GG EZ! ¿Cuán difícil puede ser volverse un mercenario legendario? - 08
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- 08 - Gremios y mercaderes.
Capítulo 7
La mañana comenzó con el cálido sol del otoño, tras el desayuno de leche fresca y pan, el grupo salió fuera del gremio, siendo el fuerte Cedric el siguiente que evaluaría al aspirante.
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- – Muy bien Rhodas, hoy todos deben salir a hacer sus deberes así que tú y yo iremos a dar un paseo de compras –
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- – ¿De compras? ¿Qué pasará con mi prueba? – preguntó con extrañeza el aspirante, a lo que Cedric respondió con su habitual sonrisa amable sacando un pequeño saco de piel y entregándolo a Rhodas, llenándola con 50 monedas de oro.
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- – No pienses en eso, tuviste un día pesado ayer, hoy solo vas a ir de compras –
Rhodas miraba el monedero en silencio y con asombro, no entendía la situación, muchas dudas llegaban al mismo tiempo, pero el joven solo atinó a preguntar con desconfianza.
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- – ¿Por qué me das esto? –
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- – Porque no quiero que te robes nada en el camino, así que te daré dinero para que compres algo que te guste. – El comentario de Cedric provocó risas burlescas entre Bianchi y Fiore, siendo la primera quien se acercó al chico, cerrando su monedero y atándolo a su cinturón.
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- Sé que no es mucho, pero como sabrás, aún no somos un gremio oficial, así que para pagar la comida y nuestra vida tenemos que hacer otro tipo de trabajos mientras esperamos otro poco de suerte que nos ilumine. –
Rhodas escuchaba a la chica pensando en lo que acababa de decir, era cierto que al menos como gremio no tenían dinero, pero aun así de alguna forma, podían mantenerse, mediante esfuerzo y resiliencia.
Incluso el estricto Fiore, quien tomaba las cosas con más seriedad y resultaba implacable frente a la tontería, se daba el tiempo de trabajar en algo y aun así aportar al sueño de Bianchi con su gremio, aunque pareciese inalcanzable en su condición.
En ese momento Bianchi tomó las manos de Rhodas con gentileza y lo miró a los ojos.
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- – Te daré mi misión ahora mismo, será la misión más difícil y tendrás todo el día para cumplirla… –
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- – ¿La misión de Bianchi? La más difícil… ¿Tendré que matar algo…? – Se preguntaba el aspirante en su mente, inquieto por oír la instrucción.
La maestra soltó sus manos y se posicionó firmemente frente al chico para dar su orden señalando tres de sus dedos.
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- – Tienes que traer tres cosas que el gremio necesite, algo que tu creas que nos haga falta aquí. –
Rhodas tragó saliva y miró firmemente a la joven bruja, quien le sonreía desafiante. En unos segundos de pensarlo, el aspirante extendió su brazo a las puertas del gremio.
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- – ¡Fleetwood! ¡Nos vamos de compras! –
El halcón partió al hombro del chico posicionándose sobre él girando la mirada hacia Bianchi, Rhodas devolvió la sonrisa a su rostro y agregó antes de marcharse.
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- – ¡Cuente conmigo, volveré con sus regalos! ¡Maestra Bianchi! –
El rostro de la bruja se iluminó con una dulce sonrisa, ese respeto y ese título siempre eran algo que hacían feliz a su pequeño corazón.
Tras despedirse, Cedric y Rhodas se marcharon del gremio iniciando rumbo hacia el mercado de la ciudadela de Elendir, el ambiente era animado como siempre, la música en la calle, los vendedores intentando sacar a buen precio todo tipo de artículos y objetos extraños y curiosos.
La gente se veía muy ocupada en sus cosas, pero más de uno se volteaba a saludar al amable Cedric, que parecía ser ya conocido en la ciudad y no era para menos, era un sujeto de pinta recordable, con su figura alta y fuerte, con su armadura y cabello rubio, cualquiera diría que era un personaje sacado de un libro de cuentos.
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- – Cedric… es mi idea… ¿O conoces a todo el mundo aquí? – Preguntó Rhodas algo incómodo por ver como las ancianitas lo saludaban desde lejos.
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- – Bueno… no sé sus nombres realmente, al menos no de todos, pero ellos me reconocen porque los he ayudado en varias cosas. –
Rhodas recordó lo que Bianchi le había mencionado respecto a los trabajos y se puso a pensar qué clase de trabajo podría tener Cedric para haber ayudado a tanta gente.
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- – Háblame sobre los trabajos que hacen Cedric, ¿Los demás también son así de populares aquí? –
El mayor rio ligeramente continuando su camino junto al chico, explicándole lo que pretendía averiguar.
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- – Nadie es popular entre nosotros Rhodas, es solo gratitud, un saludo es normal entre las personas, yo también te deseé un buen día cuando te vi esta mañana y eso no es ser popular necesariamente.
Bianchi trabaja en la biblioteca, ayuda a organizar los libros al señor Dinduaele, es algo viejo y lento, así que Bianchi le acorta el trabajo, al terminar ella puede leer su colección privada y se lleva una recompensa a casa. Fiore ayuda en el jardín de una familia adinerada, tiene que regarlo, recoger hojas, peinar la arena y por supuesto ser muy disciplinado y tener mucha paciencia, este trabajo lo ayuda a tranquilizarse y mantener su mente fría. En cambio, yo, bueno… Yo hago lo que necesite la gente. –
- – Nadie es popular entre nosotros Rhodas, es solo gratitud, un saludo es normal entre las personas, yo también te deseé un buen día cuando te vi esta mañana y eso no es ser popular necesariamente.
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- – ¿Lo que necesite la gente? – Preguntó extrañado el aspirante, recibiendo una palmada en la espalda de
su compañero, quien apuntó a una señora que iba junto a un pequeño cargando los vegetales en compañía.
- – ¿Lo que necesite la gente? – Preguntó extrañado el aspirante, recibiendo una palmada en la espalda de
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- – La gente siempre necesita ayuda, a veces para que sujeten sus compras, para que bajen a su gato de un árbol, o para evitar alguna injusticia. –
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- – ¿Evitar injusticias? ¿Para eso no están los guardias? Además, ¡Eso no es un trabajo! ¡Nadie te paga por eso! – exclamó Rhodas interrumpiéndolo, pero Cedric tomó su hombro sonriéndole nuevamente calmándolo con amabilidad.
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- – El dinero eventualmente llegará, hay cosas más importantes que el dinero Rhodas, a veces, hacer cosas sin esperar nada a cambio, trae recompensas mas valiosas que llenar tu monedero. A veces, ayudar al otro, puede ayudarte más de lo que piensas, ¿De qué sirve pasar una noche fría frente al fuego, si al saber que dejaste a una persona a merced de la tormenta, tu corazón seguirá helado? –
El chico se puso a reflexionar, esa noche, tal vez habría muerto de no ser porque Cedric llegó a su rescate, no había recompensa por salvarlo, no iba a recibir nada por darle de comer, pero aun así lo había hecho. ¿Él habría hecho lo mismo por un desconocido? Probablemente no.
La idea hizo caer la mirada de Rhodas, haciéndolo sentir vergüenza de sí mismo, de su cobardía y de que siempre hubiese sido tratado como un delincuente, como un ladrón, como un buscapleitos.
Cedric levantó su mirada y le dio un suave empujón con su cuerpo para devolverlo a la normalidad.
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- – ¿Sabes?, creo que, siguiendo buenos pasos, algún día podrías ser un gran aporte para el gremio que ayudará a toda la gente, un miembro importante de la estrella de los deseos y la esperanza de la gente. –
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- – ¿Estrella Onírica? – preguntó el joven atento por el comentario.
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- – Así es, un día Bianchi me dijo que quería gente como yo en su gremio, alguien que pudiera traer esperanza y que pueda cumplir los deseos de las personas. En la tierra de donde provengo, lo importante son los grandes guerreros, no hay espacio para sueños allí. –
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- – ¿Cuál es tu sueño… Cedric? –
El mayor elevó su mirada con una amplia sonrisa y respondió con orgullo.
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- – Me encantaría un día… beber algo de té en la isla legendaria de los héroes. –
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- – ¿Un salón de té…? – Pensó el aspirante con un rostro de extrañeza, no era lo que tenía en mente realmente de un guerrero tan imponente, vigoroso y recio como Cedric, aunque eso de la isla legendaria sonaba bastante bien.
El aspirante dejó de lado la conversación y volvió su mente a la misión que la maestra le había encomendado, con esto se preguntaba si el dinero que le había dado Cedric tendría algo que ver.
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- – Cedric… ¿Para qué me diste este dinero? – Preguntó nuevamente el chico intentando conseguir alguna pista de la prueba.
El mayor lo miró con extrañeza y estiró su mano hacia la calle completa llena de diferentes negocios.
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- – Dije que era para que te comprases algo que te guste, ¿Para qué más podría ser? – Preguntó devolviéndole la mirada.
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- – Estaba pensando que quizá podría tener que ver con la prueba de Bianchi, aún no sé qué podría necesitar el gremio –
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- – Pues quizá deba dejarte solo un rato para que puedas pensártelo mejor, yo debo irme a ver algunos compromisos. – Agregó Cedric sonriente como de costumbre, alejándose de allí, dejando al aspirante a su propia suerte.
Rhodas dio un leve suspiro y comenzó a caminar entre la ciudadela, escuchando algunos murmullos que parecían aún recordar su rostro y el aspecto del arma que portaba.
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- – ¿Ese no es el acróbata del otro día? –
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- – También lleva a su halcón acompañante… –
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- – ¿No se fue con el mercader? –
Los murmullos lo incomodaban en cierta manera, lo hacían sentir extraño por la idea de no saber si esos comentarios eran buenos o malos, al menos nadie sabía su nombre aún.
Un niño se acercó a él y lo apuntó con su mano con inocencia exclamando.
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- – Oye extranjero, ¡Yo te conozco! ¡El otro día hiciste un escape en la plaza! ¡Te robaste esa arma! –
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- – Yo no robé nada niño… esta arma es mía… – Contestó Rhodas con una sonrisa a regañadientes.
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- – Pero… si robas y usas esas armas, ¡Debes ser un pícaro! ¿Eres un pícaro? –
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- – Ya te dije que no robé nada niño… vete de aquí, me estás molestando. –
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- – No creo que seas un pícaro, tu ropa dice que eres un aldeano cualquiera que se muere de hambre, quizá solo eres un ratero. – Insistió el niño entre risas molestando más al aspirante, quien en un impulso de inmadurez por cerrarle la boca al impertinente infante respondió en una mentira.
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- ¡Pues resulta que soy Rhodas Giolassi! ¡El legendario pícaro de Estrella Onírica! Dicen que no hay rayo que iguale mi velocidad, ¡El mejor pícaro que jamás conocerás! Siempre acompañado de mi leal halcón de Eigia, Fleetwood. –
El halcón siguiéndole el juego extendió sus alas elevándose en un instante azotando con una ráfaga de aire levantando el cabello del niño con un majestuoso gañido.
El menor, boquiabierto se quedó estático por unos cuantos segundos, para luego marcharse riendo y exclamando.
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- –¡Aun así no te creo! ¡No eres un pícaro de verdad! –
Rhodas desvió su mirada cabreado por no haber logrado convencer ni a un pequeño niño con su pequeña historia, pero su ceño fruncido se relajó al momento al ver a unos cuantos metros un mercader en su tienda con todo tipo de cosas llamativas.
El aspirante se acercó lentamente a la pequeña tienda recibiéndole el mercader con una amplia sonrisa, este era un enano auténtico, tenía una exuberante barba, ropa de tela brillante y una enorme mochila donde seguramente guardaba el resto de su mercancía.
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- ¡Ah! ¡Muchacho! ¡Se ve que tienes buen ojo! Los mejores productos para mercenarios de todo tipo, al mejor precio, en la tienda del viejo Gurim –
Rhodas lo observó detenidamente sonriendo ampliamente por la sorpresa, nunca había visto un enano barbudo, tanta variedad de artículos y vestuarios de toda clase.
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- – Por ese halcón de Eigia y esa espada que llevas asumo que debes pertenecer a algún gremio, ¿Me equivoco muchacho? ¿De dónde vienes? – Preguntó el enano mercader mientras masticaba unas rocas color verde esmeralda.
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- – Soy… un pícaro iniciado en el gremio de Estrella Onírica – respondió el aspirante, intentando sonar un poco más importante frente al mercader.
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- – ¿Estrella Onírica? No me suena ese nombre, dime tu rango –
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- – ¿Rango? – Preguntó extrañado el aspirante
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- – ¡No sabes nada! ¡Todos los gremios y mercenarios tienen un rango! – Exclamó el mercader apretándose la barba, pensando que el joven le estaba tomando el pelo.
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- – Estoy iniciando como mercenario aún, no se muchas cosas, ¿Podría explicarme algo? – preguntó con humildad el joven intentando no sacar de quicio al enano.
El mercader se soltó la barba y le desvió la mirada con desdén comenzando a encender una pipa con una llama que salía desde su dedo.
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- – ¡Viejo Gurim! ¡Háblame sobre los rangos! – insistió Rhodas comenzando a molestarse, recibiendo de vuelta la indiferencia del enano que se resignaba solamente a fumar.
El aspirante comenzó a impacientarse y tomó el mango de su espada para amenazarlo, pero en ese momento, recordando a Cedric y en la confianza que le había entregado soltó su espada, tocó su monedero y lo retiró de su cinturón soltándolo sobre la mesa haciéndolo sonar.
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- – Traigo este dinero, véndeme algo para iniciarme como pícaro. –
Al escuchar el trinar de las monedas en su puesto el enano soltó una nube de humo por su nariz y se posicionó nuevamente frente al chico con una sonrisa, como en la primera vista.
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- – ¡Ah! ¡Un cliente! ¡Se ve que tiene buen ojo, sabe dónde encontrar cosas buenas! Para un pícaro iniciado tengo armas, encantamientos, pociones de todo tipo, armaduras, tengo un extraño pez káñaro de río, ¡Si su halcón lo consume se convertirá en un majestuoso grifo por unos minutos! – el enano en su amable explicación extendió su mano para tomar el monedero, pero en ese instante el aspirante encajó el filo de su espada sobre la mesa.
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- – Y además… Quiero información sobre los gremios. – insistió Rhodas en plan de negociación.
El enano resopló por la nariz con molestia apartando su mano mirando a su exigente cliente, respondiendo finalmente.
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- – Más vale que gastes todo tu dinero conmigo muchacho, me haces perder tiempo.
Los mercenarios se dividen en rangos por sus hazañas y cantidad de misiones que han realizado que se pagan por el ministerio real de gremios. Solo las misiones del ministerio aumentarán tu renombre y tu rango, pero un mercenario puede realizar pequeñas misiones que te encarguen otras personas, siempre y cuando estés en un gremio con un maestro.
Un mercenario puede ser de rango “Aprendiz” cuando entra a un gremio, pero cuando hagas misiones del ministerio, pueden ascenderte a rango D, C, B, A o S.
Con los gremios ocurre exactamente igual, solo que debe tener un maestro obligatoriamente en un rango D al menos, no existen gremios de rango “Aprendiz”, pero existen gremios sobre el rango S, son gremios de rango “Élite” y “Legendarios” siendo los últimos, rangos casi inalcanzables. ¡Ahora compra algo! – Exclamó el enano colérico arrebatándole el oro de su monedero dejándolo sin nada.
- – Más vale que gastes todo tu dinero conmigo muchacho, me haces perder tiempo.
El joven miró el saquito vacío y exclamó de regreso.
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- – ¡Espera! ¡Tengo que llevarle algo a mi maestra! ¡No puedo gastarlo todo aquí! –
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- – ¡Pues ya te di tu información! ¡Ahora llévate algo de aquí que no supere las 50 piezas de oro! – respondió el enano señalándole en un rincón las cosas que podía comprar con el dinero. Naturalmente solo eran cosas pequeñas, armas pequeñas, pociones que no eran más grandes que un vaso de agua, pero entre todo eso, destacaba un traje completo, con una chaqueta larga y oscura, unos pantalones, unas botas pequeñas y delgadas y un par de guantes de cuero
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- – ¿Cuánto cuesta ese traje? – preguntó interesado el aspirante, pero el enano saltó a retirarlo de inmediato.
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- – ¡Cuesta 200 piezas de oro! ¡No puedes pagarlo! –
En ese momento una voz familiar se acercó a la tienda interrumpiendo al mercader.
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- – Creo que puede dejárselo en 150, ¿Verdad? – Agregó en buen momento el oportuno Cedric Barlovento dejando sobre la mesa otras 100 piezas de oro.
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- – ¡Yo te conozco! ¡Eres el que golpeó a los bandidos a la salida del pueblo! ¡Yo te di 100 piezas de oro en recompensa a tu ayuda! ¡No te debo favores! – agregó el enano agarrándose la barba con firmeza
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- – Y te las estoy devolviendo, solo te pido que le dejes el traje a mi compañero a cambio del favor que te hice –
El enano miraba a todos lados con su rostro dubitativo, miraba el traje y las piezas de oro, la idea de dar gratis la información y hacer un descuento no le simpatizaba en absoluto.
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- – Recuerda que también deberás irte del pueblo en unos días a llenar tu inventario, quizá podrías necesitar un favor…. – le recordó el mayor desviando la mirada con tranquilidad
El enano se levantó alarmado y puso las manos con fuerza en el mesón de la tienda dando sus propias condiciones.
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- – ¡No intentes amenazarme niño! Un mercader sabe cuidarse cuando sale a llenar su inventario. Pero haremos un trato, porque tu amigo el novato me ha dado lástima, dentro de 5 días, cuando me retire para hacer mi inventario, tú y el muchacho me escoltarán hasta el próximo pueblo. Me hará bien algo de compañía, además, si el novato muere, podré recuperar el traje que contará como un objeto perdido, reglas de mercaderes. – Una risa maliciosa y burlesca salió de la boca del mercader, el cual miraba a Rhodas en un plan de intimidar al aspirante.
Rhodas apretaba sus puños y sonreía con nerviosismo al no saber que responder de una propuesta así.
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- – Es una misión de escolta, podría considerarse una misión de rango C, podría ser bueno para que empieces a explorar el mundo que te rodea y expandir tus horizontes, como un verdadero mercenario. – manifestó el radiante guerrero intentando inspirarlo con sus palabras y un pulgar en alto dando aún más resplandor a su presencia. La idea sonaba un poco mejor cuando Cedric la mencionaba, podía ser un buen comienzo para armar su propia reputación.
El enano dejó el traje completo sobre el estante sonriendo desafiante al joven aspirante, invitándolo a demostrar su valía.
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- – ¿Aceptas mi misión? ¿Pícaro legendario? –
Rhodas tomó el atuendo y se lo puso encima completo, sintiéndose más cómodo, más ligero y en cierto modo, más importante.
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- – En 5 días nos veremos para esta misión de escolta, Viejo Gurim – respondió el aspirante cerrando el trato con el enano, dirigiendo la mirada hacia Cedric con su sonrisa de nerviosismo reemplazada por una sonrisa que demostraba más confianza en si mismo.
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- – Cedric, necesitaré un poco más de dinero prestado, además, necesito que me hagas otro favor si no es molestia. –
Comments for chapter "08"
QUE TE PARECIÓ?
De 200 a 100 piesas de oro, eso si es saber regatear ^^ buen cap :3
Cedric si sabe jsjsjs