Inspirado a cambiar por ella - 10
Durante el fin de semana, Luca inicia su jornada despertando muy temprano. Usualmente no ser tarda mucho, pues no tiene el famoso “sueño pesado” que tanto aqueja a los adolescentes. Él es disciplinado gracias a su debido a su entrenamiento en artes marciales del que puede alardear con orgullo muchos logros.
Se prepara un desayuno que consiste en un té caliente, tostadas, aguacates, algunas frutas y un poco de juego. Aunque puede ser un desayuno para un atleta muy capaz como él, surte el efecto matutino de llevarlo casi media hora al baño. Problemas congénitos de nacimiento cuando mezcla alimentos o líquidos que no puede, aunque es testarudo.
Después de eso, enciende el agua caliente de la tina y da un relajado baño de casi veinte minutos. Se preocupa en asearse bien y cuando siente que su cuerpo está completamente aliviado tras su entrenamiento ligero nocturno, sale de la tina y se cambia con ropa bien abrigada. Sale de su casa exactamente a las 6am y en el camino se encuentra con los vecinos que usualmente aprovechan a sacar a sus mascotas o los más atléticos emprenden el breve viaje hasta el parque para correr alrededor. Él saluda a cada uno de ellos y viceversa.
Nunca se ve incomodo ni nada. Y las personas le sonríe con amabilidad como cada vez que lo ven.
Cuando apenas cruza la primera cuadra, se encuentra con alguien inesperado, un chico que lo supera en estatura por una cabeza. Ambos se miran de reojo estando a menos de un metro de distancia.
La tensión es palpable, casi como si se pudiera cortar con un cuchillo. Las personas que pasan se ven envueltas en esa atmosfera tan cruda y difícil de soportar. Un policía que pasa por allí se percata de la situación y espera a que alguno haga algo ya que no puede actuar sin una acción concreta. Además, el oficial reconoce a Luca y traga saliva. A pesar de conocer al chico y respetar a su familia y que en verdad no es malo, hay un prontuario detrás de él que lo hace impredecible en tales momentos.
Está a la expectativa.
El otro chico sonríe y posa sus manos en los hombros de Luca:
-¡Cuánto tiempo, Luquita!-grita entusiasmado.
-¡Ayyy, maldita seas, gritas mucho Manuel! -le devuelve el grito.
Pero lejos de molestarse, Luca también sonríe y ambos chocan sus manos a modo de saludo.
La realidad es que Manuel fue parte de los cuatro mayores peleadores de Garaolla que conformaron la pandilla de Luca. Se lo ve débil, pero es un pandillero bastante temido. No es tan cercano para Luca como lo son Pablo y Leo, pero Manuel es muy querido por Luca ya que cuando su abuelo cayó enfermo la primera vez y no consiguieron una habitación en el hospital militar de la ciudad, el chico habló con su madre, jefa de médicos en el hospital donde se terminó quedando el hombre mayor, y muchos gestos de camaradería altruista.
Manuel sin duda es alguien que está en la cercanía de Luca.
El oficial respira tranquilo y sigue su camino con una expresión de alivio y cierta felicidad de ver a Luca pasar un momento grato.
-¿Qué haces por aquí? -pregunta Luca.
-A decir verdad, pensaba irme hasta el parque a correr un poco. Estaba aburrido en casa así que un poco de actividad física no me viene mal. ¿Tu?
-Yo estoy yendo a mi trabajo.
-¿Enserio? ¡estupendo!
-Oye, no grites, me dejarás sordo, jajaja.
-Lo siento, jeje. ¿Y dónde trabajas? ¿Qué haces?
-Bueno, ayudo en un almacén. Al menos es hasta que cumpla la mayoría de edad. Luego veré que hago.
-Me alegro por ti y, por cierto, mi pésame por lo de tu abuelo. No quise molestarte ¿sabes? Pero esas cosas, no las tiene que afrontar una sola persona. Bueno, es lo que opino.
-Si, gracias por esas palabras.
-No hay porqué. -sonríe y observa en detalle el semblante, las expresiones de Luca. Es un chico que se caracteriza por tener un enfoque muy detallista de todo. -Oh, así que te ves cuando te enamoras. Eres diferente al Luca que conozco. Eres mucho mejor al Luca que conocía. Siento mucha curiosidad por saber quién es la persona que logró hacer que esta verdadera máquina de pelear en terrenos baldíos contra idiotas sin cerebro pueda verse de esa forma. Debe ser una chica grandiosa.
-¿Manuel? ¡Manuel! ¿Estás sordo?
-Jajajaj, no, para nada Luca. Solo pensaba.
-Okey. Oye debo llegar al trabajo. Me alegra volver a verte. Sabes que mantengo mi número así que no dudes en enviarme un mensaje.
Esas últimas palabras dejan estupefacto a Luca.
No es usual que diga eso siendo que apenas usaba la aplicación de mensajería solo para reunirlos cuando había que pelear, pero ahora se lo ve mucho más maduro y desenfocado de la pelea. Manuel no sabe que responder. Solo levanta el pulgar respondiendo afirmativamente.
-Jajaja, nos vemos. -se despide con una amigable sonrisa. -Saluda a tus padres de mi parte. -añade.
Manuel también se retira, pero antes se le queda mirando la espalda de Luca. Siente nostalgia y a la vez un grado de alivio.
-Verlo así, vaya. Creo que Celeste se molestará si supiera que alguien más logró lo que ella no pudo. Sería graciosa su expresión, jajaja.
AVAVAVAVAV
En la residencia Nora, por la noche, Soledad dedica varias horas cada sábado para estudiar un poco sobre derecho, siguiendo a su padre en el oficio. Lucio Nora, es un respetable abogado que durante una década se posicionó como un hombre que ha defendido a aquellos sin la posibilidad de hacerlo contra los poderosos y siendo uno de los pocos que, en tales situaciones, alcanzó un éxito del 90%. Algo impensable si hay poderosos de por medio.
Como ostentador del 10%, es uno de los pocos capaces de oponerse a los ricos e influyentes, pero bajo eso, él inculca a su hija no meter sus manos en lo que considera como lo más sucio y corrupto del sistema escolar actual. Sabiendo inclusive que ella es presidenta del centro de estudiantes y su labor, así como férrea determinación, la llevan a hacer lo contrario y defender a los estudiantes.
Soledad sabe que no puede ir contra el sistema sin estudiar y quemar sus pestañas en ello. Incluso a veces aparece en la escuela con enormes ojeras, pero su personalidad tan diligente es más fuerte que cualquier agotamiento.
A su lado hay una columna de al menos diez libros de abogacía, la teoría, la historia y a sus pies hay varios más desparramados que tratan sobre las leyes y la constitución. Ella no quiere dejar nada sin haber sido leído. No por algo ella es de las más brillantes de la escuela.
Sin embargo, el agotamiento la hace caer dormida sobre la mesa, pero antes de golpearse con la madera, una mano cálida la contiene. Su padre Lucio aparece sin haber hecho ruido y detrás de él está Beatriz, su madre. Lucio le coloca una frazada en la espalda y ambos se quedan escasos segundos mirándola dormir.
Lucio no está de acuerdo con que Soledad se sobre exija tanto. Siempre afirma que un buen descanso impulsa al estudio, pero Soledad es demasiado terca y por ello no la lleva cargando entre sus brazos a la cama. Simplemente la deja sobre el escritorio. Como una chef de gran prestigio, Beatriz le deja un platillo del menú del día de su restaurante sobre la mesa, con una cubierta de metal para que el calor no se vaya.
Tanto Beatriz como Lucio se retiran de la habitación.
Como es de costumbre, Lucio se dirige a su despacho y Beatriz lo despide con un beso para encarar a la habitación de ellos. Una vez se sienta frente al escritorio mira unos documentos que Héctor, padre de Braian, le dejó hace unos días y que resulta ser una propuesta para que le ceda el 10% a cambio de una de las empresas que posee. Agotado por la insistencia de Héctor, Lucio aparta esos documentos y cuando alza la vista, ve a Soledad parada frente al escritorio.
-¡Ay, hija, no me asustes así! -se exalta el hombre.
-Lo siento, jejeje.
-¿Pasa algo? ¿viste lo que tu madre dejó sobre la mesa?
-Si, ahora cuando regresa comeré un poco.
-Bien. ¿Por qué no descansas? Estuviste estudiando mucho.
-Si, pero tenemos que hablar antes.
-Claro. Ven, siéntate. -señala una de las sillas al otro extremo del escritorio.
Soledad se acerca y se acomoda en la silla señalada.
-¿Es sobre la escuela?
-Si. Más bien…son esos chicos.
-Héctor ya me envió sus disculpas.
-¿Le crees?
-Claro que no. Él solo quiere mi porcentaje como benefactor.
-¿Cómo haces para soportar sus amenazas e intentos de convencimiento? Yo apenas puedo lidiar con Braian y sus amigos.
-¿Quieres saber que hago ante esa enorme presión?
-Si. -asienta ella.
-A pesar de tener mi buffet de abogados, y varios de mis amigos están allí, no me gusta meter a nadie en mis asuntos. A veces me siento abrumado. No lo niego, pero…
Se queda unos segundos en silencio. Quiere llorar, pero debe mantenerse fuerte para que su hija vea la fortaleza y no debilidad en él. Como su héroe, como su padre, es necesario que ella tome lo mejor para que no sea devorada en la escuela por aquellos que buscan herir y corromper.
-¿Pero?
-Luego pienso en que ustedes, los jóvenes, necesitan un futuro a pesar de aquellos que no lo desean. Me renueva las fuerzas y continuo sin importar que. Sin embargo, tú tienes algo que yo no en estos momentos.
-¿Qué cosa?
-Aquí va mi consejo. No luches sola. Tienes amigas y por lo que te oí la otra noche cuando hablabas con tu madre, hay alguien que parece ser tu sombra. Un chico. Aférrate a ellos y verás que la balanza se va a torcer hacia algo más igualado.
-¡Papá, no deberías escuchar charlas ajenas y menos si es de dos mujeres!
-Jajaja, lo siento, lo siento.
-Aun así, muchas gracias por tu consejo.
La cara de Soledad cambia. Se la ve más decidida y animada. Recorre el escritorio para abrazar a su padre y regresa a la habitación, dispuesta descansar, pero antes, le envía un mensaje a Dalia y Anabella, agradeciendo su ayuda y que quiere una reunión del centro de estudiantes el lunes. La primera en responder es Anabella. Dalia, como siempre, está jugando videojuegos y comiendo pizza.
Una vez se acuesta en su cama, Soledad busca el contacto de Luca y empieza a escribirle un mensaje muy largo. Pero cuando se da cuenta de que es casi como si estuviera declarándosele, lo borra completo y envía uno más corto.
-“Hola luqui, sé que es un poco tarde, pero quiero que sepas que confío plenamente en ti y nada de lo que digan los demás va a cambiar para mí. Tu compañía y esfuerzo siempre son cálidos y me animan a seguir. Solo quería que lo supieras. Buenas noches😊”. 02:26. Sole n.n
Soledad deja el teléfono a un costado de la cama. Se aferra a una almohada y piensa acerca de los sentimientos que surgieron dentro de ella.
-Te…adoro, Luca. -murmura ella. Sus ojos se cierran quedándose dormida.
Sin embargo, en la casa de Luca, su cara es de extrema sorpresa y está sonrojado. Nunca se esperó tal mensaje de Soledad.
-¿E-Esto es enserio?
Se siente con toda su energía y motivación al máximo.
AVAVAVAVAV
El lunes, se reúne el centro de estudiantes con algunos miembros haciendo otras funciones y permitiendo que Soledad, Anabella y Dalia puedan hablar sobre los últimos acontecimientos en la escuela.
No es para nada fuera de lo normal que haya reuniones de ese tipo. El centro suele hacerlo cada dos semanas o tres, pero lo último que ha ocurrido y desembocó en una intervención no solo de docentes, sino también del director, es un llamado de atención para que deban hablar al respecto.
En la oficina del centro de estudiantes yacen tres posturas conectadas entre sí. El apoyo hacia Luca y respeto por su cambio representado en Soledad. Dalia, quien apoya en Soledad y no duda de sus decisiones. Y Anabella, que sigue sin confiar en el cambio que expresa Luca en público, aunque hay un atisbo de curiosidad en ella que la lleva a esperar un poco más, antes de adoptar un prejuicio.
Nada queda dicho aún.
-Chicas, tenemos que hablar. Sobre Braian, Yamil y Claudio. -dice Soledad.
-Y Luca. -añade Anabella, tensionando el ambiente solo con esa breve frase.
-¿Huh?-Soledad mira a Anabella. Pensaba que Anabella se detendría con esa desconfianza, pero es propio de ella ser tan seria.
-También tengo algo que decir sobre él. -exclama Anabella.
-Si, claro.
Dalia se siente marea por tanta presión repentina. Se acerca a una jarra con agua, sirve bastante en un vaso de vidrio y lo bebe sin medirse.
-Yo también tengo algo que decir. -dice la rubia.
-¿Qué cosa? -pregunta Soledad.
Dalia abre su boca como para decir algo importante. Se muerde un poco el labio, mostrando una gran seriedad y luego da media vuelta y sonríe amistosamente.
-Nada, solo quería sumarme al ambiente, jajajaj.
-Cielos, no nos asustes así. -dice Anabella.
-Jajajaj, los siento.
-¿Quieres empezar tú, Sole? -pregunta Anabella.
-¿Segura?
-No tengo problema con ello.
-Está bien. Con permiso. -bebe un poco de su té negro. – Tienes que dejar de tener contacto con Luca.
Soledad baja su cabeza.
-¿Por qué me dices esto tan de repente?
-Mira lo que está ocurriendo. Desde que ese chico llegó, las cosas parecen empeorar. -responde Anabella.
-Si, pero ¿no ves que él está cambiando? -dice Soledad.
-Nadie va a cambiar tan repentinamente. Lleva su tiempo y parece que los problemas llegan hasta él. Braian y sus amigos ya posaron sus ojos sobre él. ¿Cuánto tardará en salpicarnos a nosotros? Si está cambiando, no importa si los problemas llegan a él.
-Ay, ay, ay ¿Qué hago ahora? -Dalia mira a Soledad y luego Anabella. No sabe qué hacer para aligerar el ambiente. – Creo que…
Las dos miran a Dalian.
-Si Braian y su grupo lo están molesto ¿no sería porque ven alguien que no se dejará molestar? Es decir, si, puede traer conflicto, pero quizás sea bueno eso. Además…bajaron mucho las quejas de estudiantes que sufrían acoso escolar de parte de ellos. -dice muy elocuentemente Dalia.
-Ciertamente no estás equivocada Dalia. -elogia Anabella. -Pero hay que mantener el equilibrio en la escuela. Lo último que pasó casi es llevado a reunión de directivos. Quien sabe que habría pasado si los profesores no hubieran convencido al director y luego a los padres de ellos.
-¿Aunque Luca fuera el único en acabar herido? Eso es injusto Anabella.-dice Soledad.
Los labios de Anabella se mueven un poco para decir algo. Sus ojos, por otro lado, intentan querer decir algo más. Ella vio lo que hace Luca y le está demostrando lentamente que está cambiando su vida, alejándose de la violencia y centrándose en su propio bienestar y futuro.
Soledad presiente que algo quiere decir, pero lo deja para otra ocasión.
-Pasemos al otro tema.
-¡E-Espera por favor Soledad! -ruega Anabella.
-¿Qué sucede Ana? -pregunta Soledad.
Anabella se queda callada y de pie. Aprieta sus puños y no puede sostenerle la mirada a su amiga.
-Vamos Ana, tú ya lo viste. Ese chico es decente y quiere ser mejor de lo que era. ¿Por qué no puedes simplemente admitirlo? -piensa Anabella. Confundida y avergonzada, se queda en silencio, incapaz de expresar sus palabras. Es demasiado orgullosa.
-Está bien. Sigamos con el tema del proyecto de los chicos de último año. Su despedida. Dalia ¿ya reuniste los votos de los chicos? -pregunta Soledad.
-Si…aquí están…
Anabella se deja caer con delicadeza sobre la silla.
-¿Por qué tengo que ser así? Cada vez…cada vez que sale este tema…me quedo sin palabras…no puedo ser de mucha utilidad en estos momentos para el centro de estudiantes. Soy una fracasada. Sin duda.
Por más que ella ponga todos sus esfuerzos en el centro de estudiantes, Anabella siente que no es suficiente y la presión que se autoimpone, la aplasta con fuerza.
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