GG EZ! ¿Cuán difícil puede ser volverse un mercenario legendario? - 18
- Inicio
- GG EZ! ¿Cuán difícil puede ser volverse un mercenario legendario?
- 18 - El primer día
Capítulo 18
El gallo cantaba la canción en el tejado del mercado de Elendir marcando que el día había comenzado, desde muy temprano, como era la costumbre. Rushia Auntunalle siempre había sido conocida por sus cercanos como una persona muy responsable y preocupada, amable con todo el mundo y con una delicada voz que enternecía a cualquier amargado. Comenzaba su día estirándose, dándose un buen baño y dándole uno a sus invocaciones también. Se vistió con su uniforme de tabernera, sentándose a tomar un buen desayuno, con calma y sin apuro, disfrutando la perspectiva matutina que podía ofrecer la pequeña casa que el gremio de Cuento Legendario le había facilitado al día anterior en la región donde encontraría su nuevo trabajo.
Acomodó sus cartas de invocación y se dispuso a salir con una animosa sonrisa, saludando a quien le regalase un amistoso saludo, como la joven solía decir; “Para empezar un buen día, debes empezarlo de buena forma”.
Llegó a su trabajo antes que todos sus compañeros, se dispuso a colgar la bandera en las afueras de la base, limpió la vieja taberna, aprovechando para conocerla un poco y al terminar, se puso a esperar a sus compañeros, siendo Bianchi la primera en llegar.
-
- – Maestra Bianchi, ¡Muy buenos días! – Exclamó la joven administradora inclinándose levemente con una sonrisa en muestra de cortesía.
-
- – Ah, ¿Lucy? Buenos días, siento el retraso, anoche estuve bebiendo, ya somos un gremio oficial, ¿Lo sabes? – Contestó la maestra sujetando su cabeza, aun con su cabello húmedo y sin peinar.
-
- – S-si maestra, estoy enterada… –
-
- – Lucy, sé buena y tráeme algo de comer ¿Quieres? Cedric aún no ha llegado al trabajo. –
Lucy hizo una mueca de desagrado, ver a su maestra con resaca y tan despreocupada, la hacía bajar sus expectativas sobre su nuevo lugar de trabajo.
-
- – Yo no soy la cocinera de este gremio, –
-
- – ¡¿Qué dices?! –
-
- – ¡Que, si le gusta el azúcar en su café, maestra! – Exclamó la joven sintiéndose intimidada
A pesar de todas las cualidades positivas que podían encontrarse en Lucy, la cobardía también era una de las cualidades presentes y muy marcadas en la chica. No era capaz de acostumbrarse a los gritos y los golpes repercutían en ella como un evento traumático. Esto junto al rumor de que la joven traía mala suerte a los gremios emergentes no era algo que combinara de buena forma para sus relaciones con sus compañeros de trabajo.
-
- – No me gusta el café… tráeme una cerveza y tarta de miel… –
-
- – “¿Encima quería beber más?” – Pensó Lucy, preparando la comida que le habían solicitado, siendo interrumpida por los muchachos del gremio al entrar.
-
- – ¡Ah! ¡Lucy! ¡Había olvidado que vendrías! ¿Necesitas ayuda? – Exclamó Cedric saludando amablemente
-
- – Buenos días, señor Cedric, me alegra que haya llegado, necesito ayuda en la cocina si no le molesta. –
-
- – ¡De eso nada, Lucy! ¡Cedric va a enseñarme a usar el puño de viento! ¡Voy a aniquilar a todos los enemigos que se me crucen con él! –
-
- – Oye idiota, aun debes practicar con tu espada, no puedes andar repartiendo golpes si aún no sabes usar tu propia arma – Replicó Fiore golpeando la cabeza de Rhodas
-
- – Ahora que son un gremio oficial, deberían aprovechar el primer día interiorizándose en el trabajo que pide el consejo… – sugirió Lucy con timidez.
-
- – Lucy ni siquiera pienses en dar una orden, ¡Yo soy la maestra! – Exclamó Bianchi llamando su atención golpeando la mesa con su frente.
La joven administradora se estremeció al oír el golpe de la mesa y se retiró en silencio a la cocina a cumplir las órdenes encomendadas, mientras el resto del grupo se marchaba al patio. Lucy se quedó unos minutos en la cocina pensando en la falta de disciplina y orden en el gremio que le había tocado trabajar, parecía ser que solo la tendrían para los mandados y la limpieza, ese no era esencialmente su trabajo como administradora. Incluso Bianchi, a pesar de su dulce aspecto resultaba bastante estricta e intimidante, lo que despertaba temores que la hacían sentir incómoda por lo que se mojó un poco la cara para volver a enfocarse en el trabajo, preparó el pedido de la maestra y lo llevó al patio donde se encontraba el resto del grupo meciéndose delicadamente de pie, a excepción de Fiore que se mantenía sentado.
-
- – Para utilizar esta habilidad, debes ser capaz primeramente de permitir que el viento fluya por tu cuerpo, el viento es libre y no debes ser un impedimento para él. – Explicaba Cedric, dejando que su pesado cuerpo se dejase llevar con la brisa.
-
- – No es nada muy complicado, solo debes relajarte y dejarte llevar. – Agregó Bianchi meciéndose junto a su compañero.
Rhodas intentaba relajarse, pero en cuanto lo intentaba, su cuerpo se mantenía tenso y estático, no lograba sentir la brisa y por tanto, no lograba seguir su movimiento.
-
- – Esta mierda es imposible… ¡Ni siquiera hay viento ahora! – Exclamó frustrado
Lucy dejó a un lado la cerveza y el pastel al ver a su maestra ocupada y extendiendo sus manos intentó dejarse llevar por la brisa, sintiéndola en su rostro, dejándola soltar una pequeña sonrisa comenzando a mecerse despacio como Bianchi y Cedric.
-
- ¡Ah, Lucy! ¡Justo a tiempo! Los chicos tienen hambre, vuelve a la cocina y trae comida para el equipo, ¿Quieres? – Interrumpió Bianchi al verla con más animo al practicar.
-
- Um… Sí maestra… Ya vengo. –
La joven, decepcionada por la interrupción, regresó a la cocina, preparando tres platos más considerando ya servido el de Bianchi, su rostro cabizbajo la hacía más lenta a la hora de preparar la comida para sus compañeros, pero tras unos cuantos minutos, volvió a salir para entregar lo pedido.
Al poner los platos en una mesa Bianchi se acercó a mirar, devolviéndole una mueca de desaprobación.
-
- – ¿Lucy? –
-
- – ¿Si Maestra…? –
-
- – Solo te di una simple orden, trae comida para el equipo, sin mencionar tu retraso, solo trajiste tres platos. –
-
- – P-pero maestra… el suyo está servido, son cuatro en total… –
-
- – Lucy… ¿Cuántos miembros somos en el equipo? –
-
- – Usted… el señor Cedric… el señor Fiore… el señor Rhodas… Cuatro en total maestra… –
-
- – ¡No es así! ¡Lucy! ¡¿Cuántas personas habemos aquí?! – Exclamó Bianchi, ya comenzando a molestarse.
-
- – ¡No lo sé! – Contestó la chica apretando sus ojos asustada, soltando involuntariamente una lágrima con su cuerpo tembloroso.
-
- – Lucy, ¿¡Dónde está tu plato?! –
La joven abrió los ojos sorprendida mientras sus mejillas se ruborizaban, dirigiendo la mirada a sus compañeros.
-
- – Si se lo dices de esa forma nunca iba a entenderlo Bianchi, eres demasiado brusca. – Sugirió Fiore sujetando su frente.
-
- – También eres parte del gremio, Lucy – Contestó Cedric sonriendo.
-
- – ¡Comer y divertirse es parte del trabajo también! – Exclamó Rhodas con una amplia sonrisa.
Bianchi dio un firme toque al pecho de Lucy llamando su atención para sermonearla.
-
- – Escucha bien novata, lo quieras o no, el maestro Mithau te asignó con nosotros, eres parte de este gremio, y te guste o no, este gremio es mi tesoro y hasta el día que te hartes de nosotros, te trataré como una de los nuestros y serás parte de ese tesoro. Cuando yo diga, «el equipo», eso te incluye, ¿Ha quedado claro? –
Lucy un poco intimidada por la severidad en su forma de expresarse, simplemente bajó la cabeza y asintió con una pequeña sonrisa, sentándose en la mesa a comer junto a sus compañeros, aún tenía que reflexionar unas cuantas cosas, pero considerarla a ella, a la nueva que acababa de conocer, como parte de su tesoro, eran palabras muy grandes para una chica tan pequeña.
-
- – Hey Cedric, ¿Crees que pueda manejar el puño de viento? – Preguntó Rhodas mientras comía con prisa.
-
- – En realidad… No estoy seguro, ¡Pero creo que Fiore puede enseñarte muchas cosas con tu espada! –
-
- –¡No me interesa la espada! ¡Ahora quiero dar puñetazos como los tuyos! –
-
- – Creo que… esa técnica es para gente con control… No para gente inquieta que solo quiere repartir puñetazos – Comentó Lucy con una voz baja, pero suficientemente alta para gatillar las risas de los presentes.
-
- – Te interesa aprender la técnica ¿No es así? Te vi imitándonos. – Preguntó Bianchi con una sonrisa acercándose a ella.
-
- – No, no, es solo que… Bueno, se ve interesante. – Contestó Lucy sonriendo tímidamente.
Bianchi sonrió ampliamente y la atrapó rodeándola con su brazo.
-
- – ¡Oye, oye, tú y yo vamos a llevarnos muy bien, siento si fui muy ruda antes, empecemos otra vez! ¡Vas a convertirte en mi aprendiz! ¡Te volveré una bruja tan poderosa que ni siquiera recordarás tus invocaciones! –
-
- – ¡N-no me interesa maestra Bianchi! ¡Yo no soy ninguna mercenaria! ¡Ya basta! ¡Suélteme! –
-
- – ¡¿Qué dices?! ¡¿Rechazas mi oferta?! ¡¿Te crees mejor que yo?! –
-
- – ¡Claro que no! –
-
- – ¡Haré que trabajes el doble por rechazarme! –
-
- – ¡Maestra, no puede hacer eso! –
El primer día que había empezado de forma decepcionante, habría concluido de buena forma, entre las risas de los chicos y Bianchi apegándose más a la nueva integrante, a través de su muestra de afecto poco convencional, lo cual a pesar de mantenerla insegura y confundida, no parecía estar tan mal. Solo tal vez, este gremio de quinta… Era un buen lugar.
En un sector cercano a la entrada de Carrascosa, por las puertas exteriores de Vardagra, podía encontrarse la base central de uno de los gremios del ministerio, el ambiente se mantenía silencioso y podía olerse la preocupación entre los presentes, una oscuridad turbia cubría sus pasillos de ladrillo de roca.
En un escritorio esperaba con las manos entrelazadas cubriendo su boca esperaba un hombre uniformado, de postura firme y ojos apagados.
El estruendo de un par de botas pisando en carrera el suelo de madera irrumpió el silencio del lugar, llamando la atención del general con el sonido de la puerta abriéndose de golpe.
- – ¡General Steelander! ¡General Steelander! –
- – ¿A qué se debe esta interrupción, soldado? –
- – Señor… Es Darlin, nuestro mercader. –
- – Dijeron que fue a una misión para investigar a esa alborotadora novata, ¿Me equivoco? –
- – No señor, pero… –
- – Pero… –
- – Está… muerto, fue asesinado en el desierto de Rimparor mientras perseguía a la bruja Bianchi Moscheta. –
El escritorio fue partido en dos en un instante con el limpio corte de un sable, intimidando en cierto modo al mensajero, el gruñido de los perros se hizo escuchar entre los rincones de la habitación.
- – ¿¡Moscheta?! –
- – Además… Me he enterado que se ha unido al consejo de maestros, su gremio, Estrella Onírica en Elendir está llamando la atención, teniendo la aprobación de Mithau, apenas conocerla… –
- – Que… ¡¿La aprueba?! –
- – Deberíamos… acusarla con el consejo señor. –
- – Un crimen contra las reglas se acusa con el consejo… Una deserción, o una traición, se acusa con el consejo… ¡Pero el asesinato de un miembro de nuestro gremio! ¡Eso no amerita ningún juicio del consejo! ¡La vida de un mercenario está en las manos de su maestro! ¡Yo mismo me encargaré de que esa bruja conozca el error que cometió al pensar que podía reírse de mí! –
- – Señor… ¿Cuáles son las órdenes? –
El maestro Jean Steelander guardó su sable y volvió a sentarse en su posición anterior, sentenciando la orden inmediatamente.
- – Quiero que sufra tanto como el daño que le ha causado a este gremio… Quiero… Que lo llames a él. –
Comments for chapter "18"
QUE TE PARECIÓ?