Hasta que mi tiempo llegue a cero. - 05
Parte 1.
En ese ambiente carbonizado existía un hombre con una camisa roja a cuadros y unos lentes circulares.
El oscuro e inquietante lugar era alumbrado únicamente por un fuego luminiscente que ardía sin cesar.
De pronto una figura hecha de oscuridad se formó delante del hombre, la figura era extremadamente gigante y densa que era imposible que la luz pueda penetrar el cuerpo de oscuridad, con ojos rojos como el mismo fuego y un hocico con puntiagudos dientes que penetraban los ojos de quien los veía.
Ambas entidades, tanto el hombre como la figura de oscuridad se miraban fijamente, y así permanecieron por segundos.
La mirada del hombre era serena y relajada, por otro lado, la mirada de ese ente que era rabiosa y llena de ira.
Pareciera como si ambos existieran únicamente para ser consumidos por el fuego que había a sus alrededores.
— Oye…
Los oídos del hombre alcanzaron a escuchar algo más a parte de la crepitación que producía el fuego de su entorno.
— ¿Me escuchas?…
Una voz conocida le estaba hablando, preguntándole repetidas veces si la escuchaba, pero él no podía responder, no tenía control sobre su propio cuerpo ni de su propia mente.
— No me dejas otra opción…
— ¡Ahhhg! — Gritó aquel hombre.
— Finalmente despiertas, te dije que hoy abriríamos temprano, así que apártate de la entrada y ve a lavarte la cara para que empieces a atender a los clientes.
— Oye, te dije que nadie va a venir tan temprano sólo para beber algo de cerveza — Dijo Diego mientras estaba en el suelo con una mirada pesimista y con los lentes un poco sueltos de su cara.
Diego había sido tirado de una hamaca por Calíope, quien tenía una cara un poco amargada, Diego al ver esto se levantó y acomodó la hamaca, la cual parecía improvisada ya que ambos extremos estaban amarrados de una muy mala manera con una delgada cuerda.
Diego también se acomodó los lentes que estaban un poco sueltos de su cara, para después llevar su mirada a la parte derecha superior, solo para ver que el temporizador estaba en 16:25.
— ¿Diego estás bien? — Preguntó Calíope quien estaba vestida con una polera manga larga de color negro con una pequeña piedrita de color blanco en su pecho, tenía sus medias negras y su falda oscura, lo único que había variado era la parte superior de su vestimenta.
—Si, creo que iré al baño, si viene alguien me avisas para atenderlo — Respondió Diego mientras caminaba hacia el baño y bostezaba con desgano.
Al llegar se encontró con un pequeño aparato con una boquilla larga y un botón, la primera vez que Diego usó este extraño objeto, no supo mucho lo que era ni para qué servía, pero con ayuda de Calíope entendió que era un grifo y que se debía presionar el botón para que el agua caiga.
Diego se lavó las manos y luego se mojó un poco la cara y su cabello, también agarró un palito con unos pelitos y lo mojó con agua para metérselo a la boca y “cepillarse los dientes”.
Mientras se cepillaba, mentalmente iba pensando y pensando en lo que hizo el día de ayer y el día antes de ayer y así hasta llegar al primer día que llegó a este nuevo mundo.
— Bitácora mental parte número cuatro, llevo cuatro días… Bueno seis mentalmente, y no he avanzado mucho en mi épica y heroica historia, debería salir más si quiero vivir aventuras y ganar un peso relevante en la historia, lo único interesante que hice fue derrotar a Leila, técnicamente no la derroté, pero fui una pieza clave para su caída. Ahora armé una hamaca en la cual puedo dormir tranquilamente, bueno eso es mil veces mejor que dormir en el piso, Calíope se negó rotundamente a subirse en ella y también me gritó por haber agarrado sus sábanas para armar mi hamaca… Dejando eso a un lado, los lentes me han dejado objetivos muy sencillos comparados al primero, armar una hamaca, comprar cerveza y correr cien metros por la mañana, nada que no pueda hacer, lo que si me he dado cuenta es que cada vez que completo el objetivo, el tiempo instantáneamente se reinicia, así que decidí hacerlos por la noche para tener todo el día para hacer el siguiente — Pensaba Diego mientras se cepillaba lentamente los dientes.
— ¿Por qué te demoras tanto? ¿Te estabas masturbando?
Diego se asustó demasiado al darse cuenta de que lo estaban viendo, tanto que gritó muy agudamente como si fuera una niña.
— ¡¿Qué rayos haces?¡ ¡No ves que estoy ocupado! ¡Y no, no me estaba… Tocando!
— ¿Y qué hacías? — Preguntó Calíope con una mirada juzgante.
— P-Pues… ¡Cosas que no puedo decirte!
— Pensando en cosas eróticas.
— ¡Que no! Ya déjame terminar de cepillarme los dientes en paz.
Parte 2.
Detrás de la barra de madera se encontraba Diego, quien sostenía una botella de lo que parecía ser cerveza, él la colocó sobre la barra de madera para después agacharse a y buscar otra de las botellas que se encontraban debajo de él.
— Oye, ¿Quieres ayudarme? Como tú eres la dueña del local, estoy seguro que tú eres la que debería estar haciendo esto, yo solo soy un simple inquilino — Dijo Diego mientras le dirigía la palabra a Calíope.
— Exacto, eres un inquilino y esa es tu forma de pagar tu alquiler.
— Pensé que darte esas diez monedas de oro serían suficientes.
— No, tú dijiste que te ofrecías a pagar el transporte y la compra de las cervezas, yo dije que te dejaría quedarte por unos días, entonces esos días ya se acabaron, ahora te toca pagar de esta forma, además también te estoy cobrando lo que le hiciste a mi sábana.
— ¡En serio esperabas que duerma en el piso todos los días!
— Sí.
— Bueno, ya dejando eso a un lado…
Diego miró hacia el exterior de la calle a través de la puerta de madera que estaba abierta, sólo para encontrarse con un lugar completamente desolado.
— … ¿Por qué la gente no viene a la tienda? Pensé que era por la espantosa comida que hacías, pero ahora me doy cuenta de que la gente no viene para nada.
— Claro que no van a venir, tienen miedo de ser robados o cosas peores.
— ¡Si sabías eso entonces por qué no me dijiste antes para evitar comprar todo esto!
— Porque yo también pensaba igual que tú, pensaba que si había un lugar en donde la gente pueda relajarse entonces vendrían, pero veo que no es así.
— Oye Calíope ¿Por qué hay tanta inseguridad? Desde que llegué… A la región, la gente siempre permanece dentro de sus casas y no salen en lo absoluto.
— ¿Qué dices? ¿Cómo por qué? Sólo la gente que está necesitada de dinero se arriesga a salir a trabajar a las calles, por ejemplo, todas las personas que conducen las carrozas, no salen porque quieran, ellos salen porque realmente no tienen otra opción.
— No respondiste mi pregunta… ¿Por qué hay tanta inseguridad?
— ¡Ahhh! Nunca pensé estarle explicando esto a un tipo con un raro gusto para vestirse. La inseguridad fue causada por los dragones.
— ¿Qué tienen que ver unos dragones con la inseguridad en una ciudad?
— Aparte de raro eres idiota.
— ¡Ya deja de insultarme!
Diego volteó hacia Calíope para gritarle mientras ponía una expresión molesta en su rostro.
— La inseguridad no solo es aquí, es en todo el mundo… Desde que los dragones murieron el mundo no ha sido igual.
— ¿Los dragones murieron? ¿No entiendo en que pudo afectar eso al mundo entero?
— Los dragones tenían una fuerte relación con la magia de los… ¡Ladrón!
— ¿Magia de los ladrones?
— Idiota detrás de ti.
Diego se dio vuelta sólo para ver cómo una extraña sombra negra se llevaba la botella de cerveza que estaba sobre la barra de madera.
— ¡Corre y atrápalo!
— Oye sólo es una botella, tranquila.
— ¡CORRE!
Por la insistencia de Calíope, Diego saltó la barra de madera y casi la quiebra con su peso, pero esto casi no le importó así que salió corriendo de la tienda y miró desesperadamente hacia la derecha e izquierda para ver hacia dónde se fue.
Realmente no fue nada difícil encontrarlo ya que las calles estaban totalmente vacías.
Diego corrió lo más rápido que podía hacia el lado izquierdo de la calle para intentar alcanzar a lo que parecía ser un sujeto vestido completamente de negro, incluso tenía una capucha que cubría su cabeza así que era muy difícil verle la cara.
De pronto el sujeto vestido de negro comenzó a bajar la velocidad, Diego al ver esto quiso correr más rápido, pero sus piernas ya se estaban casando.
El sujeto repentinamente se detuvo y comenzó a tambalearse, Diego sabía que debía aprovechar esta oportunidad para atraparlo, así que dio un salto impulsado y se tiró sobre el sujeto.
Ambos cayeron al suelo, el sujeto por el empujón soltó la botella y ésta se rompió derramando la cerveza en la calle.
— Idiota mira lo que hiciste, si querías una deberías comprar.
— Lo siento realmente no era mi intención, sólo fue un objetivo.
— ¿Objetivo? ¡¿De qué hablas?! — Gritó Diego mientras le intentaba quitar la capucha al sujeto.
El sujeto le dio un pequeño empujón a Diego para quitárselo de encima, para luego él mismo quitarse la capucha.
Al verlo Diego se sorprendió mucho… más de lo que debía.
Pero realmente el sujeto no tenía nada fuera de lo común.
Era un chico delgado con el cabello largo que terminaba en un color blanco decolorado y amarrado con una liga, tenía un pequeño pirsing en su labio inferior, y vestía todo de negro excepto por su calzado que eran unas crocks azules, pero lo que realmente dejó a Diego boquiabierta eran los audífonos que tenía sobre la cabeza.
Eran de color negro con pequeños diseños azules en cada orejera.
¿Cómo alguien en ese mundo podría tener algo así?
Parte 3.
Dentro de la casa se encontraban ellos junto a Calíope.
Diego se encontraba detrás de la barra de madera con una expresión neutra en su rostro, con sus brazos cruzados y con sus ojos mirando de arriba/abajo al sujeto de los audífonos.
El sujeto de los audífonos se encontraba sentado en una de las sillas de madera con una mirada incomoda por la culpa de Diego mientras daba pequeños golpecitos en sus piernas tratando de hacer algo rítmico.
Calíope se encontraba un poco alejada de ambos, para ser exactos se encontraba en la parte más lejos de la cocina con una mentalidad molesta porque pensaba que ahora tendría que soportar a dos tipos en su casa.
— Entonces preguntó: ¿Erick ambos venimos del mismo lugar verdad? — Preguntó al sujeto que al parecer se llamaba Erick.
— Pues eso parece, pensé que sólo estábamos yo y el otro tipo.
— ¿De qué otro tipo hablas?
Al escuchar eso, Diego se enojó un poco por el mero hecho de que haya más gente de su mundo en este, eso le quitó lo especial que él mismo se había otorgado, lo cual fue algo muy inmaduro de su parte.
— Pues, hay otro tipo con un reloj, pero no le tome importancia, además el tipo no tenía sentido del humor, era todo serio y frío.
— Oye, dejando eso a un lado, me dijiste que habías robado la cerveza porque fue un objetivo… ¿T-tú también tienes esos objetivos?
— Pues sí, pero realmente no son la gran cosa, solo reinicié una vez porque no sabía que era obligatorio hacer esas cosas para pasar el día.
— No son la gran cosa…
Diego dijo esas palabras mientras recordaba lo que había vivido hace unos días, inevitablemente un nombre y un rostro vinieron a su mente.
— …L-Leila… — Dijo Diego con sus labios temblorosos.
— ¿Qué cosa dijiste? — Preguntó Erick mientras prestaba atención a la mirada un poco asustada de Diego.
— Nada importante, sólo quería ver qué objetivo me toca el día de hoy.
Diego trató de desviar el tema porque él realmente no quería hablar de eso, ya que le traía recuerdos dolorosos.
Pero al decir eso también se veía obligado a quitarse los lentes lo cual era algo que detestaba mucho.
El día después de la derrota de Leila, Diego asumió que era obligatorio quitarse los lentes para poder ver cual objetivo tenía que realizar, así que comenzó a hacer eso para poder ver cuál era su siguiente objetivo.
Lo primero que sintió al quitarse los lentes era como su respiración se cortaba al mismo tiempo que podía sentir como sus pulmones se contraían de forma brusca, así mismo perdió el control total sobre su cuerpo y sus ojos comenzaron a ver un fuego que se repartía por todo el lugar carbonizándolo todo.
Por unos segundos consiguió el control sobre sus ojos y los dirigió hacia el cristal de los lentes donde se escribía lo siguiente.
Objetivo: Reúnete con el usuario del reloj.
Después de leer eso desesperadamente puso sus lentes en su cara para volver a la normalidad.
— ¿Oye estas bien? Parecía como si te fueses a desmayar o algo así.
La respiración de Diego se volvió agitada, su corazón palpitaba muy fuerte tanto que le comenzó a doler, todo eso se estaba volviendo un poco rutinario para él ya que lo estaba haciendo durante los tres días que permaneció en este mundo.
— O-Oye… ¿Dónde dijiste que estaba ese tipo del reloj? — Preguntó Diego con una voz cansada.
— Pues creo que está a la derecha del todo, en el lugar del fuego o algo así.
— Si siguen hacia la derecha del todo llegarán a la región del fuego.
— ¿Uhm?
La voz de Calíope resonó por el lugar, y ambos voltearon a verla con una un poco sorprendida.
— ¿Región del fuego? ¿De qué hablas? — Preguntó Diego mientras ponía una cara de duda.
— En serio pareces como si fueras de otro mundo, todas las personas saben que hay cinco regiones. Agua, fuego, tierra, aire y la región central.
— ¿Entonces tenemos que ir a la región del fuego? — Preguntó Erick mientras se levantaba de su asiento de madera.
— ¿Tenemos? Pues solo yo tengo que ir — Respondió Diego mientras miraba a Erick.
— Pero no sabes donde esta exactamente, además yo ya cumplí mi objetivo el día de hoy.
— Bueno tienes un buen punto. Calíope nos vamos a la región del fuego.
— Yo tengo que quedarme a atender este lugar, pero si quieres ya te puedes ir. — Dijo Calíope mientras mostraba una sonrisa.
— ¡¿Por qué pareces feliz?! ¡¿Acaso no me quieres tener aquí o qué?!
— Como sea pueden ir caminando apresuradamente para que lleguen hoy mismo.
— ¡Se nota que no me quieres tener aquí! — Dijo Diego mientras veía con una mirada afligida a Calíope.
Erick soltó una pequeña risa mientras escuchaba la conversación de ambos.
— Necesitaremos monedas para el viaje así que me llevaré un par de…
— No.
— ¡¿Entonces cómo vamos a llegar hoy?!
— Esta bien, pero sólo monedas para ida y venida — Dijo Calíope mientras suspiraba.
Parte 4.
Dentro de una pequeña e incómoda carroza tirada por unos caballos con mucha musculatura se encontraban esos dos chicos.
Diego y Erick se encontraban frente a frente en un espacio muy reducido, ambos estaban un poco mareados por el movimiento brusco que producían los trotes de los caballos, pero todo era soportable para ellos.
Desde que se subieron al carruaje no habían cruzado palabras lo cual hacia el viaje un poco más incómodo y tranquilo al mismo tiempo.
Las pocas monedas que estaban en el bolsillo de Diego, junto a su celular eran las únicas pertenencias que llevaba.
Por otro lado, Erick parecía no llevar nada aparte de sus audífonos y su ropa negra con sus crocks azules opaco.
Diego trataba de no ver mucho a Erick para evitar que el viaje se haga más incómodo.
— Carajo, no lo hubiera invitado a este sujeto, si hubiera venido solo esto no sería tan incomodo — Pensó Diego mientras volteaba indirectamente hacia Erick.
— Oye yo vine para guiarte, estoy seguro de que sin mí sería casi imposible que lo encontraras.
—… ¿Qué?…
Diego se quedó sorprendido ya que el sujeto que estaba delante de él literalmente le había leído la mente, Diego no recordaba en ningún momento pensar en voz alta ni susurrar lo que pensaba.
—… Acabas de… Espera, espera ¿Qué acabas de hacer?
— Nada, solo te respondí a lo que pensaste.
— Oye ¿Tú y yo somos del mismo mundo verdad?
— Pues sí, eso creo… ¿Existe la posibilidad de que existan dos realidades de la misma tierra?
— ¿Cómo este tipo puede ser tan friqui? — Pensó Diego mientras al mismo tiempo se dio cuenta de que Erick podía leer su mente.
— ¿En serio me crees un friqui?
Diego comenzó a agitar sus brazos haciendo un pequeño berrinche mientras gritaba molesto.
— ¡Ya deja de leer mi mente eso es muy poco ético!
— Callao lacra.
Diego puso una cara atorrante que iba dirigía hacia Erick quien le había respondido con algo demasiado infantil.
Ambos se volvieron a quedar en silencio, Diego aprovechó esto para verificar cuanto tiempo le quedaba. 13: 39 Era lo que marcaba su temporizador.
Diego pensó que aún le faltaba mucho camino por recorrer y Erick afirmó lo que estaba pensando Diego, lo cual lo molestó porque le estaba leyendo su mente de nuevo.
Pasaron unos minutos cuando Diego repentinamente se dio cuenta de algo.
— Erick ¿Tu podías leer mentes antes de llegar a este mundo o recién cuando llegaste obtuviste esa habilidad?
— A decir verdad, cuando me puse los audífonos no pude quitármelos, después de un rato así me encontré con unos tipos que me querían robar, cuando se me acercaron inconscientemente pude leer sus pensamientos y así logré escapar ¿Por qué lo preguntas?
— Si tu obtuviste poderes eso quiere decir que yo también, lo cual quiere decir que debo tener algún poder relacionado con los ojos o algo así.
— Es cierto, tal vez tengas telequinesis o telepatía.
— Esos son poderes mentales no oculares.
— Ya sabía solo quería saber si tú ya lo sabías , no pienses que soy idiota ni nada por el estilo.
— Tu pareces el típico otaku que sabe todo sobre poderes de fantasía, dime todos los poderes que tengan que ver con los ojos rápido — Dijo Diego mientras chasqueaba los dedos.
— Oye no soy un otaku… Bueno ya no tanto como antes, pero si quieres saber que poderes podrías tener déjame decirte que tienes tres opciones.
Erick comenzó a hacer movimientos raros con las manos y a revolotear su cabello de forma exagerada.
— Numero uno, puedes copiar las habilidades que veas lo cual sería algo extremadamente increíble.
Diego parecía muy emocionado con las cosas que decía Erick y trataba de ponerle toda su atención a cada palabra.
—Número dos, puedes tener una visión extremadamente ágil y podrías ver cosas que otros no pueden.
— Yo quisiera ese poder.
— Número tres, podrías cegar a las personas que mires a los ojos.
— Eso no suena tan cool, pero igual es útil. Déjame probar que poderes tengo, solo quédate quieto y abre los ojos.
— ¡Estas loco! No dejaría que me uses como un conejillo de indias, pídeselo a otra persona.
— Tranquilo no te pasara nada malo… A menos que te desintegre con la mirada.
— Olvídalo, aléjate de mí, no voy a abrir mis ojos hasta que lleguemos a la región de fuego.
— Vamos, será divertido… Bueno para mí lo será, no sé si para ti podría ser mortal, pero ¡hey! hay que intentarlo.
— ¡No ya te dije que te alejes!
— Solo abre tus lindos ojitos por un momento.
Diego comenzaba a acercarse a Erick con una mirada maliciosa mientras movía sus dedos de forma juguetona.
Erick soltó un grito muy fuerte que llamo la atención del conductor del carruaje.
— ¡¿Qué pasa?! ¡¿Por qué hay tanto escandalo?!
Gritó el conductor mientras volteaba a verlos, solo para encontrarlos muy cerca uno del otro.
El conductor al ver esto rápidamente se volteó para dejar de verlos porque le parecía algo muy incómodo.
Diego se dio cuenta de esto y de un salto volvió a su asiento para quedarse completamente inmóvil.
Erick seguía gritando y moviéndose en su asiento de un lado a otro.
— …Oye ya cálmate… — Dijo Diego mientras que con su pie le daba pequeños golpecitos a la pierna derecha de Erick.
Definitivamente eso fue incómodo para todos.
Parte 5.
Después de haberle pagado cuatro monedas de plata y darle una explicación exageradamente innecesaria al conductor del carruaje, Diego y Erick habían llegado a la región del fuego lo cual les había demorado casi cuatro horas de viaje, todo ese tiempo estando sentados los habían dejado exhaustos.
Al llegar lo primero que notó Diego era que una gran parte de la zona estaba rodeada por enormes montañas con un pastizal verdoso en la cima de cada una.
La entrada hacia la región eran unas puertas gigantescas hechas de piedra musgosa las cuales estaban entreabiertas.
Ambos decidieron entrar para cumplir el objetivo de Diego.
— Erick ¿Estás seguro de que ese tipo está aquí? — Preguntó Diego antes de pasar por las puertas.
— Estoy seguro, lo único malo es que él se haya ido a otro lugar.
— ¡Entonces todo esto es en vano!
— Solo es una posibilidad de que se haya ido, lo cual sería un cincuenta/cincuenta.
— Que mi tiempo dependa de la suerte no me alegra en lo absoluto.
Diego se acercó a la gigantesca puerta y vio lo que escondía del otro lado.
Lo que había era una parte de una gigantesca ciudad con decoraciones preciosas.
Cada casa estaba hecha de un color rojizo claro que relucía en el sol, con decorados de flamas en las paredes.
Pero lo que más resaltaba era una especie de tanque de agua elevado que se encontraba por encima de todo, aproximadamente a unos 16 metros de altura, el tanque era de un color parecido a la madera con una línea roja que se situaba en el centro del tanque.
Diego estaba alucinando con lo que estaba viendo, esa era una reacción que no compartía con Erick, ya que él ya había estado aquí antes.
Mientras entraban a la región, Erick comenzó a sentir mucha hambre, lo cual era comprensible ya que no había comido nada desde la mañana.
— ¿Tienes dinero para comprar algo de comida? — Preguntó Erick mientras colocaba sus manos sobre su estómago.
— Si quieres que regresemos caminando hasta la región central, pues , sí tengo dinero.
— Créeme que la comida de aquí lo vale, es inexplicablemente deliciosa.
— ¿Cómo conseguiste probar comida de aquí? No creo que hayas buscado un trabajo y te hayan dado el dinero tan rápido.
— Pues la robe de un restaurante cercano, creo que me quieren golpear por eso.
— ¡¿Todo lo que has conseguido aquí lo robaste o qué?!
— ¡No me juzgues solo porque intenté robarte una botella de cerveza!
— Bueno no importa, ahora te toca guiarme hacia el tipo del reloj, si lo logramos rápido te compraré comida.
— No me trates como si fuese un perro — Dijo Erick mientras se adelantaba y comenzaba a caminar un poco encorvado.
Ambos comenzaron a caminar por las extensas calles las cuales, si estaban llenas de gente, pero las personas parecían mendigas ya que vestían con ropa en muy mal estado.
Erick parecía conocer un poco más el lugar, pero por más que él lo conociera, igualmente era muy difícil encontrar a una sola persona entre la muchedumbre.
Diego comenzó a pensar en ¿Por qué aquí si hay gente por las calles?
En el lugar en donde se encontraba antes, las personas no salían de sus hogares por la inseguridad, pero aquí las personas parecían vivir normalmente.
— Entonces el problema de la inseguridad es solo en esa región — Pensaba Diego mientras ponía su mano en mu mentón para pensar, al a par que le seguía el paso a Erick.
— ¿Qué inseguridad? — Preguntó Erick, quien había escuchado los pensamientos de Diego.
— Nada, solo pienso en la inseguridad que hay en la región central, me sorprende que sea la única región con ese problema.
— Nada de eso, este lugar también es inseguro, solo que las personas parecen afrontar eso. Fíjate con detenimiento en las personas, nadie sale con cosas de valor, solo con ropa sucia para parecer personas sin dinero, así si alguien intenta robarles no le quitaran nada de valor.
— Pensé que la gente seria igual en todo el mundo, no sé porque pensé eso.
— No te culpo, después de todo, cualquier friqui pensaría eso — Dijo Erick mientras volteó hacia Diego para darle una sonrisa burlona.
— Si, tienes razón… ¡Espera, me estas llamando friqui!
Diego aumentó su velocidad para intentar alcanzar a Erick, quien se había puesto a correr como un niño.
Los dos comenzaron a correr e inconscientemente recorrieron más rápido las calles, pero no lo encontraron.
Estuvieron horas buscando y preguntando, pero ninguna persona les hacía caso porque pensaban que posiblemente eran ladrones.
Caminaron y corrieron tanto que finalmente llegó la muerte del sol en un ocaso un tanto sombrío, ninguno de los dos había comido hace horas, tanto Diego como Erick tenían mucha hambre, así que decidieron buscar un restaurante donde conseguir alimento.
En ese momento Diego recordó que Erick se había puesto a hablar de un lugar donde vendían comida muy rica.
Así que después de caminar un poco más, por fin llegaron al restaurante del que tanto hablaba Erick.
El restaurante era un lugar no muy llamativo, ni siquiera tenía algo que indicara que era un restaurante, pero Erick aseguraba que era en ese lugar, sin alguna otra opción ambos decidieron entrar.
Al entrar notaron que el lugar estaba casi vacío, Diego se percató de que Erick se había colocado la capucha de su chompa y bajado la mirada.
Ellos caminaron hacia el lugar en donde se pedía la comida, pero al lado de ese lugar estaban dos personas entadas en una mesa.
Una de esas personas estaba cubriendo su cabeza con una tela verdosa, estaba vestida con traje verde con diseños rojos en su cintura y la otra persona era un hombre tenía un cigarrillo en la mano… ¿Un cigarrillo en la mano?
Diego al darse cuenta de esto rápidamente se acercó al hombre del cigarrillo, quien además de tener un cigarrillo encendido, también tenía un peinado que no concordaba con ese mundo, para ser más precisos tenía cortado los costados de su cabello y la parte superior de esta estaba intacta.
Diego le tocó el hombro y al hacer esto el contador de sus lentes que se encontraba en 5:32 se reinició y volvió 24 horas lo cual confirmó sus dudas, definitivamente ese sujeto del cigarrillo era el usuario del reloj.
Ese sujeto notó que Diego le estaba tocando el hombro, sin nada que decir se levantó de su asiento para ponerse a la altura de Diego.
Él se asustó un poco ya que ese sujeto si imponía respeto.
— Oye… Creo que tú y yo somos… Ya sabes, del mismo mundo — Susurró Diego mientras apartaba su mano del hombre de ese sujeto que al parecer era un hombre de negocios.
El sujeto estaba vestido con una camisa blanca manga larga y sobre ella tenía un chaleco gris verdoso con botones negros, su parte inferior estaba cubierta por un pantalón formal de color negro al igual que sus zapatos lustrados.
El sujeto miró momentáneamente a Diego, para luego apartar su mirada hacia Erick.
— Así que volviste, y ahora con otro más — Habló el sujeto con una voz firme.
— Hola Mikael, pensé que te haría gracia verme de nuevo — Dijo Erick mientras forzaba una sonrisa.
— Me sentí en paz cuanto te fuiste.
— Eso no fue muy chistoso de tu parte.
Diego percató que el ambiente se había puesto un poco tenso, así que retrocedió para ponerse más cerca de Erick.
— Mikael no te pongas así, traje a este chico, él es el usuario de los lentes, no estas feliz de encontrar a alguien más que venga de donde venimos nosotros.
— Terminé, ¿nos vamos? — Habló una voz femenina, al parecer esa voz era de la persona que tenía su cabeza cubierta por una tela verdosa, ella al voltear su cara dejó ver su rostro, su piel parecía suave mientras que sus ojos naranjas parecían como dos cuarzos citrinos y su cabello era de un vigoroso color naranja rojizo.
— Hola Zelmira ¿Cómo estás? — Saludó Erick a la chica con la tela verdosa.
La chica que se cubría con la tela al parecer se llamaba Zelmira, ella le respondió con una sonrisa mientras se levantaba de su asiento y se puso al lado del hombre que se llamaba Mikael.
— Mikael ¿Nos vamos? — Le dijo Zelmira al hombre que tenía a su lado.
— Solo déjame aclarar algunas cosas y nos vamos. Ustedes dos, por favor sígame al baño de caballeros.
Sin nada más que decir Mikael se metió en una puerta que estaba al lado de la recepción donde se pedía la comida.
Diego y Erick se quedaron mirándose el uno al otro por unos segundos, porque lo que había dicho Mikael les había tomado de sorpresa, pero después de un momento ellos también entraron por esa puerta.
Al entrar vieron un lugar con unos baldes en cada esquina, lo cual se podría tomar como urinarios, en el centro de todo estaba él, esperándolos con una mirada serena y sin decir nada.
— ¿De qué querías que habláramos? Debe ser algo importante si quisiste que nos alejáramos de Zelmira — Habló Erick mientras se acercaba a Mikael.
— No quiero hablar mucho, solo quiero saber ¿Por qué están aquí?
— Estamos aquí porque él tenía que verte ¿Verdad Diego?
— E-Este sí, tenía que verte porque así lo dijo mis lentes.
— ¿Tú también estas maldito por esos objetivos?
— ¿Malditos? ¿A qué te refieres? — Preguntó Diego con un tono un poco asustado.
— No me refiero a nada, no creo que hayas pasado lo mismo que yo.
Al escuchar eso, instantáneamente la mente de Diego volvió en el tiempo solo para recordar un resentimiento profundo hacia una persona.
— Tienes razón, yo no pasé por lo que tu pasaste… Pero tú tampoco pasaste por lo que yo pasé — Dijo Diego con un poco de ego en sus palabras.
— Sabes lo que se siente ser… — Las palabras de Diego fueron cortadas por Mikael quien comenzó a hablar con un tono distante.
— Si no me van a aportar nada, entonces me largo. Si quieren seguirme, pues bien, tengo un lugar donde dormir y un pequeño trabajo donde gano dinero, si no me van a seguir pues no vuelvan… Ya no quiero relacionarme con personas que no me convienen — Habló Mikael mientras se retiraba del lugar dejándolos solos.
— Oye está bien, te seguiremos, pero primero… — Erick comenzó a hablarle a Mikael quien estaba a punto de cerrar la puerta.
— … Por favor espéranos porque queremos comer algo.
Mikael se esperaba algo un poco más serio, pero las estúpidas palabras de Erick le causaron una leve sonrisa.
— Cinco minutos, coman rápido o nos vamos.
Parte 6.
Con la puesta del sol todos salieron del restaurante, aunque ninguno comió hasta llenarse, pero igualmente estaban bien con lo que habían comido.
Diego aún había quedado con un poco de hambre, así que se había llevado un poco de la carne que había comido, la cual tenía un aspecto normal o muy parecida a la carne de su otro mundo.
Diego se estaba manchando las manos y las mejillas con los jugos que estaban saliendo de la carne, pero esto no le importaba mucho, él sólo disfrutaba de su comida.
_ Oye Erick tenías razón, la comida de ese lugar es deliciosa, llevo días sin comer algo tan rico como esto — Dijo Diego mientras se acercaba a Erick, quien iba al lado de los sujetos que habían conocido dentro del restaurante.
— Ya lo sé, solo estas repitiendo la palabra delicioso en tu mente — Le respondió Erick.
— Oye Mikael ¿Cuánto falta para llegar? Es que me duelen las piernas — Preguntó Diego mientras masticaba la carne.
— Primero que nada, no me hables con la boca llena y segundo, pues ya falta muy poco.
Mientras iban caminando a través de la gente, un sonido diferente llegó a los oídos de Diego, ese sonido era ¿Un ladrido?
Pero era un ladrido vago y sin potencia que decaía y se dispersaba por el lugar.
Diego instintivamente volteó su cabeza, solo para ver a un lobo.
Era un poco pequeño a como él se los imaginaba, tenía un pelaje blanco como la nieve que estaba sucio con tierra, sus ojos negros estaban un poco decaídos.
Con una mirada triste el pequeño lobo se quedó mirando fijamente a Diego, pero realmente no lo estaba viendo a él, sino que el lobo se concentró en la carne que Diego tenía entre manos.
Diego se quedó quiero mirando fijamente al lobo, los demás se percataron de que Diego se había detenido así que sucesivamente también se detuvieron.
Diego por un momento trató de partir la carne con sus manos, lo cual no le dio un resultado muy satisfactorio, ya que la carne estaba un poco dura para ser parida por sus manos.
—¿En serio trataste de partir la carne solo para quedarte con la mitad? — Dijo Erick mientras veía a Diego con decepción.
— ¡Tu cállate! — Exclamó Diego mientras desistía de partir la carne.
Diego se acercó hacia el lobo con cuidado, extendió un poco la carne con su mano para dársela al pequeño lobo.
El lobo abrió su hocico para darle una gran mordida a la carne y casi arrancarle la mano a Diego.
— ¡Puta madre! Lobo de mierda — Insultó Diego al lobo mientras se alejaba de él.
Todos se comenzaron a reír de Diego de forma exagerada.
— ¡¿De qué se ríen?! ¡Ese animal casi me arranca la mano! — Gritó Diego mientras se agarraba su mano.
— ¿Qué esperabas si le das carne a un lobo? Eres lo máximo en serio — Dijo Mikael mientras se reía de Diego.
Diego miró con desprecio al lobo quien seguía devorando la carne.
Parte 7.
— Bitácora mental parte cinco… Bueno siete, el supuesto lugar donde íbamos a dormir, terminó siento en un callejón detrás de un basurero, mil veces hubiera preferido dormir en mi hamaca. Realmente no pasó mucho, solo que ese lobo me siguió un rato más y creo que se quedó a dormir cerca de nosotros, cree que le voy a dar más comida o algo así. Con respecto a Mikael, él me cae mal y creo que yo también a él, Erick es pasable, aunque a veces hace chistes horribles y me daría vergüenza que los haga cuando hay más gente — Pensaba Diego mientras caminaba por la ciudad al lado de Erick, Mikael y Zelmira.
— Oye mis chistes no son malos, solo que tú no tienes un buen sentido del humor, y además quien tiene una bitácora de lo que hace en su día a día— Dijo Erick molesto.
— ¡Ya te dije que dejes de leer mi mente! ¡¿Por qué no lees la mente de Mikael en vez de la mía?!
— Erick, si tu imaginas hacer eso y te mato — Dijo Mikael con una voz molesta que iba dirigía a Erick.
— Pero yo en ningún momento dije que iba a hacer eso.
— Ya cálmense, parecen niños pequeños — Habló Zelmira para calmarlos a todos.
— Mikael es muy inmaduro de tu parte molestarte por eso.
— … Si… Lo siento.
— Erick ya deja de leer los pensamientos de Diego
— Pero… Está bien — Dijo Erick un poco molesto.
Diego se puso delante de todos y con una sonrisa traviesa dijo.
— Ya vez Erick, deja de leer mi pensamiento, o no querrás molestar a Zelmira.
— Y tú, deja de pensar cosas — Dijo Zelmira quien veía directamente a Diego.
—cómo me pides eso, es como si me pidieras que…
Algo había pasado, Diego detuvo sus palabras por algo.
— ¿Ustedes lo sintieron? — Preguntó Diego quien firmaba sus pies al suelo.
— Yo no sentí nada — Respondió Zelmira.
— F-Fue como una pequeña vibración, pero ya pasó…
— Ahora si sentí eso.
Un pequeño temblor asustó a todos, incluyendo a los habitantes.
Los habitantes de la región del fuego comenzaron a gritar y a correr desesperadamente.
— ¿Qué mierda es eso? ¡¿Qué es eso?! — Gritó Mikael mientras miraba hacia arriba.
Diego lentamente alzó su cabeza, por alguna razón sentía un miedo por todo su cuerpo, sus dedos temblaron un poco y al ver lo que estaba arriba se paralizo.
Unas gigantescas manos que agarraban las montañas que rodeaban la región.
Repentinamente se asomó algo más, lo que parecía ser un rostro animal cubierto por un pelaje marrón oscuro, con colmillos afilados que podrían destrozar piedras con un solo mordisco, junto a sus ojos completamente negros y unos cuernos sobre su cabeza.
Aquella bestia rugió tan fuerte que asordó a todos los presentes y con apoyar su peso contra la montaña, ésta se derrumbó por completo.
Justo en ese momento, comenzó la destrucción de la región del fuego…
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