Capítulo 10

El silencio cubría las paredes de la taberna del gremio de RocaFiera, todos los miembros bebían bajo la débil luz de la habitación que armonizaba con un ambiente hostil y desesperanzado.
El tablero de misiones estaba lleno de carteles de todo tipo, pero ninguno de ellos se veía muy emocionado por cumplirlas, más que base de un gremio, parecía una cueva de ludópatas y alcohólicos irresponsables que no hacían más que ver pasar las horas, jugar cartas y beber hasta que tuviesen que ganar dinero para comprar más alcohol.

De un golpe se abrió la puerta de tipo vaivén, abriendo paso a Rhodas, únicamente acompañado de Cedric tras de él, con un aura de ser una especie de subordinado, las miradas volvieron hacia ellos, unos pocos que recordaban al menor cuchicheaban cosas al verlo con un nuevo aspecto y acompañado del imponente caballero de armadura.

- – Necesito comprar un barril de cerveza, la mejor que pueda comprar – Solicitó Rhodas mirando al tabernero, dejando caer su monedero sobre la mesa, cargado con 100 monedas de oro.

El tabernero recogió las monedas sin quitarle la vista de encima al mayor y partió a revisar lo que podía ofrecerles.

En ese instante de una mesa en una esquina oscura se levantó el robusto Gradon, el roble de RocaFiera, cargando su enorme espada Claymore, desenvainada por sobre su hombro.

- – Creí haber sido claro con que no eras bienvenido aquí, mocoso… ¿Trajiste a tu niñera? ¡No creas que esa armadura te salvará del maestro de RocaFiera grandulón! ¡Yo soy Gradon el roble! – Exclamó el intimidante guerrero apuntando a Cedric con su arma en una idea de simplemente intimidarlo, pero, muy por el contrario, el mayor de armadura movió su cuerpo levantando su puño y destrozando su espada en un montón de pedazos con una mirada seria que se tornó en una sonrisa incrédula.

- – ¿Maestro de RocaFiera? Nuestra maestra te haría añicos en un instante, tú no eres ningún maestro, farsante. – Comentó el rubio caballero intimidando al guerrero con su simple pero ineludible acto de presencia dejando paralizado del susto al falso maestro del gremio.

- – Bianchi Moscheta de Estrella Onírica… haría ver su gremio como un jardín de niños. – Agregó Rhodas manteniendo la calma frente a la impresionante respuesta y demostración de poder de Cedric.

- – ¿Quién…? – Preguntó asombrado uno de los miembros de la taberna con su mano temblorosa al ver el acto, derramando algo de cerveza de su jarro.

El chico desenvainó su espada subiéndose a una mesa mostrando un rostro de extrañeza.

- – ¿Quién…? ¿No les suena? Pues que se le va a hacer… ¡Somos Rhodas Giolassi y Cedric Barlovento! ¡Mercenarios de Estrella Onírica! ¡El nuevo gremio estrella en los bosques del oeste! ¡Guiados por la maestra Bianchi Moscheta, conocida en lejanías como la bruja de Eser, enfrentamos el peligro y la catástrofe sin fracasar! Bestias feroces como el monstruoso Ucumar caen rendidos ante el poder de nuestro gremio, y podéis recordarlo a partir de hoy, díganselo a vuestro verdadero maestro, porque Estrella Onírica pondrá las reglas a partir de ahora, nuestro nombre será la primera estrella que veáis cada noche y nuestras hazañas se cantarán donde pueda nacer el fuego. –

En ese instante, el veloz Fleetwood voló velozmente por la taberna, posándose en el filo de la espada de Rhodas con un montón de carteles de misión en el pico.

- – ¡El ave se ha robado las misiones del tablero! –

- – ¡Eh! ¡Esas son nuestras! – Exclamaron al fondo siendo interrumpido por el mismo chico.

Este talento en el asalto no lo veréis ni en las tierras más lejanas, aún no les suena mi nombre, pero más vale que lo vayáis recordando, porque muy pronto podrán oír… ¡Sobre Rhodas Giolassi, el bandido de Damicci!. –

Cedric tomó el barril de cerveza y antes de que los miembros del gremio decidieran abalanzarse, ambos huyeron de la taberna, dejando caer en el escape varias de las hojas de misión que habían intentado robar, apresurando a los mercenarios a recogerlas antes que se perdieran.

- – ¡No puedo evitar que robes en un simple paseo, Rhodas! – Exclamó Cedric mirando hacia atrás como la horda se detenía a recoger las misiones, con el temor de perder su fuente de ingresos, a lo que el joven ladrón respondió sin dejar de correr.

- ¡Este asalto asegurará mi ingreso al gremio, Cedric! –

El grupo escapó perdiendo el paso del grupo inmediatamente, continuando su camino hasta llegar a las puertas del gremio, donde dieron comienzo a lo que resultaría esa misma noche como la evaluación de la prueba de Bianchi.

El calor de las llamas emanaba de la chimenea, Fiore y Cedric observaban desde sus asientos mientras que Bianchi observaba desde una altura con una mesa frente a sus pies esperando por recibir los presentes de la misión encomendada.

- – Y bien Rhodas, ¿Qué trajiste que pueda necesitar nuestro gremio? – Preguntó expectante la bruja, ansiosa por saber que le había traído.

El aspirante acompañado de Fleetwood, puso sobre la mesa el barril de cerveza, primeramente, sirviéndose en una jarra de madera y presentándose frente a ella.

- – No habría podido llevarme esto sin Cedric, así que esté presente no me corresponde totalmente, pero lo que necesita el gremio no está en la cerveza, está en mi forma de obtenerla, le doy mi palabra, con esta jarra, que a partir de este día, el nombre de Estrella Onírica comenzará a escucharse, porque tal como lo hice para obtenerla, demostraré el valor de nuestro gremio frente a cualquiera que lo ponga en duda. –

Acto seguido, el joven novato desenvainó su espada apuntando a Bianchi con el filo manteniendo su semblante firme.

- – El próximo regalo lo traigo puesto, mi espada, mi traje, mi habilidad, mi compañero, todo lo que tengo lo ofrezco a ti, como miembro de tu gremio empezaré como aprendiz y ascenderé como un mercenario que traerá renombre a Estrella Onírica y a ti como maestra, te ofrezco mi respeto como seguidor, mientras tú me ofrezcas tu respeto, como mi maestra. –

El rostro de la chica se iluminó en una radiante sonrisa al oír las explicaciones de sus regalos, pero su semblante cambió a una mirada de sorpresa al ver como Rhodas impactaba una pequeña cantidad de carteles de misión oficial sobre la mesa.

- – Finalmente, mi último regalo, es una oportunidad. Estrella Onírica no es un gremio oficial y jamás lo será si no tenemos misiones pagadas por el ministerio, si cumplimos estas misiones, podemos conseguir que nuestro gremio sea oficial y podremos escalar hasta cumplir tu sueño. Maestra Bianchi, yo, Rhodas Giolassi, te ofrezco estos presentes a cambio de que me permitas ser parte de tu gremio, ¿Aceptas o qué? –

La chica sonrió ampliamente y arrojó una bandana negra a las manos del chico, ésta traía en un extremo un diseño de una daga, descendiendo a su altura tomando las misiones.

- – Este es mi regalo de bienvenida entonces… –

El chico se puso la bandana levantando su cabello con esta, dándole un aspecto más serio al dejar más a la vista su frente, seguido a esto, el chico sacó de su ropa una hoja de papel enrollada que llevaba bajo su chaqueta, plasmándola en la mesa frente a todos, llamando su atención.

- – Ahora que vamos a ir en serio, necesitaremos uno de estos. –El diseño en un círculo de lo que parecía ser un halcón rodeado por una estrella resultaba un poco egocéntrico para un emblema, especialmente viniendo de Rhodas, pero Bianchi estaba encantada, sus ojos brillaban como las estrellas de la noche reflejadas en la cerveza, tal era su emoción, que incluso Fiore se reservó sus comentarios y aceptó la idea.
  La bruja pegó en el tablero las misiones y el emblema volviendo la mirada a su grupo dirigiéndoles una apasionada sonrisa.