Guildmaster - 06
Era medio día y el sol estaba en su punto más alto, Myelittine y Drake entraron al concurrido gremio de aventureros y el joven aventurero caminaba con dificultad. Lucia, la recepcionista felina del gremio, estaba atendiendo un par de solicitudes en la recepción del gremio cuando los vio pasar entre la gente, que poco reparaba en ellos, partes de la ropa de Drake estaban dañadas, Myelittine tenía la capa carcomida por el ácido en algunas partes del borde.
— ¡Madre mía! —exclamó la felina, tomó los papeles de solicitud de trabajo que le entregaba un hombre que era probablemente un sirviente de alguna casa rica y los selló rápidamente, inmediatamente se los devolvió con brusquedad —. ¡Muy bien, que tenga buen día! —dijo rápidamente antes de saltar por encima de la mesa para ir hacia ellos, esquivando el mar de piernas con su agilidad gatuna.
—Ah, Lucia —sonrió Drake —. Lo logramos.
Lucia se quedó paralizada un par de segundos al verlos, ambos le parecía completos lunáticos, una que no parecía sentir absolutamente nada por el hecho de que su compañero parecía como si lo hubieran trinchado con lanzas, y otro que aunque estaba claramente herido, seguía pareciendo igual de optimista, como si estuviera ileso.
Apenas pudo contener un grito de frustración.
— ¡¿Estáis dementes?! —dijo, varias personas voltearon a verlos por un momento, pero luego de un rato de silencio, todos volvieron a sus asuntos —. Miraos como habéis vuelto, estáis claramente heridos —dijo mientras caminaba alrededor de ellos, mirando las heridas —. Pero en el nombre de Bastet, que os ha pasado?
—Nos encargamos de la torre —dijo con una sonrisa —. Habían cientos de arañas —dijo haciendo una araña con su mano —. Pero matamos muchísimas, y nos encargamos de su reina. Más tarde ocuparemos la torre, pero necesitamos que nos ayudes con los trámites.
—Claro —dijo sin apartar la mirada de las heridas de Drake —. Pero venid conmigo, parece que os fuerais a desplomar en cualquier momento, estáis hecho polvo.
La gata los guió hasta él una sección contigua del edificio, el ala central, que estaba frente a la taberna, pasaron por un ancho corredor en el que iban y venían muchos aventureros, tantos novatos como veteranos, la intensa luz al final los llevó hasta el exterior en el centro del edificio, una arena de combate para entrenamientos.
La sección era amplia y mientras pasaban, Drake pudo ver una zona de combate, un campo de tiro al blanco y un área más alejada que probablemente era para los magos.
Pasaron por otro corredor más hasta una sala amplia, con varias camas dispuestas a ambos lados de la habitación. Habían muchas personas heridas, algunos con daños menores que estaban siendo atendidos rápidamente por el personal que los trataba con magia o distintos brebajes , hasta algunos que habían perdido extremidades, ojos, o tenían heridas grotescas, infecciones e incluso maldiciones.
Un hombre se acercó a ellos, un hombre humano de cabello corto y canoso, aunque se veía joven, sus ojos parecían ser los de alguien que ha vivido bastante tiempo. Su indumentaria era una túnica blanca con un cinturón que llevaba varios bolsillos con viales, usaba pantalones y botas negras. Era un mago, muchos usuarios usaban hechizos para prolongar su vida y su juventud, era una práctica común, pero también eran conjuros difíciles de dominar, habilidades que solo se podían alcanzar en los límites de una vida humana de estudio e investigación.
—Recepcionista —dijo el hombre al reconocer fácilmente la ropa de Lucia. Su voz tenía un tono levemente cansado —. Heridos, quemaduras por ácido —diagnosticó al instante —. ¿Cuál fue la causa? —preguntó el hechicero.
—Una araña gigante verde —dijo Drake —. De las matriarcas.
—Posible envenenamiento, tomaste una poción contra el veneno ¿Verdad? —dijo, pero no dio tiempo a contestar —. Solo mitigan los efectos, ven aquí.
El mago se acercó al joven y le puso la mano en la frente, la palma del hechicero empezó a brillar por un instante y luego el hechicero rebusco entre sus bolsillos. Pasaba sus dedos por todas las tapas rápidamente y escogió una, aparentemente al azar y la sacó. El vial tenía un líquido verde intenso, se parecía al acido de las arañas.
El hombre entonces tocó el pecho de Drake y un círculo mágico brillo alrededor de su mano. Una energía brillante y blanquecina envolvió a Drake por completo.
—No te muevas.
—E-está bien —murmuró el joven, su cuerpo se sentía ligero y sus extremidades parecía lejanas. Era como estar adormecido, pero a su vez muy despierto. Reconocía la magia que lo rodeaba, un hechizo de curación de heridas.
La luz se dispersó rápidamente y el mago quitó su mano, todas las quemaduras y cortes estaban cerradas, solo quedaban pequeñas marcas blanquecinas de los sitios donde solían haber heridas.
—Eso no es todo —dijo el hechicero dándole el vial —. Bébelo todo, aún hay veneno en tu cuerpo. Este antídoto te ayudara a combatirlo, pero debes reposar. Al menos una semana sin hacer nada demasiado movido ¿Quedó claro? —preguntó con un tono que no admitía replicas.
—Sí. Muchas gracias.
El mago se quedó mirando a Drake, y finalmente sonrió con malicia.
— ¿Cómo que gracias? —extendió la mano —. 500 piezas por el servicio y 100 por las dosis que necesitas.
Lucia se paró entre ambos.
—El abrirá un crédito con el gremio. Yo me encargo del papeleo —dijo mirándole a los ojos, pero con su altura, el hechicero le veía desde arriba con aparente desdén.
—Como quieras —dijo dándole la espalda —. Asegúrense de pagar, no me gusta prestar mis servicios a crédito.
—Imbécil —murmuró la gata —. Vengan.
…
Ya había pasado una hora, Drake y Myelittine almorzaban en la taberna del gremio de gremios, el joven ya empezaba a preocuparse por sus ahorros, aún no habían hecho ningún trabajo por dinero, y aunque tenía bastante, no podía permitirse despilfarrarlo más. Su dinero depositado en el Banco Imperial de Ushadom ya había sido confirmado y el gremio había abierto una cuenta con él, donde mismo también podía recibir los pagos de sus misiones y trabajos.
Claro, el siempre llevaba encima unas cuantas piezas, no todo el mundo aceptaba dinero que no podía ver.
Drake terminó lo último del plato de estofado de verduras que había ordenado, aun así, el mal sabor de la pócima no desaparecía. Era una sustancia realmente amarga y el regusto no se quitaba de su lengua, dándole un sabor poco agradable a su comida.
Myelittine como siempre, escogía comer frutas. Se decía que los elfos eran vegetarianos, pero ese era un mito, si bien, la dieta de los elfos del bosque consistía casi por completo en vegetales, frutas y verduras, no pasaba lo mismo con los elfos de la luz y los elfos oscuros, que si comían muchos platos a base de carne. Siendo los elfos oscuros los que tenían una dieta un tanto rara para cualquiera que no sea uno de ellos, pues aquella raza que prefería la oscuridad, comía insectos de las cavernas, hongos y algas. Quizás esa fuese una de las razones por la que los elfos abisales eran tan resistentes a las enfermedades y toxinas.
—… Debemos dejar todo el lugar limpio —continuó Drake con la conversación que llevaba con su compañera acerca de su próxima sede para su futuro gremio.
Myelittine solo asintió.
—También hay que reconstruir el piso de madera del primer piso… Sera difícil, pero creo que podré hacerlo con tu ayuda.
Myelittine solo asintió.
—Creo que tendré que comprar tablas de madera, también hay que buscar un sendero más seguro hacia la torre…
Myelittine solo asintió.
— ¿Oye, si me estas escuchando? —preguntó mirándola con sospecha, la elfa no reflejaba emociones en su rostro, siempre parecía tener la misma actitud monótona en cualquier situación —. “No la entiendo” —pensó el —. “¿Debería preguntar porque es así?… Creo que mejor no”.
Myelittine terminó de comer su última manzana.
—… Debes reposar —dijo ella.
Drake se quedó callado por unos segundos, tenía planes y tenía prisa, pero ella tenía razón, sin embargo, no podía permitirse a sí mismo perder el tiempo.
—Lo sé, pero cuanto antes terminemos de adecuar el lugar, más fácilmente descansaré. Además, tenemos que evitar que las arañas vuelvan al lugar.
—No volverán. Mataste a la matriarca —dijo con su habitual monotonía —. No vivirás mucho si no escuchas a quienes son más sabios que tú, Drake Winterheart.
No había forma de responder correctamente contra eso, Myelittine tenía razón. Drake se encogió de hombros mientras desviaba la mirada, en ese momento, cayó en cuenta que Myelittine era muchísimo mayor que él.
—Supongo que tienes razón —dijo rascándose la mejilla.
…
Durante la semana siguiente, la pasaron en la posada del gremio de gremios, cada día se descontaba de la cuenta de Drake, recibió la atención de los sanadores del gremio, pese a que no había sido mordido realmente, las púas del exoesqueleto de la araña también tenían pequeñas dosis infecciosas del veneno, que podían ser bastante peligrosas si no eran tratadas adecuadamente.
En dos ocasiones, Drake se negó a tomar la amarga medicina.
— ¡No! Póngale algo, no sé, sabe horrible —dijo, actuando como un niño.
Myelittine, que miraba todo desde un rincón sombrío, no tenía ganas de esperar, tomó el vial con una mano y la quijada de Drake con otra y le abrió la boca, Drake trató de resistirse, pero la presión de Myelittine era similar a ser sostenido por un gigante, ni con su aura potenciada podría zafarse de un agarre de la elfa sin perder la mandíbula en el proceso. A continuación, ella le hizo tragarse el turbio antídoto sin miramientos.
— ¡Estáis loca! ¡Soltadlo, que le vais a partir la quijada! —exclamó Lucia completamente alarmada. Cuando la elfa lo soltó, la felina corrió hacia él, mirando su rostro y despotricando contra Myelittine que solo se limitó a volver al mismo rincón donde estaba
Desde entonces Drake siguió tomando su medicación sin ayuda de la elfa, aun sentía los dedos clavados en su cara.
La semana pasó rápidamente y Drake ya estuvo listo para seguir con su objetivo.
…
Los dos aventureros estaban frente a la torre, las telarañas aun persistían en los alrededor, ya no habían cadáveres de arañas por allí, quizás fueron devorados por las supervivientes.
Alertas y con la mano en la empuñadura de su espada, Drake y Myelittine avanzaron hacia la torre, la puerta seguía hecha pedazos y todo el interior de la estructura estaba sucio, polvoriento, lleno de escombros, telarañas y el cadáver casi seco de la matriarca arácnida.
—Parece que no hay ni una —dijo Drake. Su compañera solo asintió, revisando su entorno con detenimiento —. Al menos las escaleras siguen de pie.
En efecto, los escalones de madera llevaban al casi inexistente primer piso, desde abajo se podía observar el segundo y tercer piso de la torre.
Drake avanzó hacia los escalones y subió con cuidado, cada paso podía ser el último, si la escalera cedía, podía ser fatal para ellos, al menos para él.
El primero piso tenía acceso a la siguiente escalera y varias puertas de madera. Drake caminó hasta la puerta más cercana, sus pasos rechinaban, abrió y encontró una habitación casi vacía, un par de barriles y un intrincado complejo de telarañas, había muchas de las pequeñas arañas comunes.
El joven imaginó que las demás puertas estarían igual y no valía la pena arriesgarse a revisar todas las habitaciones. Entonces volvieron a bajar, a través de una puerta de acceso lateral a la derecha, llegaron hasta el área de la fragua.
En todo el lugar estaba una intrincada y densa telaraña, pero además, había equipo abandonado de herrería. Martillo, mazo, un yunque, pinzas, una fragua que parecía tener años sin ver fuego. Barriles rotos y vacíos estaban repartidos por el suelo. En el techo de la fragua había capullos de telaraña, presas abandonadas por las anteriores moradoras.
Fueron entonces hasta el otro lado, la otra sección era un almacén oscuro, habían algunas fisuras en el techo que permitían entrar pequeños rayos de luz, pero la mayoría estaba completamente a oscuras, sin antorchas no podrían revisar el lugar.
Myelittine ya en su cabeza había pasado de este lugar, requería mucho trabajo y nunca fue alguien de quedarse en un solo lugar. Pero Drake pensaba distinto, todo necesitaba reparaciones, pero con esfuerzo podían hacer de la torre, la sede de su gremio.
Y así se hizo, en los días siguientes, Drake compró materiales para las reparaciones de la planta principal de la torre, quitaron las telarañas, exploraron el almacén, que además tenía un sótano subterráneo, recogieron los escombros, repararon la pared, instalaron una nueva puerta, se deshicieron del cadáver colosal de la enorme araña.
Pero en su quinto día de trabajo arduo, un grupo de personas llegó hasta la torre, por sus ropas eran campesinos, granjeros, aldeanos de algún pueblo cercano. Venían armados con trinchos, pero Drake podía notar que no venían con intenciones hostiles, se acercaron a Myelittine que estaba más cerca de ellos y la elfa los llevó con Drake.
—Buenos días señores ¿En qué puedo ayudarles?
Los campesinos se quedaron mirándolo por un rato.
— ¿Tú fuiste quien mato a Rizz? —preguntó el más viejo de ellos, un hombre que estaba por abandonar la edad madura para entrar a la vejez. Parecía que no había dormido en días.
— ¿Rizz? —preguntó Drake.
—La araña —continuó otro de ellos —. La matrona que vivía aquí.
—Si —contestó Drake —. Fue bastante dura, pero pudimos derribarla.
— ¡Insensato! —exclamó el anciano —. ¡Maldito insensato! —gritó levantando el trincho, pero Myelittine se lo quito de las manos con suma facilidad.
La elfa les lanzó una mirada fulminante y de inmediato comprendieron que lo mejor era que se tranquilizasen. El anciano trató de calmar, mientras, otro de ellos se acercó a Drake.
—La araña que mataste, no era una simple matriarca. Veras, debajo de nosotros hay un extenso sistema de cuevas, donde viven otras arañas. La matriarca que mataste era hija de la araña más antigua, a cambio de no acercarse a nuestra aldea, le entregábamos animales cada mes, pero… Hace algunas noches se sintió un temblor… Nos atacaron, apenas si pudimos defendernos. Es cuestión de tiempo antes de que la gran matriarca de roca salga de su cueva. Entonces nos destruirá a todos.
Drake repasó sus palabras rápidamente. Aquel incidente era sin duda su culpa, una consecuencia inesperada pero de todas maneras era su responsabilidad solucionar, y eso era lo que haría. Le intimidaba pensar en el colosal número de arañas que podían aparecer, pero no dejaría a esa gente a su suerte contra tal amenaza.
—Está bien —dijo, el anciano se le quedó mirando por un segundo —. Nos encargaremos de las arañas.
Todos se callaron por un par de segundos. Aunque el objetivo de ellos para venir hasta aquí era averiguar quien había destruido el frágil tratado que tenían la criatura y reclamarle, no esperaban que esa persona quisiera responsabilizarse por lo sucedido, y menos con la idea de una araña de tamaño colosal implicada. Entonces el viejo empezó a gritar de nuevo.
— ¡¿Qué acaso no oíste?! ¡Es la matriarca de Rizz! ¡Una araña muchísimo más grande y antigua! ¡Nada que no sea un ejército tiene oportunidad contra ella!
— Lo sé —dijo Drake con calma —. Tengo un plan.
…
A la distancia podía verse una columna de humo negro elevarse hacia el cielo azul.
No muy lejos de donde estaban, a unos cuantos kilómetros al sur, quedaba un pueblo. Oficialmente, era parte de la ciudad de Tesangrey, pero estaba tan lejos y recibían tan pocas visitas, que se instauró un alcalde para la localidad, por lo que el pueblo en sí, era prácticamente autónomo.
Sin embargo, la aldea estaba bastante destruida. Defensas improvisadas rodeaban todo el poblado, completamente inútiles contra el ejército de arañas que atacaba por la noche, había telarañas pegadas en las paredes, algunas tenían cadáveres colgados que la gente no había terminado de bajar. Los soldados de la guarnición se veían nerviosos y asustados, sostenían sus armas en todo momento, como si las arañas fueran a aparecer de la nada.
En el lado este del pueblo, ardía una gran hoguera con los cadáveres de los cientos de arácnidos muertos de la noche anterior, la gente apenas si tenía tiempo de descansar, recogiendo escombros y cadáveres, y enterrando a los fallecidos.
Drake y Myelittine llegaron hasta el pueblo a medio día, cargando con una buena cantidad de suministros, cuatro pociones curativas y seis viales de antídoto, un carrete de hilo, cuerdas, clavos de hierro, antorchas y un frasco con un misterioso liquido amarillo intenso, además de unas cuantas raciones de comida para aventureros (pequeños paquetes con comida de larga duración como carne seca, galletas y turrones) y agua.
Al llegar hasta el pueblo, la gente no se fijó en ellos, seguían trabajando cabizbajos, muchos estaban tirados en el suelo, algunos con severas heridas y otros sencillamente se había rendido, el olor pestilente de las arañas quemadas era intenso e invasivo. Se podía palpar la desesperación.
Drake se acercó hasta el puesto de guardia del pueblo, doce guardias de Tesagrey estaban allí, la mayoría descansando, algunos con heridas, pero ninguno de gravedad, pese a que eran pocos y ya estaban algo mayores, los guardias de la ciudad eran aventureros veteranos en su mayoría y eran guerreros curtidos y magos habilidosos, quizás la única razón por la que había sobrevivido al ataque era por estos doce soldados.
El sargento de la unidad, un hombre de cabello blanco y marcadas ojeras purpura, estaba sentado afuera de la caseta de la atalaya, sosteniendo su pesada alabarda, su armadura estaba rayada y con marcas de impacto punzantes y golpes en el pecho, junto a él estaba en el suelo su yelmo, también visiblemente dañado. El aventurero se acercó hasta allá y el hombre subió la mirada.
— ¿Un aventurero? —dijo con tono rasposo y cansado —. ¿Vas de paso muchacho? No hay nada que ver aquí, sigue tu camino.
—Gracias —contestó Drake —. Pero he venido hasta aquí para ayudarlos con su problema con las arañas. Necesito algo de información.
El hombre se quedó mirando al joven de cabello azul con incredulidad.
—Estupidez, propia de la juventud ¿Pretendes morir aquí? —dijo levantándose —. No hay ninguna ayuda que puedas ofrecernos. Vete por dónde has venido y avisa a la guardia de Tesangrey que necesitamos toda la ayuda posible, después de nosotros, estas malditas irán a por la ciudad.
— ¿De dónde han salido las arañas? —preguntó Drake.
— ¡¿Qué no me escuchas?! Te estoy diciendo que salgas de…
— ¿De dónde han salido? —Preguntó de nuevo —. Nos encargaremos de su matriarca.
—De verdad que eres idiota —dijo el aventurero veterano, escupió en el suelo y miró fijamente a Drake, luego tras de él, a la elfa de ojos rojos, la cual no le prestaba atención a la conversación, observaba atentamente el poblado —. Por allá —dijo señalando el noreste del pueblo, hacia los campos extensos —. Encontraras los cráteres allí… Mucha suerte.
—Gracias.
Drake continuó su camino y Myelittine lo siguió en silencio, pasando entre la gente, los aventureros llegaron hasta los campos, el suelo estaba lleno de agujeros pequeños, huellas de las patas del gran número de arañas, la tierra estaba arruinada y varias partes estaban removidas, habían varias zonas quemadas a lo largo, las marcas de las quemaduras eran poco naturales y se notaba que eran hechas por magia, las marcas negras tenían pequeños patrones triangulares que eran parte del conjuro, y por el área de impacto a lo largo, el hechizo más usado fue el de Arco de Fuego, una gran opción para controlar grandes masas de enemigos y restringir su movilidad.
El joven de cabello azul y la elfa de pelo verde llegaron hasta uno de los cráteres, había decenas de agujeros en el suelo excavados de adentro hacia afuera. De aquí era de donde habían salido las malditas arañas y les llevarían hasta el punto de origen de su matriarca.
—Bueno, es momento de adentrarnos ¿Tienes algo que decir? —preguntó Drake a su compañera mientras sacaba dos rollos de cuerda, dos enormes clavos de hierro y un martillo.
—Mantente cerca, no corras riesgos —dijo con monotonía.
—Confió en ti para cuidar mi espalda, a cambio yo protegeré la tuya.
Myelittine solo asintió.
Con los clavos puestos, Drake dejó caer las cuerdas para escalar, sacó una antorcha y con una piedra pedernal encendió el fuego y lo arrojó hacia el agujero. El fuego cayó al menos 7 metros antes de tocar el suelo solido de roca. Un sonido suave y seseante salía del agujero, rítmico y acompasado, parecía una respiración.
Drake sintió un escalofrió recorrer su columna vertebral, pero se tragó sus miedos y tomó la cuerda y empezó a descender, Myelittine hizo lo mismo con la segunda cuerda, en un minuto ya estaban en el piso de la caverna.
Drake tomó un tercer clavo de hierro y con el martillo lo clavó contra la roca solida del suelo, alrededor de él ató la punta del hilo, guardó el carrete en uno de sus bolsillo en un compartimiento específico para ello, era el hilo de salvación, una línea discreta que les indicaba por donde habían pasado y como volver sobre sus pasos, una ayuda más que necesaria a la hora de explorar una caverna o un lugar intrincado y desconocido.
El joven tomó la antorcha y ambos avanzaron en la oscuridad un par de pasos. Myelittine detuvo a Drake al tomarlo del hombro.
—Cuidado —dijo ella en elfico sin pensar.
Más adelante había un escalón natural, un mal paso en uno de ellos y podías caer, fracturarse un brazo era poco comparado con recibir un fuerte impacto en la cabeza, una fractura en la rodilla o una perforación por una estalagmita eran verdaderos peligros en cuevas naturales como esta.
—Estoy agradecido —contestó en su mismo idioma con una sonrisa.
Myelittine no era una experta en moverse en cuevas, pero sus ojos tenía una mejor visión de lo que había adelante, podía ver en la oscuridad mucho más que con el alcance de la antorcha y distinguir diferencias en el terreno.
Sin embargo, Drake sí que sabía moverse en cuevas y sitios así, fue parte de su entrenamiento, y sus ojos, podía ver marcas que dejaban las arañas en las paredes, conocía que dirección habían tomado y las seguiría hasta el centro de su madriguera.
Recorrieron la cueva durante varios minutos, bajando cada vez más en caída de poca profundidad, hasta que en un corredor, Myelittine oyó los pasos de ocho patas que sonaban como un xilófono monótono de roca. La elfa volteó al instante y desenfundó su sable ligero y atravesó la cabeza del que pretendía atacarlos por sorpresa, una araña de roca de metro y medio, una exploradora.
—Estamos cerca — dijo él.
Avanzaron hasta la siguiente cámara, hilos de telaraña cubrían ahora todo a su alrededor, afortunadamente, las arañas de caverna no eran tejedoras de hilos resistentes como sus parientes verdes, en su lugar, cazan activamente con su fuerza y resistencia superior, por lo que podían avanzar sobre el manto de telaraña bajo sus pies.
Un par de chillidos anunciaron una alarma, un par de arañas atacaron desde arriba, pero ambos aventureros desenfundaron sus armas al momento y mataron con facilidad a sus enemigas. Dos arañas más atacaron a Drake por un costado, pero el aventurero sabia como usar un arma pesada y alcance medio como su mandoble en un espacio cerrado.
Con un giro y la espada en posición defensiva a la altura de su cabeza, dio una media estocada y perforó los ojos de la primera, la retiró de una patada y su espada ya esperaba el ataque de la segunda por su derecha, entonces retrocedió y descendió su espada con fuerza en un giro cerrado, cortándole los ojos, sostuvo con ambas manos la empuñadura y le atravesó la cabeza a la araña.
Myelittine por su parte mató a seis atacantes más con apenas esfuerzo de su parte. La caverna se hacía mayor y los ataques más frecuentes. Drake empezó a concentrar su aura para mejorar su fuerza y sus sentidos, pero en una caverna era un poco más difícil, había menos aire respirable.
Hasta que llegaron a la antesala de la morada de la gran araña, a unos buenos 25 metros de profundidad en el suelo, toda la antecámara estaba llena con un colosal número de arañas, todo estaba cubierto de sus telarañas y el lugar era en sí mismo una trampa mortal.
Entonces Drake inició la penúltima parte de su plan, echó mano a su bolso y sacó un frasco con un líquido amarillo, al abrirlo, un olor cítrico e intenso inundó el aire, las arañas chillaron y se detuvieron, manteniendo la distancia. Las arañas de todas las clases detestaban el olor cítrico y este líquido concentrado era un potente repelente de estas criaturas.
— ¡Vamos! —exclamó Drake sacando lo último que traía en uno de sus bolsillos, envuelto en paños, eran 12 cartuchos de pólvora negra amplificada, mediante procesos mágicos, se creaban con esto un explosivo de gran potencia. Bastante costoso y poco usado por su dudosa fiabilidad, era la parte final del plan de Drake.
Se acercaron hasta la saliente de la cámara de la gran araña, cuando un grupo de arañas verdes se pusieron frente a ellos y dispararon varios chorros de veneno, pero Myelittine y Drake esquivaron rápidamente y la elfa avanzó hacia sus enemigas con un tajo amplio de su espada pesada, matándolas con facilidad.
Drake corrió hasta ella y llegó a la saliente para que su antorcha iluminara el espectáculo frente a él, un reflejo de sí mismo en el ojo negro y enorme de la criatura. Una matriarca colosal, Drake encendió los explosivos con su antorcha.
—Hasta nunca —murmuró, chorreando liquido amarillo de su frasco en el paño que envolvía el explosivo y dejándolo allí para que las arañas no se acercaran —. ¡Corre Mellie! —gritó Drake tomándola de la mano y acelerando mientras las arañas hacia lo posible por huir del intenso olor. Drake dejó caer el frasco en la entrada de la cámara y continuaron corriendo mientras seguían el carrete de hilo.
La araña colosal empezó a moverse de su nido, la caverna empezó a temblar, empezaron a caer rocas desde el techo, aplastando unas cuantas arañas que se lanzaban detrás de ellos. Ambos corrían a toda velocidad, Drake potenciado por su aura y Myelittine que de por si era bastante veloz, hasta que llegaron a la salida, ya no se veía luz afuera, solo un cielo negro. Las arañas estaban acercándose cada vez más, no podrían escalar a tiempo, ambos estaban listos para pelear.
Y entonces… Una explosión enorme hizo temblar la cueva y resonó con fuerza a través de todo. Un chillido ensordecedor acalló todos los demás ruidos.
—Sube —le dijo mientras desenfundaba sus espadas.
Las arañas estaban quietas, a la espera de algo.
—No, sube tu primero.
—Iré detrás.
—Ni hablar, yo soy el líder y doy…
Myelittine le tomó de la chaqueta con fuerza y sus ojos se encontraron, de nuevo aquella mirada intimidante que transmitía un miedo terrible a través de quien se cruzase con ella. Drake tragó saliva, prefirió no seguir la discusión, aunque no se sentía bien escapando primero que su compañera.
El humano se soltó del hilo y subió lo más rápido que pudo. Myelittine saltó desde el fondo del agujero con facilidad. Las arañas no venía de vuelta, la gran araña estaba muerta, resultado de una explosión enorme en su cara y del derrumbe de la cueva.
—Lo logramos —dijo Drake algo cansado —. No fue tan difícil.
Ella asintió.
—Bueno, hora de volver al pueblo…
Pero una araña salió de uno de los agujeros, era una de las arañas de roca, y resultaba ser bastante grande, luego vino otra y otra más.
De los cráteres empezaron a brotar grandes cantidades de arañas verdes y de roca.
—Mierda —murmuró Drake antes de que él y Myelittine empezaran a correr a toda prisa, perseguidos por un enorme número de arañas, iban directo hasta el pueblo.
La guardia de la ciudad y los aldeanos había preparado las defensas, básicamente barricadas y ya esperaban un último ataque, pero después de los temblores, vieron aparecer de la oscuridad de los campos al muchacho aventureros y la elfa de ojos rojos, perseguidos por un sinfín de patas.
— ¿Sobrevivió? —el sargento miraba incrédulo, pero reaccionó rápidamente —. ¡Un arco de fuego! ¡Rápido!
Un hechicero parte de la guardia asintió y activó su rueda de conjuros, un circulo de luz apareció en su mano, ocho círculos más pequeños rodeaban al círculo principal, cada uno tenía un símbolo, el mago escogió uno y el aro mágico estalló en luz y se concentró en la punta de su bastón de hierro, describió un arco con su báculo y una gran pared de fuego ardió detrás de Drake y Myelittine, incinerando un gran número de arañas.
Drake y Myelittine se resguardaron tras las barricadas de madera.
— ¡Ballestas! —varios soldados y aldeanos, armados con ballestas empezaron disparar virotes hacia el enemigo.
Las flechas cruzaban en el aire, atravesando las cabezas duras de las arañas de roca, pero eran demasiadas, pronto las arañas rodearon el fuego e incluso algunas saltaban a través de él.
Sin embargo, eran demasiadas, pronto, las criaturas de ocho patas empezaron a saltar las defensas improvisadas y cuando la primera atravesó la vanguardia, el sargento le estampó un golpe de hacha de su colosal alabarda en toda la cabeza.
— ¡Atacad!
Más y más arañas empezaron a saltar la barricada. Los aldeanos, armados la mayoría con trinchos, hachas y otras herramientas, empezaron a repartir golpes, cortes y mandobles contras las arañas, pero estas eran mucho más agiles, sus corazas eran duras y sus armas rebotaban contra sus corazas duras y fácilmente superaron a los defensores sin experiencia en combate, atrapándoles y entre dos y mordiéndolos con sus fatal veneno acido, los gritos de dolor eran desgarradores por solo un par de segundos, antes de que empezaran a vomitar espuma por la boca, las toxinas disolvían fácilmente los órganos internos, matando de una forma inimaginablemente dolorosa.
Sin embargo, cada soldado de Tesangrey luchaba por diez de ellos, una tras otra eran asesinadas ante sus espadas, lanzas y las Flechas de Fuego del mago.
Drake potenciaba sus ataques con su aura, atravesando incluso las acorazadas arañas de roca, una tras otra, golpeaba sin cesar ni un instante, con sus sentidos agudizados al máximo, un error aquí podría ser el último, pero junto a él estaba Myelittine, que con su habitual calma respondía veloz a cada ataque con un sablazo, cada araña que salía a su paso era eliminada fácilmente por sus espadas.
Entre ambos mantenían una línea defensiva, mientras el sargento hacia amplios tajos con su alabarda, matando a varias de un solo ataque, pero desgastándose en el proceso.
Sus otros soldados resguardaban a la población y abrían fuego con sus ballestas de repetición, al acercarse la rajaban con sus espadas, sin embargo, iban cayendo, dos soldados fueron superados y derribados por las arañas, sus gritos de dolor solo encendían mas la ira y la cólera de sus compañeros que peleaban con más brutalidad y desesperación.
Un temblor estremeció el campo de batalla, una enorme piedra cayó cerca de los defensores, un chillido estruendoso resonó en el aire, un par de patas enormes precedieron a las demás, una enorme araña empezó a salir del suelo, sus patas eran altas como árboles, cubiertas por ese caparazón gris y duro como la roca, desde la tierra se elevó con su tamaño titánico, una araña de 25 metros de altura.
Varios aldeanos empezaron a gritar de desesperación ante la colosal criatura.
— ¡No rompan la formación!
La mitad de los ojos de la araña estaban destrozados, y su colmillo derecho estaba despedazado, pero la bestia estaba dispuesta a tomar venganza y arrasar todo a su paso. Cazadora de Wyverns, era como una vez Drake escuchó a su tía Autienml referirse a una araña de tal tamaño.
Myelittine no dejaba de mirar con asombro a la bestia, evaluando si debía o no intentar pelear contra aquella enorme criatura, incluso ella tendría problemas para matarla, aun con sus habilidades. Debía proteger a Drake según su juramento, y llegado el caso lo haría retirarse, incluso a la fuerza.
Pero también quería salvaguardar la vida de las personas del pueblo, Drake había asumido la culpa de todo, pero ella también había matado a la araña y había causado los problemas que había desembocado en aquella enorme criatura. Entonces tenía que hacer algo.
—Espérame aquí —dijo ella mientras avanzaba hacia la araña, sus espadas atravesaron a varias de sus atacantes.
— ¿Qué piensas hacer? ¡Oye! ¡Espera!
Pero Myelittine dio un salto y empezó a caminar rápidamente sobre las cabezas de las arañas a toda velocidad, directo contra la colosal criatura. Sus hojas bajas destajaban velozmente a sus enemigos, finalmente estuvo frente a la criatura.
Se preparó para un salto por unos segundos y salió disparada contra la araña, girando en el aire para cortar dos de sus ojos al tiempo que caía sobre su cabeza.
—“Esta vez no tendré piedad” —pensó con una sonrisa maliciosa formándose en su mente.
La araña empezó a sacudirse causando pequeños temblores y pisando a sus hijos. Myelittine dio una zancada larga atacó su pata derecha con su sable y con toda su fuerza, la hoja abrió la coraza de roca limpiamente, un par de segundos y luego, la pata soltó un chorro de sangre verde antes de soltarse de su sitió cayendo como un enorme pilar de piedra contra el suelo y matando a mas arañas.
La criatura dio un chillido y saltó, Myelittine se sostuvo con fuerza clavando una espada en su coraza hasta la empuñadura. La elfa liberó la hoja con un tajo rompiendo la coraza y exponiendo un buen pedazo de la carne.
Avanzó de nuevo hacia la cabeza, saltó y con giro abrió múltiples heridas profundas en la cabeza de la araña.
Desde la distancia, Drake mantenía el combate pero miraba asombrado como ella sola atacaba con inusitada brutalidad. Cada movimiento que hacía era un ataque, cada herida era severa. La criatura se movía tratando de quitársela de encima.
Myelittine cortó la pata delantera izquierda de un tajo e impulsándose de ella se lanzó contra la otra pata derecha, haciéndola perder equilibrio, mientras ella iba a una velocidad meteórica contra el suelo. Aterrizó dejando una larga línea de tierra abierta.
Varias arañas se lanzaron contra la elfa, pero esta saltó de nuevo hacia la enorme araña, directo hacia su cara. La elfa atravesó su ojo con sus espadas y empezó a destajar corte tras corte con extrema velocidad y violencia, abriéndose paso hacia su cerebro.
Excavando con sus sables con movimientos giratorios imposibles, partió su globo ocular y entró hasta su cráneo. El grito de la criatura era ensordecedor, todas las arañas chillaban a la vez, con las patas delanteras
Myelittine hizo girar su hoja derecha en su mano antes del golpe final. Atravesó la masa encefálica con un golpe de su espada. Hasta el mango, y luego dio un tajo hacia arriba con tal violencia que destrozó gran parte del cráneo con su pura fuerza bruta.
La araña dio un último grito de dolo antes de empezar a caer. Myelittine salió rápidamente llena de sangre y pedazos de masa por todo el cuerpo.
Las arañas gritaban mientras se dispersaban en todas direcciones.
Pero entonces, una lluvia de fuego encendió los campos, desde el bosque, un gran número de soldados de Tesagrey llegaban con un contingente de magos de batalla.
—Justo a tiempo —murmuró uno de los soldados mientras atravesaba la cabeza de una araña con su lanza.
Explosiones de fuego de los Magos de Artillería de Tesangrey destrozaron el enorme número de arañas enemigas con sus poderosas Ráfagas Ardientes, la tierra ardía intensamente y cientos de chillidos se oían por doquier, pequeñas explosiones de los cuerpos de los arácnidos al estallar y el crepitar de las llamas hacían una macabra melodía. El olor era intenso y desagradable, Drake sintió arcadas, pero aguanto las ganas de vomitar.
A mitad de la estampida de arañas y el fuego Myelittine venia de vuelta, llena de suciedad y con su misma expresión vacía y monótona. Drake por su parte no tenía ni palabras. Ya sabía que Myelittine era sobrenaturalmente fuerte, pero esto había demostrado que ella estaba en un nivel completamente distinto.
—Eso fue increíble —fue todo lo que logró decir.
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