Humanos Contra Demonios.- ¿Soy realmente un chico perfecto? No lo creo - 09.2
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- 09.2 - Pueblo Semihumano (2)
(Pov- Daniel.)
Llego al lago que está al lado del pueblo, a un kilómetro. Lejos de todos. El lugar perfecto para vivir.
Podré descansar un poco mientras espero a mi madre.
—Aquí podría dormir. ¡Retiers!
Retiro una gran cantidad de tierra. Es del tamaño de una casa de una planta. Puedo crear teléfonos inteligentes… Debo intentarlo… Una casa sencilla… Vamos, magia, sé que puedes hacerlo.
—Vamos, funciona, funciona.
Toco la tierra con la palma de mi mano derecha.
—¡Crea!
La tierra comenzó a brillar y… ¡transformo la tierra en una casa de madera! ¡Simplemente increíble! Realmente tengo un gran poder mágico.
Fufu. Esto me facilitó mucho las cosas.
—¡Genial, logré construir una casa!
Retiro algo de tierra y hago los muebles.
…
…
…
Media hora después, terminé.
Logré hacer un baño sencillo, pero era muchísimo mejor que los baños de este mundo. Terminé toda la casa, con muebles y ropa incluida. Ahora sí parece una casa de verdad.
Estoy muy satisfecho con el resultado.
—¡Terminé mi nueva casa!
—¡Increíble!
—¿Eh?
Esa voz…
Volteo y veo a Meibis detrás de un árbol.
Oh, una acosadora adorable… Me gusta ese cliché. Espero que sea tímida.
Ah, estaba tan distraído que no me di cuenta de su presencia. Debo trabajar en eso. Podría terminar perjudicándome en el futuro.
—Hola, Meibis.
Meibis se esconde.
… Ella necesita la casa más que yo, probablemente no tenga hogar.
—Vives en la calle, ¿verdad?
Meibis sale apenada.
—Sí, Daniel.
—Vaya, va… Ya veo. Te la puedes quedar, yo haré otra.
—¡¿Eh?! ¡¿En serio?!
Sus ojos brillaron al escuchar mis palabras. Que lindo.
—Sí, no te preocupes.
—¡Gracias!
La semihumana se acerca a mí y me abraza llorando.
—He dormido en la calle por un año… ¡Gracias por la casa!
Todo un año… Mierda. Debió ser muy duro para ella.
—¿No me odias? ¿No te doy asco?
—Odiaba a los humanos, pero ahora me di cuenta de que existen humanos buenos.
—Gracias por no juzgarme por mi raza. Bueno… Supongo que serás mi vecina. Construiré otra casa… ¿Te explico cómo se usan los baños?
—¿Eh?
•
•
Después de explicarle el uso del baño a Meibis y de construir mi casa, puedo descansar.
—Terminé.
Salgo de mi casa, que es igual a la otra casa, y veo a Meibis.
Me dio flojera diseñarlo de otra manera.
—¿Ya terminaste?
—Sí, aunque no tuve tiempo de hacer el baño mejor.
—T-tengo una duda. ¿Qué haces en este país?
—Vengo a detener la pelea de los humanos y semihumanos.
—¿A detener la pelea? Escuché que están planeando un ataque contra los humanos, pero no creí que fuera verdad.
… ¿Los semihumanos también están planeando un ataque contra los humanos? ¡Ahhhhhhhh! ¡Maldita sea, eso complica las cosas! ¡¿Por qué los seres de este mundo son tan salvajes?! ¡¿Por qué no pueden vivir en paz y olvidarse de la violencia?!
—Ah… Por eso debo destruir ciertas rocas… Aunque no sé en dónde están.
—¿Rocas? Escuché de ellas, pero no sé en dónde están. Tenía entendido que los humanos tenían las rocas.
Ah, perfecto, los humanos piensan que los semihumanos tienen las rocas y los semihumanos piensan que los humanos las tenemos. ¡Gracias por facilitarme el trabajo! ¡Ahhhhhhhh! ¡Ya no entiendo nada!
—¿Me puedes decir lo que sabes de las rocas?
—Solo sé que son cinco rocas, eso es todo.
—Supongo que son muy secretas… Será un trabajo difícil. Nos vemos.
Me alejo de ella caminando.
—¿A dónde irás?
—Iré por algo de comida al gremio.
Necesito comer para tranquilizarme y pensar mejor las cosas.
—¿Puedo acompañarte?
—Claro.
Las rocas, demonios, mi madre, una posible futura guerra… Ah, Dios, ¿por qué el mundo 1 tiene que ser tan fastidioso?
•
•
Llegamos al gremio y nos sentamos en una mesa. Ah, bueno, una deliciosa comida me hará sentir mejor.
—Disculpe, ¿podría traernos algo de comida? Por favor.
La mesera me ve y me ignora… Me… ignoró.
¡O-oye, oye, oye! ¡Derroté a un demonio, salvé un pueblo! ¡¿Por qué no me quieres atender?!
—¿Mesera?
La mesera se aleja de nosotros.
Discriminación… Maté a un peligroso demonio, pero me siguen odiando.
—Bueno… Supongo que tendré que conseguir comida en otra parte.
—Vamos.
Salimos del gremio y veo a Rocco. Supongo que nos vio entrar, él estaba a punto de entrar al gremio.
—Oh, Daniel, ¿a dónde vas?
—Quería comer algo, pero supongo que no soy bienvenido aquí.
—Hay un restaurante por aquí, vamos.
—No creo que quieran atenderme.
—Si vienes conmigo te atenderán. De eso me aseguraré yo.
—Muchas gracias.
—¿Y ella por qué está contigo?
—Ella también quiere comer.
—Está bien, vamos.
Empezamos a caminar y mi teléfono suena. Espero que no sean malas noticias.
Por favor, Dios. Por favor.
Por favor, por favor, por favor, que no sean malas noticias.
Te lo suplico, ya no podré soportar otra mala noticia. Por favor, que no sea una mala noticia, ten piedad.
—Esperen.
Saco mi teléfono. Es Rem.
Contesto.
—¿Qué pasa, Rem?
—¡Dani, te extraño!
… ¿Me preocupé en vano? Ah, al menos no es una mala noticia.
—Lo siento, iba a venir en una semana, pero creo que no tuve de otra.
—Tu abuela no nos quiere decir el por qué te obligó a irte. ¡Dime!
¿Dime? ¿Me exiges que te lo diga? ¿Quien te crees que eres? Solo eres una invitada que vive con nosotros mientras se adapta al mundo de nuevo. No eres mi novia ni amiga, mucho menos compañera. Solo eres una invitada, que no se te… olvide…
… ¿En serio acabo de pensar algo tan grosero? Rem sí es mi amiga… pero sigue siendo solamente una invitada en mi casa.
No tienes derecho de exigirme nada.
—Lo siento. No sé si debo decirles… Es algo muy confuso y algo doloroso para mí… Lo siento, no les puedo decir.
—Está bien. Nosotras iremos en una semana contigo.
—No, no vendrán. Cuando llegué aquí me recibieron con gritos y amenazas.
—¡¿Estás bien?!
—Sí, lo estoy, ahora solo me ven con odio, pero no intentan hacerme nada. Escucha, cuando crea que todo está bien, yo iré por ustedes.
—Está bien, te esperaré.
—Adiós.
—Adiós, Dani.
Cuelgo y guardo mi teléfono.
—¿Qué es eso?- Dijo Rocco.
—Es un teléfono, sirve para hablar con personas muy lejos de aquí.
Saco mi teléfono y les explico cómo se usa.
Bla, bla, bla… Ah. Estoy cansado.
Cansado de todo en general.
Quiero relajarme. Dormir… Quiero… Quiero tranquilizarme.
—¿En serio los humanos inventaron algo así?
—Pues, de hecho, mis compañeras y yo somos los únicos que tenemos teléfonos, solo yo puedo hacer teléfonos.
—¿Me podrías hacer uno? Por favor.
—A-a mí también, por favor. Parece muy interesante.
—Claro, después de comer… No, aquí hay mucha tierra, esperen.
Después de todo, es sencillo.
Les hice un teléfono a cada uno y les expliqué cómo se usan.
Bla, bla, bla de nuevo.
Será buena idea tener a un contacto semihumano que me informe lo que pase en este país.
•
•
Entramos a un restaurante y una mesera que se parece a un perro, pues tiene el cuerpo peludo de color blanco, orejas, cola y nariz de perro, nos da la bienvenida.
… Es rara… Pero también adorable.
—Bienvenido, Rocco.
Me observa con asco… Les doy asco a todos en este lugar… Eso me hace sentir mal, peor de lo que ya me siento.
Me quiero ir a casa. Necesito ver a mi abuela.
—¡Que asco, un humano! ¡Largo!
—Corto.
Intenté hacer un chiste para sentirme mejor.
No funcionó.
—Tranquila, viene conmigo.
—Lo siento, no puede estar aquí, debe irse.
Bajo la cabeza y me alejo de ellos lentamente.
Ya me cansé de todo esto. Ya.
Malditos malagradecidos. Después de todo lo que hice. Después de mostrarles mi buena fe. Mis buenas intenciones. Mi educación. Mi bondad. Amabilidad. ¡Derroté a un demonio sin preparación previa con tal de caerles bien! ¡Arriesgué mi vida por ustedes! ¿Y así es como me pagan? ¿Negándome la comida?
Yo… yo… no lo soporto más.
Ya no lo soporto más.
Lo intenté. Dios sabe que lo intenté. Pero ya no puedo.
Abuela, quiero irme a casa.
—Está bien, me iré. Meibis, tú quédate a comer, yo me tengo que ir.
—Iré contigo.- Dijo Meibis.
—No, se nota que te mueres de hambre, quédate.
Salgo del restaurante… Para ser sincero, estoy un poco triste. Me siento muy mal… Muy mal.
Demasiado mal.
Me siento igual como cuando… intenté suicidarme. Así de mal me siento.
Mi madre, las miradas de asco y odio, los insultos, el mal trato… Malditos malagradecidos.
Estoy dando mi mejor esfuerzo para seguir de pie y no… llorar… Llorar…
Estoy… llorando…
—Ya no lo…
Ouch…
Me arrojaron una roca a la cabeza.
—¡Vete de aquí, humano!
… Un pequeño niño me lanzó una roca, con la intención de hacerme daño de verdad.
Lo miré a los ojos y solo sentí… repudio y odio.
¿En serio debo soportar todo esto?
Me cansé de ser el chico bueno del que todos se pueden aprovechar.
… Mis compañeros de clases se ponían de acuerdo para salir al cine o a comer, y nunca me invitaban… Me sentía aislado… Las chicas me invitaban porque coqueteaban conmigo, pero no las podía considerar verdaderos amigos.
Así me siento aquí… Aislado… Ah.
Lo siento, niño, intenté cambiar de tema para no hacer esto, pero no puedo evitarlo.
—Muslar asio. Vels. Hey tú, idiota de mierda. ¿Sabes que acabo de derrotar a un demonio de un solo ataque?
—¡Todos saben que mientes, idiota! ¡No sigas min…!
Me acerqué lo más rápido posible a él, combinando el hechizo de velocidad con el de ver todo en cámara lenta, para correr sin problema alguno.
En menos de un segundo, me paré detrás de él y puse mi mano en su cabeza, llenando su ser con miedo.
—Miento, ¿eh?
—¿Q-qué?
Lo abracé por detrás.
Bien, tú te lo buscaste, idiota.
—Arches Nexus.
Con mi máxima velocidad, volé lo más alto posible, mientras el niño lloraba y gritaba, lleno de terror.
Mmm… Esto será suficiente.
Wow, está demasiado alto. ¿A cuántos kilómetros estaré?
Creo que uno o dos.
—Bien, niño, si me pides disculpas en este momento, no morirás. ¿Te parece justo, mocoso de mierda?
—¡Perdóname, por favor, ya no vol…!
Lo solté y dejé caer.
—Ups. Lo siento.
…
…
…
Creo que es suficiente.
Lo alcancé y atrapé, antes de que sufriera algún daño por la velocidad de caída.
Será suficiente para asustar al resto de semihumanos.
Aterricé en el suelo y dejé al niño, que inmediatamente corrió llorando con su mamá.
Los semihumanos intentaron rodearme para atacarme, pero mi risa los detuvo.
—Fufu. Oigan, idiotas, ¡literalmente derroté a un demonio de un solo ataque! ¿En serio creen que pueden matarme? Vamos, háganlo. Ya me cansé de tratar de ser razonable y bueno con ustedes. ¡¿Me dejarán en paz o quieren morir?! ¡Ustedes, malagradecidos, me tienen harto! ¡Ahhhhhhhh! ¡Mejor me voy!
Camino hacia ellos. Uno de ellos intentó atacarme con una lanza, pero la esquivo y la parto a la mitad con mi mano, sin dificultad alguna.
—Hazlo una vez más, y será tu brazo el que estará partido.
Pasé caminando al lado de él y los semihumanos me abrieron paso.
—Será muy difícil estar aquí. ¡Arches Nexus!
Me voy volando de ahí.
—Debo hacer algo al respecto para…
… Me detengo.
Las chicas que ayudé están comiendo rápidamente en un puesto de comida.
… Están muy felices… Se morían de hambre…
—Vaya…
Me siento un poco mejor ahora.
Seguí mi camino.
—Aunque la vida me trate mal, debo seguir adelante y luchar.
Los semihumanos me odian, pero no dejaré que eso me detenga de ayudarlos.
Yo quiero que los semihumanos vivan felices y en paz.
Son unos malagradecidos, pero no puedo evitar al menos intentarlo.
Así soy yo… Así es el Dani que mi abuela ama.
Me arde la cabeza, soportar a los semihumanos es más difícil de lo que pensé. No sé si pueda soportarlo más, pero debo intentarlo.
Aterrizo y llego a mi casa.
—Supongo que puedo hacer que Meibis consiga comida para mí.
Estoy a punto de entrar, pero siento un mal presentimiento.
Un gran escalofrío recorrió mi cuerpo. Este presentimiento…
—¿Pasa algo malo?
E-esos gritos.
Escucho gritos en el pueblo.
Gritos… Ella ya llegó.
—¡Debo ir! ¡Arches Nexus!
Me voy volando.
Madre, por favor, no seas mi enemigo.
… Ahí está.
Aterrizo en el pueblo y veo a… mi madre y al otro demonio ahí.
Madre… Esa mujer es mi madre… Por primera vez (sin contar cuando la vi en el reino del Rey Finder), veo a mi madre.
Esa mujer es mi madre…
Mi madre.
—¡¡¿En dónde está Daniel?!!- Gritó el demonio.
Los semihumanos están asustados y me ven. Me comienzan a señalar con sus dedos.
—¡Es él!
—¡No tenemos nada que ver con él, maten a ese humano, pero váyanse del pueblo!
Intercambio miradas con mi madre y me quedo congelado. ¿Realmente ella es mi madre…? Me acaricio el pecho… Me duele mucho el pecho… Me duele demasiado.
¿E-ella es?
—Vaya, vaya. ¿Tú eres Daniel?
… ¿»Vaya, vaya»? N-no… Por favor, no…
Mi madre se acerca a mí.
—Eres muy guapo, aunque creí que serías más alto. Mmm. Me recuerdas a alguien. Eres idéntico a él… Tal vez seas… ¿Eres «él»?
¿Él? ¿Se refiere a mi padre?
—No, él es más genial y guapo que tú. Eso significa que tú eres… Vaya, vaya.
Mi madre se para frente a mí.
Esa mujer… realmente es mi madre…
—Contesta. ¿Eres su hijo?
—… ¿Qué quieres de mí?
Bajo la mirada, pues no soporto verla.
Siento que mi corazón está a punto de explotar.
No quiero hacerte daño… No quiero ser tu enemigo.
… No sé qué hacer.
—No quiero hacerte nada.
Por favor, madre, no quiero pelear contigo. ¡No quiero ser tu enemigo!
Levanto la mirada y la veo a los ojos.
—¡No quiero pelear contigo, madre! ¡Por favor, abandona a ese demonio y únete a mí! No quiero ser tu enemigo. No quiero, no quiero.
Mi madre me observa sorprendida por unos segundos después de escuchar mis palabras y me sonríe.
—¡Lo sabía! ¿Por qué estás aquí?
—¿Es lo primero que me preguntas? ¡Es la primera vez que miras a tu hijo, ¿y eso es lo primero que me preguntas?!
—No seas llorón, no pareces un aventurero que derrotó a dos demonios de un solo ataque. Siendo sincera, me decepcionas. Esperaba más de alguien que tiene mi sangre recorriendo sus venas. Heredaste demasiado de la personalidad de tu padre.
—… ¿Llorón?
Me alejo de ella rápidamente.
No siento amor en sus palabras. No siento felicidad ni tristeza en ella. No siento nada.
¡¿En serio no siente felicidad por ver por primera vez a su hijo?!
Mi abuela tenía razón, eres un demonio.
Eres mi enemigo.
—¡Muslar asio! ¡Espada Dex!
La espada aparece en mi mano derecha y me preparo para pelear.
—Por favor, no quiero pelear contigo.
—No vas a pelear conmigo, pero sí vas a pelear con él. ¡Restro!
Restro, su compañero, se para frente a mí.
No se rendirá… ¿En serio quiere matarme? ¡¿En serio quiere matar a su propio hijo?!
—Madre, ¿por qué haces esto?
—Lo hago por mi Rey.
—¿Tu Rey? ¿Quieres matar a tu hijo porque tu Rey te lo ordenó?
—No sabía que realmente eras mi hijo, pero sí, te mataría si él me lo pidiera. Por ahora solo queremos comprobar tu poder. Te mataríamos, pero tienes suerte de que no tengamos permiso para hacerlo.
… ¿Lágrimas…? Lágrimas… Lágrimas comienzan a salir de mis ojos… Me duele el pecho… Siento mucho dolor… Mi madre es un maldito demonio.
No me trata como un hijo.
Ni siquiera le importo.
Tantos años soñando con conocerla, y ahora que finalmente la conozco, ella… A ella no le importo en lo absoluto.
Me trata como un guerrero más.
Ni un abrazo. Ni una muestra de cariño… Nada.
¿No te importo nada, madre? ¿Por qué?
—Siempre soñé con hablar contigo. Quería conocerte… ¡Quería conocer a mi madre!
Sujeto la espada fuertemente con mis manos.
—¡Pero ahora ya no te considero mi madre! ¡Los mataré!
Intento atacar a Restro, pero él se defiende y nuestras espadas chocan.
Por primera vez, un demonio sobrevive a uno de mis ataques.
Y por primera vez, pelearé en serio con un demonio.
—Realmente eres un llorón.- Dijo mi madre, sonriendo dulcemente.
… Mi abuela tenía razón, eres malvada.
Me alejo de él y extiendo mi mano derecha.
—¡Viento Akaso!
Un gran viento derriba a Restro y cae al suelo.
¡No perderé tiempo!
Cierro los ojos y levanto mi mano derecha.
—¡Cel Luz Sar!
Una gran luz sale de mi mano. Es un hechizo tipo luz y hada, permite crear una fuerte luz capaz de dejar ciegas a las personas que la vean, y la visión regresa en 20 segundos.
—¡Mierda!- Dijo Restro.
La luz deja de salir.
Abro los ojos y veo a todos tapándose los ojos y gritando. Lo siento, pero era necesario.
—¡Me toca!
Me dirijo hacia Restro y salto. ¡Adiós!
Aterrizo sobre su estómago y atravieso su pecho con mi espada. Debe de ser suficiente para haber destruido su corazón y… ¿Eh?
—¡Pequeño mocoso!
Restro comienza a levantarse.
¡¿Eh?! ¡¿Sigue vivo?!
—¡Mierda!
Me alejo de él rápidamente. ¡No te me escaparás!
—¡Bolflou!
Disparo una esfera de fuego por la boca y Restro lo esquiva, provocando que la esfera de fuego destruya un puesto de frutas. ¡Mierda! ¡Lo siento, señora mono, no fue a propósito!
—¡Daniel!- Dijo Meibis preocupada.
Rocco y Meibis me observan peleando.
—Te ayudaré.- Dijo Rocco.
Restro voltea a verlo.
—¡No te metas, semihumano de mierda!
¿Lo reconocieron? ¿Por qué ese demonio le tomó importancia a Rocco? Si fuera un aventurero normal de bajo nivel, ni siquiera le hablaría, pero el demonio le gritó y amenazó. ¿Rocco tiene el poder suficiente para ser una amenaza para ellos?
¡Mierda! Mi madre se dirige hacia él. ¡No permitiré que mates a mis amigos!
—¡Huye, Rocco!- Grité preocupado y asustado.
No puedo ir, el demonio se interpone en mi camino. ¡Maldita sea!
—¡Gres fer me!
¿Eh?
Unos seres pequeños que parecen niños, pero con cuernos, salen del suelo. Son completamente rojos, pero no tienen rostro ni pene o vagina. Son 5 en total.
¿Qué son esas cosas?
—¡Ataquen!
Los seres pequeños se dirigen hacia mí.
—¡Arches Nexus!
Salgo volando y extiendo mi mano derecha. Me robaré ese hechizo, con permiso.
—¡Gres fer me!
Unos seres, que parecen hombres con cuernos, salen del suelo… Son iguales a los niños, pero versiones adultas. Son 5 en total.
Fufu. ¡Mi poder mágico es muchísimo mejor que el de ustedes, idiotas!
—Tsk. Nadia, es demasiado poderoso, no creo que podamos llevarnos a tu hijo.
—¡No iré con ustedes a ninguna parte! ¡Ataquen!
—¡Mocoso de mierda!
Los seres que invoqué derrotan a los pequeños sin dificultad alguna. ¡Aprecia el poder de tu hijo, madre! ¡Vamos, ríndete y únete a mí…! Por favor, únete a mí. No quiero lastimarte.
—¡Ataquen al demonio!
—¡Volus flai!
¿Volus flai?
El demonio empieza a volar.
—Fufu. Realmente eres increíble. Como se esperaba de alguien con mi sangre.- Dijo mi madre.
Nadia se acerca volando a nosotros.
—Tsk. Tu sangre no tiene nada que ver. Todo lo que soy, es gracias a mi abuela, y de nadie más, ni siquiera de mi padre.
—Ya comprobamos que es real. Debemos ir con Monderfol e informarle de lo que es capaz Daniel, tu hijo.
—Está bien, vámonos.
—¡¿Es todo?! ¡Madre, es tu última oportunidad! ¡Abandona a los demonios y únete a mí!
—Nah, no quiero. Espero que nos volvamos a ver, hijo.
No me llames hijo… No quiero ser hijo de un demonio.
—No soy tu hijo.
—Está bien, llorón.- Dijo… sacándome la lengua.
Mi madre y Restro se van volando… Maldita sea… Soy el hijo de un demonio.
… No sé qué pensar al respecto… Mi mente se queda en blanco cuando intento pensar acerca de mi situación.
No tengo la energía para procesar mi situación. Estoy cansado de esto… De todo… De mi vida.
—¡No sé si debo odiarte, Nadia!
Bajo y aterrizo. Todos comienzan a insultarme y a lanzarme rocas.
Sí… me lo merezco.
—¡Vete de aquí!
—¡Eres un demonio!
Los aventureros semihumanos me rodean.
—¡No soy un demonio!
Los aventureros sacan sus armas.
—¡Soy el hijo de un demonio, pero no soy un demonio!
Rocco se acerca a mí.
—Pero eres el hijo de un demonio.
—¡Y mi abuela es un ángel! ¡Tengo buenos genes, por eso tengo todos los tipos de magia!
—Daniel, lo siento. Creo que debes irte.
—Lo sé… Adiós.
Me acerco a Meibis y le susurro.
—Te regalo mi casa, la bolsa con mi dinero está en la cama, tómalo.
—¿N-no volverás?
—Tengo que arreglar algo primero.
—Yo… Espero volver a verte. Adiós. Y, por favor, cuídate.
—Adiós… Arches Nexus.
Me voy volando de ahí.
•
•
Reino del Rey Finder.
La abuela de Daniel está sentada en un sillón, y sus compañeras están a su alrededor, intentando sacarle información.
—¡Cuéntanos lo que realmente pasó, Cristina!- Dijo Rem.
—No puedo, lo siento.
—¡Por favor!- Dijo Alex.
—No pue…
Su teléfono suena y contesta inmediatamente.
—Dani, ¿pasa algo? Rem me contó lo que te pasó.
•
•
(Pov- Daniel.)
… Le llamé a mi abuela para informarle sobre mi regreso. Necesito escuchar su voz. Necesito hablar con ella.
No sé qué hacer ni que pensar al respecto. Me duele la cabeza.
¿Cómo debo reaccionar? No lo sé.
—Me fui del pueblo en donde estaba… Mi madre me encontró.
—Dani, yo…
—No te preocupes, no me puse a pelear con ella, pero me trató muy mal… Me llamó llorón y parecía no importarle ver a su hijo por primera vez.
—¡¿Estás bien?!
—No te preocupes, solo tuve una pelea con su compañero, no lo derroté, pero no recibí ninguna herida.
—Dani…
—¡Me dijo que lo hacía por su Rey, me dijo que, si su Rey le pidiera matarme, ella lo haría! Lo haría… Mi propia madre me mataría si su puto Rey se lo pide. ¡Prefiere al Rey Demonio que a mí, su propio hijo!
—Dani, no sé qué decirte.
—Ahora todos en el pueblo saben que soy el hijo de un demonio. No pude quedarme en ese pueblo más tiempo… Pero no sé si deba volver, aún tengo algo que debo hacer.
—Vuelve para que te prepares mejor.
—Sí… Creo que volveré, adiós.
Cuelgo.
… Madre… Madre…
—Te odio…
Y te amo.
… No sé cómo sentirme al respecto.
•
•
Tres horas después, llegué al reino del Rey Finder.
Aterrizo frente a la casa.
—Creo que necesitaré ayuda con esto…
Demasiada ayuda.
Entro en la casa.
—Volví.
—¡Dani!
Rem me abraza… Odio su abrazo. Solo me hace sentir… miserable.
—¡Volviste!
Alex me abraza… La misma sensación.
—Lo siento… Creo que iré a dormir.
Me alejo de ellas. No quiero hablar con nadie.
Quiero estar solo.
—¿Te pasa algo?- Dijo Alex, preocupada.
—Cristina no quiere contarnos.
Empiezo a subir las escaleras y volteo a verlas.
—Lo siento, él no puede decirles.- Dijo mi abuela.
—Cristina…
Bajo la cabeza y se me salen unas lágrimas. Ya nada me importa en esta vida. Me cansé de fingir. Me cansé de todo.
Si hubiera sabido que esto pasaría, nunca habría aceptado la misión y en este momento estaría con mi padre y mi abuela en el paraíso.
Me arrepiento de mi decisión.
—Ya no me importa, se los diré.
Levanto la cabeza y las observo fijamente, mientras me limpio las lágrimas.
—Uno de los demonios que vino a buscarme… era mi madre… Su compañero trató de matarme, pero a ella parecía no importarle.
Las chicas me observan sorprendidas. Supongo que descubrir que uno de tus compañeros es hijo de un demonio, es algo que te sorprendería mucho.
Pero… no siento miedo en ellas… Deberían estar aterradas. Les falta sentido común.
—Cristina, diles lo que sepas, ya no me importa.
Subo por las escaleras.
—¿La madre de Dani es un demonio?
—¿Trataron de matarlo?
—Dani…
Quiero dormir… y nunca despertar otra vez.
Entro en mi habitación, me quito la ropa, excepto mis pantalones, y me acuesto en la cama.
—Espero que sea una pesadilla… Quiero despertar.
Cierro los ojos e intento dormir.
Necesito tranquilizarme.
…
…
…
—¡¡Ahhhhhhhh!!
Me tapo la cara con la almohada para que mis gritos no se escuchen.
—¡¡¡Puta madreeeeeee!!!
Madre, madre, madre, madre… ¡¡¿Por qué me hiciste esto?!!
•
•
Reino del Rey Freis.
El Rey está sentado en su trono y el mensajero está arrodillado frente a él.
Mientras Daniel sufre por su problema familiar, un peligro se acaba de adelantar.
—Tengo las respuestas de los reyes. Ellos dicen que los líderes de sus ejércitos se reunirán en nuestro reino para planear el ataque al reino del Rey Finder. No tienen queja alguna de su plan y están dispuestos a cooperar.
—Está bien, vete.
El mensajero se levanta y se aleja caminando.
—Fufu. Daniel, vas a morir.
La princesa abre una puerta que está a la derecha de su padre y se acerca caminando a su padre.
—¿Atacarán el reino del Rey Finder?
—¿Nos escuchaste? Eso es de mala educación, Kate.
—¿Por qué lo harás? ¿Por qué dices que Daniel morirá?
—Este asunto no te incumbe, vete a tu habitación.
—Pero…
—¡Vete!
—… Está bien.
Kate se va y sale del lugar.
Entra en su habitación y cierra su puño derecho con fuerza, pues conoce perfectamente las consecuencias que traerán las acciones de su padre.
—No puedo permitir que haga eso.
•
•
Al día siguiente.
(Pov- Daniel.)
Abro los ojos poco a poco… Después de todo, no fue una pesadilla.
…
…
…
No…
—Supongo que no fue una pesadilla.
Sigo sintiéndome miserable.
Me levanto, me pongo la ropa y salgo de la habitación.
Bajo por las escaleras… Un buen baño me va a relajar un poco… Eso espero.
Sonia se da cuenta de que me dirijo al baño y se acerca a mí.
—Dani, ¿te sientes bien?- Preguntó Sonia, preocupada.
Siento que realmente se preocupa por mí… Bueno… Ah, ahora me siento peor.
—Sí, estoy bien.
Toco la puerta del baño.
—Supongo que no hay nadie.
Entro al baño y abro la llave de la bañera.
… No sé si realmente me siento bien… No lo sé.
Me quito la ropa y me empiezo a bañar.
—Madre…
Siempre soñé con conocerte… Pero no de esta manera… ¿Por qué pasó esto?
—¿Por qué?
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