercenario legendario? - 07
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- 07 - El chico de Sato
Capítulo 8
El dúo descansaba en las rocas del lugar conversando temas diversos tras el entrenamiento, la severidad del ronin había sido dejada de lado momentáneamente, al comenzar a caer los primeros vientos cálidos de la tarde, volvió a su memoria que el tiempo de la prueba no se detenía, pero la iniciativa debía ser del aspirante.
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- – Así que te gusta ese apodo… Nadie va a llamarte así, si no entras a un gremio y no destacas. – Comentó Fiore intentando darle una indirecta para fomentar su iniciativa, a lo cual Rhodas simplemente contestó.
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- – Quiero saber cómo entraste al gremio… Si nadie es tan severo como tú, seguramente tú no tuviste una –
Fiore lo miró de reojo con curiosidad por su inquietud, no parecía querer jactarse de que el mismo la había tenido más difícil, sus ojos decían que quería saber algo más allá.
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- – ¿Para qué quieres saber eso? –
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- – Quiero saber porque estas en un gremio como Estrella Onírica, no son un gremio oficial, no tienen nombre, no son famosos, pero parecen ser muy apegados a él… Quiero comprenderlo, ¿Cómo pueden sentir que pertenecen allí? – Contestó el chico con incertidumbre por sus propios pensamientos.
Sus miradas se conectaron en el silencio de la suavidad del viento al soplar oscilando entre ellos, algo podía sentirse en la mirada de cada uno de ellos, una mirada que hablaba de soledad, de pertenencia, de un tesoro que necesitan tener para proteger y dar propósito a sus vidas.
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- – Mi hogar está más allá del gremio, o incluso más allá de donde pueda estar o lo que vaya a hacer… Bianchi… Bianchi es mi hogar… Y todo lo que vaya con ella será mi hogar también. –
Rhodas dio una coqueta mirada, haciendo guiño a las palabras del ronin, el cual desvió la vista sonriendo para continuar explicándole.
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- – No es eso… Es una cuestión de respeto, Gracias a ella, soy lo que soy actualmente. –
Kojiro Fiore, originario de las tierras de Sato en las planicies del este, se educaba como el pequeño hijo de la casa de armería de Kojiro Takeru, el herrero de los grandes samurái de la nobleza. Debido al trabajo de su padre, su condición económica era bastante aventajada, lo que permitió que al joven Fiore nunca le faltase nada.
La madre de Fiore había fallecido cuando éste cumplió 10 años y a la edad de 15 años, el joven ya ayudaba a su padre en el trabajo repartiendo las armas que este fabricaba. Fiore observaba con fascinación las espléndidas armas que su padre creaba para los señores feudales y samurái que solicitaban su trabajo y se extrañaba de ver como algunas armas quedaban tiradas sin dueño que las reclame.
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- – ¿Padre, puedo quedarme con alguna de esas espadas que nadie ha reclamado aún? ¡Algún día quiero convertirme en un honorable samurái para el gran Shogun de Sato! – Pero su padre siempre se negaba dándole siempre la misma razón.
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- – Fiore, no puedo darte un arma que no fue hecha para ti, aunque pasen mil años y nadie la reclame, si usas un arma que no es tuya, la deshonrarás, también a mi como herrero y a ti mismo como persona, si usas un arma que no te ha aceptado, esta no responderá ante ti y hasta el mejor guerrero será derrotado en batalla por su falta de respeto. –
El honor y el respeto eran algo primordial a lo largo de todos los sectores del lado este y la severidad al no cumplir con el orden de la vida en esta cultura podría ser bastante grave, por lo que hasta el niño más malcriado sabría comportarse en las situaciones apropiadas.
Un día, Fiore con 18 años cumplidos, hacia sus entregas por la ciudad de la cuales solo le quedaba una para terminar sus deberes, una larga katana de mango negro y marcos dorados al final de la vaina, como todos los trabajos de su padre, era un trabajo estupendo, Fiore la observaba con admiración y no dejaba de pensar.
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- – Que afortunado será quien lleve esta magnífica espada… Algún día tendré una así… –
Su sonrisa e ilusión por el futuro lo hicieron perder de vista el camino, chocando accidentalmente con un samurái que provenía directamente del Daimyo de Sato, por lo que resultó poco tolerante ante el accidente del chico.
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- – ¡¿Ah?! ¿Acabas de empujarme mocoso? ¿Buscas problemas? ¡Soy un honorable samurái de Sato! – Agregó presumido el mayor apuntándolo de forma amenazante a lo que el joven se disculpó inmediatamente con una reverencia.
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- – ¡Mis disculpas señor! ¡Fue un accidente! –
El samurái observó al chico y la katana que portaba, un arma tan fina se volvió irresistible al engreído guerrero.
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- – Te perdonaré si me entregas esa katana, será mi nueva arma, digna de un guerrero de mi nivel –
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- – ¡No puedo dársela! – Exclamó Fiore aferrándose al arma llamando la atención del guerrero.
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- – ¡¿Cómo dices?! –
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- – Mi padre trabajó mucho para hacerla, es el trabajo que nos da de comer, mi deber es entregarla a su dueño… ¡No puedo darle un arma que no fue hecha para usted! –
El samurái indignado ante el chico que osaba negarse a sus órdenes decidió desenvainar su propia katana para atacar al chico.
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- – ¡Mocoso insolente, te dije que me la dieras! –
Fiore de forma casi intuitiva tomó el mango de la katana que portaba y retrocedió rápidamente evadiendo apenas el corte a su cabeza, quedando con una herida en su nariz, pero respondiendo tembloroso con un corte leve al vientre del prominente guerrero haciendo que por el descuido cayera herido al suelo.
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- – ¡Me atacó! ¡Amerita muerte! ¡Me atacó sin motivo y a traición! – Exclamaba el samurái llamando la atención de los vecinos alrededor.
Fiore entre el pánico, la vergüenza y el terror que lo atormentaban, decidió huir rápidamente sin mirar atrás, sin poder soltar el arma de su entrega, solo corría entre insultos y piedras que la gente le lanzaba en señal de deshonra. ¿Qué pensaría su querido padre? Su hijo había atacado a un noble, seguro lo matarían si sabían que tenía relación con él, el viento corría en favor del chico, invitándolo al exilio, secando sus lágrimas, dejándolas caer en el suelo de la tierra que había traicionado. Pasaron días escapando de los samurái que buscaban al delincuente para hacerlo pagar con su vida, al igual como pasaron noches de miedo, hambre y frío. Pasaron diez días y diez noches, hasta que una madrugada en su suerte junto al mar logró escabullirse en un barco mercader, que lo llevó hasta los muelles de Tarandar en los bosques del oeste, recorrió camino por meses como un vagabundo, cabizbajo, aceptando cualquier trozo de pan que algún buen samaritano o alguna amable tabernera se dignase a darle a cambio de algún pequeño trabajo manual.
Más de una vez le ofrecieron comprar su katana por buenas sumas de dinero, pero Fiore no podía despegarse de ella, era el último recuerdo de su padre, su tesoro más preciado y solo recordarlo traía lágrimas a su rostro.
Un día, mientras el joven descansaba en los callejones de la ciudad calmando su hambre con un trozo de pan, una dulce voz llamó su atención.
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- – ¿No te aburres de comer pan todos los días? Al menos podrías beber algo también o agregarle algo de carne. –
Una joven chica de cabello rubio, capa y un peculiar sombrero de bruja estaba de pie frente a él, sin obviar el hecho de que por el aspecto sucio del chico, no tenía dinero para algo más.
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- – Eso no es problema tuyo, lárgate, mocosa. –
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- – ¿Mocosa? Pero si tú también eres un chico, además, soy mucho mayor de lo que aparento – Respondió la joven enseñándole la punta de su lengua en señal de una burla.
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- – ¡Solo vete de aquí! ¡No estoy de humor! – Respondió Fiore sujetando el mango de su katana en modo de amenaza.
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- – ¿Qué haces con eso? ¿No sabes que un ronin no debe pelear con armas que no son suyas? –
La sorpresa atrapó al joven, ¿Cómo podía ella saber eso? Quizá realmente era una bruja, en vez de preguntarle directamente la amenazó nuevamente.
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- – ¡Esta arma es mía! ¡La usaré contra ti si no te marchas, bruja! ¡No creas que no sé nada de la mala fama que traen! –
La chica se mantuvo en silencio un momento, luego rio despacio y se posó a su lado tomando una pose defensiva como si tuviese una katana imaginaria.
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- – Esta es la posición correcta, esa arma no es tuya, porque no sabes usarla, tu posición está mal, eso puede costarte muy caro – En respuesta al consejo la chica lo apuntó chasqueando sus dedos rápidamente, gatillando una pequeña explosión tras sus piernas haciéndolo perder el equilibrio
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- ¿Lo ves? –
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- – ¿¡Y que puedes saber tú?! ¿¡Viniste a burlarte?! – Respondió el joven sintiéndose humillado por la joven bruja, la cual le sonrió extendiéndole su mano.
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- – Mi nombre es Bianchi Moscheta, estoy comenzando mi propio gremio, Estrella Onírica, si me ayudas, puedo hacer que esa espada sea tuya… Te sacaré de las calles para hacerte un hombre de honor. –
La oferta hizo latir el corazón del chico inmediatamente, lo hizo olvidar por un segundo su exilio, la espada que le recordaba su pasado podría volverse una puerta a un nuevo comienzo.
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- – Estrella… ¿Onírica? No sé qué tienes en mente… pero aceptaré lo que digas, mientras me ayudes a salir de aquí. –
Ambos estrecharon sus manos en señal de alianza y emprendieron sus caminos juntos, Bianchi invitó una comida a su nuevo camarada, le enseñó cuanto sabía sobre el arte de la espada a Fiore, le mostró libros, arte, lo culturizó en cuanto estuvo a su alcance, lo hizo practicar solamente con ramas de árboles y piedras por varios días hasta que una noche lo llevó a lo profundo de un cementerio.
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- – ¿Qué hacemos aquí, Bianchi? –
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- – Considéralo… Un ritual de iniciación, ¿Has oído… del arte Yobidashi? – Preguntó Bianchi vigilando los alrededores manteniendo su rostro serio, con preocupación de que nadie estuviera merodeando.
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- – ¿Yobidashi? ¿Qué es eso? –
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- – Es un arte de guerreros, magia de invocación que te permite usar armas prestadas… Pero la regla es que nunca podrás usar un arma sin permiso, no son armas tuyas… Son prestadas, y lo que se presta debe devolverse… Eso debe quedarte muy claro. –
Fiore estaba extrañado con toda esa palabrería sobre guerreros que usaban magia y aquellos nombres extraños.
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- – Pareces saber mucho sobre el arte de la espada. – Agregó Fiore un poco desconfiado de la bruja y del entorno por el que lo estaba guiando.
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- – Yo sé muchas cosas… He dedicado mucho tiempo al estudio… – Contestó en voz baja deteniéndose en seco bajo un enorme sauce llorón.
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- – Quiero que me des esa katana, ahora será para mí. – Ordenó Bianchi mirando a los ojos a su acompañante, quien inmediatamente reaccionó de forma defensiva.
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- – ¡Querías robármela! ¡Jamás te la daré! ¡Bruja traidora! –
Fiore tomó el mango de su espada con intenciones de matarla en ese instante, pero la joven bruja extendió su mano hacia él sin dejar de mirar sus ojos, manteniendo la firmeza en sus palabras sin temor.
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- – Dijiste que aceptarías lo que dijera, te di de comer y te enseñe lo que sé, ¡No llames traidora a tu maestra! ¡Tienes que dejar ir lo que te amarra para avanzar, Kojiro Fiore! ¡Baja tu espada ahora mismo! ¿¡No querías volverte un hombre de honor?! –
Las firmes palabras de la bruja quebraron el corazón del espadachín, quien comprendió que vivía atado al peso de su katana, a la vergüenza de su crimen y el miedo al futuro, el recuerdo de su padre en otras manos le pesaba de forma horrible, pero en unos segundos de valor, con sus manos temblorosas, decidió entregar su arma a la chica.
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- – De rodillas Fiore. – Ordenó la joven, siendo obedecida al momento por el chico, quien bajó la mirada con temor y angustia.
Bianchi mordió su dedo haciéndolo sangrar, pasando una línea de sangre por el mango de la espada, comenzando a recitar.
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- – Esta katana será nombrada Kochi, el salvaje viento del oriente, desde hoy te presto mi voluntad y nuestra sangre caerá si se rompe este pacto, tú y solo tú, Kojiro Fiore, has de jurar que esta espada se blandirá en mi nombre, honrarás y defenderás con ella el nombre de la estrella de los sueños, tu gremio, nuestro hogar, este pacto sellado con sangre marcará tu juramento y lealtad, toma esta espada con mi corazón en ella y utilízala para proteger lo que amo. –
Las palabras hicieron caer lentamente las lágrimas bajo el rostro del joven, quien tomó la espada guardándola con su vestimenta sin levantar la cabeza, recitando con firmeza.
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- Esta katana desde hoy será mi tesoro y pertenencia, será mi orgullo y portará su corazón, maestra Bianchi Moscheta, de Estrella Onírica, mi vida y mi honor serán quienes defiendan su causa y en las buenas o las malas, honraré su nombre como su caballero y humilde guardián. –
Bianchi sonrió nuevamente, su corazón podía sentir calidez frente a su compañero, al igual que el joven sentía alivio en su alma al recuperar todo lo que había perdido al unirse a Bianchi, su orgullo, su propósito, su hogar.
Fiore secó sus lágrimas con una sonrisa y dirigió la mirada hacia su nueva maestra quien dirigió la mirada hacia un campo de tumbas con un montón de armas de todo tipo.
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- – Si quieres utilizar el Yobidashi… Tendrás que pedir permiso a todos ellos, haciendo un juramento solemne y cumpliendo tus promesas. –
Fiore dirigió la mirada al campo con una expresión de extrañeza
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- – ¿Tendré que hablar con muertos? –
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- – ¡No seas un cobarde! ¡Dijiste que aceptarías! – Contestó Bianchi entre risas.
Una sonrisa nostálgica se desprendía desde el rostro de Fiore, el cual se levantó sujetando su katana y dándole la espalda a Rhodas.
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- – Vámonos novato, casi termina el día – agregó el espadachín encaminándose rumbo al gremio siendo detenido por Rhodas tras de él.
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- – Yo estoy comandando esta misión, no vamos a volver sin la cabeza de esa cosa. –
Rhodas sonrió con convicción a su compañero invitándolo a volver al bosque, sin una pizca de miedo en sus ojos, pero Fiore volvió a mirarlo con severidad.
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- – Novato, no estás listo para enfrentarte a esa cosa, no pienso salvarte la vida otra vez. –
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- – No hará falta, yo no estoy listo, pero estoy seguro de que tu si, esta vez seré un soporte, te apoyaré rápido y juntos podremos capturarlo, estoy seguro. –
Fiore vio sus ojos con seriedad, no parecía estar asustado, era algo destacable, pero no por eso sería algo bueno. El espadachín desvió la mirada molesto y caminó rumbo al bosque sin decir una palabra más.
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- – Vale, empieza a decirme tu plan. –
El grupo vigilaba a la distancia en la profundidad del bosque. El soplar del viento azotaba las hojas de los árboles acorde a la armonía de los sonidos del bosque, el monstruoso Ucumar devoraba la carne de un desafortunado venado que acababa de caer por sus garras y su poderoso cuerpo, dando la idea de que tras un sanguinario incidente la comida era lenta y provechosa, tal como el cálido sol aparece tras la tormenta.
El crujido de una rama hizo vibrar nuevamente los oídos de la bestia alertando del peligro inminente.
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- – ¡Yobidashi! ¡Rensa no Kama! – Exclamó la voz del espadachín saliendo de las sombras del bosque arrojando su par de guadañas encadenadas, atascándose en un par de árboles para cerrar el terreno a la criatura.
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- – ¡RAAAAAAAH! – La bestia rugió con fuerza y corrió contra el espadachín en un impetuoso intento por asesinarlo.
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- – ¡Yobidashi, Katana! – El espadachín realizó una finta desenvainando su katana al instante lanzando un corte a la pierna de la bestia haciendo que ésta perdiese el equilibrio, dando tiempo al joven para correr y embestir entre su desequilibrio haciéndolo caer al suelo abriendo más su herida con la caída.
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- – ¡RAAAAAAH! – Gritó ferozmente el joven tomando su postura de batalla con su espada corta y su cuerpo inclinado, su rostro emanaba furia y excitación tras el grito, un aura violenta emanaba del chico despertando nuevamente la furia salvaje del monstruo quien en un impulso se levantó y corrió contra el joven bandido en otra impetuosa embestida.
Rhodas corrió contra él, demostrando ferocidad en su rostro sujetando con firmeza su espada, la bestia saltó con dificultad para arremeter contra el chico, pero ágilmente sin atacar este efectuó una finta mediante un roll en el piso, evadiendo al monstruo, abriendo paso para que Fiore acometiera contra la bestia marcando sus manos con sangre para una nueva invocación.
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- – ¡Yobidashi, Katana! – Una katana adicional apareció en las manos del Ronin permitiéndole abrir un corte en el muslo trasero de la bestia con un corte doble, cercenándole la pierna y haciéndolo caer bruscamente.
El monstruo rugió en un intento por sacar fuerzas para luchar, intentando levantarse a pesar de sus heridas, pero Rhodas volvió al ataque saltando a su lomo encajando su espada en la nuca de la bestia.
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- – ¡RAAAAAAH! – El monstruoso Ucumar se movía violentamente para alejar a Rhodas de su lomo, pero el joven se aferraba con una fuerza inexplicable, sus ojos completamente abiertos y su amplia sonrisa violenta y siniestra opacaban la bestialidad del oso.
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- – MUERE! – Exclamó el joven aspirante moviendo su espada, cortando profundamente la nuca del monstruo haciéndolo caer antes de que Fiore pudiera ayudarlo a acabar el trabajo.
El espadachín miraba atónito al chico, quien en su comienzo observaba con pánico a la bestia, el cual sacaba su espada jadeando con una sonrisa, ponía sus pies sobre la tierra y tras acariciar las cicatrices de sus mejillas rugió ferozmente hacia el cielo en un acto de liberación de furia.
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- – ¡AAAAHHHHHHH! –
Fiore sujetó firmemente su katana sospechando del extraño comportamiento del chico, pero se relajó al ver que este caía al suelo riendo suavemente por una buena cantidad de tiempo.
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- – ¿De qué te ríes? – Preguntó Fiore con seriedad
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- – Finalmente… ¡Recuperé el hambre! – Agregó Rhodas entre risas sujetando su estómago.
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- – ¡ERES UN BICHO RARO! –
El sol en su cansancio comenzó a caer, invitando al par a apurarse en tomar la cabeza del monstruo en señal de trofeo y victoria, agregando un camino entre risas incesantes y molestas para el estricto espadachín, la primera prueba se dio por finalizada entre la narrativa de la hazaña bajo las estrellas y el sabor de la cerveza del gremio.
Comments for chapter "07"
QUE TE PARECIÓ?
*Eres un bicho raro.
Jajaj corrección, todos somos asi ^^
A cualquiera le da hambre después de matar un oso bárbaro .w.