Inspirado a cambiar por ella - 1
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Capítulo 1: El pandillero que juró abandonar la violencia
Se dice, que cuando los pandilleros llegan a un punto en el que no hay rival para ellos, solo existe un único capaz de vencerlos…su yo interior.
En la ciudad de Garaolla, en algún país de Latinoamérica, los pandilleros son la causa común por la que muchas personas temen salir de sus casas o que sus hijos vayan a la escuela. Muchas son las bandas que se disputan los siete barrios de la ciudad y una sola es la que domina gran parte del territorio, los conocidos “demonios del sur”.
Pero de entre tantos demonios, existe alguien considerado como la cúspide del poder combativo de todas las pandillas en el país, alguien capaz de doblegar con excesiva violencia y poder a todos los que puedan ser considerados enemigos, Luca Amario. Es apenas un chico de dieciséis años, pero con un talento feroz para el combate callejero. Sabe taekwondo, capoeira, boxeo, kickboxing entre otros.
Sin padres, sin hermanos, apenas un abuelo con ceguera, pero es el único que alcanza con sus palabras al chico incluso cuando está por rematar con violencia a sus rivales.
Sin embargo, todo lo que puede considerarse como perfecto en su forma más pura de violencia, también se marchita con el tiempo.
Es sábado por la tarde, Luca se reúne con su mejor amigo y mayor aliado dentro de la banda. Ambos sueles pasar horas y horas juntos en las calles, buscando pelea a cualquiera de otra banda o incluso disfrutan de desafiar a la policía, que posee escaso poder para aprender a adolescentes así que los dejan ser hasta que se aburren y se marchan.
-Voy al quiosco ¿quieres algo? -pregunta Luca.
-Paso. -responde el muchacho de nombre Pablo. Saca de su bolsillo un paquete de cigarros e ingresa a su boca uno de los pocos que quedan. Lo enciende con sumo cuidado y cuando pestañea una vez y luego una segunda, ve a Luca salir del local.
Luca regresa de un quiosco con varias bebidas y dulces como chocolates y caramelos de una prestigiosa marca del país. Pablo lo mira como si hubiera esperado toda una eternidad:
– ¿Porque te tardaste tanto?
-No te incumbe.
– ¿Muchas chicas en el quiosco?
-Alguna que otra, pero no de mi interés.
-Oh, cierto. ¿Como es que las preferías? Según tus palabras…
-De estatura promedio. Excelentes peleadoras y…
-¿Morochas? ¿coloradas? ¿rubias?
-Morochas. Pero eso es lo de menos. Diría que las prefiero inteligentes.
-Hace unas semanas dijiste que las prefieres buenas peleando y ahora inteligente? ¿quién te entiende?
-Las personas cambian. Yo también puedo hacerlo.
-No digo que no, pero es extraño.
– ¿Por qué?
-Porque me suena a que te quieres forzar a algo. E-Espera.
-Ya lo notó. -piensa Luca.
Pablo se levanta del suelo y ve fijamente a los ojos de su amigo. Su expresión es clara y shockeada:
-Necesito que me lo confirmes tu.
-No hace falta. Sabes que decidí.
-Si, pero…no puedo creerlo. ¿Porque querrías dejar esta vida?
-Eso es asunto mío.
-Ya, ya.
Pablo se vuelve a sentar y toma una bebida de maca roja y color negro. Destapa cuidadosamente y da un sorbo largo. Luego aleja la botella de su boca y suspira bajo los efectos del gas en su organismo:
-Aaaaaahhh, que refrescante. Sin duda que esta bebida es la mejor. -mira a Luca y lo encuentra callado y pensativo. -¿Quieres mi opinión?
-¿Huh? Quizás.
-Al menos muestra un poco más de interés. Cielos, no vas a cambiar.
-Sabes que no soy tan demostrativo.
-Mira, según tus gustos por las chicas quizás encuentres a una que de verdad te haga quedar como un idiota.
Luca se toma a mal lo que su amigo acaba de decirle. Sin embargo, lo conoce lo suficiente como para darse cuenta de que no es con mala intención. Lo deja pasar:
-¿Y bien? ¿Qué vas a decirme? -pregunta Luca.
-¿Qué te pasó estos días como para que tomes esa decisión?
-Ya me hiciste esa pregunta. ¿Tengo que repetírtelo?
-Lo siento, jajaja.
-Haaaa. Eres un caso perdido.
Luca enfoca su atención en los coches que pasan a pocos metros sobre la empedrada calle. Cierra sus ojos levemente y empieza a contarle a Pablo la verdadera razón de su decisión.
AVAVAVAVAV
Hace unos días, Severino, abuelo de Luca, había sufrido una descompensación y llevado a una clínica cercana de carácter público. Los médicos hicieron todos los procedimientos para reanimarlo, ya que durante varias horas estuvo inconsciente y con la respiración dificultosa.
Luca había llegado tras someter a un pequeño grupo de una banda rival él solo. Una vecina a la cual, el chico tiene mucho respeto, le había avisado y rápidamente salió con su bicicleta. Le tomó apenas diez minutos llegar en una distancia que a cualquier le llevaría unos treinta o cuarenta minutos.
El chico llegó apenas y sin darse una bocanada de aire, corre hacia dentro del hospital, buscando en cada habitación donde se encuentra su abuelo. En el camino una figura delicada de cabello negro llama su atención de forma esporádica. Pero no hay tiempo para ver a chicas. Luego se topa con una enfermera, muy educada, amable y según su perspectiva, hermosa a pesar de tener más de cincuenta años:
-¿Buscas a alguien? -pregunta ella.
-¡Severino Amario! ¡¿Dónde está?!
-Hum…Amario Severino… ¡Oh, si! Está en la habitación 404.
Apenas escucha el ultimo número, Luca sale corriendo como un torpedo. La enfermera intenta decirle algo, pero el muchacho ya desapareció de la vista:
-Que rápido. Ojalá pueda llegar lo más rápido posible. Este tipo de tragedias son las que detesto. -murmura la enfermera claramente dolida por lo que vaya a encontrar Luca.
Luca llega a la habitación 404 y ve a su abuelo inducido con medicamentos. Apenas tiene sus ojos abiertos. Hay muchas máquinas conectadas en él. Abre la puerta, con todo el cuidado y silencio posible. Su abuelo apenas lo ve, sonríe y levanta su mano para llamarlo:
-A-Abuelo…-dice Luca mientras se acerca a una silla. Una vez llega, toma la mano de su abuelo y comienza a llorar. -¡Perdón por haber tardado tanto! Soy un inútil, perdón, perdón.
-Ya…no te…disculpes…-dice con dificultad.
La debilidad de Luca por su abuelo es poco conocida, salvo un puñado de personas cercanas entre ellos Pablo. Severino es alguien tan cercado como un padre para Luca, alguien que lo cuidó desde que sus padres murieron en un accidente automovilístico.
Lo educó, cuidó, alimentó e inclusive curó sus heridas cuando regresaba a la medianoche. No importa saber que su nieto era un pandillero malhablado, violento e inútil, él siempre lo amaría porque en el fondo sabe que es alguien bueno y noble de corazón, pero sin un propósito.
Impactado por lo que ve en su abuelo, Luca ve al medico entrar así que lo confronta bruscamente:
-¡Usted! ¡dígame que le pasa a mi abuelo!
-Cálmate por favor. Tu abuelo necesita descansar. Ven conmigo al pasillo, te contaré todo.
Luca sigue al médico y este se sienta en uno de los asientos situados al lado de la pared:
-¿Conoces el síndrome del enclaustramiento?
-¿El que del qué?
-Haaa, es una condición que afecta al cerebro donde la persona va perdiendo sus facultades motrices y del habla. Se convierte en alguien dependiente de las maquinas que ven conectado a él.
Mientras le sigue explicando todo con sumo detalle, la mente de Luca se disipa y mira a la puerta donde está la habitación de él. Sabe que lo que le cuenta el doctor es grave, aún así intenta mantener el semblante de rudo:
-D-Doctor.
-¿Sí?
-D-Dígame…-pero sigue siendo un chico que necesita a su abuelo. Las lagrimas de sus ojos caen sin que lo supiera. -¿Mi abuelo estará bien?
-Haaa, chico, lo siento mucho. No existe cura y siendo honesto, no creo que pase de esta noche. Para su edad, un hombre de ochenta años, y con sus antecedentes como ex militar y veterano de guerra, me sorprende que siga consciente.
Al principio, Luca se mostró incrédulo ya que su abuelo siempre fue rudo y duro como el acero, de temperamento explosivo pero muy amable y bondadoso, con códigos de honor propios de alguien que estuvo en el ejército. Verlo en esas condiciones, le desgarró el alma.
Como único pariente, Luca es llevado a una situación en la que tendría que decidir que hacer. Pero no es su preocupación, al menos no en ese momento. Se retira en silencio hasta la habitación donde el anciano está despierto y ve con ojos llorosos a su nieto, quien también se ve triste. Ambos hombres duros intercambian miradas y no dudan en mantener sus rostros hechos de piedra, pero en el interior se ve como sufren.
El anciano se quita la mascarilla por la que es asistido con oxigeno. Eso debido a que desde la ultima guerra, él había sufrido una herida en el pulmón y solía llevar un tubo de oxígeno. Aún así, tuvo una vida tranquila y casi sin incidentes:
-¿Qué es lo que te acoge niño? -pregunta el anciano.
-A-Abuelo, no te quites…
-¡Cierra la boca maldita sea! -le arroja la mascarilla de oxígeno. -Nunca, pero nunca interrumpas a un anciano moribundo en su lecho de muerte, sobre todo cuando se está de malhumor. Maldita sea, necesito un choripán o unos tacos. En fin. Quiero que me respondas una cosa.
-¿Qué?
-¿Cómo quieres vivir el resto de tu vida?
-¿A qué viene eso?
-¡Solo responde a la maldita pregunta! -con cada grito, las maquinas enloquecen. Su pulso y presión suben drásticamente.
-Ya, ya, no te pongas así. Solo…quiero vivir como me plazca.
-¿Lastimando gente?
-No es como si lo hiciera porque me gusta.
-¿Entonces? Responde mi pregunta.
Luca comprende la pregunta, pero no sabe la respuesta real. Severino sonríe y luego extiende la mano para acariciar la cabeza del chico:
-En lo que a mí respecta, la fuerza lo es todo, pero en tiempos en que los hombres estamos hechos de metal y roca dura. Sin embargo, chicos como tú, nacidos y criados en tiempos en que la juventud florece y tanto la imaginación como los amables y románticos gestos son más poderosos que las balas y las palabras duras. Sé que mi crianza fue difícil, pero tienes que saber que eres alguien muy importante para mí. -intenta reincorporarse para estar frente a frente con él. -Eres mi mayor orgullo y deseo que ese interior tan amable que posees nunca deje de existir. Prométeme Luca, prométeme dejar esa vida de violencia y pandillas. Promete que tu vida tenga un propósito. Haz que este anciano…se sienta…orgulloso…de…ti…
-¿Abuelo? -el anciano deja de respirar. Las maquinas suenan en conjunto como si fuera una sinfonía anunciando su muerte. El chico intenta por todos los medios hacer que despierte, sin éxito.
AVAVAVAVAV
Luca mira a su amigo, encontrándolo sollozando como un bebe. De hecho, nadie en todo el barrio era ajeno al anciano Severino, incluyendo a Pablo, quien lo admiraba por su dureza y debido a que es quien crio al pandillero más fuerte:
-Das asco. -dice Luca al verlo con mocos colgando.
-E-Es que… ¡es lo más triste que he escuchado!
-De cualquier manera, no lo tengo tan decidido.
-¿Enserio? ¿pero no hiciste esa promesa con tu abuelo?
-Si, pero ¿Qué puede haber que me interese más allá de las peleas? Me expulsaron hace un mes de la escuela.
-Recuerdo eso. Esos estúpidos de la Escuela Don Orione jamás vendrán a intimidarnos.
-Todo es producto del karma. Que se yo. -se pone de pie y palpa sus piernas y trasero para quitarse el polvo del suelo. -Me tengo que ir.
-¿A dónde vas?
-¿Qué eres? ¿mi novia?
-¡Ja! Que buen chiste.
-Solo volveré a casa.
-Bien, no vemos mañana.
-Quizás.
Después de un rato recorriendo las calles con el sol detrás de él ocultándose, un sonido atrae la atención del chico, como de quejidos y varias otras voces murmurando muy cerca de allí.
Luca lo sigue, creyendo que algunos miembros de su pandilla están haciendo de las suyas. Como regla general de él, las actividades vandálicas no tienen lugar en el día sino por la noche. Si se incumple serían expulsados y apaleados por él.
Cuando gira por una esquina se encuentra con algo distinto que lo deja impotente y furioso. Varios chicos un año mayor que él están acosando a una chica que obviamente volvía del colegio. Son cinco chicos. Uno vigila que nadie se acerque. Dos la retienen y el resto intenta subir su pollera.
Los hechos como violaciones, robos y asesinatos no suelen ser comunes, pero cuando ocurren no los hacen chicos de pandilla, puesto que tienen sus reglas internas que les prohíben tales actos. Solo se producen guerras de pandillas con puños y palos, nunca muerte de por medio ni metiendo gente inocente.
El matón que vigila se acerca a él mientras uno de los que están con la chica se percata de quien se trata. La reacción es clara, pánico y terror. Intenta advertir a sus compañeros, pero la voz se le va:
-¡Oye imbécil, sigue tu camino! ¡¿me oyes?!
-¡¿Huh?! ¡¿a quién le dices eso?! ¡pedazo de estúpido! -responde Luca. Lo confronta cara a cara. La diferencia de tamaños es notable con Luca siendo media cabeza más pequeño. Sin embargo, el otro matón sostiene el horror en su rostro.
-¿Huh? -se voltea y ve a su compañero. -¡¿Por qué carajo te ves tan asustado?! ¡imbécil ayúdame!
-T-Tu ¿no tienes idea quien es él?
-¡¿Por qué carajos sabría eso?! -pregunta furioso sin darse cuenta de que un puñetazo se acerca al rostro.
Cuando el matón vuelve su mirada hacia el frente, el puño de Luca impacta de lleno con tal violencia que lo arroja varios metros contra el suelo. Ninguno de sus compañeros entiende que pasa salvo el matón que apenas ve eso y sale corriendo.
La chica aprovecha y golpea en los bajos al que la sostiene de los brazos y sale corriendo hasta ponerse detrás de Luca. Él la pone a salvo:
-Quédate ahí. -le dice. -¿No sabían que a las personas comunes no se las toca? -pregunta mirando a los tres restantes. -Haaa, no puedo relajarme un puto sábado por la tarde. Pedazo de imbéciles.
Apenas pasan cinco minutos que los matones acaban en el suelo brutalmente vapuleados e inconscientes. Luca casi no recibió heridas, pero la chica cuando lo ve acercarse, no evita sentirse intimidada así que no le da las gracias, más bien lo abofetea y se va a paso acelerado, pero pisando fuerte:
-¿Huh? ¿Qué…acaba de pasar? -se pregunta. Mira a la chica por la espalda y no siente odio ni molestia, más bien curiosidad.
Ella se detiene y da media vuelta apenas. Sonríe y exclama:
-Te agradezco por ayudarme. No entiendo tu circunstancia, pero…veo en tu mirada alguien muy noble. Asegúrate de elegir un camino mejor para tu vida.
-Elegir un…mejor camino…-repita impactado por la actitud de ella y en cierta manera, irritado por la personalidad tan fuerte de ella. Le recuerda a un viejo rival de hace dos años en uno de los barrios en el norte de la ciudad. Si bien le irrita, también admira que una chica que se ve frágil, no actúa como tal.
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