Hasta que mi tiempo llegue a cero. - 07
Parte 1.
Después de haber caminado por varios minutos, tanto Diego, Erick, Mikael y Zelmira se encontraban muy exhaustos, y el ruido que hacían las personas de alrededor era algo muy estresante, pero para Diego esto era una señal de que aún todos seguían tranquilos.
Por otro lado, las personas que se encontraban alrededor de ellos de vez en cuando volteaban a verlos de reojo, porque la vestimenta de ellos los distinguía de los demás, quienes sólo llevaban unos harapos sucios y manchados.
— Oye Mikael ¿Estas seguro que sabes dónde queda ese lugar donde esta el rey de esta región? — Preguntó Diego, quien tenía su cara llena de sudor.
— Ya estamos cerca del palacio real, debes aprenderte un poco más esta zona, tienes que orientarte por la torre central, desde ese lugar parten los puntos importantes de la región.
— ¿Torre central? ¿Te refieres a esa cosa que parece un contenedor de agua en las alturas? — Preguntó Diego quien volteaba hacia atrás para poder observar una estructura gigante hecha de madera.
— Ese “contener de agua” al que te refieres, es la reserva de fuego que queda en esta parte del mundo — Respondió Mikael mientras inconscientemente volteaba hacia Zelmira.
— ¿Esta parte del mundo? ¿Y la magia de fuego? ¿O también es rara como la de la magia del aire?
— Ya nadie tiene la habilidad de usar magia de fuego… Por eso dependemos de la reserva de fuego — Respondió Zelmira.
Diego por un momento se quedó viéndola con una cara confundida, ya que él recordaba haberla visto a ella usando magia de fuego, incluso recordó que una llamarada de fuego voló en el aire cuando ella…
Diego sacudió su cabeza para tratar de dejar de pensar en eso.
Repentinamente Diego sintió que una mano tocó su hombro, y al voltear hacia atrás notó que era la mano de Erick, quien le hizo una señal con su mano para que caminaran más lento que Mikael y Zelmira.
Diego en ese momento trató de controlar sus pensamientos para no darle una información errónea a Erick.
— ¿Qué paso Erick? ¿Por qué me detienes? — Preguntó Diego mientras intentaba mantener su tono de voz calmado.
— Dime… ¿Qué pasó realmente con nosotros? Sabes perfectamente que leí tus pensamientos, así que no puedes ocultarme cosas por mucho tiempo.
Diego comenzó a caminar de una forma lenta y bajó su tono de voz para evitar que las personas que están a sus alrededores pudieran escucharlos.
—Cuando yo dije lo que pasó, dije lo que realmente importa, y los otros detalles no tienen importancia.
— Si tu volviste a este punto, ¿Qué pasó con Mikael y yo? Nosotros también debimos volver y recordar todo, además si nosotros te abandonamos, tu no actúas molesto, sino pareces… Arrepentido y triste.
— Por favor, no comiences a desconfiar en mí, si tienes dudas de que te este mintiendo, entonces solo espera hasta mañana al medio día y veras que no estoy mintiendo.
— ¿Y si estas mintiendo? Además ¿Por qué una bestia atacaría este lugar tan repentinamente?
— No estoy mintiendo, y no sé por qué ese monstro haría eso, sólo sé que va a pasar y listo… Por favor confía en mí, porque yo si confiaría en tí si estuvieras en mi lugar.
—Está bien, confiaré ciegamente en ti Diego, sólo espero que no hagas nada raro… Pero si esa cosa no llega a aparecer, entonces va a ver problemas para tí— Dijo Erick mientras suspiraba.
— ¡Apúrense, ya casi llegamos! — Exclamó Mikael quien había notado que ellos se habían quedado atrás.
Diego, al escuchar las palabras completamente serias de Erick tragó un poco de saliva, pero no tenía por qué preocuparse ya que después de todo, él sabía perfectamente lo que pasaría.
Parte 2.
— ¿Y ahora qué? Ya llegamos hasta aquí y esos sujetos no nos dejan pasar — Dijo Diego mientras se apartaba de unos hombres armados de pies a cabeza con una armadura de metal.
Esos hombres con armadura se encontraban custodiando unas puertas de roble gigantes de lo que parecía ser un palacio glamuroso con deleitantes torres en cada extremo.
Ese lugar era lo más resaltante de su alrededor, ya que las simples casas de los extremos eran opacadas por la magnitud de aquel palacio de un color rojizo con banderas llenas de diseños flameantes.
— Te dije que no sería nada sencillo hablar con alguien de tan alto estatus social — Dijo Mikael mientras se juntaba con los demás.
— Creo que no le dimos una buena primera impresión a esos sujetos — Habló Zelmira mientras los volteaba a ver.
— Y más con lo que dijo Erick — Dijo Diego mientras volteaba hacia Erick con una mirada juzgante.
— Yo solo trataba de imponer respeto — Dijo Erick mientras cruzaba sus brazos.
— Decir “Óiganme par de idiotas déjennos pasar porque somos héroes” No fue imponer respeto — Dijo Diego mientras juzgaba a Erick con la mirada.
— Se nota que ustedes no saben persuadir a las personas, solo denme menos de un minuto y haré que nos permitan la entrada — Dijo Mikael mientras sacudía muy lentamente su cabeza.
Todos le respondieron con silencio por la falta de confianza que le tenían, pero realmente era lo único que podían hacer.
Mikel muy confiadamente comenzó a acercarse, sacó las manos de su bolsillo y momentáneamente le dio un vistazo a su reloj.
— Bueno caballero: buenas tardes, quisiera disculparme por la inoportuna impresión que tuvieron de nosotros, lo que pasa es que estábamos un poco alterados por la información que sabemos.
Los guardias que estaban custodiando la puerta ni se inmutaron ante las palabras que soltaba Mikael, pero a él poco le importaba si no le hacían caso y continuó hablando.
— Quisiera un poco de su atención con lo que voy a decir, el día de mañana algo atacará esta región, si me preguntan cómo sé esto sólo déjenme decirles que avistamos a esa cosa y calculamos su llegada el día de mañana.
— Sin evidencias de un posible avistamiento sus palabras no tienen peso alguno — Habló finalmente el guardia de la izquierda con una voz firme.
Mikael inevitablemente sacó una débil sonrisa mientras se propuso continuar hablando.
— Tienen toda la razón… Pero si lo que yo llego a decir realmente es cierto entonces todo el peso de la destrucción, las vidas que puedan llegar a perderse o la vida de sus familiares que lleguen a perderse, todo ese peso mental caerá sobre ustedes, porque ustedes pueden llegar a evitar esto, nosotros no podemos, pero ustedes si pueden y sólo tienen que abrir una puerta.
— Pero si ustedes resultan ser infiltrados de los protectores del dragón y llegan a matar al rey, entonces eso sería responsabilidad nuestra — Dijo el guardia que se encontraba en la derecha de la puerta.
Mikael se quedó en silencio por unos pocos segundos, tratando de pensar en formular las palabras asertivas para terminar de convencer a los guardias que custodiaban la entrada al palacio.
— Claro, como sería muy inteligente de nuestra parte entrar a un palacio repleto de guardias para intentar matar a un rey — Dijo Mikael de forma sarcástica mientras movía sus cejas.
La guarida de la izquierda movió un poco su arma la cual era una lanza y la acercó un poco a Mikel, él cual le respondió lo siguiente.
— Miren, déjennos entrar, si quieren revísennos de arriba/abajo, también si aún desconfían de nosotros que uno de ustedes nos escolte hasta donde esta el rey, y si aun así siguen desconfiando de nosotros, pues amárrenos las manos y así nos dejan completamente indefensos.
— Pero los protectores del dragón… — El guardia de la derecha intentó hablar, pero sus palabras fueron cortadas por Mikael quien alzó un poco la voz.
— Si yo fuera alguien con poderes… Den por hecho que no estarían aquí hablando conmigo así de fácil.
Las palabras amenazantes junto con la mirada afilada que soltó Mikael hicieron que ambos guardias se pusieran un poco nerviosos, para que después de unos segundos bajaran sus armas y sacaran unas cuerdas de su cinturón.
— Todos acerquen sus manos, van a ser escoltados hacia el rey con las manos atadas para que no intenten hacer nada — Exclamó el hombre de la derecha mientras agarraba las manos de Mikael y comenzaba a atarlas.
Mikael volteó hacia los demás y con una pequeña sonrisa le dice.
— Les dije que solo me demoraría un minuto.
— De hecho, fue un minuto y catorce segundos — Dijo Erick mientras apartaba la mirada de Mikael.
Diego, Zelmira y Erick se acercaron hacia los guardias para ser arrestados y así poder entrar al palacio de la región del fuego.
Parte 3.
Todos entraron al palacio acompañados por uno de los guardias, quien les había atado las manos para evitar que ellos hagan algo contra el rey de la región del fuego.
Al entrar lo primero que se encontraron fue con un piso de loseta de un color blanco hueso, lo cual hizo que Diego tenga malos recuerdos, las paredes de los costados estaban adornadas con arcos que tenían una especie de oro rodeando los bordes y el techo estaba adorando por candelabros colgantes que parecían témpanos de hielo.
A la lejanía del elegante corredor se podía ver un trono dorado con una alfombra roja que caía a los pies de quien estaba sentado sobre el trono.
Pero desde lo lejos se podía ver un bulto humano que permanecía esperando en su trono.
La persona de avanzada edad que descansaba sobre ese trono definitivamente era el rey, quien vagamente levantó la mirada para ver quién se acercaba a él.
Mikael hizo lo mismo, mientras estaba atado de manos levantó su mirada con firmeza y tratando de caminar lo más erguido posible.
Mikael tomó un paso más rápido que los demás para ponerse delante de todos y acercarse mas al rey, quien al verlo se sentó de una forma dominante.
El rey tenia una capa de lana de un color rojo oscuro con pequeñas piedras preciosas en los bordes, con una túnica negra con bordados blancos, Diego al ver su túnica rápidamente lo asimiló con la que usaban los guardias de la región central.
El rey con su mano derecha acomodó la delgada corona de oro que reposaba sobre su cabello pelirrojo oscuro.
— ¿Quiénes son ellos? ¿Y por qué están con las manos amarradas? — Preguntó el rey.
El guardia de armadura reluciente que estaba detrás de todos se puso de rodillas ante las palabras del rey.
— Estas personas quieren hablar son usted sobre un posible peligro que se acerca a la región mi señor.
Zelmira con su pie golpea débilmente a Diego y Erick para darles la señal de que ellos también se arrodillen, entonces, rápidamente captaron el mensaje que quería dar Zelmira, Diego puso su rodilla contra la alfombra roja y bajó un poco la cabeza para hacer una señal de reverencia, Erick por otro lado se puso de cunclillas chocando su trasero contra la alfombra.
Mikael volteó momentáneamente hacia atrás para verlos a todos con la mirada hacia el suelo, pero él simplemente bajó la mirada y dijo.
— Hemos avistado una amenaza, una bestia para ser más específicos, con una dirección hacia la región, calculamos su llegada para el día de mañana al mediodía.
El rey tocó su mentón para luego pensar por unos breves segundos en lo que había escuchado de ese hombre con un chaleco verde opaco.
— Lo que dices es muy poco probable que pase, las montañas que rodean la región evitan que cualquier bestia del exterior pueda entrar.
— ¡Pero esa bestia va a derrumbar la montaña! … — Exclamó Diego quien se había parado bruscamente y alzado la voz.
— Si aquella bestia que ustedes dicen llega a derramar la montaña, lo cual es muy poco probable, ¿Por qué lo haría? Si las bestias sólo actúan de forma agresiva cuando las atacan, entonces no tendría ningún motivo para destruir la montaña — Dijo el rey mientras miraba fijamente a Diego.
— ¡Pero, aun así, sin que la ataquemos o provoquemos, esa bestia va a destruir la región! ¡Por lo menos trate de evacuar a las personas! — Dijo Diego quien levantaba su tono de voz.
— Estas afirmando todo, como si supieras o tramaras el ataque… Desafortunadamente no puedo alertar a las personas de un posible ataque, eso sólo infundiría el pánico en los habitantes de la región.
— ¡Espere!… ¿Q-Qué pasaría si todo lo que digo se hace realidad? ¿Acaso u-usted se hará responsable por las vidas que se pierdan? — Dijo Diego mientras tartamudeaba por el miedo al rechazo del rey de no aceptar evacuar a las personas.
Mikael volteó a ver a Diego con una mirada molesta, ya que Diego había usado el mismo argumento que usó Mikael para convencer a los guardias para que les dejaran entrar al palacio.
— Bien, digamos que todo lo que ustedes me están diciendo realmente llega a pasar, entonces ¿Qué estarían ganando con decirme esa información? Porque por lo que puedo notar por sus vestimentas, ustedes no son de esta región, así que díganme la verdadera razón por la que están aquí.
— No hay otra razón para estar aquí, sólo vinimos hasta aquí para alertarle sobre esto y pedir su ayuda, pero ahora que veo que usted no nos cree… No hay razón para seguir aquí — Dijo Mikael mientras volteaba su cuerpo hacia la salida.
— Espera, por favor espera, encarcélenos — Habló Diego mientras veía con desesperación hacia el rey.
— ¿Qué estás diciendo chico?
— Encarcélenos hasta el día de mañana, y si esa cosa no llega a venir entonces encarcélenos de por vida.
— Oye no creo que funcione así el todo o nada — Dijo Erick quien también se había levantado.
— No llego a entender la razón por la que quieres que los encarcelen si no han hecho nada malo — Dijo el rey con un poco de duda.
— ¿Qué cree usted? Me estoy jugando mi libertad por ayudar a la región, ¿Cree que haría esto si estuviera mintiendo? ¡No! Estoy haciendo esto porque estoy seguro de lo que va a pasar — Dijo Diego quien cambiaba su mirada de desesperación por una de determinación total.
El rey se levantó de su trono y caminó por la alfombra para ponerse delante de todos.
— Por favor todos levántense — Habló el rey quien se refería a Zelmira y el guardia que aún seguían de rodillas.
— Quiero que los lleves a una buena habitación a cada uno.
El rey al decir esto, unas chicas con uniformes de sirvienta salieron de las puestas que se encontraban en ambos extremos del elegante pasillo.
— E-Espera dijo que podías encarcelarnos hasta mañana, no que nos dieran un lugar en donde dormir — Dijo Diego quien parecía un poco sorprendido por las palabras del rey.
— Sólo un demente se jugaría su libertad, y por lo que veo ninguno de ustedes esta demente, así que les permitiré quedarse en el palacio hasta mañana, le diré a los guardias que rodeen todo el perímetro de la región y que se distribuyan por equipos para que nos avisen de un posible avistamiento de esa bestia del exterior, pueden estar tranquilo por ahora, pero si mañana esa bestia no llega… Ya saben lo que pasará.
El rey extendió su mano para estrecharlas con cada uno, pero al notar que sus manos aún seguían atadas se sintió un poco estúpido.
— Lo siento por que tengas que hacer todo esto para intentar ayudarnos — Dijo el rey mientras que al a par hacia unas señales con sus dedos para que el guardia los desatara.
Al estar desatados cada uno comenzó a mover sus muñecas, las cuales tenían señas rojas por la cuerda.
Ahora sí, el rey levantó su mano y la extendió primero hacia Diego, él al ver esto avergonzadamente levantó su mano para darle un apretón de manos al rey.
— Como pueden ver, soy el rey de la región del fuego, soy el rey Farengel.
— ¿Acaso tu nombre es temperatura o algo así? — Dijo Erick en un tono de broma.
Mikael rápidamente utilizó su codo para golpear a Erick en el abdomen y hacer que se callara.
Parte 4.
Sentado sobre una cama con sabanas blancas se encontraba Diego, quien parecía pensativo por las cosas que había hecho, al llevar su mirada hacia la parte derecha de sus lentes notó que este marcaba 20:17. El hecho de tener más tiempo lo hacía poner más ansioso, por alguna razón él quería que lo que tenga que pasar sucediera ahora, porque él sabía que para el día de mañana seguramente ya no sería tan valiente.
— ¿Qué tengo que hacer ahora? Y ¿Por qué me siento tan ansioso?… Puede ser porque tengo miedo, si, definitivamente es por eso, pero ¿A qué le tengo miedo? A esa cosa o a lo que me pueda pasar a mí.
Diego chupó amargamente sus labios para luego poner sus manos sobre sus mejillas y masajearlas suavemente.
— Ya no quiero quedarme aquí.
Diego se levantó de la cama y comenzó a dar vueltas por la habitación vacía, mientras que su mirada estaba clavada al suelo de loseta.}
— Carajo, tengo que salir de aquí.
Después de decir eso, Diego se acercó a la puerta y la abrió con fuerza, para después caminar por un corredor lleno de cuadros sobre dragones y flores rojas.
Diego comenzó a caminar por el corredor de forma intranquila sin algún propósito.
— ¿Dónde demonios está el baño?
Diego estaba apreciando las paredes del pasillo, pero no encontraba ninguna puerta donde pudiese encontrar algún baño.
De repente a la lejanía del pasillo se podía ver una sombra vestía de rojo incandescente, la figura parecía estar frente a un balcón donde se podía apreciar la belleza de la luna que bañaba a esa figura con su fulgor.
Diego se acercó a esa persona vestida de rojo, sólo para darse cuenta que era una mujer.
Al acercarse con más detenimiento pudo verla mejor, lo que parecía ser un vestido resultó ser su largo cabello de un hermoso color rojo que llegaba hasta sus muslos.
— Oye ¿Sabes donde hay algún baño por aquí? — Preguntó Diego mientras posaba su mano sobre su cintura.
La mujer volteó hacia Diego dejando ver su vestimenta blanca con roja, su ropa parecía de alta calidad, tenía un gran escote y la cintura con lo que parecía ser una faja que estaba muy pegada a su cuerpo, para después dejar caer una gran falda de casi tocaba el piso.
— ¿Quién eres? — Preguntó aquella mujer.
Ella volteó a mirar hacia Diego, con unos lindos ojos carmesí, lo primero que sintió Diego al verla a los ojos fue un sentimiento de ternura y encanto al mismo tiempo.
Su voz, su cuerpo, su cabello y su cara eran extremadamente perfectas, tanto como para dejar perdidamente enamorado a cualquier hombre, y Diego se dio cuenta de esto, él sabía que comenzaría a actuar como un idiota si no se controlaba, así que trató de reprimir sus intenciones y sólo se detuvo a preguntar lo necesario.
— H-Hola… Este, yo soy un invitado del rey, y… ¿Tú?
— Yo soy la hija del rey, mi padre no me ha dicho nada sobre invitados, así que si no me dices quién eres llamaré inmediatamente a los guardias para que te ejecuten.
Diego se quedó completamente callado por las cosas que había dicho esa chica, rápidamente compendió que era una chica mimada por su padre y desechó rápidamente todo lo que había sentido antes.
— Oye tu padre nos… Ofreció quedarnos aquí hasta mañana, así que como huésped quisiera un poco de respeto, además sólo te quería preguntar dónde está el baño.
— No tengo ninguna obligación de decirte nada, así que por favor retírate de mi vista, ya arruinaste un momento perfecto de relajación.
— Oye mocosa si yo me voy a ir es porque yo quiero y no porque tú me lo dices.
— ¿Me estas llamando mocosa? ¿Sabes cuantos años tengo?
— No lo sé y no me interesa, solo dime dónde está el baño y me largo, tengo demasiado en que pensar.
— Ya te dije que no estoy en la obligación de decirte…
— ¿Qué esta pasando? — Preguntó una voz diferente a la de ellos.
Al voltear hacia la voz se dieron cuenta de que era el rey, quien estaba detrás de Diego.
— P-Padre ¿Qué paso? — Dijo la mujer con un tono de voz diferente.
— Esmeralda, este chico junto a otras personas dormirán esta noche en el palacio, mañana ocurrirá… Algo importante y quiero que ellos estén aquí ¿Te opones a ello? — Habló el rey mientras levantaba una ceja.
— No padre en lo absoluto, mas bien, me retiro para no interrumpirlos.
En cuanto la chica que al parecer se nombraba “Esmeralda” Dijo eso, se retiró del lugar pasando al lado de Diego, él vagamente volteó a verla, pero sin darle mucha importancia.
— Me disculpo por eso, yo solo quería ir al baño — Dijo Diego mientras se dirigía hacia el rey.
— No tienes que disculparte, pero hay algo que quiero hablar seriamente con alguno de ustedes tres, y ya que tú estás aquí hablaré contigo.
Después de hablar eso, el rey guio a Diego por el pasillo, hasta llegar a su final donde se encontraban unas escaleras que bajaban hacia el primer piso del palacio.
Ambos entraron a una especie de habitación un poco menos decorada, que al igual que el pasillo, estaba decorada con retratos de dragones y algunas espadas colgando de las paredes.
— Sabes muchacho, quería hablar contigo sobre algo que me di cuenta desde que se arrodillaron delante de mí.
— A qué se refiere, pensé que nos había dejado quedarnos por lo que le dijimos de la bestia.
— Si… La bestia, oye no creo lo que me estás diciendo sea real, es imposible que un animal que pueda destruir toda una región nos atacara sin motivo alguno.
— Entonces ¿Por qué nos dejó quedarnos? — Preguntó Diego mientras levantaba una ceja por la duda.
— Es una historia un poco enredada, pero tengo que contártela para que entiendas.
— Este tipo se va a poner a hablar y yo aquí a punto de ensuciar mis pantalones — Pensó Diego mientras fingía hacerle caso al rey.
— ¿Conoces a los dragones verdad?
Esa pregunta tomó por sorpresa a Diego, quien en un inicio pensó responder con que, si conocía al dragón del aire, pero instantáneamente prefirió quedarse callado, porque recordó que la ultima persona que habló sobre ese dragón fue Leila.
— Como veo que no sabes de lo que hablo, pues déjame contarte que son los dragones. Ellos eran seres legendarios que crearon todo lo que tenemos ahora, para ser mas específicos eran cuatro dragones que se dividían en los cuatro elementos principales, agua, tierra, fuego y aire.
— Disculpe, pero ¿Por qué me está contando esto?
— Tranquilo, ya llegará la parte que te compete, básicamente esos dragones nos crearon y les dieron una milésima de su poder a algunas personas, pero por razones que aún no comprendo… Un humano mató a tres de los dragones, sólo dejando vivo al dragón de aire.
— ¿Un humano mató a los dragones? ¿Quién sería tan despiadado como para matar a las cosas que lo crearon?
— Mi abuelo… — Dijo el rey con un tono un poco melancólico.
— Oh… Lo siento, no lo dije con esa intención.
— No te disculpes, no eres la primera persona que habla mal de él, el punto es que, al matarlos, todo el poder de los dragones se retuvo en el cuerpo de mi abuelo por años, luego de eso tuvo un hijo, y ese hijo heredó un porcentaje del poder de los dragones, y luego ese hijo me tuvo a mí y yo también herede una milésima de todo ese poder, y también la capacidad de poder detectar la presencia de los dragones… O eso me dijo mi padre, porque nunca sentí nada de algún dragón… Hasta hoy.
— ¿Qué?
Todo lo que decía el rey era difícil de comprender para Diego, después de unos segundos de silencio, la mente de Diego terminó de comprender y analizar por completo todo lo que le habían dicho.
— ¿Usted puede sentir a los dragones en nosotros? — Preguntó Diego mientras que con su mirada confundida miraba al rey.
— Si o tal vez no, solo estoy confundido de lo que sentí, pero lo sentí, algo raro dentro de ustedes tres… Quizás solo me este confundiendo, pero necesito que se queden aquí.
— Pero mañana… No sé si seguiremos aquí.
— El día de mañana ocurrirá lo que tenga que ocurrir, pero si no ocurre lamentablemente tendrán que quedarse aquí hasta que descubra que es lo que sentí dentro de cada uno de ustedes.
— Tenga por seguro que mañana vendrá esa cosa, puede que suene muy malo de mi parte decirlo, pero es lo que sucederá majestad — Dijo Diego mientras extendía su mano hacia el rey.
El rey estrechó la mano de Diego y con una leve sonrisa en su rostro le dijo.
— Ya te dijo, soy Farengel… Emidiall Farengel.
—Sé que estoy arruinando el momento, pero en serio necesito…
— El baño está al otro lado de tu habitación, tiene una puerta con una manija dorada, ve rápido antes de que ensucies mi piso.
— Gracias, ¡mi vejiga se lo agradece! — Exclamó Diego, quien salió corriendo hacia el baño.
Parte 5.
La refrescante mañana saludaba a todos con un gentil viento que pasaba por todos los cuerpos, y más porque todos se encontraban en altura.
Diego, Erick, Mikael, Zelmira y el rey se encontraban sobre una torre hecha con madera y concreto, la altura de la torre no era mucha, pero si lo suficiente como para que Erick sienta vértigo al intentar asomarse al borde.
— Entonces ¿Ahora sólo debemos esperar la aparición de la bestia? — Preguntó el rey mientas tomba asiento en la única banqueta que había en la torre.
— Pues sí, exactamente cuando mi tiempo marque seis horas es que aparecerá la bestia — Respondió Diego mientras tocaba sus lentes.
— No llegué a preguntarles, pero ¿Qué son esas cosas que tienen cada uno? — Preguntó nuevamente el rey.
— Son artefactos increíblemente poderosos de héroes legendarios que nos otorga poderes únicos en el mundo — Dijo Erick mientras dejaba lucir una sonrisa.
— Friqui — Pensó Diego mientras apartaba la mirada de Erick.
Al apartar la mirada, Diego notó que Mikael y Zelmira se encontraban un poco alejados de ellos, parecían que estaban entablando una conversación, Diego intentó no hacerles caso, pero su curiosidad nuevamente fue mas fuerte e hizo que se acercara un poco a ellos para tratar de espiar su conversación.
— ¿Por qué no me explicas por qué tienes tanta confianza en lo que dice ese chico? — Preguntaba Zelmira mientras intentaba bajar su tono de voz.
— Le tengo confianza porque… Entiendo lo que esta diciendo, entiendo lo que se sentiría hablarles a las demás personas, tratar de alertarles de algo y que nadie te crea… Por eso quiero darle ese voto de confianza — Habló Mikael mientras agarraba las manos de Zelmira.
Diego se avergonzó un poco por las cosas que decía Mikael, pero en el fondo él sabía Mikael decía la verdad, y para evitar que ellos se molesten, decidió dejar de escucharlos y darles privacidad.
Ahora que no tenía nada que hacer, sólo le quedaba esperar, así que llevó su mirada hacia la parte superior de sus lentes para ver cuánto tiempo le quedaba, y se sorprendió de una mala manera al notar que su temporizador marcaba 6:27.
— ¡TODOS PREPARENSE! ¡YA CASI ES LA HORA! — Gritó Diego mientras agitaba sus brazos para hacer llamar la atención de los demás guardias que se encontraban sobre las montañas que rodeaban la región.
Todos los guardias al oír el grito de Diego se pusieron a recargar sus ballestas y sus arcos para estar listos para recibir a la bestia.
— ¡DENTRO DE POCO ESTAREMOS VIENDO CÓMO LA BESTIA SE APROXIMA, ASÍ QUE ESTÉN ATENTOS PARA ATACAR! — Gritó nuevamente Diego para alertar a todos los guardias.
— Idiota no grites tan fuerte, podrías alertar a las personas y causar pánico — Dijo Mikael.
— El joven Mikael tiene razón, por favor trata de no causar tanto alboroto — Habló el rey, quien se había puesto a favor de Mikael.
— Lo siento, en que necesitaba avisarles a los guardias para que puedan atacar — Habló Diego quien trataba de excusarse por sus actos descuidados.
Repentinamente una idea llegó a la mente de Diego, él metió su mano a su bolsillo y sacó un rollo de papel que al parecer era dinero, pero eso no era lo que Diego estaba buscando, sino que él quería sacar su celular.
El rey se quedó muy confundido al ver el celular de Diego y se quedó observándolo con atención para ver su funcionamiento.
Diego presionó el botón de su celular esperando a que este prendiera, ya que desde que Diego había llegado a este mundo, su celular había permanecido apagado porque él sabia que no lo utilizaría, así que posiblemente su celular aun tenga carga para prender.
Al hacerlo, Diego se dio cuenta que su celular aun contaba con la mitad de su batería, lo cual lo puso contento.
— ¿Qué piensas hacer con ese artefacto? — Preguntó el rey mientras veía a Diego de forma confundida.
— Este artefacto nos dirá cuando la bestia esté cerca — Respondió Diego mientras presionaba el táctil de su celular.
— ¿Acaso es una nueva aplicación? La rastreadora de bestias 2.0 o algo así — Habló Erick mientras veía a Diego.
— Creo que este no es momentos para hacer bromas Erick — Dijo Mikael con una voz seria hacia Erick.
— Lo siento, solo que hacer bromas en momentos tensos me tranquiliza un poco — Dijo Erick con una voz apenada.
— ¡Ya está! Con esto no tendré necesidad de hablar para que los guardias se preparen — Exclamó Diego mientras miraba hacia la pantalla de su celular.
— Puedes explicarme lo que hiciste, porque no llego a entender — Habló Mikael, quien veía con duda hacia Diego.
— Básicamente puse una alarma que suene en veinticinco minutos, así el sonido de la alarma alertará a los guardias sin necesidad de que los pobladores sepan de lo que se trata.
Diego le subió todo el volumen a su celular y lo mantuvo en su mano para escuchar cuando la alarma suene.
— Farengel, disculpe que lo esté cuestionando, pero ¿no hubiese sido más fácil que evacuemos a todos los pobladores en vez de arriesgarlos a esto? — Preguntó Mikael mientras trataba de dirigirse con respeto hacia el rey.
— Lamento decirles que no puedo evacuar a todas las personas del pueblo por algo de lo que no estoy seguro de si ocurrirá o no.
— Ahora que lo pienso don usted ni siquiera parece asustado o preocupado de la bestia que llegará — Habló Erick mientras se dirigía al rey con muy poco respeto.
— No estoy asustado, porque con mis años de vida, con todo lo que he visto o he vivido, pocas cosas llegan a asustarme, además de los conocimientos que tengo sobre el mundo me dan la suficiente confianza para saber que lo que están diciendo es muy poco probable que suceda.
— No parece tan anciano como para decir eso, no tienes canas ni una gran barba — Dijo Erick quien comparaba al rey con los sabios que se presentan en las películas.
— No es necesario aparentar sabiduría para tenerla, no es necesario vivir mil años para saberlo todo y tu edad no es necesaria para medir tu madurez.
— Eso fue muy sabio de tu parte, lo cual es bueno para un rey ya que te ayuda a dirigir mejor toda una región entera — Dijo Erick mientras admiraba al rey.
— Yo no dirijo a la región, sólo la sustento con las necesidades necesarias para que los pobladores vivan cómodos.
Tanto Erick como el rey Farengel tuvieron una amena charla sobre la economía de la región, lo cual tomó por sorpresa a Diego, porque Erick no parecía de las personas que pudiese mantener una charla de tal complejidad.
Diego dejó eso a un lado y miró momentáneamente su celular esperando con nervios la llegada de la bestia.
Su convicción parecía estar lista para verla de nuevo sin caer en el miedo, ya que se él había preparado mentalmente durante la noche.
Y así esperó y esperó a su llegada…
Hasta que en un parpadeo pasó el tiempo.
Diego miró una última vez el tiempo que marcaba sus lentes, y se dio cuenta de que faltaban unos segundos para que el tiempo marque 6:00 exacto.
Diego apretó su celular para no sentirse tan nervioso, inconscientemente una pequeña gota de sudor que caía por su frente delató su preocupación.
Y…
El celular sonó…
El celular sonó demasiado fuerte que tomó por sorpresa a todos asustándolos, el sonido se dispersó por toda la zona, por unos segundos todo el ruido que provenía de la región acalló para escuchar el sonido del celular.
Los guardias se pusieron de pie y comenzaron a apuntar hacia delante con sus ballestas, algunos guardias parecían asustados por lo que llegue a pasar.
La gente de la región del fuego se preguntaba de donde provenía ese sonido ya que nunca lo habían escuchado, algunas personas comenzaron a gritar “¿Qué es eso?” Mientras que gritaban molestos.
El rey también se preguntaba mentalmente por el extraño sonido que emitía el celular.
El sonido siguió y siguió hasta que ya no dio más y se detuvo, pero no había señal de la bestia.
— ¡¡SIGAN ALERTAS, AUN NO LLEGA¡¡— Gritó Diego mientras guardaba su celular.
— ¡Todas las tropas en guardia! — Gritó el rey quien acompañaba a Diego para alertar a los guardias.
El rey Farengel esperó por diez segundos más para esperar la aparición de la bestia, pero ni en esos diez segundos hubo algún indicio de la bestia, ni un primer avistamiento y ninguna señal de que esa cosa apareciera.
El rey se comenzó a decepcionar de las palabras de Diego y se llenó de dudas, por la falta de rastros de la bestia.
— ¿Qu-Qué está pasando? — Se preguntó Diego al darse cuenta de que esa bestia no llegaría.
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