GG EZ! ¿Cuán difícil puede ser volverse un mercenario legendario? - 22
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- 22 - Encuentro en RocaFiera III Tijeras y cadenas
CAPÍTULO 22
Bianchi corría a través de los pasillos con el ceño fruncido, preocupada aun por los compañeros que había dejado atrás, sin darse cuenta del hecho de que Fleetwood ya no estaba siguiéndola. Mantenía su concentración en su entorno, revisando cada puerta y cuadro, pues no estaba segura de algún otro mercenario que podría estarla esperando en una emboscada.
– ¡Ashtoreth! –
Un grupo de cadenas se esparció desde las paredes, uniéndose y obstaculizando el paso de la maestra, pero esta, muy atenta con su entorno, apenas escuchó las cadenas aparecer se hizo a un lado de un salto apartándose con una explosión pequeña detonada desde el chasquido de sus dedos.
– Para ser una novata eres muy rápida… No lo haces nada mal… – comentó Izho posicionándose frente a ella, dejando que las cadenas surgieran desde sus manos.
– Tu… Eres el demonio que atacó a nuestra amiga… –
– Y tú la bruja que asesinó al mercader… No hagas acusaciones… Esta no es una conversación entre santos, no te permitiré pasar de aquí, en estos momentos un mercenario de alto rango vendrá a capturarte y mi trabajo estará terminado. –
– ¿Mercenario…? ¿Trabajo…? –
– ¡No hay más preguntas! ¡Serás castigada! –
Las cadenas se extendieron bloqueando el camino de Bianchi aproximándose a ella para capturarla, pero la rápida bruja se puso en guardia encogiéndose en su postura dirigiendo un puñetazo contra el centro de las cadenas.
– ¡Flanchet! –
El impacto de viento separó las cadenas abriéndole paso a Bianchi para avanzar y enfrentar cara a cara al demonio, pero el segundo rápidamente invocó desde sus manos una línea de alambres de púas los cuales Bianchi apenas alcanzó a esquivar recibiendo un corte ligeramente profundo en su brazo y pierna izquierda.
– ¡Agh! –
– ¡Guardia baja! ¡Muere! –
El alambre rodeó rápidamente el cuerpo de Bianchi con la intención de encajar sus puntas y capturarla, pero la rápida Bianchi tocó la sangre de su brazo para hacer su jugada y liberarse.
– ¡Yobidashi! ¡Merlín…! –
– ¡Furia Sangrienta! –
Los saltos entre las paredes adelantaron rápidamente a Rhodas, el cual con un solo impacto de su espada cortó el alambre como si de hilo se tratase.
– ¡Rhodas! –
– ¡Esas marcas…! –
El joven mercenario se levantó sujetando su espada con firmeza mientras mantenía la mirada fija en la cicatriz bajo el ojo de Izho.
– Bianchi… Adelántate… Yo me quedaré con él. –
– ¿Qué dices? Claro que no, lo derrotaremos juntos. –
– Bianchi, escucha. –
– ¡No! ¡Dije que! –
– ¡Bianchi!, es un demonio… Como yo… Esta sensación es muy extraña, pero tienes que entenderlo… Puedo oler su poder… Esto es un sentimiento muy primitivo, una sensación que despierta mi instinto de supervivencia al verlo a los ojos… Tengo una fuerte sensación de que… –
Las miradas de Izho y Rhodas chocaron, una vibración en su alma comenzó a resonar al unísono, cada uno podía sentir una bestia interna deseando salir, sus labios se movieron y completaron la frase a la vez.
– Los demonios… Son sus propios depredadores naturales. –
Las cadenas de Izho se dispararon contra la pareja, pero Rhodas se anticipó cortándolas con su espada, dejando el paso despejado para que Bianchi
pudiera avanzar.
– ¡Flanchet! –
El puño de Bianchi se dirigió al estómago del cazarrecompensas, el cual con sus cadenas recubrió su cuerpo mitigando un poco del daño, aunque de todos modos atravesando una pared por la fuerza del impacto. La bruja siguió su camino, pero las cadenas volvieron a intervenir rápidamente saliendo desde las manos del demonio.
– Ese golpe suave no te bastará para acabar conmigo, bruja… –
– ¡Esa es mi línea! – exclamó Rhodas cortando las cadenas que impedían el paso y embistiendo a Izho empujándolo a la habitación tras su espalda
– ¡Bianchi, lárgate! – exclamó el joven pícaro
– ¡Pero…! –
La maestra vio la determinación en el rostro del novato, su mirada estaba fija en su oponente y su espada se mantenía firme frente a él. Bianchi desvió la mirada y siguió su camino exclamando.
– ¡No te perdonaré si no sales con vida, novato! –
Las cadenas cerraron completamente el acceso tras la espalda del joven pícaro mientras el cazarrecompensas se levantaba frente a él sin ninguna dificultad. La amplia habitación se mantenía silenciosa y no tenía fuentes de iluminación, el ambiente tenso invadía al joven mercenario.
– Ahora que Bianchi siguió su camino… Solo quedamos tu y yo… Matón de las cadenas. –
– Por supuesto, Steelander puede encargarse de ella, en cuanto a mí, me pareces una presa mucho más interesante, vas a contarme todo lo que sabes sobre los demás demonios de manifiesto. –
– ¿Demonios de manifiesto? No sé de qué hablas. –
– No finjas ignorancia conmigo, demonio… Puedo verlo en tus ojos… Ashtoreth puede olerlo… Hay una furia desbordante en tu alma… No había tenido suerte en encontrar a cualquiera de ustedes… Pero serás la
clave para encontrar al resto y hacer que me quiten esta maldición, por la razón o la fuerza. –
– ¿Ashtoreth…? ¿Tu demonio tiene nombre…? –
– ¡Suficientes preguntas! ¡Yo haré el interrogatorio! –
Las cadenas se dispararon desde las manos de Izho las cuales se esparcieron a lo largo de la habitación persiguiendo a Rhodas.
– ¡Furia Sangrienta! –
Un potente salto hacia una de las paredes lo apartó de la línea de cadenas que lo perseguían, pero Izho, quien tenía mucha más experiencia con su habilidad, desvió las cadenas para perseguirlo a través de las paredes.
– ¡Di tu nombre, demonio! ¿¡Quién es tu líder?! –
Las cadenas surgieron desde la pared acometiendo contra el joven mercenario, el cual rápidamente las cortó con su espada apartándose de la pared para ir a un lugar seguro.
– Ah… Ah… ¡Mi nombre es Rhodas! ¡Y mi maestra es Bianchi Moscheta! –
– ¡Deja de hacerte el idiota, te obligaré a hablar! –
– ¡Entonces intenta atraparme! –
Rhodas corrió contra su oponente apretando sus dientes y el mango de su espada, pero dos cadenas surgieron desde el suelo golpeando su rostro, obligándolo a soltar su espada. El joven pícaro se estabilizó antes de que la caída lo pusiera en mayor desventaja, recuperando su posición.
– Jo… Eres realmente una molestia… – murmuró Izho
– Tengo un par de trucos bajo la manga. – contestó el pícaro mordiendo su mano haciéndola sangrar un poco.
Con el impulso de la furia sangrienta, Rhodas saltó en todas direcciones tan rápido como le fue posible, escapando de las cadenas de su oponente, para finalmente saltar en dirección a su espada. El chico estiró su mano para tomarla, pero desde el suelo una cadena envuelta con alambre de púas lo embistió por delante, alejándolo e hiriéndolo, rompiendo parte de su ropa.
Sin embargo, antes de ser empujado por las cadenas nuevamente, la mano del mercenario tocó el suelo manchándolo con su sangre.
– ¡Invocación! –
El rápido halcón de Eigia se elevó desde el suelo para recoger la espada de su invocador, volando para entregarla nuevamente.
– No, ¡Claro que no! –
Las cadenas de Izho acometieron contra el halcón despreocupando a Rhodas, el cual rápidamente se levantó y succionando un poco de sangre con su boca, la escupió tan lejos como pudo mientras emprendía la carrera.
– ¡Fleetwood! –
El halcón cambió de posición ante la invocación dejando la espada al alcance de la mano de su astuto compañero, el cual sujetándola firmemente se volteó preparando un corte.
– ¡OSHA! –
Las cadenas que de forma intuitiva perseguían al halcón se dirigieron contra Rhodas el cual las cortó sin problema alguno, o al menos eso parecía hasta que una segunda línea de cadenas surgió desde su espalda para apresarlo.
– Eso no será suficiente… Demonio, eres astuto, pero en este estado… no estas a mi altura. –
Las cadenas lo alzaron para azotarlo contra el suelo y las paredes varias veces, haciéndole una buena cantidad de daño.
– ¡Habla! ¿¡Qué otros demonios conoces?! –
– ¡Furia Sangrienta! –
La habilidad se activó, pero el cazarrecompensas lo neutralizó inmediatamente envolviendo su cuerpo en alambre de púas, azotándolo nuevamente contra el suelo y enviando una horda de cadenas y alambre a aplastarlo con su peso, la marca en el rostro de Izho relucía y sus ojos se llenaban de impaciencia.
– ¡Te mataré si no hablas! ¿¡Como encuentro a los demás?! –
Las cadenas se apartaron lentamente haciendo espacio, el suelo tenía varias manchas de sangre, pero para sorpresa de Izho el joven mercenario se levantó lentamente mostrando como en su cuerpo un conjunto de filos de metal
se guardaban en su cuerpo dejando a la vista como esas áreas no habían sido lastimadas.
– Esos filos … Lo protegieron… ¿Cuchillos? No… Son opuestos… Acaso puede ser… –
– Qué pasa… Izho… Dijiste que me harías hablar… –
– ¿¡No has tenido suficiente aun?! ¡¿Demonio de las tijeras?! –
Rhodas se puso en guardia nuevamente y recogiendo su espada del suelo mientras los filos terminaban de desaparecer, limpió la sangre de su rostro y contestó.
– Ya te digo… ¡Todavía no estoy muerto! –
– ¡Eres una verdadera molestia! –
Las cadenas envueltas en alambre se dispararon contra él a toda velocidad, pero el confiado mercenario rápidamente reaccionó intentando activar la furia sangrienta para atacar, pero sin obtener respuesta de su cuerpo.
– ¿¡Qué…!? ¡Mi maná! –
Su espada voló fuera de sus manos por el impacto de las cadenas envolviendo su cuerpo con fuerza, hiriéndolo, rasgando su ropa y azotándolo contra las paredes repetidas veces mientras que la paciencia de Izho se agotaba rápidamente
– Un insecto insignificante como tu… ¿Un mercenario? ¿¡Que aún no te he matado?! ¡Hablas demasiado! ¡Deberías morir! ¡Muere de una vez! ¡Morirás como toda la basura de tu gremio! ¡No son más que asesinos de
inocentes! ¡Me repugna saber que somos de la misma especie! ¡Solo muere! –
Un último azote lo estrelló contra uno de los muros de la habitación dejando caer un grupo de escombros sobre Rhodas mientras Izho jadeaba furioso, su corazón palpitaba agitado y una voz en su alma le pedía más destrucción, más caos, más dolor.
– Realmente eres un dolor de cabeza… Ashtoreth… Lárgate. –
– Necesito más… No es suficiente… ¡DÉJAME SALIR! – Resonaba la voz que gritaba desde su alma.
– El día que te deje salir… Te exterminare, demonio. –
– Claro que no… Tú me necesitas… Soy parte de ti… –
Los escombros se movieron lentamente haciéndose a un lado entre los jadeos agitados de Rhodas.
– ¿¡Sigues con vida?! ¿¡Demonio de las tijeras?! –
– ¿Asesinos de inocentes…? Eres un hipócrita… ¿Qué culpa tuvo Lucy…? ¿Cómo vas a justificar el daño que le hiciste a ella…?–
– ¡Eres una rata despreciable! –
Las cadenas envolvieron la silueta de Rhodas rápidamente apretando su cuerpo con tal de volver polvo sus huesos y abrir la última herida de su cuerpo sin darle tiempo a reaccionar. El ambiente se mantuvo silencioso por unos segundos, no hubo un solo quejido de dolor, solo podía escucharse la respiración de Izho ante su rápida reacción.
¡CHIN!
El sonido de un par de filos opuestos surgiendo desde el interior del rollo de cadenas, cortándolas y rompiéndolas llamó la atención del cazarrecompensas haciéndolo retroceder un paso hacia atrás.
– Soy un asesino… No hay nada que pueda hacer para arreglarlo… Pero tu… Eres tan despreciable como yo… –
– Su rostro… ¿Por qué su aura es tan fuerte…? ¿Qué es esta sensación? –
– Podrás azotarme todo lo que quieras… Ashtoreth… Pero por lo que le hiciste a ella…–
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La silueta de Rhodas se reflejó desde los escombros dejando a la vista al demonio de las tijeras despertado sobre su cuerpo, el rostro deformado de Rhodas envuelto en completa oscuridad mostraba las amplias fauces afiladas
de la despiadada criatura y sus largas zarpas apuntaban hacia el frente amenazando a Izho, generando una inexplicable intimidación con su propia presencia, algo completamente ajeno a la sensación del miedo, exclamando con una voz furiosa y alterada.
– ¡TE CORTARÉ HASTA LA MUERTE! –
– ¡Ashtoreth! –
Las cadenas se dispararon para neutralizar al violento demonio que en carrera rugía cortándolas frenéticamente con sus garras abriéndose paso con ellas, hasta alcanzarlo frente a frente haciendo un largo corte a lo largo de su cuerpo.
– ¡OSHAA! –
Antes de que este se descontrolase y dirigiera un segundo corte contra su oponente, una masa negra se movió rápidamente atravesando las cadenas que Izho había puesto para obstaculizar la entrada montándose al cuerpo de Rhodas el cual se agitaba inquieto, mientras Izho sangraba en el suelo.
– ¡Hey chico! ¡Domínate! ¡Ya ganaste! ¡Te meterás en problemas si sigues peleando así! –
El demonio de Rhodas continuaba lanzando cortes al aire intentando deshacerse de la masa negra, siendo imposible para él hacerle daño.
– ¡RAAAAAAH! –
– No eres muy cooperativo ¿O si…? Eso tiene arreglo. –
La masa recubrió el cuerpo de Rhodas inmovilizando y conteniéndolo con firmeza, mientras un brazo salía desde la masa para golpearlo duro en diferentes puntos de su cuerpo hasta que este acabó por rendirse dejando de responder, cayendo al piso derrotado mientras la masa negra se unía pieza por pieza a un lado recuperando su forma auténtica.
– Ese Mithau es un brujo holgazán… Debería hacer el mismo estas misiones… Todo porque es el jefe. Bueno, con ellos fuera… Solo me falta un par por aniquilar y podré irme a casa. –
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