GG EZ! ¿Cuán difícil puede ser volverse un mercenario legendario? - 12
Capítulo 13
A unas cuantas horas de cabalgata en un jamelgo rentado tras la salida de la región de Elendir, se encaminaba el joven Ronin de Sato, rumbo en soledad a la ajetreada región de Tarandar, hogar del puerto de Mar Tormentoso, donde los intrépidos se arriesgaban en el mar para explorar el mundo, partiendo desde la pacífica y resguardada isla de los bosques del oeste para aventurarse hacia cualquier otra isla interesante del mundo exterior.
El camino sin compañía se tornaba aburrido y extenuante en su simpleza, pero el silencio y la paciencia eran las virtudes de Fiore, con la vista en el objetivo, su misión, una capa y su katana se adentró en la entrada de la nueva región, el aroma marino proveniente del puerto y el sonido de los marinos dando órdenes a los escuálidos grumetes traían recuerdos a su mente, de su largo viaje desde las tierras orientales de las planicies del este, escabullido en aquel barco mercante, hasta dar a parar al mismo puerto donde caminó hasta encontrarse con su actual maestra y respectivos compañeros.
Su caballo rentado se detuvo, pese a ser viejo, estaba bien entrenado y en su experiencia sabía dónde detenerse, una taberna, lugar de descanso y zona perfecta para encontrar buena información para cualquier cazador de recompensas. El ronin procuró ser precavido, ató a su caballo a un mástil apartado a otros dos caballos y entró acercándose a la barra.
El bar era de forma extraña más tranquilo que los bares de Elendir, los que más tiempo llevaban allí no estaban en buena condición, mientras que los que bebían con prudencia llevaban el resto para su viaje a los mares.
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- – Cantinero, necesito refrescarme, también me gustaría preguntar un par de cosas… – Comentó el ronin al tabernero de turno que limpiaba los jarros con un trapo viejo.
El hombre de anchos brazos y bigote giró la mirada y sin que el joven lo solicitara, le sirvió una gran jarra de Ron.
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- – Ya está servido… Ni siquiera pienses en irte sin pagar –
Los ojos del extranjero se entrecerraron con desdén tomando la jarra y comenzando a beberla la dejó a medias con un estruendo en la mesa.
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- – Habría preferido una cerveza simple… Pero estoy bien con esto, mi caballo por otra parte… Necesita agua. –
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- – Estás en el puerto de Mar Tormentoso… Que te hace pensar que no te lo robaron ya, ¿Mozalbete? – Preguntó burlesco el tabernero volteándose para mirarlo con una sonrisa, más el pelirrojo agregó en respuesta con una sonrisa irónica.
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- – Eso es porque mi caballo es el viejo sediento que apenas camina. –
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- – ¡Ja! Tienes cara de tonto, pero sabes lo que haces, eres una rata astuta. Los viajeros suelen traer los mejores caballos aquí, pero lo mejor que puedes hacer es venir sin posesiones. – Respondió el tabernero dejándole un jarro de agua.
El ronin dejó 80 piezas de oro sobre la mesa junto con la misión enrollada.
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- – También necesito que me informen sobre esto… ¿Es buen lugar? – El cartel entregaba información sobre el rango de dificultad, informando que unos bandidos atacaban constantemente mar tormentoso y otras zonas colindantes, acompañada de una ilustración de lo que parecía ser una marca de los bandidos, un cráneo de orco atravesado por una espada.
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- – La información es cortesía para los suicidas que quieren aventurarse afuera. ¿Eres un mercenario? – Preguntó el tabernero recogiendo el oro y revisando el papel de la misión.
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- – Algo así. –
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- – Una misión de rango medio… ¿Bandidos que se han visto en Mar Tormentoso? Este puerto es tierra de ladrones, no me imagino como podrás identificarlos. –
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- – Necesito saber sobre ataques en villas colindantes. – Insistió Fiore buscando pista del asunto.
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- – Pues… En Tarandar esta Mar Tormentoso, Vardagra y Razol, el resto deja de ser poblado, Vardagra está al extremo oeste, rumbo al desierto y Razol es el acceso de salida a la región real, Vardagra está protegido por un gremio al igual que Razol, únicamente Mar Tormentoso es asaltado de forma frecuente desde que el corsario negro no vuelve de sus viajes, y si no hay ataques en ninguno de esos dos, no creo que haya algún grupo nuevo de bandidos. –
El ronin en un plan de replanteo, sacó su mapa y lo puso sobre la mesa para revisar.
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- – Mar Tormentoso es la fuente de los asaltos… ¿Qué pasa si Mar Tormentoso es un puerto colindante? –
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- – ¿Colindante a qué? ¡Estamos a orillas del mar! – exclamó el tabernero con incredulidad.
El dedo del joven mercenario se posó en el extremo derecho apuntando una isla apartada de los bosques del Oeste
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- – Dice Zona colindante… Entonces… Podría ser colindante a esta otra isla. –
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- – ¡¿Durandor?! ¡No quieres ir allí! ¡Está plagado de orcos! –
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- – Si los asaltos llegan aquí y este símbolo no está aquí, está en una isla colindante, ¿no es así? –
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- – ¡Pero es un suicidio ir a esa isla! –
El joven ronin recogió su mapa y lo guardó lentamente respondiendo con tranquilidad.
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- – Hombre tranquilo, si fuera realmente un suicidio ir allí, mi maestra no me habría permitido ir. –
Recogiendo el jarro de agua para saciar al sediento caballo caminó rumbo a la salida acercándose al jamelgo para que éste pudiera beber, murmurándose a sí mismo, completando la frase anterior con una mueca dubitativa e irónica.
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- – Supongo.
Tras haber dado descanso y agua al caballo, este lo llevó hasta el puerto que daba acceso a la isla apartada de Durandor y de forma apartada rumbo hacia las iluminadas ciudadelas de las islas arcanas en el centro del mundo, donde los grandes mercaderes emprenden viaje para traer todo tipo de artículos extraños, donde los aspirantes a magos viajaban a aprender y a estudiar lo que las diferentes regiones de la isla podían ofrecer.
Durandor en cambio, no era tan “mágica” como su sucesora en el mapa, era una tierra montañosa sin colores verdes en su cubierta, el árido color terracota era lo más destacable de esta zona de los bosques del oeste, ya que, para ser de esta zona, era la única que no contaba con vegetación.
Los orcos y otras criaturas exiliadas fueron expulsadas hace años por mercenarios del gremio maestro a esta tierra que no supieron cuidar, volviéndola básicamente un pueblo fantasma, con casas de tierra, arcilla y roca que se extendían de norte a sur.
Unos bandidos con una guarida en Durandor, era difícil de creer, no era un buen lugar para ponerse cómodos, pero de que era discreto, era muy discreto, la gente no solía acercarse a Durandor por el peligro que implicaba hacerlo, solo los mercenarios se acercaban con calma a un lugar así, pero para un bandido, una guarida en Durandor implicaba asaltos a un área desprotegida y sin ley como Mar Tormentoso y a su vez, colindante a las islas arcanas del centro, mucho más protegida que Mar Tormentoso, pero con recompensas mucho mejores.
El mercenario caminando por el muelle se acercó a un viejo pescador que ataba nuevamente las redes que sostenían su sustento diario.
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- – Viejo, necesito un bote prestado, te pagaré por usarlo y puedo devolverlo cuando regrese – Solicitó Fiore amablemente, esperando algo de cooperación por parte del pescador.
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- – ¿Dónde pretendes llevarte mi herramienta de trabajo? – Preguntó el mayor.
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- – A las orillas de Durandor, un paseo de ida y vuelta –
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- – ¿¡Durandor!? ¿¡Supones que te daré mi único bote para ir a un viaje sin retorno?! –
El joven ronin dio un suspiro al ver que la amabilidad no estaba tomando buenos resultados para el caso, lo cual era en realidad, bastante entendible.
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- – Entiendo que esté preocupado, pero le estoy diciendo que solo iré, haré mi trabajo y volveré, soy un mercenario, no tengo intenciones de robar un bote –
El hombre aferrándose a su bote puso su mano tras de su espalda y rápidamente sacando un cuchillo acometió para apuñalar al joven, el cual solo asomando su katana bloqueó la traicionera estocada.
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- – Solo le pedí prestado su bote, no estoy buscando problemas. – Comentó Fiore, comenzando a fruncir el ceño.
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- – ¿¡Para qué querrías ir a Durandor?! ¡Ya estamos hartos de los asaltos! ¡Veo todos los días pasar algún barco desde el este! ¡Y al volver siempre desaparece parte de Mar Tormentoso!
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- – Mi hijo fue a encarar a esos sinvergüenzas junto con sus amigos, llevaron sus armas y jamás regresaron. ¿¡Pretendes ir solo y volver?! ¡No te rías de mí! ¡Vete antes de que te muestre que este cuchillo no corta solo el pescado! –
El hombre seguía en una postura defensiva ante la calma del mercenario, que no movía un músculo ante sus amenazas.
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- – Viejo… Si yo fuera asesinado allí, todo seguiría igual que siempre, tu hijo no va a regresar y en el caso, te pagaría con todo lo que tengo aquí, incluido el caballo y mi propia arma, podrías venderla y comprar otro bote. – Agregó Fiore dejando caer sobre el bote su monedero casi lleno de piezas de oro.
El pescador estaba indignado con sus palabras, recordándole la miseria que le atormentaba, decidió levantarse en un acto de furia para encararlo.
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- – Chiquillo impertinente, te cuento mi desdicha y no haces más que escupirme más mier… –
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- – Sin embargo. – Interrumpió Fiore subiendo su tono.
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- – Si puedo llegar allí, y logro completar mi misión, como digo que lo haré, los asaltos se verán reducidos, la gente no tendrá que ir allá a morir y tu hijo podrá ser vengado.–
El pescador miró sus manos y su bote, pensando en lo que podía hacer, podría acobardarse y quedarse con la realidad que acomplejaba a su ciudad portuaria, o podía arriesgarse, apostar nuevamente por el cambio, ser parte de la solución o aceptar el problema y no perder su herramienta de trabajo.
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- – Hablas igual que mi hijo, era un atrevido e irresponsable, pedimos a los mercenarios que nos ayudasen… Dijeron que lo ofrecerían como misión, pero nadie había venido hasta ahora… Si dices que tú eres el mercenario que puede arreglar esto, más te vale regresar triunfante. Te prestaré mi bote… y llévate tu espada, necesitarás un arma para ir a esa tierra de muerte. –
El ronin dio una leve sonrisa y dejándole la soga que sujetaba a su jamelgo y su monedero, se aproximó para empujar el barco.
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- – Necesito que me cuide esto mientras regreso, si no regreso, asegúrese de que Estrella Onírica se entere. –
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- – ¿Estrella Onírica? – preguntó el pescador sujetando las pertenencias del espadachín, el cual le entregó un pedazo de papel con el símbolo del gremio.
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- – Aún no es muy popular, pero es un gremio que dará que hablar en las tabernas de Mar Tormentoso, tiene buena gente, viejo, confía en mí. –
El ronin empujó el bote hacia el mar adentrándose en él, rumbo a las montañas de Durandor, el viento soplaba con suavidad y no había barcos cerca, el camino estaba libre para un remo constante, el bote pesquero avanzaba lento pero seguro por la ruta trazada por el espadachín.
Unos 40 minutos y algo más fueron suficientes para aproximar al mercenario a su destino, irónico resultaba pensar que junto al océano podría encontrarse una tierra tan árida e infértil.
Las botas pisaron el suelo de tierra seca ensuciándose al contacto con el polvo del entorno, no podía oírse un ave cantar, las gaviotas no se aproximaban a Durandor, pero entre las montañas eran distinguibles diferentes estructuras, habitables en su simpleza.
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- – Orcos… No sería prudente involucrarme directamente con ellos, al menos no solo. – Musitó el espadachín revisando el cartel de la misión, el símbolo databa de una agrupación, ¿Un gremio quizá? Si fueran un gremio no serían perseguidos con recompensa, quizá solo eran una mata de salvajes que atracaban territorios en busca de fortuna y mataban a quien se opusiera a ellos.
Pero si fueran orcos específicamente el cartel lo indicaría como dato.
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- – Debí pedir algún refuerzo para acompañarme, Cedric tuvo que ir a buscar unas miserables flores, es un desperdicio de fuerza, solo a mí me encargan las tareas molestas. – Murmuraba Fiore para sí mismo a regañadientes, caminando a paso lento y atento, buscando cualquier indicio de lo que pudiese ser su objetivo.
A la lejanía tras unos minutos de caminata encontró lo que podía parecer un poblado, orcos, ogros, minotauros, todo tipo de seres robustos y de aspecto agresivo caminaban en los alrededores, realmente no eran como los tachaba la gente, no eran monstruos salvajes sedientos de sangre, cargaban cosas a sus casas, había mercaderes anunciando mercadería de diferentes sectores del mundo.
De todos modos, era bien sabido que Durandor era una tierra de exiliados y delincuentes, por lo que un humano era simplemente destacable.
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- – Yobidashi… O´kage. –
Tras una mordida a su dedo, bajo la ropa del espadachín se invocó de forma discreta una pequeña Kunai marcada con sellos entintados dentro del mismo acero. Fiore se inclinó y levantó dos dedos de su mano posándolos frente a su rostro.
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- – Encantamiento; Sombra susurrante. –
Un aura sombría comenzó a desprenderse del cuerpo de Fiore, el joven mercenario comenzó a levantarse para empezar a correr entre la ciudadela esquivando todo lo que pudiese atravesarse, su presencia se veía completamente oculta por el poder del encantamiento de sombra susurrante que manifestaba su propio cuerpo. Sus ojos se movían de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, buscando el símbolo de la pista de su objetivo. Los minutos pasaban y el ronin comenzó a alejarse de la vista de la ciudadela de Durandor.
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- El encantamiento de sigilo durará solo unos minutos más… no puedo arriesgarme a exponerme así. – Pensaba al alejarse a un área más discreta.
Al acomodar su espalda contra una gran roca, pudo divisar a la lejanía una especie de torre, había algo en ella, una deformación circular, ¿Podría ser el mismo símbolo que el cartel?. Tras unos segundos de reposo el rumbo se encaminó a la torre oculta por el polvo y la tierra, cada paso era utilizado por el meticuloso Fiore, el plan se armaba bajo cada segundo murmurando internamente a su propia mente.
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- Mi maná debería recuperarse al llegar, hasta entonces si me enfrentaré contra una tropa de guerreros, no puedo permitirme estar en desventaja, tendré que usar el encantamiento de sigilo con un ataque rápido, entrar, acabar y salir… El novato de Rhodas pudo haber aprendido buenas cosas de esto… Pero seguramente habría arruinado todo, si… es mejor sin el. –
Al aproximarse, la torre lucía el símbolo del objetivo, como varias de las estructuras en Durandor, no tenía una puerta que evitase el acceso, solo una escalera que ascendía a la cumbre del obelisco.
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- – Bien… Entrar… acabar… salir… – Murmuró Fiore activando nuevamente su encantamiento de sigilo, mientras sujetaba el Kunai con sus dientes cruzó sus brazos invocando dos katanas gemelas. Tomó aire unos segundos y corrió por las escaleras ascendiendo rápidamente, encontró orcos en los pisos de las torres, sus katanas oscilaron en cortes rápidos y eficaces a través de la carrera, no giraba la mirada, se aseguraba de acabar con todo lo que se atravesara en su camino con una mirada tan fría como el viento que soplaba fuera de la torre.
El último piso venía en camino, una puerta se alzaba a la vista, el plan de sigilo no podría funcionar en esa etapa, pues el ruido de la puerta llamaría la atención de cualquiera que esperase por dentro. Fiore sujetó con firmeza sus espadas y apretando el Kunai con sus dientes
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- – Si no hay de otra… Será por las malas –
Una fuerte patada abrió la puerta dejando de fondo una amplia habitación hecha completamente con arcilla del desierto, tal como una caverna pequeña, el aroma del polvo y la ausencia de luz daban la imagen de abandono, podían verse sombras en el suelo, ¿Podrían ser cadáveres? El joven mercenario se acercó con cautela mientras su encantamiento podía respaldarle, la silenciosa habitación oscura generaba dudas en la mente de Fiore, sentía pisadas, muy delicadas para ser de un orco, el aire silbaba amenazante y su cuerpo se erizaba ante la sensación de peligro.
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- – ¡RHAAAA! – Rugió un orco de 3 metros a simple vista, lanzando un hachazo con un movimiento descoordinado y extrañamente silencioso. Fiore bloqueó en la reacción, pero el impacto inmediatamente lo envió contra una pared provocándole un daño notorio.
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- – No pude oírlo venir… ¿Y pudo verme? – se preguntó a sí mismo cerrándose en su guardia.
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- – ¡Claro que podemos verte! ¡Nada se escapa a nuestra vista! – Exclamó un segundo orco acercándose a paso rápido cargando un garrote, pero sus pisadas hacían el mínimo ruido.
El hábil espadachín apartó el garrote de su oponente y en un revés devolvió el ataque girando y dando un corte al torso de su adversario, pero antes de darse cuenta un tercero se largó a atacar con sus manos descubiertas, Fiore dirigió la mirada hacia el tercero fijándose inmediatamente de su cualidad característica.
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- – ¡No tiene ojos…! –
Un puñetazo llegó al rostro de Fiore y del puño de aquel orco ciego surgió un filo atravesando su piel desde adentro hacia afuera, obligándolo a soltar su Kunai en el impacto.
Los dos restantes se acercaban lentamente para acabar con él, Fiore en los segundos que utilizó para espabilar y levantarse, se fijó en los monstruos que lo acorralaban.
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- – Hay algo extraño en ellos… No son como cualquier orco… No tiene sentido que sean tan duros y tan silenciosos. –
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- – Eso no importa ya… Vas a morir aquí mismo como todos los demás – Agregó uno de los contrarios acelerando el paso para atacar.
Fiore desenvainó a Kochi de su funda y en una finta contra la acometida cortó las piernas del orco partiendo una carrera contra el segundo le atravesó con un rápido corte, partiéndolo a la mitad. Los jadeos del espadachín eran constantes y la seriedad de su rostro no se apartó al ver el filo de su propia katana.
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- – Como lo supuse… Impecable… Ni una gota de sangre… – Murmuró apartándose para mantener la vista en sus enemigos, quienes abrían sus propias pieles dejándolas caer al suelo como disfraces, dejando salir de estos, tres figuras espectrales, seres de cuerpo oscuro y flotante, con armaduras, filos en sus brazos y una presencia de muerte en su aura.
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- – Nada de esta tierra te va a salvar de esto, mocoso… La tela se rasga con cualquier metal afilado… Pero nuestro metal no es como el tuyo. – Murmuró uno de los espectros.
Fiore guardó su katana estirando un poco su cuerpo y mediante su habilidad, convocó dos katanas negras, una para cada mano. Tomó aire y dando un suspiro se contestó a sí mismo
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- – Espectros… Tiene sentido… Si salgo vivo de esto… Más vale que la recompensa sea buena… ¡Yobidashi, Doble canto de niebla! –
Los espectros acometieron en el instante esbozando un grito temerario, a la vez que las katanas del ronin impactaron con el acero espectral de las extremidades de las criaturas de la torre.
Fiore contestaba los ataques con técnica y habilidad, pero la presencia de los hostiles espectros era demasiado hostigante, llevándolo a cada instante más cerca de la desesperación.
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- – ¡Eres demasiado terco, espadachín! ¡Muere de una vez! – Exclamaba con fuerza uno de los espectros empujándolo con los filos de sus extremidades.
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- – ¡Eso no está en mis planes aún! – Agregó el ronin lanzando un corte de doble espada al rostro de un espectro, cortando su casco y descubriendo su rostro grotesco y pútrido.
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- – Pudo cortarme… ¿Cómo pudo cortarme…? – Murmuraba el espectro en un tono agonizante.
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- – ¡Debe usar algún truco barato! – Exclamó otro espectro de rostro furioso.
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- – Debemos ser precavidos con este… – Agregó el tercero con un tono serio y calmado.
Fiore agitó una de sus espadas, armando una posición atacante, como un tigre acechando a su presa.
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- – Cualquier otro podría haber derrotado a unos cuantos orcos… Su cuerpo es carne como la humana, pero los espectros son un caso especial, no importa si vienes con un ejército, no puedes derrotar a un espectro sin un arma espectral. El portador Yobidashi solo porta armas espectrales, la diosa de la fortuna sonríe para mí. –
Los espectros adelantaron una feroz acometida en plan de un rápido asesinato, pero Fiore cruzó sus brazos sujetando con fuerza el mango de sus katanas fijando la mirada en los espectros acercándose a toda velocidad.
Mientras sus espadas emanaban un aura sombría, el joven espadachín relajó sus manos y recitó.
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- – Canto de niebla, silencio letal, doble acero contra el frío espectral… –
Los espectros dirigían los filos hacia el cuerpo del espadachín que esperaba paciente sin parpadear, terminando su oración en un feroz impacto desenvainando sus katanas.
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- – ¡Niebla vespertina! –
Los ataques chocaron al instante, dos espectros fueron derribados dejando al más hostil a sus espaldas mientras que Fiore comenzaba a sangrar levemente de su cintura por un corte realizado, el espadachín sujetó su herida, apretándola con su mano.
El espectro entró rápidamente en el cadáver de uno de los orcos arremetiendo contra Fiore cargando una maza pesada del suelo, pero el espadachín rápidamente se volteó y lanzando un corte que atravesó el torso del espectro por sobre la carne acabó por derribarlo. El ronin cayó al suelo sujetando su herida con su mano mientras sus armas desaparecían en un estallido de humo, sacó de un bolsillo en su pecho una delgada ramita, la cual acercó a su boca y mordió provocando que la punta se encendiera con una pequeña chispa ardiente liberando humo de esta.
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- – Terminando esto debería tener un poco más de vitalidad para salir de aquí… –
Se detuvo para mirar su entorno detenidamente, viendo las marcas del cartel de misión esparcidas por toda la habitación mientras los espectros desaparecían lentamente en un pequeño cúmulo de niebla negra.
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- – Así que ustedes son los responsables de tanto jaleo… ¿Por qué hacen esto…? – preguntó Fiore a la niebla sin soltar la rama.
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- – Mil almas es el precio del descanso… – respondió el espectro desde la nube de humo.
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- – ¿Matar a mil personas para descansar? –
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- – Hace años… Esta fue la guarida de Rashnikar… un gremio de Durandor… Orcos… Ogros… Guerreros espectrales… Rashnikar era un gremio demasiado poderoso, pero fuimos asesinados cuando vino… –
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- – ¿Quién vino? –
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- – La máscara… No sabemos quién era, pero nos atacó, acabó con todos nosotros, nos maldijo, dijo que, si no obteníamos mil almas, nuestros pecados nunca serán perdonados. El miedo nos consumió, robamos para traer gente, matamos sin parar, utilizamos los cuerpos derrotados para caminar entre la gente, pero aún no podemos alcanzar el descanso. –
Fiore se levantó lentamente dirigiéndose a la niebla, su mano ensangrentada se dirigió a su interior, sacando de esta una de las gujas de los espectros inclinándose lentamente frente a la niebla espectral.
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- – Mi nombre es Kojiro Fiore de Sato… Mercenario de Estrella Onírica, y como portador Yobidashi hago el recitar del juramento del portador, con la sangre en mi mano ofrezco descanso a tu alma, cargando con el peso de tu venganza llevándome tu arma y tu bendición, mi sangre caerá si este juramento no es cumplido, como prueba de la veracidad de mis palabras. – Recitó Fiore con la mirada mientras la niebla se disipaba con lentitud en el aire inquietando al espectro.
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- – ¿Tu? ¿Cargar con el peso de nuestros pecados al llevarte mis gujas espectrales? – preguntó la voz del guerrero espectral.
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- – Tuya y de tus compañeros… Los portadores Yobidashi tomamos muy en serio estos juramentos, puedes confiar en mi. –
Las gujas comenzaron a desprender una niebla constante como el fuego desde la madera al quemarse. La voz espectral comenzó a sonar nuevamente recitando una respuesta al juramento
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- – Mi nombre es A´shá, mercenario del gremio Rashnikar, una vez fui un bravo asesino espectral, mi alma residirá en las gujas y te acompañarán hasta que cumplas tu palabra, te bendigo con este juramento… y mientras portes las Gujas Espectrales de Rashnikar, no habrá espectro que pueda vencerte. Recolecta las almas… Encuentra a la máscara y brindanos el descanso eterno. –
Las gujas desaparecieron en las manos de Fiore junto con la niebla frente a él.
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- – El juramento está hecho… – Murmuró el Ronin extendiendo su mano ensangrentada al aire con sus ojos cerrados para visualizar su próximo equipamiento.
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- – ¡Yobidashi… Rashnikar! –
Las gujas se presentaron en el instante dejando fluir la niebla desde los brazos del espadachín mientras este dejaba salir una leve sonrisa.
– Muy bien… ahora… debería volver… – murmuró suavemente para finalmente caer al suelo rendido por el cansancio, dejando desaparecer las gujas en una nube de humo junto con la varilla apagándose en sus labios a medida que el sangrado en su cintura se detenía.
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