Guildmaster - 05
Amanecía sobre Tesangrey, sus coloridos tejados empezaban a brillar con la luz del alba mientras la ciudad estaba despertando luego de otra de sus agitadas noches de juerga, fiesta y alcohol. Desde la ventana, Myelittine podía ver borrachos tambalearse en las calles, otros siendo quitados del camino por los guardias, locales y comerciantes ambulantes que iniciaban su jornada, patrullas que cambiaban de turno y aventureros entrando y saliendo del gremio.
La elfa de ojos rojos ya llevaba un par de horas despierta, los elfos no solían necesitar tanto tiempo de sueño como muchas otras especies. Ellos entraban en una especie de meditación profunda durante un par de horas en las que se conectaban a veces con el reino onírico de los sueños. Sin embargo, se decía, que los elfos envidiaban la capacidad de soñar de otras especies.
No pasó mucho tiempo antes de que el joven aventurero, Drake Winterheart despertase. Tenía el cabello azul despeinado con mechones cubriendo su rostro somnoliento, dio un bostezo y se estrujó los ojos para desperezarse. Se pasó la mano por el pelo y se lo quitó de la cara.
Su primera visión, era su compañera elfa sentada en la otra cama, con su habitual expresión de apatía. Él le sonrió, y ella no hizo absolutamente nada.
—Buenos días, Myelittine.
—Buenos días —contestó con su habitual monotonía, de inmediato, Drake se levantó y se lanzó al suelo para hacer flexiones. Myelittine casi estuvo por preguntar que se suponía que hacía, pero decidió no decir nada.
Despues de 200 veloces repeticiones, el joven humano se levantó y empezó a realizar varios ejercicios, estiramientos y prácticas levantando todos sus objetos pesados. Era parte de su rutina para mantener su condición física, la cual era bastante marcada, que era parte esencial de sus habilidades de combate. Un segundo de retraso en un movimiento, no ser más rápido que su oponente, no tener la fuerza, destreza y reflejos necesarios en una situación determinada, y era todo lo que se necesitaba para terminar muerto. Una de las más grandes lecciones aprendidas por sus maestros, su tío Rob, y su padre y mentor Edward.
La elfa lo veía ejercitarse, ella no necesitaba hacer cosas así, sus reflejos naturales era de por si superiores y su fuerza física era ridículamente alta. El único entrenamiento que necesito alguna vez, además de la esgrima, fue como no destrozar todo con sus manos.
—Perfecto —dijo apenas cansado y quitándose el sudor de la frente —. Hora de comenzar el día… Creo que hay una ducha —Myelittine señaló la única puerta que no era una salida —. Gracias.
Una de las características más notorias sobre la posada del Gremio de Gremios, eran sus baños y su sistema de aguas, cada habitación tenía un cuarto de baño propio, y en cada uno había una ducha y una tina. Drake entró primero y tomó un baño, después de él, siguió Myelittine.
Vestidos con sus ropajes, el joven se abrochó el cinturón de la espada que cruzaba su pecho, Myelittine enfundo sus armas en sus cinturones, ajustó su capa negra y ambos salieron recorriendo el pasillo, listos para partir.
Pero primero comieron en la taberna de abajo antes de partir. Una camarera se acercó cuando se sentaron en una de las mesas.
— ¿Qué les sirvió?
— ¿Qué tienes para hoy? —preguntó el.
—Empanadas de papa y queso es una de nuestras especialidades.
—Tráeme de esas entonces.
— ¿Y usted que va a pedir?.
—Fruta. Manzanas —dijo, y aunque la mesera casi creyó que era una broma, el rostro inexpresivo de la elfa de algún modo le indicaba que no era un chiste.
—C-claro
Al poco rato llegaron sus órdenes, un plato con un par de empanadas circulares de trigo, rellenas con puré de papas y queso. Y un cuenco de madera con cinco manzanas rojas.
—Muchas gracias.
Myelittine tomo una manzana y empezó a comer lenta y pausada, sin ninguna prisa. Drake por su parte le echó el diente a la primera, dejando una línea de queso derretido entre su boca y la empanada humeante.
—¡Ah! ¡Que delicia! —dijo antes de devorar la primera y pasar a la segunda rápidamente.
—Ciertamente lo son.
Drake miró hacia un lado, Lucia se sentó con ellos en la mesa, la chica gato tenia unas ojeras algo notorias, se le veía el cansancio y los efectos de la resaca en toda la cara.
—Buenos días, chicos —murmuró la gata con su particular acento —. ¿Bebí demasiado ayer?
Drake soltó un risa por lo bajo.
—Un poco más que mucho —dijo haciendo un símbolo de “pisca” con sus dedos.
—Creo que voy a tener que tomarme una poción de sanación a este paso, ay, mi cabeza —dijo poniéndose la mano en la cabeza —. No me acuerdo de casi nada.
—Te llevamos hasta tu casa y fue todo —contestó el joven aventurero —. Parecía que no podías ir sola.
—Espero no habeos molestado—dijo esbozando una débil sonrisa.
—Para nada —sonrió el de vuelta, la felina se sintió mejor entonces.
— ¿Y, ya tenéis algún trabajillo? —la gata se lamio el dorso de la mano antes de pasarse la pata por la cara, una actitud ciertamente felina.
—No realmente —contestó el humano —. Iremos a la torre al sur de la ciudad de la que nos habló Faith, para encárganos de las arañas.
La gata se sonrojó por completa, entonces a su cabeza empezaron a llegar imágenes fugaces de su noche de juerga anterior. Sobre todo, las muchas insinuaciones que le hizo a Drake. Ella se quedó mirándolo a los ojos un momento, tratando de buscar alguna señal de que sítiense incómodo con ella, pero el joven aventurero no parecía interesado o molesto, aun así, ella no podía evitar sentirse completamente apenada por el bochornoso suceso antes ocurrido.
—Y-ya veo —dijo la gata cubriendo su cara con sus patas, echó mano a su bolsillo lateral y sacó un par de pequeño viales de cristal —. T-tomad, cuidado con el veneno —dijo y salió corriendo, murmurando —. “¡Qué pena, que pena, que pena, que pena joder!”
— ¿Eh? ¿Qué acaba de pasar? —le preguntó a Myelittine, pero la elfa solo se encogió de hombros y dio otro mordisco a su manzana.
…
Los dos aventureros recorriendo la ciudad hasta llegar a la puerta sur, desde la cual, al cruzar el canal, se encontraron directamente con un denso bosque, a diferencia del Bosque de Alfaborg, las hojas de los arboles eran más oscuras, las copas mucho más densas y las sombras aún más oscuras. Razón por la que solían llamar a este lugar, el Bosque de las Sombras, aunque oficialmente era el Bosque de Tesangrey.
—Hacia mucho que no veía este lugar —dijo Drake.
—Es fácil ocultarse aquí —fue todo lo que la elfa contestó.
Drake ya estaba agarrando el ritmo de sus silencios, lo más probable es que no dijera nada más en todo el camino. Antes de seguir, Drake se acercó a uno de los veteranos guardias de la puerta sur.
—Buenos días ¿Sabe dónde queda la torre que hay en este bosque?
El guardia lo vio incrédulo por un par de segundos.
—Claro, pero te advierto que no hay nada interesante allí. Excepto un nido de arañas gigantes —dijo riéndose, su compañero de guardia también se rio —. Está en aquella dirección —dijo señalando hacia un costado del camino —. Ten cuidado allí, hay monstruos en el bosque, y arañas, muchas arañas.
—Está bien —dijo el joven antes de seguir su camino seguido de la elfa.
—Recuerdo una torre que empezó a construirse hace más o menos cien años en aquella dirección —dijo Myelittine.
— ¿Y hasta ahora lo dices? —preguntó con asombro.
—No preguntaste.
Drake se encogió de hombros y la siguió.
Se internaron en el oscuro bosque, caminando en línea recta, Myelittine lo guio entre los arboles de troncos oscuros y la densa oscuridad que los envolvía. Mientras caminaban Drake notó en lo alto, una telaraña bastante más grande de lo habitual.
Era la primera señal de un territorio habitado por arañas, no era su primera vez enfrentando a aquellas criaturas rastreras, durante varios de los trabajos que le encargó su maestro, había enfrentado muchas clases de arañas gigantes, desde las del peligroso camuflaje blanco que vivían en los nevados bosques del nortes, pasando por las grandes tarántulas titánicas que habían en las montañas, las venenosas verdes que se podían encontrar en estos lares, las duras arañas de piedra y las tramposas cazadoras de nido de embudo que podías encontrar en el desierto del sur.
También sabía muy bien que no se podía subestimar a las arañas, y mucho menos a el ejemplar que viva en este bosque, las arañas verdes, ni siquiera las más grandes andaban solas. A diferencia de sus congéneres de menor tamaño, estas vivían en grandes colonias, por lo que atacaban con un número masivo de ellas y una sola mordida podía ser letal.
Un sonido se escuchó sobre ellos, Myelittine no se detuvo en ningún momento, ambos mantuvieron el camino. Drake murmuró por lo bajo para hablar con su compañera.
— ¿Escuchaste eso?
Ella solo asintió sin voltear, y sin dejar de caminar. Otro sonido se escuchó en las copas de los árboles. Las telarañas colgantes se hacían cada vez más frecuentes algunas líneas caían desde arriba, parecía que solo eran telarañas que se habían dañado y que sus tejedoras no se habían molestado en reparar. Pero tanto el joven aventurero como la elfa de ojos rojos sabían que no se trataba de un simple error. Era una de las trampas más básicas que podían hacer aquellas criaturas rastreras.
Aquello hilos eran especialmente pegajosas y tocarlos activaría una reacción en cadena, haciendo que cayesen sobre ti, las más pequeñas. Si tratabas de correr, entenderías lo flexible que resultaba su tela y tratar de córtala sin conocimientos, solo resultaría en perder tu arma.
Las líneas empezaron a hacerse frecuentes y ambos ahora esquivaban las trampas letales, Myelittine en ningún momento paraba de mirar en la dirección hacia la que se dirigían. Hasta que por un mínimo desliz, Drake tocó una telaraña, las copas de los arboles empezaron a sacudirse y empezaron a caer un pequeño grupo de bastardas verdes, pero antes de que tocasen el suelo, Myelittine desenfundó su arma y con su fuerza superior, partió a las arañas y el hilo que Drake había tocado.
—Corre —murmuró casi con una pequeña alteración de pánico.
Myelittine iba en frente, cortando las telas con sablazos ejecutados magistralmente hasta que llegaron hasta un claro desde donde saltó la primera de ellas.
Una araña de coraza verde intenso y negro, con algunos picos en su espalda y varios en su cola, al final de cada pata tenía una larga garra, media casi 1,30 metros de altura y con sus patas delante levantadas, era más que intimidante mostrando sus grandes colmillos llenos de veneno letal. Esta se lanzó hacia Myelittine en un salto directo, una distracción del ataque sorpresa que le caía desde arriba a la guardabosques.
Pero ella tenía varios siglos de experiencia encima, el primer tajo avanzó y partió a la araña verde por la mitad, lanzando sangre negra y pastosa por el suelo, luego en un movimiento, cortó a las caían sobre ella.
Drake atacó con una estocada a una que se lanzó sobre él, el joven dio un paso rápido y enterró la hoja en la cabeza del arácnido, liberó su arma de una patada. Giró y encontró una segunda, y con un tajo cortó su cabeza desde el frente, dejándola pegada al cuerpo, pero dividida en el centro en dos partes.
Las dueñas del bosque empezaron a caer rápidamente sobre ellos, pero ambos aventureros eran hábiles espadachines y entre ambos lograron frenar a la avanzadilla de venenosos insectos. Drake fue el primero en empezar a alejarse del lugar. Myelittine lo guio agarrado de la mano por el bosque a toda velocidad, el joven tuvo que recurrir a la potencia del aura de su cuerpo para poder seguirle el paso, manteniendo una respiración serena y pausada, aun en aquella situación.
Frente a ellos, a mitad del bosque, había un muro de piedra, Drake empezó a moverse hacia un lado, pero la elfa no lo soltó y siguió hacia adelante a toda prisa, empezando a arrastralo.
—Oye ¡Oye! ¡Espera! —pero Myelittine lo ignoró y pateó la pared, despedazándola y enviando trozos a volar por todas partes.
Entonces la elfa se detuvo de súbito, mientras las arañas pasaban por el derribado muro y avanzó hacia la masa de ellas desenfundando su segunda espada.
Con rápidos y amplios movimientos eliminó la primera y la segunda línea de arañas, la fuerza con la que blandía sus armas le permitía atravesar la masa de arácnidos con mucha facilidad, además de su técnica para enfrentar a una gran cantidad de ellas a la vez, le hacía especialmente letal contra esta clase de enemigos que atacaban en masa.
Una tras otra, cayeron ante su hoja, la última murió aplastada bajo su bota. Drake apenas si podía creerlo, una pregunta se cruzaba en su mente ¿Cómo sobrevivió a enfrentarse con ella?
La elfa guio de nuevo por el bosque, dejando tras de sí, cientos de arañas muertas. Drake sin embargo, notó algo particularmente extraño en sus enemigas. El hecho de que muchas no eran solo verdes, tenían secciones grises, algunas parecían tener pequeños fragmentos de corazas.
— ¿Falta mucho para llegar? —preguntó Drake.
Ella negó con la cabeza.
Frente a ellos, a mitad del bosque, encontraron otra sección de una pared derruida, cubierta por una capa de telarañas. Especímenes más pequeños se escondieron mientras pasaban.
Los aventureros rodearon la pared y siguieron su camino hasta encontrar la intensa luz al final, al salir, frente a ellos estaba el torreón del que habían escuchado hablar.
No era simplemente una torre, era todo un puesto de avanzada abandonado, una torre de al menos 15 metros, que se asomaba por encima de los árboles, en su base habían dos instalaciones, una construcción rectangular con un tejado roto lleno de telarañas que seguramente era un almacén, y otro similar al primero, pero la parte de abajo se notaba que era una forja, todo abandonado y cubierto de más telarañas. No muy lejos había un pozo, también con telarañas.
Desde el pozo, se asoman unas patas largas y verdes con garras, una araña bastante más grande que las otras, de 1,50 metros. Esta mantiene la distancia, mientras los aventureros preparan sus armas. Desde el bosque, un gran número de criaturas empezó a emerger, arañas y más arañas. La cantidad de patas era incontable. Realmente era una cantidad impresionante, incluso para aquellas criaturas.
Y la más grande se lanzó contra Drake, pero el aventurero avanzó hacia ella con un tajo hacia arriba, la arácnida, mas ágil, se balanceó y evitó el ataque, Drake conocía ese patrón de ataque, competir en velocidad de reacción con una araña gigante era una mala idea, pero ni ellas mismas eran capaces de retroceder luego de atacar, y eso hizo, Drake en una fracción de segundo, estableció una guardia con la punta del mandoble al frente, y la araña se lanzó para una picadura, pero Drake le atravesó la cabeza con facilidad, giró la hoja y dejó caer a la enorme criatura inerte. Su espada estaba llena de la pastosa sangre oscura de la araña.
Drake y Myelittine empezaron a acercarse a la torre, rodeados por las criaturas, Drake estaba bastante nervioso, Myelittine también, aunque no lo reflejaba en su rostro. Eran demasiadas arañas.
De la puerta de la torre empezaron a salir varias arañas enormes, desde el metro y medio, hasta casi el metro ochenta. Y eran al menos quince.
Los arácnidos no dudaban en lanzase al ataque contra ellos, pero ambos guerreros eran habilidosos y fácilmente eliminaron a las enormes arañas. Drake cortó la pata de una, tajó el abdomen de otra y dejó ciega una tercera.
Myelittine solo las partía por la mitad con los potentes tajos de sus espadas. Las quince murieron, incluyendo otras tantas que atacaron en el frenesí. Ninguno de los dos había sido herido aun por aquellas criaturas.
Y estas en su mayoría, mantenían la distancia, hasta que se escuchó un agudísimo chillido, todas las arañas empezaron a elevarse lo más que sus patas largas les permitían, y se lanzaron todas contra ellos.
—Aquí vienen.
Drake concentró su aura por todo su cuerpo, y su primer tajo abrió limpiamente a la primera, la segunda y la tercera. Myelittine se lanzó hacia la masa con sus ataques raudos y con mucha fuerza, destrozándolas a todas como un molino al trigo.
Eran muchas y perder la concentración significaría la muerte. Una escupió telarañas sobre Myelittine, pero esta la cortó en el aire, y se lanzó contra su atacante con una patada que mandó volando en pedazos, todos los trozos de la cabeza de la araña.
El joven aventurero por su parte, lanzaba amplios movimientos circulares con su mandoble, que se desempeñaba muy bien en espacios abiertos, contra múltiples enemigos. Potenciado con su propia energía aural, cada uno de sus ataques tenía una fuerza devastadora, hasta que apareció una enorme araña saliendo del suelo.
Excavando a través de la tierra, la criatura era una araña de roca, como se les solía llamar por su coraza gris, dura como la roca y que las camuflaban en las cavernas. Tres metros de altura, con un paso, aplastó a una más pequeña frente a ella, haciéndola explotar en un montón de sangre negra.
La araña de roca, que tenía patas más fuertes y duras, atacó lanzando golpes rápidos contra la elfa, pero esta le evitó con un salto hacia atrás.
— ¡Por aquí! —Drake atacó una de sus patas con toda su fuerza, cortándola y desequilibrando a la araña, dando una distracción perfecta para que Myelittine saltara sobre ella.
En sus montones de ojos se reflejó como el acero de la elfa caía sobre ella, atravesando su cabeza con su espada hasta la guarda.
Con sus armas llenas de sangre negra, Myelittine hizo un tajo al aire, limpiándola con simple inercia. Las arañas aun los superaban en gran número, pero habían sido reducidas en su mayoría por aquellos dos.
— ¿Dónde está la madre? —preguntó Drake por lo bajo.
Ambos aventureros retrocedieron hasta estar espalda con espalda.
— ¿Cansado? —preguntó Myelittine, Drake se sorprendió de que ella estuviera preocupada por él.
Respondió con una sonrisa.
—Mejor dicho, emocionado. Vamos a por la matriarca.
Los nidos de arañas gigantes, sin importar su tamaño, siempre estaban liderados por una matriarca. Una araña mucho más grande y vieja que las demás, matarla suponía un desorden en las colonias arácnidas y hacia que se replegaran.
Ambos aventureros avanzaron hacia la puerta de madera de la torre, matando arañas con cada tajo sus espadas, una tras otra, hasta llegar allí. Drake abrió la puerta, se metieron y encontraron a la líder de todas las arañas.
Una mórbida criatura verde brillante de 5 metros de altura, rodeada por todo un intrincado sistema de telarañas que la mantenía suspendida en el aire. La criatura dio un chillido ensordecedor mientras se dejaba caer desde arriba, aterrizó sobre sus ocho patas y disparó desde su abdomen, un chorro de telarañas para separar a ambos aventureros con una densa pared de telarañas.
Drake y Myelittine corrieron hacia la criatura con sus armas listas. Debían ser rápidos, pues en aquel espacio finito, si las arañas de afuera entraban, los atraparían y seria todo.
El humano esquivó un pisotón de su larga pata con gancho, inmediatamente la araña retrocedió, esquivando un tajo de Myelittine por la derecha y disparando un chorro de telarañas contra ella, la elfa hizo un corte por todo el centro, partiendo el chorro, pero sin poder frenar el ataque por completo, siendo pegada de la pared de la torre.
La gran araña lanzó un chorro de veneno de su boca, una característica única de las arañas más grandes. Drake lo esquivó corriendo hacia su derecha y adelante, acercándose cada vez más. Impulsó una zancada potenciada, yendo muy alto y aterrizando sobre la coraza picuda de la araña, sus botas resistieron los pinchazos.
La criatura empezó a retorcerse frenéticamente para quitarse a Drake de encima.
Myelittine se liberó de las telarañas y lo único que vio la criatura antes de perder uno de sus ojos, fue la espada de Myelittine siendo arrojada y perforando en su cara.
Drake dio un grito de guerra y enterró su mandoble en la cabeza de la araña, cuyo caparazón duro detuvo el golpe, aunque fracturado.
La gran araña empezó a revolverse sin control. Pero Myelittine solucionó, con su espada más pesada sostenida con ambas manos, dio una zancada increíble y con un giro en el aire, cortó tres de las cuatro patas del lado derecho.
El joven aventurero concentro su fuerza y su aura en sus brazos, y con un grito de guerra, empezó a presionar su espada con toda su fuerza, mientras la hoja perforaba cada vez más en el cráneo duro del arácnido.
Pero la criatura tenía una última jugada sucia, empezó a escupir chorros de veneno hacia arriba, cegándose a sí misma con su acido digestivo, pero también a Drake y a Myelittine, la elfa, con un una jugada rápida, avanzó por debajo de la araña, y con su espada hacia arriba, abrió la parte inferior de la criatura, rompiendo su boca y dejando caer acido por todo el suelo, parte de su capa se empezó a disolver, pero ella logró quitarse a tiempo. Drake tenía varias quemaduras por acido, el piso de madera del área superior empezó a caer sobre ellos.
Drake mantenía su concentración, la criatura empezó a chillar cuando el acero empezó a alcanzar su masa blanda, el aventurero dio un último grito y cayó de rodillas sobre la araña, perforando las rodillas de su pantalón con las espinas de la coraza arácnida, pero matando finalmente a la criatura, que lanzó un chillido débil y lastimero, antes de caer completamente desplomada.
Un gran trozo de madera, cayó desde arriba, advirtiéndoles de lo que estaba por venir. La elfa soltó su espada y Drake, herido y sintiéndose mal, sentía su cuerpo pesado.
La elfa saltó sobre la criatura y tomó a su compañero entre sus brazos llevándolo con mucha facilidad. Pateó la puerta principal de la torre, derribándola. Las arañas huían a toda prisa, mientras que detrás de ellos, se escuchaba como parte del suelo de la primera plante se desplomaba sobre el cadáver de la gran araña verde.
—Lo hicimos —dijo el aventurero, aguantando el dolor de las quemaduras acidas, parte de su armadura estaban quemadas, también tenía un envenenamiento leve por pincharse con el caparazón venenoso de la araña.
Myelittine asintió. Metió la mano en el bolsillo que Drake tenía bajo su abrigo y sacó uno de los viales que le había dado Lucia. Eran pequeños frascos de poción curativa, económicos, concentrados y prácticos, más aun si conservas el envase.
—Bebe —dijo en elfo
Le hizo beber la poción antes de que fuera muy tarde, eso no curaría su envenenamiento ni sus quemaduras, pero reduciría el dolor y ayudaba a cerrar las heridas.
—Gracias —dijo, recuperando sus fuerzas y sintiéndose un poco mejor.
Ella le ayudó a levantarse, con el brazo de Drake sobre su cuello. Ahora iban de vuelta a la ciudad, para informar de la muerte de las criaturas a Lucia, la felina de la recepción, la cual dijo que les ayudaría.
Ellos no lo sabían, pero detrás de ellos, oculta en el bosque, otra araña de buen tamaño lo veía todo. La criatura se marchó seguida de varias más hasta el pozo, descendieron hasta las cuevas que había por debajo de aquellas tierras, estas llegaron hasta una gran cámara de roca, donde un ojo completamente negro de 1,50 metros la miró, luego otro, y luego más y más, montones de ojos gigantes, parte de una cabeza aun mayor.
Comments for chapter "05"
QUE TE PARECIÓ?
A la chucha, está arañas no son como las de Skyrim, te vienen bien acorazadas las malditas, menos mal que no le tengo fobia a eso. A ver qué seguirá en la grandes aventuras del señor sin papeles Winterhearth.