Hasta que mi tiempo llegue a cero. - 10
Parte 1.
El hecho de respirar, tocar o pensar se sentía raro para Diego, quien mantenía sus ojos cerrados y los dejó abrir lentamente, ante sus pensamientos confusos las ideas del pasado volvieron de golpe a su cerebro causándole un cosquilleo leve.
— Ok, ok, ok, por favor cállense un momento, ya tengo la idea perfecta, sólo me faltaría ponerla en acción — Habló Diego mientras miraba a las personas de su alrededor.
Erick, Mikael y Zelmira voltearon a verlo confundido, porque Diego de golpe había cambiado su actitud.
— ¿Qué te pasa? Comenzaste a actuar raro de la nada — Preguntó Erick mientras se acercaba a Diego.
— Ya sé, estoy actuando raro, pero todo tiene una explicación, por favor síganme al baño — Respondió Diego mientras se metía a la puerta del baño.
Mikael y Erick se miraron confundidos el uno al otro, pero sin pensarlo mucho entraron al baño junto a Diego.
— Oye Erick ¿Qué le pasa a este chico? Parece que está igual de loco que tú — Preguntó Mikael mientras apuntaba a Erick con su dedo.
— No sé qué le pasó, hace un momento era… «normal» — Respondió Erick mientras hacia unas comillas con sus dedos.
— ¡Por favor préstenme atención! Bueno, se que estarán confundidos por lo que pasó, pero déjenme darles una breve explicación… Esta vez será la verdad. Acabo de regresar en el tiempo por los lentes que tengo, el caso es que no puedo pasar mi objetivo y ustedes tampoco, y el obstáculo que nos lo impide es muy, muy MUY grande, así que requiero de su ayuda y solo de su ayuda para detenerlo — Habló Diego mientras trataba de resumir todo lo que había pasado últimamente.
— ¿A qué te estás refiriendo con un obstáculo muy grande? — Preguntó Mikael.
— Una bestia grande y peluda… Eso suena extraño.
Erick inevitablemente soltó una risa por las malas elecciones de palabras que había elegido Diego.
— Como decía… Una bestia que devastará toda esta región el día de mañana, no podemos pedirle ayuda al rey o alguna persona externa, créanme ya lo intenté y no funcionó — Terminó de Hablar Diego al a par que juntaba sus manos y esperaba a que ellos le creyeran.
— Tengo una pregunta que se que no va al caso, pero ¿Qué intento es este para ti? — Preguntó Erick.
— Bueno… Creo que… Es el cuarto intento — Respondió Diego.
— ¿Y porque nosotros no recordamos nada de eso? ¿Por qué solo tú lo recuerdas? — Preguntó Mikael mientras discretamente agarraba su reloj dorado.
— Eso no lo sé, no tengo la más mínima idea de eso, solo sé que quiero acabar con todo esto — Le respondió Diego.
— No tenemos razones para creerte, pero en un caso hipotético, si no podemos pedir ayuda al rey, ni a personas externas… ¿Qué tenemos que hacer? — Preguntó nuevamente Mikael.
— Bueno… Tengo un plan, aunque no lo crean, hay personas… Hay cosas que me han dado esperanza e ideas para no rendirme, y quiero demostrar que necesitamos de nadie mas que de nosotros mismos para superar nuestro objetivo — Habló Diego mientras sonreía con determinación.
— Esa frase fue muy… Friqui — Dijo Erick.
— Si, tienes razón, soy un friqui, un simple friqui con amigos friquis que van a salvar toda una región — Dijo Diego mientras se llenaba de determinación.
— Disculpen, pero ¿Qué significa friqui? — Preguntó Mikael.
— No es nada malo mi estimado friqui — Dijo Erick mientras se refería a Mikael de forma burlona.
— ¡Ya!… Quitando las preguntas innecesarias, dime niño, ¿Cuál es tu plan? — Preguntó Mikael mientras se alejaba de Erick.
— Ok, escuchen bien lo que van a hacer…
Parte 2.
La última pieza del rompecabezas estaba frente a Diego todo este tiempo, y su nombre era Zelmira.
Él sabía que ella podía crear fuego con sus manos, lo cual indicaba que ella usaba magia de fuego, lo cual lo llevó a la conclusión de quemar a la bestia… Pero no sabía de dónde sacar una fuente de combustible tan grande como para quemar a la gigantesca bestia.
Diego no sabía cómo hacerlo…
— ¿Y si utilizas la reserva de fuego que está ahí arriba? — Habló Erick mientras apuntaba hacia el cielo donde se encontraba una gigantesca estructura de madera que contenía un material altamente inflamable.
Diego se percató que Erick estaba leyendo sus pensamientos sin que él se de cuenta, lo cual, en vez de molestarlo le alegró demasiado, ya que Erick le había dado un punto clave para llevar su plan en acción.
— ¿Para qué piensan usar las reservas de fuego? — Preguntó Zelmira quien curiosamente llevaba un trozo de carne en su mano derecha.
— Esa cosa que esta arriba son reservas de fuego, lo cual quiere decir que es un material que se quema con facilidad ¿Verdad? — Preguntó Diego quien esperaba con ansias la respuesta de Zelmira.
— La verdad es que no lo tengo muy claro, durante toda mi vida, nunca utilizaron esa cosa, así que no podría responderte… Pero si su mismo nombre dice reserva de fuego, eso quiere decir que se debe quemar con facilidad… ¿O no? — Respondió Zelmira con una voz indecisa que intranquilizaba a Diego.
— Entonces eso quiere decir que vamos a arriesgar nuestra vida y la de todas las personas de esta región a la suerte ¿En eso recae tu plan? — Preguntó Mikael un poco molesto.
— Pues si — Respondió Diego de forma calmada.
— No puedo creer que seas el idiota al que tengo que seguir y confiar mi vida — Dijo Mikael mientras se ponía una mano sobre su cara.
— Como sea, Diego ya pasaron como cinco minutos y seguimos caminando por las calles en vez de posicionarnos para poner el plan en acción… ¿Qué estamos buscando exactamente? — Preguntó Erick.
— Estamos buscando mi esperanza — Respondió Diego mientras volteaba a ver a Erick con una sonrisa.
— Tu esperanza ¿Eso que tiene que ver con el plan para salvar a la región? — Preguntó Erick un poco enojado.
— Tiene mucho que ver, porque sin esa esperanza… Yo ya me hubiera rendido — Respondió Diego, mientras que a la distancia podía observar un bulto blanco que resaltaba de las demás cosas.
Al apreciarlo mejor, pudo ver que ese bulto tenía un hocico con un par de ojos negros, una esponjosa cola y unas orejas levantadas.
Diego lentamente se acercó y con unas señas le dijo a Zelmira que le entregara el pedazo de carne.
Con el jugoso trozo de carne en su mano, Diego llamó la atención del lobo, el cual se acercó lentamente hacia él.
Diego colocó la carne en el suelo y se alejó un poco para esperar que el lobo se la coma.
Diego tenía un miedo constante de que el lobo no confiase en él y se aleje, ya que toda su esperanza había recaído sobre ese animal.
Lentamente Diego llevó su mano cubierta por los jugos de la carne hacia el hocico del lobo para que este lo lamiera.
Con su confianza ciega, Diego arriesgó su mano a merced del lobo. No Diego ahora arriesgó su mano a merced de su propia esperanza.
…
— ¿Se supone que esto debe ser emotivo?… Porque es raro y… Un poco incómodo — Dijo Erick mientras miraba con cara rara a Diego.
Después de terminarse toda la carne, el lobo levantó su mirada hacia Diego, él hizo lo mismo y bajó su mirada hacia el lobo.
Ambos cruzaron miradas, y dentro de ambos un cálido sentimiento se formaba, Diego tenía todas sus esperanzas en el lobo, solo faltaba que el lobo las acepte. Y como si el lobo entendiera las emociones de Diego, lamió la palma de su mano, en señal de confianza.
— Hola pequeño, me llamo Diego… Diego Beiler, un gusto en volverte a conocer — Dijo Diego mientras le sonreía al lobo.
Erick se comenzó a reír progresivamente, haciendo que Diego lo voltee a ver.
— ¡¿En serio te llamas Diego Beiler?! ¡JAJAJA! — Exclamó Erick mientras se reía.
— Pues… Si, ¿Algún problema? — Preguntó Diego.
— Es el nombre más ridículamente falso que haya escuchado en mi vida — Respondió Erick mientras se seguía riendo, pero de forma más calmada.
— ¡Idiota, ese es mi nombre, de seguro te burlas porque tu apellido es muy común!… Como Quispe, Hernández o Gonzales — Gritó Diego.
Pero Erick seguía riendo del apellido de Diego.
— ¡Ya cállate idiota o te meteré otro puñetazo! — Grito Diego nuevamente.
Erick se calló al escuchar lo que había dicho Diego.
— ¿Cómo que vas a golpearme de nuevo? ¡¿Acaso ya me has golpeado antes?! — Gritó Erick.
— ¡Ok todos devuelta al plan! ¡Todos consigan los objetos que les pedí! ¡Ahora vámonos! — Gritó Diego mientras trataba de ignorar las preguntas de Erick.
— ¡Idiota respóndeme! — Gritó Erick enojadamente.
Ahora solo tenían que conseguir dos objetos, para poder poner el plan en acción.
Parte 3.
— Un hacha, algo capaz de romper madera con facilidad, tiene un filo metálico que está fijado de forma segura a un mango que generalmente de madera… Entonces ¿Tienes algo así? — Le preguntó Diego a un hombre de cabello gris, que vestía con ropa gris y un delantal blanco.
— Puede que sí o puede que no, todo depende de cuantas monedas estas dispuesto a ofrecer — Dijo el hombre de cabello gris, quien con sus ojos azul oscuros miraba a Diego con indiferencia.
— ¡Cinco! Cinco monedas es todo lo que te puedo ofrecer, no tengo más — Respondió Diego mientras metía su mano a su bolsillo.
— Cinco monedas son muy poco para todo lo que puedes hacer con un hacha, puedes cortar madera, usarla como un arma y… Cortar madera… ¡Cinco monedas es muy poco! — Exclamó el hombre de cabello gris.
— Estas entendiendo mal, no quiero que me la vendas, solo la necesito por un momento, luego te la devolveré, piénsalo por un momento, cinco monedas por prestar algo que no utilices, son literalmente cinco monedas gratis — Dijo Diego mientras intentaba persuadir al hombre que tenía enfrente.
— …Está bien, pero para el día de mañana esa hacha tiene que estar de vuelta en su lugar — Habló el hombre.
Diego se emocionó al escuchar que el hombre de cabello gris había aceptado la oferta, y con una sonrisa de emoción sacó las monedas de su bolsillo.
El hombre de cabello gris se retiró por una puerta y buscó su hacha que la tenía guardada en una especie de armario.
Al volver, Diego pudo ver que el hacha era simple, tenía poco filo y estaba poco pulida, pero el mango de madera estaba nuevo y reluciente.
El hombre le extendió el hacha hacia Diego, pero antes de entregársela le preguntó.
— ¿Para qué quieres exactamente mi hacha? — Preguntó el hombre mientras apretaba el mango del hacha.
— Vamos a derrumbar las reservas del fuego — Respondió Diego mientras posicionaba su mano sobre el mango del hacha.
— … ¿Qué?… ¡¿Acaso estás loco?! ¡¿Por qué quieres mi hacha para hacer una estupidez como esa?! — Gritó el hombre de cabello gris enojado.
— ¿Qué pasó tío Hazard? ¿Por qué estas gritando? — Preguntó Zelmira, quien había entrado al local cuando escuchó el ruido del hombre gritado.
Zelmira se había encontrado fuera del local, junto a Mikael y Erick esperando a que Diego consiga el hacha, pero rápidamente entró al escuchar los gritos de su “tío Hazard”.
— Zelmira, ¡¿Tu estas involucrada en esto?! ¡¿Por qué quieres destruir algo fundamental de la región?! — Gritó Hazard mientras apartaba el hacha de las manos de Diego.
— Realmente no lo sé, pero sé que es necesario destruir las reservas de fuego — Dijo Zelmira mientras se acercaba a su tío.
— ¡¿Y por qué es necesario hacer eso?! ¡¿Dime por qué quieres destruir algo que ha estado en la región desde siempre?! — Gritó Hazard exaltado por la ira.
— No quería contarle esto para que no cundiera el pánico, pero veo que no me queda otra opción más que decirle la verdad. Necesitamos el hacha para salvar a la región entera… El día de mañana vendrá una amenaza gigantesca y necesitamos ahuyentarla, y lo único capaz de hacer que esa cosa se aleje es si estrellamos toda la reserva del fuego y la prendemos en llamas y…
— ¿Qué? ¿De qué demonios estás hablando? ¿Cómo es que sabes todo eso? ¡¿Acaso estas loco?! — Preguntó Hazard.
— No puedo responderle en este momento, pero…
— ¡¿Cómo es que sabes que la región, mi hogar de toda la vida, será atacada?! ¡¿Acaso eres un infiltrado?! ¡Llamaré ahora mismo a los guardias para que los encierren para siempre?! — Gritó Hazard mientras amenazaba a Diego.
— ¡¿Por qué siempre eres así?! — Gritó Zelmira con unas pequeñas lagrimas que brotaban de sus ojos.
Hazard se sorprendió al escuchar el tono casi lloroso que producía Zelmira.
— Desde siempre, has sido así con todos, nunca puedes ayudar con nada de lo que se te pide. Cuando Mikael nos advirtió sobre esa amenaza que casi me mata, ¿Tu qué hiciste?… No hiciste nada para ayudarlo. Ahora que otro chico nos está advirtiendo que algo malo va a suceder, sigues sin ayudarnos y te niegas… ¿Por qué eres así? — Dijo Zelmira al punto que su voz casi rompe en llanto.
— ¿P-Por qué siempre confías en lo que dicen los demás? Siempre eres así de ingenua, nunca te has puesto a pensar que algo de lo que te dicen es mentira… Siempre estas contra mí a pesar que fui un padre para ti.
— ¡Tú nunca fuiste mi padre!… Nunca lo fuiste, solo me quedé contigo porque eras mi única opción… — Gritó Zelmira entre tristeza y odio.
Las palabras de Zelmira prácticamente destrozaron el corazón de Hazard, haciendo que él también se ponga melancólico, sintiendo como la persona que había criado desde que era un bebé, ahora lo estaba despreciando.
— ¿Solo fui tu única opción? No tenías a nadie más, pude regalarte o botarte a la basura… Pero no lo hice, dediqué mis días a ti, y esa es tu forma de agradecérmelo… Tómalo, hagan lo que quieras con esto. Así voy a demostrarte que no siempre puedes confiar en las personas — Dijo Hazard mientras le daba el hacha a Diego.
Con lágrimas en los ojos, Hazard, el tío de Zelmira, se retiró por una puerta, sabiendo lo que pensaba la persona que él consideraba como una hija propia.
Parte 4.
El momento había llegado, solo quedaban 25 minutos y nadie había dormido por pensar en el plan de Diego, y lo que podría conllevar fallarlo.
Pero entre todos ellos el más nervioso era Diego, quien sabía a lo que realmente se iban a enfrentar, pensó en lo que podría salir mal, pero no llegaba a nada y se sentía aún más confiado con el lobo blanco que estaba a su lado.
— Erick… Tienes unos minutos, quiero hablar contigo sobre algo — Dijo Diego mientras se alejaba de los demás y llamaba a Erick con la mano.
Erick sin cuestionárselo mucho, se acercó a Diego y se alejaron de Zelmira y Mikael.
Diego tenía miedo de Erick, porque él debía ser quien ahuyente a la bestia, pero sabía a qué Erick le tendría pánico al verla.
— ¿Te sientes preparado para lo que viene? — Preguntó Diego a Erick con una sonrisa para transmitir confianza.
— Pues sí, por algo sigo el plan, porque nada puede fallar ¿Verdad? — Respondió Erick, mientras se acomodaba sus audífonos.
— Ya sabes que tú…
— Yo tengo que ahuyentar a la bestia, ya lo sé, te leí la mente y revisé mi objetivo para verificar que si era verdad — Habló Erick al a par que interrumpió a Diego.
— ¿Tienes miedo? Porque lo más normal sería tener miedo — Preguntó Diego mientras intentaba poner su mente en blanco para que Erick no lea sus pensamientos.
— No te voy a negar, tengo un poco de miedo, nunca he visto algo de tal magnitud como tú lo describes, pero supongo que puedo manejarlo — Le respondió Erick mientras se frotaba el cuello con su mano.
— Eres realmente alguien muy valiente — Dijo Diego mientras hacía sonidos de asombró hacia Erick.
— No, nada que ver, tú eres alguien valiente, todo lo que contaste, como no te rendiste y seguiste adelante hasta idear este plan… Estoy seguro que yo no podría hacer eso — Dijo Erick mientras alagaba a Diego.
— ¡Ja! No, no, no. Aunque me veas calmado, tengo mucho miedo, no sé cómo sea el resultado de este intento, y en los anteriores solo vivía aterrado por lo que pasará — Habló Diego.
— Diego dime… ¿En los intentos anteriores yo estaba aterrado? — Preguntó Erick con unos ojos de curiosidad.
— Tu… Eras el más valiente de los tres, siempre nos liderabas y te mantenías tranquilo — Dijo Diego, mientras en su mente solo recordaba los sucesos anteriores y como Erick era torturado por el miedo, hasta morir en más de una vez.
— Entonces… ¿Por qué me preguntaste si tenía miedo? Si realmente sabias que no tenía miedo entonces hubieras confiado en que mantendría sereno en todo momento — Dijo Erick mientras le daba la espalda a Diego y se dirigía hacia Mikael y Zelmira.
— Tranquilo, no estoy molesto contigo Diego Beiler… Solo que para la próxima vez… Dime la verdad ¿Esta bien amigo? — Exclamó Erick mientras volteaba su cara hacia Diego y le regalaba una sonrisa confiada a su nuevo amigo.
— Confió en ti, confió en que lo harás bien, después de todo tu eres el detonante del plan… Erick… No, amigo — Pensó Diego mientras se disponía a esperar el poco tiempo que quedaba.
Dentro de 20 minutos, la bestia llegaría y destruiría todo, pero esta vez hay algo que puede detener esa destrucción, y esa cosa era la voluntad, la esperanza y la determinación.
— ¡Todos vayan a sus puestos! ¡Mikael no olvides de darle a Erick tu encendedor!… ¡Ahora el plan comienza! — Gritó Diego, para dar la señal de inicio.
Sea en este intento o en otro, Diego había aprendido el increíble valor de las personas que lo rodean.
Parte 5.
Una incomodidad se alojó en el estomago de Diego, poniendo su mano en su abdomen intentó mantener la calma, pero sus manos temblaban, intentó pensar en algo distinto pero todo su cerebro le gritaba «Miedo».
Cerró sus ojos un momento y visualizó aquella chica de cabello castaño, con unos ojos ámbar, dé repente sus ansias se calmaron un poco y pudo seguir adelante.
Diego dio la señal de que Zelmira se subiera encima de las reservas de fuego.
Erick se dirigía hacia una montaña para poder estar en un lugar donde la bestia sea visible, y lo acompañaba Mikael para asegurarse que Erick llegue a salvo.
Diego se encontraba bajo las reservas de fuego, con el hacha en sus manos, apretó el mango con firmeza y le dio un fuerte hachazo a la base de madera, pero el hacha no hizo mucho, solo rasgó un trozo de la madera gruesa y nada más.
Las personas de alrededor notaron lo que estaba haciendo Diego con el hacha y abrieron el pánico.
La gente de los alrededores pensó que era un ataque hacia las reservas de fuego, así que llamaron e informaron a los guardias de la región del fuego sobre eso.
El tiempo se acercaba, sólo faltaban dos minutos, y Diego aun no podía romper la estructura de la base, continuó golpeando la madera con el hacha, pero solo seguía rasgando la madera sin dar un golpe que la rompiera por completo.
— ¡Diego apresúrate! ¡Algo se acerca a lo lejos! — Gritó Zelmira quien se encontraba en la cima de las reservas de fuego.
Al estar en el punto más alto de la ciudad, ella pudo ver como a la lejanía una gran figura marrón se acercaba.
Diego apretó el mango del hacha con fuerza y empezó a soltar golpes con brutalidad hacia la madera, hasta que finalmente uno de esos golpes se incrustó en la madera causándole un pequeño corte a la madera.
— ¡¿Qué crees que estás haciendo chico?! — Gritó la voz de un guardia.
Diego volteó momentáneamente, solo para darse cuenta que estaba rodeado por cientos de guardias armados con ballestas y arcos listos para dispararle.
— Una bestia, se aproxima una bestia enorme, esto es lo unció que la puede detener — Exclamó Diego mientras seguía golpeando la madera con el hacha.
— ¡Deja de hacer lo que estás haciendo ahora mismo o nos veremos obligado a llenar tu cuerpo con flechas! — Gritó otro guardia mientras apuntaba a Diego.
Aun sabiendo que de lo que eran capaces de hacer los guardias, Diego continuó golpeando la madera.
— ¡Tres!… ¡Dos!… ¡Uno! — Y soltando la cuenta regresiva, uno de los guardias le disparó una flecha a Diego en el hombro.
— ¡¡AHEAHAAAAAAAAAHHHH! — La flecha se incrustó en todo el hombro de Diego, traspasando su ropa, su piel y clavándose en sus músculos.
…
A la lejanía Mikael escuchó el grito de Diego, e intuyó que necesitaba ayuda.
— Erick, dame un minuto, tu sigue corriendo hacia la montaña, yo te llevaré un arco y flechas, solo sigue corriendo — Dijo Mikael mientras se alejaba corriendo de Erick para dirigirse hacia donde se encontraba Diego.
…
Diego dejó caer el hacha al suelo causando un ruido desagradable por el metal chocando con la pierda.
El lobo quien se encontraba al lado de Diego, vio como los guardias le dispararon la flecha, así que dedujo que los guardias los estaban atacando, sin pensarlo el lobo saltó y puso delante de Diego para intentar protegerlo.
El lobo comenzó a gruñirles a los guardias, pero ellos solo le apuntaron con intenciones de también dispararles, pero…
Los guardias dejaron de apuntarle al lobo y apuntaron a algo más arriba.
Una sombra extraña había tapado la luz del sol, los guardias al llevar sus miradas hacia arriba, pudieron ver una cara monstruosa.
Una cara de un animal con gigantescos colmillos afilados, un pelaje marrón y unos ojos negros que reflejaban su lado salvaje.
Diego miró a la bestia con desprecio, aguantó el dolor que emanaba su hombro y agarró el hacha para seguir talando la base de madera de las reservas de fuego.
— ¡Diego, esa cosa se está acercando! ¡¿Qué hacemos?! — Gritó Zelmira desesperada por la presencia de la bestia.
— ¡Mantengan la calma y sigan con el plan! — Gritó Diego se forma desgarradora por el dolor que conllevaba moverse con la flecha clavada en su hombro.
— ¡Dígannos que rayos están planeando o te mataremos a flechazos! — Gritó uno de los guardias desesperado.
…
— Time out — Dijo Mikael con delicadeza mientras dejaba reposar sus dedos sobre su reloj dorado.
Cuando Mikael hizo eso, todo a su alrededor se detuvo, el lobo, los guardias, incluso la bestia. Ni siquiera el sonido o la luz podía moverse más rápido que Mikael.
En ese momento él había detenido el tiempo a su alrededor.
Mikael se movió libremente por los guardias y comenzó a darle pequeños golpecitos con los dedos a cada uno de los guardias.
Mikael solo parecía rozar sus dedos con los cuerpos de los guardias de forma delicada, mientras que aguantaba la respiración.
Después de tocar a todos los guardias, volvió a poner sus dedos sobre su reloj y…
— ¡¡AHRAHAAAAAAAAHHHH!! — Todos los guardias se hundieron en el suelo, recibiendo el impacto gigante de un golpe que los noqueó a todos.
Diego se quedó confundido y anonadado por lo que acababa de pasar, ya que, para él, Mikael no estaba ahí hace unos segundos.
Pero Mikael no se encontraba bien del todo, ya que los dedos con los que había tocado a los guardias estaban fracturados y llenos de sangre.
Prácticamente Mikael había recibido todo el impacto del tiempo detenido, haciendo que un simple rose se vuelva un golpe a una velocidad sobrehumana.
— ¿Q-Qué fue lo que pasó? ¿Qué les pasó a tus manos? — Preguntó Diego de una forma extraña.
— Detuve el tiempo y… golpeé a esos sujetos. Es una habilidad, así como Erick puede escuchar pensamientos, yo puedo detener el tiempo… Pero solo lo hago en ocasiones de vida o muerte — Le respondió Mikael de forma exhausta, ya que al estar consciente cuando todo el tiempo se paralizaba, sus pulmones y corazón también lo hacían.
Diego sintió que Mikael ya había hecho eso antes, un recuerdo familiar llegó a la mente de Diego, él recordó cuando las flechas estaban a punto de matarlo y Mikael apareció repentinamente con sus manos destruidas.
Diego le sonrió delicadamente a Mikael y sin ninguna palabra, Diego le agradeció a Mikael por siempre confiar en él.
— ¡Chicos la bestia está a punto de destruir las montañas! — Gritó Zelmira.
Mikael y Diego se miraron confundidos, ya que Mikael tenía las manos inservibles y Diego tenía que seguir talando para romper las reservas de fuego, así que nadie podía llevarle el un arco a Erick.
Diego se desesperó por un momento al no saber que hacer, pero desechó esos pensamientos al ver que el lobo blanco tenía un arco de madera en su hocico.
— Oye pequeño, que tienes en la boca, ven aquí — Dijo Diego mientras llamaba al lobo.
— Yo no puedo llevar el arco… Tendrás que llevarlo tú — Dijo Mikael mientras aun recuperaba el aliento.
— Yo no puedo ir, tengo que talar la base de madera, pero este pequeño puede ir en tu lugar — Diego comenzó a frotar la cabeza del lobo y le señaló hacia donde debía correr.
— No quiero ser pesimista, pero ese animal no te va a entender con palabras… El plan va a fallar — Habló Mikael mientras trataba de mover las manos, pero solo se llevaba un intenso dolor.
— Se que no me entenderá con palabras, pero puede sentir lo que yo siento… Se que puede sonar ridículo, pero es lo único que podemos hacer — Diego expresó sus deseos hacia el lobo con sus emociones, chocó su cabeza con la del animal y puso si esperanza dentro del lobo.
— Eres mi esperanza, y eres lo único en lo que puedo confiar… Hope — Pensó Diego con todas sus fuerzas esperando a que el lobo lo entendiera.
Y como si el lobo le hablase, asintió con la cabeza y apretó el arco con sus dientes, para luego correr muy rápido hacia la montaña, donde se encontraba Erick.
— ¿Cómo rayos hiciste que el lobo te hiciera caso? — Preguntó Mikael de mientras hacia una mueca de desconcierto.
— Creo que tú puedes detener el tiempo… Y yo puedo hablar con los animales — Respondió Diego, mientras volvía a agarrar el hacha.
— Eso no tiene sentido alguno, pero no me lo cuestionaré… Por el momento ya no soy de utilidad, así trataré de evacuar a las personas, muchas de ellas están tratando de salir desesperadamente por la entrada, así que voy a guiarlas — Dijo Mikael mientras se alejaba hacia la entrada de la región la cual estaba repleta por gente desesperada por salir.
Diego volvió a mirar la base de madera que tenía que cortar y ahora sí se dispuso a terminar con todo esto.
…
Erick ya había llegado a la montaña, tenía el encendedor en mano que Mikael le había dado, pero seguía esperando el arco y la flecha.
Erick era la persona que más cerca se encontraba de la bestia, la cual estaba a pocos metros de llegar hacia la montaña.
Erick sentía un intenso miedo, pero recordó las palabras de Diego y se calmó un poco.
Detrás de Mikael, un aullido llamó su atención.
Era el lobo blanco, el cual estaba llegando con un arco en su hocico.
Erick miró al lobo confundido, pero sin pensárselo mucho agarró el arco del hocico del lobo y buscó la flecha, pero el lobo no la traía, así que desesperadamente buscó por todos lados algo que sirviera como una flecha, pero solo había pasto.
El lobo comenzó aullarle a Erick, para avisarle que había una rama seca cerca del borde de la montaña.
Erick no quería agarrarla porque estaba muy al borde y temía caerse.
— Confió en ti, confió en que lo harás bien, después de todo tú eres el detonante del plan… Erick… No, amigo — Erick recordó esas palabras de la mente de Diego, haciéndolo sentirse lleno de determinación, porque sabía que de él dependía todo.
Así que agarró valor y se acercó a borde para agarrar la rama, por unos momentos, Erick sentía que estaba a punto de resbalarse, pero se aferró al suelo y consiguió arrancar la rama.
Era una rama muy recta, casi como si alguien la hubiera plantado para ser una flecha.
Ahora solo tenía que conseguir tala para que la rama prenda en llamas, así que agarró la capucha de su chompa y la arrancó con fuerza.
— Sin capucha, no puedo esconderme, nunca más… ¡Nunca más! — Gritó Erick, mientras envolvía la tela de su capucha en la punta de la rama.
El lobo rápidamente bajó de la montaña al ver que la bestia estaba extremadamente cerca.
Erick respiró el miedo y exhaló confianza.
Erick prendió la tela y esperó a que Diego tumbe la torre de reserva de fuego.
…
Diego por su parte, está a punto de romper la primera base de la reserva, pero ahora cada golpe que daba con el hacha, lo sentía por todo su cuerpo, pero una voz dentro de él le gritaba que no se rindiera.
Y con un golpe lleno de esperanza, Diego consiguió romper la primera base de madera.
Él se alegró inmensamente, pero su alegría fue borrada rápidamente al ver que la torre se comenzó a caer, pero del lado contrario a donde llegaba la bestia.
Así que, sin importarle el dolor de su hombro, Diego se agarró la base que hacía destruido e hizo fuerza para tratar de detener la caída de toda una torre y Zelmira encima, pero su simple cuerpo no tenía la fuerza suficiente.
Así que la torre se caería del lado contrario y aplastaría a Diego…
— Así que con eso se referían con una amenaza muy grande — Dijo una voz un poco rasposa.
Diego estaba haciendo tanta fuerza que estaba a punto de desmayarse, y cuando ya no podía más, todo el peso fue levantado.
Diego se tambaleo hacia atrás y casi inconsciente volteo la mirada hacia la voz que antes había hablado.
Era una salvación que acudía a la ayuda de toda la región del fuego… No, solo era Hazard, quien venía junto a un grupo de personas.
Todas esas personas se arrimaron a la base de madera destruida y comenzaron a empujarla hacia el otro lado para darle estabilidad.
Diego miró todo esto asombrado, ya que las personas de la región del fuego se habían juntado para ayudarlo.
— Agradécele a Mikael, ese hombre tiene el poder del convencimiento, me preguntó si me dieran a elegir entre la región en la que he vivido desde siempre o una cosa que nunca utilizamos… ¡Ja! Creo que mi respuesta fue muy obvia — Dijo Hazard mientras se unía a las demás personas para estabilizar la reserva de fuego.
— No soy el unció que piensa así… ¡Que esperas, empieza a cortar la otra base! — Gritó Hazard mientras se daba cuenta que su sobrina… Su hija se encontraba sobre la reserva de fuego.
Diego, conmovido, adolorido y mareado, agarró el hacha por última vez para golpear con todas las fuerzas que aún quedaban en él, para destruir la base para que con la presión que estaba haciendo las personas, la reserva de fuego finalmente caiga sobre la bestia.
Y Diego golpeó y golpeó sintiendo el dolor de cada golpe sobre todo su cuerpo.
Sus manos estaban rojas por agarrar el mango del hacha, pero aun así siguió golpeando, los músculos de sus hombros temblaban, pero aun así siguió golpeado, la mente de Diego ya no reaccionaba bien, pero aun así siguió golpeando.
Diego dio un último respiro y gritó.
— ¡ES AHORA O NUNCA! — Y con la determinación de ese grito, Diego halló la fuerza para romper la última base necesaria.
Cayendo rendido al suelo y soltando el hacha, con sus manos rojas dio un último grito.
— ¡ZELMIRAAAAAAAA! — Gritó Diego hasta quedarse desmayado.
Zelmira al escuchar su llamado, puso sus manos detrás de ella y comenzó a propulsar y guiar la torre con las reservas de fuego.
Zelmira podía sentir el frio del viento en su cara y el calor de su fuego en su espalda.
La torre que contenía las reservas de fuego tenía la trayectoria perfecta para impactar contra la bestia, así que Zelmira saltó de la torre y calló sobre las montañas haciéndose daño.
Ahora sí, Erick vio como las reservas de fuego estaban a punto de caer sobre la bestia.
Erick apuntó hacia la bestia, y con su flecha prendida en llamas, gritó.
— ¡Ahora o nunca!
La bestia pudo ver como una torre de madera estaba le está a punto de caer.
Sus ojos negros pasaron a unos ojos semi-humanos, para ver como su iris miraba fijamente a Erick.
La torre de madera reventó contra el lado izquierdo de la bestia, haciendo que su pelaje quede empapado por una sustancia húmeda.
Erick respiró profundamente y bajo la miraba de la bestia, disparó la flecha.
La flecha de fuego se desplegó por el cielo, como una pequeña vela de esperanza e impacto contra el pelaje de la bestia haciendo que esa vela se convierta en una bola de fuego.
El pelaje marrón de la bestia se comenzó a incendiarse, causando que la bestia comience a sentir su piel ardiendo.
La bestia gritó de forma desgarradora, ya que la parte izquierda de su cuerpo se estaba quemando.
Con su visión consumida por el fuego, la bestia se tambaleo de forma desesperada.
Entre todos los gritos que soltaba, se podía escuchar unas palabras inaudibles, pero eso fue todo antes de que la bestia se alejase de la región.
Erick solo pudo presenciar ante sus ojos la bola de fuego más grande que jamás haya visto.
El plan había funcionado, Diego y Mikael protegieron la ciudad sin dejar que nadie muera, y Erick había ahuyentado a la bestia.
Erick se tiró al suelo y suspiró con felicidad…
— ¡Zelmira se tiró de la torre como si nada! Esa mujer está loca — Dijo Erick antes de levantarse y buscar a Zelmira.
Parte 5.
— …Despierta…
Una voz dulce tocó los oídos de Diego, haciendo que su cerebro cosquillee, la mente de Diego se encontraba en un profundo sueño y en ese preciso momento no le importaba nada más que seguir soñando.
— Despierta… Diego.
Siguiendo ignorando esa voz, Diego recordó que eso le había pasado hace un tiempo atrás, recordó como su madre lo despertó por última vez.
— ¡Ya despierta! — Gritó la voz de Mikael molesta.
Diego se despertó gracias a que Mikael le había gritado muy fuerte cerca del oído.
Con su cerebro ya activo, Diego notó que estaba sobre una cama muy elegante, con bordes de madera, sabanas limpias de tela fina y almohadas de plumas.
— ¿Dónde estoy?… ¿Dónde estamos? — Preguntó Diego al darse cuenta que estaba en un lugar desconocido.
— Estamos en el palacio real, ¿Puedes creerlo? El rey nos invitó por nuestra gran hazaña — Dijo Zelmira de forma emocionada.
— Entonces… ¿Si ahuyentamos a la bestia? — Preguntó Diego con ansias por saber una respuesta.
— ¡No!… Yo ahuyenté a la bestia — Dijo Erick con un gran ego en sus palabras.
Erick quien se encontraba al lado de una puerta de madera se acercó a Diego y le extendió la mano.
— Pero mi gran hazaña no hubiera sido nada sin ustedes, así que les daré algo de crédito — Dijo Erick de forma burlona.
Él solo recibió un puñetazo en el hombro por parte de Zelmira.
— Gracias Zelmira, actualmente no puedo golpearlo, aunque quiera — Dijo Mikael.
Diego notó que las manos de Mikael estaban vendadas, a lo cual el se preocupó mucho y le preguntó sobre eso, pero Mikael solo le respondió que sus manos se curarían.
— Señores, el rey quiere verlos — Dijo un guardia, el cual había entrado silenciosamente por la puerta, y rápidamente se retiró.
— Parece que quieren celebrarnos — Dijo Erick.
— Esperen, esperen. Antes de ir, podrían decirme ¿Qué fue lo que pasó? — Preguntó Diego.
— Erick ya te respondió, él ahuyentó a la bestia “con ayuda de todos” Y luego los guardias nos trajeron aquí, nada más — Respondió Zelmira.
— ¿El rey no te dijo nada sobre mí, Erick o Mikael cuando nos vio? — Preguntó Diego nuevamente.
— No, de hecho, aun no hemos visto al rey — Respondió Zelmira.
Diego preguntó esto, porque lo único que recuerda del rey, era sobre lo que le contó de su abuelo, y como el rey podía sentir a los dragones de tierra, agua y fuego en ellos.
Todos salieron de la habitación, caminaron por unos elegantes pasillos con cuadros de flores y dragones, hasta llegar a un balcón donde los estaba esperando un hombre de cabello pelirrojo oscuro, con una capa de lana de color rojo y una túnica negra con bordes blancos.
Él era el rey de la región del fuego, quien los esperaba en el balcón con una sonrisa y les aplaudía.
Diego y los demás se acercaron a él de forma tímida.
— Señoras y señores, niñas y niños, ante ustedes se les debela a los salvadores de toda una región. Ellos quien a pesar de las circunstancias salvaron a todos, algo que ni siquiera los guardias pudieron hacer. Ellos el día de hoy nos honran con su presencia, y nos prueban que la valentía se puede encontrar en cualquier persona — El rey felicitó a los chicos por su acto heroico ante la presencia de la bestia.
Diego se asomó al frente de todos y pudo ver como bajo el balcón la gran mayoría de personas, viéndolos a ellos.
Finalmente, la pesadilla se había borrado, el dolor y desesperación ya habían quedado atrás, y parecía que ver un nuevo día, estando en calma era lo mejor que le podían dar a Diego.
La sensación de ver cómo la gente seguía bien, ver cómo la gente que conocía estaba a salvo y saber que él mismo estaba bien, lo conmovió.
Diego sacó una gran sonrisa, pero al mismo tiempo comenzaron a caer unas lágrimas de sus ojos.
Diego mantenía una gran sonrisa, pero al mismo tiempo las lágrimas no paraban de caer, era un sentimiento muy extraño, Diego sabía que era felicidad, pero la felicidad era tanta que no podía evitar llorar.
Diego sintió una mano en su hombro, era la mano de Erick, quien intentaba comprenderlo, y sin palabras Diego entendió que Erick quería apoyarlo.
— Ya estoy bien… Solo que, ver un nuevo día me parecía algo imposible… Pero lo logro, realmente lo logre, ustedes siguen aquí conmigo y yo sigo bien… Ya no tengo porque preocuparme, pero aun así tengo ganas de llorar — La voz de Diego se quebró en un llanto silencioso de felicidad.
Erick recostó a Diego en su hombro.
— Todo lo que pasé, el dolor, la desesperación… El miedo ya pasó… ¡Lo logré! ¡Lo logré! ¡Ya no quiero!… ¡No quiero pasar por eso nunca más! ¡No resistiría!… — Pensó Diego mientras seguía llorando en el hombro de Erick.
La sonrisa de Diego desapareció, solo dejando a una persona que rompió en lágrimas… Un simple chico llorando hasta mas no poder.
…
Extrañamente algo a lo lejos sobre una montaña observaba todo con disgusto.
Era un hombre con una ropa negra muy vieja, con un cabello gris que terminaba en unas puntas blancas.
El hombre tenía una mirada fija en las personas que se encontraba en el balcón del palacio real, y con una voz molesta dijo.
— Maldito niño, sabía que el poder no es suficiente si no lo sabes manejas… Bueno, ahora probemos con dos cosas, cantidad y yo mismo, veamos si ellos son capaces de defender dos cosas al mismo tiempo… JAJAJAJA, ya puedo oler el trono real, las personas aclamando mi nombre mientras se regocijan ante mi presencia. Si, nada va a evitar mi reinado.
Con una sonrisa perversa el hombre en la montaña se levantó mientras mantenía su mirada en ellos.
— Veamos cuanto tiempo siguen aclamando sus nombres JAJAJA, esto será divertido.
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